Barrio Derruido
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Rocavarancolia Rol
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- Rocavarancolia Rol
Barrio Derruido
03/08/11, 10:56 am
Recuerdo del primer mensaje :
Zona más castigada de la ciudad. Apenas tiene edificios enteros, casi todo son escombros.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Barrio Derruido
27/07/24, 11:23 pm
Mara la siguió con una sonrisa estúpida que fue decreciendo cada vez más hasta convertirse gradualmente en un ceño fruncido y una expresión de desagrado.
—¿Ahora me haces el vacío? Hay que ver... Pues a la gente maleducada sí que no le doy más explicaciones, faltaría más.
Después de eso el demonio se cruzaría de brazos y le seguiría en esa pose levitando a cierta distancia. A medio camino se pondría a silbar una melodía completamente aleatoria que apareció en su mente, (probablemente era algo que solía tararear o silbar el unicornio yonqui, pero qué importaba), manteniendo una expresión de disgusto con una ceja arqueada. En realidad, se notaba que le daba igual y estaba haciendo tanto teatro como había estado haciendo casi todo el tiempo.
Sus silbidos subirían de intensidad según se acercaban cada vez más al Torreón Silente, aunque no estaba claro de si lo había hecho de forma consciente o inconsciente.
—¿Ahora me haces el vacío? Hay que ver... Pues a la gente maleducada sí que no le doy más explicaciones, faltaría más.
Después de eso el demonio se cruzaría de brazos y le seguiría en esa pose levitando a cierta distancia. A medio camino se pondría a silbar una melodía completamente aleatoria que apareció en su mente, (probablemente era algo que solía tararear o silbar el unicornio yonqui, pero qué importaba), manteniendo una expresión de disgusto con una ceja arqueada. En realidad, se notaba que le daba igual y estaba haciendo tanto teatro como había estado haciendo casi todo el tiempo.
Sus silbidos subirían de intensidad según se acercaban cada vez más al Torreón Silente, aunque no estaba claro de si lo había hecho de forma consciente o inconsciente.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: Barrio Derruido
03/01/25, 03:39 pm
Rick tenía razón, no estaban seguros allí. Lo que le fastidiaba porque eso significaba que debía de pasar a la acción y dejar de admirar en secreto las lucecitas que emitía Nohlem. Entre tanto edificio derruido y polvo levantándose era lo único que le parecía hermoso de por allí, pero no tocaba.
Tan pronto como Ethan le dedicó una mirada fugaz el niño aceptó ser cargado por sus brazos, al principio no entendió su propósito pero una vez lo levantó y empezó a correr por las calles se dejó hacer, murmurando en voz baja las primeras palabras de su hechizo. En los últimos días había entrenado de diferentes maneras, pero es que además coordinarse con el medio japonés siempre le resultó más sencillo que con el resto.
De modo que conjuró pasándose las yemas de los dedos por sus párpados con una entonación familiar. A medida que aquel toque describió la forma de sus ojos una niebla blanquecina comenzó a envolverlos como si se trata de un antifaz mágico. Aquella humareda espesa flotaba más allá de sus lagrimales con un efecto suspendido similar al del agua. Pero lo más importante no era ese detalle, si no que la visión de Aniol ya no se encontraba allí.
La sensación era extraña. Podía ver las callejuelas de alrededor con la facilidad pasmosa de una brisa invisible. Y aun así, seguía notando el intenso olor a plata que él mismo emanaba. Debido a la cercanía, probablemente el aroma de la magia también fuera especialmente fuerte para Ethan, a quien continuaba percibiendo bajo el agarre de sus manos en los hombros del chico.
—Es Letargo —inició. La cabeza del polaco se inclinó hacia un lado de manera instintiva, como si así pudiera enfocar mejor su nueva vista en lugar de acercarse más a voluntad. El cabello rebotaba al ritmo de los pasos de Ethan—. Está el niño... y la tortuga gigante... y... están todos toditos... creo... —su mente infantil ya empezaba a hacer conjeturas sin sentido para nadie que alcanzara su propio nivel de fantasía—. Parece que discuten... el chico de pelo morado... creo que es un rollo de amoríos, porque varias de las chicas le miran mal. Seguro que ha jugado con sus corazones y... oh.
Un color de cabello especial le sacó de su rol de alcahueta para retomar el de mini-soldado eficiente. Para un pequeño que adoraba el arcoiris, se sorprendió así mismo odiando su verde.
—También está ella —el tono de voz sonó ajeno, recordando quizás el brazo retorcido de Damian y aquella risa pérfida. En ese punto sus manos adoptaron la postura de unos prismáticos a pesar de que no le hacía falta. Solo logró a centrarse al identificar el papel que la chica sacaba del bolsillo—. Mmm —todos podrían ver que sus labios se habían quedado a medias, evitando recitar una mala noticia para segundos más tarde soltarla a cascoporro—. Tiene runas. Vienen a por nosotros.
Tan pronto como Ethan le dedicó una mirada fugaz el niño aceptó ser cargado por sus brazos, al principio no entendió su propósito pero una vez lo levantó y empezó a correr por las calles se dejó hacer, murmurando en voz baja las primeras palabras de su hechizo. En los últimos días había entrenado de diferentes maneras, pero es que además coordinarse con el medio japonés siempre le resultó más sencillo que con el resto.
De modo que conjuró pasándose las yemas de los dedos por sus párpados con una entonación familiar. A medida que aquel toque describió la forma de sus ojos una niebla blanquecina comenzó a envolverlos como si se trata de un antifaz mágico. Aquella humareda espesa flotaba más allá de sus lagrimales con un efecto suspendido similar al del agua. Pero lo más importante no era ese detalle, si no que la visión de Aniol ya no se encontraba allí.
La sensación era extraña. Podía ver las callejuelas de alrededor con la facilidad pasmosa de una brisa invisible. Y aun así, seguía notando el intenso olor a plata que él mismo emanaba. Debido a la cercanía, probablemente el aroma de la magia también fuera especialmente fuerte para Ethan, a quien continuaba percibiendo bajo el agarre de sus manos en los hombros del chico.
—Es Letargo —inició. La cabeza del polaco se inclinó hacia un lado de manera instintiva, como si así pudiera enfocar mejor su nueva vista en lugar de acercarse más a voluntad. El cabello rebotaba al ritmo de los pasos de Ethan—. Está el niño... y la tortuga gigante... y... están todos toditos... creo... —su mente infantil ya empezaba a hacer conjeturas sin sentido para nadie que alcanzara su propio nivel de fantasía—. Parece que discuten... el chico de pelo morado... creo que es un rollo de amoríos, porque varias de las chicas le miran mal. Seguro que ha jugado con sus corazones y... oh.
Un color de cabello especial le sacó de su rol de alcahueta para retomar el de mini-soldado eficiente. Para un pequeño que adoraba el arcoiris, se sorprendió así mismo odiando su verde.
—También está ella —el tono de voz sonó ajeno, recordando quizás el brazo retorcido de Damian y aquella risa pérfida. En ese punto sus manos adoptaron la postura de unos prismáticos a pesar de que no le hacía falta. Solo logró a centrarse al identificar el papel que la chica sacaba del bolsillo—. Mmm —todos podrían ver que sus labios se habían quedado a medias, evitando recitar una mala noticia para segundos más tarde soltarla a cascoporro—. Tiene runas. Vienen a por nosotros.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Barrio Derruido
03/01/25, 11:26 pm
Por supuesto que era Letargo. Desde hacía meses la cosa siempre iba sobre ellos. La ciudad estaba tan roñosa que ya pudiera ser el peso de los años reclamando las estructuras inhabitadas, pero las coincidencias eran un bien exclusivo de gente afortunada. Las lucecitas atravesaron las manos de Ethan y desaparecieron como si, traido el mal fario, hubieran terminado su trabajo.
Las odiaba, pero hasta en sus pensamientos ese era un sentimiento demasiado arriesgado a extrapolar cuando se trataba de lo desconocido.
El granta abrió los ojos y se quitó del hombro el arco, sacando una flecha del carcaj para prepararla a medida que el olor a plata del hechizo de Aniol perfumaba el aire que les rodeaba. Llegó a una conclusión, aunque fuera momentánea, y es que no quería morirse: no tan cerca del cementerio, no después de lo que habían visto. Quizás en unas semanas recuperase su vieja tregua con el más allá, pero no era tal el caso inmediato. Su malestar, similar a miel cristalizada, se fue derritiendo a favor de unos nervios más físicos y familiares, saltando de un miedo incontrolable y filosófico a ese pellizco de uno mucho más primordial e instintivo. El miedo que le gustaba. No era un reemplazo completo ni una buena combo, pero sí una pequeña mejora. Nohlem esperó “paciente” con la flecha aún apuntado al suelo para no cansar innecesariamente sus brazos a que los nuevos ojos de Aniol les ofrecieran una pista.
“Vamos”, apuró al niño mentalmente mientras trataba de acompasar su respiración, exhasperantemente lenta para lo agitado que empezaba a encontrarse. “Vamos”. Cada vez tenía menos claro si le pedía prisa a Aniol o Letargo.
Suspiró, no queriendo por una vez los desvaríos del pequeño sino algo más serio, injusto e impropio para su corta edad, y cuando por fin lo recibió tras esa pausa, ese “oh”, a Nohlem lo embargó un sentimiento diferente. Uno tan intenso que al cambio se sintió hasta bien.
“Ella”.
No necesitaba más descripción, sabía de quien hablaba. El pelimorado del que les había hablado Muerto quizás fuera un objetivo más lógico en el que centrar todo su odio, pero no era el hijo de puta que les había lanzado directamente al vacío, no era el capullo que se había manchado las manos fingiendo ser un herido ni quien se había reído cual psicópata al ver en primer plano caer a un puñado de críos y otros de su edad en su trampa.
—¿Por dónde? —preguntó en seguida, pues el chiquillo había soltado prenda justa para mentalizarlos, no tanto para prepararlos—. ¿Por dónde, Aniol?
Dentro de su inquietud ganó cierta entereza. Después de todo, ya había matado una vez.
Podía hacerlo una segunda.
Las odiaba, pero hasta en sus pensamientos ese era un sentimiento demasiado arriesgado a extrapolar cuando se trataba de lo desconocido.
El granta abrió los ojos y se quitó del hombro el arco, sacando una flecha del carcaj para prepararla a medida que el olor a plata del hechizo de Aniol perfumaba el aire que les rodeaba. Llegó a una conclusión, aunque fuera momentánea, y es que no quería morirse: no tan cerca del cementerio, no después de lo que habían visto. Quizás en unas semanas recuperase su vieja tregua con el más allá, pero no era tal el caso inmediato. Su malestar, similar a miel cristalizada, se fue derritiendo a favor de unos nervios más físicos y familiares, saltando de un miedo incontrolable y filosófico a ese pellizco de uno mucho más primordial e instintivo. El miedo que le gustaba. No era un reemplazo completo ni una buena combo, pero sí una pequeña mejora. Nohlem esperó “paciente” con la flecha aún apuntado al suelo para no cansar innecesariamente sus brazos a que los nuevos ojos de Aniol les ofrecieran una pista.
“Vamos”, apuró al niño mentalmente mientras trataba de acompasar su respiración, exhasperantemente lenta para lo agitado que empezaba a encontrarse. “Vamos”. Cada vez tenía menos claro si le pedía prisa a Aniol o Letargo.
Suspiró, no queriendo por una vez los desvaríos del pequeño sino algo más serio, injusto e impropio para su corta edad, y cuando por fin lo recibió tras esa pausa, ese “oh”, a Nohlem lo embargó un sentimiento diferente. Uno tan intenso que al cambio se sintió hasta bien.
“Ella”.
No necesitaba más descripción, sabía de quien hablaba. El pelimorado del que les había hablado Muerto quizás fuera un objetivo más lógico en el que centrar todo su odio, pero no era el hijo de puta que les había lanzado directamente al vacío, no era el capullo que se había manchado las manos fingiendo ser un herido ni quien se había reído cual psicópata al ver en primer plano caer a un puñado de críos y otros de su edad en su trampa.
