Taberna del Mago Tuerto

Escuchar sobre Caín fue tranquilizador, al menos no aprecia un ogro, lo cual era bueno aun así suponía le costaría el poder hablar con el sobre Mephis, así que tenia que pensar bien en como conseguir convencerlo.

-Supongo que si, solo que soy de los que aprende lento y eso ahora mismo no me compensa mucho, porque no puedo hacer gran cosa aun- dijo DL pensativo aunque entendiendo el punto de Noel, por eso se tomaba tantas molestias para casi ir de cabeza a suicidarse por aprender. Escucho atento lo que le contaba del lugar donde vivían, dándose cuenta que definitivamente el nombre del lugar donde vivían era engañoso y escuchando un dato importante-Así que podemos quedarnos en los refugios cuanto queramos, sin echarnos como ocurrió en Maciel- murmuro pensativo eso era tranquilizador, el estar mudándose cada por tres debía ser un coñazo, aun así en un futuro seguramente desearía tener otro lugar donde vivir, pero por el momento no estaba en su lista de prioridades.

- Si bueno, al menos podéis pagaros vuestras propias bebidas, yo voy de gorrón -añadió divertido. Curioso ante las siguiente palabras del draco sobre los mundos vinculados, pues no estaba muy informado sobre el tema- Sobre eso, ¿Podemos ir a cualquier mundo vinculado sin problemas?- pregunto interesado en aquello, había escuchado hablar tanto de los mundos donde provenían alguno de sus antiguos compañeros de Maciel que era imposible no sentir curiosidad.

Escuchar la historia resumida de cómo vivían en el cuchitril le hizo ponerse a pensar en todas las peripecias que habían pasado hasta acabar de ese modo, empezando por la noche en que conoció a sus compañeros de la cosecha siguiente, o quizás más atrás, con los entrenamientos de Adara. Había sido aquella práctica la que más los había acabado uniendo a todos, fuesen de la Sede o de Serpentaria. Se abstrajo un poco, con una sonrisa tonta pintada en la cara, hasta que el cambiante preguntó por los mundos vinculados.
-A una gran mayoría se puede ir sin restricciones, aunque no armar jaleo. Presta atención a los pregones para estar informado de cualquier cambio en los portales o levantamiento de vedas... Por ejemplo, el portal a nuestro mundo -explicó señalándose a sí mismo y a Noel- solamente se abre en la noche de cosecha. Eso sí, como eres un transformado reciente seguramente tengas que dejarles claras las cosas que quieres hacer al guardia del portal. No te dejarán pasar si no se fían de tus intenciones.
Asintió con aplomo y después si sintió extraño explicando todo aquello como si fuese una especie de profesor. Aunque profesor de taberna.

Escucho atento la explicación de Koval, era algo que era importante saber aunque en principio no tenia intenciones de ir a algún mundo pero no sabia cuando podría darse la ocasión, así que estar informado de antemano nunca estaba de mas.

-Cuando volváis al Cuchitril ¿puedo ir con ustedes? Me gustaría poder ver los cadáveres de Koval, para intentar practicar luego cuando vuelva a la Sede- añadió mirando a ambos, sabia las indicaciones pero quería ver que tipo de cadáveres tenia Koval- Sino tenéis nada pendiente, sino me da igual ir mañana si eso u otro día- dijo osbervandolos pues ni idea de cuando estaba esa gente ocupada, con todo lo pasado no tenia aun ganas de volver ala Sede, aprovecharía el tiempo mas tarde para seguir con su entrenamiento, peor necesitaba aun ciertas bases primeros así que esperaba que los cuchitrileros no se opusieran.

Ante la petición de DL, el draco intercambió una mirada con el fuego fatuo en la que se dijeron sin palabras que no habría ningún problema.
-Acompáñanos si quieres, mejor hoy que los próximos días -dijo el sueco mientras se levantaba de la silla-. Todavía tenemos un trabajo pendiente y mañana mismo tendremos que retomarlo, pero por hoy día libre... Salvo por las obras en casa -suspiró levemente-. Pero es lo que toca, así que si no te importa que martillemos mientras tanto, ven con nosotros.
Al draco no le importaba en absoluto la inesperada compañía, tal vez eso ayudase a romper la monótona y repetitiva tarea que les esperaba por el resto de la tarde. Tras pagar, los tres salieron de la taberna y se dirigieron de vuelta al cuchitril.

