La mona del queso no discutió a las palabras de Rena y tras hacer la cuerda con la cortinas y mantas, bajo del boquete con ayuda de la enserirse. Se sentía realmente cansada, sus pies le dolía enormemente y solo pensar que aun les quedaba un largo camino para llegar al torreón cuando salieran le hacían querer ovillarse. Pero el pensamiento de que por fin saldrían de esa cárcel de fuego superaba al dolor de sus quemaduras y ampollas.
Vio como Rox conseguía hacer funcionar nuevamente aquel extraño objeto y por un vago segundo se pregunto como había conseguido, ya no solo activarlo, sino volver a cargarlo, porque aprecia minutos antes como vació, sin energía.
<< Debo investigarlo luego cuando las fuerzas no me abandonen....y magia...debo seguir traduciendo los hechizos, esto tal vez no habría ocurrido si supiéramos mas magia >> pensó Pam mordiéndose el labio inferior, contrariada consigo misma y y con la situación, pues su despecho y desilusión por no poder hacer los hechizos había hecho que abandonara temporalmente su labor de traducir los que quedaban pendientes y eso había provocado que perdieran una importante extra con el que protegerse y salir de allí.
Frustrada y decidida con esos pensamientos en mente de las cosas que tendría que hacer cuando volviera, fueron las que mantuviera en pie su pequeño cuerpo, que ya había perdido buena parte de resistencia, y que tendría que mantenerse otro tiempo mas entero para poder volver. Vió como sus compañeros mas heridos salieron primero por el boquete que había creado Rox con su nueva adquisición, gracias a la cuerda improvisada que ella les había conseguido. Cuando fue su turno, Pam simplemente se dejo caer como si fuese una especie de pluma, deslizándose por la cuerda, cuidándose de en el último segundo aferrarse bien, para posar los pies con cuidado en el suelo, que bastante le dolían ya como para ir dando pisotones.
Pam inspiro fuertemente el aire de la calle, aun con el humo que lo envolvía proveniente de la casa pero mas puro y amplio que el de aquellas cuatro paredes. Se llevo unas manos al rostro sudorosos, tosiendo cuando aquel golpe de aire mas limpio lleno sus pulmones e intento echar de estos aquel contaminante.
Cuando Rena bajo, siendo la última, Pam escuchó a Verael decir que se marcharía y sus ojos se desviaron hacía el. La niña frunció ligeramente el ceño, su andar renqueante y sus ojos de pez muerto, todo el conjunto le daba la imagen de un animal herido en busca de un lugar donde terminar de morir. Sin energías, sin mas ganas de vivir. Parecía haber pasado días, desde que horas antes dijo que lo abandonaran en manos del hombre escorpión, desde que luego mencionó que podrían acabar con el antes de que el lo hiciera con ellos.
Y Pam no se arrepentía de sus palabras en aquel momento, las había dicho con un razonamiento, no por mero capricho, era un sujeto peligroso y a ese tipo de sujetos peligrosos era mejor mantenerlos a distancia. Pero no olvidaba, pese a todo, como este pese a sus enormes heridas los había estado ayudado insistentemente a intentar salir, intentando romper puertas y ventanas. En intentarse salvarlos a ellos y a si mismo, pese a saber seguramente ya, que su situación actual no tenía solución. Que en lo que sea que parte de el se hubiera convertido, los hacía sus enemigos, su cena.
La mona del quedo desvió la mirada de la figura renqueante para seguir al resto, irse sin mas era lo mejor que hacía, ellos no podían ayudarle mas que intentando matarlo, algo que ninguno de sus compañeros querría hacer ni le permitirían a ella hacerlo. Ya eran de mundos distintos, aun así Pam sentía que unas palabras se le atascaban en la garganta, unas que este ya no escucharía, pero que para ella era algo que le debía.
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Gracias por ayudarnos, Verael -sus palabras fueron claras, aunque algo bajas, antes de reunirse nuevamente con el grueso del grupo para ponerse en marcha. Porque si, lo quería lejos; y sí, lo consideraba peligroso aun, pero Pam era el tipo de persona que no solo despreciaba la ineptitud y lo malo de la gente; también sabia valorar, aunque le costara a veces, cuando alguien hacía algo bien.
<< Nosotros ahora vamos a tener uno días difíciles curándonos. Esta salida ha sido un desastre, a lo sumo averiguamos que los habitantes de esta ciudad son realmente unos monstruos desgraciados y que hay mas cosechados por ahí, ¿quedara realmente alguien mas vivo?>> pensó molesta, aquel vagar de su mente ayudándola a avanzar sin pensar en las ampollas, recordando en como ese tipo había acabado con la vida de dos de sus compañero, uno mas directamente que el otro, en las palabras de Verael diciendo que ya solo quedaba el.
Suspiro levemente, recordando también como se habían buscada la replica del hombre escorpión tras el flechazo de Adru, pero...¿no había sido algo excesivo? Aquello no parecía un castigo menor, había intentado realizar una matanza y Pam recordaba que en el libro de Adru, se mencionaba que los habitantes de la ciudad no podían dañarles o algo así. Si era cierto desde luego ese escorpión se había saltado esa normal como le daba la gana; eso, o simplemente el libro era engañoso, influenciado por las ínfulas de grandeza de los niños que lo escribieron. Lo segundo parecía lo mas probable, visto lo visto.
<< Hasta que no averigüemos por completo, hasta que punto la gente de esta ciudad puede hacernos los que les de la gana...mejor será no relacionarse mucho con ellos si vemos alguno de nuevo >> pensó Pam segura, viendo de reojo sus cansados compañeros, no muy segura de si ellos serian capaces de mantener aquello.
No iba a proclamar palabras vanas de venganza, en ese momento no ganarían ni contra aun mosquito, y ante todo Pam pese a que lamentaba en cierta medida la muerte de sus compañeros no se podía hacer nada por ellos, vengarles no iba a revivirlos. Y estaba agotada como para pensar en venganzas y rencores, y aunque sonara algo cruel, agradecida haber sobrevivido.
<< Solo puedo prometerme a mi misma, que algún día nadie podrá verme con inferioridad....nunca mas y qué, sea como sea, tendré la oportunidad de protegerme de cualquiera que intente hacerme daño. Entonces ahí, ya hablaremos de todos los que me han jodido a lo largo de los años. Porque yo nunca olvido >> pensó Pam, frunciendo el ceño, apretando en torno a ella su delantal, agarrando firmemente la daga que aun guardaba allí dentro,
rumbo a Letargo