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Aes
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Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
Fleur: Humana (Francia)
Siwani
Aniol: Humano (Polonia)


Unidades mágicas : 14/16
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.

Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D

Donde caben dos, caben tres - Página 2 Empty Donde caben dos, caben tres

07/09/24, 12:46 pm
Recuerdo del primer mensaje :

Sendar tenía razones suficientes para tomarse un respiro. La batalla contra la propia ciudad no era más importante que la mantenida contra Letargo, pero lo cierto es que de alguna manera estaban ganando. Cada vez poseían más comida, sus enemigos parecían ausentes y los libros encontrados en la Biblioteca les otorgaban un poder a la altura. Si olvidaba que había cumplido once años en silencio y que la Navidad y sus meses favoritos de frío habían pasado sin pena ni gloria, podía permitirse ser optimista. A veces hasta enterraba en sus pensamientos que en aquella habitación enfermiza habitó una chica como Aria.

Nada de ello impidió que su estudio de la magia se refinara por si las cosas volvían a torcerse. Ahora era capaz de crear barreras y levitar personas e incluso objetos pesados si se ponía tozudo. Pero todo eso requería confinarse tras los muros del torreón e hincar los codos con la ayuda de sus amigos. En un día como aquel, en cambio, solo sentía la necesidad de existir y salir de allí para escaparse al Palacete. Sabía que no podía porque quedaban pocas horas para el anochecer, así que tendría que contentarse con subir a la azotea para ver la inmensidad caótica de la ciudad.

Las manos del polaco agarraron la escalera para acceder con premura a la parte más alta. La brisa fresquita que azotó su cara no le sorprendió demasiado, tras meses preñados de tormentas espontáneas se había agenciado una sudadera color verde pino que le quedaba grande para resguardarse del frío. De hecho, hasta su cabello se encontraba recogido en un moño oscuro para que sus mechones agitados por el viento no le impidieran disfrutar las vistas.

¡Ethan! —lo que si le pilló desprevenido fue encontrarse una compañía más que bienvenida. El chico parecía distraído con sus quehaceres, momento que aprovechó para andar rápido hacia él con los brazos estirados como las alas de un avión—. ¡FIIIUUUUUM! —finalmente el impactó fue contra el hombro del medio japonés, nada más que un golpecito suave de su nariz contra el tacto de su ropa—. ¡Holi! —volvió a saludar, estaba feliz porque últimamente Ethan se dejaba ver más. No era el único que parecía estar recuperando el ánimo—. ¿Estás haciendo más figuritas-trampa? —los ojos miel del churumbel se abrieron con asombro como siempre que le observaba mover los dedos con tanta soltura. En esta ocasión identificó lo que le parecía un colibrí, con su pico largo y todo. Cuando volvió a hablar lo hizo con un poco de recelo—. ¿Crees que podrías hacerme un burrito? Sé que ya no haces animalitos como antes pero... le llamaría... ¡Mentamiel! Y... otro día podrías hacerme a su novio, así no se sentirá tan solito... —su tono de voz no destilaba lástima alguna, más bien extrañaba el pequeño santuario que hacía tiempo coronaba el patio. Una mañana se encontraron cenizas de manera misteriosa donde debía haber infinitud de figuritas, pero no hacía falta ser muy listo para imaginar qué podría haber ocurrido.

La mirada del niño se desvió entonces a las calles ruinosas de Rocavarancolia, contemplado sus pasajes alargados y estrechos que rodeaban las proximidades de su hogar. Le pareció que el atardecer en aquel sitio no eran tan anaranjado como le gustaría, pero no le molestaba el gris de los nubarrones a lo lejos, tapando un sol ya débil que yacía apunto de acostarse para acabar el día. Era el único hecho innegable que le quedaba claro desde que llegó con su mono de renito. Las cosas terminaban, tarde o temprano.