Sigue en el Cuchitril.

RR atravesó la puerta de la taberna con aire abatido, y no prestó demasiada atención a los extraños seres que se agrupaban en el local. Había tenido que desmontar todas sus armas, llevándose sólo las piezas metálicas, y al día siguiente tendría que ponerse a trabajar para arreglar los desperfectos que había causado en Sendar. Portaba un saco a rebosar de tubos que no hacía mucho habían sido sus armas, y en el hombro portaba a su vieja amiga, que había rescatado de la jaula en la que la había dejado en Maciel. No parecía tenerle especial cariño, ahora que comprendía lo que decía, pero igualmente el foner le profesaba cierto afecto, y sentía que no podía dejar atrás a aquella compañera de pesares a su suerte, separando sus caminos de forma tan burda.

Se dejó caer en una silla de la mesa vacía más cercana, manteniendo su expresión de manifiesto cansancio. En el mismo momento en el que su posición se vio asegurada y dejó de moverse, un buen grupo de ratas comenzó a emerger de sus ropajes, bolsillos y mangas, para explorar y olisquear la nueva localización, sin separarse nunca demasiado del brujo.

Este alzó la mirada llena de hastío al joven de aspecto peculiar que lo había llevado hasta allí, analizando sus facciones reptilianas, aunque distintas a las de los seres con los que RR había convivido hasta la fecha. No parecía haber dos personas iguales en aquel dichoso vertedero.

-No tengo muy claro que tipo de preguntas me quieres hacer, colega, pero me temo que me vas a tener que dar algo de beber si quieres que las conteste. Tengo la garganta bastante seca, ya sabes, y muy posiblemente la tenga peor mañana. Así que… Bueno, ¿qué es lo que la “gente” bebe por aquí?

Nasher se había sentado cerca de la barra y tamborileaba con alegría sobre la mesa. Sus escamas eran un caos de lucecitas reojizas y anaranjadas que formaban diferentes formas y motivos sobre su piel. Estaba feliz.

-No te preocupes, no te iba a arrastras hasta aquí para nada. Hmmm a mi me gusta la cerveza, no sé si la habrás probado. Hay muchísimos tipos pero la varmana es mi preferida.

Pidió dos, haciendo una seña al trasgo que ya lo conocía, y se tomó unos segundos mientras les llevaban las bebidas para organizar sus pensamientos.

-Tu compañero ya me ha hecho algunas aclaraciones sobre tu mundo, pero su casta no le permitía conocer los detalles que a mi me interesan. Tú has estado más en contacto con otras razas y querría que me hablases sobre ellas. En especial sobre los savra, ya que estaré tomando el lugar de uno en mi incursión.

Las bebidas llegaron y Nasher dio un sorbo largo a su jarra.

RR continuó contemplando a su interlocutor mientras este le comentaba qué información necesitaba, clavando su mirada en el curioso y particularmente vistoso juego de luz y color que el muchacho exhibía en sus escamas.

-¿Vas a… hacerte pasar por un savra? ¿Tú?- comentó con  un tono más agudo de lo normal, evidenciando cierta incredulidad.- Bueno… en tal caso, vas a necesitar un par de datos eh… importantes. Y ya te comento que vas a necesitar ser bueno con el tema del birlibirloque, porque te pareces a un savra lo que yo a un blanco. En cuanto a lo que podrías mejorar en tu aspecto… bueno, intenta no parecer el hijo de una bola de discoteca y un caleidoscopio al que le está dando una embolia. Sí, eso sería un buen principio.

