Nia
La ulterana se despidió de los cuchitrileros y marchó de vuelta al burdel. Habia tenido un día bastante movidito y pensaba pasar el resto de este leyendo unos antiguos tomos de alquimia para seguir avanzando en sus investigaciones personales. Flotando como iba no notó de primera mano el terremoto que aconteció la ciudad pero sin duda le estremeció aquella onda antinatural que desprendia la ciudad. Desde el aire, no pudo distinguir gran cosa, pero de todas formas apuró su paso hacia la botica.
Al entrar dentro, encontró a los frivys algo tensos que le preguntaron sobre el temblor de tierra. La niña estaba confusa, pero no dejó que afectara a su juicio. Decidió cerrar la tienda por el resto del día hasta estar segura de lo habia pasado. Les advirtió que no salieran bajo ningún concepto ni se asomaran a las ventanas. Casi prefiria que se quedaran a su lado, pero tenian que preparar demasiadas cosas para lo que fuera que se avecinase aquel día.
-Esto no me da buena espina...-dijo entonces, por debajo de su aliento. A través del cristal verdoso de la ventana, pudo apreciar la luna bien alta en el cielo, brillando con esplendor, pero Nia la notó cambiada. Habia algo mal en ella, algo antinatural que nunca antes habia visto. Un ser, rápidamente, cruzó el final de la calle. Pilló la niña por sorpresa que no pudo distinguir muy bien su forma. Tras un rato de observación sin que nada apareciera, frunció el ceño y cerró las contraventanas. Una vez hecho esto, revisó las defensas mágicas de la botica y las dobló, por si las moscas. Algo realmente peligroso tendria que intentar cruzar aquellas puertas para lograr atravesarlas.
Mientras Nia se habia encargado de atrincherar la planta baja, los frivys se habian encargado de reforzar la parte de arriba, ventanas, balcones y tejado, tal y como estaba preparada la botica. La botica en si no estaba provista de armas, pero si evitaba que una amenaza externa amenazara a sus habitantes. Por desgracia, los frivy's no estaban acostumbrados a hacer labores deprisa y corriendo y entre que cerraron las contraventanas y atrincheraron todo el tejado, un ser, parecido a un bebé calvo con la piel gris oscura y unas alas de murcielago se habia colado. El diablillo en cuestión preferia esconderse en la oscuridad y fue lo primero que hizo nada más entrar, aprovechando la sobra que extendia un armario sobre una esquina de esa planta, el diablillo se agarró las piernas y quedó hecho una bola, más tranquilo en la oscuridad.
Nia llamó a reunir a todos los frivys que le informaron que ya estaba cerrado todo a cal y canto. Nia no se relajó, ni por un instante. No pensaba dejar que volvieran a irrumpir en su hogar, no después de lo que pasó en la cosecha. A falta de armas, tendria la magia. Aún así, no pudo evitar sentirse intranquila y preocuparse por los frivy's.
Usó la niebla mágica para explorar distintas zonas de la ciudad, así como el cuchitril y el burdel. Ambos estaban siendo brutalmente atacados por criaturas que Nia creia propias de los subterraneos, así como otras alimañas de la ciudad. ¿Quizas la enajenación de estas habia llegado a otro nivel? Pronto vio como una pequeña masa de alimañas salio del final de la calle y se dirigia hacia la botica. Las verjas los contendrían lo suficiente.
