Torreta Matakrakens
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Isma
Giniroryu
Seth
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Kanyum
Rocavarancolia Rol
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- Rocavarancolia Rol
Torreta Matakrakens
10/03/19, 06:50 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Única superviviente de las doce torretas que protegieron los acantilados de posibles ataques desde el mar antes del ataque de la Alianza de Mundos. La fachada occidental del edificio todavía está oscurecida por las llamas de Umbra Gala, el dragón de Basa que murió defendiendo esta posición. Su nombre se debe a que esta torreta fue esencial para repeler el ataque de una criatura marina de proporciones gigantescas traída por las corrientes uncidas. En la azotea todavía se hallan restos del nido donde vivieron la arpía dama Moreda y la cabeza del traidor inmortal Alastor Borodín: un pedestal en el centro y una techumbre medio derruida de tablones y alfombras.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Torreta Matakrakens
19/09/24, 06:27 pm
Los ojos son ventanas al alma, y él estaba privándole a Rick conocer la suya esquivándole la mirada en todo momento. El varmano no necesitaba ni ayuda ni disculpas en forma de gestos, necesitaba tiempo y un perdón en palabras. Si Rick quería reparar el puente haría falta algo más que buena fe de un día para otro.
Su semblante se suavizó drásticamente con la voz de Räg, algo visual hasta en la caída de sus orejas, atentas. Con el mjörni su culpa era mucho más profunda, más compleja. No era solo haberle visto al borde de la muerte tan pronto como ayer, era también el miedo que había volcado en él por augurio. Si los Santos se equivocaban aquel reptil morado que sangraba por los ojos y los monstruos de Letargo bendecidos por la flora eran la viva prueba de ello. Le sonrió con la dificultad propia de una situación como aquella, con unas disculpas veladas que, hipócrita, no se había atrevido a verbalizar aún. Aceptó la runa.
—Gracias. ¡Ojalá no tengamos que usarla! —dijo un ánimo inflingido, agitando el papel breve y suavemente delante suya antes de guardarlo en el bolsillo de su pantalón.
Era un recurso valioso que no gastaría aún... como si iba a gastar Damian su paciencia con tan mala actuación. En otras circunstancias se habría reido, solo era un niño, pero estaba tan tenso que mucho era que no se estuviese llevando una mano a la cara. Inspiró profundamente y se centró en mirar hacia los edificios, hacia los tejados, esperando ver cualquier movimiento como un crío mira al suelo a la espera de encontrar una hormiga. Estaba cerca del edificio para no quedar tan exageradamente expuesto, con una oreja alerta hacia delante y otra ligeramente inclinada atrás, a sus compañeros.
Más pronto que tarde ambas apuntaron adelante. No fueron gritos, fue jaleo. Pisadas, el sonido áspero de tejas raspadas, la gravedad de un impacto. Era la señal que esperaban, y por todos los putos Santos que hasta ahora no le habían oído, esperaba que fuera buena. Nohlem miró rápidamente a su grupo y sin esperar otro entendimiento, corrió.
No quería gritar, no se atrevía por el bien de todos, pero necesitaba saber dónde se encontraban, de dónde venía el ruido. Fue de un edificio a otro, hasta localizar aquel de donde parecía venir todo.
—¡Chicos! —exclamó, un susurro alzado—. ¡¿Estáis bien?! —repitió más alto al sentir que era una tontería. Se alejó del bajo del edificio para intentar, con el ángulo, ver mejor el techo. El corazón le trotaba en el pecho, ansioso a más no poder por ver una cabellera morena, rosa, castaña, cualquier aliciente que indicara que eran ellos, que la cosa había funcionado.
—Joder —exclamó entredientes.
Su semblante se suavizó drásticamente con la voz de Räg, algo visual hasta en la caída de sus orejas, atentas. Con el mjörni su culpa era mucho más profunda, más compleja. No era solo haberle visto al borde de la muerte tan pronto como ayer, era también el miedo que había volcado en él por augurio. Si los Santos se equivocaban aquel reptil morado que sangraba por los ojos y los monstruos de Letargo bendecidos por la flora eran la viva prueba de ello. Le sonrió con la dificultad propia de una situación como aquella, con unas disculpas veladas que, hipócrita, no se había atrevido a verbalizar aún. Aceptó la runa.
—Gracias. ¡Ojalá no tengamos que usarla! —dijo un ánimo inflingido, agitando el papel breve y suavemente delante suya antes de guardarlo en el bolsillo de su pantalón.
Era un recurso valioso que no gastaría aún... como si iba a gastar Damian su paciencia con tan mala actuación. En otras circunstancias se habría reido, solo era un niño, pero estaba tan tenso que mucho era que no se estuviese llevando una mano a la cara. Inspiró profundamente y se centró en mirar hacia los edificios, hacia los tejados, esperando ver cualquier movimiento como un crío mira al suelo a la espera de encontrar una hormiga. Estaba cerca del edificio para no quedar tan exageradamente expuesto, con una oreja alerta hacia delante y otra ligeramente inclinada atrás, a sus compañeros.
Más pronto que tarde ambas apuntaron adelante. No fueron gritos, fue jaleo. Pisadas, el sonido áspero de tejas raspadas, la gravedad de un impacto. Era la señal que esperaban, y por todos los putos Santos que hasta ahora no le habían oído, esperaba que fuera buena. Nohlem miró rápidamente a su grupo y sin esperar otro entendimiento, corrió.
No quería gritar, no se atrevía por el bien de todos, pero necesitaba saber dónde se encontraban, de dónde venía el ruido. Fue de un edificio a otro, hasta localizar aquel de donde parecía venir todo.
—¡Chicos! —exclamó, un susurro alzado—. ¡¿Estáis bien?! —repitió más alto al sentir que era una tontería. Se alejó del bajo del edificio para intentar, con el ángulo, ver mejor el techo. El corazón le trotaba en el pecho, ansioso a más no poder por ver una cabellera morena, rosa, castaña, cualquier aliciente que indicara que eran ellos, que la cosa había funcionado.
—Joder —exclamó entredientes.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Re: Torreta Matakrakens
20/09/24, 02:51 pm
El italiano nunca ha sido especialmente dedicado a aderezar sus mentiras o de intentar hacerlas naturales. Al contrario de ello cuanto más pensaba que cualquier cosa de lo que estaba diciendo no era verdad simplemente era algo que se le escapaba, cierto gesto o tono fuera de lugar o alguna expresión más arrastrada de lo normal. Damian no era consciente, factor que lo empeoraría de no ser que, al menos, el chiquillo no abría tanto la boca con tanto nervio encima que quería meterse bien dentro y detrás de la rabia acumulada para vengarse de unos tíos malos.
Por eso estuvo principalmente más centrado, o al menos lo que podía, en sus alrededores y por esos tejados que tenían cerca. Flancos posibles donde podían asomar el cabezón y solo le tocaba sacar la ametralladora (arco) y fusilarlos. Luego de pasar sus ojos por allí y por allá se centró en la puerta después de la llamada a la calma de Rick que, en gran parte, le ayudó a destensar un poco sus hombros y respirar hondo. Unos sudores le delataban, tenía miedo por recordar todas esas veces en las que se la ha jugado en tan poco tiempo. Lo podía pelear, pero tampoco le gustaba recibir daño en un embudo tremendamente obvio porque por él, el cuchillo de su funda podría estar meneándolo delante de uno de los de Letargo y sin pensarlo mucho.
Ya con el amago de abrir la puerta los nervios le traicionaron al reaccionar tan bruscamente a unos ruidos que no podían ser otra cosa que lo inevitable a este punto. Apretó el agarre del arco, una mano temblorosa iba hacia una de las flechas pero no veía nada, solo escuchó y ya.
—¡N-no sé que coño pasa! ¡Lo he escuchado, si! —contestó nervioso en todo lo bajo que podía exclamar, con una flecha ya en la otra mano y meneándola con impaciencia ante algo que no sabía su cuerpo si quería.
Dio unos pasos cautelosos y rápidos por la zona, su melena se meneaba con tanto movimiento repentino de su cabeza y bufaba ansioso esperando oír a los demás por si contestaban a Nohlem. ¿Les había pasado algo a sus amigos? ¿Han reventado a uno de los gilipollas? Damian observó al varmano con dudas en su mirada, quería que ellos apareciesen pronto.
—Mierda, mierda, mierda… —susurraba para sí, solo quería alguna señal de alguien, del bando propio o del contrario.
Por eso estuvo principalmente más centrado, o al menos lo que podía, en sus alrededores y por esos tejados que tenían cerca. Flancos posibles donde podían asomar el cabezón y solo le tocaba sacar la ametralladora (arco) y fusilarlos. Luego de pasar sus ojos por allí y por allá se centró en la puerta después de la llamada a la calma de Rick que, en gran parte, le ayudó a destensar un poco sus hombros y respirar hondo. Unos sudores le delataban, tenía miedo por recordar todas esas veces en las que se la ha jugado en tan poco tiempo. Lo podía pelear, pero tampoco le gustaba recibir daño en un embudo tremendamente obvio porque por él, el cuchillo de su funda podría estar meneándolo delante de uno de los de Letargo y sin pensarlo mucho.
Ya con el amago de abrir la puerta los nervios le traicionaron al reaccionar tan bruscamente a unos ruidos que no podían ser otra cosa que lo inevitable a este punto. Apretó el agarre del arco, una mano temblorosa iba hacia una de las flechas pero no veía nada, solo escuchó y ya.
—¡N-no sé que coño pasa! ¡Lo he escuchado, si! —contestó nervioso en todo lo bajo que podía exclamar, con una flecha ya en la otra mano y meneándola con impaciencia ante algo que no sabía su cuerpo si quería.
Dio unos pasos cautelosos y rápidos por la zona, su melena se meneaba con tanto movimiento repentino de su cabeza y bufaba ansioso esperando oír a los demás por si contestaban a Nohlem. ¿Les había pasado algo a sus amigos? ¿Han reventado a uno de los gilipollas? Damian observó al varmano con dudas en su mirada, quería que ellos apareciesen pronto.
—Mierda, mierda, mierda… —susurraba para sí, solo quería alguna señal de alguien, del bando propio o del contrario.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Torreta Matakrakens
20/09/24, 05:48 pm
Apenas esbozó un intento de sonrisa, asintiendo a la respuesta de Nohlem. Ojalá… Pero la realidad es que sabía que era mucho pedir. Fuese útil aquel hechizo en concreto o no. En su fuero interno había deseado que pasasen los minutos, convirtiéndose en una hora o más y siguiesen allí. Fingiendo interés en un edificio del que no se fiaban una sola escama, casi tan poco creíble como la actuación de Damian, que le arrancó un pedacito más de sonrisa al estar convencido de que realmente no podían estar escuchándoles ni ver con claridad qué hacían. De otro modo, sin duda aquella exageración casi cómica les hubiese supuesto un problema.
Ante lo que seguía siendo un pequeño teatrillo pero menos obvio por parte de Airi, solo pudo mostrarse de acuerdo con Rick.
—Si ofrece mucha resistencia será mejor que la dejemos estar… Pienso yo. Si llegásemos a entrar sería mejor dividirnos de dos en dos —añadió ante el ofrecimiento de vigilar de Damian.
Eso sería lo que hubiera dicho si de verdad estuvieran planeando entrar, de todas formas.
Pero, aunque estuviese siendo una experiencia un poco surrealista en cierto modo, no agradeció para nada cuando unos sonidos apagados, lejanos, le pusieron en alerta. Se giró en la dirección que parecían venir, y asintió enseguida a la pregunta del humano. Tampoco tardó mucho más en ponerse en marcha tras Nohlem y Damian, sobre todo no queriendo perder de vista al segundo. Rägjynn también descolgó su jō de la espalda, casi por instinto y por inercia al ver a los demás empuñar sus armas.