Es que... —sus manos ahondaron entre los bolsillos gigantes de su nueva prenda favorita, sacando un cadáver al que había cuidado con mucho mimo y al que le acompañó una mueca nostálgica—. Anastasia ha muerto, ayer me la olvidé en el filo de la bañera y se cayó dentro, ahora está así, fallecida —la verruga de papel que había tenido sus tiempos de gloria yacía ahora frágil—. Pobrecita, murió sola, nunca tuvo pareja porque Rambo era un bruto, seguro que se iba con otras grullas a cacarear por allí —rio por sus propias ocurrencias mientras le ofrecía una sonrisa a Ethan, no le importaba en absoluto que negara su petición. Se conformaba con charlar con él un rato, imaginando telenovelas en su cabeza. O historias secretas y ocultas no muy distintas a las que ocurrían entre los pasillos de Sendar cuando creían que cierta celestina infante no ataba cabos.

_________________________________________

"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."

"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."

"Las Emociones Que No Expresas Nunca Mueren."

"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"

Raven

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Nombre: Ethan
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Habilidades: Buen oído, valor y motivación

Donde caben dos, caben tres - Página 2 Empty Re: Donde caben dos, caben tres

17/11/24, 11:45 pm
La tensión le invadió tan rápido como Olvan volvió a ser nombrado, su mera presencia convertía un simple paseo en una horrorosa trampa de esas que, si pisabas mal, te condenaban a huir de una piedra gigante. Así se sintió cuando mencionó como Nohlem le había hablado más acerca de él, hasta que, fue Aniol quien pisó mal y al ver que ninguna trampa se activaba esa vez, sospecho de que aquella historia quizá no era del todo cierta. No veía a Nohlem llorando en el patio, le escamaba tanto como si Connor hubiera querido sincerarse en público. Ambos eran horrorosamente reservados a su manera e incluso en la intimidad sabía que el felino se contenía cuanto podía, ¿Por que iba pues a desfogarse en un sitio público cuando podía recurrir al baño o a la privacidad de una habitación?

Ethan levantó una ceja más confuso que certero, pues incluso si la mentira cada vez se le hacía más evidente una parte de él seguía viendo con tan buenos ojos al pequeño, que le costaba asimilar lo contrario.

-¿Lloró en el patio? -Preguntó de forma retórica, más como una segunda afirmación que como una interrupción. -Pero Olvan hasta lo que se no era…

Nada serio, un amante mejor dicho. Suponía que Aniol no tenía porque conocer ese tipo de relación y que el estar sin una etiqueta tampoco debía de eliminar el miedo a ser sustituido. Nada de eso le quitaba la inquietud, como tampoco lo hacían los gritos sonoros indicando la broma o el ver distraidas sus manos en un baile improvisado del pequeño. Durante unos instantes, tan ínfimos como lo que tardó Aniol en volver a hablar sus hombros se relajaron, solo para volver a tensarse de mala manera cuando tras una trampa llegó un ataque directo.

¨Te gusta¨

¿Le gustaba? Ethan tartamudeó de forma irrisoria a la par que, como si fuera una olla exprés sometida a demasiada presión su tono níveo se tiñó de un saturado rojizo. Gustar eran palabras mayores, pero claro que algo le despertaba cuanto tanto engranaje empezaba a funcionar por tan solo una tonta pregunta infantil.

-No no, haber, espera, esperaaaa… -Consiguió empezar a decir apurado, en cuanto el niño levantó la voz le salió taparle la boca con ambas manos en un gesto suave que tampoco duró demasiado. -¡Aniol por dios! baja la voz que te van a oír..

¿Quién? Sus propios miedos seguramente. Ethan desvió al momento la mirada, demasiado ruborizado como para poder ver directamente al Polaco. Le había pillado, de todos los del torreón que podían haberlo hecho, había sido el crío, el mismo que el primer día le había emparejado con una chic… ¿que?. Respiró hondo, muy malamente, antes de que la sonrisa se le desbordara por el rostro como un reflejo de la contraria.

-¡Vamos a… no, no es tan así!. No es lo que te piensas, no. -Sus ojos rodaron de un lado a otro, buscando cualquier salida plausible que no fuera tirarse por el tejado. -No es… -Nada, acabó filtrando el aire entre sus dientes, rendido. -Vale, no, no se si me gusta. Me he.. Bueno, nos hemos besado, vale, me has pillado pero no…. No fue nada serio.

