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Leonart
Leonart

Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :
Heridas:

Toima: Muerte por Sedición y Una Partida de Cartas Empty Toima: Muerte por Sedición y Una Partida de Cartas

27/04/14, 06:44 pm
Otra sacudida. El polvillo y la arenisca se colaba entre las grietas del bunker subterraneo. Ya era la decimonovena esa mañana. Las baterias enemigas no descansaban. El niño que era Toima estaba sentado en su cama, llena de arena y con los ojos muy abiertos. Como era comprensible, aquella noche nadie habia dormido. No cuando el otro bando no lo hacia.

Hacia horas que no oian nada del mando central. Los rumores se esparcian como las llamas entre los pastos y la moral era baja o inexistente. Aquella era una red de soldados que habian perdido la voluntad de pelear. Meses encerrados bajo tierra, comiendo de latas y solo saliendo al exterior para enfrentarse al abrasador sol y a las balas del enemigo hacian que aquellas tuneles excavados y pasillos interminables inundadas por las dunas de más arriba se hubieran vuelto su hogar.

Toima no llevaba un mes dentro, pero no se terminaba de acostumbrar y estaba tan cansado de ello como cualquier otro. La diferencia era que él no se quejaba en voz alta. Sabia lo que pasaria si alguien le oia. Sabian que era peligroso.

A pocos metros, unos soldados compartian bebida fria y echaban unas cartas. Toima podia oirles hablar. Sus voces sonaban ácidas como ninguna y su descontento era tal que apostaban sobre quien se quedaria con las pertenencias de quien cuando fueran muriendo en el campo de batalla uno a uno, un juego típico y prohibido dentro del cuerpo militar.

-Triple, Caballero y Embajador... Está visto que me quedaré con esas peliculas de primeros de siglo que tanto atesoras, Baalius.-comentó uno con un parche y un brazo robótico, posiblemente, el más viejo de todos.
El tal Baalius tenia el pelo parcialmente quemado así que estaba vendado y esterilizado para qu eno se infectase con un gorro largo que le tapaba media melena. Además, tenia la clavícula pobremente vendada. Las vendas, rojas de por si, estaban manchadas de sangre reseca.
-Bueno. Yo tengo tus revistas guarras, así que estamos en paz.-comentó con una carcajada.-Y esos pantalones de marca que te vi ponerte en los baracones, ¿no es así, Girlda?-dijo mientras recogia las cartas, las barajaba y volvia a repartir.
La tal Girlda era la única mujer. Tenia una placa metálica cubirendole gran parte de la frente. Era dificilmente visible tras el flequillo que le tapaba gran parte de la cara. Era la única que llevaba algo que vagamente podria recordar al uniforme: Un chaleco con la heraldica de Ibolia, una medalla pendia de esta y una de las mangas estaba quemada.
-Y yo tengo tus putos calzonzillos para quemarlos en la puerta de la oficina del mayor, no te jode-le espetó. Alzó dos dedos al que repartia las cartas y este le pasó dos más, bocabajo. Chasqueó con la lengua.-Paso.-
-¿Y tú, Tiberius? ¿Qué llevas?-preguntó el viejo veterano.

Tiberius era un tecnópata. O al menos eso se creia. Era un mote que se ganaba a pulso dentro del ejercito. Era tal su habilidad manual e informatica que lograba mantener toda la tecnologia dentro de aquel agujero infernal funcionado. Sin contar que era capaz de inhabilitar toda la del enemigo. Era increiblemente valioso, pero era un tipo un tanto cerrado y callado. Solia llevar capucha encima de los hombros y rara vez lograban que saliese de su taller de campo. El ulterano tecnópata pasaba las cartas con sus manos robóticas y pensaba. En el umbral creado por la sombra que proyectaba la capucha sobre su cabeza, brillaba una única luz donde deberia estar un ojo. Tenia un aumento en su cara, una opcion bastante popular entre las milicias de la Orden Acorazada, pues les permitia ver de noche, analizar cosas con una precisión matemática así como ver como ningun otro mortal lo hacia.
Mantuvo un silencio incómodo para los otros tres antes de hablar.
-Yo. Paso.-dijo en una voz robótica.

