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- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 9/9
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Más polvo que sangre
16/10/24, 03:21 pm
Recuerdo del primer mensaje :
—¡Auch! —exclamó, soplando después el aire entre sus dientes en un siseo.
La suerte que tenía el varmano para salir indemne era ridícula, la prueba de que los gatos tienen 7 vidas, tal así que las poquísimas veces que recibía daño tonto era peor por lo que se quejaba. El granta había vivido los mismos horrores que sus compañeros en Rocavarancolia, con la diferencia sustancial de que a él muy pocas veces le habían hecho sangrar. No es que fuera algo que envidiara, la sangre le ponía malísimo, pero en momentos como este notaba que esa experiencia y capacidad de aguante le faltaba.
La salida había sido buena (todo lo bueno que puede ser pelearte con alimañas por comida) con la excepción de que un puñado de espinas de las dichosas ratas que custodiaban las cestas le habían alcanzado y cortado en varios puntos del brazo y costados. No había órganos vitales comprometidos ni nada, solo daños materiales, unos rasguños y una punta rota poco clavada, lo justo y necesario para que el señorito montara una mala fiesta ahora que Ethan le estaba curando a la antigua usanza, pues no era tanto para recurrir al amuleto en carga, en una de las habitaciones que nadie utilizaba. Sería un quejica de manual, pero tenía el orgullo de no serlo delante de los más jóvenes. Además, así tampoco tendrían que preocuparse por manchar sábanas en uso.
—¿Es normal que pique tanto? No se me estará infectando, ¿no? —preguntó mirando el corte que el londinense le estaba limpiando en el brazo, nada más serio que un desliz de cuchillo. Tenía la manga remangada y a pesar de la sensación pegajosa de la sangre en su baja espalda, todavía no podía quitarse la prenda, pues la púa que ahí seguía la mantenía unida a su cuerpo como una triste chincheta—. ¿Me volverán a salir las pecas que había debajo de la herida...? —preguntó por lo bajini, una duda más personal y digna de un niño. No era lo suficiente profundo para dejar cicatriz, pero más allá de los raspones de rodilla y manos típicos de crío o los moratones de los entrenamientos brutos que tenía con Connor e Ethan, qué iba a saber él. Si fuera realmente grave seguramente estaría callado por el mismo miedo, peeero...
Quedarse callado y a solas con Ethan eran cosas que últimamente, por su propio bien, no combinaba.
—¡Auch! —exclamó, soplando después el aire entre sus dientes en un siseo.
La suerte que tenía el varmano para salir indemne era ridícula, la prueba de que los gatos tienen 7 vidas, tal así que las poquísimas veces que recibía daño tonto era peor por lo que se quejaba. El granta había vivido los mismos horrores que sus compañeros en Rocavarancolia, con la diferencia sustancial de que a él muy pocas veces le habían hecho sangrar. No es que fuera algo que envidiara, la sangre le ponía malísimo, pero en momentos como este notaba que esa experiencia y capacidad de aguante le faltaba.
La salida había sido buena (todo lo bueno que puede ser pelearte con alimañas por comida) con la excepción de que un puñado de espinas de las dichosas ratas que custodiaban las cestas le habían alcanzado y cortado en varios puntos del brazo y costados. No había órganos vitales comprometidos ni nada, solo daños materiales, unos rasguños y una punta rota poco clavada, lo justo y necesario para que el señorito montara una mala fiesta ahora que Ethan le estaba curando a la antigua usanza, pues no era tanto para recurrir al amuleto en carga, en una de las habitaciones que nadie utilizaba. Sería un quejica de manual, pero tenía el orgullo de no serlo delante de los más jóvenes. Además, así tampoco tendrían que preocuparse por manchar sábanas en uso.
—¿Es normal que pique tanto? No se me estará infectando, ¿no? —preguntó mirando el corte que el londinense le estaba limpiando en el brazo, nada más serio que un desliz de cuchillo. Tenía la manga remangada y a pesar de la sensación pegajosa de la sangre en su baja espalda, todavía no podía quitarse la prenda, pues la púa que ahí seguía la mantenía unida a su cuerpo como una triste chincheta—. ¿Me volverán a salir las pecas que había debajo de la herida...? —preguntó por lo bajini, una duda más personal y digna de un niño. No era lo suficiente profundo para dejar cicatriz, pero más allá de los raspones de rodilla y manos típicos de crío o los moratones de los entrenamientos brutos que tenía con Connor e Ethan, qué iba a saber él. Si fuera realmente grave seguramente estaría callado por el mismo miedo, peeero...
Quedarse callado y a solas con Ethan eran cosas que últimamente, por su propio bien, no combinaba.
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Re: Más polvo que sangre
01/12/24, 07:54 pm
Que Nohlem flirteaba no era novedad, lo llevaba haciendo desde prácticamente el inicio, al principio con una elegancia sutil, más tarde con un tono de comedía disfrazado y ahora … ahora simplemente lanzaba las fichas como si fuera una apuesta segura. Lo peor es que tenía las de ganar, pues Ethan lejos de ser un tragaperras truncado, era de los que a poco que gastaras dinero te daban el premio gordo. Su rostro era la evidencia directa de esa pequeña victoría, escondida tras una suave sonrisa de medio lado y el rubor creciente de sus mejillas. Claro que le gustaba escuchar como le consideraba una debilidad, le hacía sentir importante, querido y sobretodo, joder, es que Nohlem era muy guapo. No todos los días uno atraía la mirada lasciva de un chico que parecía escapado de una revista de moda.
Inconscientemente se peinó hacía un lado el flequillo revuelto que caía sobre su rostro, como si poco a poco fuera consciente del desastre estético que estaba hecho. La maraña de pelo regresó al poco, tan desorganizada como lo estaba su coleta pero Ethan estaba más atento esta vez, a la respuesta que a su aspecto. No quería asumir la intranquilidad que le daba ponerse en una situación tan vulnerable, pues en la tensión de su cuerpo se dibujaba la incertidumbre de no saber qué esperar. Al fin y al cabo, no era nadie para juzgarlo si a la vuelta quería regresar junto a su amante.
Por educación mantuvo la tela alejada de la herida mientras el varmano hablaba. Por educación y porque dudaba que el cosquilleo nervioso que hacía latir su corazón a un ritmo desigual, fuera a hacer ningún bien durante la curación. Por suerte o por la alienígena cultura de los gatos, la respuesta le dio suficiente dulzor entre la extraña amargura como para sentirse satisfecho. No eran nada serio, solo un lío. Su sonrisa se ensanchó pero él mismo la hizo matar, contradicho por su repentino egoísmo.
-¿Tan rápido? -Preguntó un tanto confuso, pues en su cabeza el tiempo estaba horrorosamente disperso. -O bueno… no se cuanto ha pasado en verdad, en vuestro mundo igualmente las relaciones funcionaban algo diferente, ¿verdad?
El problema es que en ese instante fue donde Nohlem decidió girarse, y cuando sus miradas se juntaron siquiera supo bien qué decir. Balbuceo en silencio, abriendo parcialmente los labios antes de cerrarlos en una duda tan visual que impregnaba su propia mente, luego se rió, corto y suave, nervioso a más no poder.
-Ah, no, no sé. Simple curiosidad….
No, no lo era, pero las emociones a veces eran demasiado complejas como para saberles dar nombre y otras, daban simplemente demasiado terror como para querer hacerlo. El joven londinense desconocía los alicientes de querer hacer esa pregunta, si era envidia, celos, orgullo o miedo pero tirada la piedra difícil era ya esconder la mano.
-No pensaba… -Carraspeó tratando de recuperar cierta compostura. Su sonrisa ganando algo más de terreno, con cierta confianza. -No pensaba buscarte a otro para que te soporte, ya lo he hecho por no sé cuánto tiempo, no quiero que ahora me roben el mérito.
Volvió a reírse con suavidad, tratando de esconder en el humor el hecho de que había verdad en aquella frase. Desconocía a dónde quería llegar con el felino, ni que tipo de relación es la que estaba buscando, pero si algo tenía claro era el sentido de pertenencia. No buscaba perder ese regalo que de alguna manera le había otorgado tras el palacete y confirmado con cada caricia y beso compartido. Se sentía demasiado bien estar entre sus brazos como para plantearse siquiera el querer ceder algo así. Tras una duda inicial, dejó la herida parcialmente limpia para incorporarse en el sitio. No se levantó del todo, más bien se arrastró un par de veces a base de botes hasta poder regresar al frente de su compañero. Rostro con rostro.
-Pero y, por irónico que pueda sonar. No quiero que tengas que presumir de tus cicatrices conmigo, tienes la piel demasiado tersa y las pecas demasiado lindas como para perderlas. -Hizo el gestó de silencio con uno de sus dedos con una velada sonrisa. -Anda, guardarme este secreto.
Le comentó esta vez mucho más bajo, en un susurró juguetón como si en el interior de esa habitación hubiera alguien más que pudiera escucharles. Se llevó las manos a su colgante, y tras un momento de duda que apenas duró una fracción de segundo lo subió hasta pasarlo por encima del rostro, para con el mismo cuidado ofrecerlo a Nohlem. Lo sujetaba por la cuerda, ofreciendo suficiente abertura para que si el felino cedía y quería agachar el rostro pudiera colocarlo.
Inconscientemente se peinó hacía un lado el flequillo revuelto que caía sobre su rostro, como si poco a poco fuera consciente del desastre estético que estaba hecho. La maraña de pelo regresó al poco, tan desorganizada como lo estaba su coleta pero Ethan estaba más atento esta vez, a la respuesta que a su aspecto. No quería asumir la intranquilidad que le daba ponerse en una situación tan vulnerable, pues en la tensión de su cuerpo se dibujaba la incertidumbre de no saber qué esperar. Al fin y al cabo, no era nadie para juzgarlo si a la vuelta quería regresar junto a su amante.
Por educación mantuvo la tela alejada de la herida mientras el varmano hablaba. Por educación y porque dudaba que el cosquilleo nervioso que hacía latir su corazón a un ritmo desigual, fuera a hacer ningún bien durante la curación. Por suerte o por la alienígena cultura de los gatos, la respuesta le dio suficiente dulzor entre la extraña amargura como para sentirse satisfecho. No eran nada serio, solo un lío. Su sonrisa se ensanchó pero él mismo la hizo matar, contradicho por su repentino egoísmo.
-¿Tan rápido? -Preguntó un tanto confuso, pues en su cabeza el tiempo estaba horrorosamente disperso. -O bueno… no se cuanto ha pasado en verdad, en vuestro mundo igualmente las relaciones funcionaban algo diferente, ¿verdad?
El problema es que en ese instante fue donde Nohlem decidió girarse, y cuando sus miradas se juntaron siquiera supo bien qué decir. Balbuceo en silencio, abriendo parcialmente los labios antes de cerrarlos en una duda tan visual que impregnaba su propia mente, luego se rió, corto y suave, nervioso a más no poder.
-Ah, no, no sé. Simple curiosidad….
No, no lo era, pero las emociones a veces eran demasiado complejas como para saberles dar nombre y otras, daban simplemente demasiado terror como para querer hacerlo. El joven londinense desconocía los alicientes de querer hacer esa pregunta, si era envidia, celos, orgullo o miedo pero tirada la piedra difícil era ya esconder la mano.
