Torre Serpentaria (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Sepalian Xila se dirigió a los allí congregados y esperó a que se hiciera el silencio.
-Esta es la Torre Serpentaria, una de las más antiguas torres de hechicería de nuestra ciudad. Acogerá a magos, brujos y criaturas con mucha magia -decía desde su máscara sin rasgos pero con raíces cruzadas por todas partes-. Los hechiceros somos pocos pero podemos hacer muchas más cosas que otros. La magia no es sólo un arma que usar en la batalla sino que también puede ayudar a crear y conservar. Y no sólo eso, pues también puede torcer y engañar, ocultar y revelar, y puede hacer cosas para las cuales no existen verbos que las describan. Yo os animo, nuevos ciudadanos, no sólo a que bebáis de las maravillosas fuentes del conocimiento mágico, sino también a que contribuyáis a este noble saber capaz de elevar a quien lo comprende. Dentro de esta torre encontraréis todo lo básico para iniciar vuestro camino por la senda de la magia y estableceros en la ciudad y colaborar en vuestras investigaciones y aprendizajes -a Sepalian le estaba gustando su discurso. Le agradaba la imagen de importancia que debía estar proyectando sobre los recién transformados.
-Este es un lugar serio de trabajo, así que rogaré a los curiosos que os abstengáis de entrar. Por eso también os daré la contraseña para sortear el hechizo de la puerta.
Con un gesto de la mano del brujo, pequeños papiros salieron de un bolsillo de su túnica para ir a manos de los allí presentes.
"Por la puerta trasera he de entrar", podía leerse en ellos.
-¡Memorizadlos! ¡Ya! -exigió Sepalian. Y al momento, cerró la mano en un movimiento enérgico que acompañó de una sílaba distorsionada. Los papiros ardieron con un fogonazo que los hizo desaparecer sin quemar las manos de los hechiceros.
-Sed bienvenidos a la Torre Serpentaria -concluyó.

Nia se despertó con unos sonidos secos sobre un adoquinado. Cuando se movió los ojos, vio como los cuartos a su alrededor iban cambiando. No. Más bien. Se estaba moviendo de un lado para el otro de la bañera. Era ella la que se estaba moviendo, en la bañera. Nia se asomó, agarrándose a los grifos con forma de cornamenta para evitar chocarse contra las paredes internas de la bañera y miró adelante. Las patas metálicas que se parecían a garras de un león habían cobrado vida y, como si fueran de verdad, se movían como la verdadera cosa, trotando. En cuanto Nia se asomó la bañera hizo un sonido parecido a un barrite y se encabritó, derramando agua por el pasillo. Nia permaneció agarrada a los grifos-cornamenta y pidió auxilio.
-¡Esta cosa está locaaaaaaa!-
La bañera metió un acelerón escaleras arriba, causando un estruendo, mientras daba violentas sacudidas, intentando librarse de Nia. Bramaba, su eco de voz, metálico advirtió a todo el torreón. Y comenzó a pasearse cerca de los muebles intentando que Nia chocase contra uno y se soltase, pero a los otros muebles no les gustó la idea y se apartaban del camino del poderoso behemoth suelto por la torre.

Unos chillidos temblorosos me despiertan. Parpadeo varias veces, confuso, recordando dónde estoy. Este es nuestro nuevo hogar, a donde el consejo nos ha mandado... y todavía no me termino de fiar de él. Menos cuando te despiertas escuchando chillidos. Escucho atentamente un nuevo grito y enarco las cejas, ¿es la voz de Nia? Me asomo a la puerta y miro de un lado a otro. Avanzo hacia las escaleras de la torre siguiendo el sonido, a ratos escuchaba un trote, tapado a veces por los gritos de la niña. De pronto, al llegar a las escaleras, veo una bañera llegar hacia mí al trote y la esquivo dando un grito. Se aleja rápidamente de allí llevando a Nia dentro. Me quedo perplejo durante unos instantes, esta casa es de locos, cada vez tengo más claro que los del consejo nos odian o algo parecido. Empiezo a perseguir la bañera alzando la mano y tratando de apuntar a Nia lanzo un hechizo de levitación.
-¡Te tengo! -exclamo cuando la veo elevarse en el aire. La bañera sigue su trayectoria y me pregunto a dónde irá exactamente-. ¡Esto es de locos! -exclamo-. ¿Qué ha pasado?
Por el rabillo del ojo veo entonces como un armario se retira disimuladamente hacia la pared. Me parece que nos han endosado, como mínimo, una casa encantada. Perfecto, simplemente perfecto. Suspiro con pesadez y dejo a Nia en el suelo. Solo espero que la bañera loca no vuelva a arrollarnos otra vez.