Nadie de los presentes sabia hasta que punto aquel tecnópata habia decidido convertirse en un robot, pero sin duda se asemejaba mucho a uno. De no ser porque lograban ver carne entre su toga de la Orden Acorazada, podrian jurar que estaban ante un verdadero androide.
-Supongo entonces que me toca a mi...-murmuró el veterano.- Veamos... Tres.... ¡No! Mejor dos. Si, dos.-dijo.
Exclamó de alegria entonces al recibir las cartas nuevas.
-¡Doble, Señor y Dama, si señor!-se encendió un puro para celebrarlo.-Veamos... que podria pillarte ahora... ¡Ah diablos de Terra! Si no fuera tan viejo, te diria que algún día me llevases a cenar fuera y luego un paseo por la bahia, estimado Baalius.-soltó con una carcajada burlona.

-Sargento, me siento halagado, pero un hombre de su posición deberia pedirselo a alguien más elegante, como nuestra querida Girlda. ¿Quien sabe? Quizás veamos a pequeños sargentos pululando por ahí algun dia.-comentó con jocosidad.
La ulterana le asesinó con la mirada pero no dijo nada.
-Nah... Además, nunca aceptaria, es ya sabes...-se llevó dos dedos a los labios en forma de "V" y comenzó a lamer el aire lascivamente con cara de loco.-...una bebe-playas.-
Los dos hombres entonces se partieron la caja riendose.
La ulterana no parecia molesta por aquello sin embargo. Recogió las cartas y comenzó a repartir de todas formas.
-Bueno, yo al menos tengo algo que beber.-les replicó con una sonrisa victoriosa.
Tiberius reprodujo el sonido grabado de un aplauso desde su Vox mientras que los dos soldados guardaban silencio de nuevo, derrotados.
Otra ronda mala pasó y no hubo un claro vencedor.
-La verdad, es que el regimiento esta bastante desprovisto de mujeres. Desde lo de los atentados a la casa de la Matriarca, apenas se enrolan ya. Tú y tu novia sois la excepción, Girlda-comentó el veterano.-Es una desgracia... Necesitamos más mujeres buenas en el frente y no solo para alegrarnos la vista...-comentó con un chasqueo de lengua.
Baalius saltó al ataque, aprovechando lo dicho por el sargento.
-Es verdad Girlda, conociste a tu pareja en el campo, pero tú ¿Porque te enrolaste?-
La ulterana resopló, echando la mirada atrás.
-¿Porque lo hice? No me acuerdo muy bien.-su tono sonaba cansado.-Mi madre era Ibolense de pura cepa, hecha a la antigua usanza, y mi tatarabuela luchó en las Guerras de la Sal al mando de la Inombrable, asi que se puede decir que tenemos tradición de estar en el frente ¿supongo?-

Los interesados dejaron escapar un "Ohh". Tiberius, sin embargo, hizo otra pregunta.
-¿Por.que.elegir.las.tropas.de.choque,cabo.Girlda?-
La ulterana ladeó la cabeza. Pidió una carta más.
-Supuse que aquí seria donde más se me necesitara. Donde mejor podria servir al Emperador.-
Ante la mención del Emperador, la conversacion casual adquirió un instante solemne.
-El Emperador Protege y Vela.-dijo Tiberius, usando para ello otra grabación desde su Vox, sacada esta vez de un discurso de la Eclesiarquia.

-Pareja: Hidra y Dama.-dijo de pronto la ulterana, volcando su mano sobre la mesa. Baalius maldijo en un acento ibolense cerrado.-Parece ser que al final me quedaré con tus calzoncillos despues de todo.-comentó con una carcajada mientras bebia de su licor con hielo.

Ninguno de los cuatro se habia percatado, pero Toima se habia ido acercando poco a poco a la mesa y pronto estaba junto a ellos.
-Os equivocais.-dijo el watahré.

Todos se quedaron callados de asombro, pues podrian haber jurado que el niño era en verdad una estatua blanca.
-Os equivocais con todo.-repitió.