—¿Por dónde? —preguntó en seguida, pues el chiquillo había soltado prenda justa para mentalizarlos, no tanto para prepararlos—. ¿Por dónde, Aniol?
Dentro de su inquietud ganó cierta entereza. Después de todo, ya había matado una vez.
Podía hacerlo una segunda.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mental
Re: Barrio Derruido
04/01/25, 11:57 am
Connor salió del cementerio con expresión sombría y pensativa. La revelación de la existencia de los muertos le había incomodado y acojonado más que casi cualquier monstruo, porque significaba que ni siquiera estaban a salvo en la puta muerte, ¿no? Joder, él no quería morir y se intentaría llevar por delante a quien lo intentara, pero si al final no podía conseguirlo al menos que su puta boca se mantuviera cerrada después de eso... El motero se mostró silencioso y más atento a las callejuelas y los cascotes del suelo que de la conversación de los demás. Aún así, pronto sus ojos encontraron una distracción más placentera en las luces que rodeaban a Nohlem. Otro jodido misterio de aquel sitio, pero que por el momento le servía a Connor para apagar el cerebro durante un rato y perderse en los colores que rodeaban al felino.
Al menos hasta que sonaron los cascotes.
Aquello sacó a Connor de su ensimismamiento autoimpuesto, quien aferró la maza con fuerza y miró con velocidad hacia la dirección del desprendimiento. En el fondo, una pequeña parte profunda y oscura de él estaba agradecida por aquella distracción. Por aquel posible peligro. Significaba que no tenía que pensar más en los putos muertos. La cosa mejoró cuando Rick avisó de haber visto a alguien, porque aquello le daba ganas de partirse la cara con quien fuera. A diferencia de la no-muerte del cementerio, pegarse de putas hostias no tenía misterio alguno. Y eso era casi tranquilizador.
-Hijos de puta...- Murmuró con ponzoña y una violencia apenas contenida. Daba por hecho que eran Letargo, ¿porque quién cojones iban a ser si no? Ellos eran los causantes de todas sus putas desgracias, y los únicos muertos que tenían también se debía a aquel grupo. No por los monstruos que poblaban aquellas ruinas, no... Por gente como ellos. Así que si aquel día de mierda terminaba con la muerte de otro de esos cabrones... Connor podía dar la excursión por satisfecha y terminada.
Pronto el grupo se puso en marcha, con Ethan a la cabeza cargando a Aniol. El niño tenía los ojos vedados en magia para revelar la posición de los enemigos, así que Connor se limitó a empuñar la maza con fuerza y a esperar. Con la confirmación del polaco de que se trataba de Letargo, Connor notó cómo la adrenalina subía con fuerza por sus venas. Era la sensación de peligro mezclada con fuego rabioso. En comparación con el miedo que había sentido en el cementerio... aquella sensación era una vieja amiga bienvenida. La mención de que aquella cabrona de pelo verde estaba entre ellos avivó la ira de Connor, que bufó con rabia una sola vez y levantó un poco el brazo armado. Huir no tenía sentido porque les estarían dando la espalda a Letargo, y lo cierto es que estaba hasta los cojones de que siempre llevaran la delantera aquella gente. Habían probado la victoria cuando quitaron de en medio a Muerto y lo cierto es que era adictiva. Peligrosa e imprudente, pero adictiva.
-Que vengan, joder...- Replicó con los ojos entrecerrados observando las ventanas del edificio. Aquella cabrona había sido la causante de todo el dolor que habían sufrido en las cuevas. La lucha contra el monstruo mutante, las heridas que lucía en su pecho y la agonía que le habían traído... El brazo roto de Damian y el absoluto miedo de todos... Connor no tenía dudas de ello, si tenía la ocasión pensaba disfrutar un poco haciendo sufrir a esa hija de puta.- Se han metido con la puta gente equivocada, joder...- Dijo ésta vez con una ira fría, mientras fruncía el ceño y su rostro adoptaba su mayor expresión de mala hostia. Estaba harto. Jodidamente harto, pero esta vez estaban preparados para lo que venía. Se puso al lado de Nohlem y su arco, sabiendo de su certera puntería y esperando que éste le hiciera un puto cuerno de unicornio al primero que asomara la jodida cabeza.
Aún así, Connor alzó el brazo izquierdo desarmado y empezó a entonar un hechizo de corte, preparándolo para cuando alguien apareciera por las ventanas o las calles colindantes. Dudaba que alguna vez fuera tan poderoso como la versión de Aniol, pero tampoco hacia falta una fuerza extraordinaria para vaciar un ojo.
Al menos hasta que sonaron los cascotes.
Aquello sacó a Connor de su ensimismamiento autoimpuesto, quien aferró la maza con fuerza y miró con velocidad hacia la dirección del desprendimiento. En el fondo, una pequeña parte profunda y oscura de él estaba agradecida por aquella distracción. Por aquel posible peligro. Significaba que no tenía que pensar más en los putos muertos. La cosa mejoró cuando Rick avisó de haber visto a alguien, porque aquello le daba ganas de partirse la cara con quien fuera. A diferencia de la no-muerte del cementerio, pegarse de putas hostias no tenía misterio alguno. Y eso era casi tranquilizador.
-Hijos de puta...- Murmuró con ponzoña y una violencia apenas contenida. Daba por hecho que eran Letargo, ¿porque quién cojones iban a ser si no? Ellos eran los causantes de todas sus putas desgracias, y los únicos muertos que tenían también se debía a aquel grupo. No por los monstruos que poblaban aquellas ruinas, no... Por gente como ellos. Así que si aquel día de mierda terminaba con la muerte de otro de esos cabrones... Connor podía dar la excursión por satisfecha y terminada.
Pronto el grupo se puso en marcha, con Ethan a la cabeza cargando a Aniol. El niño tenía los ojos vedados en magia para revelar la posición de los enemigos, así que Connor se limitó a empuñar la maza con fuerza y a esperar. Con la confirmación del polaco de que se trataba de Letargo, Connor notó cómo la adrenalina subía con fuerza por sus venas. Era la sensación de peligro mezclada con fuego rabioso. En comparación con el miedo que había sentido en el cementerio... aquella sensación era una vieja amiga bienvenida. La mención de que aquella cabrona de pelo verde estaba entre ellos avivó la ira de Connor, que bufó con rabia una sola vez y levantó un poco el brazo armado. Huir no tenía sentido porque les estarían dando la espalda a Letargo, y lo cierto es que estaba hasta los cojones de que siempre llevaran la delantera aquella gente. Habían probado la victoria cuando quitaron de en medio a Muerto y lo cierto es que era adictiva. Peligrosa e imprudente, pero adictiva.
-Que vengan, joder...- Replicó con los ojos entrecerrados observando las ventanas del edificio. Aquella cabrona había sido la causante de todo el dolor que habían sufrido en las cuevas. La lucha contra el monstruo mutante, las heridas que lucía en su pecho y la agonía que le habían traído... El brazo roto de Damian y el absoluto miedo de todos... Connor no tenía dudas de ello, si tenía la ocasión pensaba disfrutar un poco haciendo sufrir a esa hija de puta.- Se han metido con la puta gente equivocada, joder...- Dijo ésta vez con una ira fría, mientras fruncía el ceño y su rostro adoptaba su mayor expresión de mala hostia. Estaba harto. Jodidamente harto, pero esta vez estaban preparados para lo que venía. Se puso al lado de Nohlem y su arco, sabiendo de su certera puntería y esperando que éste le hiciera un puto cuerno de unicornio al primero que asomara la jodida cabeza.
Aún así, Connor alzó el brazo izquierdo desarmado y empezó a entonar un hechizo de corte, preparándolo para cuando alguien apareciera por las ventanas o las calles colindantes. Dudaba que alguna vez fuera tan poderoso como la versión de Aniol, pero tampoco hacia falta una fuerza extraordinaria para vaciar un ojo.
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Re: Barrio Derruido
04/01/25, 01:12 pm
La tensión lógicamente se extendió al resto, pero al menos el neoyorquino daba las gracias de que contaran con el hechizo que el polaco estaba preparando. No estaban en una buena posición, pero poder saber quiénes estaban cerca y por dónde vendrían hacía más fácil buscar una forma de contrarrestar el ataque. Estaba de acuerdo con Ethan en lo de esconderse, al menos mientras Aniol se encargaba de informarles, pero que escapar fuera imposible estaba por ver. De primeras necesitaban información, ya después tendrían que elegir entre sus opciones.
Con el arco listo con una flecha, Rick siguió al grupo entre algunas calles, muy atento a cada tejado, encrucijada y en definitiva cualquier lugar del que pudiera aparecer alguien de Letargo. La incertidumbre y el terror de ese momento ocupaba con fuerza su mente, aunque la necesidad de defenderse y proteger al resto ganaba por el momento. Ante el peligro no podía dudar, lo había tenido que aprender con creces después de todo lo que habían pasado.
Poco después pararon en cuanto el pequeño empezó a hablar sobre lo que había encontrado. El neoyorquino atendió en cuanto confirmó que se trataba de todo Letargo y, por la misma concentración y la tensión del momento, la cara de incredulidad con lo siguiente se hizo patente por unos segundos. -(¿Estás de coña?)- llegó a pensar sin verbalizar. Quitando teorías locas, que estuvieran discutiendo era un detalle interesante, aunque no sabía si les servía de algo ahora mismo. Siguió apuntando atento a los alrededores mientras terminaba de escuchar al chiquillo. "Karin" estaba por allí, como cabía esperar y... -¿Qué?- se giró al instante hacia el polaco con la cara ligeramente blanca por unos instantes. -¿Pero quiénes vienen?- se sumó a las preguntas del varmano con cierta inquietud. No tardó en indicarles desde dónde... y que venían todos. -Joder...- soltó por lo bajo mientras intentaba mentalizarse para lo que les esperaba.
Si la amenaza de un ataque completo no era lo suficientemente aterrador, la actitud de Connor era un presagio de que todavía podía ser peor. Por supuesto que esperaba esa reacción del motero, y el pesimismo le decía que probablemente no iba a ser el único en querer quedarse con tantas ganas. Hacía tiempo que aquello había pasado a ser más que defensa propia.
Rick miró a su alrededor una vez más para encontrar alguna posición desde la que prepararse para el enfrentamiento y no tardó con dar con una fachada medio derruida tras ellos, en el lado opuesto por el que estaban viniendo los otros. El chico tomó cobertura en lo que quedaba del muro izquierdo, teniendo que estar en cuclillas. Dejó un momento el arco para coger del bolsillo de la gabardina el papel con el sortilegio de defensa y no dudó en aplicárselo. Hecho aquello, volvió a tomar el arco y miró desde su cobertura en silencio esperando a que llegaran. Lo único que lo rompió por un momento fue un silbido bajito dirigido a Airi y a Räg, indicándoles que había sitio cerca desde el que disparar con algo más de defensa. -(Más nos vale que esto salga bien)- rogó por inercia, pero tenía poca fe en ello. Al menos esperaba que sus amigos no salieran mal parados y haría lo posible para que así fuera.
Con el arco listo con una flecha, Rick siguió al grupo entre algunas calles, muy atento a cada tejado, encrucijada y en definitiva cualquier lugar del que pudiera aparecer alguien de Letargo. La incertidumbre y el terror de ese momento ocupaba con fuerza su mente, aunque la necesidad de defenderse y proteger al resto ganaba por el momento. Ante el peligro no podía dudar, lo había tenido que aprender con creces después de todo lo que habían pasado.