-No pensaba… -Carraspeó tratando de recuperar cierta compostura. Su sonrisa ganando algo más de terreno, con cierta confianza. -No pensaba buscarte a otro para que te soporte, ya lo he hecho por no sé cuánto tiempo, no quiero que ahora me roben el mérito.
Volvió a reírse con suavidad, tratando de esconder en el humor el hecho de que había verdad en aquella frase. Desconocía a dónde quería llegar con el felino, ni que tipo de relación es la que estaba buscando, pero si algo tenía claro era el sentido de pertenencia. No buscaba perder ese regalo que de alguna manera le había otorgado tras el palacete y confirmado con cada caricia y beso compartido. Se sentía demasiado bien estar entre sus brazos como para plantearse siquiera el querer ceder algo así. Tras una duda inicial, dejó la herida parcialmente limpia para incorporarse en el sitio. No se levantó del todo, más bien se arrastró un par de veces a base de botes hasta poder regresar al frente de su compañero. Rostro con rostro.
-Pero y, por irónico que pueda sonar. No quiero que tengas que presumir de tus cicatrices conmigo, tienes la piel demasiado tersa y las pecas demasiado lindas como para perderlas. -Hizo el gestó de silencio con uno de sus dedos con una velada sonrisa. -Anda, guardarme este secreto.
Le comentó esta vez mucho más bajo, en un susurró juguetón como si en el interior de esa habitación hubiera alguien más que pudiera escucharles. Se llevó las manos a su colgante, y tras un momento de duda que apenas duró una fracción de segundo lo subió hasta pasarlo por encima del rostro, para con el mismo cuidado ofrecerlo a Nohlem. Lo sujetaba por la cuerda, ofreciendo suficiente abertura para que si el felino cedía y quería agachar el rostro pudiera colocarlo.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Más polvo que sangre
02/12/24, 01:33 pm
Nohlem respondió a su primera pregunta encogiéndose de hombros. Ni él conocía tanto a Olván como para saber si un tercio de año era suficiente para pasar página, le hubiera olvidado o no, pero confiaba estar en lo cierto. Aunque es verdad que ser reemplazado sí le doliera un poco al orgullo, ahora mismo y especialmente al lado de Ethan no era la mayor de sus preocupaciones.
—Hm-hm. Y quizás es culpa mía no explicar bien como funcionan —dijo con humor, riendo de agotamiento al rememorar las veces que había surgido el tema: con Connor, con Damian, con Aniol, con el mismo Ethan... No habían sido muchas y alguna que otra había pecado de ñoño, pero seguía pareciéndole llamativa (un coñazo) la distancia de entendimiento—. Eso o vosotros sois románticos hasta con los líos —le chinchó con una risa, alzando bien las cejas—. Y para que lo diga yo…
Ahora bien, diferencias culturales aparte, quería celebrar su pequeña victoria por el cortocircuito del londinense. Después de ser el culo del chiste tanto rato iba siendo hora de que le tocase la mano ventajosa, y su serpentuosa sonrisa no disimuló el agrado por sus respuestas y ese toque justo de poseción. En este caso no solo no le importaba no querer ser compartido, es casi lo que buscaba. Claro que todavía seguía nervioso, era un asunto a navegar con cuidado si su miedo e ilusión tiraban en direcciones opuestas. Asumir tan pronto cualquier posibilidad más o menos seria con él sería subirse a la parra dejando la panza expuesta.
—Aaah, bien bien. Menos mal… —exclamó con sílabas llenas de musicalidad—. Ya me iba a poner triste porque me entregaras al chico de cocina.
Tampoco quería menospreciar al chaval, pero ahora mismo sería capaz de vender a su propia madre con tal de causar una mejor impresión en Ethan. Que supiera que él era su interés, no Olván. No era el chico de clase media que olía a pasta y especias, era el variopinto chico de otro mundo de pelo negro revuelto y piel color crema. Si aquello no era cambiar un improbable por un imposible…
El granta le siguió con la mirada y las orejas rectas al notar como se movía detrás suya, con el colchón fluctuando por su peso. Tenerle de frente era un reto, tanto como lo fueron unas declaraciones que no esperaba tras todas sus burlas previas. Se tragó un ronroneo, aunque el inicio sonó igual inevitablemente. A ratos le avergonzaba ser el único con esa cualidad tan transparente, y eso que el humano competía encendiéndose como una bombilla.
—Ah —exclamó, pestañeando un par de veces, sin saber si sentirse halagado o decepcionado al ver el colgante. Por un lado era una puerta directa al cese de sus dolores, por otro…—. Jo. Pensaba que ibas a curarme con otro beso —confesó con más sinceridad que broma. Si le besaba el que cortocircuitaría sería él, por eso se apresuró en agachar la cabeza para aceptar el regalo, riendo torpemente—. ¡Que conste que a mi las cicatrices me parecen muy atractivas! La piel tersa está sobrevalorada —exclamó, ladeando lo justo el rostro para mirar la marca de su mejilla y, fugazmente, la de su labio. Su sonrisa flaqueó de manera indicativa, y donde antes habría ido un cumplido o un chascarrillo ingenioso, Nohlem bajó la mirada—. Pero las pecas compensan, sí…
Era extraño como en su cercanía podía hacerle sentir tan seguro como débil. Era un sentimiento adictivo, como pillarle el gusto a ponerse en riesgo por la satisfacción de salir victorioso, y el corazón le latía a un ritmo alegre por ello. Cuando el colgante pasó por su cuello recuperó la postura, sonriente, como si acabase de ser condecorado con una medalla.
—Gracias Ethan —dijo más bajo, recordando sus modales con un poco de destiempo—. ¿Ves? Al final mis heridas eran merecedoras de este trato. Si es que me quejaba con motivo —chasqueó la lengua y asintió un par de veces. Él mismo se encargó de meter el talismán dentro de su ropa, momento en el que el efecto -eso peculiar cosquilleo acelerado que borraba los cortes y aguijonazos- le hizo cerrar los ojos y soltar un suspiro de alivio—. Aah, que biennn... —se estiró hacia arriba poco a poco, según el dolor en su espalda se lo permitía. Al terminar apoyó la cabeza en el hombro del otro, entre meloso y melodramático—. Eres un Santo.
—Hm-hm. Y quizás es culpa mía no explicar bien como funcionan —dijo con humor, riendo de agotamiento al rememorar las veces que había surgido el tema: con Connor, con Damian, con Aniol, con el mismo Ethan... No habían sido muchas y alguna que otra había pecado de ñoño, pero seguía pareciéndole llamativa (un coñazo) la distancia de entendimiento—. Eso o vosotros sois románticos hasta con los líos —le chinchó con una risa, alzando bien las cejas—. Y para que lo diga yo…
Ahora bien, diferencias culturales aparte, quería celebrar su pequeña victoria por el cortocircuito del londinense. Después de ser el culo del chiste tanto rato iba siendo hora de que le tocase la mano ventajosa, y su serpentuosa sonrisa no disimuló el agrado por sus respuestas y ese toque justo de poseción. En este caso no solo no le importaba no querer ser compartido, es casi lo que buscaba. Claro que todavía seguía nervioso, era un asunto a navegar con cuidado si su miedo e ilusión tiraban en direcciones opuestas. Asumir tan pronto cualquier posibilidad más o menos seria con él sería subirse a la parra dejando la panza expuesta.
—Aaah, bien bien. Menos mal… —exclamó con sílabas llenas de musicalidad—. Ya me iba a poner triste porque me entregaras al chico de cocina.
Tampoco quería menospreciar al chaval, pero ahora mismo sería capaz de vender a su propia madre con tal de causar una mejor impresión en Ethan. Que supiera que él era su interés, no Olván. No era el chico de clase media que olía a pasta y especias, era el variopinto chico de otro mundo de pelo negro revuelto y piel color crema. Si aquello no era cambiar un improbable por un imposible…
El granta le siguió con la mirada y las orejas rectas al notar como se movía detrás suya, con el colchón fluctuando por su peso. Tenerle de frente era un reto, tanto como lo fueron unas declaraciones que no esperaba tras todas sus burlas previas. Se tragó un ronroneo, aunque el inicio sonó igual inevitablemente. A ratos le avergonzaba ser el único con esa cualidad tan transparente, y eso que el humano competía encendiéndose como una bombilla.
—Ah —exclamó, pestañeando un par de veces, sin saber si sentirse halagado o decepcionado al ver el colgante. Por un lado era una puerta directa al cese de sus dolores, por otro…—. Jo. Pensaba que ibas a curarme con otro beso —confesó con más sinceridad que broma. Si le besaba el que cortocircuitaría sería él, por eso se apresuró en agachar la cabeza para aceptar el regalo, riendo torpemente—. ¡Que conste que a mi las cicatrices me parecen muy atractivas! La piel tersa está sobrevalorada —exclamó, ladeando lo justo el rostro para mirar la marca de su mejilla y, fugazmente, la de su labio. Su sonrisa flaqueó de manera indicativa, y donde antes habría ido un cumplido o un chascarrillo ingenioso, Nohlem bajó la mirada—. Pero las pecas compensan, sí…
Era extraño como en su cercanía podía hacerle sentir tan seguro como débil. Era un sentimiento adictivo, como pillarle el gusto a ponerse en riesgo por la satisfacción de salir victorioso, y el corazón le latía a un ritmo alegre por ello. Cuando el colgante pasó por su cuello recuperó la postura, sonriente, como si acabase de ser condecorado con una medalla.
—Gracias Ethan —dijo más bajo, recordando sus modales con un poco de destiempo—. ¿Ves? Al final mis heridas eran merecedoras de este trato. Si es que me quejaba con motivo —chasqueó la lengua y asintió un par de veces. Él mismo se encargó de meter el talismán dentro de su ropa, momento en el que el efecto -eso peculiar cosquilleo acelerado que borraba los cortes y aguijonazos- le hizo cerrar los ojos y soltar un suspiro de alivio—. Aah, que biennn... —se estiró hacia arriba poco a poco, según el dolor en su espalda se lo permitía. Al terminar apoyó la cabeza en el hombro del otro, entre meloso y melodramático—. Eres un Santo.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Re: Más polvo que sangre
12/12/24, 07:10 pm
El rubor se asentó en sus mejillas como un amanecer lento pero continuo, el rosado perpetuo que indicaba esa combinación perfecta entre ilusión y vergüenza. Nohlem seguía su juego conocedor de que probablemente siempre tendría la mano ganadora pero aún así, en la más dulce de las inocencias que sólo podía albergar el interior de aquel torreón, a Ethan le gustaba pensar que tras tanta adulación había una verdad sincera. El hecho de sentirse por encima de Olvan en esa escalera de coqueteos y fichas le hincho el pecho, más que por orgullo por la invasión repentina de mariposas nerviosas y tras el inicial cosquilleo intentó relajarse para que la propia atmósfera no terminara de derretirlo.
-Si, eso es verdad, los humanos pecamos de románticos. -Respondió con burla, riéndose de su propia realidad. -Uno siempre lleva algún regalo a sus amantes aunque la idea sea solo acabar f…
Guardó silencio al instante, no por pudor, sino porque su autoconciencia supo poner el freno de mano antes de que se atropellara el mismo. De golpe mencionar ninguno de esos temas frente al varmano se le hacía un mundo, quizá en parte, porque sabía que existía esa ínfima posibilidad de que pudieran ocurrir… No, el collar, las heridas. Ethan tuvo que pestañear varias veces para reconducir su propia mente en la caída libre que por unos instantes había sufrido, desvió su atención a las heridas del gato, comprobando efectivamente que con tal solo un suspiro la gema volvía a obrar su magia.