Siguió al varmano y al italiano así como los sonidos que cada vez estaban más cerca. No oía a nadie gritar, y suponía que eso era una buena señal, pero también quería ver qué estaba ocurriendo. Nohlem alzó la voz para preguntar lo mismo que él quería saber, por lo que ya no tenía ningún reparo en hacer ruido. Empezaría a conjurar un hechizo de levitación para tratar de llegar a donde se encontraban Aniol, Connor e Ethan. Si necesitaban cualquier tipo de ayuda que pudiera darles y no lo hacía por dudar demasiado, nunca se lo perdonaría.
Ante lo que seguía siendo un pequeño teatrillo pero menos obvio por parte de Airi, solo pudo mostrarse de acuerdo con Rick.
—Si ofrece mucha resistencia será mejor que la dejemos estar… Pienso yo. Si llegásemos a entrar sería mejor dividirnos de dos en dos —añadió ante el ofrecimiento de vigilar de Damian.
Eso sería lo que hubiera dicho si de verdad estuvieran planeando entrar, de todas formas.
Pero, aunque estuviese siendo una experiencia un poco surrealista en cierto modo, no agradeció para nada cuando unos sonidos apagados, lejanos, le pusieron en alerta. Se giró en la dirección que parecían venir, y asintió enseguida a la pregunta del humano. Tampoco tardó mucho más en ponerse en marcha tras Nohlem y Damian, sobre todo no queriendo perder de vista al segundo. Rägjynn también descolgó su jō de la espalda, casi por instinto y por inercia al ver a los demás empuñar sus armas.
Siguió al varmano y al italiano así como los sonidos que cada vez estaban más cerca. No oía a nadie gritar, y suponía que eso era una buena señal, pero también quería ver qué estaba ocurriendo. Nohlem alzó la voz para preguntar lo mismo que él quería saber, por lo que ya no tenía ningún reparo en hacer ruido. Empezaría a conjurar un hechizo de levitación para tratar de llegar a donde se encontraban Aniol, Connor e Ethan. Si necesitaban cualquier tipo de ayuda que pudiera darles y no lo hacía por dudar demasiado, nunca se lo perdonaría.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: Torreta Matakrakens
21/09/24, 12:22 pm
Incluso con todos los pasos del plan previamente estudiados en su cabeza, el niño no se esperó la velocidad con la que Ethan salió disparado mientras sus propios labios terminaban de conjurar la barrera de inercia. Quizá por una convicción mayor el medio japonés cumplió su parte, estrellando su puño y la tortuga mágica de su interior contra las defensas del insecto. Aquella broma de azotea medio derruida se convirtió entonces en un caos de adrenalina y sorpresa. Tanto fue así que el polaco sintió oleadas de valentía desatarse en su interior al descubrir aquella parte oculta de Ethan, y al comprobar que Connor seguía siendo tan peligroso con su maza como lo fue con el jabalí-oso.
—Va a ser que nu —murmuró como única respuesta cuando detectó un dardo idéntico al que paralizó a Airi oprimido en el suelo por su fuerza mágica. La euforia del éxito por algo en lo que se había esforzado tanto solo podía eclipsarlo el murmullo de sus compañeros cerca—. ¡Nohlem! ¡Chicos, aquí! —vociferó un poco más alto de lo aconsejado en la ciudad y acercándose a una de las esquinas del edificio. Sus ojos, en cambio, continuaban fijos y llenos de determinación en la hormiga alienígena. En ese momento Connor e Ethan seguían haciendo de las suyas, intentando forcejear.
Las manos de Aniol ya estaban tiñéndose del aura azul característica de la parálisis, listas para hechizar a la criatura en cuanto su blanco fuera más claro. Oh. Cuánto deseaba hacerle lamentar su episodio con le sanaí hacía unas semanas.
—Va a ser que nu —murmuró como única respuesta cuando detectó un dardo idéntico al que paralizó a Airi oprimido en el suelo por su fuerza mágica. La euforia del éxito por algo en lo que se había esforzado tanto solo podía eclipsarlo el murmullo de sus compañeros cerca—. ¡Nohlem! ¡Chicos, aquí! —vociferó un poco más alto de lo aconsejado en la ciudad y acercándose a una de las esquinas del edificio. Sus ojos, en cambio, continuaban fijos y llenos de determinación en la hormiga alienígena. En ese momento Connor e Ethan seguían haciendo de las suyas, intentando forcejear.
Las manos de Aniol ya estaban tiñéndose del aura azul característica de la parálisis, listas para hechizar a la criatura en cuanto su blanco fuera más claro. Oh. Cuánto deseaba hacerle lamentar su episodio con le sanaí hacía unas semanas.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Re: Torreta Matakrakens
21/09/24, 12:52 pm
El golpe se sintió extraño, no hubo dolor, pero la parada tan inmediata frenó el arco que de normal hacía un cuerpo al lanzar semejante puñetazo, se quedó a medio hacer, frustrado al darse cuenta de que habían subestimado las defensas del enemigo. Claro, nadie en su sano juicio salía solo del torreón, nadie que no contara con el privilegio de una buena protección. La sequedad de aquel frenazo le robó unos instantes en los que recuperaba el giro para volverse a poner en marcha, unos instantes frenéticos donde la maza de Connor volvía a impactar con la certeza con la que un toro embestía a su presa. Bingo, una raja, no necesitaba entender de insectos para saber que aquello solo podía significar una victoria sustancial.
-¡HA PERDIDO EL ESCUDO!
Gritó en una mezcla de euforia y adrenalina a partes iguales. Era un aviso de que el mar empezaba a oler a sangre y por primera vez en lo que llevaban de cosecha, ellos podían jugar a ser los tiburones. Cada instante contaba cuando la caza se basaba en apenas un parpadeo, por lo que su concentración cegada en la presa volvía del ruido ajeno un eco ambiguo totalmente innecesario. Sus pisadas opacaban las voces de Nohlem, mientras la carrera se transformaba en una marcha a zancadas amplias, a su alrededor el polvo se levantaba y las piedras sueltas de aquel derruido tejado resbalaban tras su paso. Llevaban días practicando aquel momento, caminando mareados, coordinando esfuerzos en burdos fracasos.
Había aprendizaje, mucho más que el de aprender a moverse sin parecer un torpe pato, mucho más que el de saber cómo actuar. Ethan llevaba entrenando con Connor meses y había secretos que en esa arena habían habituado a compartirse, había una familiaridad en cada movimiento y en cada gesto que no necesitaba de una afirmación vocal para entenderse. Joder, si es que a esas alturas ya podía intuirse cual era la predisposición de ataque de su compañero. Le miró durante apenas una ínfima de segundo con una sonrisa cómplice y sin esperar ninguna clase de intercambio tomó la delantera en aquella carrera contrarreloj. El canadiense podría ser el más fuerte, pero desde luego que de los dos él siempre había sido el más rápido.
Trazó un arco sobre el tejado, allí donde el intento de cucaracha mutante trataba de escapar, y sin tiempo para pensarlo se agachó con brusquedad cuando sintió que estaba a la suficiente distancia. La lanza siguió entonces su trayectoría, como una extensión de su propio cuerpo dibujó en el aire un barrido a la altura de las piernas de aquel bicho, entre los tobillos y las rodillas. Era un ataque bajo, uno que generalmente bastaba con saltar, claro que, cuando estabas inherentemente pegado al suelo tus opciones de esquiva se reducían a una triste decisión de si ir a la derecha o a la izquierda. Todo eso claro, si uno ganaba suficiente tiempo como para poder tomar ese giro.
Ethan era solo la valla de seguridad, aquella que impedía a los corredores salirse del camino establecido. Era el tope, el impedimento a que pudiera irse antes del plato principal. Por qué oh, oh, el toro bravo estaba por llegar.
-¡HA PERDIDO EL ESCUDO!
Gritó en una mezcla de euforia y adrenalina a partes iguales. Era un aviso de que el mar empezaba a oler a sangre y por primera vez en lo que llevaban de cosecha, ellos podían jugar a ser los tiburones. Cada instante contaba cuando la caza se basaba en apenas un parpadeo, por lo que su concentración cegada en la presa volvía del ruido ajeno un eco ambiguo totalmente innecesario. Sus pisadas opacaban las voces de Nohlem, mientras la carrera se transformaba en una marcha a zancadas amplias, a su alrededor el polvo se levantaba y las piedras sueltas de aquel derruido tejado resbalaban tras su paso. Llevaban días practicando aquel momento, caminando mareados, coordinando esfuerzos en burdos fracasos.
Había aprendizaje, mucho más que el de aprender a moverse sin parecer un torpe pato, mucho más que el de saber cómo actuar. Ethan llevaba entrenando con Connor meses y había secretos que en esa arena habían habituado a compartirse, había una familiaridad en cada movimiento y en cada gesto que no necesitaba de una afirmación vocal para entenderse. Joder, si es que a esas alturas ya podía intuirse cual era la predisposición de ataque de su compañero. Le miró durante apenas una ínfima de segundo con una sonrisa cómplice y sin esperar ninguna clase de intercambio tomó la delantera en aquella carrera contrarreloj. El canadiense podría ser el más fuerte, pero desde luego que de los dos él siempre había sido el más rápido.
Trazó un arco sobre el tejado, allí donde el intento de cucaracha mutante trataba de escapar, y sin tiempo para pensarlo se agachó con brusquedad cuando sintió que estaba a la suficiente distancia. La lanza siguió entonces su trayectoría, como una extensión de su propio cuerpo dibujó en el aire un barrido a la altura de las piernas de aquel bicho, entre los tobillos y las rodillas. Era un ataque bajo, uno que generalmente bastaba con saltar, claro que, cuando estabas inherentemente pegado al suelo tus opciones de esquiva se reducían a una triste decisión de si ir a la derecha o a la izquierda. Todo eso claro, si uno ganaba suficiente tiempo como para poder tomar ese giro.
Ethan era solo la valla de seguridad, aquella que impedía a los corredores salirse del camino establecido. Era el tope, el impedimento a que pudiera irse antes del plato principal. Por qué oh, oh, el toro bravo estaba por llegar.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreta Matakrakens
21/09/24, 01:49 pm
La conversación artificalmente alargada le parecía por momentos una suerte de delirio. Estaban dando vueltas en círculos, haciendo tiempo, sin saber si alguien les observaba o no, si les escuchaba o no, o si todo aquello estaba sirviendo para algo. La mente de Airi no se encontraba para nada en aquel lugar y en aquella conversación irrelevante, sino preocupada en todo lo que podía pasar, y sobre todo preocupada por los tres compañeros que sabía que estarían un poco más allá, donde terminaban los edificios.
Mientras proponía que tal vez era mejor no dividirse en grupos tan pequeños, algo pasó. Unos sonidos los alertaron desde la lejanía. A la pregunta de Rick la siguió una desbandada grupal en la dirección que habían oído aquello, prácticamente en línea recta desde donde estaban. No podían ver bien lo que ocurría, pero mientras corría rogó que no se encontrasen una sorpresa desagradable. ¿Estarían allí más de uno de sus enemigos? ¿O podía haber aparecido alguna alimaña inesperada? Tenía que preparar la mente para lo que fuese a ver. Podían ser muchas cosas diferentes, pero tenía claro que ninguna iba a ser fácil de digerir.
Al igual que Räg pensó en preparar un hechizo de levitación para poder alcanzar los tejados, de donde parecía venir el sonido. Solo apoyó el arco contra el hombro para tenerlo a mano en cuanto terminase de conjurar, pues una vez en el aire tendría que ser capaz de mantenerse estable y apuntar a la vez. No era algo que hubiese practicado mucho, pues no se había dado cuenta hasta hacía muy poco de lo necesario que podría llegar a ser.
Mientras proponía que tal vez era mejor no dividirse en grupos tan pequeños, algo pasó. Unos sonidos los alertaron desde la lejanía. A la pregunta de Rick la siguió una desbandada grupal en la dirección que habían oído aquello, prácticamente en línea recta desde donde estaban. No podían ver bien lo que ocurría, pero mientras corría rogó que no se encontrasen una sorpresa desagradable. ¿Estarían allí más de uno de sus enemigos? ¿O podía haber aparecido alguna alimaña inesperada? Tenía que preparar la mente para lo que fuese a ver. Podían ser muchas cosas diferentes, pero tenía claro que ninguna iba a ser fácil de digerir.