Poco después pararon en cuanto el pequeño empezó a hablar sobre lo que había encontrado. El neoyorquino atendió en cuanto confirmó que se trataba de todo Letargo y, por la misma concentración y la tensión del momento, la cara de incredulidad con lo siguiente se hizo patente por unos segundos. -(¿Estás de coña?)- llegó a pensar sin verbalizar. Quitando teorías locas, que estuvieran discutiendo era un detalle interesante, aunque no sabía si les servía de algo ahora mismo. Siguió apuntando atento a los alrededores mientras terminaba de escuchar al chiquillo. "Karin" estaba por allí, como cabía esperar y... -¿Qué?- se giró al instante hacia el polaco con la cara ligeramente blanca por unos instantes. -¿Pero quiénes vienen?- se sumó a las preguntas del varmano con cierta inquietud. No tardó en indicarles desde dónde... y que venían todos. -Joder...- soltó por lo bajo mientras intentaba mentalizarse para lo que les esperaba.
Si la amenaza de un ataque completo no era lo suficientemente aterrador, la actitud de Connor era un presagio de que todavía podía ser peor. Por supuesto que esperaba esa reacción del motero, y el pesimismo le decía que probablemente no iba a ser el único en querer quedarse con tantas ganas. Hacía tiempo que aquello había pasado a ser más que defensa propia.
Rick miró a su alrededor una vez más para encontrar alguna posición desde la que prepararse para el enfrentamiento y no tardó con dar con una fachada medio derruida tras ellos, en el lado opuesto por el que estaban viniendo los otros. El chico tomó cobertura en lo que quedaba del muro izquierdo, teniendo que estar en cuclillas. Dejó un momento el arco para coger del bolsillo de la gabardina el papel con el sortilegio de defensa y no dudó en aplicárselo. Hecho aquello, volvió a tomar el arco y miró desde su cobertura en silencio esperando a que llegaran. Lo único que lo rompió por un momento fue un silbido bajito dirigido a Airi y a Räg, indicándoles que había sitio cerca desde el que disparar con algo más de defensa. -(Más nos vale que esto salga bien)- rogó por inercia, pero tenía poca fe en ello. Al menos esperaba que sus amigos no salieran mal parados y haría lo posible para que así fuera.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Personajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Barrio Derruido
04/01/25, 02:07 pm
Un ligero bufido de alivio se le escapo al ver que los demás tuvieron las mismas intenciones de salir de aquel lugar. No sabía por qué pero esas voces tan claras pero, al mismo tiempo, tan alejadas de su mundo físico y aderezadas con lo desconocido le hacían querer salir de ahí y no volver al menos durante un tiempo. Igualmente, no se pudo quejar, junto a las cosas luminosas que rodeaban a Nohlem de vez en cuando hasta se le hizo un viaje emocionante y seria otra experiencia que contar en su lista de descubrimientos en aquella ciudad.
Sin embargo, hubo una última cosa sin descubrir, algo que no quería oír y era una prueba audible de que algo de verdad estaba ahí. El sonido rocoso que delató a lo que sea que estaba por ahí lo puso en alerta, retrocediendo. Quizás solo fuese algo hecho mierda que se ha desprendido y ya pero no, su instinto de supervivencia le gritaba que había algo.
O alguien.
—¿En… En serio? —no quería escuchar ese nombre, Letargo, de la boca de su mejor amigo quien usaba un hechizo para ponerse niebla en la cara y ver más cosas, como unos prismáticos mágicos.
Damian se mordió el labio, nervioso y con la mano apretada en la cuerda del arco cuando iba diciendo quienes había por ahí, a saber dónde coño estarían metidos. Notó como se le revolvían las tripas, ese miedo mezclado con la rabia de sentirse perseguido le hicieron sentir nauseas, una impotencia por quitárselos de encima que no paraba de sentir en sus adentros, sacándose el arco del pecho y preparando una flecha por si acaso, intentando esconderse tras los más altos.
Pero solo bastó una mención. Ella. Damian pudo leer en esa palabra pronunciada por el polaco una descripción completa, ese jodido pelo verde, esa puta mentira que los hicieron caer y, de pronto, un pinchazo en su brazo lo hizo temblar, mirándoselo, recordando en que forma tan horrorosa se lo dejó por reventarse cuesta abajo. Todas aquellas heridas suyas, las de Aniol, el hombro de Ethan, el tobillo de Rick, todo le llegó en un torrente que le hizo agitarse, le costó tomar aire incluso pero…
—Donde coño está… Donde coño está esa tia… —tensó su agarre en el arco, temblando, preguntando entre dientes a todos y a la vez a nadie a la persona que lo hizo pasar tan mal. Tragó pesadamente, tenía miedo y la flecha preparada temblaba, insegura como su dueño.
Aun así quería disparar.
Sin embargo, hubo una última cosa sin descubrir, algo que no quería oír y era una prueba audible de que algo de verdad estaba ahí. El sonido rocoso que delató a lo que sea que estaba por ahí lo puso en alerta, retrocediendo. Quizás solo fuese algo hecho mierda que se ha desprendido y ya pero no, su instinto de supervivencia le gritaba que había algo.
O alguien.
—¿En… En serio? —no quería escuchar ese nombre, Letargo, de la boca de su mejor amigo quien usaba un hechizo para ponerse niebla en la cara y ver más cosas, como unos prismáticos mágicos.
Damian se mordió el labio, nervioso y con la mano apretada en la cuerda del arco cuando iba diciendo quienes había por ahí, a saber dónde coño estarían metidos. Notó como se le revolvían las tripas, ese miedo mezclado con la rabia de sentirse perseguido le hicieron sentir nauseas, una impotencia por quitárselos de encima que no paraba de sentir en sus adentros, sacándose el arco del pecho y preparando una flecha por si acaso, intentando esconderse tras los más altos.
Pero solo bastó una mención. Ella. Damian pudo leer en esa palabra pronunciada por el polaco una descripción completa, ese jodido pelo verde, esa puta mentira que los hicieron caer y, de pronto, un pinchazo en su brazo lo hizo temblar, mirándoselo, recordando en que forma tan horrorosa se lo dejó por reventarse cuesta abajo. Todas aquellas heridas suyas, las de Aniol, el hombro de Ethan, el tobillo de Rick, todo le llegó en un torrente que le hizo agitarse, le costó tomar aire incluso pero…
—Donde coño está… Donde coño está esa tia… —tensó su agarre en el arco, temblando, preguntando entre dientes a todos y a la vez a nadie a la persona que lo hizo pasar tan mal. Tragó pesadamente, tenía miedo y la flecha preparada temblaba, insegura como su dueño.
Aun así quería disparar.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Barrio Derruido
04/01/25, 08:07 pm
El olor a plata le arrancó un ligero gruñido, arrugando la nariz. Por acostumbrado que estuviera a que el torreón desprendiera un aroma a metal quemado, sentirlo tan ajeno y tan cerca le repelia como cualquier animal que ante algo que no conocía del todo bien se tensaba. Ni las hojas escritas escondidas en sus pantalones, ni las baratijas hechizadas, ni la normalidad con la que sus compañeros la practicaban podían eliminarle el miedo ante un peligro cuyo potencial podía ser tan dañino.
"Solo esta observando", se repitió en bajo recordando que el mismo niño que sostenía con fuerza bien podía crear una barrera invisible que cortara el aire en dos y con ello, todo lo que se encontrase a su paso. Era tan aterrador ser consciente del poder que albergaba alguien tan pequeño como el hecho de admitir que Aniol era su mejor arma y a su vez, al que más quería lejos de esa situación. La dualidad de un padre que sin poder huir de la guerra no sabía hasta que punto quería involucrar a su hijo en ella, uno que irónicamente ya estaba de lleno en el campo de batalla.
Sus pasos resonaron por la piedra, decididos y apresurados. Las noticias que el pequeño les dedicaba no eran buenas, pero lejos de pararse ante la sorpresa, solo consiguieron reafirmar su marcha hasta encontrar un lugar en el que poder estar ligeramente más resguardados. Por ello llegó al esqueleto de una casa, un recuerdo tan fúnebre como el resto de aquel dichoso barrio. De lo que había sido en su día, ahora solo quedaban dos paredes y un tercio, pues mientras la que tenían al frente y la que daba a la calle principal estaba más o menos bien, la L de muros terminaba ahí, dejando que las otras dos fueran inexistentes. Irónicamente la puerta de entrada a pesar de ser disfuncional seguía en pie, por lo qué cuando Ethan la empujó levemente hacia dentro, terminó por ceder una de las bisagras oxidadas. Cayó a plomo contra el suelo, dejando al menos la entrada despejada tras el sobresalto inicial.
Fue entonces cuando un silbido le hizo girarse extrañado, saliendo de dudas al ver a Rick al otro lado de esa callejuela. El joven parecía llamarlos hacia un muro medio derruido, pero la construcción era tan pequeña que no acababa de entender bien como podrían protegerse todos ahí.
-Rick, no te quedes solo, ven. -Le respondió en un susurro alto, confundido al no comprender la finalidad de aquel lugar. -Que ahí no cabemos todos.
Se reajusto a Aniol en sus brazos, cansado por su peso y tras comprobar en un vistazo fugaz que, al menos temporalmente, el refugio de esas paredes era el mejor sitio para esconderse lo bajo con sumo cuidado, temeroso de que pudiera sobresaltarlo al seguir ciego.
-Aniol voy a dejarte en el suelo, cuidado con los pies. No te suelto, no te preocupes. -Comento al chiquillo, dejándole tiempo para que se acomodará mientras aún sostenía una de sus manos. Fue entonces cuando buscó la posición del resto de sus compañeros, pues sabía la del neoyorkino pero aún no la de los demás. -Y hmm.. Airi.... Voy a necesitar tu ayuda, para bueno, protegerme y eso...
Y esa vez el mensaje cobro un peso diferente. No mentía, estaba atado de pies y manos, pero admitirlo era nuevo, daba miedo, era vergonzoso. En sus ojos se escondió un ruego diferente, el leve resplandor de quien recordaba conversaciones anteriores y estaba, por primera vez en mucho tiempo, atreviendose a admitir que no podía solo. Tras tantas salidas negando sus defensas, esa era la primera que, ofreciendo su mano desde la distancia, estaba pidiendo.
No podía disimular que tenía miedo y que necesitaba a alguien más velando por Aniol para poder irse de regreso a la primera línea, al fin y al cabo Damian también le preocupaba. Conocía al chiquillo lo suficiente para saber que no habría forma de convencerlo para que se quedara escondido, tocaría protegerlo estando hombro con hombro. Si quiera sabía si todos podrían regresar de ese encuentro, pero esa incógnita no era una que la tensión del momento le permitiera razonar. Su corazón estaba empezando a bombear con la fuerza que los tambores anunciaban una guerra próxima y por su hermano que juraba, que aquella chica peliverde no volvería a suponer un problema para sus compañeros nunca más.
"Solo esta observando", se repitió en bajo recordando que el mismo niño que sostenía con fuerza bien podía crear una barrera invisible que cortara el aire en dos y con ello, todo lo que se encontrase a su paso. Era tan aterrador ser consciente del poder que albergaba alguien tan pequeño como el hecho de admitir que Aniol era su mejor arma y a su vez, al que más quería lejos de esa situación. La dualidad de un padre que sin poder huir de la guerra no sabía hasta que punto quería involucrar a su hijo en ella, uno que irónicamente ya estaba de lleno en el campo de batalla.
Sus pasos resonaron por la piedra, decididos y apresurados. Las noticias que el pequeño les dedicaba no eran buenas, pero lejos de pararse ante la sorpresa, solo consiguieron reafirmar su marcha hasta encontrar un lugar en el que poder estar ligeramente más resguardados. Por ello llegó al esqueleto de una casa, un recuerdo tan fúnebre como el resto de aquel dichoso barrio. De lo que había sido en su día, ahora solo quedaban dos paredes y un tercio, pues mientras la que tenían al frente y la que daba a la calle principal estaba más o menos bien, la L de muros terminaba ahí, dejando que las otras dos fueran inexistentes. Irónicamente la puerta de entrada a pesar de ser disfuncional seguía en pie, por lo qué cuando Ethan la empujó levemente hacia dentro, terminó por ceder una de las bisagras oxidadas. Cayó a plomo contra el suelo, dejando al menos la entrada despejada tras el sobresalto inicial.