A sabiendas de que el muchacho no captaba la parte más insultante del comentario, la que hacía referencia al sórdido hecho de tener padres, una lucecilla de buen humor se encendió en lo más profundo del océano de pesimismo abnegado que era la mente de RR. Siempre era agradable topar con gente que no comprendía las burradas que decía. Tamborileó con los dedos sobre la mesa mientras una rata le olisqueaba la mano. Otra, distraída, se erguía sobre sus cuartos traseros sobre la madera para intentar ver mejor cuanto la rodeaba.

-Por otra parte, pareces demasiado foner. En el sentido de que… bueno, verás. Los savras no se parecen facialmente demasiado a nosotros, ¿vale? Poseen hocico, algunos cresta de hueso sobre la cabeza, y otras particularidades varias. Hay tres grandes variantes: los Grama, los Charna y los Carcha. Todos tienen… cómo decirlo, más aspecto de reptil. A parte de eso, los primeros no tienen nada destacable, en cuanto a rasgos se refiere. Bueno, a parte de lo de la cola y las garras. Los carcha, además de un rostro diferente, poseen caparazón, como… como… Bueno, ¿sabes lo que es una tortuga?-inquirió el foner, sin demasiadas esperanzas de que el muchacho comprendiera a que bestia se refería.- Son algo así, pero más pequeños. Pueden replegarse dentro del caparazón, esconder sus extremidades dentro de la coraza natural de su torso. A los charna, a juzgar por lo que haces con los ojos, son a los que te pareces más. Pueden también moverlos independientemente, y son los que tienen cresta. A parte, tienen un pequeño saco en la garganta, una gola, que son capaces de hinchar y deshinchar, así como una lengua la hostia de rápida, que utilizan para llevarse la comida a la boca. Es jodidamente larga y fuerte. Aunque quizás lo parezca en comparación con ellos, que suelen ser de género tranquilote. Además, pueden cambiar de color de piel según el estado de ánimo, aunque no como tú, claro. Digamos que son capaces de controlar sus sentimientos para cambiar los patrones de color de su cuerpo a un nivel mucho más lento y básico que tú, además de ser mucho más discretos, claro. Si tuviera un papel, te dibujaría a grandes rasgos su apariencia. No soy un artista, pero al menos podría darte una imagen más detallada del asunto. Ah, y por cierto, a sus ojos yo soy un retaco, así que tú vas a necesitar crecer un huevo si quieres colar como uno.

Hizo una pequeña pausa en s larga diatriba cuando un pequeño ratón, surgido de su espalda entre el pañuelo y la chaqueta, trepó hasta llegar a su oreja, de la que dio un par de tirones desde el lóbulo para llamar la atención del foner. Cuando con un gesto molesto le dio a entender al roedor que quería saber qué era aquello que tanta prisa le corría, dio un par de chillidos sordos a su oído, seguidos de cierta gesticulación nerviosa. Cuando terminó su críptico discurso, bajó por su brazo hasta la mesa, dónde le lanzó una mirada tan inquisitiva como su anatomía se lo permitía. Seguidamente, RR asintió y se volvió a dirigir a Nasher.

-¿Puedes pedir que traigan algo de comer para los muchachos y para mí? Llevamos un tiempo sin probar bocado, ellos más que yo y… bueno, algunos se han quedado en negativos después de uno de mis vuelos, tú me entiendes. No están acostumbrados a moverse así.

Cuando el joven hizo que el pequeño trasgo les trajera algunas viandas, el foner se percató de que el camarero se había tomado la libertad de interpretar su comanda como un: “Tráeme un trozo bien hermoso de queso curado algo pasado de fecha y un zurrón de pan tan duro que pueda usarse como porra para descoyuntarle la cabeza a este punki piojoso y a toda su corte de ratas.” Por su parte, RR no se quejó en absoluto, y dio buena cuenta de una cosa y de la otra, dejando una pieza de tamaño considerable para sus menudos acompañantes, que salieron de todos sus escondrijos a lo largo y ancho de su anatomía para hacer corro alrededor del plato y ponerse a comer como si no fuera a haber un mañana.