Al igual que Räg pensó en preparar un hechizo de levitación para poder alcanzar los tejados, de donde parecía venir el sonido. Solo apoyó el arco contra el hombro para tenerlo a mano en cuanto terminase de conjurar, pues una vez en el aire tendría que ser capaz de mantenerse estable y apuntar a la vez. No era algo que hubiese practicado mucho, pues no se había dado cuenta hasta hacía muy poco de lo necesario que podría llegar a ser.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio.
Re: Torreta Matakrakens
21/09/24, 07:34 pm
Era curioso cómo los meses de duro entrenamiento y las horas estudiando hechizos se reducían a unos escasos segundos. Un corto pero valioso tiempo que lo decidía todo. La dulce victoria o la amarga y puñetera derrota. Ethan salió disparado como una flecha antes incluso de que Aniol terminara de conjurar la barrera de inercia con su característica facilidad y soltura, mostrando esa velocidad más explosiva que dejaba ver cuando practicaban juntos con los bastones de madera. Connor le siguió detrás, más lento y pesado, pero dispuesto a rematar lo que el británico ya dejara resquebrajado y herido. No emitió ningún insulto hacia esa jodida cucaracha gigante más allá de su mirada rabiosa y ceño fruncido, pues no había tiempo para ello... El corazón latía con fuerza, haciendo de música de guerra para sus pasos apresurados. Magia en la mano izquierda, acero contundente en la derecha.
Por desgracia no podía ser tan fácil. Aquel insecto cabrón no iba desprotegido, algo que ya habían visto en Sutileza con anterioridad. El escudo protector que llevaba encima recibió el impacto del "puñetazo rúnico" de Ethan, una forma creativa de usar dos ataques al mismo tiempo que a Connor le habría sacado una sonrisa de no ser por la situación peligrosa que tenían delante. Su propio hechizo de parálisis fue a morir contra un escudo ya debilitado por Ethan, y justo detrás de eso Connor ya estaba bajando el brazo dominante con un gruñido más de rabia que de esfuerzo. Estaba hasta arriba de puta adrenalina y en esos momentos la maza pesaba como una pluma para él. Las defensas ya débiles de aquel jodido bicho terminaron de romperse con el mazazo, en un golpe ahora desviado y más débil que siguió su propia inercia incontrolable e impactó accidentalmente contra el cráneo del enemigo, pues tampoco quería intentar matarlo. Al menos de momento. Connor se desequilibró y sintió el impacto de su maza recorrerle su propio brazo, pero mucho más leve que cuando lucharon contra el oso mutante, pues ésta vez el golpe era más débil y el rival no era una puñetera montaña de músculos con la que chocar. Aún así, la grieta que se creó en su cuerpo logró sacarle una sonrisa triunfante alimentada por el grito de júbilo de Ethan.
-¡VEN AQUÍ, CABRONAZO!- Su voz era una promesa de sangre y huesos crujiendo. Querían sacarle información, pero eso no significaba que no pudieran romper un poco a ese insecto hasta entonces, sobre todo si se resistía. La venganza era un plato que se servía frío, solían decir, pero el motero pensaba que era mucho más dulce cuando se servía en caliente. Con las putas venas hirviendo y las emociones a flor de piel. Llevaban meses recibiendo golpes de aquella gente y ahora por fin se cobraban una pequeña parte de la deuda. Y Connor no quería parar.- ¡QUE NO ESCAPE, JODER!- Exclamó con rabia y preocupación cuando el insecto empezó a recular hacia atrás para intentar huir de ellos. La adrenalina que sentía, y que solo le faltaba casi salir ya de sus poros como nubes de vapor, le impidió reconocer las voces de sus compañeros más allá de unos murmullos lejanos. Pero sí escuchó la voz de Aniol avisando a Nohlem y los demás. <<Están aquí...>> Pensó con apremio mientras seguía a Ethan y su sonrisa cómplice.
Una complicidad que no tardó en entender. El británico se apresuró a cortarle el paso al insecto, el cuál se movía con dificultad gracias al conjuro de Aniol. Y cuando empezó a barrer el aire con la lanza a la altura de las patas del bicho, Connor ató cabos con una leve sonrisa cargada de malicia. Su cuerpo actuó sin pensar y aumentó la velocidad, en un movimiento que no era la primera vez que usaba. Bajó las caderas y la cabeza como si de un puñetero toro o jugador de rugby se tratase. Un placaje. Era interesante que en momentos de estrés acabara recurriendo a lo mismo, como ya hizo en su momento contra Roderick y su pelea en el granero. Si los golpes de ambos funcionaban esperaba poder retenerlo con el propio peso de su cuerpo. Si hacía falta, Aniol podía descargarle una puñetera parálisis a él también si eso frenaba al otro.
En ese momento, ese insecto hijo de puta era una espada. Podia llegar a ser afilada y peligrosa. Pero Ethan y Connor eran al mismo tiempo dos martillos y dos yunques.
Por desgracia no podía ser tan fácil. Aquel insecto cabrón no iba desprotegido, algo que ya habían visto en Sutileza con anterioridad. El escudo protector que llevaba encima recibió el impacto del "puñetazo rúnico" de Ethan, una forma creativa de usar dos ataques al mismo tiempo que a Connor le habría sacado una sonrisa de no ser por la situación peligrosa que tenían delante. Su propio hechizo de parálisis fue a morir contra un escudo ya debilitado por Ethan, y justo detrás de eso Connor ya estaba bajando el brazo dominante con un gruñido más de rabia que de esfuerzo. Estaba hasta arriba de puta adrenalina y en esos momentos la maza pesaba como una pluma para él. Las defensas ya débiles de aquel jodido bicho terminaron de romperse con el mazazo, en un golpe ahora desviado y más débil que siguió su propia inercia incontrolable e impactó accidentalmente contra el cráneo del enemigo, pues tampoco quería intentar matarlo. Al menos de momento. Connor se desequilibró y sintió el impacto de su maza recorrerle su propio brazo, pero mucho más leve que cuando lucharon contra el oso mutante, pues ésta vez el golpe era más débil y el rival no era una puñetera montaña de músculos con la que chocar. Aún así, la grieta que se creó en su cuerpo logró sacarle una sonrisa triunfante alimentada por el grito de júbilo de Ethan.
-¡VEN AQUÍ, CABRONAZO!- Su voz era una promesa de sangre y huesos crujiendo. Querían sacarle información, pero eso no significaba que no pudieran romper un poco a ese insecto hasta entonces, sobre todo si se resistía. La venganza era un plato que se servía frío, solían decir, pero el motero pensaba que era mucho más dulce cuando se servía en caliente. Con las putas venas hirviendo y las emociones a flor de piel. Llevaban meses recibiendo golpes de aquella gente y ahora por fin se cobraban una pequeña parte de la deuda. Y Connor no quería parar.- ¡QUE NO ESCAPE, JODER!- Exclamó con rabia y preocupación cuando el insecto empezó a recular hacia atrás para intentar huir de ellos. La adrenalina que sentía, y que solo le faltaba casi salir ya de sus poros como nubes de vapor, le impidió reconocer las voces de sus compañeros más allá de unos murmullos lejanos. Pero sí escuchó la voz de Aniol avisando a Nohlem y los demás. <<Están aquí...>> Pensó con apremio mientras seguía a Ethan y su sonrisa cómplice.
Una complicidad que no tardó en entender. El británico se apresuró a cortarle el paso al insecto, el cuál se movía con dificultad gracias al conjuro de Aniol. Y cuando empezó a barrer el aire con la lanza a la altura de las patas del bicho, Connor ató cabos con una leve sonrisa cargada de malicia. Su cuerpo actuó sin pensar y aumentó la velocidad, en un movimiento que no era la primera vez que usaba. Bajó las caderas y la cabeza como si de un puñetero toro o jugador de rugby se tratase. Un placaje. Era interesante que en momentos de estrés acabara recurriendo a lo mismo, como ya hizo en su momento contra Roderick y su pelea en el granero. Si los golpes de ambos funcionaban esperaba poder retenerlo con el propio peso de su cuerpo. Si hacía falta, Aniol podía descargarle una puñetera parálisis a él también si eso frenaba al otro.
En ese momento, ese insecto hijo de puta era una espada. Podia llegar a ser afilada y peligrosa. Pero Ethan y Connor eran al mismo tiempo dos martillos y dos yunques.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreta Matakrakens
22/09/24, 11:46 pm
Raki se sintió peligrosamente acorralado debido a la magia que lo anclaba al suelo y a los tres cosechados frente a él, y sabía que había más pululando cerca, lo cual le hacía saltar todas las alarmas. Aquello no pintaba bien, pero tenía que hacer todo lo posible para salir vivo, no podía morirse, no ahí y no ahora. En un escenario ideal habría intentado saltar o zafarse, pero no sabía qué era lo que lo ataba al tejado ni cómo funcionaba exactamente y se le acababan las opciones. Metió una mano en uno de los bolsillos de su poncho térmico y, antes de que pudiera escapar del área, el barrido de lanza de Ethan lo pilló desprevenido y se vio a sí mismo cayendo. La zancadilla, sumada al peso repentino de Connor provocó que tanto este como Raki golpearan el suelo, quedando Raki apresado debajo. Su cerbatana cayó de la misma manera que cayeron ellos, con esa gravedad rara y desabrida que los afligía.
En ese instante, el clinger, en lugar de forcejear en una posición de desventaja, optó por activar el papelito con la runa que había sacado del poncho, un hechizo de dislocación contra el propio tejado para abrir un boquete bajo él y su atacante. Si ya estaba atrapado, tal vez la caída jugase a su favor. No contaba, sin embargo, con que intentasen lanzar un hechizo mientras se encontraba debajo de Connor y la parálisis en área de Aniol le pillaría por sorpresa.
Por suerte para él, si es que se podía hablar de suerte en la encerrona en la que se encontraba, el hechizo de dislocación partió las tejas y abrió un boquete por el que tanto Raki como Connor cayeron por segunda vez. Paralizados hasta el cuello, ambos bajaron una planta sin necesidad de ascensores ni hechizos de levitación y dieron contra el suelo en un golpe seco. El exoesqueleto de Raki se llevó buena parte de los golpes, pero el peso extra de Connor logró que se partiera en distintas zonas y Raki comenzara a supurar un líquido verdoso. Sus alas quedaron severamente dañadas en el proceso y la parálisis parcial tan solo sirvió para que entrara en pánico ante la ausencia de respuesta de su cuerpo herido.
A los pies de Ethan y Aniol, el suelo tembló peligrosamente. El daño que había causado el hechizo de dislocación iba más allá del agujero principal y el tejado amenazaba con ceder aún más.
En ese instante, el clinger, en lugar de forcejear en una posición de desventaja, optó por activar el papelito con la runa que había sacado del poncho, un hechizo de dislocación contra el propio tejado para abrir un boquete bajo él y su atacante. Si ya estaba atrapado, tal vez la caída jugase a su favor. No contaba, sin embargo, con que intentasen lanzar un hechizo mientras se encontraba debajo de Connor y la parálisis en área de Aniol le pillaría por sorpresa.
Por suerte para él, si es que se podía hablar de suerte en la encerrona en la que se encontraba, el hechizo de dislocación partió las tejas y abrió un boquete por el que tanto Raki como Connor cayeron por segunda vez. Paralizados hasta el cuello, ambos bajaron una planta sin necesidad de ascensores ni hechizos de levitación y dieron contra el suelo en un golpe seco. El exoesqueleto de Raki se llevó buena parte de los golpes, pero el peso extra de Connor logró que se partiera en distintas zonas y Raki comenzara a supurar un líquido verdoso. Sus alas quedaron severamente dañadas en el proceso y la parálisis parcial tan solo sirvió para que entrara en pánico ante la ausencia de respuesta de su cuerpo herido.
A los pies de Ethan y Aniol, el suelo tembló peligrosamente. El daño que había causado el hechizo de dislocación iba más allá del agujero principal y el tejado amenazaba con ceder aún más.