Fue entonces cuando un silbido le hizo girarse extrañado, saliendo de dudas al ver a Rick al otro lado de esa callejuela. El joven parecía llamarlos hacia un muro medio derruido, pero la construcción era tan pequeña que no acababa de entender bien como podrían protegerse todos ahí.
-Rick, no te quedes solo, ven. -Le respondió en un susurro alto, confundido al no comprender la finalidad de aquel lugar. -Que ahí no cabemos todos.
Se reajusto a Aniol en sus brazos, cansado por su peso y tras comprobar en un vistazo fugaz que, al menos temporalmente, el refugio de esas paredes era el mejor sitio para esconderse lo bajo con sumo cuidado, temeroso de que pudiera sobresaltarlo al seguir ciego.
-Aniol voy a dejarte en el suelo, cuidado con los pies. No te suelto, no te preocupes. -Comento al chiquillo, dejándole tiempo para que se acomodará mientras aún sostenía una de sus manos. Fue entonces cuando buscó la posición del resto de sus compañeros, pues sabía la del neoyorkino pero aún no la de los demás. -Y hmm.. Airi.... Voy a necesitar tu ayuda, para bueno, protegerme y eso...
Y esa vez el mensaje cobro un peso diferente. No mentía, estaba atado de pies y manos, pero admitirlo era nuevo, daba miedo, era vergonzoso. En sus ojos se escondió un ruego diferente, el leve resplandor de quien recordaba conversaciones anteriores y estaba, por primera vez en mucho tiempo, atreviendose a admitir que no podía solo. Tras tantas salidas negando sus defensas, esa era la primera que, ofreciendo su mano desde la distancia, estaba pidiendo.
No podía disimular que tenía miedo y que necesitaba a alguien más velando por Aniol para poder irse de regreso a la primera línea, al fin y al cabo Damian también le preocupaba. Conocía al chiquillo lo suficiente para saber que no habría forma de convencerlo para que se quedara escondido, tocaría protegerlo estando hombro con hombro. Si quiera sabía si todos podrían regresar de ese encuentro, pero esa incógnita no era una que la tensión del momento le permitiera razonar. Su corazón estaba empezando a bombear con la fuerza que los tambores anunciaban una guerra próxima y por su hermano que juraba, que aquella chica peliverde no volvería a suponer un problema para sus compañeros nunca más.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Barrio Derruido
05/01/25, 07:03 pm
El alivio momentáneo porque las voces y maullidos quedasen cada vez más lejos, porque al menos hubiese algo de ligereza en el ambiente como para que tuviesen cabida algunas bromas como intento, suponía, de evitar pensar en lo macabro de aquel lugar. Rägjynn no sabía qué pensar al respecto y le gustaría creer que Airi tenía razón en lo de que se trataba de alguna clase de broma mediante magia… La realidad era que no se lo parecía. Incluso sin querer sobre analizar las frases, algunas con más sentido que otras, algo en su cabeza le decía que la conclusión más plausible se trataba de que las almas hablaban en aquel lugar. De algún modo. La alusión a la luz parecía obvia si tenía en cuenta que habían aparecido aquellas extrañas luces de colores alrededor del granta, aunque, ¿no habían mencionado algo al respecto incluso antes de que sucediese?
Por suerte, no tuvo tiempo de pensar en qué más podía significar aquello al ser su atención captada por completo por el derrumbamiento de la chimenea. No había logrado ver a nadie y podría haber pensado que se había caído por si sola, pero Rick les confirmó enseguida que no era así. Ahí estaba la parte de la mala suerte: rara vez no era nada en aquella ciudad, ¿verdad?
Se puso enseguida alerta ante los diversos avisos de sus compañeros, aunque evitó el impulso de volver a sacar la lanza: sabían que el grupo de Letargo estaba allí gracias a la niebla mágica de Aniol, pero ellos no tenían por qué saber que lo sabían. Que no se lo esperasen podría ser un punto a su favor. Que se estuviesen escondiendo era sensato teniendo en cuenta el derrumbe y que era normal que fuesen cautelosos… ¿no? El mjörní pensaba en todo aquello mientras se acercaba para ocultarse y pensar frenéticamente qué debería priorizar en ese instante. Al mismo tiempo, empezaba a notar una ya familiar comezón alrededor de los ojos.
Por suerte, no tuvo tiempo de pensar en qué más podía significar aquello al ser su atención captada por completo por el derrumbamiento de la chimenea. No había logrado ver a nadie y podría haber pensado que se había caído por si sola, pero Rick les confirmó enseguida que no era así. Ahí estaba la parte de la mala suerte: rara vez no era nada en aquella ciudad, ¿verdad?
Se puso enseguida alerta ante los diversos avisos de sus compañeros, aunque evitó el impulso de volver a sacar la lanza: sabían que el grupo de Letargo estaba allí gracias a la niebla mágica de Aniol, pero ellos no tenían por qué saber que lo sabían. Que no se lo esperasen podría ser un punto a su favor. Que se estuviesen escondiendo era sensato teniendo en cuenta el derrumbe y que era normal que fuesen cautelosos… ¿no? El mjörní pensaba en todo aquello mientras se acercaba para ocultarse y pensar frenéticamente qué debería priorizar en ese instante. Al mismo tiempo, empezaba a notar una ya familiar comezón alrededor de los ojos.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: sanaí
Habilidades: habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: lanza y arco.
Status : ヽ༼ຈل͜ຈ༽ノ
Re: Barrio Derruido
07/01/25, 12:11 am
Lo primero que se hizo fue tomar protección detrás de los edificios al otro lado de la calle, esperando a que Aniol les dijese de qué se trataba. Una vez dentro de una casa Airi relajó apenas su postura, hasta que la revelación del niño le dejó el cuerpo helado. No pensó ni en cuestionar sus conjeturas, porque los detalles eran lo de menos: iban a por ellos, y todos a la vez. Tenían que estar preparados o aquel podía ser otro desastre. Más nombres en el muro.
Airi vio, con pánico, que algunos aún estaban fuera. Rick les hizo un gesto desde el muro al otro lado, pero Connor, Nohlem y Damian no se estaban ocultando, sino preparándose. «Deberíamos escapar, deberíamos salir de aquí…» pensó, pero era tarde. Si ya venían el enfrentamiento era inevitable aunque echasen a correr.
La voz de Ethan llamándole le hizo reaccionar. Airi se giró hacia él con el pánico reflejado en su mirada, y se limitó a sacar el amuleto de defensa y tendérselo rápidamente. Si él y Aniol se mantenían juntos los protegería a ambos, y elle aún tenía un papel preparado con un campo de fuerza por si lo necesitaba. Junto a este guardaba otros dos en el bolsillo, todos cortesía de Aniol: una barrera de inercia y un hechizo de impacto. Su mano se metió en el bolsillo y los buscó con el tacto.
Entonces escuchó el silbido de las flechas. Airi salió afuera a tiempo para ver los proyectiles volar hacia la ventana. Tomó los papeles en la mano, preparándose para proteger con el campo de fuerza a los que estaban expuestos.
Ama se acercó a la ventana con lentitud. Desde el lateral no veía nada anómalo en la calle que llevaba al cementerio, por lo que se acercó cada vez más al hueco, por el que terminó asomando la cabeza. Entonces sí, les vio. Reconocibles por sus rasgos, allí estaban, los de Sendar esperándola en un callejón. Dos flechas y un hechizo despegaron en su dirección en ese mismo instante.
Hechizo de corte de Connor:
1-10: el hechizo se malogra.
11-70: el hechizo acierta en la barrera de Ama.
71-90: el hechizo alcanza el marco de la ventana.
91-100: el hechizo no impacta en nada visible.
Flecha de Nohlem:
1-80: acierta en la barrera de Ama.
81-90: entra por la ventana pero no le da a Ama.
91-100: golpea la fachada del edificio.
Flecha de Damian:
1-50: acierta en la barrera de Ama.
51-80: entra por la ventana pero no le da a Ama.
81-100: golpea la fachada del edificio.
Airi vio, con pánico, que algunos aún estaban fuera. Rick les hizo un gesto desde el muro al otro lado, pero Connor, Nohlem y Damian no se estaban ocultando, sino preparándose. «Deberíamos escapar, deberíamos salir de aquí…» pensó, pero era tarde. Si ya venían el enfrentamiento era inevitable aunque echasen a correr.
La voz de Ethan llamándole le hizo reaccionar. Airi se giró hacia él con el pánico reflejado en su mirada, y se limitó a sacar el amuleto de defensa y tendérselo rápidamente. Si él y Aniol se mantenían juntos los protegería a ambos, y elle aún tenía un papel preparado con un campo de fuerza por si lo necesitaba. Junto a este guardaba otros dos en el bolsillo, todos cortesía de Aniol: una barrera de inercia y un hechizo de impacto. Su mano se metió en el bolsillo y los buscó con el tacto.
Entonces escuchó el silbido de las flechas. Airi salió afuera a tiempo para ver los proyectiles volar hacia la ventana. Tomó los papeles en la mano, preparándose para proteger con el campo de fuerza a los que estaban expuestos.
Ama se acercó a la ventana con lentitud. Desde el lateral no veía nada anómalo en la calle que llevaba al cementerio, por lo que se acercó cada vez más al hueco, por el que terminó asomando la cabeza. Entonces sí, les vio. Reconocibles por sus rasgos, allí estaban, los de Sendar esperándola en un callejón. Dos flechas y un hechizo despegaron en su dirección en ese mismo instante.
Hechizo de corte de Connor:
1-10: el hechizo se malogra.
11-70: el hechizo acierta en la barrera de Ama.
71-90: el hechizo alcanza el marco de la ventana.
91-100: el hechizo no impacta en nada visible.
Flecha de Nohlem:
1-80: acierta en la barrera de Ama.
81-90: entra por la ventana pero no le da a Ama.
91-100: golpea la fachada del edificio.
Flecha de Damian:
1-50: acierta en la barrera de Ama.
51-80: entra por la ventana pero no le da a Ama.
81-100: golpea la fachada del edificio.
- Rocavarancolia Rol
Re: Barrio Derruido
07/01/25, 12:11 am
El miembro 'Tak' ha efectuado la acción siguiente: Número Aleatorio
'Dado de 100 caras' : 84, 3, 72
'Dado de 100 caras' : 84, 3, 72
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: sanaí
Habilidades: habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: lanza y arco.
Status : ヽ༼ຈل͜ຈ༽ノ
Re: Barrio Derruido
07/01/25, 12:28 am
[Dados: el hechizo de Connor da al marco de la ventana, la flecha de Nohlem le da a Ama, la flecha de Damian entra por la ventana sin dar a Ama.]
Ama gruñó mientras intentaba zafarse de los proyectiles recogiéndose de nuevo hacia el interior. Una flecha impactó con sus defensas antes de poder hacerlo, por lo que maldijo por lo bajo. Casi parecía que la habían estado esperando, lo cual solo la ponía de más mal humor. Escondida tras el marco de la ventana gritó tal alto como pudo.
—¡Siguen aquí! ¡Preparaos!
Aquello iba a alertar tanto a unos como a otros, pero llegado a aquel punto tanto daba. La carabesa empezó a retroceder para salir por la ventana lateral que había usado para entrar en la casa.
La voz de la chica les llegó alta y clara. Airi sintió cómo le ardía la cara de anticipación, de pánico. Iba a tener lugar otro duelo, que no sabía si podían ganar. Barajó los papeles con manos temblorosas, buscando el que quería. El hechizo de impacto quedó por delante. Se detuvo.
Un instante después le sanaí se abría paso entre sus compañeros con el papel en la mano. Su mano estrujó ligeramente el papel al transmitirle la chispa mágica necesaria para activarlo.
Incontables imágenes pasaron por su mente durante aquellos momentos. La agonía de Serena, los restos de Aria. Muerto tirando el tejado. El dolor de Nohlem e Ethan, empujados a convertirse en ejecutores.
