Barrio Derruido

Casi lamentó haber llamado temerario a Kud, porque Xalk, cuando quería, le daba mil vueltas. Pero era inútil puntualizarlo en ese momento, mientras daba cuenta del gusano de forma poco limpia. Sin embargo su ataque marcó el final de la pelea, en apariencia. Cío comprobó su tangibilidad, aliviado, y observó el cuerpo muerto. «¿Habría sido muy diferente si esto hubiera pasado antes de la Luna? Bueno, en realidad eso ya da igual». Vio a Archi acercarse, pero él se quedó donde estaba, pillándole por sorpresa la súbita apertura del cuerpo. De él emergieron unos insectos coloridos y brillantes semejantes a polillas, probablemente de la misma familia o una cercana. El irrense no los pudo identificar muy bien porque no paraban de revolotear.

Justo cuando pensó que los insectos solamente iban a huir de su huésped, o lo que aquello fuera, dándoles sencillamente un bonito espectáculo, notó la rigidez. Trató de dar un paso atrás para esquivar a las mariposas, pero no hubo respuesta. Sentía los músculos entumecidos, incluso en la cara, pero aquel estado de parálisis excluía los brazos, indicando que el veneno afectaba a los músculos y no a los nervios. «¿Y si es mortal? ¿Y si no es reversible?» pensó preocupado. Por un momento creyó que dependían de Xalkoth –sonase mal o no–, pero entonces recordó que no necesitaba moverse para apuntar. La única pega era que el hechizo que había aprendido era preciso de más para cargarse un grupo de puntos pequeños y móviles. Aun así y por una vez, aquellos brazos que le habían dado tantos problemas podían ser útiles, y sin pensar en las consecuencias empezó a disparar su único hechizo ofensivo a donde veía grupos mayores de insectos, siempre que estuvieran en su punto de mira.

El clinger se centró en utilizar su tenaza para provocar tantos daños como fuera posible, y los resultados fueron mucho más exitosos de lo que había previsto. Entre todos consiguieron tumbar definitivamente a la criatura, y no podía decirse que su muerte hubiera sido rápida o indolora.

Sin embargo el peligro no terminó ahí, aunque de ese detalle el insecto no fue consciente. Cuando la oruga se abrió en canal ella solita no pudo sino abrir la boca y soltar un “Ohhhhhh” continuo e interminable mientras las mariposas salían de su interior. – Pero qué bonitas son. ¡WIIII!

Habría empezado a dar saltitos y vueltas a su alrededor si no fuera porque Archi le advirtió en ese momento sobre ellas. –Lepi… lepodipte… ¿lepidoqué? –Y entonces comprendió la situación de un plumazo. – ¡Oh no! ¡Mariposas asesinas! Esperad que ahora las abanico, y a vosotros.

Sí, abanicar. La idea que tuvo Xalkoth consistió en agarrarse al suelo, apuntar con su espalda hacia el grupo y las mariposas y luego batir las primeras con todas sus fuerzas. El resultado fue una ventolera que barrió a todos los presentes, apartando el polvillo de sus compañeros y redirigiéndolo sobre los insectos voladores.

Kudryavka

Cuando la oruga calló, el ruso se permitió un rugido de victoria que ponto quedó silenciado cuando las mariposas explotaron hacia el exterior.

>>Parece que hemos derrotado a un boss o algo...

El ruso se llevó el bõ al hombro y, antes de que se diera cuenta, todo su cuerpo se tensó. Inmovil, miró hacia los demás si les pasaba lo mismo.

>> Dark Souls... Se me sigue olvidando que aqui es como Dark Souls...

Gruñió enmudeciamente mientras peleaba por retomar el control de su cuerpo, sin ningún resultado aparente. Cuando Archi barrió el polvo de su cola, el ruso comenzó a zarandearla violentamente, como un animal acorralado, para luego intentar barrerse de encima el resto del polvo. Para antes de que hubiera logrado nada, el clinger habia sacado su pokemon interior y, con un fuerte aleteo, les habia barrido el polvo de encima y puede que algo más.

Lo primero que hizo el vánara al verse libre fue sacudirse violentamente. Y entonces comenzó a pegar pequeños saltos en carrera, mientras estiraba sus miembros. Habia sido especialmente incómodo el verse recluido a tal rigidez y sentia que si no hacia aquellos movimientos iba a explotar. Chillando y resoplando histericamente, el vánara localizó a las mariposas y corriendo a cuatro patas, se abalanzó furioso sobre ellas, cogiendolas con las manos y espachurrandolas, a algunas con la boca y destrozandolas a bocados, pronto el ruso se quedó con las manos colgando a ambos costados, repletas de polvo paralizante, así como una mueca no voluntaria en su cara, con la lengua cayendo por una comisura, paralizada tambien. Escupió los restos de las polillas con dificultad y procedió a intentar seguir apachurrandolas con los pies, tarea que se probó aún más dificil pues tenia que dar saltos notablemente más largos y carecia del uso de sus manos.