Ignoró a posta que no había sido solo una vez, ni con una sola persona. Dios esperaba muchas cosas, pero no que el torreón se hubiera convertido en un extraño tinder improvisado.
Aes

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Nombre: Aniol
Especie: Humano
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Donde caben dos, caben tres - Página 2 Empty Re: Donde caben dos, caben tres

07/12/24, 05:13 pm
Si dijera que no disfrutaba con el apuro que el chico tenía encima estaría mintiendo. Aniol trató de esquivar entre risas las manos que —aunque de manera suave— trataban de silenciarle. No tuvo éxito, pero el tono rojizo de su angelito de la guarda y pensar en si alguien podía estar enterándose de todo aquello fue suficiente para que bajara la voz por méritos propios.

Eso no significaba que ocultara sus risitas impulsadas por una gran sensación de éxito y triunfo. Podía negar lo que quisiera, decir que no era lo que se pensaba, pero su reacción estaba clara y hasta el momento ninguno de ellos conocía un hechizo para volver atrás en el tiempo. Además, de ser así Ethan no hacía magia.

Espera... ¿QUÉ? —los ojos del niño se abrieron de manera casi imposibles de la misma forma en que un pez globo se hincha con desesperación. Boqueó en el aire, confundiendo risas de júbilo con exhalaciones estupefactas—. ¿Os habéis besado? ¿Dado besitos? ¿Juntado VUESTRAS BOCAS? —su tono de voz era agudo, si alguien pudiera inventar el gritar en susurros, ese sin duda sería el pequeño polaco.

Fingió agarrarse al alfeizar de la azotea para recuperar el aliento, aunque no tenía claro cuánta teatralidad era impostada y cuánta necesidad real. Era lo que siempre había soñado y más. Vivir una historia de amor desde la primera fila, por más que no fuera la suya.

Lo tenía delante de las narices. Y aún así el recelo vino pronto en forma de ceño fruncido.

¿Es bromi, verdad? ¿Te estás quedando conmigo como hace Connor? —sus preguntas no eran acusaciones, pero necesitaba reafirmar la información y procesarla. Todo el tema le hacía demasiada ilusión como para que estuviera jugando con él—. Porque de ser cierto... ¿AHORA qué? ¿Qué pasó?.

Aniol no necesitaba preguntarle qué ocurrió a continuación, o a qué sabía la boca de Nohlem. Eso era para mayores.

Él quería saber si ese gesto despertaba algo dentro de sí. Si cupido había hecho de las suyas, si...

¿Pueden existir besos que no son serios? Ethan... no entiendo tu cerebrito.
Raven

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Nombre: Ethan
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Donde caben dos, caben tres - Página 2 Empty Re: Donde caben dos, caben tres

12/12/24, 08:04 pm
Ethan se arrepintió casi al instante, solo le falto ver la reacción desmesurada del niño para llevarse las manos al rostro condenado en la más absoluta de las vergüenzas. Se había cavado su propia tumba o lo que aún era peor, se había ganado recibir otro melocotón con la letra N dibujada en su piel. Ya estaba, en un acto de debilidad pura había confesado sus más oscuros deseos al hada del bosque, ni princesas, ni cuentos bonitos. Aniol era una de esas brujas que lejos de dedicarte una carta de amor encendían una vela durante la noche con una imagen de su amado pegado a la pared y ahora, ahora le había dado nombre y rostro como para poder hacerlo.

Y aún así, cuando despegó sus dedos del rostro para cotillear desde la mínima abertura como se lo tomaba el pequeño, no pudo evitar soltar una risa al verlo dramatizar contra el alféizar. Sentaba muy bien cambiar de aires, olvidar la continua tensión para bañarse en sensaciones más cálidas y cotidianas. El niño parecía hasta estar brillando con aquella confesión y mira que, no le había comentado más que una breve sinopsis.

-Si, si y siii. -Fue respondiendo al instante a cada una de sus preguntas, sin efusividad pero con mucha timidez mezclada entre sus susurros. -Pero, quiero decir no es, no nooo, no es broma, ojala lo fuera, me quitaría de líos.