A pesar de eso, sintió su mente vacía, o simplemente llenada hasta el borde por el pánico. Había poca diferencia. El impacto golpeó la base de la ya precaria fachada, empujando la estructura entera a un colapso en cadena.
Una nube de polvo cubrió la calle, expandiéndose primero con rapidez y después con lentitud, a medida que el aire se la llevaba lejos de allí.
Ama gruñó mientras intentaba zafarse de los proyectiles recogiéndose de nuevo hacia el interior. Una flecha impactó con sus defensas antes de poder hacerlo, por lo que maldijo por lo bajo. Casi parecía que la habían estado esperando, lo cual solo la ponía de más mal humor. Escondida tras el marco de la ventana gritó tal alto como pudo.
—¡Siguen aquí! ¡Preparaos!
Aquello iba a alertar tanto a unos como a otros, pero llegado a aquel punto tanto daba. La carabesa empezó a retroceder para salir por la ventana lateral que había usado para entrar en la casa.
La voz de la chica les llegó alta y clara. Airi sintió cómo le ardía la cara de anticipación, de pánico. Iba a tener lugar otro duelo, que no sabía si podían ganar. Barajó los papeles con manos temblorosas, buscando el que quería. El hechizo de impacto quedó por delante. Se detuvo.
Un instante después le sanaí se abría paso entre sus compañeros con el papel en la mano. Su mano estrujó ligeramente el papel al transmitirle la chispa mágica necesaria para activarlo.
Incontables imágenes pasaron por su mente durante aquellos momentos. La agonía de Serena, los restos de Aria. Muerto tirando el tejado. El dolor de Nohlem e Ethan, empujados a convertirse en ejecutores.
A pesar de eso, sintió su mente vacía, o simplemente llenada hasta el borde por el pánico. Había poca diferencia. El impacto golpeó la base de la ya precaria fachada, empujando la estructura entera a un colapso en cadena.
Una nube de polvo cubrió la calle, expandiéndose primero con rapidez y después con lentitud, a medida que el aire se la llevaba lejos de allí.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 14/16
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Barrio Derruido
07/01/25, 01:54 pm
El niño dejó que la noticia calara en el aire, generando todo un abanico de reacciones diferentes. Hubo de varios tipos, algunas pasarían a ser sus favoritas como las del motero y sus ganas de bronca. Otras llegarían más preocupadas como la de Rick. Pero quien supo formular las preguntas de una manera ordenada fue sin duda Nohlem, por lo que Aniol le describió el marco de la ventana por el que la chica se estaba asomando con toda la exactitud que pudo, ya que si señalaba con el dedo no podría saber a dónde apuntaba en realidad con aquel antifaz mágico cubriendo sus párpados.
En el momento en que Ethan pasó a dejarlo en el suelo supo que la pelea se avecinaba. Al principio agarró con temor los dedos del chico hasta que sus pies hicieron contacto con la gravilla, luego se acomodó recostándose a ciegas contra las ruinas de su refugio improvisado. No veía los rostros de sus amigos y aún así percibía la tensión acumulándose en torno a ellos. Los escuchaba prepararse, podía oír el tensar de sus cuerdas, el murmullo de sus hechizos.
Y entonces llegó la respuesta. Una triple respuesta conjunta y coordinada que sí pudo presenciar debido a que se encontraba espiando a la detestable chica de pelo verde: Un hechizo agresivo que se perdió en el margen de la abertura, una flecha que atravesó aquel umbral para distanciarse a su espalda. Y un proyectil que sí impactó en sus defensas.
El pequeño dio un respingo por lo certero de ese disparo de oro, pero pronto pudo celebrarlo en su interior. Seguro que era el varmano una vez más haciendo gala de su puntería. Lo que no se esperó en cambio fue el hechizo de impacto desencadenando todo un caos de polvo y caídas de escombros consecutivas.
Aniol permaneció congelado, como si el moverse pudiera darle más posibilidades de que algún cascote le rebotase en la cabeza a pesar de que se encontraba a salvo en otra calle.
—No veo nada... —les dedicó, con la voz dudosa. ¿Habrían acabado con ella?—. No la veo... chicus... todo se ve borroso...
Tendría que esperar a que la nube de polvo se esparciera para poder localizarla. Era urgente por el peligro que representaba, así que no podía despistarse. Sabía que Ethan, Connor y los demás serían sus manos y sus piernas. Su maza y su lanza.
Él sería su visión.
Los ojos de Sendar.
En el momento en que Ethan pasó a dejarlo en el suelo supo que la pelea se avecinaba. Al principio agarró con temor los dedos del chico hasta que sus pies hicieron contacto con la gravilla, luego se acomodó recostándose a ciegas contra las ruinas de su refugio improvisado. No veía los rostros de sus amigos y aún así percibía la tensión acumulándose en torno a ellos. Los escuchaba prepararse, podía oír el tensar de sus cuerdas, el murmullo de sus hechizos.
Y entonces llegó la respuesta. Una triple respuesta conjunta y coordinada que sí pudo presenciar debido a que se encontraba espiando a la detestable chica de pelo verde: Un hechizo agresivo que se perdió en el margen de la abertura, una flecha que atravesó aquel umbral para distanciarse a su espalda. Y un proyectil que sí impactó en sus defensas.
El pequeño dio un respingo por lo certero de ese disparo de oro, pero pronto pudo celebrarlo en su interior. Seguro que era el varmano una vez más haciendo gala de su puntería. Lo que no se esperó en cambio fue el hechizo de impacto desencadenando todo un caos de polvo y caídas de escombros consecutivas.
Aniol permaneció congelado, como si el moverse pudiera darle más posibilidades de que algún cascote le rebotase en la cabeza a pesar de que se encontraba a salvo en otra calle.
—No veo nada... —les dedicó, con la voz dudosa. ¿Habrían acabado con ella?—. No la veo... chicus... todo se ve borroso...
Tendría que esperar a que la nube de polvo se esparciera para poder localizarla. Era urgente por el peligro que representaba, así que no podía despistarse. Sabía que Ethan, Connor y los demás serían sus manos y sus piernas. Su maza y su lanza.
Él sería su visión.
Los ojos de Sendar.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Las Emociones Que No Expresas Nunca Mueren."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 9/9
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Barrio Derruido
07/01/25, 07:12 pm
Sin dejar de moverse siguió la mano de Aniol hacia una calle, o mejor dicho, hacia el mismo edificio que había perdido la chimenea momentos atrás. Joder, si es que los tenían encima. Abrió la boca para respirar por ella, pues aunque no estuvieran en carrera a fondo se notaba falto de aliento. El cuerpo entonces le pidió dos cosas, tan contrarias que no se explicaba como no se invalidaban la una a la otra: quería quedarse tanto como escabullirse. El peso de todo su tiempo en ese infierno le instaba a morir llevándose a tantos enemigos por delante como fuera posible, y a la vez, el miedo de haber escuchado a los muertos le atenazaba los músculos para no querer correr el riesgo.
Connor fue la mejor-peor influencia posible. En el pecho del granta danzaban las llamas de la rabia, atizadas por el horror y la adrenalina en una corriente sin canalizar que, de no aclarar las ideas claras, acabaría siendo fatal e incapacitante. Puede que no temblase, pero estaba tan rígido que notaba lo mecánicas que le iban las extremidades. Las amenazas y el odio de Connor era una suerte de molde que contenía su lava y le daba forma, tan necesario como el apoyo de un rifle para estabilizar el disparo. Igual que había sucedido cuando se habían enfrentado al jabalí monstruoso, normalizar la violencia estaba siendo su supervivencia.
—Vale, vale, vale… —susurró para sí, sacudiendo el hormigueo de sus músculos agitando los hombros.
Dieron con varios muros, esqueletos de antiguas construcciones que servirían de trinchera a las cuales no dudó en pegarse, y se dio cuenta de lo alerta que estaba cuando Ethan empujó una puerta, esta cayó con un estruendo y ni se asustó. Pasó dentro, analizando las alturas de la triste pared para comprobar desde donde tenía la mejor relación vista-cobertura, optando finalmente por el hueco más expuesto donde tendría espacio tanto para un buen tiro como para ser blanco fácil. Tal como estaba, priorizaba más el ataque que su propia defensa.
—Ambos ojos abiertos —le recordó a Damian de sus clases, no por creer que el chico lo necesitase, sino como señal de que estaba con él. Claro que prefería ser él quien clavase la flecha, no por competición, sino por cuestión de edad y sangre.
Los preparativos de sus compañeros eran inquietantes, como si hubiera tantas hormigas juntas que pudiera oír como le escalaban. Hechizos, cuerdas tensas, maldiciones y alientos, no permitió que nada le distrayera al apuntar el arma hacia la ventana que Aniol le había indicado. Se llenó de aire los pulmones como si así pudiera llenarse de calma, tensó poco a poco y esperó a que la cabeza de okae se asomase.
Y entonces, disparó.
La satisfacción que precedió al silbido de su flecha por haberle dado de lleno se esfumó tan pronto comprendió que no había caído; se había cubierto, gracias al maldito escudo que llevaba. El mismo que él ni se había molestado en usar o coger antes de salir, tan poco aprecio como se tenía.
—Joder.
Sus pupilas se afilaron y el blanco de sus dientes se hizo visible en un gruñido al no poder saborear victoria, menos cuando la chica acababa de gritar a refuerzos. Estaba preparando la segunda flecha cuando otro movimiento captó su atención, una cabeza de rizos índigo que marchaba hacia el edificio… ¿Airi?
Con la vista virando entre su compañere y la ventana por si la peliverde reapareciera, Nohlem fue espectador en cuestión de segundos de como la estructura se derrumbaba como mantequilla derretida. Aquello sí que le hizo bajar el arco.
—Oh- joder —masculló, asomándose no para atacar, sino para comprender—. ¡Airi! —la nube de escombros era tan densa que a penas podía distinguir la silueta de le sanaí, que parecía mantenerse el mismo sitio. La duda de Aniol se le contagió, pues necesitaba tiempo para razonar que había pasado, pero el tiempo era apremiante. Un chispazo de esa arrebatada victoria tomó fuerza, pero no era tan necio para cantarla todavía. Salió de los restos de la casa—. Está bien Aniol. No… No te muevas de aquí —musitó para el niño, cada vez a más distancia, haciendo gestos como si el polaco pudiese verlos—. ¡Airi! —repitió.
Nohlem aguardó cerca de la pared, en la calle, dispuesto a acercarse pero consciente de que era más valioso a distancia que a cuerpo a cuerpo. Sus orejas buscaban sonidos por debajo del estruendo, y aunque sus ojos escudriñaban el polvo en busca de movimiento, al poco volvían a le sanaí inevitablemente.
Connor fue la mejor-peor influencia posible. En el pecho del granta danzaban las llamas de la rabia, atizadas por el horror y la adrenalina en una corriente sin canalizar que, de no aclarar las ideas claras, acabaría siendo fatal e incapacitante. Puede que no temblase, pero estaba tan rígido que notaba lo mecánicas que le iban las extremidades. Las amenazas y el odio de Connor era una suerte de molde que contenía su lava y le daba forma, tan necesario como el apoyo de un rifle para estabilizar el disparo. Igual que había sucedido cuando se habían enfrentado al jabalí monstruoso, normalizar la violencia estaba siendo su supervivencia.
—Vale, vale, vale… —susurró para sí, sacudiendo el hormigueo de sus músculos agitando los hombros.
Dieron con varios muros, esqueletos de antiguas construcciones que servirían de trinchera a las cuales no dudó en pegarse, y se dio cuenta de lo alerta que estaba cuando Ethan empujó una puerta, esta cayó con un estruendo y ni se asustó. Pasó dentro, analizando las alturas de la triste pared para comprobar desde donde tenía la mejor relación vista-cobertura, optando finalmente por el hueco más expuesto donde tendría espacio tanto para un buen tiro como para ser blanco fácil. Tal como estaba, priorizaba más el ataque que su propia defensa.