Explicó a los frivys la situación y les prometió que no les pasaría nada mientras ella estuviera con ellos. Aunque las palabras de la ulterana los calmaron, todavia se podia apreciar como temblaban de miedo ante la idea de enfrentarse a los monstruos por su cuenta. Los llevó a la trastienda y ahí les pertrechó como pudo. Al frivy más jóven (y por tanto más fuerte) le dio una tapa de barril reforzado que hacia de rodela, un guante de malla que servia para tratar con animales que tendian a morder al ser manipulados y un cuchillo de cocina. A la anciana, le dió una bolsa llena de viales y le explico que dentro habia una cantidad de remedios y medicinas que no salieron bien o cuya fórmula era defectuosa y que por lo tanto causaban más mal que bien. Habia desde sarpullidos a implosiones de organos y por lo tanto era bastante aleatorio lo que causarian. Habia pensado en tirarlos más de una vez, pero siempre quedó en su consciencia que podrian pasar situaciones asi. Finalmente dío al último frivy una escoba cuya punta afiló para usarla de lanza. No hubo tiempo para pertrecharse más, algo comenzó a arañar la puerta violentamente y más arriba se podia escuchar a alguien forcejeando con las contraventanas mientras los gozones de estas chirriaban. Se mordió el labio y ordenó a los frivy's subir a vigilar las ventanas mientras el más joven se quedaba barricando la puerta. Mientras, ella iria al sótano para soltar a las criaturas que podrian ayudarles en aquella situacion, que eran pocas, pero al menos eran una ayuda. Por el camino de vuelta hechizó dos barriles uno grande, lleno de agua salada y otro más pequeño con aceite y los dejó detrás del mostrador. El frivy de pelo naranja habia apartado todas las estanterias a un lado y se estaba apoyando a modo de contrapeso contra la puerta y salia rebotando cada vez que los monstruos arremetian contra ella pero pronto volvia a apoyarse contra ella. No pensaba defraudar a la jefa despues de todo.
Nia escuchó a la frivy anciana pegar un grito y subio a la siguiente planta como una chispa. En su hombro estaba el paciente ermitaño y destrás de ella, dando saltitos, la salamandra-piraña que boqueaba, oliendo todos los seres que rodeaban la botica, estaba bastante nervioso y ansioso por morder algo, pero no lo haria si la niña no lo ordenaba.
Cuando llegó a la siguiente planta observó la escena y se quedó chocada por lo que vio- Una ventana estaba semi-partida en dos y del hueco que se habia creado una criatura con una lengua larga habia atrapado al anciano por el cuello que habia intentado pelear contra la bestia usando la punta afilada de su escoba, pero no habia servido de mucho para que parara de ahorcarle. Para cuando Nia llegó, cortó la lengua con un hechizo e intentó reanimar al frivy, pero era muy tarde. Nia golpeó el suelo con fuerza, de rabia, tanto que astilló la madera de este. A su lado, la anciana agarró la bolsa de químicos defectuosos, temblando de miedo. La salamandra comenzó a sisear contra un armario y Nia lo abrio de cal y canto. El diablillo pegó un grito y salio escaleras abajo, zarandeando sus delgados brazos por encima de su cabeza y aleteando. Nia mandó a la salamandra tras él. No habia tiempo para lamentar su muerte. Nia arrancó el palo afilado de la salida de la ventana y la bestia tras esta soltó un quejido bastante sonoro, cosa que no hizo cuando previamente Nia le habia cortado una lengua. Mandó a al frivy al pasillo, donde podria controlar la escalera mientras ella se encargaba de reparar la ventana.
El tiempo no estaba a su favor y las bestias acometian sin piedad contra la fachada del edificio, intentando derrumbar sus puertas y ventanas con tan solo magia y vulnerable madera protegiéndolas.
Las puertas cedieron y la maraña de criaturas se abrieron paso dentro. Habia una especie de cánidos que habian perdido la piel y tenian los músculos a plena vista, unas hienas, un par de insectos gigantes, dos quimeras, una que tenia gran parte de león u una cabeza de una cobra y otra que era una especie de simio calvo de gran tamaño con la parte inferior de una araña, haciendo una especie de minotauro extraño. El frivy subio escaleras arriba, viendose superado. Se vio obligado a subir de espaldas debido a la velocidad de los más pequeños, los perros y las hienas. Se cobró la vida de dos por el camino, usando ciegamente su cuchillo, clavandolo donde veia carne. Estaban siendo muy agresivos y la posicion del frivy y su armamento impidio que saliera más dañado que un arañazo en el brazo. Algo correteó entre sus piernas, chillando como un poseso. El bebé negro correteó escaleras abajo, pisoteando los cadaveres de los dos caninos sin miramientos. Detrás de este, la enorme salamandra derribó al frivy al suelo mientras bajaba las escaleras con furia asesina. Se encontró de cara con toda la marabunta y retrocedió de espaladas. Una desafortunada hiena, presa de alguna influencia, decidio atacar al anfibio. No tardó en escupir el torso de esta para poder morder a un perro en el morro, arrancandoselo de un bocado.