Nia se detuvo en el aire momentáneamente y aterrizó al lado de Gael. La bañera derrapó sobre la superficie y bajó otra vez, al baño. Nia abrazó a Gael, agradecida pero al poco se separó y se llevó las manos a la cabeza, revolviéndose el pelo.
-¡Argh!...¿Que le pasa a esta casa? Me desperté y la bañera había cobrado vida...- Varios muebles volvieron a su sitio.
-¿Has visto eso?-
Un ruido estruendoso volvía a sonar abajo seguido del rugido metálico y, esta vez, el libro verde de Nia se acercaba a ellos, volando, como su las hojas fueran alas. Nia se asomó por la escalera y vio como la bañera echaba sus cosas del baño.
-¡Eh! ¡Qué eso es mío!-le gritó Nia, enfadada con como trataba sus cosas. La bañera hizo un último y amenazante rugido y se volvió a meter en el baño, ofendida.

Observo perplejo como aquí los mueves no solo tienen vida propia sino que hasta parecen tener sentimientos... o algo así. La bañera termina por volverse a su sitio mientras Nia le grita. Me acuerdo de pronto de la película de la Bella y la Bestia y me dan ganas de echarme a reir. Aquellos muebles eran amables, estos parecen un poco traviesos... aunque tal vez solo eso, traviesos. Tampoco nos ha intentado hacer daño. O, bueno, exceptuando el puntapie que hizo que le propinase la propia mesita.
Me acerco a Nia, que está ya más tranquila, y mirando alrededor le pregunto qué podemos hacer.
-¡Ah! Antes de nada saqueemos la cocina -propongo entusiasmado. Me dirijo allí a la carrera y rebusco cosas para comer. Está bien surtido, como las cestas, y me relamo sacando fruta, pan y queso-. Espero que esto no esté hoy aquí solo por ser el primer día -digo con la boca llena.
Cuando por fin he llenado la tripa como hacías días que no podía, vuelvo al tema de antes.
-¿Te apetecería salir a dar una vuelta? Igual nos encontramos con alguien. -Me asomo a una ventana y oteo hacia afuera-. También podemos quedarnos y ver qué más hay por aquí... Me pregunto qué quieren de nosotros. Dicen que debemos seguir formándonos y todo eso... pero no sé muy bien qué hacer.
Pienso en los libros que están en mi habiación y en que tengo que terminar de leérmelos con más calma. Seguramente allí encuentre muchas cosas interesantes... y lo demás... bueno, lo demás lo improvisaré.

Nia recogió sus cosas con cuidado y miró mal a la puerta del baño. Tendría su venganza sobre ese artefacto animado. Era una casa problemática, los muebles estaban hechos para ser eso, muebles y no para que andasen de arriba para abajo, pero, por otra parte, era normal en esta ciudad. Aquí existía la magia y los niños se convertían en monstruos...
Nia se había quedado embobada y salio de su pequeño trance cuando Gael le propuso comer. Era cierto que tenia algo de hambre. Así que bajaron juntos a la cocina. Vio que había algo de carne entre otras cosas. Nia no había comido carne por un tiempo así que agradeció el cambio en la dieta, aunque seguía prefiriendo algo que hubiera cazado ella. Cuando terminó, se dio cuenta de que no lo había cocinado ni nada...esperaba que Gael no se hubiera dado cuenta de aquel acto...
Finalmente Gael planteó que hicieran algo, si bien salir a dar una vuelta o quedarse ahí. Nia se quedó pensativa y finalmente llegó a una decisión.
-¿Porque no practicamos hechizos y exploramos la casa? Así podemos estar alerta de que otros muebles peligrosos haya...-Nia puso una postura parecida a Karate, o al menos, a eso le recordaba a Gael.-Y si hay algún mueble problemático...-Nia se crujió los nudillos.-Acabamos con él...¿qué te parece?-