—Ambos ojos abiertos —le recordó a Damian de sus clases, no por creer que el chico lo necesitase, sino como señal de que estaba con él. Claro que prefería ser él quien clavase la flecha, no por competición, sino por cuestión de edad y sangre.
Los preparativos de sus compañeros eran inquietantes, como si hubiera tantas hormigas juntas que pudiera oír como le escalaban. Hechizos, cuerdas tensas, maldiciones y alientos, no permitió que nada le distrayera al apuntar el arma hacia la ventana que Aniol le había indicado. Se llenó de aire los pulmones como si así pudiera llenarse de calma, tensó poco a poco y esperó a que la cabeza de okae se asomase.
Y entonces, disparó.
La satisfacción que precedió al silbido de su flecha por haberle dado de lleno se esfumó tan pronto comprendió que no había caído; se había cubierto, gracias al maldito escudo que llevaba. El mismo que él ni se había molestado en usar o coger antes de salir, tan poco aprecio como se tenía.
—Joder.
Sus pupilas se afilaron y el blanco de sus dientes se hizo visible en un gruñido al no poder saborear victoria, menos cuando la chica acababa de gritar a refuerzos. Estaba preparando la segunda flecha cuando otro movimiento captó su atención, una cabeza de rizos índigo que marchaba hacia el edificio… ¿Airi?
Con la vista virando entre su compañere y la ventana por si la peliverde reapareciera, Nohlem fue espectador en cuestión de segundos de como la estructura se derrumbaba como mantequilla derretida. Aquello sí que le hizo bajar el arco.
—Oh- joder —masculló, asomándose no para atacar, sino para comprender—. ¡Airi! —la nube de escombros era tan densa que a penas podía distinguir la silueta de le sanaí, que parecía mantenerse el mismo sitio. La duda de Aniol se le contagió, pues necesitaba tiempo para razonar que había pasado, pero el tiempo era apremiante. Un chispazo de esa arrebatada victoria tomó fuerza, pero no era tan necio para cantarla todavía. Salió de los restos de la casa—. Está bien Aniol. No… No te muevas de aquí —musitó para el niño, cada vez a más distancia, haciendo gestos como si el polaco pudiese verlos—. ¡Airi! —repitió.
Nohlem aguardó cerca de la pared, en la calle, dispuesto a acercarse pero consciente de que era más valioso a distancia que a cuerpo a cuerpo. Sus orejas buscaban sonidos por debajo del estruendo, y aunque sus ojos escudriñaban el polvo en busca de movimiento, al poco volvían a le sanaí inevitablemente.
- ♪♫♬:
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: Barrio Derruido
08/01/25, 08:05 pm
Los segundos parecieron alargarse en aquella ciudad en ruinas, cargados de una tensión que parecía cortar el aire con un cuchillo y prohibir la existencia del más mínimo sonido en el lugar. Connor se encontraba agazapado junto al resto detrás de una casa medio derruida, asomando solo lo imprescindible para lanzar con eficacia el hechizo de corte. Esperando. Acechando. Una parte de él casi se vio transportada a ese fatídico día cuando intentaron emboscar a Roderick en la mina... Cuerpos listos para dejarse llevar por el desenfreno de la violencia, abrazándola con ansias vengativas y ardientes. Solo esperaba que esta vez no saliera tan jodidamente mal como en el pasado, y que los únicos muertos que contaran fueran los de la puta calle de enfrente...
Connor asintió con el ceño fruncido al consejo de Nohlem. Sabía que iba dirigido a Damian, el cuál también apuntaba con su arco a los huecos del hostil edificio, pero también se hizo dueño de esas palabras y procuró mantener ambos ojos abiertos. Al fin y al cabo, el varmano era quién más sabía sobre apuntar con precisión y mentiría si dijera que no esperaba que su amigo acertara el tiro. Por otro lado, ver al italiano tan dispuesto a cobrarse su propia deuda de sangre le habría hecho torcer el gesto en una leve sonrisa orgullosa típica del club Wyvern, de no ser porque una parte de él esperaba que no tuviera que mancharse las manos. Ya había visto las consecuencias en Ethan y Nohlem y no quería ver pasar a Damian por lo mismo. Pero nada de eso importaba en esos instantes, porque Damian tampoco tenía opción de bajar su arma...
Por fin, los segundos dejaron de estirarse hasta el infinito.
Y nada más asomar aquella puta cabeza verdosa, el aire se impregnó del silbido de las flechas surcando la calle. Connor soltó un leve bufido entre los dientes apretados y dio un tajo con el brazo izquierdo en dirección a aquella cabrona. Los ojos encendidos de rabia y los músculos en tensión, mientras sentía cómo aquella energía acumulada abandonaba su cuerpo y dejaba en su lugar un tufo a plata alrededor suya.
Y todo para nada. La flecha de Damian se perdió dentro del edificio. Su hechizo impactó en el marco de la ventana, lejos de cortar carne... Pero Connor no tuvo tiempo de maldecir por lo bajo con frustración e impotencia, pues el sonido de la flecha de Nohlem impactando en la defensa mágica de esa cabrona se llevó toda su atención. La mala noticia era que aún estaba viva. La buena noticia es que su escudo estaba dañado y le quedaba menos para morir. Quizás por un nuevo flechazo de Nohlem o si podía acercarse y tenía suerte por un mazazo suyo. Aún así no había tiempo para celebrar nada, pues las advertencias que le hizo a su grupo tensaron el cuerpo de Connor y le prepararon para lo que estuviera por venir. Le prepararon para la pelea que se avecinaba. La sangre hirviendo como puto aceite de motor dentro de sus venas, un fuego que solo podía apagarse con más fuego. Con más violencia.
-Venga, putos cabrones...- Masculló entre dientes mientras asomaba la cabeza fuera del refugio improvisado, con la maza alzada y a medio camino de otro hechizo de corte, listo para cuando apareciera el primero de ellos poder abalanzarse. Una figura adelantó a su lado y se abrió paso entre ellos. A Connor solo le dio tiempo a visualizar que se trataba de Airi, antes de que su compañere desatara el caos y la destrucción en el edificio de enfrente. El cuál se vino abajo como si un enorme gigante le hubiera propinado un puñetazo de veinte metros de ancho.- ¡JODER, AIRI... ESO ES...!- Exclamó mientras sus ojos abiertos como platos solo podían vislumbrar, y admirar con asombro, lo que acababa de desatar le sanaí en la calle de enfrente, antes de que la nube de polvo invadiera todo el lugar.
En esos instantes Connor no sabía cómo lo había hecho ni recordaba las runas de impacto grabadas en el papel, y aunque se moría por saberlo... No había tiempo. Aquello abría la puerta a una victoria. Quizás Karin estuviera muerta. Quizás el edificio hubiera aplastado a más...
-¡Vamos a por ellos, joder! ¡Esos putos cabrones tienen que estar acojonados!- Instó entre susurros a los más mayores mientras seguía a Nohlem, y buscaba a Ethan para decirle con la mirada que ya era la puta hora de que ambos pusieran otra vez en práctica lo aprendido cuerpo a cuerpo en el torreón. Connor preparó la maza con el puño bien apretado mientras salía al exterior del refugio en dirección a Airi, intentando vislumbrar más allá del polvo. Su rostro se giró hacia Aniol unos segundos, y aunque éste no pudiera verle por el hechizo de sus ojos, Connor le asintió con la cabeza y una mirada entre tranquilizadora y determinada.- Búscala entre los escombros, Aniol... Busca a esa cabrona y avísanos cuando veas a los demás...- No había tiempo que perder. El otro grupo debía estar aturdido. Desorganizado. Expuesto. Puede que no tuvieran otra oportunidad como aquella y debían aprovecharla.
Connor avanzaría lentamente y con paso firme hasta alcanzar la posición de Airi, con la maza en alto y un segundo hechizo de corte preparándose en su brazo izquierdo. Listo para la primera figura hostil que viera entre la polvareda.
Connor asintió con el ceño fruncido al consejo de Nohlem. Sabía que iba dirigido a Damian, el cuál también apuntaba con su arco a los huecos del hostil edificio, pero también se hizo dueño de esas palabras y procuró mantener ambos ojos abiertos. Al fin y al cabo, el varmano era quién más sabía sobre apuntar con precisión y mentiría si dijera que no esperaba que su amigo acertara el tiro. Por otro lado, ver al italiano tan dispuesto a cobrarse su propia deuda de sangre le habría hecho torcer el gesto en una leve sonrisa orgullosa típica del club Wyvern, de no ser porque una parte de él esperaba que no tuviera que mancharse las manos. Ya había visto las consecuencias en Ethan y Nohlem y no quería ver pasar a Damian por lo mismo. Pero nada de eso importaba en esos instantes, porque Damian tampoco tenía opción de bajar su arma...
Por fin, los segundos dejaron de estirarse hasta el infinito.
Y nada más asomar aquella puta cabeza verdosa, el aire se impregnó del silbido de las flechas surcando la calle. Connor soltó un leve bufido entre los dientes apretados y dio un tajo con el brazo izquierdo en dirección a aquella cabrona. Los ojos encendidos de rabia y los músculos en tensión, mientras sentía cómo aquella energía acumulada abandonaba su cuerpo y dejaba en su lugar un tufo a plata alrededor suya.
Y todo para nada. La flecha de Damian se perdió dentro del edificio. Su hechizo impactó en el marco de la ventana, lejos de cortar carne... Pero Connor no tuvo tiempo de maldecir por lo bajo con frustración e impotencia, pues el sonido de la flecha de Nohlem impactando en la defensa mágica de esa cabrona se llevó toda su atención. La mala noticia era que aún estaba viva. La buena noticia es que su escudo estaba dañado y le quedaba menos para morir. Quizás por un nuevo flechazo de Nohlem o si podía acercarse y tenía suerte por un mazazo suyo. Aún así no había tiempo para celebrar nada, pues las advertencias que le hizo a su grupo tensaron el cuerpo de Connor y le prepararon para lo que estuviera por venir. Le prepararon para la pelea que se avecinaba. La sangre hirviendo como puto aceite de motor dentro de sus venas, un fuego que solo podía apagarse con más fuego. Con más violencia.
-Venga, putos cabrones...- Masculló entre dientes mientras asomaba la cabeza fuera del refugio improvisado, con la maza alzada y a medio camino de otro hechizo de corte, listo para cuando apareciera el primero de ellos poder abalanzarse. Una figura adelantó a su lado y se abrió paso entre ellos. A Connor solo le dio tiempo a visualizar que se trataba de Airi, antes de que su compañere desatara el caos y la destrucción en el edificio de enfrente. El cuál se vino abajo como si un enorme gigante le hubiera propinado un puñetazo de veinte metros de ancho.- ¡JODER, AIRI... ESO ES...!- Exclamó mientras sus ojos abiertos como platos solo podían vislumbrar, y admirar con asombro, lo que acababa de desatar le sanaí en la calle de enfrente, antes de que la nube de polvo invadiera todo el lugar.
En esos instantes Connor no sabía cómo lo había hecho ni recordaba las runas de impacto grabadas en el papel, y aunque se moría por saberlo... No había tiempo. Aquello abría la puerta a una victoria. Quizás Karin estuviera muerta. Quizás el edificio hubiera aplastado a más...
-¡Vamos a por ellos, joder! ¡Esos putos cabrones tienen que estar acojonados!- Instó entre susurros a los más mayores mientras seguía a Nohlem, y buscaba a Ethan para decirle con la mirada que ya era la puta hora de que ambos pusieran otra vez en práctica lo aprendido cuerpo a cuerpo en el torreón. Connor preparó la maza con el puño bien apretado mientras salía al exterior del refugio en dirección a Airi, intentando vislumbrar más allá del polvo. Su rostro se giró hacia Aniol unos segundos, y aunque éste no pudiera verle por el hechizo de sus ojos, Connor le asintió con la cabeza y una mirada entre tranquilizadora y determinada.- Búscala entre los escombros, Aniol... Busca a esa cabrona y avísanos cuando veas a los demás...- No había tiempo que perder. El otro grupo debía estar aturdido. Desorganizado. Expuesto. Puede que no tuvieran otra oportunidad como aquella y debían aprovecharla.