-Esto está mejor.-comentó el brujo mientras se retiraba algunas migas de queso de la cara con gesto rápido y satisfecho, muy semejante al que podría haber adoptado alguno de sus peludos seguidores en la misma situación.- Como te iba diciendo, los savras son gente por lo general tranquila, pero en el mundo en el que vivimos es normal que tengan que echar mano de su fuerza natural. Son desconfiados con los extraños, por lo general, por todo el tema de las brigadas racistas y los fundamentalistas auros, por no hablar de que muchos de ellos encuentran trabajo únicamente en empleos que saquen partido de sus capacidades de formas poco constructivas: Matones, porteros, luchadores de rin… Supongo que te puedes imaginar como les va, aunque cuando estés allí, te harás una idea más acertada de la situación. Por otra parte, si lo que quieres es hacerte con información útil, hacerte pasar por un savra no te dará mucha libertad de movimientos. Los no foner no pueden pisar más que las zonas negras y los complejos de alcantarillado, y en estos últimos, a excepción de las zonas seguras, no muy alejadas, que han conseguido “asegurar” y “urbanizar”, no pueden moverse mucho. De hecho, ¿qué es lo que buscáis en F.O.N.E.R.A? ¿Más gentucilla como yo a la que embaucar? Porque si lo que queréis es desesperados y miserables, la verdad es que apuntáis en la dirección correcta.

Fue tras decir esto cuando el foner prestó atención a su jarra. La alzó y la agitó suavemente, juzgando con aire severo y desconfiado su contenido. Parecía algún tipo de brebaje muy espumoso, con una base dorada que parecía burbujear incesantemente para alimentar el níveo manto que cubría su superficie. RR no había visto jamás nada igual, y el único símil que le venía a la cabeza no dejaba de resultarle perturbador. Olisqueó la extraña pócima, acercándose el recipiente a la nariz con cuidado de no manchársela y barajando la posibilidad de que alguien se hubiera bebido su copa por él y que se la estuvieran devolviendo procesada.

El olor, en contra de lo que él esperaba, no resultó ácido y chocante, como esperaba. Por el contrario, un aroma agradable y suave comenzó a macerar en sus fosas nasales. Al volver a mirar el interior de la jarra, dándole un par de vueltas desconfiadas de nuevo, decidió que más le valía comprobar cual era el sabor de aquella “cerveza”…

…

RR alejó sus labios, temblorosos, del borde del recipiente, con gesto de intranquilidad y nerviosismo, semejante al de un zagal que acaba de conseguir arrancar el primer tímido beso de los labios de su amada. Entre titubeos, consiguió susurrar unas inestables y suaves palabras, cargadas del calor de un susurro de amor en el cuello.

-¿Dónde has estado toda mi vida…?



Sin perder ni un solo instante, hundió de nuevo su boca en la jarra, acercándola con avidez hacia sí en un ardiente y desesperado beso capaz de disipar todas las brumas del miedo y de la incertidumbre que poblaban el mundo y el futuro, sumiéndose en el fuego aterciopelado del aquí y el ahora despejado de preocupaciones, deshaciéndose y deshojándose como una rosa ardiendo en medio de una hoguera, desprendiéndose por un instante que refulgía como si jamás fuera a mitigarse. Se olvidó momentáneamente de todas sus preocupaciones mientras los níveos labios de su amada se fundían con los suyos de la misma forma que lo hace la espuma del mar al chocar con la playa y al acariciar la arena, mientras el resplandeciente frescor de mil brisas de verano acariciaban su boca y la exploraban por entero en su romántico discurrir hasta llegar al apasionado salto de su garganta para sumirse en las profundidades, inmolándose en el más sublime de los éxtasis, en el cúlmen apoteósico de la mayor tragedia jamás narrada por el Bardo Inmortal.

Sabía que estaba mal. Sabía que era repulsivo. Sabía que se equivocaba. Pero no pudo evitarlo.

En aquel preciso instante, RR comprendió que se había enamorado.

Nasher escuchó atentamente las indicaciones del foner, llegando incluso a sacar un cuaderno para tomar nota. Se lo tendió para que hiciera un dibujo, y estuvo bastante satisfecho con el resultado, pues le serviría para hacerse una idea. Luego ya buscaría a los cosechadores para rehacerles algunas preguntas.

