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Altabajatorre

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03/08/11, 01:05 am
Unida al Castillo por un puente de piedra, tiene más de doscientos metros de altura. Hogar del demiurgo de Rocavarancolia, esta torre es la más alta del castillo del Consejo. Está plagada de curiosas invenciones y seres extravagantes.
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05/02/13, 01:24 am
A dama Liviana no le fue muy complicado cruzar el estrecho puente que unía Altabajatorre con el Castillo, dado que ella raramente caminaba "como la gente normal" (le gustaba añadir aquello cada vez que hablaba de caminar).
Lo incómodo era llevar tantas botellas a la vez mientras levitaba. Contaba más de cien piezas de vidrio dando vueltas a su alrededor, tintineando al chocarse y con líquidos poco fiables temblando en el interior de cada una.
La bruja había decidido que, por tanto, sería más cómodo llevar una túnica sencilla con los pliegues normales y acabados muy sencillos. Pero, a pesar de haberse recogido un poco más el peinado, seguía llevando cintas y cabellos revoloteando a sus espaldas.
Por fin completó el trayecto y se calzó unos cómodos zapatos de cristal (previamente había encargado modificaciones mágicas para que no le dolieran en los pies y para hacerlos más resistentes). Así podía andar a la vez que indicaba que seguía habiendo una diferencia entre el suelo y sus pies.
Saludó a Doce a través de una creación antropomorfa con dedos estilográficos, espalda de perchas y torso de costillas de espadas dobladas de la Cicatriz. El ser observó a la bruja con sus ojos de cristales de gafas, tras los cuales ésta pudo intuir la presencia del custodio. Doce Punto no estaba en aquel momento en Altabajatorre.
-¿Dónde dejo los frascos? ¿Con quién tengo que hablar esta vez?
La creación le señaló unas escaleras junto a una estantería habitada por creaciones de formas insectoides.
Dama Liviana suspiró. Eran muchas escaleras para lo mal acostumbrada que estaba. Pero hizo acopio de fuerzas y las subió todas corriendo.
Se arrepintió al llegar a lo alto, pues estaba jadeando.
Frente a ella, había un salón de aspecto acogedor con una mesa con un mapa de la ciudad y amplios ventanales.
-¿Hola? -preguntó la bruja alzando su largo cuello para otear la estancia. Su túnica no tenía apenas escote, pero el ancho cuello permitía entrever sus pálidos hombros.
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05/02/13, 11:18 am
Dama Puntada estaba concentrada en un bordado de runas para una de sus creaciones. Era un encargo bonito, pensado para proteger niños, de aspecto tan inocente e inocuo como una muñeca de trapo. Terminó el bordado de su espalda y rebuscó en su costurero el pequeño vestidito de seda que había hecho para ella. Mientras trabajaba tarareaba una canconcilla de cuna, en tono muy bajo, lo que le permitió oir los pasos apresurados que venían de las escaleras.

Se puso en pie de inmediato dejando la muñeca a un lado y arreglándose la larga falda plisada que le llegaba hasta los pies. Iba acompañada de una camisa blanca de mangas abullonadas y botones de nacar, uno de los conjuntos más sencillos que tenía la demiurga. No quería parecer muy ostentosa delante de un miembro del consejo, sobretodo para una tarea tan sencilla como esa. Aun así, estaba nerviosa. Altabajatorre le ponía nerviosa, las creaciones ajenas le ponían nerviosa, demasiada esencia ajena volando por todas partes. Jugueteó con la elaborada trenza que le caía por delante del hombro y recibió a la bruja con una sonrisa cortés.