-¿Practicar hechizos? ¡Ah, es cierto! Te debía algunas lecciones, ¿no? Además aquí hay libros de magia... o eso creo.
Salgo rápidamente hacia mi habitación y recojo los tres libros de magia que había cogido en la biblioteca, y vuelvo para dejarlos sobre la mesa del comedor. Caen con un golpe seco y luego los reparto deshaciendo la pila.
-No sé ni por donde empezar -comento dudando-, probemos a buscar primero más cosas por la torre.

Recorro la estancia llegando a la primera de las salas comunes y examino el mobiliario, que en ese momento parece de lo más normal. Hay algunos libros de magia allí, aparentemente todos básicos, como el que teníamos en el torreón. La chimenea, apagada en este momento, es muy bonita y grande, seguramente se esté bien a su lado en invierno... bueno, quien lo necesite. Sigo buscando otras habitaciones. Hay muchos dormitorios vacíos, aunque algunos ya tienen inquilinos dentro y por lo tanto sus puertas permanecen cerradas. Por dentro todos tienen los mismos muebles, así que paso a otra zona, llegando a una segunda sala común parecida a la anterior, también con una gran chimenea, que por lo que parece conecta con la otra. Todo allí es normal. Aunque por un segundo pienso en Hogwarts y me da la risa. Contraseña para entrar, salas comunes y comedor... Aunque ahí se acaba todo el parecido. Vuelvo al comedor y abro uno de los libros al azar, el de nigromancia. Suspiro y empiezo a leer, aunque me interrumpo al poco rato.
-Odio aprender sin que nos den siquiera instrucciones... -¿Dónde se supone que está el acceso a la última planta? Espero que allí sí que haya cosas interesantes.
Cuando voy a volver a mi lectura noto un movimiento debajo de mí. Estaba leyendo mientras levitaba en horizontal sobre la mesa, cuando de pronto algo salta y me impacta en el estómago sin mucha fuerza. Subo en el aire rápidamente y veo a tiempo como la silla vuelve a caer al suelo quedándose de nuevo estática. Llameo con fuerza cuando me empiezo a enfadar, pero decido que da igual. Refunfuñando aparto la silla un poco más allá y vuelvo a mi lectura sin muchas ganas.

Nia se puso al trabajo, se acercó a la estantería y busco por los lomos de los libros. Había todo tipo de magias desde una magia del lenguaje, hasta magias que controlaban el clima y otros fenómenos incluso más raros. Era de esperar, era una torre para magos después de todo...
Nia levitó hasta la última balda y cogió el tomo básico II y magia de la luz, su dominio y volvió a sentarse con Gael.
-Anda este...-dijo Nia al reconocer uno de los básicos. Hizo los movimientos y unas llamas brotaron de sus manos.-AAHHHHHH ¡FUEGO! ¡Yo pensaba que convertía el agua en vapor!-dijo y luego río. Siguió leyendo. Puso una cara concentrada y procedió con la práctica de otro. Nia finalizó el hechizo exitosamente y un ser de cuatro patas, de una forma peculiar se presentó ante ella, de la nada. Nia dio un respingo y se puso a la defensiva. La criatura hizo una reverencia y dijo algo en un idioma muy extraño.
-¡Ah! ¿¡Y este que quiere ahora!?-dijo Nia con el pelo erizado.
La criatura repitió las palabras solo que con una forma más interrogante.
-¡No tengo ni idea de lo que dice! ¡Gael! ¿Le entiendes?-