Masculló lo último en bajo, para sí. Se conocía lo suficiente para saber que eso no iba a haber ocurrido, que en el momento que se le hubiera presentado la oportunidad se habría besado con cualquiera de ellos de igual forma. Aquella lección sobre magia y el juego inventado del palacete habían sido simples excusas para cumplir algo que desde luego llevaban tiempo queriendo.

-Anda, ven aquí. siéntate cerquita, déja que te explique bien todo.

Le hizo una seña con la mano, un ligero pat pat en el suelo, justo a su lado para que regresara a tomar asiento y como el peor cuentacuentos del mundo que era guardó silencio al momento. Una pausa dramática fruto de los nervios y la profunda confusión que guardaba, sin saber muy bien cómo comenzar una historia que no tenía ni pies ni cabeza.

-A veceees, la vida real no es como en los cuentos y un príncipe no se tiene que casar con la primera princesa que besa, ni besar sólo a aquella con la que quiere pasar el resto de sus días. -Se aclaró la garganta, gestualizando con las manos para acompañar la historia. -En este caso pues, eran dos príncipes muy apuestos que se conocieron de otra manera bailando en el palacio más bonito  y grande de la ciudad. Eso no significaba que se gustasen al instante, pues el amor a primera vista no ocurre siempre, pero sí que encontraron en el otro tanta belleza que decidieron encontrarse más tarde, cuando la noche ya había caído y estaban sin trajes bonitos, ni público.

Tomó una pausa a medida que sus mejillas volvían a encenderse presas de su propia trampa. Recordar ese día le traía recuerdos vívidos y germinaba en su interior unos sentimientos a los que aún no quería poner nombre.

-Todo había empezado por un juego un poco tonto, que solo hacen los principes y princesas mayores de edad, porque solo ellos se pueden dar besos en la boca, vale? -Volvió a carraspear, dicha la aclaración. -La cosa es que… esos príncipes, aún no llevando ya corona, ni vistiendo seda fina, decidieron seguir viéndose. Por ahora pues, solo se están conociendo un poquito mejor, porque comprometerse son palabras muy serias y muy grandes y hmmm…

Hizo una pausa dramática, una en la que contuvo el aire mientras desviaba la mirada lejos del torreón, a cualquier refugio que los escombros pudieran regalarle.

-Puede que, también, haya un dragón de por medio…
Aes

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Nombre: Aniol
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Donde caben dos, caben tres - Página 2 Empty Re: Donde caben dos, caben tres

17/12/24, 07:46 pm
Cada "sí" sucesivo de Ethan era como una caricia al corazón, un susurro al alma enamorada del amor de Aniol. Un "no me estoy quedando contigo, le he besado de verdad". Si pudiera volar con las orejas lo haría, si fuera capaz de dar tres volteretas en el sitio tal y como lo hacía Damian giraría como una peonza en el alféizar de la azotea.

El polaco obedeció la voz del medio japonés al instante, poniéndose cerquita y sintiéndose reconfortado porque quisiera contarle sus confidencias. Lo escuchó con atención, con los ojos bien abiertos y de par en par como si padeciera un subidón de azúcar. En muchos aspectos, Ethan representaba alguien a quien admirar para él. Pero en esta ocasión no solo se trataba de eso. Sin que se percatara de ello, el chico se le antojaba como lo que deseaba ser en el futuro. Alguien cercano, amable, que no le temblaba el pulso a la hora de decir lo que pensaba.

Y ahora... una persona que tampoco temía al amor.

Escuchó el cuento callado, moldeándolo en su mente y absorbiendo aquello que le era de interés. Al principio le pareció una historia complicada, pero más tarde abrió la boca en un suspiro contenido cuando entendió que los dos príncipes apuestos eran Nohlem y el narrador.

¡Que bonito! ¿Nu? ¡Seguir viéndose sin coronas ni trajes de seda! —debía ser una prueba irrefutable de que lo que fuera que se trajeran entre manos era real. En el palacete ambos estuvieron hermosos, pero lo cierto es que a Aniol le gustaba más la belleza cotidiana del día a día. La manera en que Ethan siempre se preocupaba por los demás sin darse cuenta de sus propias ojeras. O la sonrisa cansada de Nohlem después de estar entrenando con el arco cuando le buscaban para alguna broma.