-Hola...
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05/02/13, 12:03 pm
Dama Liviana reparó en la figura de la demiurga y alzó la mano para ordenar en el aire los frascos de colores que la seguían. Luego, con otro impulso de magia, los hizo descender y colocarse sobre la mesa. Se tomó un tiempo para recuperar el aliento antes de explicar el cometido de cada poción.
-Bueno, pues aquí está todo. Hay cinco tipos de carburantes, todos estos con la etiqueta roja son para engrasar, luego aquí está el veneno instantáneo... No, es este. Vale. Y estas tres botellas grandes tienen reconstituyente concentrado; se puede diluir en agua o en sopa y va bien para cuando se da mucha vida. Y luego estos pequeños son pigmentos y este es para núcleos y reactivo mayor secundario, mucho cuidado porque es frágil. Este otro es un potenciador de la digestión, basta una gotita mezclada con una comida para absorberlo todo, así que también sirve como reconstituyente.
La bruja alzó la cabeza al terminar de hablar y observó a la joven hechicera.
-Se me hace raro ver a tan sólo una demiurga en esta torre y que precisamente no sea Doce -comentó, manteniendo una expresión tranquila. Luego dirigió una mirada a la creación que tenía ocupada a dama Puntada. Recordó la primera vez que vio a seres de esos materiales, varios años antes, cuando Doce le había hablado de la demiurga. Los había creído poco prácticos por estar hechos de tela. Pero ahora le vino a la cabeza el recuerdo de las críticas a la utilidad de su dominio, así que sintió un pinchazo de identificación con la demiurga-. ¿Tela? -preguntó, haciendo un esfuerzo por no alzar una ceja- ¿Qué hace?
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05/02/13, 02:10 pm
Puntada pareció confusa los primeros segundos pero pronto tomó nota mental de todo lo que la bruja le decía para repetírselo luego al demiurgo, aunque imaginó que con tantas creaciones como había alguna tendría oídos y memoria. Doce era un tipo bastante neurótico con sus cosas.

-No suelo venir mucho, prefiero tener mi propia casa, pero Doce necesitaba mi ayuda y no podía decirle que no- explicó

Pensó que Liviana ya no necesitaría nada más, pero entonces siguió la línea de su visión hacia su trabajo. En la ciudad la gente solía desconfiar de la eficacia de sus creaciones, algo que a dama Puntada no le importaba mucho. << Tanto mejor>>

-Aun no la he dotado de conciencia, pero tengo intención de hacerla guardiana- dijo con cierto orgullo en la voz- Tiene algunos hechizos escudo y protectores y capacidad para hacer hechizos curativos básicos. Cuida bebés- apuntó- O niños pequeños. Pronto volverá a haber en la ciudad y no quiero que se los coman antes de que puedan aprender a defenderse.

Le habían dicho que traerían esclavos, y esclavos en edad fértil, lo que se traducía en criaturas correteando por la ciudad. La idea había emocionado mucho a la demiurga y se había propuesto hacer varios juguetes ''amuleto'' y regalárselo a los primeros bebés nacidos en la ciudad.
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05/02/13, 03:40 pm
-Niños... en la ciudad... -a la bruja le costaba imaginarse aquello. Había llegado hace poco más de seis años a una ciudad apenas emergente y no tenía la menor idea de cómo criaban los rocavarancoleses a sus hijos. Ni si quiera se había molestado en preguntárselo a Gahna, Garoni, Siloco u otros miembros del consejo que habían visto la antigua ciudad.
-Pero la Luna... bueno, son niños de esclavos, supongo que no podrán ser bendecidos -divagó. Le resultaba difícil comprender por qué les daba tanta importancia a los hijos de los esclavos, pero supuso que sería el carácter de los demiurgos sumado a eso del instinto maternal-. En fin, tú verás lo que haces -dijo, relajando bastante la expresión y con una media sonrisa ancha. Dio una vuelta sobre sí misma para sentarse en la mesa con el mapa de Rocavarancolia.
-Yo había venido a discutir una cosa que necesito -empezó a decir-. Es un instrumento complicado para hacer virguerías alquímicas que aparece descrito un poco de pasada en una crónica que encontré. Viene a decir que un demiurgo le confeccionó al alquimista mayor de hace trescientos años lo que vendría a ser un... "antisedimentador comparativo con criterios de alto orden de sangres y barros". Literalmente eso. Y me tiene muy intrigada porque eso de los criterios de alto orden no lo termino de pillar, debe ser cosa de demiurgia avanzada. El caso es que en lo poco que se describe, la crónica indica que tenía muchos recipientes comunicados, muchos ojos de espejo bastante complicados y una elaborada inteligencia. Vamos, que es un reto -dijo con una sonrisa divertida-. Y debería permitir a quien la usara hacerse una idea de unos factores muy significativos de las propiedades de según que pócimas.
Había ido escribiendo varias palabras clave en lápiz sobre un folio que había colocado sobre la mesa.
-Yo pienso que debe funcionar más o menos como una calculadora, pero supuestamente rota. Pero no con las mismas bases sino con el mismo propósito, pero luego resulta que es capaz de diferenciar autenticidad de otras cosas que llamaríamos ya por otros nombres, no sé si me explico. Y bueno, de ahí extrapolar afinidades y lo que no son afinidades, es decir que tendría que tener una inteligencia capaz de juzgar. O al menos así lo interpreto yo desde mi condición de bruja...
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17/02/13, 08:27 pm
Dama Puntada se quedó mirando en silencio a la alquimista unos instantes, con una expresión de disimulada incomodidad en el rostro, pues no tenía ni idea de lo que le estaba contando. Ladeó ligeramente la cabeza y luego buscó desesperadamente en su cabeza algo que responder.