Baalius rompió a reir por la sorpresa.
-¡Anda si el mocoso tiene lengua!-
Toima, sin embargo, tenia el semblante inexpresivo que hasta podria retar al mismo Tiberius en inexpresividad y salir victorioso. Sus ojos de un color carmesi, estaban vidriosos. Ese color era la única señal por la cual habian sabido porque estaba ahí.
La soldado le soltó un capón a Baalius y posó una mano en el pequeño hombro del watahré.
-¿Qué? ¿Has decidido ya dejar de hacernos el vacio?-le preguntó burlona, pero cariñosamente.

-El emperador no hace mierda por nosotros.-soltó el watahré. El odio se habia apoderado de su cara.
Todos se quedaron en silencio, de piedra, menos Tiberius que se sobresaltó y se giró ante el sargento. Este, con un gesto, le pidió que se calmara. Lentamente, el veterano se levantó.
-¿Porque crees eso, pezqueñin?-le preguntó la mujer.

El niño ladeo la cabeza. Contestó a su pregunta con otra pregunta.
-¿Qué ha hecho por nosotros? ¿Qué ha hecho por la persona que te importa? Ahora se esta debatiendo entre la vida y la muerte y los medicos dicen que no podrá volver a hablar o caminar si es que sobrevi-
El watahré no pudo terminar la frase pues la ulterana le habia cruzado la cara de un bofeton. No se habia moderado con la fuerza y, ahora, le sangraba la nariz al niño, pero no dió signos de molestarle. Sin embargo, la mujer, rompió a llorar, con una expresión de odio hacia el albino.

El viejo actuó con rapidez. Habia traido para si a la chica y comenzó a alejarla del chico. Aquella reunion, el único propósito que tenia, era de distraer a su compañera de lo que estaba pasando a unos metros más abajo, en la sala médica. Ese habia sido el único motivo por el cual el callado y robotico Tiberius habia abandonado su taller y porque el viejo sargento y Baalius no discutian sobre politica y se lanzaban al cuello del otro. Lo habian hecho todo por ella. Y el criajo que el Ministerio les habia mandado lo habia arruinado todo. Baalius se acercó a zancadas al pequeño y le levantó en aire.

-¿Estás orgulloso? Dime retaco ¿Estas jodidamente orgulloso de ser una pequeña mierda que se siente importante por poder joderle la vida a los demás?-

El niño no parecia afectarle los llantos que se oian en una sala contigua. Muy lenta y roboticamente, Tiberius se levantó de su asiento y se dirigió a la misma sala en la que podian oir el llanto de la ulterana.
-El emperador no la ha protegido de mi. ¿Lo has visto? Ella creia en él. Y él no ha hecho nada por salvarla a ella o a la persona que le importa.-soltó una pequeña risa estridente y cacofónica.-¡Al igual que no lo hizo por mi! ¡Ni por tí ni nadie! ¡Y no lo hará! ¡Nunca lo hace!-

Baalius le alejó de su cara, todavia sujetandole en vilo con un brazo. Su cara representaba asco y miedo entremezclados. Era como sujetar a una pequeña cucaracha, solo que podia entender lo que decia. Y entones, el ibolense comenzó a pegarle una paliza al infante. Al principio solo fueron pueñetazos en el estómago y en la cara. Luego le arrojó contra el suelo y comenzó a liarse a patadas, descargando su ira, su frustración. Dias y dias de derramamiento de sangre para nada. Que su vida fuese futil, que a ninguno de sus superiores le importase las vidas que aquello costaria. Que no pudiera salvar y proteger a gente que le importase. Y todo ello lo descargó a modo de golpes contra el watahré.
Dientes y sangre esparcidos por el suelo frente al pequeño ulterano que se cubria la cabeza con los brazos, en una posición fetal. El adulto jadeaba pero el pequeño se reia por lo bajo, sádicamente, como si fuera él quien estaba propinado la paliza. Además, hablaba consigo mismo.
Iracundo, le volvió a alzar en vilo y empezó a escuchar lo que decia.
-¿L-Lo ves?... Él n-nunca... escucha...-

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す           争            基         ま
べ           は            づ         す
て           欺            い          。
の           瞞            て          
戦           に            い          

Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
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