Mientras leo mi libro con apatía, Nia sigue practicando trucos de un libro que ha sacado de una estantería. Le sonrío unos instantes cada vez que hace algo nuevo y vuelvo a mi lectura. Entonces hace un nuevo hechizo y no presto atención... hasta que escucho unas palabras que provienen de una garganta que no es la de Nia, hablando en un idioma extraño. Me quedo boquiabierto cuando veo la bola delante de mí, mientras Nia me sigue preguntando qué hacer, confusa. Esa cosa me suena, recuerdo el hechizo... era uno relativamente sencillo, y Helli lo había practicado en varias ocasiones.
-No sé... ahora está pidiéndote algo como órdenes -digo apresuradamente-. Si no las contestas en su idioma se irá sin más.
Me precipito hacia el libro buscando las órdenes escritas por algún lado, pero mientras repaso las líneas con el dedo la criatura se desvanece con un gruñido antes de que pueda preguntarle a Nia qué orden quiere darle.
-Hay que tener pensado de antemano lo que se le quiere decir -comienzo a explicar, repasando el libro-. Hay unas órdenes sencillas o algo así por aquí, fíjate. -Le señalo entonces la parte del libro donde se mencionan-. Hay muchas más pero como esa cosa habla otro idioma no están todas recogidas aquí... Estaría bien conocerlo... seguramente sea bastante útil esta criatura... Bueno... si quieres hacer algo con ella tendrás que volver a invocarla.
Cuando termino la explicación me vuelvo a mi puesto al lado del libro que leía antes. El principio era muy introductorio, un montón de conceptos básicos que más que quedarme se me olvidaban según los leía. Suspiro y prefiero dejar esa lectura para otro día que esté más concentrado. En cambio me pongo a leer el libro de criaturas del pantano, por ahora el que más falta me hará seguramente. Aún tengo mucho que aprender.

-¿Eh?-dijo Nia con cara de poker pero era demasiado tarde, y la criatura, molesta, desapareció. Hoy no le salia nada bien a Nia. Se deprimió y enterró la cabeza en el libro.
-A este paso no voy a aprender nada...Solo me doy de narices...-
Nia levantó la cabeza y se acercó a Gael, tirando de su camiseta.
-Enséñame tú...por favooor...A saber lo que invoco la próxima vez...-dijo Nia con ojos suplicantes. Gael sabia muchos hechizos que Nia había visto pero su memoria no era tan prodigiosa como para acordarse de los pasos.

Nada más entrar por la puerta, me fui a una de las habitaciones y coloqué el poco equipaje que llevaba: algunos kimonos, una daga, todos los hechizos que me dio tiempo a copiar del libro antes de irme y pocas cosas más. Y después de hacer esto, me puse a explorar la torre. A veces me parecía ver algún mueble moviéndose, y por mirarlos me tropecé y me caí unas cuantas veces. Aunque estaba muy feliz. Incluso, aunque me hubiera hecho una herida al darme un golpe con una mesilla de noche que se había movido de su sitio. Rápidamente me cure la pequeña herida con magia y continué explorando la torre. <<¡Esta torre es maravillosa!>>, pensé.

No he dormido en toda la noche. Solo he explorado las dos primeras plantas, y luego he subido a mi cuarto. Me miro en el filo de la daga que traje conmigo, contemplando mis ojeras. Tendría que haber dormido. Pero qué más da… Ya habrá tiempo de dormir. Me peino un poco con la mano y dejo la daga donde estaba. Voy a la cocina y cojo un poco de queso y pan. Empiezo a comermelo. Espero que la comida no duré solo el primer día. Cuando acabo lo que he cogido para comer, vuelvo a mi cuarto. Curioseo el escritorio, donde he dejado los hechizos que apunté. Empiezo a leerlo, y al llegar al tercer hechizo bostezo. Una de las consecuencias de no haber dormido ayer. A sí que, sin cambiarme de ropa, me meto en la cama. <<Espero que la cama se esté quieta mientras duermo...>>, es el último pensamiento que tengo antes de quedarme dormida.