-Eh... Puedo dejarle el encargo a Doce si quieres, estoy segura de que estará encantado de ayudarte, además le encantan los retos- dijo por fin con una sonrisa

Puntada era bastante sencilla en comparación con los otros demiurgos. Incluso su aprendiz parecía aspirar a creaciones más complejas que las que su maestra le ofrecía. No es que le molestase, Puntada se sentía muy cómoda en su campo y prefería dejar los encargos más enrevesados a sus compañeros. Fue a recoger sus cosas para marcharse, dejando las pócimas de dama Liviana al cuidado de una de sus creaciones de trapo, bien a la vista para que el custodio de Altabajatorre no le viniese con quejas por no encontrarlas.

-Yo he terminado aquí, si no necesitas nada mas- le dijo a dama Liviana, para luego añadir tras un instante de duda- Si te apetece acompañarme y tomar una taza de té...
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17/02/13, 11:10 pm
-Vale, espero que Doce esté familiarizado con esas palabras de demiurgos antiguos porque parece ser que en cada época llamaban a las cosas como les daba la gana -pudo ver que la demiurga no estaba familiarizada con los conceptos que le mencionaba pero no le dio demasiada importancia.
-Sólo probé una vez el té de pasada y creo recordar que ni si quiera era té puro, le había echado alguna otra cosa -comentó al oír la invitación de dama Puntada-. No, no era eso; es que era vaylu al que se me ocurrió echarle... Bueno, es igual, aquí no tengo mi cuaderno. De todas formas son manías mías -dijo con un tono cansino casi imperceptible. Luego cambió a otro más relajado al tiempo que se recolocaba un mechón de pelo que se había escapado de su peinado. Aquello le hizo recordar fugazmente su pelo de cosechada, que le caía justo hasta los hombros-. El caso es que estará bien tomar té -dijo con la clase de expresión de tranquilidad que sólo una bruja de la brisa podría mostrar.
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17/02/13, 11:24 pm
Los labios de dama Puntada se curvaron en una amplia sonrisa. Se ajustó la cesta en el brazo recolocando un muñequito que intentaba escapar e hizo un gesto invitando a dama Liviana a bajar primero las escaleras.

-Perfecto. Tengo mi casa aparcada cerca del castillo, no me gusta alejarme mucho de ella. ¿Qué te preferirías? Tengo de hierbas aromáticas, florales, especiados, muchos clásicos... Y creo que también me quedan bizcochitos

Hablaba en tono animado según bajaba justo detrás de Liviana, pasando luego a temas menos banales y la conversación continuaría todo el camino hasta su casa. Las creaciones siguieron traqueteando incluso mucho después de la marcha de ambas damas, algunas grabando todo lo que ocurría y había ocurrido en Altabajatorre.
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25/06/13, 07:39 pm
Shizel no había prestado la más mínima atención hacia adónde se dirigía. El aire fresco de la noche había actuado como una inyección de adrenalina y desde que había salido el idrino no había puesto los pies en el suelo, dejando que su magia y su instinto tomasen el control de su trayectoria. Su sangre vibraba con miles de posibilidades nuevas, pero su mente estaba lejos de ser un bullir de ideas confusas. Todo era claro y cristalino, y Shizel veía las cosas con la mente despejada como no la había tenido nunca. 

Nada más despegar de la ventana en dirección a las alturas había alzado el vuelo a golpe de levitación hacia donde el cuerpo se lo había pedido. Notaba cómo la ciudad pulsaba de vida a su alrededor, y le invitaba a disfrutar del nuevo hormigueo que corría por sus venas. La Luna le exigía movimiento, despliegue de magia, desenfreno. 
No había tardado en dejar de correr sobre el aire para pasar a volar en horizontal todo lo rápido que se atrevió a ir sin perder capacidad de reacción. Se había dedicado a hacer eslalon entre las cúpulas de los edificios, esquivando las más accidentadas entre gritos entusiasmados.
Cuando se cansó de hacer acrobacias se había alzado por encima de las calles y había recorrido en línea recta la ciudad, como un cometa en el cielo nocturno, siguiendo la dirección de la Cicatriz de Arax a tal velocidad que le lloraban los ojos. Las lágrimas se le congelaron sobre las mejillas sin que él les prestase la más mínima atención. 