-No hay más besos por hoy, no te los has ganado. -Mencionó con parte de la lengua fuera, apenas la punta antes de hacerle levantar el brazo herido para apretarle sobre el vendaje improvisado. Era una forma rápida de asegurarse que aún tenía suficiente carga. -Y uhm, esta bien si no te gustan, las cicatrices digo.
Esto último lo comentó con una sonrisa mucho más modesta, hablando desde su pequeño refugio y el pavor que en verdad le daba sacar un tema así. Había agradecimiento en sus palabras, pero, estupido de él, se lo tomaba más como un gesto piadoso que como un cumplido real. Las cicatrices de Connor eran sexys, interesantes e impactantes, las suyas eran un burruño de cortes y una cicatrización horrorosamente mala tras haberse recuperado penosamente de aquella operación. Nah, no eran bonitas, pero tampoco pensaba enseñarle la de la pierna para ganar aquel debate.
Pero eso era lo bueno de Nohlem, que incluso con sus inseguridades lograba hacerle sentir querido de forma continua. Su sonrisa se ensanchó al notar como se apoyaba sobre su hombro y siguiendo el cosquilleo que su vergüenza provocaba al germinar decidió ladear el rostro para poderlo observar mejor. El rosa de sus mejillas bailaba tanto como el brillo de sus ojos.
-¿Un santo? No se yo eh, más bien diría que soy demasiado débil y cualquiera con un par de ojos bonitos me engatusa para que le dé un trato favorable. -Se rio por lo bajo, asumiendo que era verdad. Unos pucheritos y unas palabras bonitas y ahí estaba, cediendo. -Hmm, oye, Nohlem… ¿Has pensado qué harás cuando vuelvas? Quiero decir, por lo de ser noble y tener tu inmenso emporio de gemas y dinero y cosas de ricos adinerados... -Dramatizó haciendo énfasis en las diferentes palabras.
- ¿Vas a casarte?
-Si, eso es verdad, los humanos pecamos de románticos. -Respondió con burla, riéndose de su propia realidad. -Uno siempre lleva algún regalo a sus amantes aunque la idea sea solo acabar f…
Guardó silencio al instante, no por pudor, sino porque su autoconciencia supo poner el freno de mano antes de que se atropellara el mismo. De golpe mencionar ninguno de esos temas frente al varmano se le hacía un mundo, quizá en parte, porque sabía que existía esa ínfima posibilidad de que pudieran ocurrir… No, el collar, las heridas. Ethan tuvo que pestañear varias veces para reconducir su propia mente en la caída libre que por unos instantes había sufrido, desvió su atención a las heridas del gato, comprobando efectivamente que con tal solo un suspiro la gema volvía a obrar su magia.
-No hay más besos por hoy, no te los has ganado. -Mencionó con parte de la lengua fuera, apenas la punta antes de hacerle levantar el brazo herido para apretarle sobre el vendaje improvisado. Era una forma rápida de asegurarse que aún tenía suficiente carga. -Y uhm, esta bien si no te gustan, las cicatrices digo.
Esto último lo comentó con una sonrisa mucho más modesta, hablando desde su pequeño refugio y el pavor que en verdad le daba sacar un tema así. Había agradecimiento en sus palabras, pero, estupido de él, se lo tomaba más como un gesto piadoso que como un cumplido real. Las cicatrices de Connor eran sexys, interesantes e impactantes, las suyas eran un burruño de cortes y una cicatrización horrorosamente mala tras haberse recuperado penosamente de aquella operación. Nah, no eran bonitas, pero tampoco pensaba enseñarle la de la pierna para ganar aquel debate.
Pero eso era lo bueno de Nohlem, que incluso con sus inseguridades lograba hacerle sentir querido de forma continua. Su sonrisa se ensanchó al notar como se apoyaba sobre su hombro y siguiendo el cosquilleo que su vergüenza provocaba al germinar decidió ladear el rostro para poderlo observar mejor. El rosa de sus mejillas bailaba tanto como el brillo de sus ojos.
-¿Un santo? No se yo eh, más bien diría que soy demasiado débil y cualquiera con un par de ojos bonitos me engatusa para que le dé un trato favorable. -Se rio por lo bajo, asumiendo que era verdad. Unos pucheritos y unas palabras bonitas y ahí estaba, cediendo. -Hmm, oye, Nohlem… ¿Has pensado qué harás cuando vuelvas? Quiero decir, por lo de ser noble y tener tu inmenso emporio de gemas y dinero y cosas de ricos adinerados... -Dramatizó haciendo énfasis en las diferentes palabras.
- ¿Vas a casarte?
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Más polvo que sangre
14/12/24, 10:20 pm
Soltó una pequeña risa ante su frase inacabada, creyendo que le había mordido la vergüenza. De todas formas, no era nada raro querer mimar a un amante, pero Nohlem no era del todo consciente de lo distinto que era ese término de un mundo a otro.
—¿Quéeee? ¿Por qué? —reprochó, orejas gachas, un gesto de cachorrito tierno pronto interrumpido por la sorpresa, una inhalación abrupta de aire como listo para gritar cuando Ethan le apretó el brazo. Ah. Pero, claro. Ja, que tonto. Estaba curado. Se desinchó cual pez globo—. ¡No me he quejado tanto!
Ahí estaba, quejándose de nuevo. El varmano podía continuar con la cabeza en su sitio sin volverse estúpido por un beso, pero bastaba que Ethan se los negase para quererlos con más ganas. Le miró de refilón con supuesta molestia, seguido de una mucho más velada incógnita cuando este insinuó que sus halagos eran bienqueda. Por llorica que fuera con el dolor e incluso si el precio era perder algunas de sus queridas pecas, a Nohlem le habría gustado tener cicatrices. De no ser por la preferencia de Ethan (porque se estaba convirtiendo en un tonto que quería gustarle lo máximo posible) no le habría importado curarse "a la antigua" con tal de mantener una marca tan chula. Ni qué decir que opinaba de las que tenía el londinense...
—Pero es verdad —añadió con voz suave, con cautelosa casualidad—. Me gustan las cicatrices.
Y aunque su vista fue de refilón a la que le marcaba el labio (labios por los que tal como estaba ahora mismo podría escribir poesía), no se atrevió ni a seguir halagándolo ni a llevarle la contraria. Sabía de donde venían y lo que implicaban, y no era su intención meter la mano en aguas revueltas si lo único que iba a conseguir era remover aún más la arena. Al menos no todavía. Delante de un flechazo siempre perdía parte de su elegancia, como es natural cuando te sientes como un flan con alguien, mas con Ethan estaba siendo particularmente complejo. Perdido en su propia ineptitud Nohlem se limitó a escucharle, disfrutando de su posición privilegiada apoyado en su hombro.
—Hm —se rio suavemente, cerrando los ojos al sentir el calor en sus mejillas por el cumplido a sus ojos. Santos, que débil era—. ¿Cualquiera? Disculpa, no soy un cualquiera. Mis ojos son mi segunda mejor arma después de las pecas.
Pero como si no tuviera poco con co-existir con las mariposas de su tripa, si creía que había esquivado magistralmente la bala de Olván, ahí estaba Ethan de nuevo: cargando una metralleta con él delante de un paredón. Sus ojos se abrieron y su corazón activó la alerta, por la que permaneció quieto como una liebre que acaba de escuchar un chasquido en la hierba. Exhaló una risa irónica que le desinfló el pecho y le bajó los hombros, sonriendo con apuro pues por gracioso que fuera el envoltorio de la pregunta... la pregunta no lo era.
Nada peor que la segunda, eso sí.
Finalmente se apartó para quedar sentado recto, tomando aire en el proceso lo menos pesado que podía, aunque su cuerpo se notaba como una enorme bola de metal.
—Bueno, eh... Santos, espero que no —se rio en un intento de insuflarle gracia, mirando el suelo y las arrugas de la sábana con una sonrisa perdida—. Todavía me queda, espero, aún no tengo prometida y no he terminado los estudios... Y si es que vuelvo me tocará eso primero, imagino.
Sus orejas tiraban hacia abajo y rehuía de la mirada de Ethan (¡estúpidos, estúpidos matrimonios románticos!), pero nada más ser consciente de como se le estaba yendo el lenguaje se forzó a mirarlo, blandiendo una sonrisa de circunstancias como si supiera que hacer con ella.
—Vamos, lo tendré que hacer en algún momento, pero... —mierda. Mierda, mierda. Bajó la mirada, suspiró por la nariz y se encogió de hombros—. No... no es en lo que más pienso.
No obstante, aunque fue lento como el regusto de los chocolates negros, a Nohlem le empezó llegar el sabor de aquello. Algo hizo click en su cabeza.
Estaba preguntando mucho, ¿no...?
—Hm, ¿por qué? ¿Te da envidia mi herencia o...? —su sonrisa ganó consistencia, su voz terciopelo y sus ojos un brillo más propio del Nohlem que gustaba a los invitados. Se agachó un poco, entrando por un ladito en el ángulo de visión de Ethan—. ¿Te interesa?
Le mantuvo la mirada un largo segundo, volviendo a su sitio después con una risa para salir del paso pues en realidad temía la respuesta. Era un manojo de nervios, y colar como broma una realidad siempre era más fácil. "Estoy flirteando contigo, pero solo es serio si tú quieres"... En la Tierra podían casarse con el mismo sexo, ¿no?
—¿Tú quieres casarte cuando vuelvas?
—¿Quéeee? ¿Por qué? —reprochó, orejas gachas, un gesto de cachorrito tierno pronto interrumpido por la sorpresa, una inhalación abrupta de aire como listo para gritar cuando Ethan le apretó el brazo. Ah. Pero, claro. Ja, que tonto. Estaba curado. Se desinchó cual pez globo—. ¡No me he quejado tanto!
Ahí estaba, quejándose de nuevo. El varmano podía continuar con la cabeza en su sitio sin volverse estúpido por un beso, pero bastaba que Ethan se los negase para quererlos con más ganas. Le miró de refilón con supuesta molestia, seguido de una mucho más velada incógnita cuando este insinuó que sus halagos eran bienqueda. Por llorica que fuera con el dolor e incluso si el precio era perder algunas de sus queridas pecas, a Nohlem le habría gustado tener cicatrices. De no ser por la preferencia de Ethan (porque se estaba convirtiendo en un tonto que quería gustarle lo máximo posible) no le habría importado curarse "a la antigua" con tal de mantener una marca tan chula. Ni qué decir que opinaba de las que tenía el londinense...
—Pero es verdad —añadió con voz suave, con cautelosa casualidad—. Me gustan las cicatrices.
Y aunque su vista fue de refilón a la que le marcaba el labio (labios por los que tal como estaba ahora mismo podría escribir poesía), no se atrevió ni a seguir halagándolo ni a llevarle la contraria. Sabía de donde venían y lo que implicaban, y no era su intención meter la mano en aguas revueltas si lo único que iba a conseguir era remover aún más la arena. Al menos no todavía. Delante de un flechazo siempre perdía parte de su elegancia, como es natural cuando te sientes como un flan con alguien, mas con Ethan estaba siendo particularmente complejo. Perdido en su propia ineptitud Nohlem se limitó a escucharle, disfrutando de su posición privilegiada apoyado en su hombro.