- Dado:
1-50: El cuerpo de Raki absorbe parte del golpe, Connor se rompe solo un par de costillas y algún dedo del pié que golpee directamente el suelo. Contusiones y heridas varias en diferentes partes del cuerpo.
51-100: Connor no tiene la suerte de caer tan encima de Raki. Además de lo anterior, Connor se rompe un brazo.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Rocavarancolia Rol
Re: Torreta Matakrakens
22/09/24, 11:46 pm
El miembro 'Yber' ha efectuado la acción siguiente: Número Aleatorio
'Dado de 100 caras' : 43
'Dado de 100 caras' : 43
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Torreta Matakrakens
23/09/24, 01:34 pm
Aniol sabía que el resto de sus amigos se encontraban cerca, pero no podía despegar su atención de la escaramuza que se daba en el tejado. Sus manos continuaban cargando el conjuro, a la espera de tener un ángulo mejor, un objetivo más claro al que poder acertar. Solo así podría acabar con la tensión que su pequeño cuerpo acumulaba. Al menos, gracias a Ethan, tenía la certeza de que las defensas del insecto eran agua pasada. Solo debía aguantar un poco más sin decidirse a que el aura azul de sus dedos le abandonara en pos de encontrar un objetivo al que detener.
En cuestión de segundos, el medio japonés realizó un barrido perfecto que le dejó atónito. No solo demostraba un mayor manejo de la lanza sino que Ethan estaba teniendo en cuenta los efectos de su barrera de inercia, lo cual mostraba una coordinación que provenía directa de los entrenamientos que habían realizado en grupo bajo la sombra del Torreón Sendar. El despliegue de fuerza de Connor, en cambio, le robó el aliento con el mismo ímpetu sobrecogedor que tendría un adulto cuando ve a alguien ser embestido por un toro salvaje. El polaco retrocedió hacia atrás de manera instintiva, antes de recuperar posiciones y recordarse así mismo que el canadiense supuraba violencia por todos los poros, sí, pero nunca hacia sus propios aliados.
El forcejeo lo dificultaba todo. Y aún así, Aniol se habría decantado por esperar a que el bicho quedara reducido por ese despliegue tan feroz de destreza y potencia bruta. Por suerte o por desgracia el destino quiso que atisbara un papelito que surgía del poncho alienígena. Una figura más simple que las tortugas o pajaritos que solía portar Ethan, pero que se le antojaba igual de sospechoso por lo inesperado de su presencia en un momento tan peliagudo. Antes de que pudiera pensar las manos del niño se alzaron hacia adelante con las palmas extendidas, el conjuro de parálisis se extendió con un destello azul mucho más amplio de lo previsto. Y luego, el olor a plata se fundió con el del polvo cuando el techo se precipitó hacia abajo en una cascada de cuerpos y tejas a partes iguales.
Las piernas del churumbel temblaron, presas de unos sismos que nacían desde sus rodillas y que no solo tenían que ver con su cansancio mágico. Era puro terror por asomarse al agujero que yacía frente a las dos únicas personas que quedaban allá arriba. Su jugada, con cláusula incluida, fue arriesgada. Pero no lo suficiente como para que el insecto consiguiera lo que se proponía. Si es que lo que deseaba era ser espachurrado.
—No está muerto... —comentó con los ojos llorosos, cuando la humareda ruinosa le permitió hablar y dejar libres a sus pulmones—. No está muerto... —repitió, y no sabía a quién de los dos caídos se estaba refiriendo. Se asomó al agujero con cautela, sin percibir que la superficie amenazaba con ceder más. Lo que vio abajo no le gustó ni un pelo. La expresión ausente con la que miró a Ethan fue de absoluto fracaso, puede que solo por eso su labios se movieran para contradecirse así mismo—. No está muerto, si no se mueve es porque le he congelado a él también... ¿Qué... qué hacemos? —las piernas de Aniol fallaron sin dramatismo, así que solo se dejó caer a un lado, con el pecho subiendo y bajando producto de estar al límite de sus reservas. Las náuseas no tardarían en llegar y la cabeza ya empezaba a castigarle con una migraña. Más le valía no desmayarse ahora. Y menos con lo tentador que resultaba desaparecer cuando las consecuencias de una decisión tras otra los instaba a replantearse si las cosas habían salido como querían—. ¿Qué-qué hacemus? —ahogó en un gemido roto.
En cuestión de segundos, el medio japonés realizó un barrido perfecto que le dejó atónito. No solo demostraba un mayor manejo de la lanza sino que Ethan estaba teniendo en cuenta los efectos de su barrera de inercia, lo cual mostraba una coordinación que provenía directa de los entrenamientos que habían realizado en grupo bajo la sombra del Torreón Sendar. El despliegue de fuerza de Connor, en cambio, le robó el aliento con el mismo ímpetu sobrecogedor que tendría un adulto cuando ve a alguien ser embestido por un toro salvaje. El polaco retrocedió hacia atrás de manera instintiva, antes de recuperar posiciones y recordarse así mismo que el canadiense supuraba violencia por todos los poros, sí, pero nunca hacia sus propios aliados.
El forcejeo lo dificultaba todo. Y aún así, Aniol se habría decantado por esperar a que el bicho quedara reducido por ese despliegue tan feroz de destreza y potencia bruta. Por suerte o por desgracia el destino quiso que atisbara un papelito que surgía del poncho alienígena. Una figura más simple que las tortugas o pajaritos que solía portar Ethan, pero que se le antojaba igual de sospechoso por lo inesperado de su presencia en un momento tan peliagudo. Antes de que pudiera pensar las manos del niño se alzaron hacia adelante con las palmas extendidas, el conjuro de parálisis se extendió con un destello azul mucho más amplio de lo previsto. Y luego, el olor a plata se fundió con el del polvo cuando el techo se precipitó hacia abajo en una cascada de cuerpos y tejas a partes iguales.
Las piernas del churumbel temblaron, presas de unos sismos que nacían desde sus rodillas y que no solo tenían que ver con su cansancio mágico. Era puro terror por asomarse al agujero que yacía frente a las dos únicas personas que quedaban allá arriba. Su jugada, con cláusula incluida, fue arriesgada. Pero no lo suficiente como para que el insecto consiguiera lo que se proponía. Si es que lo que deseaba era ser espachurrado.
—No está muerto... —comentó con los ojos llorosos, cuando la humareda ruinosa le permitió hablar y dejar libres a sus pulmones—. No está muerto... —repitió, y no sabía a quién de los dos caídos se estaba refiriendo. Se asomó al agujero con cautela, sin percibir que la superficie amenazaba con ceder más. Lo que vio abajo no le gustó ni un pelo. La expresión ausente con la que miró a Ethan fue de absoluto fracaso, puede que solo por eso su labios se movieran para contradecirse así mismo—. No está muerto, si no se mueve es porque le he congelado a él también... ¿Qué... qué hacemos? —las piernas de Aniol fallaron sin dramatismo, así que solo se dejó caer a un lado, con el pecho subiendo y bajando producto de estar al límite de sus reservas. Las náuseas no tardarían en llegar y la cabeza ya empezaba a castigarle con una migraña. Más le valía no desmayarse ahora. Y menos con lo tentador que resultaba desaparecer cuando las consecuencias de una decisión tras otra los instaba a replantearse si las cosas habían salido como querían—. ¿Qué-qué hacemus? —ahogó en un gemido roto.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carismaPersonajes :- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
- Rick: humano, neoyorquino
- Erknest: humano, italiano/inglés Kamaitachi
Síntomas : A veces tendrá ataques de claustrofobia.
Armas :- Rick: Sable y arco
- Erknest: "Espada legendaria" y cuchillas de aire
Status : The journey never ends
Humor : Cualquier cosa me vale.
- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
Re: Torreta Matakrakens
23/09/24, 05:19 pm
Las respuestas del resto, aparte de confirmarle algo que cada vez tenía más claro, le dispararon los nervios por lo que pudiera estar pasando en los edificios. El neoyorquino siguió a sus compañeros corriendo todo lo rápido que pudo, preparando una flecha por si acaso. Intentaba no pensar en los peores escenarios, pero con la experiencia que llevaban y que estaban separados por más preparados que fueran, se le hacía algo muy complicado. Lo único que esperaba es que no fuera demasiado tarde.
Fue girando la cabeza hacia las distintas casas por las que pasaban, atento por si algún ruido o ver a alguien les indicaba dónde estaban. Por suerte, el varmano no tardó en dar con el lugar del que, sin lugar a dudas, parecía venir el jaleo. Rick alzó la mirada para comprobar, sin éxito alguno, que estaba pasando allí arriba. -Por favor...- dijo entredientes para sí mismo en voz baja tras la pregunta de Nohlem. Escuchar al mjörní y a le sanaí entonar el hechizo de levitación lo alivió una pizca, pero a la vez temía lo que pudieran encontrarse en cuanto estuvieran en el aire.
Su preocupación se congeló por unos instantes en cuanto escuchó la voz del polaco. -¡Aniol! ¿Qué está...?- elevó la voz preocupado, aunque antes de que pudiera verbalizar su duda el resto de gritos fueron suficientes para que se hiciera una idea. El insecto había estado por allí justo como querían y el intento de captura, aunque no tan discreto como hubiera sido mejor, no iba mal encaminado. -¡Ya vamos, aguantad!- dijo con intención de entrar y subir tal y cómo estaban preparándose sus compañeros, empuñando con decisión el arco.
Antes de que pudiera hacer nada, sin embargo, el estruendo que llegó poco después puso al neoyorquino en total alerta. Por un instante temió que la casa se estuviera viniendo abajo por el sonido de la madera rota y el golpe que sonó a continuación más cerca no ayudaba en absoluto. -Mierda- se quejó antes de estar decidido a ayudar pasara lo que pasara allí. Si con la puerta de la torre habían tenido muchas dudas (inventadas la gran mayoría), con la que tenían delante no tardó en empujar con fuerza para abrirla. Con lo desgastada que estaba, incluso con el golpe más leve se habría abierto de par en par.
Rick entró al instante y solamente quitó una mano del arco para despejar un poco el polvo que se había levantado en la sala. No tuvo ni que buscar entre la penumbra qué había pasado: tenían un poco más adelante al motero en el suelo con el insecto del otro grupo. -Joder, Connor- guardó la flecha y el arco aprisa para acercarse hasta ellos -¿Dónde estás más herido?- le preguntó ya de rodillas a su lado, listo para ayudar, luego de buscar a sus compañeros con la mirada para que le echaran una mano. Los cortes y moratones eran muchos, pero no quería causarle más daños por una herida menos visible mientras lo llevaran; sabía que significaba el aura azul que tenían los dos. De momento priorizaba asegurarse de los daños, pero en el fondo no podía evitar sorprenderse por lo otro. -(Lo hemos logrado)- sonaba tan raro en su mente, pero sentía cierto dulzor en aquella victoria, una que daba frutos después de todos los avances que habían ido consiguiendo. Al menos una momentánea, eso sí, porque todavía quedaba mucho del plan por delante y no eran precisamente cuestiones sencillas. Aquello era difícil, y lo que venía era igual o peor.
Fue girando la cabeza hacia las distintas casas por las que pasaban, atento por si algún ruido o ver a alguien les indicaba dónde estaban. Por suerte, el varmano no tardó en dar con el lugar del que, sin lugar a dudas, parecía venir el jaleo. Rick alzó la mirada para comprobar, sin éxito alguno, que estaba pasando allí arriba. -Por favor...- dijo entredientes para sí mismo en voz baja tras la pregunta de Nohlem. Escuchar al mjörní y a le sanaí entonar el hechizo de levitación lo alivió una pizca, pero a la vez temía lo que pudieran encontrarse en cuanto estuvieran en el aire.