Posteriormente había sentido un poderoso impulso de querer alcanzar la luna, y se había elevado en vertical a toda la velocidad que la levitación le dio de sí.
Había ascendido más y más, hasta que no pudo distinguir más de la ciudad que una informe masa oscura muy por debajo de él. Pudo distinguir un par de focos especialmente luminosos abajo, pero no les prestó atención.
Sentía el viento huracanado colándosele entre las ropas, y cristales de hielo formándose sobre su piel a causa de la altura a la que se encontraba y la velocidad a la que se movía. Pero no eran más que sensaciones cómodas, naturales, y Shizel tuvo la certeza de que no volvería a sentir frío nunca más. 

Sonrió extático desde las alturas. Allí él era invencible, y el mundo le pertenecía.
Redujo la velocidad poco a poco, y luego se lanzó en picado hacia abajo. Un interminable aullido de júbilo escapó de sus labios, y se prolongó hasta que alcanzó el suelo. Viró justo a tiempo para evitar un embiste mortal contra el suelo, y aún jadeando por la adrenalina miró a su alrededor para orientarse. 
Había aterrizado frente al puente de piedra que conectaba Altabajatorre con el castillo.  Dedujo que se hallaba a las afueras de la ciudad, ya que la extensión de casas que conectaba la solitaria zona con el resto de Rocavarancolia se extendía solo en una dirección.

Miró con más atención la extravagante torre que tenía frente a sí. Al principio creyó que poseía zonas móviles, pero se dio cuenta, atónito, de que estaba plagada de artilugios mecánicos que se movían solos.
Levitó en el aire de nuevo, esta vez con calma, para verlos mejor. Se dio cuenta de que sin querer había vuelto a formar la misma capa de hielo de antes sobre sí. Ahora que el viento ya no incidía sobre él el vapor sublimado volvió a emerger pausadamente de su cuerpo.

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29/06/13, 09:25 pm
Algo que poca gente sabía en Rocavarancolia era el legado que había dejado dama Áurea a Altabajatorre tras su muerte. La demiurga, famosa por su manipulación de los metales preciosos y gemas había diseñado un sistema de protección que, a pesar de haber sobrevivido a su muerte, aún no había terminado del todo. Sin embargo el pulso mágico proveniente de la gran catedral las había despertado.

El zumbido de alas de insecto llegó a los oidos de Shizel. La luz de la Luna robó destellos al metal que recubría a dos decenas de escarabajos dorados con piedras azules incrustadas en el abdomen. Habían detectado al intruso, podían oler su magia joven. Se lanzaron contra él a toda velocidad, y el que iba a la cabeza no tardó en chocarse contra la capa de hielo que recubría al joven, clavando sus afiladas patas en ella y quedándose incrustado. Todos los demás le siguieron.
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01/07/13, 02:57 am
Apenas fue consciente del terremoto que tenía lugar a varios metros por debajo de él, pero el pulso mágico que despidió Rocavaragálago le sacudió como si hubiera tenido lugar dentro de su propio cuerpo. Desde allí podía verse perfectamente la catedral roja, y Shizel contempló boquiabierto cómo ésta parecía rugir al firmamento.

El rojo sanguino de la construcción se reflejó en la capa de hielo que lo cubría, y una avalancha de magia pura accedió a su cuerpo. Shizel jadeó de sorpresa y abrió los ojos al máximo, mirando frenéticamente a su alrededor para tratar de descubrir el origen de aquel deliciosamente brutal torrente de energía que le invadía.
Sin embargo no tardó en darse cuenta de que no era un ataque, no era un nuevo cambio como el que le había convertido en un ser inmune al frío. Fuese lo que fuese lo que había sucedido en el edificio rojo, le había cargado como a una pila humana.