Mientras, Nia habia alcanzado al frivy y le habia explicado rápidamente lo que habia pasado en el segundo piso mientras le cerraba la herida con un hechizo. Pronto tendria que pasar a al ofensiva y repelerles. Se asomó a las escaleras y observó como los seres estaban destrozándolo todo, pisoteando todas las estanterias, comiendo, bebiendo y matando todos sus animales, atrapados en jaulas y peceras, poco podian hacer para escapar. Nia perdió los nervios y dejó que la rabia les guiase. Levitando por encima de la sala, encantó el barril de aceite para que se arrojara ante los insectos y demás alimañas que correteaban libres. Cuando el barril restalló contra estas, las pringó de aceite color dorado, haciendo que resbalasaen entre ellas, algunas acabaron siendo pisoteadas y otras simplemente no pudieron ponerse de pie. Nia no tardó en lanzar un hechizo de fuego para prenderlo todo de este. La explosión la cegó unos instanes pero enseguida toda la botica se iluminó con las llamas. Las critaturas corrian, desesperadas mientras eran quemadas vivas. Una mirada de odio y rabia se presentó en el rostro de la ulterana mientras contemplaba las llamas.
Por desgracia, las llamas no mataron a los más grandes y los que todavia estaban entrando. La quimera centauro, dotada de una inteligencia superior, localizó a Nia y comenzó a subir las escaleras con algo de dificultad debido a sus extremidades inferiores de araña, extendio los brazos de simio para alcanzar a la niña. La salamandra saltó para proteger a su ama. Agarrando a la quimera del cuello, se retorcio con rabia y frenesí, desgarrandola y derribándola al piso inferior. Nia bajó tras su salamandra quien recogio con un hechizo a tiempo de girarse a la otra quimera que lanzó un mordisco con su cabeza de cobra hacia la niña, chocando contra una protección mágica. Los frivy's no se quedaron atrás. La anciana arrojó tres viales, uno detras de otro, pero solo hizo efecto alguno el tercero que hizo que parte del pelo del lomo de león de la quimera se volviera calvo y la piel comenzara a derretirse, haciendo que la quimera profiriera un aullido de dolor. Nia extinguio el fuego usando el otro barril lleno de agua. Por desgracia, algunas llamas sobrevivieron y continuaron extendiendose. Nia no tuvo tiempo de prestarle atención a eso mientras la otra quimera cargó contra ella, profiriendo aullidos. El frivy reunió el valor y saltó desde el segundo piso hacia al quimera. Nada más aterrizar, comenzó a acuchillar su espalda con frenesí mientras gritaba lleno de adrenalina. La quimera dió un traspies por el ataque sorpresa y cayó derribada. El frivy cayó a su lado y corrió hacia la ulterana que ya estaba preparando un hechizo de paralisis. No duraria mucho, pero serviria para lo que planeaba. Cogio al ermitaño y lo posó en la cabeza de la quimera paralizada. Este comenzó a explorar las inmediaciones de esta y luego miró a Nia. Nia le susurró unas palabras y entonces el ermitaño entró en su concha y posó la salida de esta justo encima del craneo. Fue muy rápido. El ermitaño usó su aguijón eficazmente. Rompió las escamas y hueso del animal y le inyectó su veneno justo antes de que el hechizo desapareciera. El ser se estremeció unos segundos y finalmente, exhaló su último aliento. Recogiendo al ermitaño y acariciendole en la concha como prueba de que lo habia hecho bien, Nia se preparó para rechazar al restó de criaturas que estaban entrando por la puerta.