Barrio de los Callejones sin Salida

Neil se había abrigado bastante antes de salir. Mientras estaba en el torreón a veces usaba el hechizo calorífico para caldear habitaciones y así no pasar tanto frio, pero prefería ahorrar su magia para la salida en caso de ser necesario, así que se había puesto dos camisetas más de las que se solía poner y se había apretado fuerte la bufanda al cuello. Aunque todos sus compañeros habían salido con armas o escudos, Neil no se había hecho con ninguna, pero no dejaba de repetir una y otra vez todos los hechizos que conocía en su mente y agarrando con fuerza su fiel cuchara de madera en el bolsillo.

Por mucho que intentó disimular su nerviosismo, el aurva no podía evitar mirar en todas las direcciones, asustado de que algo pudiera aparecer por cualquier esquina.

De repente, Guille empezó a pedir ayuda como si se estuviera ahogando. Adru dijo que era algo invisible lo que le estaba ahogando. Pam lanzó arena a la mano que agarraba a Guille y el monstruo invisible dejó ver sus dientes y luego abofeteó a la mona del queso. Neil jadeó asustado mientras el monstruo pareció golpear también a Drusar, ya que este salió volando chocando contra una pared.

Neil no sabía qué hacer. Aunque la realidad era que sí sabía qué hacer, los hechizos que curarían las heridas que el monstruo invisible había dejado en Guille y despertarían a Drusar no paraban de repetirse en su mente una y otra vez, incluso si estaba demasiado nervioso y asustado como para intentar hacer magia podía agacharse a ayudar a Pelusa a levantarse, pero lo único que el aurva podía hacer era mirar fijamente al punto donde había visto los dientes del monstruo, incapaz de hacer nada más que temblar.

¡¡No quiero!!...¡¡no quiero!!...¡¡no quiero!! quiero seguir con ellos"

Guille sintió miedo, mucho miedo. Cada segundo que pasaba perdía mas oxígeno. Sus compañeros se habían dado cuenta, pero no podia evitar tener miedo, su cerebro sabia que algo le habia agarrado y era invisible, fuese lo que fuese, Guillermo sabia que no podrían luchar con ello, su cerebro le decia que huyeran dejándole ahi, pero su corazón gritaba por auxilio. Pronto fue demasiado tarde tanto Pam como Adru se acercaron comenzando a organizarse para liberarle, al rozan al ser, este actuó agresivamente, soltando a Guille y atacando a Pam y a Drusar.

Al soltar sus manos de él, Guille durante un segundo estuvo apunto de caer al suelo, pero intento mantenerse  en pie y alejarse de ahi, lo primero que hizo fue intentar dar una bocanada de aire, lo que fue respondido con unos fuertes y continuos tosidos. Cuando se alejó lo suficiente, se dejo caer al suelo y siguió tosiendo, mientras se llevo las manos a la garganta, y al moverlas otra vez, pudo ver que tenia en ellas restos de sangre, primero quiso asustarse, pero la imagen que vio le dejo sin poder reaccionar, tanto Pam y Drusar estaban tirados en el suelo, y el malo de "Monstruos s.a" estaba atacandoles.

Las cosas se torcieron tan rápidamente y de forma tan confusa que las piernas de Nime dejaron de moverse. Se quedó congelada, confundida y aterrada. Por mucho que se repitiera que la próxima vez que se viesen en problemas haría algo, cuando ese momento llegaba volvía a ser evidente su impotencia.

Hubo quien sí intentó hacer algo, lo que ayudó a la libense a dirigir una mano temblorosa hacia sus armas. Pero entonces Drusar salió disparado, y la mente de Nime solo le pidió correr. Pero no podían, no sin Drusar.
—Drusar… hay que cogerle —balbuceó. Pero no era tan fácil. El monstruo se interponía entre ellos y el asreniano, y Nime sabía que con sus dagas no podía evitar que la atacase como había hecho con los demás. Y con los hechizos que dominaba, menos. Lo único que podía hacer era adoptar una pose defensiva, pero se situó al lado de Guille, que aún intentaba recuperar el aire.

Se apresuró a hacer caso a Pelusa, pero la sucesión de acontecimientos la distrajeron de su propósito inicial. Adru no sabía a dónde mirar: se había posicionado en dirección a la mona del queso para ayudarla, pero al mismo tiempo había visto a la cosa que atacó a Guille y que le había dejado heridas muy feas en el cuello, mientras que Drusar era golpeado por aquel ser. Lo que Nime dijo le hizo fijar su atención en el asreniano momentáneamente, y decidió que tal vez ella podría encargarse de eso. Lanza por delante, trató de clavarla en aquellos grotescos brazos que podían verse del maligno ser.