El corazón le latía a toda velocidad. Cada célula de su cuerpo vibraba con aquella nueva energía, la sentía circulando por cada vena de su cuerpo con una nitidez tan deliciosa que dolía. Sentía que estallaría en mil pedazos si no la usaba, y por eso el zumbido que se aproximaba a él le sonó a gloria, y no a amenaza. En su deleite se olvidó incluso de maldecirse a sí mismo por haber detonado lo que era obviamente un sistema de alarma. Rió, con una mezcla de desdén y expectación en la voz.

Los insectos mecánicos fueron más rápidos que su reacción, y se preparó instintivamente para el dolor cuando impactaron contra él. Le costó un momento darse cuenta de que la capa de hielo le había escudado, y le salió una risa incrédula. Instintivamente supo con toda seguridad que de no haber estado protegido de aquella guisa las garras de aquellos seres habrían sido capaces de atravesarle la muñeca de parte a parte.
Su primer instinto fue darse manotazos frenéticamente para quitarse a aquellos seres de encima. Sin embargo su nueva mente trabajaba con escalofriante distanciamiento, y lo que hizo en su lugar fue tejer un hechizo de petrificación con toda la flema que las circunstancias le permitieron. Un toque a cada uno de los insectos los transfiguró en figuras de piedra, y arrancándolas de su segunda piel helada Shizel las estampó una a una contra el suelo desde las alturas.

No tuvo tiempo de felicitarse por su éxito. Una barahúnda de criaturas aladas surcaba la noche en dirección a la torre mecanizada, atraídas por la magia que anidaba allí como polillas a una llama. Formaban una nube tan densa que Shizel apenas tuvo tiempo de convocar un campo de fuerza en torno a sí antes de que se desatara el caos.

Los minutos siguientes fueron muy confusos. Shizel se defendió con uñas y dientes contra aquel mar de garras, dientes, alas y extremidades varias que se le echaba encima. La nueva frialdad de su mente le permitió no caer en el pánico, pero su capacidad de reacción estaba al límite y su desesperación fue creciendo a medida que se dio cuenta de que muchos de aquellos seres eran resistentes a la magia. Su táctica consistió en moverse a lo largo de los muchos pisos de la torre, forzando a los seres alados más pesados a maniobrar con dificultad. En muchas ocasiones trató de emprender la retirada hacia la ciudad, pero ésta se le vio siempre frustrada: mirase a donde mirase no tardaba en estar rodeado.
La fachada de Altabajatorre se llenó de fogonazos e impactos. Los murciélagos flamígeros le resultaron especialmente problemáticos, pues pugnaban por agarrarse a sus ropas y sus altas temperaturas derretían la escarcha sobre su piel. Allá donde ésta desaparecía Shizel tenía la piel surcada de heridas varias, pues ante semejantes cargas conjuntas sus campos de fuerza acababan no durando mucho y los segundos que tardaba en volver a repeler a los engendros le costaban caros.

Shizel vio su oportunidad cuando del interior de la torre empezaron a emerger engendros mecánicos. El idrino sentía poderosos sortilegios anclados a ellos, y en las ocasiones en que se detonaba algún hechizo en su campo de visión sentía aquella nueva corriente renovadora volviendo a él. En mitad del frenesí de hechizos de impacto y maniobras en el aire vio que aquellos inesperados refuerzos desviaban la atención de los monstruos sobre sí mismo, por lo que se encaramó a una de las torretas cercanas, sin aliento. Allí por fin dispuso de un fugaz respiro para mirar en dirección a la ciudad, y vio que el caudal de criaturas tenía razones de peso para no disminuir: múltiples grietas fracturaban la ciudad abriendo paso a aquella procesión de monstruos. Altabajatorre debía haber concentrado a buena parte de las que se veían atraídas por magia y por tanto eran más resistentes a sus efectos. Decidió dejar que los habitantes de aquella torre demencial lidiaran con ello y descendió pesadamente a tierra como un meteoro, confiando en que los asediantes no lo siguieran. Los más aventureros lo hicieron, pero las defensas de la torre se encargaron de mantener a raya al resto.

La situación al nivel del suelo no estaba mucho mejor pero la densidad de monstruos no era tan alta como la de los engendros voladores, a pesar de que los primeros eran de mayor envergadura. La acometida en Altabajatorre había hecho trizas su escudo hasta reducirlo apenas a pedazos de hielo sueltos. Shizel trató desesperadamente de activar de nuevo el mecanismo que lo formaba, fuese cual fuese, pero sentía un calor pulsante en las zonas donde las llamas le habían alcanzado y el hielo se negó a acudir a él. Tuvo el tiempo justo de curarse superficialmente las heridas antes de sentir que la tierra temblaba muy cerca de él.

