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Poblo
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Ficha de cosechado
Nombre: Alyssa
Especie: Humana
Habilidades: Orientación, memoria y reflejos.
Personajes :

Armas :

  • Valek: Guanteletes ballesta y runas.
  • Xalkoth: Ninguna.
  • Kirés: Lanza, espada y ballesta de brazo.
  • Alyssa: Hacha de mano pequeña.

Status : Ducking Crazy!

Recuerdo de una cacería Empty Recuerdo de una cacería

22/05/15, 04:00 am
Recuerdo de una cacería:

En la Tierra la caza era inicialmente un medio de subsistencia, como también lo eran la agricultura o la ganadería, por ello un humano podría pensar que en Dryfus la caza podría funcionar del mismo modo. Nada más lejos de la realidad: en un lugar donde la mortalidad es tan alta arriesgarse a acabar con presas para alimentarse, especialmente cuando hay métodos más eficaces, hace que resulte ser algo bastante poco eficiente e incluso absurdo. No, las cazas en Dryfus tienen una finalidad más defensiva.
Explicado de forma simple podría decirse que la misión de los cazadores es acabar con criaturas problemáticas. ¿Que un predador ha establecido su zona de caza en una ruta comercial? ellos son los que lidian con ella. ¿Una manada de hervíboros amenaza con agotar las zonas de recolección de una ciudad arbórea? Se encargan de que su población se vea debidamente reajustada. Por supuesto también estaba el ejército, pero este se centraba en defender las ciudades y de atacar lo hacían sobre amenazas más grandes e inmediatas.

En aquella ocasión el objetivo había sido un Gecko invisible que se había instalado peligrosamente cerca de una ciudad fronteriza de la nación arbórea. Kirés había sido uno de los tres cazadores que había aceptado el contrato, y se había reunido con los otros dos en la ciudad afectada. Ambos eran clingers, uno de la sociedad Nómada como él, y el otro era arbóreo. El primero estaba equipado con dos hachas de mano y un arco, el local llevaba una lanza arbórea, algo que llamó la atención del enderth ya que era la primera vez que veía una. Las armas arbóreas se fabricaban con madera, pero luego las cubrían con una resina procesada que una vez se secaba formaba sobre esta una capa dura que le daba al arma en cuestión una dureza y resistencia que tenían poco que envidiarle al acero, una forma muy curiosa de ahorrarse el uso de metales, que eran escasos en aquella región. Kirés en cambio venía de la sociedad nómada, donde el metal casi brotaba del suelo, y su arma era de acero, como todas allí. El lugar donde se encontraba su objetivo era cerca de las minas de madera de la ciudad. Ambos clingers observaron con curiosidad al ave durante el trayecto, algo habitual ya que los enderth no abundaban precisamente. Fuera de eso hablaron muy poco entre ellos a propósito, cualquiera de ellos podría morir ese mismo día, y cuanto menos se conocieran más fácil sería superarlo luego.
El plan consistía en primero llenar la zona de incienso picante, que tenían almacenado en varios artilugios semiexplosivos que llevaban en una bolsa. Simplemente tendrían que ir prendiendolos y dispersandolos por la zona, aquello haría estornudar al reptil y podrían localizarlo aún si se mantenía invisible. Por supuesto las probabilidades de que aquello funcionara eran muy escasas, pero era lo único que tenían. Aquel día sin embargo parecía que la suerte estaba de su parte: el plan funcionó y pudieron localizar al bicho, kirés no solo escuchó el estornudo sino que justo estaba mirando en la dirección de donde provenía disparó en esa dirección y logró acertar con una flecha envenenada de su ballesta nada más empezar. El chillido de dolor lo confirmaba, y el ave pudo permitirse un segundo de alegría por haber empezado tan bien, exáctamente un segundo que el gecko usó para arrancarse el proyectil y volver a desaparecer por completo.  
Los tres cazadores conocían a su adversario y sabían lo que venía ahora. Al unísono se tiraron cada uno en una dirección diferente, justo a tiempo para escuchar el estruendo de la lengua del reptil al romper la berrera del sonido y sentir como con un impacto devastador destrozaba la rama donde se encontraban instantes antes. Ahora los tres se encontraban en caída libre y con un número de opciones muy limitado. Al ser su objetivo invisible era demasiado peligroso enfrentarse en combate directo, y también era más rápida que ellos así que tampoco podían huir. Solo podían hacer una cosa: sobrevivir hasta que el veneno de kirés acabara con ella.