—Hm —se rio suavemente, cerrando los ojos al sentir el calor en sus mejillas por el cumplido a sus ojos. Santos, que débil era—. ¿Cualquiera? Disculpa, no soy un cualquiera. Mis ojos son mi segunda mejor arma después de las pecas.
Pero como si no tuviera poco con co-existir con las mariposas de su tripa, si creía que había esquivado magistralmente la bala de Olván, ahí estaba Ethan de nuevo: cargando una metralleta con él delante de un paredón. Sus ojos se abrieron y su corazón activó la alerta, por la que permaneció quieto como una liebre que acaba de escuchar un chasquido en la hierba. Exhaló una risa irónica que le desinfló el pecho y le bajó los hombros, sonriendo con apuro pues por gracioso que fuera el envoltorio de la pregunta... la pregunta no lo era.
Nada peor que la segunda, eso sí.
Finalmente se apartó para quedar sentado recto, tomando aire en el proceso lo menos pesado que podía, aunque su cuerpo se notaba como una enorme bola de metal.
—Bueno, eh... Santos, espero que no —se rio en un intento de insuflarle gracia, mirando el suelo y las arrugas de la sábana con una sonrisa perdida—. Todavía me queda, espero, aún no tengo prometida y no he terminado los estudios... Y si es que vuelvo me tocará eso primero, imagino.
Sus orejas tiraban hacia abajo y rehuía de la mirada de Ethan (¡estúpidos, estúpidos matrimonios románticos!), pero nada más ser consciente de como se le estaba yendo el lenguaje se forzó a mirarlo, blandiendo una sonrisa de circunstancias como si supiera que hacer con ella.
—Vamos, lo tendré que hacer en algún momento, pero... —mierda. Mierda, mierda. Bajó la mirada, suspiró por la nariz y se encogió de hombros—. No... no es en lo que más pienso.
No obstante, aunque fue lento como el regusto de los chocolates negros, a Nohlem le empezó llegar el sabor de aquello. Algo hizo click en su cabeza.
Estaba preguntando mucho, ¿no...?
—Hm, ¿por qué? ¿Te da envidia mi herencia o...? —su sonrisa ganó consistencia, su voz terciopelo y sus ojos un brillo más propio del Nohlem que gustaba a los invitados. Se agachó un poco, entrando por un ladito en el ángulo de visión de Ethan—. ¿Te interesa?
Le mantuvo la mirada un largo segundo, volviendo a su sitio después con una risa para salir del paso pues en realidad temía la respuesta. Era un manojo de nervios, y colar como broma una realidad siempre era más fácil. "Estoy flirteando contigo, pero solo es serio si tú quieres"... En la Tierra podían casarse con el mismo sexo, ¿no?
—¿Tú quieres casarte cuando vuelvas?
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Re: Más polvo que sangre
15/12/24, 11:01 pm
¿Te interesa?
Nunca una pregunta tan banal le había logrado sacar tanto como aquella, ¿Lo hacía?. Ethan se vió guardando un silencio confuso, incapaz de comprender del todo aquel entresijo. Saber sobre otros mundos era curioso, similar a escuchar cuentos ajenos tan mitológicos como los dioses que supuestamente poblaban la tierra, pero en casos así, las vivencias chocaban entre realidades, se juntaban hasta el límite donde solo unas orejas puntiagudas, un hocico húmedo y unas pupilas rasgadas diferenciaban una especie de otra. Nohlem le recordaba a otra época de su propio mundo, un espejo que a veces le sorprendía y otras le aterraba.
Por eso no sabía definir si la intencionalidad de sus preguntas era una inocencia sincera o si había parte de miedo escondida en ellas. Una forma de palpar si aún no siendo nada, había posibilidad de explorar otros tipos de relación y una ironía de que sin querer en absoluto abrir ninguna puerta más, le agobiaba el verse con la posibilidad de tenerla cerrada. Fuese como fuese, el londinense no quería explorar más en unas aguas que consideraba demasiado profundas como para no ahogarse en ellas en el intento, mantenerse a flote era más seguro, ignorante de todo lo que se ocultaba en el fondo.
-Hmmm, la prometida… la podrás elegir tu? -Añadió otra curiosidad como escape a tener que dar una respuesta inmediata sobre un tema que ni sabía. -¿O es la que te toca y ya? La verdad, suenas como una familia noble de la época victoriana, obligados por compromiso a ceder su mano en matrimonio. -Gesticuló las palabras con una pose dramática que intentaba imitar el ceder la mano hacía un fantasma que parecía estar pidiéndosela. -Y para que te hagas una idea, en mi mundo hace como 200 años de eso.
¿Te interesa?
Ethan fue incapaz de borrar la cuestión de su mente, el rojo de sus mejillas ya asentado no se incrementó, pero si lo hizo el nerviosismo de su cuerpo que incapaz de contener una emoción tan cosquilleante empezó a buscar diferentes escapes. Se acicaló la nuca en primera instancia, luego se deshizo la coleta y con toda la naturalidad del mundo, tras colocarse el pelo para que cayera con algo de gusto sobre sus hombros, se quedó jugueteando con el coletero. Hacía figuras deformes de entre sus dedos, enredando y desenredando en un bucle infinito que no buscaba nada que no fuera tener su vista ocupada en algo que no fuera el felino.
-Yo… -No pensaba hacer nada al regresar, con toda la honestidad. -Ni siquiera estaba pensando en hacerlo, así que simplemente se encogió de hombros. -Soy muy joven para plantearme todo esl del matrimonió, de donde yo vengo, la gente se casa casi que sobre los 30, así que, la verdad, no lo sé. Tampoco tengo muchas esperanzas de encontrar a alguien con el que me apetezca … eso, supongo.
Sus manos pararon un momento, tanto que su mirada se quedó fija en un punto inconcreto del círculo amorfo que era su coletero. No tenía ninguna esperanza por regresar, no había nada de Londres que echará en falta que no fuera una ducha caliente, una vitro y un buen bide.
-Aunque supongo que… -Volvió a retomar con la voz algo más alegre, un matiz mínimamente positivo. - si me casara con un rico dedicado a la industria de la joyería, que me pudiera resolver la vida solo con sus riquezas, me lo replantearía.
Acabó bromeando, con una sonrisa mezcla de la timidez y la pillería de entre sus comisuras y el rojo chispeante de quien sabía estar lanzando una ficha camuflada por broma. Ethan buscó su mirada, de forma tan breve que en cuanto la obtuviera él mismo acabaría rehuyendo.
-Pero uff, quién sabe dónde encontrar a nadie así en mi mundo. -Dejó caer siguiendo la broma mientras ladeaba el rostro como si de verdad estuviera pensando acerca de la idea. -Y pena que en el tuyo no se puedan casar dos hombres, jopetas.
Nunca una pregunta tan banal le había logrado sacar tanto como aquella, ¿Lo hacía?. Ethan se vió guardando un silencio confuso, incapaz de comprender del todo aquel entresijo. Saber sobre otros mundos era curioso, similar a escuchar cuentos ajenos tan mitológicos como los dioses que supuestamente poblaban la tierra, pero en casos así, las vivencias chocaban entre realidades, se juntaban hasta el límite donde solo unas orejas puntiagudas, un hocico húmedo y unas pupilas rasgadas diferenciaban una especie de otra. Nohlem le recordaba a otra época de su propio mundo, un espejo que a veces le sorprendía y otras le aterraba.
Por eso no sabía definir si la intencionalidad de sus preguntas era una inocencia sincera o si había parte de miedo escondida en ellas. Una forma de palpar si aún no siendo nada, había posibilidad de explorar otros tipos de relación y una ironía de que sin querer en absoluto abrir ninguna puerta más, le agobiaba el verse con la posibilidad de tenerla cerrada. Fuese como fuese, el londinense no quería explorar más en unas aguas que consideraba demasiado profundas como para no ahogarse en ellas en el intento, mantenerse a flote era más seguro, ignorante de todo lo que se ocultaba en el fondo.
-Hmmm, la prometida… la podrás elegir tu? -Añadió otra curiosidad como escape a tener que dar una respuesta inmediata sobre un tema que ni sabía. -¿O es la que te toca y ya? La verdad, suenas como una familia noble de la época victoriana, obligados por compromiso a ceder su mano en matrimonio. -Gesticuló las palabras con una pose dramática que intentaba imitar el ceder la mano hacía un fantasma que parecía estar pidiéndosela. -Y para que te hagas una idea, en mi mundo hace como 200 años de eso.
¿Te interesa?
Ethan fue incapaz de borrar la cuestión de su mente, el rojo de sus mejillas ya asentado no se incrementó, pero si lo hizo el nerviosismo de su cuerpo que incapaz de contener una emoción tan cosquilleante empezó a buscar diferentes escapes. Se acicaló la nuca en primera instancia, luego se deshizo la coleta y con toda la naturalidad del mundo, tras colocarse el pelo para que cayera con algo de gusto sobre sus hombros, se quedó jugueteando con el coletero. Hacía figuras deformes de entre sus dedos, enredando y desenredando en un bucle infinito que no buscaba nada que no fuera tener su vista ocupada en algo que no fuera el felino.
-Yo… -No pensaba hacer nada al regresar, con toda la honestidad. -Ni siquiera estaba pensando en hacerlo, así que simplemente se encogió de hombros. -Soy muy joven para plantearme todo esl del matrimonió, de donde yo vengo, la gente se casa casi que sobre los 30, así que, la verdad, no lo sé. Tampoco tengo muchas esperanzas de encontrar a alguien con el que me apetezca … eso, supongo.
Sus manos pararon un momento, tanto que su mirada se quedó fija en un punto inconcreto del círculo amorfo que era su coletero. No tenía ninguna esperanza por regresar, no había nada de Londres que echará en falta que no fuera una ducha caliente, una vitro y un buen bide.
-Aunque supongo que… -Volvió a retomar con la voz algo más alegre, un matiz mínimamente positivo. - si me casara con un rico dedicado a la industria de la joyería, que me pudiera resolver la vida solo con sus riquezas, me lo replantearía.
Acabó bromeando, con una sonrisa mezcla de la timidez y la pillería de entre sus comisuras y el rojo chispeante de quien sabía estar lanzando una ficha camuflada por broma. Ethan buscó su mirada, de forma tan breve que en cuanto la obtuviera él mismo acabaría rehuyendo.
-Pero uff, quién sabe dónde encontrar a nadie así en mi mundo. -Dejó caer siguiendo la broma mientras ladeaba el rostro como si de verdad estuviera pensando acerca de la idea. -Y pena que en el tuyo no se puedan casar dos hombres, jopetas.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 9/9
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Más polvo que sangre
16/12/24, 01:58 pm
Nohlem esperó con los brazos rectos hacia atrás como apoyo, piernas cómodamente estiradas hasta el suelo con el relax propio de una conversación tranquila con un amigo pero con el corazón guardado en un puño. Pura pantomima. A su modo, que Ethan evadiera su pregunta volviendo atrás con otra fue un alivio, pues no se veía mentalizado para lo que le tuviera guardado, fuera bueno o malo. No es que le hiciera gracia que el tema siguiera apuntándole a él, si tuviese que darle una representación física aquello sería como si Ethan en lugar de dispararle le estuviera ofreciendo la pistola para que lo hiciera él mismo, pero al menos tenía otras cosas en las que pensar -como una buena respuesta- y no se comía la vergüenza de primeras.