Al llegar al final del relato, que no era tal, asintió de manera automática. Puede que solo se estuvieran conociendo y que Ethan fuera muy claro al respecto. Pero no se le podía pedir peras al olmo. Así que en su cabeza ya se visualizaba así mismo con un vestido del color del otoño y tirando arroz a la salida de la boda.

Sus mofletes se hincharon divertidos por aquella visión justo antes de que la mención a un ser mitológico rompiera la escena.

¿Un dragón? ¿Cómo que un dragón? —si el muchacho era atento podría ver los engranajes de su cerebro desengrasarse hasta dar con la ecuación adecuada. Un dragón era demasiado específico. A nadie le gustaba que interrumpiera una justa de caballeros o una celebración de boda. No conocía ninguno que fuera bondadoso.

Bueno, puede que solo a uno.

BUM

Cómo es posible... —la voz del niño tembló ante la información abrumadora sacudiéndole de un lado a otro, sus rodillas se agitaron de atrás hacia adelante como si se hiciera pis y su garganta expresó sus palabras con un tono tan confidente que casi robaba el aire de su alrededor—. Ethan... ¡Ethan! —acababa de explicarle que no estaban comprometidos y aun así el dramatismo envolvía al niño como una boa de plumas—. Pero... ¿Te gusta? ¿Te gusta? —no lo celebró tanto como la primera vez, porque el asunto le daba algo de miedo. Después de todo sus padres decían que no se debía mezclar dos alcoholes distintos. A menos que fuera chocolate—. ¿¿¿Sabe el príncipe esmeralda que te ves con el dragón en su guarida??? ¿Quieres que le pregunte que opina por ti como mensajero???.

Era demasiado. Para qué quería telenovelas si tenía una en sus narices.

Espera... —se frenó así mismo, necesitaba cerciorarse—. ¿Solo lo se yo? —por algún motivo le hacía ilusión ser la única persona que estaba al tanto aparte de los implicados. Esperaba que sí, si no que Damian hubiera sido más rápido—. Un dragón de por medio... que mide como dos metrecitos... con una cresta rosa... ¿Qué siempre dice palabrotas como joder y cojones...? ¿ESE?
Raven

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Donde caben dos, caben tres - Página 2 Empty Re: Donde caben dos, caben tres

22/12/24, 06:06 pm
Ver al pequeño tan feliz era refrescante, casi podía verse reflejado en él. Un niño de ojos rasgados más menudo que Aniol, con el pelo tazón desordenado, su blusa correctamente abrochada y la emoción mejor guardada debido a su timidez pero con la misma ilusión por escuchar una historia sin princesas involucradas. Ojalá pudiera haberse conocido en otras circunstancias, un contexto donde esos momentos no fueran un bello oasis entre tanto caos, si no una tarde cualquiera tomando un chocolate caliente en la churrería de sus padres. Por el momento, se contentaba con estos pequeños placeres.

Aniol se quedó trabado ante su revelación, un gesto que hizo que el medio japonés rompiera a reír avergonzado y enternecido a la par por el fructuoso trabajo mental que estaba haciendo el niño. Sabía que tirando del hilo llegaría el solito a la conclusión, al fin y al cabo, solo había una persona en el torreón empeñada en hablar de dragones y solo él tenía una chaqueta con uno estampado en la espalda.

-yo… ¡Yo! -Le imitó con burla inofensiva, respondiendo a cada llamado con una amplia sonrisa dibujada en su rostro. -Per-!

No le dio tiempo a replicar con falsa indignación a la misma pregunta repetida. La insistencia por saber si sentía algo más que un cosquilleo en el estómago era demasiado densa como para tener claro qué responder. La atracción era algo mucho más liviano, como vestir seda un día de calor, pero de ahí al gustar… y de ahí al querer… añadir tanta ropa podía ser sofocante, más aún cuando no tenías muy claro si era necesaria llevarla puesta. Aniol definitivamente tenía un don para saltar de una flor venenosa a otra, y tras el primer dardo había disparado otro muchísimo más certero y muchísimo más grave. ¿Cómo iba a explicarle al jovencito, que si no había normas estipuladas, no iba a arriesgarse a enseñar sus cartas ante el resto de jugadores?