No se vio venir el golpe por lo que no pudo moverse lo suficiente rápido y de haber podido hacerlo, tampoco se habría conseguido apartar, por que la repentina visión de una hilera de dientes visibles tras Guillle le heló la sangre dejándola paralizada en el sitio. El golpe dolió como un latigazo haciéndole golpear duramente contra el suelo con su mejilla palpitando dolorosamente, con las lagrimas inconscientemente contenidas por el dolor, Pam se quedo momentáneamente aturdida ahí tirada en el piso, casi sin escuchar nada.

Todo le daba vueltas y el dolor en su cara solo hacia que todo su cabeza pareciera palpitar, queriendo estallar. La bofetada había sido fuerte, dolorosa y sin contnción y Pam llevaba ya algo de tiempo sin recibir una. Adolorida y confusa, levanto la vista del suelo para mirar al ser que tras su acción había por fin soltado a Guille, que boqueaba en busca de aire ahí a cierta distancia de ella. Toco su mejilla, caliente y adolorida, buscando incorporarse con dificultad sobre sus piernas que parecian aun algo desestabilizadas.

Los ojos de Pam se posaron sobre lo poco que lograba verse de aquel monstruo, mezcla de miedo , precaución y furia. << Maldito monstruo, te arrancaría los dientes uno a uno >> pensó furiosa, sintiendo ya no solo quemar su mejilla, que no dudaba acabaría amoratándose, pues su piel era realmente sensible a los golpes; sino que también sus ganas cosquilleaba con las ansias de devolverle el golpe, mas duro y mas mortal.

No se dejo llevar por sus ansias suicidad, sin embargo. Ya habían rescatado a Guille, aunque ahora se encontraba con que Drusar también había sido golpeado y que se encontraba allí tirado en el suelo, esperaba que solo inconsciente, a unos metros de ellos. Sentía la cabeza medio embotada por el golpe, como si aquel guantazo hubiese hecho un caos en sus ideas. Realizó un rápido análisis de la situación, acercándose a Guillle rápidamente, el mas cercano y que parecía a punto de sufrir un colapso.

-¡No te toques el cuello! - exclamo Pam rápidamente en cuanto llego hasta el, mirando de reojo a aquel bicho  que se mimetizaba con su entorno. Sus manos trabajando mas rápidas que su mente en se momento, sacaron de la bolsa que se había cosido y que llevaba atada a la cadera, un trozo de tela limpia, enrollada como una venda improvisada, para colocársela a Guille en el cuello cubriendo las herida- Debemos comprobar que Drusar esta bien – añadió antes de mirar hacia Drusar de nuevo- Necesitamos llevarnos a Dusar, rápido. ¡Adru y Milo son los únicos que puede mantenerlo a raya por ahora!- añadió la mona del queso cuya mejilla estaba segura empezaba a perder su tono blanquecino normal con rapidez << Debemos largarnos de aquí, jamas hemos tenido suerte luchando con ningún bicho de esta ciudad >> pensó Pam que intentaba mantener su nivel de sentido común y prudencia, por encima de las fervientes ganas que sentía de devolverle el golpe al monstruo.

El miembro 'Zarket' ha efectuado la acción siguiente: Número Aleatorio

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'Dado de 100 caras' : 21

Neil estaba muy asustado. Adru había conseguido hacer sangrar al monstruo, por lo que un rastro de sangre daba señales de su posición, pero Drusar no parecía que pudiera echarse a correr en ese momento y eso era lo único que quería hacer Neil.

- ¿Qué hacemos?- preguntó temblando a nadie en específico, pero paseando su mirada rápidamente entre los que él consideraba los adultos del grupo o los más maduros.

Eitne se quedó anclado en el suelo y no supo hacer nada más que mirar a un lado y al otro mientras la criatura invisible hacía estragos. Su cabeza seguía una pelota de tenis invisible de Drusar a Guille, de Guille a Pam, de Pam a Adru... Y entonces la sinhadre dio con su lanza al ser y un borbotón de sangre negra le hizo soltar un grito y taparse con los escudos. También lo devolvió a la realidad.

El niño miró de nuevo a un lado y otro, esta vez tomando conciencia de dónde estaban y qué estaba pasando. Pam se había levantado y atendía a Guille, que estaba bien; Rena ayudaba a Drusar, que estaba vivo... «Tengo que hacer algo», supo. ¿No habían dicho que se tenían que cuidar? «Tengo que hacer algo», se repitió, y la voz temblorosa de Neil se lo subrayó. Así, decidió que lo que haría no sería ayudar a los heridos, ni ponerse a salvo, ni atacar al bicho de forma segura. No, lo que tenía que hacer era demostrar su valía con un hechizo poco confiable. Estaba tan seguro como mal despierto.