Su preocupación se congeló por unos instantes en cuanto escuchó la voz del polaco. -¡Aniol! ¿Qué está...?- elevó la voz preocupado, aunque antes de que pudiera verbalizar su duda el resto de gritos fueron suficientes para que se hiciera una idea. El insecto había estado por allí justo como querían y el intento de captura, aunque no tan discreto como hubiera sido mejor, no iba mal encaminado. -¡Ya vamos, aguantad!- dijo con intención de entrar y subir tal y cómo estaban preparándose sus compañeros, empuñando con decisión el arco.
Antes de que pudiera hacer nada, sin embargo, el estruendo que llegó poco después puso al neoyorquino en total alerta. Por un instante temió que la casa se estuviera viniendo abajo por el sonido de la madera rota y el golpe que sonó a continuación más cerca no ayudaba en absoluto. -Mierda- se quejó antes de estar decidido a ayudar pasara lo que pasara allí. Si con la puerta de la torre habían tenido muchas dudas (inventadas la gran mayoría), con la que tenían delante no tardó en empujar con fuerza para abrirla. Con lo desgastada que estaba, incluso con el golpe más leve se habría abierto de par en par.
Rick entró al instante y solamente quitó una mano del arco para despejar un poco el polvo que se había levantado en la sala. No tuvo ni que buscar entre la penumbra qué había pasado: tenían un poco más adelante al motero en el suelo con el insecto del otro grupo. -Joder, Connor- guardó la flecha y el arco aprisa para acercarse hasta ellos -¿Dónde estás más herido?- le preguntó ya de rodillas a su lado, listo para ayudar, luego de buscar a sus compañeros con la mirada para que le echaran una mano. Los cortes y moratones eran muchos, pero no quería causarle más daños por una herida menos visible mientras lo llevaran; sabía que significaba el aura azul que tenían los dos. De momento priorizaba asegurarse de los daños, pero en el fondo no podía evitar sorprenderse por lo otro. -(Lo hemos logrado)- sonaba tan raro en su mente, pero sentía cierto dulzor en aquella victoria, una que daba frutos después de todos los avances que habían ido consiguiendo. Al menos una momentánea, eso sí, porque todavía quedaba mucho del plan por delante y no eran precisamente cuestiones sencillas. Aquello era difícil, y lo que venía era igual o peor.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Torreta Matakrakens
23/09/24, 11:13 pm
Un parpadeo, un parpadeo fue todo lo que necesitó para que el aire se volviera espeso, el olor a plata invadiera sus sentidos y el techo temblara bajo sus pies. A tan solo una fracción de segundo estuvo de caer junto a su compañero, unos centímetros tan escasos que sintió el vértigo apoderarse de él mientras se apartaba a una zona que creía más segura. Apenas un paso hacía atrás como una reacción ante el miedo pero con la alerta de que aquel imprevisto podía ser solo el primero de muchos. Ahora había un agujero, ahí donde Connor había estado.
Los restos de polvo levantándose a su alrededor no hicieron más que empeorar la escena. Su mirada, tan descompuesta como lo estaba él, buscó desesperado al pequeño hasta que, gracias a quien fuera, lo encontró al otro lado de aquel boquete. Compartían la misma confusión aunque Ethan en su desorientación siquiera había llegado a ver el hechizo que escondía Raki entre sus túnicas, simplemente no entendía si el edificio estaba cediendo bajo su propio peso. Las palabras de Aniol cayeron como cemento sobre el cementerio en el que ya se encontraban.
-No, no lo está. -Repitió con una confianza desbordante, quizá porque aquella mentira era más fácil de digerir que cualquier otra posible opción. -No lo logró un oso gigante, no lo va a lograr esto…
Se acercó al pequeño por puro instinto, quería apartarle de la situación pero el punto fijo al que miraba era tan hipnótico que no pudo evitar seguirle la vista más allá de las rubias y escombros. Allí donde, bajo el polvo y la ceniza yacía inmovil el pelirrosa. Le hubiera gustado confesar que desde aquella altura diferenciaba algo más que lo que parecía un cadáver, pero no era el caso. Si Aniol había acertado o no el hechizo tampoco parecía cambiar mucho la funesta historia. Era una caída, casi tan espantosa como la que habían sufrido en los subterráneos. ¿Cuántas veces podía alguien eludir la muerte hasta que esta se lo tomara como un desafío personal?
Ethan tragó saliva acongojado, notando como un escalofrío recorría su espalda mientras apoyaba una mano sobre el hombro del pequeño. Los ruidos de sus aliados, esta vez más cercanos, no lograron sacarle una sonrisa, pero al menos se sintió más liviano. Rick había accedido al lugar, podrían ayudar a Connor. Ya siquiera le importaba la cucaracha, no al menos hasta que confirmase que su amigo estaba sano y salvo.
-Usad el collar, lo que quede de carga. -Subió la voz para dirigirse al neoyorquino ahora que había llegado a la altura del pelirrosa. Preguntar era estúpido, no tenían tiempo que perder o cualquier posible hemorragia interna sería fatal para el canadiense. -Rápido, por favor…. y manda a alguien a que recoja a Aniol.
Si tomó distancias de nuevo de aquel agujero fue más por él niño que por él mismo. Quería alejarlo de aquella atroz visión cuanto fuera posible así que lo protegió entre sus brazos, tratando de mantenerlo pegado a su pecho a la espera de que se le ocurriera un mejor plan que el de meramente esperar. Era una segunda planta, ya dudaba poder bajar por su cuenta como para obligar al pequeño y deducía que si no había echado todavía a volar era porque no le quedaba mucha más magia que gastar. A esas alturas si el insecto había perecido durante la caída sería hasta buena noticia, una forma accidental y fácil de borrar un problema y eximirse de parte de responsabilidad.
-Aniol, peque, en cuanto puedas hay que bajar, si? Este sitió ya no es seguro.
Mencionó acariciándole el cabello con una de sus manos. La lanza había quedado tirada sobre el tejado y su pierna, ahora que la adrenalina se convertía parcialmente en miedo estaba amenazando con volverse en su contra. Claro, es que como se le ocurría correr estando cojo… A veces se le olvidaba que, quisiera o no, no podía huir eternamente de su condición.
Los restos de polvo levantándose a su alrededor no hicieron más que empeorar la escena. Su mirada, tan descompuesta como lo estaba él, buscó desesperado al pequeño hasta que, gracias a quien fuera, lo encontró al otro lado de aquel boquete. Compartían la misma confusión aunque Ethan en su desorientación siquiera había llegado a ver el hechizo que escondía Raki entre sus túnicas, simplemente no entendía si el edificio estaba cediendo bajo su propio peso. Las palabras de Aniol cayeron como cemento sobre el cementerio en el que ya se encontraban.
-No, no lo está. -Repitió con una confianza desbordante, quizá porque aquella mentira era más fácil de digerir que cualquier otra posible opción. -No lo logró un oso gigante, no lo va a lograr esto…
Se acercó al pequeño por puro instinto, quería apartarle de la situación pero el punto fijo al que miraba era tan hipnótico que no pudo evitar seguirle la vista más allá de las rubias y escombros. Allí donde, bajo el polvo y la ceniza yacía inmovil el pelirrosa. Le hubiera gustado confesar que desde aquella altura diferenciaba algo más que lo que parecía un cadáver, pero no era el caso. Si Aniol había acertado o no el hechizo tampoco parecía cambiar mucho la funesta historia. Era una caída, casi tan espantosa como la que habían sufrido en los subterráneos. ¿Cuántas veces podía alguien eludir la muerte hasta que esta se lo tomara como un desafío personal?
Ethan tragó saliva acongojado, notando como un escalofrío recorría su espalda mientras apoyaba una mano sobre el hombro del pequeño. Los ruidos de sus aliados, esta vez más cercanos, no lograron sacarle una sonrisa, pero al menos se sintió más liviano. Rick había accedido al lugar, podrían ayudar a Connor. Ya siquiera le importaba la cucaracha, no al menos hasta que confirmase que su amigo estaba sano y salvo.
-Usad el collar, lo que quede de carga. -Subió la voz para dirigirse al neoyorquino ahora que había llegado a la altura del pelirrosa. Preguntar era estúpido, no tenían tiempo que perder o cualquier posible hemorragia interna sería fatal para el canadiense. -Rápido, por favor…. y manda a alguien a que recoja a Aniol.
Si tomó distancias de nuevo de aquel agujero fue más por él niño que por él mismo. Quería alejarlo de aquella atroz visión cuanto fuera posible así que lo protegió entre sus brazos, tratando de mantenerlo pegado a su pecho a la espera de que se le ocurriera un mejor plan que el de meramente esperar. Era una segunda planta, ya dudaba poder bajar por su cuenta como para obligar al pequeño y deducía que si no había echado todavía a volar era porque no le quedaba mucha más magia que gastar. A esas alturas si el insecto había perecido durante la caída sería hasta buena noticia, una forma accidental y fácil de borrar un problema y eximirse de parte de responsabilidad.
-Aniol, peque, en cuanto puedas hay que bajar, si? Este sitió ya no es seguro.
Mencionó acariciándole el cabello con una de sus manos. La lanza había quedado tirada sobre el tejado y su pierna, ahora que la adrenalina se convertía parcialmente en miedo estaba amenazando con volverse en su contra. Claro, es que como se le ocurría correr estando cojo… A veces se le olvidaba que, quisiera o no, no podía huir eternamente de su condición.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreta Matakrakens
24/09/24, 01:24 am
Sus preguntas cayeron en ridículo cuando los gritos de Connor e Ethan -pero sobre todo de Connor- llenaron el cielo. Aún sin ver Nohlem podía imaginarse el panorama, y a pesar de que la energía pegada por la situación y las voces no era necesariamente mala, sí llegaba a ser frustrante al no poder ser partícipe en aquello. No obstante, esa delicada balanza entre los nervios y el miedo pronto se decantó por un lado al reconocer un sonido que, por desgracia, ya había vivido antes. Un derrumbamiento.
Ya estaba apartado para intentar ver lo que sucedía arriba, pero incluso con ese margen de seguridad su cuerpo dio un respingo en dirección contraria por instinto. Sus pensamientos enmudecieron, y por unos segundos demasiado largos no tuvo reacción ninguna. El silencio del shock se expandió a su alrededor como la capa de polvo que acababa de escupir el tejado, y no fue hasta que la maldición de Rick sesgó el aire que no fue capaz de poner un pie delante del otro. Le siguió en automático como una sombra, sin otra cosa que aportar que presencia, asomándose desde la prudencia para ver dentro del edificio.
Se congeló una vez más. La imagen de Connor inerte en el suelo fue el segundo golpe al ánimo, uno tan duro que, como si fuera un espectador fuera de su propio cuerpo, lo único que llegó a pensar al oir al neoyorkino fue “¿Cómo sabe que está vivo?”. Casi como si su respiración dependiera de la Connor, Nohlem no dejó de contener el aliento hasta que el primero respondió a su pregunta no formulada con toses y quejidos. Joder. Sí que estaba vivo. ¡Estaba vivo!
Regresó a su cuerpo, y con mucho más brío que antes el varmano se acercó al punto donde estaban. Desde esa postura no llegaba a ver las heridas de Connor, pero no había que ser muy listo para suponer la magnitud de estas. La imagen del insecto debajo del canadiense le hizo levantar el labio en un gruñido silencioso, una mueca compugnida entre el disgusto y la victoria, pero por supuesto lo ignoró por lo que apremiaba. Miró arriba, de donde aún caía polvillo y algún que otro resto, comprendiendo entonces la urgencia de la situación. Oír y reconocer a Ethan asomado a contra luz le dio vértigo.
—Joder, el techo… —justo de lo que se habían estado preocupando falsamente antes. Al comprender que lo mismo les caían encima con todo el tejado, se le cerró la garganta. Mientras se quitaba el collar tal como había pedido el londinense, con manos torpes y apuradas, se volteó en dirección a la puerta—. ¡Tenéis que bajarlos de arriba, rápido! —vociferó para retransmitir la orden. “Por favor, por favor” rogó simultáneamente para sí. Confiaba que con la levitación a medio castear fuese una petición redundante. Volvió la vista al frente, arrodillándose a un lado de ambos americanos (e invertebrado) para colgarle el talismán al pelirrosa, de espaldas, por debajo de la ropa y en contacto con su piel—. Tenemos que irnos. Tenemos que- tenemos que levantar a Connor. No podemos quedarnos aquí dentro —soltó a trompicones. Daba igual que el edificio aguantase más o menos estable un tiempo, las malas experiencias le pedían velocidad—. ¿Te puedes mover? ¿Estás bien?