Connor avanzaría lentamente y con paso firme hasta alcanzar la posición de Airi, con la maza en alto y un segundo hechizo de corte preparándose en su brazo izquierdo. Listo para la primera figura hostil que viera entre la polvareda.
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Personajes :- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
- Rick: humano, neoyorquino
- Erknest: humano, italiano/inglés Kamaitachi
Síntomas : A veces tendrá ataques de claustrofobia. Sus irises dejan de ser círculos perfectos, y en ocasiones sus ojos serán brevemente fosforescentes en la oscuridad.
Armas :- Rick: Sable y arco
- Erknest: "Espada legendaria" y cuchillas de aire
Status : The journey never ends
- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
Re: Barrio Derruido
09/01/25, 12:09 am
Tal vez no estuvieran a su lado, pero ver a Räg esconderse en la casa de al lado donde todavía se escondía parte del grupo, Airi incluide, con el polaco era un pequeño alivio. No lo era tanto que el mal presagio se cumpliera, aunque eso era algo que ya tenía hasta cierto punto interiorizado a diario. Claro está, no ayudaba que estuviera muy tenso con la espera a que el otro grupo atacara.
La concentración del neoyorquino solo la rompió la voz de Ethan, aunque solo parcialmente. Su mirada, medio vacía por la ansiedad de la situación, se posó por unos momentos en el otro grupo con una expresión neutra. Precisamente porque no todos iban a estar allí era una mejor idea. Si todos estaban en un mismo punto, bastaría con un hechizo bien disparado para darles a todos o incluso, en el peor de los casos, mandarles de nuevo a un viaje al subsuelo. Si se mantenían cerca, pero ligeramente dispersos podían reducir los posibles daños sin perder mucha capacidad de defensa, o al menos es como él lo veía. Aún con todo hubo un atisbo de duda en el chico antes de que... -(¡No, no, no, no! ¡Ahora no!)- se atemorizó mentalmente mientras notaba como un sudor frío le caía en la espalda, su pulso se aceleraba y los ojos desenfocaban por unos instantes. Si la tensión ya era jodida, que solo por ver a sus compañeros y el sitio en el que estaba ya le estuviera dando uno de sus ataques de claustrofobia era la peor combinación posible. Daba gracias de que estuviera en una casa en ruinas y precisamente no había muchos muros quitando en el que estaba escondido, pero aún así las ganas de alejarse de todo aquello estaban siendo acuciantes.
Mientras a duras penas intentaba calmarse con respiraciones entrecortadas, Rick escuchaba al resto tomar posiciones, tensar arcos y preparar conjuros. Se forzó a apretar un poco más el arco para tomar conciencia de dónde estaban; un mal momento podía ser fatal para él o para el resto. Así, el chico consiguió incorporarse un poco en su cobertura y fijarse al lugar al que estaban apuntando el resto, justo a tiempo para ver a la peliverde salir de una de las ventanas. Perdió el aliento por un segundo cuando una de las flechas impactó, pero por desgracia no iba a ser tan fácil: "Karin" contaba con defensas, como no. No tuvo tiempo de pensar en si disparar antes de que desapareciera, dejándole con algo que no anticipaba nada bueno. -(¿No venían todos?)- pensó tenso por un momento en las palabras de la chica. ¿Se había adelantado para avisarles tal como estaba haciendo el polaco? Tanto daba cuando ahora estaba confirmado que se avecinaba un combate del que esperaba salieran sin muchos daños.
Entre la ansiedad amortiguada intentando apoderarse de su ser y la incertidumbre de sus siguientes movimientos, solo tuvo unos momentos para caer en su amigue, que había salido al exterior. -¿Airi?- llegó a preguntar confuso antes de que la runa que llevaba se activara y en su mundo solo quedara estruendo y una creciente nube de polvo. Se resguardó por completo en su cobertura, protegiéndose la cara con el brazo con en el que llevaba la flecha y tosiendo un par de veces. Le pitaban los oídos, pero aún así tenía que espabilar dentro de sus posibilidades.
Buscó con cierta dificultad a todos desde dónde estaba, alarmado sobre todo por saber de le sanaí. -¿Estáis bien?- no tardó en preguntar preocupado para asegurarse que a nadie le había afectado el derrumbe. Había confusión en el aire, aunque si ni siquiera el pequeño podía ver usando magia ahora mismo, contaban con cierta ventaja según como se desarrollara todo a continuación. Lo poco que le escuchó a Connor, sin embargo, le dejaba claro que el plan seguía adelante. -Tenemos que irnos... Ahora que no nos ven...- musitó en voz baja sin tener claro si alguien podría escucharle, todavía afectado por el ataque de claustrofobia y el resultado del hechizo de su compañere. No sabía los motivos, pero su amigue había creado una oportunidad perfecta para intentar alejarse de allí cuanto antes. Cosa que probablemente no fuera a pasar.
El chico estaba más que listo para marcharse, pero mientras tanto si el resto seguía allí quieto, al menos estaría atento por si Letargo atacaba aún con lo poco que se veía. Levantó de nuevo el arco, buscando entre el frente cualquier signo de movimiento. Si intentaban atacar a Airi lo lamentarían.
La concentración del neoyorquino solo la rompió la voz de Ethan, aunque solo parcialmente. Su mirada, medio vacía por la ansiedad de la situación, se posó por unos momentos en el otro grupo con una expresión neutra. Precisamente porque no todos iban a estar allí era una mejor idea. Si todos estaban en un mismo punto, bastaría con un hechizo bien disparado para darles a todos o incluso, en el peor de los casos, mandarles de nuevo a un viaje al subsuelo. Si se mantenían cerca, pero ligeramente dispersos podían reducir los posibles daños sin perder mucha capacidad de defensa, o al menos es como él lo veía. Aún con todo hubo un atisbo de duda en el chico antes de que... -(¡No, no, no, no! ¡Ahora no!)- se atemorizó mentalmente mientras notaba como un sudor frío le caía en la espalda, su pulso se aceleraba y los ojos desenfocaban por unos instantes. Si la tensión ya era jodida, que solo por ver a sus compañeros y el sitio en el que estaba ya le estuviera dando uno de sus ataques de claustrofobia era la peor combinación posible. Daba gracias de que estuviera en una casa en ruinas y precisamente no había muchos muros quitando en el que estaba escondido, pero aún así las ganas de alejarse de todo aquello estaban siendo acuciantes.
Mientras a duras penas intentaba calmarse con respiraciones entrecortadas, Rick escuchaba al resto tomar posiciones, tensar arcos y preparar conjuros. Se forzó a apretar un poco más el arco para tomar conciencia de dónde estaban; un mal momento podía ser fatal para él o para el resto. Así, el chico consiguió incorporarse un poco en su cobertura y fijarse al lugar al que estaban apuntando el resto, justo a tiempo para ver a la peliverde salir de una de las ventanas. Perdió el aliento por un segundo cuando una de las flechas impactó, pero por desgracia no iba a ser tan fácil: "Karin" contaba con defensas, como no. No tuvo tiempo de pensar en si disparar antes de que desapareciera, dejándole con algo que no anticipaba nada bueno. -(¿No venían todos?)- pensó tenso por un momento en las palabras de la chica. ¿Se había adelantado para avisarles tal como estaba haciendo el polaco? Tanto daba cuando ahora estaba confirmado que se avecinaba un combate del que esperaba salieran sin muchos daños.
Entre la ansiedad amortiguada intentando apoderarse de su ser y la incertidumbre de sus siguientes movimientos, solo tuvo unos momentos para caer en su amigue, que había salido al exterior. -¿Airi?- llegó a preguntar confuso antes de que la runa que llevaba se activara y en su mundo solo quedara estruendo y una creciente nube de polvo. Se resguardó por completo en su cobertura, protegiéndose la cara con el brazo con en el que llevaba la flecha y tosiendo un par de veces. Le pitaban los oídos, pero aún así tenía que espabilar dentro de sus posibilidades.
Buscó con cierta dificultad a todos desde dónde estaba, alarmado sobre todo por saber de le sanaí. -¿Estáis bien?- no tardó en preguntar preocupado para asegurarse que a nadie le había afectado el derrumbe. Había confusión en el aire, aunque si ni siquiera el pequeño podía ver usando magia ahora mismo, contaban con cierta ventaja según como se desarrollara todo a continuación. Lo poco que le escuchó a Connor, sin embargo, le dejaba claro que el plan seguía adelante. -Tenemos que irnos... Ahora que no nos ven...- musitó en voz baja sin tener claro si alguien podría escucharle, todavía afectado por el ataque de claustrofobia y el resultado del hechizo de su compañere. No sabía los motivos, pero su amigue había creado una oportunidad perfecta para intentar alejarse de allí cuanto antes. Cosa que probablemente no fuera a pasar.
El chico estaba más que listo para marcharse, pero mientras tanto si el resto seguía allí quieto, al menos estaría atento por si Letargo atacaba aún con lo poco que se veía. Levantó de nuevo el arco, buscando entre el frente cualquier signo de movimiento. Si intentaban atacar a Airi lo lamentarían.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Personajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Barrio Derruido
09/01/25, 09:08 pm
Un paso, otro paso, pequeños pasos cautelosos hacían que Damian buscase un sitio seguro entre los demás, tentando con los dedos la cuerda del arco. Sus manos sudorosas acariciaban con nervio y anticipación la madera de la flecha, pudiendo oler el peligro entre todo el aroma plateado que su mejor amigo desperdigó en el aire. Por momentos el curso del tiempo fue denso, pesado, los segundos se tornaron eternos y la espera una tortura en vida. El pistoletazo de salida podría aparecer en cualquier momento, un proyectil envenenado, una explosión o un suelo inestable, peligros que ahondaban en Damian y le hicieron apretar los dientes.
Todo se le hizo un eco, poco a poco presa de las fauces del pánico y aun así estaba aferrándose al arco como un clavo ardiendo. Quería defenderse, defenderlos y salvar el pellejo de todo el mundo, incluyéndose por supuesto. Algunos del grupo tomaron iniciativa, equipándose el amuleto faltante, intentando buscar refugio pero… ¿donde estaban los malos? La caída a plomo de la puerta resonó en su cabeza, más embotellado que nunca. Damian solo tenía ojos y oídos para la cautela, apenas podía ver el resto si tan siquiera por el rabillo del ojo. Cada silbido de viento, cada pequeña piedra que moviesen las pisadas ajenas, no quería tener ausente ninguna señal que pudiese anticipar tan siquiera algo.
Unos cabellos de color verde se delataron tras una ventana, indistinguibles, una maldita diana de color moco que se arrastraba tras unas paredes. Una cabeza, piel amarilla que le hizo hervir de pronto ante tanta preparación. La puta mentirosa que le hizo pasar un infierno bajo un boquete y que por poco no se cargó al resto.
—A-ahi… —dijo más para sí mismo, arrugando la frente con cobardía y tragando sus mismas entrañas para permanecer en silencio. Ni siquiera un suspiro se escapó de la boca del italiano, aguantando la respiración y alzando el arco. Sus manos no se querían quedar quietas ni menos precisas, vacilantes por la impresión que la peliverde supuso para ese evento catastrófico.
La inseguridad le asfixió.
“Ambos ojos abiertos”
Sin embargo Nohlem le soltó un consejo, uno que ya escuchó en repetidas ocasiones. Ojos abiertos, eso le dio un agarre más firme y más soltura en su apuntado, creyendo en que podía hacerlo y tomar las riendas de sus decisiones con más fuerza que nunca y así lo hizo. Tomó aire, tensando el arco de una forma similar a quien tuvo al lado. El pupilo dejó que su maestro guiase el tiro que disparó, sintiendo el silbido de su flecha, así como la del más experimentado varmano y, también, la sobrenatural pero brutal magia de Connor. Tres ataques fueron directos hacia la enemiga y el suyo fuese directo a la ventana, un logro de puntería que no pudo permitirse celebrar ya que miró con tensión como el hechizo de Connor impactó en el marco y el proyectil de Nohlem impactó en ella. Enseñó los dientes con rabia y le ardía el pecho de impotencia por su amigo. Puta magia, aunque logró acertar estaba protegiéndose con ella.