Mientras paso otra página buscando información interesante Nia me llama la atención pidiéndome ayuda.
-¿Y... yo? -pregunto, levantando la vista de las páginas-. Nunca he invocado uno de esos... bueno, ¿pero qué quieres que haga? -Vuelvo otra vez hacia el libro que estaba hojeando Nia y le señalo el pequeño párrafo de órdenes-. Hmm... aquí pone que puedes o pedirle que te proteja, cosa poco útil ahora mismo, que te traia algo, que vigile... tampoco muy útil ahora, o que envíe un mensaje a alguien que le señales... No sé, escoge la que quieras, pero memorízala antes y ten decidido lo que le vas a pedir. Y solo tienes que decírselo cuando lo invoques y te hable. -Me cruzo de piernas en el aire y hago un gesto con la cabeza-. Adelante.

Nia asintió y respiró profundamente mientras leía y repasaba todas las órdenes. Finalmente se concentró y se preparó para lanzar el hechizo. Finalmente se decidió e invocó a aquel ser. Al instante, Nia dijo las palabras que venían en el libro, quizás, por los nervios, las dijo casi gritando. El ser ni se inmutó al principio pero luego se desplazó hacia la cocina. Al rato volvió y traía un poco de pan que Nia mordisqueo, satisfecha consigo mismo.
El ser a continuación repitió la pregunta.
-Esto...a ver...-miró el libro.-Ya se.-
Nia se alejó y se puso en una esquina de la habitación. A continuación le dio la orden nueva y el ser se acercó diligentemente a ella.
-¡Funciona! Ahora por lo siguiente...-
Siguió leyendo el libro. Nia creó un pequeño romboide y se lo dio al siervo mientras le daba otra orden nueva y señalaba a Gael. El ser se movió, tan diligentemente como siempre y dejó el romboide metálico en la palma de Gael y luego volvio con su ama.
El romboide brilló y otra Nia apareció ante Gael. Esta empezó a hablar.
-¡Es increíble! ¡Tengo a un amigo tan genial gracias a la magia! ¡Este hechizo es pan comido!-La copia desapareció y la verdadera Nia y el siervo habían estando acercándose a Gael mientras que recibía el mensaje. El pequeño romboide se resquebrajó sin hacer ni un ruido y una pequeña pila de polvo negro se quedó en la mano de Gael.
-Ahora quiero probar otras cosas...como por ejemplo, este.-dijo Nia con el libro señalando al hechizo paralizante.-Este lo has usado tú otras veces...¿me das algún consejo?-

Observo atentamente como Nia empieza a llevar a cabo el hechizo. Está hecha un atajo de nervios mientras le da la primera orden al lacayo grotesco. A pesar de su tono de voz, el ser respondió a su orden y fue haciendo todo lo que ella le pedía, se la veía cada vez más confiada. Asentí satisfecho a cada orden que daba, e iba a felicitarla cuando ya estaba haciéndome la siguiente pregunta sin apenas darme tiempo a hablar. Realmente está impaciente por aprender.
-Pues... no es demasiado difícil, pero hay que tener mucho cuidado con a quién se lo haces, porque se quedan como cristalizados y si caen al suelo se pueden romper...
Mi explicación se ve interrumpida cuando de pronto un mueble pequeño pasa a toda velocidad entre mis piernas. Ni siquiera lo vi venir y me hace perder el equilibrio. Me volteo en el aire y caigo con la cara hacia el suelo. Grito con la cara pegada al suelo y me levanto de nuevo frotándome la frente, abollada. Mientras aprieto los dientes veo como el reposapiés corretea alrededor de Nia, y suelto un bufido mientras lo miro fijamente. Después con la misma desaparece escaleras arriba y escuchamos un chapoteo.
-¿Qué? ¿Qué ha sido eso?
Curioso, subo detrás del mueble homicida y me encuentro abierta una puerta que da a una habitación que contenía una especie de piscina. Me quedo boquiabierto y se la señalo a Nia, que está a mi lado.