Ahora estaban en tablas, pues ninguno de los tres conocía la baraja del resto. Sabía de sobra que su mano era arriesgada, pues ahora mismo sentía que jugase la carta que jugase siempre habría un perdedor y un vencedor, si no es que la derrota resultaba ser compartida. No, claro que no quería hacer pública su caótica forma de competir, en parte, porque se sentía mal por ello. El secretismo no era solo por evitar conflictos, era por mera cobardía, porque se había asentado en una comodidad ignorante. Vaya con el niño, le estaba sacando todos los colores y ni cuenta se estaba dando cuenta.

-Si, solo lo sabes tú…

Acabó resoplando exasperado, ocultando tras una breve risa nerviosa el miedo que le daba confirmar esa afirmación. Si el polaco acababa estallando de emoción ante ambos, estaría en un buen problema.

-Es… complicado -Guardó silencio, desviando la mirada de un lado a otro. Era incapaz de estar estático. -No se si me gusta ninguno, o ambos, o no, no sé. ¡Si es que no se nada! Ay Aniol, si es que yo no soy ningún príncipe, estoy muy confuso. Todo empezó pues, como un juego y ahora ya, no lo se, no lo se.

Negó en el sitio cerrando momentáneamente los ojos antes de recogerse el flequillo hacía atras pensativo. Su sonrisa se ondulaba como las olas de un mar que no se decidía entre la calma o la tormenta. Con Nohlem siempre había tenido un acercamiento más íntimo, era un caballero, de los que te regalaban besos corteses y te limpiaban las lágrimas con el mayor cariño, pero en el otro lado Connor… era la adrenalina más pura, era como una droga, explosiva y desafiante, un fuego candente que te dejaba marca allí donde su tacto llegase.

-Nohlem es… muy cariñoso conmigo, es tan atento que a veces me da hasta apuro lo bien que me trata pero… Connor es tan hmm -Se mordió los labios para no definirlo como sexy ante un crío. -¿Peligroso? Si, como que te da esa chispa de emoción cuando estáis juntos. Aniol no se, si te soy honesto no se que quiero con ellos, o si siquiera quiero algo, o si lo quieren ellos… Estoy muy perdido.
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Donde caben dos, caben tres - Página 2 Empty Re: Donde caben dos, caben tres

09/01/25, 01:01 pm
A medida que se quedaba trabado por la nueva información el niño pudo ver como Ethan rompía en un par de risas avergonzadas para luego comenzar a burlarse de él con ternura.

¡No te mofes, señorito! —se quejó. Y aún así, dedo acusador en alto, el ánimo del muchacho se le contagió en la garganta y los mofletes—. ¡Es que es muy fuerte!.

Pensaba que lo único capaz de relajar la ansiedad de su estómago sería un buen cubo de palomitas gigantes para poder sentar el pandero y disfrutar de esa obra de teatro en el que sus amigos eran los actores principales. Pero lo que le calmó fue el hecho de ser el único conocedor de tal secreto. Casi una docena de personas habitaban el torreón y solo él —ni siquiera los implicados— estaba al tanto de lo que guardaba su corazón. Incluso si el propio Ethan tampoco identificaba qué protegía con tanto ahínco.

Aniol escuchó en silencio toda su confusión y empatizó tanto que a punto estuvo de decirle que lo echara a suertes con un dado. Pero los tejemanejes de chicos mayores resultaban más complicados que eso.

¡Te has ido tanto para un ladito y para otro que tu solo te has metido en un nudo! ¿Nu? —su mente infantil no le juzgaba, era lo bueno que tenían los niños—. ¿Y si vas tirando de la cuerda poquito a poco? —solo se le ocurría eso, casi podía verle con un hilo rojo apretando sus muñecas y manteniéndole en ese estado de aturdimiento. Aunque no lo entendía, su angelito de la guarda le había dicho momentos antes que no era nada serio. Así que... ¿Qué es lo que le preocupaba?.

A ver, si Aniol fuera mayor lo que más temería en el mundo es que Connor y Nohlem se enteraran de la existencia del otro en la misma chocolatería. Todo podía acabar con un lío de tazas de porcelana tiradas a la cabeza. Ethan debía escoger.