—Ngh… Puta mierda… —le tembló la voz al oír a la mentirosa, buscando otra flecha para poder atinar de verdad y seguir ayudando en quitarla de en medio.
De pronto Airi, con decisión, se abrió paso para hacer algo que en un inicio Damian no supo que era. No tardó en darse cuenta del papel que le sanaí estrujó en su mano y un impacto llegó, no tardando en hacer un destrozo a toda la fachada que cayó por completo.
—¡Ostia… puta! —Damian entrecerró sus ojos, producto de tanta destrucción y también por la humareda de polvo que se levantó de golpe. Sin embargo eran buenas noticias, joder si las eran, sintiendo embriagadez por las exclamaciones de Connor y no pudo evitar sonreir nerviosamente—. ¡Vamos coño, a por esos putos cagados joder! Ahora sí, los tenemos —secundó con la energía contagiada y con el arco listo—. Tu puedes buscarlos Aniol, se que puedes. Confío a muerte en ti —asintió al polaco con las fuerzas renovadas. Tenía miedo pero se sentía imparable. Joder, en grupo si que eran imparables y ahora podrían contraatacar.
Y tenía un arco y su cuchillo encima para enfrentar a lo que sea, dando pasos cautelosos listo para ver a más enemigos entre las trincheras.
Todo se le hizo un eco, poco a poco presa de las fauces del pánico y aun así estaba aferrándose al arco como un clavo ardiendo. Quería defenderse, defenderlos y salvar el pellejo de todo el mundo, incluyéndose por supuesto. Algunos del grupo tomaron iniciativa, equipándose el amuleto faltante, intentando buscar refugio pero… ¿donde estaban los malos? La caída a plomo de la puerta resonó en su cabeza, más embotellado que nunca. Damian solo tenía ojos y oídos para la cautela, apenas podía ver el resto si tan siquiera por el rabillo del ojo. Cada silbido de viento, cada pequeña piedra que moviesen las pisadas ajenas, no quería tener ausente ninguna señal que pudiese anticipar tan siquiera algo.
Unos cabellos de color verde se delataron tras una ventana, indistinguibles, una maldita diana de color moco que se arrastraba tras unas paredes. Una cabeza, piel amarilla que le hizo hervir de pronto ante tanta preparación. La puta mentirosa que le hizo pasar un infierno bajo un boquete y que por poco no se cargó al resto.
—A-ahi… —dijo más para sí mismo, arrugando la frente con cobardía y tragando sus mismas entrañas para permanecer en silencio. Ni siquiera un suspiro se escapó de la boca del italiano, aguantando la respiración y alzando el arco. Sus manos no se querían quedar quietas ni menos precisas, vacilantes por la impresión que la peliverde supuso para ese evento catastrófico.
La inseguridad le asfixió.
“Ambos ojos abiertos”
Sin embargo Nohlem le soltó un consejo, uno que ya escuchó en repetidas ocasiones. Ojos abiertos, eso le dio un agarre más firme y más soltura en su apuntado, creyendo en que podía hacerlo y tomar las riendas de sus decisiones con más fuerza que nunca y así lo hizo. Tomó aire, tensando el arco de una forma similar a quien tuvo al lado. El pupilo dejó que su maestro guiase el tiro que disparó, sintiendo el silbido de su flecha, así como la del más experimentado varmano y, también, la sobrenatural pero brutal magia de Connor. Tres ataques fueron directos hacia la enemiga y el suyo fuese directo a la ventana, un logro de puntería que no pudo permitirse celebrar ya que miró con tensión como el hechizo de Connor impactó en el marco y el proyectil de Nohlem impactó en ella. Enseñó los dientes con rabia y le ardía el pecho de impotencia por su amigo. Puta magia, aunque logró acertar estaba protegiéndose con ella.
—Ngh… Puta mierda… —le tembló la voz al oír a la mentirosa, buscando otra flecha para poder atinar de verdad y seguir ayudando en quitarla de en medio.
De pronto Airi, con decisión, se abrió paso para hacer algo que en un inicio Damian no supo que era. No tardó en darse cuenta del papel que le sanaí estrujó en su mano y un impacto llegó, no tardando en hacer un destrozo a toda la fachada que cayó por completo.
—¡Ostia… puta! —Damian entrecerró sus ojos, producto de tanta destrucción y también por la humareda de polvo que se levantó de golpe. Sin embargo eran buenas noticias, joder si las eran, sintiendo embriagadez por las exclamaciones de Connor y no pudo evitar sonreir nerviosamente—. ¡Vamos coño, a por esos putos cagados joder! Ahora sí, los tenemos —secundó con la energía contagiada y con el arco listo—. Tu puedes buscarlos Aniol, se que puedes. Confío a muerte en ti —asintió al polaco con las fuerzas renovadas. Tenía miedo pero se sentía imparable. Joder, en grupo si que eran imparables y ahora podrían contraatacar.
Y tenía un arco y su cuchillo encima para enfrentar a lo que sea, dando pasos cautelosos listo para ver a más enemigos entre las trincheras.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Barrio Derruido
11/01/25, 07:32 pm
Apenas había sentido el tacto frío del colgante sobre su piel, cuando el mundo se vino abajo repentinamente. Sonaron los tambores de guerra a un ritmo dispar, pues mientras los arcos se tensaban y los hechizos se murmuraban, su mundo, mucho más normal y pequeño se centraba en colocarse un triste cristal bajo su camisa. Fue el silbido de una flecha recorriendo el aire lo que le hizo levantar la mirada, una a la que sucedió otra y otra a la que acompañó el sonido rasposo y grave del motorista. Solo que esa victoría temporal no quedó ahí.
Se podría decir que cuando todo ocurre tan rápido, la mente lo compensa procesando a un ritmo lento. Pues, mientras los pasos de Airi resonaban sobre el pavimento, mientras un gritó ajeno desgarraba en dos el campo de batalla y el polvo empezaba a concentrarse atraído hacía una zona concreta del edificio, Ethan apenas había pestañeado. Entonces, como si todo volviera a recobrar su sentido, las manecillas del reloj volvieron a su curso y una enorme explosión ensordeció sus oídos y cegó su vista. Tierra, arenisca y restos de madera y piedra volaron convertidos en pedazos en todas direcciones, tanto así que la impresión le instó a refugiarse tras el muro y cubrir la cabeza de Aniol como si les fuera a llegar algo más que los restos de ese derrumbe.
-Que coj- Murmuró fuera de sí mientras buscaba de forma frenética que todos sus aliados estuvieran cerca. -¿Qué fue?
Hasta ahí llegaron sus dudas, pues tanto mencionar a Airi le hizo encender una leve chispa en su mente, una que no fue suficiente para comprender del todo lo que su compañere acababa de hacer, pero que al menos podía rellenar el hueco faltante de lógica con la sencillez de ¨lo hizo un mago¨. Negó confuso, notando como las siluetas de sus compañeros más cercanos se convertían en un borrón negruzco de colores que iban y venían, mezclados con la polvareda blanca del lugar. Fuera lo que fuera, ahora tenían vía libre para avanzar sin ser vistos, aunque eso fuera a costa de su propia seguridad.
Connor tenía razón. Se acercó hasta él a tientas, pues el contorno de una espalda ancha y grande era más sencillo que tratar de rastrear al resto de siluetas. Le escocían los ojos y le empezaba a picar la garganta, por ello se levantó parte del cuello para taparse la boca en un intento desesperado de que el polvo no lo engullera también desde dentro. Moverse iba a ser una auténtica odisea, pues mientras allí todavía tenían margen de verse, a lo lejos el contorno caído de la casa no era más que un espeso banco de niebla artificial. Pensar que la peliverde podía volver a encontrarse atrapada bajo las ruinas le arrancó una amarga sonrisa victoriosa.
-Connor, por tu derecha. -Le mencionó en voz baja al llegar a su lado, apoyando brevemente la mano sobre su hombro para indicarle por dónde iba a ir él. Lanza en alto mientras avanzaba con cuidado. Si al menos cubrían dos direcciones estarían ligeramente más protegidos de cualquier ataque sorpresa. -Ya añoraba entrenar contigo, cabrón.
Bromeó en un intento de calmar el temblor de sus manos. Volvían a estar pegados, como en los viejos tiempos, como en su extraño inicio. Solo que esta vez Ethan ya no llevaba el fuego, ahora sería también su arma, tanto como Connor era la suya. Hermanos en combate, hasta que la muerte los separara. Un ligero click sonó cuando una barrera de un tono ámbar cubrió por completo al asiatico. Que viniesen a por ellos, que estaban preparados.
Se podría decir que cuando todo ocurre tan rápido, la mente lo compensa procesando a un ritmo lento. Pues, mientras los pasos de Airi resonaban sobre el pavimento, mientras un gritó ajeno desgarraba en dos el campo de batalla y el polvo empezaba a concentrarse atraído hacía una zona concreta del edificio, Ethan apenas había pestañeado. Entonces, como si todo volviera a recobrar su sentido, las manecillas del reloj volvieron a su curso y una enorme explosión ensordeció sus oídos y cegó su vista. Tierra, arenisca y restos de madera y piedra volaron convertidos en pedazos en todas direcciones, tanto así que la impresión le instó a refugiarse tras el muro y cubrir la cabeza de Aniol como si les fuera a llegar algo más que los restos de ese derrumbe.
-Que coj- Murmuró fuera de sí mientras buscaba de forma frenética que todos sus aliados estuvieran cerca. -¿Qué fue?
Hasta ahí llegaron sus dudas, pues tanto mencionar a Airi le hizo encender una leve chispa en su mente, una que no fue suficiente para comprender del todo lo que su compañere acababa de hacer, pero que al menos podía rellenar el hueco faltante de lógica con la sencillez de ¨lo hizo un mago¨. Negó confuso, notando como las siluetas de sus compañeros más cercanos se convertían en un borrón negruzco de colores que iban y venían, mezclados con la polvareda blanca del lugar. Fuera lo que fuera, ahora tenían vía libre para avanzar sin ser vistos, aunque eso fuera a costa de su propia seguridad.
Connor tenía razón. Se acercó hasta él a tientas, pues el contorno de una espalda ancha y grande era más sencillo que tratar de rastrear al resto de siluetas. Le escocían los ojos y le empezaba a picar la garganta, por ello se levantó parte del cuello para taparse la boca en un intento desesperado de que el polvo no lo engullera también desde dentro. Moverse iba a ser una auténtica odisea, pues mientras allí todavía tenían margen de verse, a lo lejos el contorno caído de la casa no era más que un espeso banco de niebla artificial. Pensar que la peliverde podía volver a encontrarse atrapada bajo las ruinas le arrancó una amarga sonrisa victoriosa.
-Connor, por tu derecha. -Le mencionó en voz baja al llegar a su lado, apoyando brevemente la mano sobre su hombro para indicarle por dónde iba a ir él. Lanza en alto mientras avanzaba con cuidado. Si al menos cubrían dos direcciones estarían ligeramente más protegidos de cualquier ataque sorpresa. -Ya añoraba entrenar contigo, cabrón.
Bromeó en un intento de calmar el temblor de sus manos. Volvían a estar pegados, como en los viejos tiempos, como en su extraño inicio. Solo que esta vez Ethan ya no llevaba el fuego, ahora sería también su arma, tanto como Connor era la suya. Hermanos en combate, hasta que la muerte los separara. Un ligero click sonó cuando una barrera de un tono ámbar cubrió por completo al asiatico. Que viniesen a por ellos, que estaban preparados.
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