Nia escuchaba con atención a Gael describiendo el hechizo. Al parecer era más peligroso de lo que pintaba, un error, y podría salir fatal. De pronto, un reposa pies muy extraño irrumpe y derriba a Gael, para después ponerse a corretear al lado de Nia en círculos y luego vuelve a subir. Gael se levantó y se quejó. Nia se echó a reír.
-No lo se, pero parecía gracioso, ¡vamos tras él!-y dejo los libros y cogida de la mano de Gael, lo persiguieron escaleras arriba.
Llegaron a un cuarto que se habían saltado antes. Una brisa húmeda golpeó a Nia que cerró los ojos y lleno sus pulmones de aquel aire. Nia abrió la puerta lentamente y por debajo de ella el reposa pies y se perdió en la distancia, empapado. Nia contempló la sala. Podia ser...
-¿¡Puede que esto sea un milagro!?-dijo Nia mientras se lanzaba al agua. Al poco salio a la superficie y se apoyó en el bordillo, mirando a Gael.
-¿Has visto? ¿Como me he podido perder un lugar como este?-
Nia comenzó a nadar, muy feliz, por haber encontrado aquel lugar. Ya estaba echando de menos al mar, pero, aquello no tenia vida. Nia sabia que aun así tendría que volver al mar de vez en cuando.

Nia se adelantó hacia la habitación y se sumergió en el agua de golpe. Estaba realmente contenta de encontrar un sitio así, y no me extraña. Me aproximo para verla nadando por debajo del agua mientras sonrío distraído, contagiado por su alegría. Aunque todavía tenía la frente dolorida. La observo durante un rato y cuando me empieza a entrar el sueño llamo su atención.
-¡Nia! -llamo. Al instante ella sale del agua para escucharme-. Creo que me voy a ir ya a dormir. Espero que pases una noche mejor aquí -digo riendo, recordando la cabalgada sobre la bañera de antes-. ¡Hasta mañana!

Busco mi habitación temiendo equivocarme de puerta pero llego a la primera. Me doy cuenta de que he dejado los libros en la cocina y para que no estorben por ahí voy a por ellos de nuevo y los dejo en la habitación. Mientras cojo la manta le dirijo una mirada de reproche a la mesita de noche, y termino por cubrirla con ella.
-¡Fuera manta! No la necesito. Me aso todas las noches.
No sé por qué le hablo a una mesita, es lo único aquí que creo que podría escucharme. Y lo de la manta era cierto, me empeñaba en echármela por encima porque siempre había dormido cubierto... al menos un poco, con algo. Pero de qué sirve aferrarse al pasado. Me río y miro hacia la mesita de noche con picardía. Que se mueva esta noche si puede. Me acerco entonces a la cama y rozo la sábana manchándola de hollín. Retiro la mano y decido pasar de la cama, yéndome a levitar a una esquina donde poder quedarme dormido. Mientras lo hago pienso en hechizos y en los muebles de la torre. Antes de dormirme me imagino camas que engullían a sus huéspedes y eso me hace estremecer. Miro los mubles con desconfianza y, al igual que la otra noche tardo bastante en lograr pegar ojo.

-¡Hasta mañana!-dijo Nia y se volvió a zambullir al agua. Miró y hasta el lugar tenia muebles y todo así que tuvo una idea. Convocó al lacayo grotesco que hizo una reverencia y volvió a formular aquella pregunta. Nia le respondió en su idioma y el lacayo salio del cuarto y bajo las escaleras. Nia se acomodó sobre el bordillo esperando a que volviera. El lacayo volvió portando el atillo de Nia y lo dejó en la pared. Tras eso, desapareció. Nia hizo el hechizo de levitación y cogió el libro del dominio de la luz y comenzó a estudiarlo, seriamente. Cuando el cansancio le sobrevino, se recostó y comenzó a hundirse lentamente en el agua, nado un poco y se metió en la cama debajo del agua y durmió, bastante más cómoda que de costumbre.