La pelea fue corta, pero intensa. Yo tenía la ventaja, pero mi oponente era algo mejor luchando cuerpo a cuerpo, y la razón por la que gané fue básicamente porque gracias a mis runas pude destruir sus defensas más deprisa de lo que se esperaba. Además las runas de impacto de mis brazos y piernas no tenían magia propia sino que la cogían directamente de mi cuerpo, y tras un rato de uso continuado el cansancio mágico empezaba a afectarme.
Al final, sin embargo, el resultado de la pelea se decidió por pura suerte. Cuando por fin me preparaba para acabar con él, consiguió sacar energías de alguna parte y logró romper mis defensas. Aquello me cogió por sorpresa y por un momento pasé solamente a defender y así lograr desviar su estoque, y eso me dejó totalmente abierto a que me atacara con la daga.
Si mi transformación hubiera sido otra el cazarrecompensas se habría salido con la suya y probablemente me habría matado pero, por desgracia para él, yo era un vampiro. Cuando ví que no lograría parar el golpe me deshice en polvo y dejé que pasara a través de mí, luego me recompuse y le clavé la flecha paralizante que me quedaba en el carcaj a quemarropa, sellando su destino.
Si mi oponente dijo algo nunca lo supe, ya que a partir de ese momento comencé a bloquear su telepatía. El cansancio mágico, unido a que me había transformado por tercera vez me habían dado sed. Eso, unido a que hubiera estado a punto de matarme, sólo contribuía a aumentar mi ira. No necesitaba saber más de él, solo quería que desapareciera para siempre. Combinando intangibilidad con una garra etérea, sumergí al cazarrecompensas debajo del suelo y luego deshice ambos hechizos, acabando así con su vida.
Me habría gustado decir que tras acabar con él por fin me quedé a gusto, que acabar con su vida me había hecho sentirme mejor y que hasta había contribuido a mejorar mi mal humor por lo de no dormir… pero no.
La realidad era que me había dado un viaje para salvar a alguien que se había muerto antes de que llegara para ayudarle, luego me había metido en una pelea a muerte que me había dejado agotado y muerto de sed y por si fuera poco ni siquiera podía alimentarme de mi enemigo porque no tenía sangre, sino humo. Pensé en aprovechar la sangre del mago aprovechando que ya estaba muerto, pero su cuerpo se había prendido fuego durante la pelea y cualquier sangre que tuviera se había perdido cuando se calcinó su cuerpo.
“¿Para qué coño me he molestado en venir hasta aquí y hacer todo esto? Tantos problemas para nada. Menuda pérdida de tiempo”
Con pensamientos como este en mi cabeza me marché del lugar rumbo a los subterráneos, en busca de la primera víctima desafortunada de la que pudiera alimentarme. Algún hombre bestia tendría que quedar en alguna parte.