Eitne respiró hondo, pidió al demiurgo soltura de lengua y se preparó para lanzar un pulso púrpura, esta vez bien. El daeliciano estaba convencido de que, si lo pensaba con fuerza, saldría el efecto más poderoso de todos: una enorme columna de fuego achicharrador.

Primera tirada:

Segunda tirada:

El miembro 'Yber' ha efectuado la acción siguiente: Número Aleatorio

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#1 'Dado de 100 caras' : 80

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#2 'Dado de 100 caras' : 63

El hechizo se murió en sus dedos y a Eitne se le descompuso la cara. Inmediatamente, dio un par de pasos atrás evitando mirar a sus amigos, avergonzado. Si no era capaz de realizar el hechizo que más había practicado, no sería capaz de hacer nada. Se le encogió el estómago y supo que quería correr. Eitne se acercó a Guille y Nime y deseó que sus ganas de alejarse fueran compartidas con todo el grupo.

"Es culpa mia, es culpa mia, es culpa mia" era lo único que podia repetirse mientras continuaba tosiendo, él habia dicho que salieran era su culpa, y él era el que se habia dejado coger por ese monstruo. No se dio cuenta que Nime estaba a su lado hasta que Pam le grito que no se tocara el cuello, entonces rápidamente la vio sacar una venda y taparle las heridas del cuello, Guille la miro a los ojos asustado, su mirada estaba a medio camino del pánico y la culpa. No podia evitar ver a Pam tan lejos, eran tan distintos, ella era tan fuerte, y el tan poco.

-Es culpa mia...-se quedo ahi en el suelo.

Adru estaba haciendo frente al monstruo, consiguiendo incluso clavarle la lanza en el brazo, siendo ahora visible gracias a la sangre. Sabia de sobra que Adru era impresionante pero verla ahi lucha, con todas sus fuerzas, le dejo ahi parado, deseando poder tener alguna vez una parte de su valor.

Eitne con la cara descompuesta se acerco a ellos, tenían que pensar rápido, Guille se esforzaba por pensar, por poder ser util en algo, aunque sin duda eso superaba a un niño de su edad, no pudo hacer otra cosa que colocarse su escudo y arrimarse aun más a Nime y Eitne, esperando ordenes.

Su ataque tuvo éxito, por lo que la sinhadre se mantuvo a la defensiva interponiendo la lanza entre ella y la criatura mientras Pelusa y Rena se encargaban de ayudar a Drusar y Guille. Si el ser no volvía a atacarles, la edeel no intentaría provocarle, pero si notaba algún movimiento extraño en el reguero de sangre que indicaba su posición aproximada no dudaría en volver a hacerle frente empleando la lanza, buscando provocarle una herida similar para disuadirle de volver a atacar a sus amigos.
—¡No es culpa tuya, Guille! —Se apresuró a replicar a las disculpas que musitaba el pequeño humano—. La culpa es de este monstruo cobarde, que ni siquiera es capaz de dar la cara para enfrentarse a nosotros.

Todo ocurrió en un instante, pero fue suficiente para que Eitne se reconociera muerto. Bastó el mordisco inicial para que el Daeliciano gritara y descubriera que no se puede tartamudear un chillido de dolor. Los ojos se le llenaron de lágrimas a la vez que cayó al suelo. El golpe lo dejó sin aliento. Volvió a gritar. El monstruo lo arrastró y él se tapó la cara con los escudos de los brazos. Su ropa se abrió a su espalda y el roce contra el suelo le abrió la piel, dejando un rastro de sangre cyan tras él. Eitne trató de mirar hacia atrás en un gesto de súplica, pero el dolor que provenía de su rodilla derecha le obligó a apretar los ojos.

—!Socorro! —logró articular—. ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Socorro!

Nada le había dolido tanto en la vida como ese instante y ningún otro instante había durado tanto. Con cada lengüetazo, un relámpago y un trueno, un chillido más. Eitne no podía abrir los ojos, pero sentía la sangre empapándole el cuerpo y el fuego en la espalda. Junto a la tormenta en la rodilla, el niño sentía su cuerpo como una marabunta de desastres naturales. Eitne supo cual era su destino, pero no supo aceptarlo.

El niño agitó su cuerpo tanto como le dejara la bestia en un intento desesperado de zafarse de ella.

—¡No quiero morirme! ¡No quiero morirme! —chilló suplicante, llorando, hasta que el dolor le rompió la voz.

¿Por qué tardaban tanto en ayudarle?