Preguntas estúpidas como esas se acumulaban como grifo a punto de explotar en su mente, y es que aunque no necesitaba respuestas por el brillo azul de la parálisis o lo que obviamente era un estado deplorable, aquel era su mecanismo para seguir trabajando. Se echó las cosas -arco, carcaj- sobre el hombro dañado para tener libre el bueno antes de tantear como levantarlo. Al insecto lo sacaría a patadas si era necesario, como quien carga un mueble y arrastra una alfombra simultáneamente, pero su prioridad estaba bien clara.
—Ayúdame Rick —masculló sin aire al comenzar a alzar en peso a la mole que era su amigo de un hombro. El suyo se quejó palpitando, pero lo ignoró por necesidad. Vagamente sabía que era un error mover tan brusco a un herido de esas magnitudes, pero siempre mejor eso que desenterrar un cadáver—. Damian, Damian —le llamó, buscándole por encima de la masa que era Connor. No le gustaba que estuviera dentro con ellos, pero ya que era el caso...—. ¿Crees que puedes traerlo fuera?
Con un gesto de cabeza señaló al insecto maltrecho en el suelo.
y entonces para aliviar su dolor nohlem soltó a connor en la entrada le bajó los pantalones y comenzó a hacerle una gatomamada
—gogogogo
Ya estaba apartado para intentar ver lo que sucedía arriba, pero incluso con ese margen de seguridad su cuerpo dio un respingo en dirección contraria por instinto. Sus pensamientos enmudecieron, y por unos segundos demasiado largos no tuvo reacción ninguna. El silencio del shock se expandió a su alrededor como la capa de polvo que acababa de escupir el tejado, y no fue hasta que la maldición de Rick sesgó el aire que no fue capaz de poner un pie delante del otro. Le siguió en automático como una sombra, sin otra cosa que aportar que presencia, asomándose desde la prudencia para ver dentro del edificio.
Se congeló una vez más. La imagen de Connor inerte en el suelo fue el segundo golpe al ánimo, uno tan duro que, como si fuera un espectador fuera de su propio cuerpo, lo único que llegó a pensar al oir al neoyorkino fue “¿Cómo sabe que está vivo?”. Casi como si su respiración dependiera de la Connor, Nohlem no dejó de contener el aliento hasta que el primero respondió a su pregunta no formulada con toses y quejidos. Joder. Sí que estaba vivo. ¡Estaba vivo!
Regresó a su cuerpo, y con mucho más brío que antes el varmano se acercó al punto donde estaban. Desde esa postura no llegaba a ver las heridas de Connor, pero no había que ser muy listo para suponer la magnitud de estas. La imagen del insecto debajo del canadiense le hizo levantar el labio en un gruñido silencioso, una mueca compugnida entre el disgusto y la victoria, pero por supuesto lo ignoró por lo que apremiaba. Miró arriba, de donde aún caía polvillo y algún que otro resto, comprendiendo entonces la urgencia de la situación. Oír y reconocer a Ethan asomado a contra luz le dio vértigo.
—Joder, el techo… —justo de lo que se habían estado preocupando falsamente antes. Al comprender que lo mismo les caían encima con todo el tejado, se le cerró la garganta. Mientras se quitaba el collar tal como había pedido el londinense, con manos torpes y apuradas, se volteó en dirección a la puerta—. ¡Tenéis que bajarlos de arriba, rápido! —vociferó para retransmitir la orden. “Por favor, por favor” rogó simultáneamente para sí. Confiaba que con la levitación a medio castear fuese una petición redundante. Volvió la vista al frente, arrodillándose a un lado de ambos americanos (e invertebrado) para colgarle el talismán al pelirrosa, de espaldas, por debajo de la ropa y en contacto con su piel—. Tenemos que irnos. Tenemos que- tenemos que levantar a Connor. No podemos quedarnos aquí dentro —soltó a trompicones. Daba igual que el edificio aguantase más o menos estable un tiempo, las malas experiencias le pedían velocidad—. ¿Te puedes mover? ¿Estás bien?
Preguntas estúpidas como esas se acumulaban como grifo a punto de explotar en su mente, y es que aunque no necesitaba respuestas por el brillo azul de la parálisis o lo que obviamente era un estado deplorable, aquel era su mecanismo para seguir trabajando. Se echó las cosas -arco, carcaj- sobre el hombro dañado para tener libre el bueno antes de tantear como levantarlo. Al insecto lo sacaría a patadas si era necesario, como quien carga un mueble y arrastra una alfombra simultáneamente, pero su prioridad estaba bien clara.
—Ayúdame Rick —masculló sin aire al comenzar a alzar en peso a la mole que era su amigo de un hombro. El suyo se quejó palpitando, pero lo ignoró por necesidad. Vagamente sabía que era un error mover tan brusco a un herido de esas magnitudes, pero siempre mejor eso que desenterrar un cadáver—. Damian, Damian —le llamó, buscándole por encima de la masa que era Connor. No le gustaba que estuviera dentro con ellos, pero ya que era el caso...—. ¿Crees que puedes traerlo fuera?
Con un gesto de cabeza señaló al insecto maltrecho en el suelo.
y entonces para aliviar su dolor nohlem soltó a connor en la entrada le bajó los pantalones y comenzó a hacerle una gatomamada
—gogogogo
- ♪♫♬:
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Personajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Torreta Matakrakens
24/09/24, 04:39 pm
Aunque no fue muy tranquilizador, escuchar de primeras el grito de Ethan le hizo alzar la cabeza en busca de lo que estaba pasando. Había como mínimo una pelea y estuvo mencionando un escudo que había perdido alguien. De seguido Connor exclamó con rabia una persecución y no quería ponerse en lo peor, justo lo contrario. Joder, ¡estaban persiguiendo a alguien! Uno de los malos, tenía que serlo. Con algo más de esperanza en su pequeño cuerpo, Damian se giró en dirección a los gritos y se fue movilizando con prudencia pero no por ello sin impaciencia ni ganas de guerra. Tuvo el arco preparado, aunque aún con los brazos bajados para ir mas ligero. Una ligerísima sonrisa aliviada se le estuvo dibujando entre tanta tensión pero...
Otro derrumbe.
Podría reconocer ese puñetero sonido de entre millones pues ya pudo vivirlo en sus propias carnes. La cara se le puso algo pálida, el ceño se le sostenía preocupado y bufó ansioso. No tardó en ir corriendo para allá, tenía la garganta con un nudo enorme porque no sabía si alguno o algunos de sus amigos se cayeron de los tejados.
—Me cago en la puta... —maldijo para sí al usar sus pies para correr, esperando que ninguno de esos escenarios oscuros dentro de su cabeza fuesen realidad. Les estaban ganando a los malos, ¿no? Sus amigos son fuertes, ¿no es así?
Pudo escuchar voces en la lejanía, cada vez más próximas al derrumbe hacia donde iban. Aniol... Aniol parecía estar hablando por lo que pudo reconocer y Ethan igual. Estaba cada vez más cerca de esa nube de polvo, quería ver el desenlace de ese desastre e implorar a todo lo que quería que no hubiese un amigo suyo ahí. Sin embargo, al llegar el chico se quedó perplejo. Su mirada tensa estuvo encima de la de Connor, apenas vislumbrando al bicho debajo de él en un foco de preocupación.
—¿Connor? ¿E-E-Estás bien tío? —estaba vivo y por lo visto entero pero dejó ir una duda general mencionando su nombre, mientras miraba a su alrededor, a sus amigos. Connor era fuerte, aguantó la caída pero no se le quitaba la preocupación, agarrándose el brazo derecho. Miró hacia arriba, en ese agujero que, a contraluz, habían dos figuras. Damian bajó los brazos, destensándolos en cuanto pudo reconocer a su mejor amigo y a su colega que le regaló su juguete de papel favorito—. ¡S-Si, bajad por favor os lo pido! ¡Nos piramos ya! —reiteró la petición de Nohlem con energías que no sabía de donde las estaba sacando, sabiendo que sería lo más inteligente de hacer y porque no quería mas amigos despeñándose de lo alto.
Una vez que pudo procesar lo sucedido, lo que le quedó por ver estuvo bien claro y debajo de Connor. Mientras sus amigos ayudaban al principio a Connor el italiano tuvo la mirada seria, abierta, ante lo que parecía ser un bicho medio aplastado con líquido saliéndosele de unas rajas que portaba. Pudo reconocerlo, ese puto bicho de mierda coleguita de esos cabrones que no paraba de dar por culo y al fin lo tenían. Connor lo habría machacado seguramente y ahí estaba, a huevo y en bandeja y a Damian le empezó a arder algo dentro de sí, un ansia candente que se le veía en sus ojos que atravesaban al herido e inmovilizado Raki.
—Claro, yo te lo arrastro fuera —dijo algo bajo y raspado y, sin apartar la mirada de su enemigo, hizo caso a Nohlem pero no sin antes meterle una patada a mala leche en el costado al bicho. Se colocó el arco de nuevo en el pecho y lo agarró de uno de los brazos con más fuerza de la necesaria, sentir que lo tenía en sus manos se sintió bien, demasiado bien, como si hubiese ganado al pilla pilla pero con alguien a quien le quería pisar la cabeza—. Nos vamos cucaracha —dedicó una mirada de puto asco a la cosa esa y sin ningún cuidado, que para qué, fue arrastrándolo fuera del lugar que peligraba más derrumbes con algo de prisa y, de paso, mala ostia.
Otro derrumbe.
Podría reconocer ese puñetero sonido de entre millones pues ya pudo vivirlo en sus propias carnes. La cara se le puso algo pálida, el ceño se le sostenía preocupado y bufó ansioso. No tardó en ir corriendo para allá, tenía la garganta con un nudo enorme porque no sabía si alguno o algunos de sus amigos se cayeron de los tejados.
—Me cago en la puta... —maldijo para sí al usar sus pies para correr, esperando que ninguno de esos escenarios oscuros dentro de su cabeza fuesen realidad. Les estaban ganando a los malos, ¿no? Sus amigos son fuertes, ¿no es así?
Pudo escuchar voces en la lejanía, cada vez más próximas al derrumbe hacia donde iban. Aniol... Aniol parecía estar hablando por lo que pudo reconocer y Ethan igual. Estaba cada vez más cerca de esa nube de polvo, quería ver el desenlace de ese desastre e implorar a todo lo que quería que no hubiese un amigo suyo ahí. Sin embargo, al llegar el chico se quedó perplejo. Su mirada tensa estuvo encima de la de Connor, apenas vislumbrando al bicho debajo de él en un foco de preocupación.
—¿Connor? ¿E-E-Estás bien tío? —estaba vivo y por lo visto entero pero dejó ir una duda general mencionando su nombre, mientras miraba a su alrededor, a sus amigos. Connor era fuerte, aguantó la caída pero no se le quitaba la preocupación, agarrándose el brazo derecho. Miró hacia arriba, en ese agujero que, a contraluz, habían dos figuras. Damian bajó los brazos, destensándolos en cuanto pudo reconocer a su mejor amigo y a su colega que le regaló su juguete de papel favorito—. ¡S-Si, bajad por favor os lo pido! ¡Nos piramos ya! —reiteró la petición de Nohlem con energías que no sabía de donde las estaba sacando, sabiendo que sería lo más inteligente de hacer y porque no quería mas amigos despeñándose de lo alto.
Una vez que pudo procesar lo sucedido, lo que le quedó por ver estuvo bien claro y debajo de Connor. Mientras sus amigos ayudaban al principio a Connor el italiano tuvo la mirada seria, abierta, ante lo que parecía ser un bicho medio aplastado con líquido saliéndosele de unas rajas que portaba. Pudo reconocerlo, ese puto bicho de mierda coleguita de esos cabrones que no paraba de dar por culo y al fin lo tenían. Connor lo habría machacado seguramente y ahí estaba, a huevo y en bandeja y a Damian le empezó a arder algo dentro de sí, un ansia candente que se le veía en sus ojos que atravesaban al herido e inmovilizado Raki.