—Hm... —apretó los labios hasta hacerlos desaparecer dentro de su boca, mirando al techo como si ahí estuvieran sus opciones—. No... No lo sé —a su voz le faltó muy poco para incluir una interrogación—. Creo que la elegiría yo, pero... —bajó la vista al suelo—. Cuando estaba mi hermana en casa sabía que podría elegir. No es que me lo hubieran dicho, pero lo tenía asumido. Daba un poco igual. Ella se iba a casar antes y yo pues, a seguir estudiando... —empezó a mover los zapatos, distraido con como bailaban sus cordones. Era dolorosamente irónico como envidiaba ese pasado ahora. Tenía una libertad que no había valorado—. Pero desde que pasé a ser "hijo único" —hizo las comillas con los dedos, volviendo rápidamente el brazo a su sitio–, toda mi vida pasó a estar sobre raíles.
Sonrió, más para sí que para Ethan, sin mucha gana. Se encogió de hombros.
—No sé si soy victoriano, pero sí que son cosas de familia. Con suerte Varmania os sigue entonces los pasos. Trenes acuáticos y eso...
Porque no conocía las guerras, claro. Pasado el relevo se quedó a mirando a Ethan desde la seguridad de su ángulo, por detrás de su campo de visión. Sus orejas redondas, su pelo revuelto, su cuello desnudo, su piel clara y su bonito perfil... los meses le habían acostumbrado a aquellos rasgos hasta atraerle tanto como los de cualquier varmano guapo. Quería tenerlo. Por eso que el chico dijera no tener esperanzas para casarse le confundió tanto. Soltó una pequeña risa incrédula.
—¿En serio? —se echó hacia delante, mirándole con brazos cruzados, sonriendo como si estuviera a punto de llegar al remate de un chiste. Quien iba a decirle, eso sí, que iba a gustarle tanto.
Su sonrisa se fue perdiendo poco a poco, reemplazada primero por la seriedad de la máxima atención a lo que decía y después por otra mucho más contenida y serpenteante, tímida pero pletórica. Su cuerpo era una fábrica cuya maquinaria ha sido puesta a punto; su corazón marcaba el ritmo de un swing alegre y su mente avispada empezaba a maquinar formas de devolvérsela. Fue el mismo Ethan quien le robó la broma, pues él "tampoco sabía de donde iba a sacar tal partidazo", lo que sumado al momento en el que sus ojos se encontraron le hizo reír con vitalidad. Nohlem se sentía como lo que era: un simple adolescente enamorado. Y que felicidad le daba estarlo.
—¡Yaaaa bueno! ¡Pero a nosotros nada nos impide adorar a nuestra verdadera pareja! Sin juicios, tenga el género que tenga —le sacó la lengua con una risa, chinchándole—. Pero es verdad, ese es un perfil muy concreto. No sé si vosotros con vuestras moderneces tendréis tal cosa... Un joven joyero... y que encima no sea hetero... —hizo varios circulitos con la cabeza, sopesando como si a la vez estuviese escuchando una melodía—. Hmmmm... Si yo no perdiera mi herencia y me fuese contigo... Bueno, no me importaría darte un poquito... —le miró de refilón, con una sonrisita traviesa. Eran sueños grandes que escondían una separación inevitable, pero mientras esa parte no la sobrepensasen, estaba bien—. También te digo, ya pueden las bodas humanas merecer la pena. Lo nuestro es solo firmar un acuerdo, y venga, ¡a la mierda! —terminó haciendo como que tiraba un papel a la mesa—. ¿Qué se supone que hacéis vosotros para que sea tan importante? A parte de lo bonito del símbolo, digo. ¿Es más apasionante que un contrato?
Ladeó el rostro con una sonrisa espectante, buscando otra vez su mirada. Tenía las mejillas calentitas de contento, y es que no solo era el tema, Ethan con el pelo suelto y las mejillas rojas se veía tan guapo que le hacía sopesar la remota posibilidad de abandonar Bermellón por él. Si es que Rocavarancolia tenía tal flexibilidad, y él la mente siempre tan caliente para querer hacerlo realmente.
—Sinooo... oye, estaría bien que te pudieras venir conmigo —dejó caer vagamente—. Tengo una casa impresionante —alzó y subió las cejas varias veces—, con vistas al mar. Muy de noble victorioso de hace 200 años. Y la herencia, claro. La herencia. ¡No olvidemos la herencia!
—Hm... —apretó los labios hasta hacerlos desaparecer dentro de su boca, mirando al techo como si ahí estuvieran sus opciones—. No... No lo sé —a su voz le faltó muy poco para incluir una interrogación—. Creo que la elegiría yo, pero... —bajó la vista al suelo—. Cuando estaba mi hermana en casa sabía que podría elegir. No es que me lo hubieran dicho, pero lo tenía asumido. Daba un poco igual. Ella se iba a casar antes y yo pues, a seguir estudiando... —empezó a mover los zapatos, distraido con como bailaban sus cordones. Era dolorosamente irónico como envidiaba ese pasado ahora. Tenía una libertad que no había valorado—. Pero desde que pasé a ser "hijo único" —hizo las comillas con los dedos, volviendo rápidamente el brazo a su sitio–, toda mi vida pasó a estar sobre raíles.
Sonrió, más para sí que para Ethan, sin mucha gana. Se encogió de hombros.
—No sé si soy victoriano, pero sí que son cosas de familia. Con suerte Varmania os sigue entonces los pasos. Trenes acuáticos y eso...
Porque no conocía las guerras, claro. Pasado el relevo se quedó a mirando a Ethan desde la seguridad de su ángulo, por detrás de su campo de visión. Sus orejas redondas, su pelo revuelto, su cuello desnudo, su piel clara y su bonito perfil... los meses le habían acostumbrado a aquellos rasgos hasta atraerle tanto como los de cualquier varmano guapo. Quería tenerlo. Por eso que el chico dijera no tener esperanzas para casarse le confundió tanto. Soltó una pequeña risa incrédula.
—¿En serio? —se echó hacia delante, mirándole con brazos cruzados, sonriendo como si estuviera a punto de llegar al remate de un chiste. Quien iba a decirle, eso sí, que iba a gustarle tanto.
Su sonrisa se fue perdiendo poco a poco, reemplazada primero por la seriedad de la máxima atención a lo que decía y después por otra mucho más contenida y serpenteante, tímida pero pletórica. Su cuerpo era una fábrica cuya maquinaria ha sido puesta a punto; su corazón marcaba el ritmo de un swing alegre y su mente avispada empezaba a maquinar formas de devolvérsela. Fue el mismo Ethan quien le robó la broma, pues él "tampoco sabía de donde iba a sacar tal partidazo", lo que sumado al momento en el que sus ojos se encontraron le hizo reír con vitalidad. Nohlem se sentía como lo que era: un simple adolescente enamorado. Y que felicidad le daba estarlo.
—¡Yaaaa bueno! ¡Pero a nosotros nada nos impide adorar a nuestra verdadera pareja! Sin juicios, tenga el género que tenga —le sacó la lengua con una risa, chinchándole—. Pero es verdad, ese es un perfil muy concreto. No sé si vosotros con vuestras moderneces tendréis tal cosa... Un joven joyero... y que encima no sea hetero... —hizo varios circulitos con la cabeza, sopesando como si a la vez estuviese escuchando una melodía—. Hmmmm... Si yo no perdiera mi herencia y me fuese contigo... Bueno, no me importaría darte un poquito... —le miró de refilón, con una sonrisita traviesa. Eran sueños grandes que escondían una separación inevitable, pero mientras esa parte no la sobrepensasen, estaba bien—. También te digo, ya pueden las bodas humanas merecer la pena. Lo nuestro es solo firmar un acuerdo, y venga, ¡a la mierda! —terminó haciendo como que tiraba un papel a la mesa—. ¿Qué se supone que hacéis vosotros para que sea tan importante? A parte de lo bonito del símbolo, digo. ¿Es más apasionante que un contrato?
Ladeó el rostro con una sonrisa espectante, buscando otra vez su mirada. Tenía las mejillas calentitas de contento, y es que no solo era el tema, Ethan con el pelo suelto y las mejillas rojas se veía tan guapo que le hacía sopesar la remota posibilidad de abandonar Bermellón por él. Si es que Rocavarancolia tenía tal flexibilidad, y él la mente siempre tan caliente para querer hacerlo realmente.
—Sinooo... oye, estaría bien que te pudieras venir conmigo —dejó caer vagamente—. Tengo una casa impresionante —alzó y subió las cejas varias veces—, con vistas al mar. Muy de noble victorioso de hace 200 años. Y la herencia, claro. La herencia. ¡No olvidemos la herencia!
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Más polvo que sangre
23/12/24, 01:14 am
No había que ser marinero para entender que aguas eran seguras para navegar y cuáles no. Solo le hizo falta ver cómo se encogía de hombros y se dibujaba una sonrisa mustia en su rostro para captar que el tema de hermanos era un pantano demasiado denso, uno por muerto, la otra por desaparecida. Simplemente no era la orilla que más llamaba para bañarse y Ethan, como buen ciudadano podía respetar la bandera roja que indicaba oleaje intenso, por ello se mantuvo respetuoso, asintió a cada respuesta dada y se atrevió con cierta timidez a dedicarle un suave estrujón en el hombro.
Ya habría tiempo de tratar ese tema, pero ese ritmo no le correspondía escogerlo a él y por ello, cuando la conversación tomó otro rumbo y la embarcación regresó a un mar en calma lo aceptó de buenas maneras, sin querer tentar a la suerte de aquel viaje. La charla estaba siendo demasiado agradable como para agriarla tan pronto y ver que Nohlem le seguía el chiste se sentía tan bien como revivir una puesta de sol en compañía. Esas de tonos vibrantes que ya no tenían.
-Buenooo y nosotros también adoramos a los nuestros -Replicó con la misma burla. -Otra cosa ya es que te miren peor, pero oye! ¡Al menos somos legales!
Decirlo en aquel contexto era gracioso porque por suerte, la irrealidad del contexto le quitaba peso a una situación que en otras circunstancias le habría resultado hasta triste. Ethan se rió con suavidad ante el ataque irónico de Nohlem mientras se recolocaba en la cama para poderle tener de frente y no de lado, su pierna buena encogida sobre la cama mientras la mala seguía colgando por el lateral.
-Si tu supieras… Encontrar a un chico rico, atento y encima al que le gusten otros hombres es como buscar una flor en esta ciudad, existen sí, pero vete tú a saber donde. -Le dio la razón con una sonrisa de medio lado, encogiéndose de hombros. -Si pudiéramos atravesar mundos, de alguna forma que no fuera regresar a este sitio, te iría a visitar sin dudarlo. Quien sabe, quizá el encanto de una ciudad antigua me enamora más que la vida frenética de mi ciudad.
Por un momento, un breve momento, se permitió plantearse la sola idea de un futuro idílico. Se vio con su ordenador en el regazo, saludando a Aniol en una videollamada divertida o recorriendo el mundo en diferentes transportes con parte del miedo ya curado solo por volver a encontrarse con Connor. Pensó, por un solo instante, lo bonito que sería si el resto de mundos estuvieran conectados y si al menos, en sueños, fuera capaz de visitar los grandes desiertos de los que hablaba Airi o los jardines acristalados de los que tantas veces había presumido Nohlem. Era un final feliz, uno donde con cierta modestia podía intentar retomar sus estudios y encaminar sus oposiciones. Ojalá, ojalá que esa fuera la posibilidad más certera.