-Sobre el tamaño no te preocupes, solo los machos de mi raza somos así de bajitos-comentó divertido.

Su sonrisa despreocupada cambió a una ligeramente... incómoda al ver la escena de RR y su cerveza. Nasher adoraba la cerveza, pero la reacción le pareció un tanto exagerada.

-Puedes... pedir otra si quieres... y algo más de comida...

Se había fijado en todos los roedores que habían salido de alguna parte de la ropa del foner y correteban por la mesa. Nasher hizo réplicas con luces y las paseó por su piel.

-Eh... creo que es todo por el momento. Puedes comentarme cualquier cosa que se te ocurra, y si no te importa seguiremos en contacto por si tengo alguna duda más, ¿te parece?

RR salió de golpe de su pequeño trance personal ante las palabras de Nasher que, no tanto por su contenido sino por su efecto de aguja reventando sus pequeñas burbujas de “biroerotismo”. Se giró y miró al colorista muchacho con ojos perplejos.

-Bueno, pues si me haces el favor de pedirme una jarra más… bien llena, por cierto. Y algo de comida para los muchachos, que como puedes ver están un poquito faltos de sustento.

Como prueba de su última afirmación, señaló a la pequeña hueste de roedores que se afanaban por acabar con las migas de lo que hacía un minuto era una porción más que aceptable de queso. Todos ellos remoloneaban alrededor, olisqueando y buscando algo más que echarse a la boca. Un individuo en particular, que parecía mostrar cierta intolerancia a la lactosa, se alzó sobre sus cuartos traseros y, seguidamente, levantó una de sus menudas extremidades posteriores, haciendo sonar una aguda pero clara ventosidad, para después volver a su tarea de rastrear más trozos de comida.

-Joder, Kjarnx, ¡aquí no! ¿No ves que hay gente delante?- le reprendió en tono agudo RR, señalando con una mano al policromático benefactor del brujo. El roedor se giró para mirar al apelado, mascando una migaja de queso con todo el aire de desdén que puede emanar de un rostro de roedor de un palmo de largo.

-En fin, huelga decir que puedes ponerte en contacto con nosotros cuando quieras….-iba diciendo el foner mientras se levantaba rápidamente, vaciando la jarra de cerveza que le habían traído con una mano, para luego agarrar con sorprendente celeridad las nuevas viandas, que separó en diferentes bolsillos no con menos velocidad, haciendo que instantáneamente todos los roedores que había distribuidos sobre el mueble se lanzaran prestos a sus respectivas posiciones dentro del vestuario del brujo. Sin perder ni un segundo, se llevó un último trozo a la boca, que fue royendo con avidez hasta desplazar todo el alimento a sus dos carrilladas, para luego comenzar a andar a buen ritmo hasta la puerta del local.

-Ah, una última cosa- continuó diciendo sin girarse y sin detenerse mientras acortaba la distancia que lo separaba de la calle.- Cuando me encuentres, ¿podrías contarme cómo lo has hecho? Con pelos y señales. Ya sabes, para tomar precauciones. ¡Hasta la vista!

Para ser una taberna en una ciudad como aquélla Shizel se había esperado algo con menos clase. El ambiente no estaba mal, y hacía tanto tiempo que no tomaba una bebida idrina que inmediatamente se sintió a gusto.

-Lo descubrí practicando a escondidas de los demás. Me costó probar- admitió respecto al tema de la magia-. Miseria ya me había tomado el pelo con cómo era este lugar, y creía que con eso también lo habría hecho. Después no pude dejarlo- sonrió con un deje de nostalgia-. En mi torreón era yo quien me ocupaba del tema mágico por lo general, pero tenía un par de compañeros que también se manejaban mejor que el resto. Uno de ellos era idrino también, fíjate- añadió, fijándose en el interés que parecía demostrar por el tema. Dio un sorbo a la bebida, paladeando el alcohol, antes de devolverle la pregunta-. ¿Y de dónde saliste tú, si no te trajeron como cosechada?