—Claro, yo te lo arrastro fuera —dijo algo bajo y raspado y, sin apartar la mirada de su enemigo, hizo caso a Nohlem pero no sin antes meterle una patada a mala leche en el costado al bicho. Se colocó el arco de nuevo en el pecho y lo agarró de uno de los brazos con más fuerza de la necesaria, sentir que lo tenía en sus manos se sintió bien, demasiado bien, como si hubiese ganado al pilla pilla pero con alguien a quien le quería pisar la cabeza—. Nos vamos cucaracha —dedicó una mirada de puto asco a la cosa esa y sin ningún cuidado, que para qué, fue arrastrándolo fuera del lugar que peligraba más derrumbes con algo de prisa y, de paso, mala ostia.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio.
Re: Torreta Matakrakens
24/09/24, 08:44 pm
¿Cuánto podía llegar a torcerse el puñetero plan? Connor no tuvo tiempo de pensar en ello, pero no tardaría en descubrirlo. Su cuerpo impactó en pleno aire contra el del insecto con un golpe sordo, tras el barrido rápido de Ethan con la lanza, justo cuando aquel ser ya estaba siendo atraído hacia el suelo por el hechizo de Aniol. El motero pudo notar la dureza de aquellas placas quitinosas... Los diferentes relieves entre los brazos y la cintura como si de aberturas se tratase, antes de que ambos chocaran con contundencia contra el suelo. Fue un placaje en toda regla, donde todo el peso de su cuerpo cayó encima de su rival. Sólo que allí no había un suave césped que amortiguara una puta mierda, solo piedra fría y gris de las ruinas. Con el dulce sabor de la victoria, pues aquel cabrón estaba atrapado bajo él y con Aniol y Ethan cerca, Connor empezaría a mover su mano izquierda en busca del cuello. Con el objetivo de apretar y apretar y apretar para que no escapara de alguna forma. Pero no pudo.
En menos de un segundo todo se fue a la mierda.
El edificio rugió de una forma atronadora, como si fuera una bestia durmiente que hubiera despertado de su letargo y ahora se muriera de hambre. Y luego... El vacío. Connor ni siquiera emitió un grito, no pudo, porque durante la caída su mente creyó conveniente creer que había vuelto a la puta cueva subterránea. Otra vez hacia la oscuridad. Otra vez hacia aquel monstruo con garras y colmillos. Lo poco que duró el trayecto lo experimentó en una especie de shock. El miedo esperando una pausa entre el caos para desatarse como era debido, pero asomando ya con fuerza entre el velo de sus ojos. Verdadero terror. Como una tormenta negra. Ni siquiera era consciente de que todo su cuerpo estaba paralizado de cuello para abajo. No era consciente de lo vulnerable que era.
Y luego el dolor.
El choque contra el cuerpo del insecto amortiguó el duro y jodido aterrizaje. Aún así no fue suficiente y le sacó todo el aire de los pulmones con un suspiro agonizante. Su cuello se sacudió con fuerza y su frente recibió como saludo uno de los hombros de ese cabrón asqueroso, provocándole una pequeña brecha encima de la ceja. Allí donde sintió que las placas de su rival cedían y se partían con un sonoro "CRACK" debajo suya, también notó un ardor en su costado izquierdo tres segundos después. Costillas rotas. No podía razonar nada de lo que había ocurrido o siquiera dónde estaba. Pero su mente desbocada y asustada aquello lo supo con verdadera precisión. Quizás porque quería aferrarse a algo que tenía mínimamente sentido. Justo después, entre la polvareda que se asentaba en torno a ellos y el ruido de los cascotes desperdigados, Connor perdió la conciencia durante unos instantes. Fue un apagón breve, como una bombilla parpadeando con fuerza en un vano intento por dar algo de luz. Ése era su puto cerebro, luchando por mantenerse al menos en la semiinconsciencia. No escuchó gritos o palabras de ayuda. No escuchó nada hasta que la voz de Rick le devolvió de nuevo a la luz.
No fue capaz de hablar. Pero abrió los ojos cubiertos de polvo con lentitud y emitió una suerte de quejidos y toses que le provocaron llamas en el costado, al menos eso respondía a la pregunta del neoyorquino. Cuando Nohlem llegó, Connor volvió a toser con fuerza sin ser consciente que el "suelo" en el que estaba era más bien el insecto espachurrado. Ahora sí escuchaba palabras como un eco lejano ordenando que había que bajar de allí al polaco y al británico. La preocupación de Rick y la voz asustada de Aniol por su bienestar. Las preguntas del varmano y el tono alzado de Ethan recordando la sanación del collar. El tartamudeo de Damian...
-No puedo... moverme... No siento nada... Joder...- Farfulló con voz débil mientras el miedo empezaba a devorarlo poco a poco. Sin ser consciente del brillo azul que delataba que la parálisis se debía a un hechizo. Creyendo que se había partido la puta columna. Un cosquilleo familiar le embargó segundos después. El collar. Mientras era alzado entre gruñidos de dolor del suelo, apoyado en los hombros de Nohlem y Rick, la magia del colgante empezó a hacer efecto. Alivió el dolor y su mente empezó a volverse algo más clara. Más precisa. El azul del conjuro que rodeaba al inerte insecto y a él mismo... El techo derrumbado sobre ellos... Mientras empezaban a arrastrarlo lejos del peligro del edificio, Connor hizo un esfuerzo por girar la cabeza hacia el interior, causándole un leve mareo.- Hay que bajar a Aniol y a Ethan... de allí...- Masculló entre gruñidos de dolor y preocupación. Sin recordar que sus amigos ya habían hablado de eso mismo. Notaba un pinchazo en la punta del pie derecho mientras le arrastraban, además de un dolor general por todo el cuerpo lleno de magulladuras. No lo sabía, pero uno de sus dedos estaba girado en un ángulo imposible dentro del zapato.- Y no podemos abandonar ahí dentro... a ese puto cabrón de...- Su mente aletargada se quedó en silencio sorprendido y orgulloso cuando vio a aquel puto insecto destrozado siendo arrastrado con violencia por Damian hacia el exterior. Estaba hecho. Lo habían conseguido.
Cerró los ojos con cansancio y apoyó la cabeza en Nohlem, dejando que éste y Rick lo condujeran hacia el exterior.
En menos de un segundo todo se fue a la mierda.
El edificio rugió de una forma atronadora, como si fuera una bestia durmiente que hubiera despertado de su letargo y ahora se muriera de hambre. Y luego... El vacío. Connor ni siquiera emitió un grito, no pudo, porque durante la caída su mente creyó conveniente creer que había vuelto a la puta cueva subterránea. Otra vez hacia la oscuridad. Otra vez hacia aquel monstruo con garras y colmillos. Lo poco que duró el trayecto lo experimentó en una especie de shock. El miedo esperando una pausa entre el caos para desatarse como era debido, pero asomando ya con fuerza entre el velo de sus ojos. Verdadero terror. Como una tormenta negra. Ni siquiera era consciente de que todo su cuerpo estaba paralizado de cuello para abajo. No era consciente de lo vulnerable que era.
Y luego el dolor.
El choque contra el cuerpo del insecto amortiguó el duro y jodido aterrizaje. Aún así no fue suficiente y le sacó todo el aire de los pulmones con un suspiro agonizante. Su cuello se sacudió con fuerza y su frente recibió como saludo uno de los hombros de ese cabrón asqueroso, provocándole una pequeña brecha encima de la ceja. Allí donde sintió que las placas de su rival cedían y se partían con un sonoro "CRACK" debajo suya, también notó un ardor en su costado izquierdo tres segundos después. Costillas rotas. No podía razonar nada de lo que había ocurrido o siquiera dónde estaba. Pero su mente desbocada y asustada aquello lo supo con verdadera precisión. Quizás porque quería aferrarse a algo que tenía mínimamente sentido. Justo después, entre la polvareda que se asentaba en torno a ellos y el ruido de los cascotes desperdigados, Connor perdió la conciencia durante unos instantes. Fue un apagón breve, como una bombilla parpadeando con fuerza en un vano intento por dar algo de luz. Ése era su puto cerebro, luchando por mantenerse al menos en la semiinconsciencia. No escuchó gritos o palabras de ayuda. No escuchó nada hasta que la voz de Rick le devolvió de nuevo a la luz.
No fue capaz de hablar. Pero abrió los ojos cubiertos de polvo con lentitud y emitió una suerte de quejidos y toses que le provocaron llamas en el costado, al menos eso respondía a la pregunta del neoyorquino. Cuando Nohlem llegó, Connor volvió a toser con fuerza sin ser consciente que el "suelo" en el que estaba era más bien el insecto espachurrado. Ahora sí escuchaba palabras como un eco lejano ordenando que había que bajar de allí al polaco y al británico. La preocupación de Rick y la voz asustada de Aniol por su bienestar. Las preguntas del varmano y el tono alzado de Ethan recordando la sanación del collar. El tartamudeo de Damian...
-No puedo... moverme... No siento nada... Joder...- Farfulló con voz débil mientras el miedo empezaba a devorarlo poco a poco. Sin ser consciente del brillo azul que delataba que la parálisis se debía a un hechizo. Creyendo que se había partido la puta columna. Un cosquilleo familiar le embargó segundos después. El collar. Mientras era alzado entre gruñidos de dolor del suelo, apoyado en los hombros de Nohlem y Rick, la magia del colgante empezó a hacer efecto. Alivió el dolor y su mente empezó a volverse algo más clara. Más precisa. El azul del conjuro que rodeaba al inerte insecto y a él mismo... El techo derrumbado sobre ellos... Mientras empezaban a arrastrarlo lejos del peligro del edificio, Connor hizo un esfuerzo por girar la cabeza hacia el interior, causándole un leve mareo.- Hay que bajar a Aniol y a Ethan... de allí...- Masculló entre gruñidos de dolor y preocupación. Sin recordar que sus amigos ya habían hablado de eso mismo. Notaba un pinchazo en la punta del pie derecho mientras le arrastraban, además de un dolor general por todo el cuerpo lleno de magulladuras. No lo sabía, pero uno de sus dedos estaba girado en un ángulo imposible dentro del zapato.- Y no podemos abandonar ahí dentro... a ese puto cabrón de...- Su mente aletargada se quedó en silencio sorprendido y orgulloso cuando vio a aquel puto insecto destrozado siendo arrastrado con violencia por Damian hacia el exterior. Estaba hecho. Lo habían conseguido.
Cerró los ojos con cansancio y apoyó la cabeza en Nohlem, dejando que éste y Rick lo condujeran hacia el exterior.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreta Matakrakens
25/09/24, 02:45 pm
Airi terminó el hechizo de levitación sin trabarse a pesar de los nervios. Notó cómo la gravedad dejaba de tirar de su cuerpo y comenzó a elevarse, volviendo a poner el arco en posición en sus manos usando la memoria muscular que había adquirido. Su mente estaba centrar en elevarse del suelo, y prácticamente solo en eso, ya que para elle nunca había sido algo tan fácil como lo parecía para Aniol.
Los sonidos que provenían del tejado le apremiaban, y el sobresalto de oír romperse algo le hizo perder altura un instante, desestabilizándose. Cuando pudo ver lo que había realmente allí arriba, identificó primero el boquete que daba una sensación inestable a toda la bóveda y las dos figuras de pie sobre esta. No veía a Connor por ningún lado, pero tampoco a Raki o a otros enemigos o alimañas.
Recortó la distancia que faltaba hasta el edificio mientras escuchaba a Rick romper la puerta. Enseguida comprendió que Connor se había caído por aquel agujero al escuchar los gritos de los demás. Tragó saliva, aterrade por lo que pudiesen haber encontrado allí dentro, y centró su atención en Ethan y Aniol.