-Además, así podría enseñarte cómo son nuestras bodas. Te llevaría a mil y un sitios, oye, no tengo una mansión espectacular, ni una herencia de ricos, pero me apuesto lo que quieras a que no has estado en un rascacielos! Ni has ido a un cine a color como los nuestros.
Movido por la ilusión de un futuro menos solitario Ethan se incorporó de la cama con un pequeño salto, se situó frente al varmano con una amplía sonrisa en su rostro y entonces se arrodilló frente a él, la pierna buena apoyada en el suelo, la mala, flexionada. Estaba imitando el gesto gentil que en tantas películas había visto, estirando sus manos hacía el felino como si le estuviera ofreciendo una pequeña caja.
-En mi mundo, siempre hay una persona que pide el matrimonio. Se arrodilla así como respeto y saca de algún escondite una cajita con un anillo dentro, tan caro y bonito como cualquiera de los que llevas. Entonces, aprovechando la emoción por la sorpresa, le pregunta a su pareja... -Ethan procedió a aclararse la voz en un acto puro de dramatismo. -¿Señorito Nohlem, quiere usted casarse conmigo? Y, si tienes la suerte de que acepte, le colocas el anillo en el dedo corazón.
Si el joven pelirrojo se dejaba, Ethan cogería su mano derecha con suma gentileza, acariciando su palma mientras tomaba su dedo corazón, el gesto era puro simbolismo pues sin anillo que poder colocar, se dedicó a pasar su coletero doblado por el mismo. Era una práctica meramente teatral, pues en la exageración pomposa del joven londinense, solo le faltaba hacer una reverencia absurda.
-Y esto, es solo el inicio. Le has pedido la mano, ha aceptado, ahora te quedan todas y cada una de las preparaciones. -Se rio por lo bajo, alegré de poder presumir de una bonita tradición. -Si es que, otra cosa no, pero los humanos sabemos montarnos unas buenas fiestas.
Ya habría tiempo de tratar ese tema, pero ese ritmo no le correspondía escogerlo a él y por ello, cuando la conversación tomó otro rumbo y la embarcación regresó a un mar en calma lo aceptó de buenas maneras, sin querer tentar a la suerte de aquel viaje. La charla estaba siendo demasiado agradable como para agriarla tan pronto y ver que Nohlem le seguía el chiste se sentía tan bien como revivir una puesta de sol en compañía. Esas de tonos vibrantes que ya no tenían.
-Buenooo y nosotros también adoramos a los nuestros -Replicó con la misma burla. -Otra cosa ya es que te miren peor, pero oye! ¡Al menos somos legales!
Decirlo en aquel contexto era gracioso porque por suerte, la irrealidad del contexto le quitaba peso a una situación que en otras circunstancias le habría resultado hasta triste. Ethan se rió con suavidad ante el ataque irónico de Nohlem mientras se recolocaba en la cama para poderle tener de frente y no de lado, su pierna buena encogida sobre la cama mientras la mala seguía colgando por el lateral.
-Si tu supieras… Encontrar a un chico rico, atento y encima al que le gusten otros hombres es como buscar una flor en esta ciudad, existen sí, pero vete tú a saber donde. -Le dio la razón con una sonrisa de medio lado, encogiéndose de hombros. -Si pudiéramos atravesar mundos, de alguna forma que no fuera regresar a este sitio, te iría a visitar sin dudarlo. Quien sabe, quizá el encanto de una ciudad antigua me enamora más que la vida frenética de mi ciudad.
Por un momento, un breve momento, se permitió plantearse la sola idea de un futuro idílico. Se vio con su ordenador en el regazo, saludando a Aniol en una videollamada divertida o recorriendo el mundo en diferentes transportes con parte del miedo ya curado solo por volver a encontrarse con Connor. Pensó, por un solo instante, lo bonito que sería si el resto de mundos estuvieran conectados y si al menos, en sueños, fuera capaz de visitar los grandes desiertos de los que hablaba Airi o los jardines acristalados de los que tantas veces había presumido Nohlem. Era un final feliz, uno donde con cierta modestia podía intentar retomar sus estudios y encaminar sus oposiciones. Ojalá, ojalá que esa fuera la posibilidad más certera.
-Además, así podría enseñarte cómo son nuestras bodas. Te llevaría a mil y un sitios, oye, no tengo una mansión espectacular, ni una herencia de ricos, pero me apuesto lo que quieras a que no has estado en un rascacielos! Ni has ido a un cine a color como los nuestros.
Movido por la ilusión de un futuro menos solitario Ethan se incorporó de la cama con un pequeño salto, se situó frente al varmano con una amplía sonrisa en su rostro y entonces se arrodilló frente a él, la pierna buena apoyada en el suelo, la mala, flexionada. Estaba imitando el gesto gentil que en tantas películas había visto, estirando sus manos hacía el felino como si le estuviera ofreciendo una pequeña caja.
-En mi mundo, siempre hay una persona que pide el matrimonio. Se arrodilla así como respeto y saca de algún escondite una cajita con un anillo dentro, tan caro y bonito como cualquiera de los que llevas. Entonces, aprovechando la emoción por la sorpresa, le pregunta a su pareja... -Ethan procedió a aclararse la voz en un acto puro de dramatismo. -¿Señorito Nohlem, quiere usted casarse conmigo? Y, si tienes la suerte de que acepte, le colocas el anillo en el dedo corazón.
Si el joven pelirrojo se dejaba, Ethan cogería su mano derecha con suma gentileza, acariciando su palma mientras tomaba su dedo corazón, el gesto era puro simbolismo pues sin anillo que poder colocar, se dedicó a pasar su coletero doblado por el mismo. Era una práctica meramente teatral, pues en la exageración pomposa del joven londinense, solo le faltaba hacer una reverencia absurda.
-Y esto, es solo el inicio. Le has pedido la mano, ha aceptado, ahora te quedan todas y cada una de las preparaciones. -Se rio por lo bajo, alegré de poder presumir de una bonita tradición. -Si es que, otra cosa no, pero los humanos sabemos montarnos unas buenas fiestas.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 9/9
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Más polvo que sangre
24/12/24, 01:17 am
“Al menos somos legales”.
Arrugó el morro. Aquel comentario se implantó en su cerebro con amargura, a lo personal, una semilla de mala hierba que le hizo sentir juzgado como varmano. Intentar dar a entender a los humanos su visión no-romántica del matrimonio era como intentar domar un miriápodo gigante: improductivo y desagradable, y el primer escaldado si acaso era él. Tampoco estaba en la condición de luchar por su punto de vista, pues cierto era que le gustaban lo bastante las mujeres para que casarse con una no le suponiera ningún trauma. Aspiraba a algo como lo que tenía su padre, sin más, sin quitarle valor a lo que su progenitor había conseguido. Envidia o incapacidad de empatizar por las diferencias, era difícil discernir que es lo que más sentía. Lo que estaba claro es que no le hacía gracia alguna.
En sus siguientes flirteos y bromas sus pupilas se vieron más afiladas, desprovistas del habitual grosor que demostraban con Ethan a raíz del pique que tenía. Definitivamente, ya podían ser las bodas humanas el evento del siglo para tanta comparativa. Al menos se anotó un gol, pues que el londinense le diera la razón en lo exclusivo que era su perfil le hizo sentir particularmente bien. Claro que solo visitas se sentía incompleto, pero… También era una buena dosis de realidad. No eran de distintos barrios ni ciudades, eran de distintos planetas. Lo suyo era tan imposible como lo sería cualquier interés por alguien de menor clase. No podían aspirar a tener casas vecinas y verse todos los días como lo hacía su padre con su amante.
—Eh, Bermellón no es antigua… —reclamó aún a sabiendas que, como todo, tenía las de perder—. Mi ciudad está llena de progreso y cultura, ¿vale?
Sonrió con suficiencia a Ethan cuando mencionó los rascacielos, que… vale, para ser justos el edificio de viviendas medio no pasaba de los 7 pisos, pero si tu ciudad era lo suficientemente moderna y económicamente estable, como Bermellón, podía permitirse tener un mirador de hierro con tanta altura como la Torre Eiffel. El cine a color, por otro lado… Ahí sí que le picó el interés, tal como indicaría su expresión. Además, ¡tampoco era tan lerdo como para rechazar una propuesta de cita!
Poco a poco su competencia se fue diluyendo, dando paso a una curiosidad más abierta cuando Ethan abandonó su lugar en la cama. Su sonrisa era contagiosa, sobre todo cuando la timidez no la embadurnaba impidiendo que surgiera de oreja a oreja tal como estaba sucediendo ahora. Las orejas del granta le apuntaron tan tiesas como las de un murciélago que depende de ellas para valerse, en un intento de entender que estaba haciendo arrodillado como si le fuera a limpiar las botas en la calle… o otra cosa. Le escuchó con atención al ver que efectivamente, no guardaba nada entre las manos.
¿Le estaba pidiendo…?
Vale que fuera de broma, pero…
Sí. Se lo estaba pidiendo.
La sonrisa del varmano zigzageó como una culebrilla en el agua ante la pregunta, desvaneciéndose así, como por arte de magia, el pique que había guardado hasta entonces. Intentó no exteriorizarlo mucho, pero lo cierto es que por dentro se encontraba como Aniol cada vez que contaba el momento mágico en el que la princesa disnei de turno se besaba con el príncipe. No tanto por ser capaz de adueñarse del entusiamo del concepto, le habían criado aséptico al mismo, sino por conocer el valor que tenía para un humano.
Y que era Ethan, claro. Es que era Ethan.
—¿Se supone que tengo que responder? —comentó con la boca chica por no ser capaz de controlar la tonta sonrisa—. Me has puesto el anillo sin esperar mi consentimiento… ¿es una clase de truco para evitar que se os escapen los novios? Vuestro sentido de la propiedad es terrorífico —rio brevemente antes de recoger la mano, observando como haría con una joya real el coletero enrollado que pretendía cortarle la circulación—. No sabía que… los anillos tuvieran ese simbolismo para vosotros.
Puede que no fuera rompedor, pero le daba más argumento a la importancia de su oficio y era bonito, eso tenía que concederlo. Regalar joyas era un acto de poder y cariño habitual en la alta alcurnia, por supuesto, pero darle una connotación más específica… bueno, lo hacía un poco más significativo. Sin moverla miró su mano izquierda, concretamente el anillo dorado forjado por él mismo que decoraba, justo, su dedo corazón. ¿Les habría hecho pensar en algún momento que estaba casado por la posición en la que estaba? Casado consigo mismo, y lo que es peor, con su trabajo. Se rio para sí, bajito. Santos, que grima. Discretamente lo desencajó de la falange con la intención de cambiarlo de lado.
—Vale, pues… Sí que quiero, señorito Ethan —se inclinó hacia delate, mucho más cerca, hasta apoyar los codos sobre las rodillas. Le ardían un poquito las mejillas, pero sonreía con picaresca (y con el corazón acelerado, pero de eso no hablamos)—. ¿Cuáles son las preparaciones ahora? ¿Tenemos que firmar algo? ¿Tengo que regalarte un anillo de vuelta? ¿Cuántos días dura la fiesta? Ilumina a tu pobre esposo, ¡por favor!