El clinger arbóreo fue el primero en usar sus alas para empezar a frenar su caída y planear, un grave error, y el último. El reptil volador se había lanzado a por ellos y ahora que el insecto había frenado lo tenía lo suficientemente cerca y a tiro. Un estruendo y un crujido fueron los que anunciaron la muerte del clinger cuando un segundo lenguetazo le golpeó por la espalda. La fuerza del impacto hizo pedazos su exoesqueleto y todos sus huesos, pero no llegó a verse porque una fracción de segundo después el gecko ya había retraído su lengua a la misma velocidad con la que la había lanzado, llevándose el cadáver a la boca. Aquello sin embargo les dió a los otros dos el tiempo que necesitaban para aterrizar en sitios diferentes y ocultarse. El resto de la cacería consistió en evitar ser descubiertos tanto como fuera posible, un juego del escondite en el que el premio por ganar era salir vivos, algo simple.
Seis minutos fue lo que tardó en morir el reptil, seis eternos minutos en los que ambos cazadores estuvieron a punto de morir en múltiples ocasiones. Sobrevivieron, pero no salieron ilesos. El clinger superviviente había perdido todo el lado izquierdo de su exoesqueleto tras esquivar por los pelos un ataque tirándose de una rama a otra más abajo, además de haberse roto un brazo en esa misma caída. Kirés no tenía heridas, pero le faltaban un puñado de plumas en el lado derecho de la cara. Semejante resultado podría parecer un fracaso, o una cacería desastrosa, y quizás en otro mundo sería así. En Dryfus sin embargo, las probabilidades de sobrevivir a un ataque de aquel reptil en concreto estaban bastante por debajo del cincuenta por ciento. Si se tenía esto en cuenta, haber sido capaces de abatirlo con solo una baja de tres era un éxito rotundo.

Durante el viaje de vuelta ambos conversaron bastante, ya que la misión ya había terminado y el riesgo de no rendir por verse afectado emocionalmente ante la muerte de un compañero ya no estaba. Así Kirés supo que su compañero se llamaba Tuxsel, vivía en Accra, la capital nómada, y que se había decidido a ser cazador porque quería ver animales y criaturas extrañas y exóticas, las razones le parecían raras al Enderth, pero los gustos de otros eran eso: de otros.

De vuelta en la ciudad cobraron por el trabajo tanto su parte como la del fallecido, que se repartieron a partes iguales. Además se enteraron de que un convoy comercial de cinco naves aereas se preparaba para partir hacia las tierras nómadas y animados por poder volver a su tierra natal tan pronto regatearon con uno de los pilotos que al final les cedió dos plazas vacías en una de las naves. Como detalle de partida, se cruzaron con un clinger infante que que quiso subir con ellos, pero enseguida fue interceptado por su maestro, que se lo llevaba a rastras mientras el crío agitaba los brazitos al azar en un intento extraño de distraer a su captor. –¡Quiero subir quiero subiiiir! ¡Es hora de explorar cosas y personas! digo… ¡lugares!–
–No vas a subir, Xalkoth. Tienes aun un año de formación por delante antes de independizarte. Además no tienes billete. –Un comportamiento anormal, pero era un niño después de todo, así que no le dio importancia.

LLegó la hora de la partida, y una a una las naves del convoy fueron despegando y elevándose por encima de las copas de los árboles. Ya solo quedaba relajarse y esperar a que llegaran a casa.

No podía saber que ninguna de las naves llegaría a su destino.

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