Rodó por el suelo instintivamente justo antes de que una impresionante garra hendiese los adoquines donde él había estado de pie momentos antes. Retrocedió a cuatro patas lo más rápidamente que pudo, mientras una quimera escupía ácido a la calzada, calcinando por el camino a otras criaturas más pequeñas. El olor a piedra derretida y a sangre inundó la calle, y fue eso lo que activó un detonador en la mente del idrino.
Shizel apartó de su cabeza las dudas, el miedo, la ansiedad por lo que pudiera estarles pasando a sus compañeros. Su mente las aisló de la superficie de su conciencia con la misma facilidad con que uno barajaba cartas, y la parte de él que se había cansado hacía mucho tiempo de ser una presa de Rocavarancolia afloró a la superficie.

Se había acabado huir. Iba a abrirse paso a puro fuego, por irónico que sonase en su nueva condición. La Luna refulgía como un sol en llamas sobre él, susurrándole que demostrase a toda Rocavarancolia que él estaba muy por encima de morir a manos de escoria como aquélla.

Dio un puñetazo a la pared más cercana con la mano envuelta en un hechizo de impacto, derrumbando aquel sector que ya había quedado muy dañado por el terremoto. Los escombros sepultaron a las alimañas más pequeñas y sembraron la confusión entre el resto, situación que la nueva analítica que anidaba en la mente de Shizel no perdió un segundo en aprovechar.
Cargó un hechizo de impacto y lo sintió pulsar en la atmósfera que atravesó antes de alcanzar su objetivo. Era casi como el movimiento de lanzar un guijarro: sentía la magia burbujear entre sus dedos justo antes de soltarla.
Una serie de hechizos gemelos le siguieron, surcaron la calle con el objetivo de despejar su camino. Avanzó implacable, derribando a lo que se interponía en su camino hasta que de nuevo un denso bloque de engendros le impidió el paso. Aquella vez se hizo intangible para atravesar el edificio más cercano en busca de una zona más despejada.
Habría recorrido la distancia hacia el centro de la ciudad a golpe de levitación, pero los cielos estaban más poblados aún de peligros que el suelo. Shizel había comprendido hacía mucho que iba a tener que abrirse paso por la fuerza.

Sin embargo apenas se le agotó el hechizo de intangibilidad unas calles más adelante se dio cuenta de que estaba en una encerrona: no tenía forma de avanzar sin que los engendros se le echasen encima: eran prácticamente todo ojos y tentáculos. De hecho algunos ya le habían detectado y Shizel se dio cuenta de que tenía que tomar una decisión rápida.

Convocó un hechizo de niebla mágica, y su nueva visión periférica le permitió determinar el foco del siguiente hechizo con mayor precisión. Necesitó de toda su sangre fría para forzarse a cerrar los ojos, pues lo que estaba a punto de pasar corría el riesgo de dañarle a él también si no lo hacía. Con los ojos cerrados pero no a ciegas Shizel realizó un hechizo de destello, y un potente fogonazo de luz inundó toda la calle, inutilizando por unos momentos la visión de todos los presentes. El monstruo más cercano detuvo su embestida a un escaso metro del inmóvil idrino, aullando de dolor.
Parte de su rabia pareció evaporarse, pero Shizel sabía que lo único que acababa de desaparecer era una parte importante de sus fuerzas. Sin desligar aún el hechizo de visión de sus ojos continuó avanzando a toda la velocidad que le permitieron las piernas a lo largo de las calles de Rocavarancolia, vigilando desde las alturas los contratiempos con los que su cuerpo que corría abajo pudiera encontrarse.

Desde las inmediaciones del castillo vio acercarse una nueva figura a toda carga, y deshizo el hechizo. Giró rápidamente sobre sus talones, convocando sendas bolas de fuego en las manos. Estaba herido por diversos puntos, con la ropa desgarrada, vapor desprendiéndose en fumarolas gélidas de su piel y con el escudo de hielo completamente destrozado por las embestidas de los monstruos, pero no estaba dispuesto a dejar de pelear. Sin embargo algo en su mente le advirtió de que había algo familiar en el pelaje de la criatura recién llegada, en los aullidos que habían precedido a su llegada. En el ojo que le faltaba.
-¿Karime?

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