Connor es muy grande y valiente... ¡No le da miedo nada! Es cierto que a su ladito las cosas son muy emocionantes —aventuró, más su cerebro ya estaba pensando en el varmano—. Pero Nohlem es... la persona que más se parece a un príncipe, siempre tan atento e intentando hacer reír... a lo mejor... a lo mejor solo tienes que cerrar los ojos... ¡Prueba! —un pequeño toque en el hombro del medio japonés—. Ciérralos con suavidad... estás en un bosque... alguien te despierta en mitad de la hierba abres los ojos... Y —dejó unos segundos de pausa—. ¿QUIÉN VA A SER?.

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Raven
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Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Personajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75

Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.

Armas : Ethan Lanza partesana y una daga

Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.

Donde caben dos, caben tres - Página 2 Empty Re: Donde caben dos, caben tres

13/01/25, 05:11 pm
No sabía en qué punto su vida había degenerado hasta ese preciso encuentro, pero de alguna manera que un niño pequeño fuera su principal consejero en el amor le estaba resultando extrañamente tierno. Ver a Aniol hacer aspavientos mientras interpretaba su papel de Celestina le dejó embelesado hasta el grado en el que cuando mencionó algo de una cuerda, solo pudó asentir como un tonto, incapaz de entender el contexto al que se refería.

-Ah, uhm, claro, tirar de la cuerda, si.

Reafirmó como un soldado que solo seguía las órdenes sin cuestionar nada sobre ellas. Por suerte para ambos, cuando Aniol dió más matices a la conversación, Ethan logró reconectar de nuevo. Estaba comparando a ambos con unas palabras tan acertadas que le dió hasta miedo ver sus pensamientos cobrar tanta vida. Había estado en esa situación muchas otras veces, tardes donde sin poder evitarlo acababa divagando entre los besos de uno y de otro, entre sí se sentía mejor un fuego abrasador o una hoguera reconfortante.

-¿Cerrar los ojos? -Se rió con dulzura, curioso por los juegos del niño.- Bueno, vale uhm, puedo intentarlo…

Decidió ir un paso más allá, seguir a rajatabla las instrucciones del niño. Despacio, como si fuera a cámara lenta, empezó a inclinarse hacía atrás, afianzando el brazo que envolvía al joven Polaco para llevárselo con él hasta quedar ambos tumbados sobre la piedra fría del tejado. Quisiera o no le mantendría abrazado con una risa queda, sabiendo como lo había arrastrado a conciencia a esa situación.

-Pero tú también los cierras conmigo, que si no me voy a morir de la vergüenza!

Le recriminó en broma mientras sus párpados acababan bajando como las cortinas de un teatro. Todo su alrededor se volvió vagamente oscuro y cuando un único foco se encendió, su imaginación ya estaba empezando a volar lejos. Se vió desde fuera, como si estuviera siendo testigo de su propio despertar. Contagiado por los cuentos del pequeño se imaginó vestido con ropa de seda, sencilla pero digna, imbuido con un camisón con un blasón inventado y una armadura no muy pesada, similar a la de un guardía de la nobleza y no la de uno real. No tenía corona, ni falta que hacía pues en su cabeza se veía más como un acompañante, el guardaespaldas de algún rico, ser príncipe le venía demasiado grande.

¿Quién podría despertarle? No llegó a ninguna conclusión pues el gritó del niño le hizo sobresaltarse en el sitio, estallando en una carcajada casi al momento. Su venganza se sirvió cuando pilló como una tenaza al niño entre sus brazos y le espachurró como un oso, con la suficiente fuerza como para llegar a ser molesto, pero con la delicadeza suficiente como para no llegar a aplastarle.

-¡ANIOL! Que me matas!! Que susto!! -Respondió ahogado por sus propias risas, mientras se encorvaba aún tumbado. -¡Así no me concentro!  

>>Ay, estaba siendo una especie de caballero real, de los que acompañan a los nobles… pero claro, siento que quien ha venido a despertarme ha sido un hada traviesa y no el príncipe de mis sueños!
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