Shizel no pudo evitar que la conmoción se le reflejara en el rostro cuando Vivia empezó a hablar, antes de que volviese a componer una expresión neutra. Por delicadeza evitó insistir en el tema de su pasado, aunque hizo nota mental de preguntarle por aquel "jefe" al que había oído mencionar dos o tres veces.

-Veamos... -se alegró de haberse documentado en su momento sobre su transformación-. Soy un skrýmir, no sé si hay más como yo por la ciudad...- le dirigió una mirada interrogante y ante la negativa de la idrina siguió hablando-. No he cambiado demasiado físicamente, sólo estoy frío y despido vapor. Pero si hago esto...- con cuidado solidificó la capa de escarcha en torno a sí; aquellos días había tenido tiempo para controlar con cierta soltura el cambio-. Cualquier hechizo que me lance otra persona o yo mismo rebota tal cual- completó con una sonrisa-. Es bastante útil.

Se dio cuenta del irónico detalle de que lo que estaba bebiendo en ese momento llevase hielo, pero dudaba que fuese higiénico echar trocitos de su escudo en la bebida. También se acordó de cuando DL le había lamido la mandíbula alegando tener sed, y de no haber estado en compañía habría arrugado la nariz.

-No habría sido la primera en hacer un chiste al respecto- añadió Shizel con una sonrisa ante el comentario sobre Ariven-. Y sí, me alojo en Serpentaria. Pero no planeo quedarme demasiado, en cuanto pueda me vuelvo a casa. ¿Más preguntas?- inquirió divertido.

Casi se le había acabado la bebida, lo que le hizo recordar que era ella quien la había pagado.
-Y tú también habrás salido de alguna parte... Ya que me has invitado lo menos que puedo hacer es acompañarte de vuelta cuando tengas que empezar ese turno tuyo- ladeó la cabeza en una mirada inquisitiva. Era una pregunta indirecta sobre su empleo, planteada de forma que la idrina pudiese esquivarla si quería. Volver a usar aquella clase de sutilezas idrinas se le antojó en ese momento como arroparse en una manta de textura familiar, pero que se le hubiese quedado pequeña.
"Llevo mucho tiempo lejos de casa", se dijo. Últimamente sentía como si todo se lo recordase.

De nuevo una sorpresa. Shizel estuvo a punto de sacar a Vivia de su aparente error de cálculo recordándole que no llevaba un duro encima, hasta que se acordó de que aquella charla estaba teniendo lugar "fuera de turno" y se le pasó el susto.
Un burdel, una taberna, un mercado... ¿Dónde se escondía toda esa gente mientras él y sus compañeros se la jugaban en la misma ciudad?
Apartando esos pensamientos de su mente, se centró en responderle.
-Claro- aceptó con una sonrisa-. Me alegra saber que hay más gente idrina en la ciudad. Gente guapa además- añadió guiñándole un ojo. Teniendo en cuenta en qué trabajaba la muchacha quizá le resbalase el cumplido, pero el idrino no perdía nada por soltar una verdad a lo bruto de vez en cuando.
Ante la solicitud de un truco se quedó pensativo. Aunque le fastidiase reconocerlo, comparado con magos que llevasen más tiempo en la ciudad él era un novato. Y no quería aparentar eso con un truquito de poca monta, si la idrina era realmente poco fácil de impresionar.
-Tú llevas aquí más que yo, llevas ventaja- acabó diciendo-. Dame tiempo y el truco que te muestre la próxima vez valdrá por dos.
Después de que Vivia pagase, Shizel se dejó guiar de nuevo por las calles de Rocavarancolia. Acompañar a alguien a casa no tenía las mismas connotaciones en aquella ciudad que en cualquier otra, y quizá precisamente por eso lo hacía. Tenía reciente la cosecha, y no dejaba de pensar que bajo aquella apariencia de civilización podía salirles perfectamente un monstruo en mitad de la calle.

Sigue en el Burdel de Dama Espasmo, y de ahí a la Torre Serpentaria.