Sigue en la Sede de los Taumaturgos.

Por suerte Archime no tuvo que sentirse inútil durante mucho rato más, pues la acción de Xalkoth barrió a los lepidópteros, provocando que el polvo se dispersase y, una vez se vieron libres de él en gran medida, el grupo pudo volver a moverse ya que se trataba de una parálisis muscular localizada y no parecía que los efectos fuesen muy duraderos. Lo primero que hizo el biomecánico fue protegerse con un campo de fuerza para así evitar que los insectos volviesen a incapacitarlo para realizar magia, aunque ahora que todos podían colaborar en su exterminio la situación se tornó mucho más sencilla. Aun teniendo un considerable grado de peligrosidad, especialmente por su cantidad, eran tan frágiles como cualquier mariposa y unos cuantos hechizos por parte de los tres magos bastaron para deshacerse de ellas sin mayores incidentes. Aun así, la situación podría haberse complicado notablemente de no ser porque Xalkoth había quedado libre de la parálisis y porque Cío podía mover ambos brazos, aunque el polvo probablemente se agotase al cabo de un tiempo, el grupo hubiese quedado totalmente a merced de los depredadores que sabían que poblaban la ciudad.

El irrense lamentaba no haber podido realizar ninguna fotografía de aquellos animales todavía vivos pero se las hizo a los cadáveres tanto de la oruga como de los lepidópteros que habían salido de su interior. Más tarde actualizaría su base de datos con aquellas nuevas criaturas anotando sus características.
—¿Regresamos?
El irrense quería volver cuanto antes a la biblioteca y sumergir el hocico en algún grimorio. Quería aprender algún hechizo útil para emplear con una sola mano.

Sigue en la Torre en Serpentaria.

La acción de Xalkoth hizo que los demás pasaran a poder moverse. Era un alivio enorme descubrir que el efecto paralizante era tan efectivo como poco duradero. El gusano o las polillas coloridas estaba claro que no eran animales normales, pero eso le importaba poco y menos al raigaurum mientras trataba de quitárselas de encima. El uso de la electricidad no tenía sentido contra criaturas tan pequeñas que rehuían de posarse en su cuerpo, pero no pensaba dejarlas librarse de sus manotazos si podía alcanzarlas. Si lo lograba, porque aunque por fin se vio libre en lo que al resto del cuerpo respectaba, sentía una debilidad fuera de serie, que le afectaba sobre todo a las piernas. Hincó una rodilla en el suelo y notó cómo temblaba. La cabeza le empezaba a dar vueltas también.

—Me he pasado —murmuró, mirando cómo sus compañeros terminaban con las mariposas restantes—. Me he pasado un huevo.
Y qué rabia le daba. Los otros no tenían limitaciones tan bajas, tal vez sí antes, pero ahora… «me dejé engañar por cómo lo hacen los demás. Puedo mejorar, pero no llegar a su nivel». Apretó los dientes y terminó de sentarse en el suelo cuando todo hubo acabado.
—Solo… dadme un momento, solo —le respondió a Archi, tratando de calmar su respiración—. Estaré en pie en un minuto.
Prefería no pedir ayuda para volver a la sede, lo que no quería decir que la rechazase si alguien se la ofrecía.

Sigue en la Capilla de los Nombres.

Cuando Eorlir vio al monstruo, su mente quedó en blanco. Se le secó la boca, e intentó alcanzar el estoque, manoteando de forma nerviosa. Sin embargo, antes de poder hacer nada, Ina le cogió de la muñeca y echó a correr. Eorlir no pudo hacer más que correr detrás de ella para no caerse al suelo. Una vez empezó a correr ya no pudo parar. Sólo era consciente de poner un pie detrás del otro a toda velocidad, sin atreverse ni a mirar atrás. Al cabo de lo que le pareció mucho tiempo corriendo, Ina paró. Él se apoyó contra una pared, intentando recuperar el aliento y calmar su corazón desbocado. Miró a Ina ante su pregunta.

-No lo sé... Deberíamos ir a buscarles... no... no pueden estar muy lejos, ¿no...?  "a menos que el monstruo..."  

Asintió y echó a andar al lado de Ina. No había estado en esas calles antes y, por lo tanto, no las tenía en ningún mapa. No quiso decir nada, albergando la esperanza de encontrar un punto de referencia antes de que alguien o algo les saliera al paso de nuevo. Sin embargo, fue ella la que se detuvo y, muy asustada, formuló la pregunta que le rondaba por la mente. Negó con la cabeza lentamente.

-No sé dónde estamos. No me suena...  -la miró, intentando no dejar que la desesperación le invadiera. La abrazó brevemente cuando empezó a llorar-. Tranquila, Ina... vamos, no podemos pararnos ahora. Tenemos que seguir moviendonos, ¿vale...?  -cuando su aurva se calmó y pudo levantarse, echaron a andar. Dejó que ella guiara, mientras él intentaba reconocer algo de esa parte de la ciudad.