Arrugó el morro. Aquel comentario se implantó en su cerebro con amargura, a lo personal, una semilla de mala hierba que le hizo sentir juzgado como varmano. Intentar dar a entender a los humanos su visión no-romántica del matrimonio era como intentar domar un miriápodo gigante: improductivo y desagradable, y el primer escaldado si acaso era él. Tampoco estaba en la condición de luchar por su punto de vista, pues cierto era que le gustaban lo bastante las mujeres para que casarse con una no le suponiera ningún trauma. Aspiraba a algo como lo que tenía su padre, sin más, sin quitarle valor a lo que su progenitor había conseguido. Envidia o incapacidad de empatizar por las diferencias, era difícil discernir que es lo que más sentía. Lo que estaba claro es que no le hacía gracia alguna.
En sus siguientes flirteos y bromas sus pupilas se vieron más afiladas, desprovistas del habitual grosor que demostraban con Ethan a raíz del pique que tenía. Definitivamente, ya podían ser las bodas humanas el evento del siglo para tanta comparativa. Al menos se anotó un gol, pues que el londinense le diera la razón en lo exclusivo que era su perfil le hizo sentir particularmente bien. Claro que solo visitas se sentía incompleto, pero… También era una buena dosis de realidad. No eran de distintos barrios ni ciudades, eran de distintos planetas. Lo suyo era tan imposible como lo sería cualquier interés por alguien de menor clase. No podían aspirar a tener casas vecinas y verse todos los días como lo hacía su padre con su amante.
—Eh, Bermellón no es antigua… —reclamó aún a sabiendas que, como todo, tenía las de perder—. Mi ciudad está llena de progreso y cultura, ¿vale?
Sonrió con suficiencia a Ethan cuando mencionó los rascacielos, que… vale, para ser justos el edificio de viviendas medio no pasaba de los 7 pisos, pero si tu ciudad era lo suficientemente moderna y económicamente estable, como Bermellón, podía permitirse tener un mirador de hierro con tanta altura como la Torre Eiffel. El cine a color, por otro lado… Ahí sí que le picó el interés, tal como indicaría su expresión. Además, ¡tampoco era tan lerdo como para rechazar una propuesta de cita!
Poco a poco su competencia se fue diluyendo, dando paso a una curiosidad más abierta cuando Ethan abandonó su lugar en la cama. Su sonrisa era contagiosa, sobre todo cuando la timidez no la embadurnaba impidiendo que surgiera de oreja a oreja tal como estaba sucediendo ahora. Las orejas del granta le apuntaron tan tiesas como las de un murciélago que depende de ellas para valerse, en un intento de entender que estaba haciendo arrodillado como si le fuera a limpiar las botas en la calle… o otra cosa. Le escuchó con atención al ver que efectivamente, no guardaba nada entre las manos.
¿Le estaba pidiendo…?
Vale que fuera de broma, pero…
Sí. Se lo estaba pidiendo.
La sonrisa del varmano zigzageó como una culebrilla en el agua ante la pregunta, desvaneciéndose así, como por arte de magia, el pique que había guardado hasta entonces. Intentó no exteriorizarlo mucho, pero lo cierto es que por dentro se encontraba como Aniol cada vez que contaba el momento mágico en el que la princesa disnei de turno se besaba con el príncipe. No tanto por ser capaz de adueñarse del entusiamo del concepto, le habían criado aséptico al mismo, sino por conocer el valor que tenía para un humano.
Y que era Ethan, claro. Es que era Ethan.
—¿Se supone que tengo que responder? —comentó con la boca chica por no ser capaz de controlar la tonta sonrisa—. Me has puesto el anillo sin esperar mi consentimiento… ¿es una clase de truco para evitar que se os escapen los novios? Vuestro sentido de la propiedad es terrorífico —rio brevemente antes de recoger la mano, observando como haría con una joya real el coletero enrollado que pretendía cortarle la circulación—. No sabía que… los anillos tuvieran ese simbolismo para vosotros.
Puede que no fuera rompedor, pero le daba más argumento a la importancia de su oficio y era bonito, eso tenía que concederlo. Regalar joyas era un acto de poder y cariño habitual en la alta alcurnia, por supuesto, pero darle una connotación más específica… bueno, lo hacía un poco más significativo. Sin moverla miró su mano izquierda, concretamente el anillo dorado forjado por él mismo que decoraba, justo, su dedo corazón. ¿Les habría hecho pensar en algún momento que estaba casado por la posición en la que estaba? Casado consigo mismo, y lo que es peor, con su trabajo. Se rio para sí, bajito. Santos, que grima. Discretamente lo desencajó de la falange con la intención de cambiarlo de lado.
—Vale, pues… Sí que quiero, señorito Ethan —se inclinó hacia delate, mucho más cerca, hasta apoyar los codos sobre las rodillas. Le ardían un poquito las mejillas, pero sonreía con picaresca (y con el corazón acelerado, pero de eso no hablamos)—. ¿Cuáles son las preparaciones ahora? ¿Tenemos que firmar algo? ¿Tengo que regalarte un anillo de vuelta? ¿Cuántos días dura la fiesta? Ilumina a tu pobre esposo, ¡por favor!
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Más polvo que sangre
26/12/24, 12:57 am
Ethan no pudo evitar reírse ante su respuesta. Le hacía feliz hablar de temas banales, de un futuro esperanzador y de sueños estúpidos, que precisamente por serlo, le traían a una juventud que llevaba tiempo perdida. Por ello observó atento todas y cada una de las reacciones que Nohlem le regalaba, con la curiosidad viva y una sonrisa desbordando su rostro.
-Que va -Le respondió en el mismo tono de comedia, sacándole la lengua brevemente. -Te lo he puesto porque sabía que no podrías resistirte a mis encantos.
La cercanía hizo que el rojo oscuro que adornaba las mejillas del felino se vieran contagiadas de un matiz rosa claro en las suyas propias, dejando que aquel incidente compartido lejos de echarle para atrás en una muestra de timidez, le llenara de valor para querer seguir la broma. Que Nohlem le preguntara solo fue como echar gasolina al incendio, pues mientras sus interrogantes seguían el joven londinense ya le tenía sujeto por ambas manos, empujando con suavidad hacía atrás mientras se incorporaba para animarle a seguir sus pasos.
-¡Y claro que sí! ¡Un anillo de boda es importantísimo! Pero el que te he dado no es el definitivo, obviamente. -Apenas pudo contener la risa al ver la cinta mal colocada sobre su dedo. -Ese es el de pedida, cuando sea la boda, habremos escogido ambos un par que nos gustase mucho mucho mucho, al fin y al cabo los vamos a llevar el resto de nuestra vida -Carraspeó.- o bueno, mientras sigamos casados, al menos.
Le dedicó una sonrisa pilla, mientras daba un par de pasos hacía atrás y le instaba a girar como si estuviesen haciendo un baile de salón improvisado. Aún quedaba mucho discurso por delante y para algo verdaderamente bonito que parecían tener los humanos en exclusiva, quería presumir correctamente de ello, por eso fue, que se quiso guardar para sí el excesivo número de divorcios que tenían en su época. En la que Nohlem iba por la mitad de la vuelta, Ethan lo pararía en seco, reteniendo al chico justo cuando le estaba dando la espalda para quedarse abrazado a él.
-Espera un momento aquí, esposa mía.
Le susurró con un encanto casi lascivo, puramente teatral mientras se despegaba de él para regresar a la cama. Esta vez, el foco era muy distinto y mientras pensaba mantener al varmano como su principal víctima ante su dulce ignorancia decidió darle un descanso en lo que recogía la sabana para tenderla al frente.
-La preparación no puede hacerse de la noche a la mañana, uno necesita planificar quienes vendrán, cuando vendrán y donde sucederá el gran evento! Una boda estándar suele tener el casamiento, una gran comida y luego, por supuesto, la fiesta, pero nada de eso es lo más importante. -Regresó a su lado con la manta recogida entre sus brazos, y sin consultar empezó a envolverle con ella a la altura del pecho, fingiendo así un busto corazón mientras dejaba que el largo de la tela hiciera de falda fingida. Un vestido simple, pero que valdría como muestra. -Lo más importante es sin duda escoger el vestido, o los trajes, pero en mi mundo el vestido de la novia tiene tanta importancia que no solo se hacen a medida, si no que el marido estrictamente hablando no lo puede ver hasta el momento donde se encuentren frente al altar. La novia siempre es la estrella, así que tiene que ser si o si la persona más guapa de ese día.
-Que va -Le respondió en el mismo tono de comedia, sacándole la lengua brevemente. -Te lo he puesto porque sabía que no podrías resistirte a mis encantos.
La cercanía hizo que el rojo oscuro que adornaba las mejillas del felino se vieran contagiadas de un matiz rosa claro en las suyas propias, dejando que aquel incidente compartido lejos de echarle para atrás en una muestra de timidez, le llenara de valor para querer seguir la broma. Que Nohlem le preguntara solo fue como echar gasolina al incendio, pues mientras sus interrogantes seguían el joven londinense ya le tenía sujeto por ambas manos, empujando con suavidad hacía atrás mientras se incorporaba para animarle a seguir sus pasos.
-¡Y claro que sí! ¡Un anillo de boda es importantísimo! Pero el que te he dado no es el definitivo, obviamente. -Apenas pudo contener la risa al ver la cinta mal colocada sobre su dedo. -Ese es el de pedida, cuando sea la boda, habremos escogido ambos un par que nos gustase mucho mucho mucho, al fin y al cabo los vamos a llevar el resto de nuestra vida -Carraspeó.- o bueno, mientras sigamos casados, al menos.
Le dedicó una sonrisa pilla, mientras daba un par de pasos hacía atrás y le instaba a girar como si estuviesen haciendo un baile de salón improvisado. Aún quedaba mucho discurso por delante y para algo verdaderamente bonito que parecían tener los humanos en exclusiva, quería presumir correctamente de ello, por eso fue, que se quiso guardar para sí el excesivo número de divorcios que tenían en su época. En la que Nohlem iba por la mitad de la vuelta, Ethan lo pararía en seco, reteniendo al chico justo cuando le estaba dando la espalda para quedarse abrazado a él.
-Espera un momento aquí, esposa mía.
Le susurró con un encanto casi lascivo, puramente teatral mientras se despegaba de él para regresar a la cama. Esta vez, el foco era muy distinto y mientras pensaba mantener al varmano como su principal víctima ante su dulce ignorancia decidió darle un descanso en lo que recogía la sabana para tenderla al frente.
-La preparación no puede hacerse de la noche a la mañana, uno necesita planificar quienes vendrán, cuando vendrán y donde sucederá el gran evento! Una boda estándar suele tener el casamiento, una gran comida y luego, por supuesto, la fiesta, pero nada de eso es lo más importante. -Regresó a su lado con la manta recogida entre sus brazos, y sin consultar empezó a envolverle con ella a la altura del pecho, fingiendo así un busto corazón mientras dejaba que el largo de la tela hiciera de falda fingida. Un vestido simple, pero que valdría como muestra. -Lo más importante es sin duda escoger el vestido, o los trajes, pero en mi mundo el vestido de la novia tiene tanta importancia que no solo se hacen a medida, si no que el marido estrictamente hablando no lo puede ver hasta el momento donde se encuentren frente al altar. La novia siempre es la estrella, así que tiene que ser si o si la persona más guapa de ese día.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 9/9
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Más polvo que sangre
06/01/25, 09:05 pm
Nohlem bufó por la nariz, dándole la razón sin concederle palabra. Es verdad que no habría dicho que no, pero era mejor así, sin ponerse en evidencia. Le siguió de pie, sin tener claro ni cuanto ni hasta donde iba a llegar el teatrillo; conociendo al humano bien podría inventarse una ceremonia y él no distinguirla nunca. Podía desconfiar de lo que dijera, pero las líneas de la broma y la realidad empezaban a ser demasiado finas para saber cuando cuestionarlas. Echada a un lado esa pequeña desconfianza del pueblerino que ha oido demasiadas veces que viene el lobo, Nohlem se miró la mano para reírse de su “anillo” de pedida.
—Phew, menos mal. No quiero que se me engangrene el dedo.
Sopló otra risa al ver como le guiaba en baile, pensando en lo difícil que era escapar de Ethan y sus ya plurales bailes sin música. No es que hubieran sido tantos, pero sí más de los que se habría imaginado teniendo tras su negativa inicial eones atrás. En lugar de quejarse, burlarse de la situación o dejarse ganar por la vergüenza, visto que el enemigo era más fuerte que él Nohlem silbó una canción como acompañante mientras daba la vuelta. No pensó en las connotaciones de su última frase ni enlazó a divorcios -pues ni eran frecuentes en su mundo-, demasiado metido en lo tonto del momento. El silbido murió a medias, cuando se encontró abriendo los ojos en lo que había sido un momento de concentración, sin Ethan en su campo de visión. El abrazo le hizo vacilar, pero fue el género del “esposa” y lo sugerente de su tono lo que le descolocó del todo.
—Eh…
Se quedó quieto, sin saber bien que esperar. Por lo que decía Ethan una boda humana no era muy diferente a las fiestas importantes que se marcaban sus padres, y si bien él había aprendido a aprovecharlas y disfrutarlas a su pícara manera, sabía bien de primera mano el dolor en el culo que llegaban a ser a la hora de códigos, etiqueta y montaje.
—Estoy familiarizado con eso, sí… —irónico, la última gran fiesta había sido para la alianza de su hermana. Inocentemente apartó los brazos para dejarse hacer en lo que fuera que pretendiera el otro, sin entender el rito de envolverle como un canelón. No veía el vestido en ninguna parte, no hasta que el chico no mencionó que supuestamente lo era.
Llevar falda o vestido como hombre en Varmania no era nada fuera de lugar, si acaso que tenían otro tipo de corte por las diferencias físicas o la falta de curvas, pero nada más. En su familia siempre habían sido más de traje y pantalón por costumbre, pero era un gusto tan personal como otro. Por eso no fue la ropa ni la tradición lo que le extrañó, sino, una vez más… el género que Ethan usaba con él.
—Pero- no entiendo —comentó finalmente, sujetándose la sábana por el busto para que no se le cayera—. ¿Por qué soy la novia? ¿No era que os podíais casar entre hombres? ¿Tengo que hacer el rol de mujer o- o algo así? Que no me importa serlo de ser el caso, pero… —otra risa en forma de soplido, con una sonrisa de medio lado y la incógnita plasmada en la curva que hacían sus cejas. Humanos y sus extraños roles de género—. No sé, me esperaba algo menos… —¿como decirlo sin ser ofensivo? Soltó una mano e hizo algunos gestos poco legibles al aire, sin expresarse—, …falso. O sea ¡es muy bonito!, todo lo del anillo y la sorpresa, solo imaginaba algo más… Um, menos hetero, esposo mío.
¡Ah! ¡A lo mejor por eso Aniol quería ser una princesa! Las princesas siempre se casaban al final. Tenía que ser una cosa de roles.
—Phew, menos mal. No quiero que se me engangrene el dedo.
Sopló otra risa al ver como le guiaba en baile, pensando en lo difícil que era escapar de Ethan y sus ya plurales bailes sin música. No es que hubieran sido tantos, pero sí más de los que se habría imaginado teniendo tras su negativa inicial eones atrás. En lugar de quejarse, burlarse de la situación o dejarse ganar por la vergüenza, visto que el enemigo era más fuerte que él Nohlem silbó una canción como acompañante mientras daba la vuelta. No pensó en las connotaciones de su última frase ni enlazó a divorcios -pues ni eran frecuentes en su mundo-, demasiado metido en lo tonto del momento. El silbido murió a medias, cuando se encontró abriendo los ojos en lo que había sido un momento de concentración, sin Ethan en su campo de visión. El abrazo le hizo vacilar, pero fue el género del “esposa” y lo sugerente de su tono lo que le descolocó del todo.
—Eh…
Se quedó quieto, sin saber bien que esperar. Por lo que decía Ethan una boda humana no era muy diferente a las fiestas importantes que se marcaban sus padres, y si bien él había aprendido a aprovecharlas y disfrutarlas a su pícara manera, sabía bien de primera mano el dolor en el culo que llegaban a ser a la hora de códigos, etiqueta y montaje.
—Estoy familiarizado con eso, sí… —irónico, la última gran fiesta había sido para la alianza de su hermana. Inocentemente apartó los brazos para dejarse hacer en lo que fuera que pretendiera el otro, sin entender el rito de envolverle como un canelón. No veía el vestido en ninguna parte, no hasta que el chico no mencionó que supuestamente lo era.
Llevar falda o vestido como hombre en Varmania no era nada fuera de lugar, si acaso que tenían otro tipo de corte por las diferencias físicas o la falta de curvas, pero nada más. En su familia siempre habían sido más de traje y pantalón por costumbre, pero era un gusto tan personal como otro. Por eso no fue la ropa ni la tradición lo que le extrañó, sino, una vez más… el género que Ethan usaba con él.
—Pero- no entiendo —comentó finalmente, sujetándose la sábana por el busto para que no se le cayera—. ¿Por qué soy la novia? ¿No era que os podíais casar entre hombres? ¿Tengo que hacer el rol de mujer o- o algo así? Que no me importa serlo de ser el caso, pero… —otra risa en forma de soplido, con una sonrisa de medio lado y la incógnita plasmada en la curva que hacían sus cejas. Humanos y sus extraños roles de género—. No sé, me esperaba algo menos… —¿como decirlo sin ser ofensivo? Soltó una mano e hizo algunos gestos poco legibles al aire, sin expresarse—, …falso. O sea ¡es muy bonito!, todo lo del anillo y la sorpresa, solo imaginaba algo más… Um, menos hetero, esposo mío.
¡Ah! ¡A lo mejor por eso Aniol quería ser una princesa! Las princesas siempre se casaban al final. Tenía que ser una cosa de roles.
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Más polvo que sangre
13/01/25, 05:14 pm
-Oh…
Ethan paró de golpe con toda la palabrería al percatarse de que, efectivamente, estaba siendo horrorosamente sexista. Guardó silencio durante unos breves instantes pues el chico, aún sin ser precisamente hetero basico, tenía la deconstrucción justa para haberse ganado una letra del arcoiris. A decir verdad era algo que nunca se había planteado pues ni en la ficción solía haber bodas entre varones. Estaba acostumbrado a ver, eso, féminas de buen ver con pomposos vestidos blancos y a burdos chavales embutidos en el mismo smoking oscuro y aburrido de forma continua.
-Uhm, eh, perdón, si tienes razón. -Pestañeó presa de quien estaba destruyendo un estigma pero ahora tenía que rellenar dicho hueco con algo nuevo. -Perdón, ah, qué desastre.
Se rió de sí mismo mientras giraba en torno a Nohlem hasta tenerlo al frente. Una sonrisa amplía envolvía su rostro avergonzado mientras una de sus manos se rascaba la nuca y la otra se la ofrecía por si quería devolverle la sabana. No tenían porque tener vestido después de todo, aunque ahora le tocaba improvisar sobre la marcha.
-Mi mundo y sus cosas si, uhm, que mal... -Volvió a carraspear sonrojándose por su propio nerviosismo. -Si te soy sincero nunca he visto una boda como tal entre hombres, en plan, he visto fotos y tal pero uhm, van en trajes más aburridos y no se entonces, lo de la tradición de ver llegar a la novia quien se la queda o como deciden quien entra cuando…
Hubo otro breve momento de silencio, principalmente por que ser llamado esposo quedaba demasiado bien cuando lo pronunciaba una voz grave como la del felino. Ethan volvió a reírse, esta vez como una presa que temía ser comida, por lo que desvió la mirada fugazmente en un intento de buscar una escapatoria rápida. ¿Qué más podía decir de las bodas? Después del inicial traspiés no estaba como para encima mencionar que las tenían religiosas o políticas, mucho lío.
-Bueno! Al margen de esto, el resto es igual se case quien se case! -Carraspeo regresando a la cama para meramente sentarse. -Se dan sus votos de sí quiero frente a un altar, muak muak, mucho amor y blabla y pues luego hay un banquete que tampoco importa mucho y lo más importante! La fiesta! Siempre se celebra una a lo grande, baile, música y mucha bebida para celebrar por todo lo grande el evento! uhm ..
Dudó, dudó mucho antes de retomar el contacto visual con el varmano.
-Marido mío? Me aceptas pues como tu otro marido? Nada hetero, sin mujeres y esas cosas.
Ethan paró de golpe con toda la palabrería al percatarse de que, efectivamente, estaba siendo horrorosamente sexista. Guardó silencio durante unos breves instantes pues el chico, aún sin ser precisamente hetero basico, tenía la deconstrucción justa para haberse ganado una letra del arcoiris. A decir verdad era algo que nunca se había planteado pues ni en la ficción solía haber bodas entre varones. Estaba acostumbrado a ver, eso, féminas de buen ver con pomposos vestidos blancos y a burdos chavales embutidos en el mismo smoking oscuro y aburrido de forma continua.
-Uhm, eh, perdón, si tienes razón. -Pestañeó presa de quien estaba destruyendo un estigma pero ahora tenía que rellenar dicho hueco con algo nuevo. -Perdón, ah, qué desastre.
Se rió de sí mismo mientras giraba en torno a Nohlem hasta tenerlo al frente. Una sonrisa amplía envolvía su rostro avergonzado mientras una de sus manos se rascaba la nuca y la otra se la ofrecía por si quería devolverle la sabana. No tenían porque tener vestido después de todo, aunque ahora le tocaba improvisar sobre la marcha.
-Mi mundo y sus cosas si, uhm, que mal... -Volvió a carraspear sonrojándose por su propio nerviosismo. -Si te soy sincero nunca he visto una boda como tal entre hombres, en plan, he visto fotos y tal pero uhm, van en trajes más aburridos y no se entonces, lo de la tradición de ver llegar a la novia quien se la queda o como deciden quien entra cuando…
Hubo otro breve momento de silencio, principalmente por que ser llamado esposo quedaba demasiado bien cuando lo pronunciaba una voz grave como la del felino. Ethan volvió a reírse, esta vez como una presa que temía ser comida, por lo que desvió la mirada fugazmente en un intento de buscar una escapatoria rápida. ¿Qué más podía decir de las bodas? Después del inicial traspiés no estaba como para encima mencionar que las tenían religiosas o políticas, mucho lío.
-Bueno! Al margen de esto, el resto es igual se case quien se case! -Carraspeo regresando a la cama para meramente sentarse. -Se dan sus votos de sí quiero frente a un altar, muak muak, mucho amor y blabla y pues luego hay un banquete que tampoco importa mucho y lo más importante! La fiesta! Siempre se celebra una a lo grande, baile, música y mucha bebida para celebrar por todo lo grande el evento! uhm ..
Dudó, dudó mucho antes de retomar el contacto visual con el varmano.
-Marido mío? Me aceptas pues como tu otro marido? Nada hetero, sin mujeres y esas cosas.
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