—N-no os acerquéis al borde —pidió con voz asustada. Debían bajar de allí lo más rápido posible.
Le sanaí aún sostenía el arco por inercia, sin tensar. Al darse cuenta de eso, guardó la flecha que tenía entre los dedos y se puso el arco al hombro. A su lado, Räg ya descendía sobre el tejado para ayudar, y le siguió en cuanto terminó de hacer aquellos movimientos que le distraían de la levitación.
Se prohibió mirar hacia abajo por el agujero a medida que se acercaba, por miedo a distraerse y perder el control, aunque el pensamiento de lo que podía encontrarse si lo hacía era casi peor. Aniol todavía tenía activa su propia levitación y eso le hizo sentir algo de alivio, ya que al menos el tejado no podía llevárselo a él por delante. Siguiendo a Räg se acercó a Ethan y se aferró a uno de sus brazos casi con desesperación, en una suerte de abrazo que podía ser un recibimiento caluroso o un consuelo por lo que acababa de vivir y que solo duró un instante, lo que tardó en afianzarse y tirar de él para sacarlo de allí entre los dos. Podía oír chirriar la estructura de la casa con cada movimiento.
Una vez le dejaron en suelo firme, Airi deshizo la levitación. Su mirada se quedó fija en cómo sacaban a Connor por la puerta echada abajo, inmóvil, magullado, pero vivo. Sintió que por fin podía respirar, al ver a todos reunidos en el mismo lugar, aunque el alivio duró poco. Enseguida vio también al insecto gigante. De cerca podía dar más reparo aún si cabía, pero lo que saltaba a la vista por encima de todo era el estado en que se encontraba, incluso peor que el de Connor. Quiso decirle a Damian que se alejase de él, al recordar los horrores de la tarde que se había pasado paralizade por su maldito dardo, pero parecía tan inmóvil como su compañero, y sería difícil que intentase algo en ese estado.
Costaba mirarle. Airi no quería enfrentarse al y ahora qué, no quería ver cómo se le escapaba aquel líquido verdoso. Le odiaba, sí, pero no era capaz de regodearse en la agonía de nadie. En vez de mirarle a él más tiempo del necesario, se acercó a Connor.
—¿Ha perdido el conocimiento? —preguntó con preocupación a Nohlem y Rick.
Los sonidos que provenían del tejado le apremiaban, y el sobresalto de oír romperse algo le hizo perder altura un instante, desestabilizándose. Cuando pudo ver lo que había realmente allí arriba, identificó primero el boquete que daba una sensación inestable a toda la bóveda y las dos figuras de pie sobre esta. No veía a Connor por ningún lado, pero tampoco a Raki o a otros enemigos o alimañas.
Recortó la distancia que faltaba hasta el edificio mientras escuchaba a Rick romper la puerta. Enseguida comprendió que Connor se había caído por aquel agujero al escuchar los gritos de los demás. Tragó saliva, aterrade por lo que pudiesen haber encontrado allí dentro, y centró su atención en Ethan y Aniol.
—N-no os acerquéis al borde —pidió con voz asustada. Debían bajar de allí lo más rápido posible.
Le sanaí aún sostenía el arco por inercia, sin tensar. Al darse cuenta de eso, guardó la flecha que tenía entre los dedos y se puso el arco al hombro. A su lado, Räg ya descendía sobre el tejado para ayudar, y le siguió en cuanto terminó de hacer aquellos movimientos que le distraían de la levitación.
Se prohibió mirar hacia abajo por el agujero a medida que se acercaba, por miedo a distraerse y perder el control, aunque el pensamiento de lo que podía encontrarse si lo hacía era casi peor. Aniol todavía tenía activa su propia levitación y eso le hizo sentir algo de alivio, ya que al menos el tejado no podía llevárselo a él por delante. Siguiendo a Räg se acercó a Ethan y se aferró a uno de sus brazos casi con desesperación, en una suerte de abrazo que podía ser un recibimiento caluroso o un consuelo por lo que acababa de vivir y que solo duró un instante, lo que tardó en afianzarse y tirar de él para sacarlo de allí entre los dos. Podía oír chirriar la estructura de la casa con cada movimiento.
Una vez le dejaron en suelo firme, Airi deshizo la levitación. Su mirada se quedó fija en cómo sacaban a Connor por la puerta echada abajo, inmóvil, magullado, pero vivo. Sintió que por fin podía respirar, al ver a todos reunidos en el mismo lugar, aunque el alivio duró poco. Enseguida vio también al insecto gigante. De cerca podía dar más reparo aún si cabía, pero lo que saltaba a la vista por encima de todo era el estado en que se encontraba, incluso peor que el de Connor. Quiso decirle a Damian que se alejase de él, al recordar los horrores de la tarde que se había pasado paralizade por su maldito dardo, pero parecía tan inmóvil como su compañero, y sería difícil que intentase algo en ese estado.
Costaba mirarle. Airi no quería enfrentarse al y ahora qué, no quería ver cómo se le escapaba aquel líquido verdoso. Le odiaba, sí, pero no era capaz de regodearse en la agonía de nadie. En vez de mirarle a él más tiempo del necesario, se acercó a Connor.
—¿Ha perdido el conocimiento? —preguntó con preocupación a Nohlem y Rick.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreta Matakrakens
25/09/24, 03:33 pm
La situación no tardó en virar hacia otros derroteros diferentes a lo que pudiera estar imaginando en su cabeza. Aún si escuchar las voces de los que estaban en el tejado era un poco tranquilizador, no sabían realmente qué estaba ocurriendo ni si en cualquier momento podrían torcerse las cosas. Y, por supuesto, como no podía ser de otra forma, se torcieron.
No llegó a alzarse más que unos centímetros del suelo casi a la vez que Airi cuando los gritos y el estruendo le dejaron paralizado en el sitio durante agónicos segundos. Un derrumbe, otra vez. La angustia en las voces de los demás, particularmente Aniol quien hizo una pregunta para la que solo quería escuchar una respuesta, alimentaba la suya propia.
El tiempo parecía haberse detenido, y los sonidos llegaban ensordecidos y como si el mjörní no fuese más que un espectador ajeno a la situación, incapaz de hacer nada. El sonido de Rick echando la puerta abajo, la petición de Ethan de que alguien recogiese al polaco…
Solo reaccionó cuando Nohlem gritó que tenían que bajar a los que se habían quedado arriba la realidad pareció empezar a regresar a su cauce. Connor... estaba vivo, ¿verdad? Eso es lo que creía haber comprendido. Es lo que quería entender de las palabras de los demás. En algún momento que ni siquiera había sido consciente, Damian también había accedido al interior del edificio para acercarse al lugar donde el techo se había derrumbado, y el texano junto a él... Aquello estaba mal. La petición que se le hizo al italiano le proporcionó más información sobre lo que había ocurrido. No quería ni pensar en el niño arrastrando…
No, tenía que moverse ya. Ethan y Aniol podían correr peligro sobre aquel tejado inestable. Entre él y Airi… De hecho, le sanaí ya se encontraba arriba, y apenas había sido consciente de cuándo se elevó hasta allí. Antes de entrar en una espiral de auto reproche por haber perdido tanto tiempo quedándose inmóvil, debía centrarse en lo que importaba.
—¿Estáis… estáis bien? —preguntó con la angustia colándose en su voz. A simple vista no parecían heridos, pero… —. Tenéis que bajar de aquí cuanto antes… Entre los dos creo que podremos… —se dirigió a Ethan, algo dubitativo. Aniol seguía levitando, lo cual les ahorraba bastante tiempo—. Baja cerca de nosotros, por favor. Si notases que algo falla haz levitar a Ethan cuanto antes.
Aunque lo hubiesen estado practicando asiduamente, la levitación requería bastante esfuerzo y el humano pesaba más que cualquiera de los dos. Pero confiaba en que no fuese a ser tan complicado como podía parecer. Desde luego, haría todo su esfuerzo por mantener la concentración hasta que ambos humanos estuviesen a salvo en el suelo, intentando no pensar en lo que había sucedido allí donde el tejado estaba completamente derrumbado y que amenazaba con expandir su deterioro.
Al final no fue tan difícil como se había imaginado en algún escenario catastrófico en su mente, aunque no sin esfuerzo. Se había aferrado al brazo del medio japonés como si le fuese la vida en ello mientras mantenía toda su concentración en seguir levitando con el peso añadido. Suspiró de alivio y también deshizo su hechizo una vez los cuatro estuvieron pisando tierra firma.
El alivio duró apenas una fracción de segundo, porque la realidad con la que tenían que lidiar ahora era todavía peor. Connor… estaba claramente en mal estado. Parecía que casi podía repetir en su cabeza aquel fatídico día cuando los habían tirado a los subterráneos. El humano también había sufrido graves heridas entonces. Parecía que ya le habían dado el colgante, por lo que no había mucho más que pudieran hacer en ese momento por aliviarle. Con suerte, una vez volviesen a cargarlo podría recuperarse casi del todo.
—A lo mejor tenemos que llevarlo levitando entre varios… O… no lo sé —dijo con poco convencimiento tras la pregunta de Airi.
Y, finalmente, no pudo evitar más ver al insecto gigante, que presentaba un estado aun peor que el de Connor. Algo le mordió en el estómago ante aquella visión que quiso apartar de sus ojos enseguida, pero que no podría tan fácilmente de su mente. Que estuviese completamente paralizado le parecía un castigo justo después del miedo que habían pasado cuando uno de sus dardos habían alcanzado a le sanaí. Pero no era capaz de regocijarse en ver a nadie en un estado tan lamentable.
Sabía que no tenían muchas opciones, que no podían permitirse simplemente no hacer nada para que nadie más volviese a correr peligro de muerte. Pero no quería pensar ni en lo que iba a ocurrir después. No estaba preparado en absoluto.
---
Raki apenas había reaccionado desde que fue violentamente aplastado por el peso de su oponente. Ni siquiera porque estuviese paralizado de cuello para abajo, ni porque no sintiese ganas de gritar de dolor. Si no porque no podía. El dolor era terrible, pero no tenía fuerzas ni para demostrarlo. De su boca apenas salían quejidos, bajos pero constantes, que aumentaron un poco en intensidad cuando se vio arrastrado por aquel niño. Su cuerpo estaba completamente inmovilizado y al mismo tiempo lo sentía más de lo que lo había sentido nunca. Su hemolinfa brotaba por varias parte de su exoesqueleto, completamente agrietado, pero no sabía si era peor eso o el hecho de sentirse completamente indefenso. No, sin duda era lo segundo.
Una vez lo arrastraron fuera y parecían estar todos reunidos alrededor de él y el enorme humano que lo había aplastado... Miró en varias direcciones, dándose cuenta también de que tampoco podía mover sus antenas. Estarían completamente rotas, al igual que sus alas.
—Joder... —se le escaparía en voz baja.
<<Estoy más que jodido>>. Lo peor era que, por mucho que los odiase, sabía que no podía culpar a sus captores de aquello. No en el sentido de que él hubiese hecho lo mismo en su lugar. No era a los únicos a los que estaba odiando en aquel instante, de todas formas.
No llegó a alzarse más que unos centímetros del suelo casi a la vez que Airi cuando los gritos y el estruendo le dejaron paralizado en el sitio durante agónicos segundos. Un derrumbe, otra vez. La angustia en las voces de los demás, particularmente Aniol quien hizo una pregunta para la que solo quería escuchar una respuesta, alimentaba la suya propia.
El tiempo parecía haberse detenido, y los sonidos llegaban ensordecidos y como si el mjörní no fuese más que un espectador ajeno a la situación, incapaz de hacer nada. El sonido de Rick echando la puerta abajo, la petición de Ethan de que alguien recogiese al polaco…
Solo reaccionó cuando Nohlem gritó que tenían que bajar a los que se habían quedado arriba la realidad pareció empezar a regresar a su cauce. Connor... estaba vivo, ¿verdad? Eso es lo que creía haber comprendido. Es lo que quería entender de las palabras de los demás. En algún momento que ni siquiera había sido consciente, Damian también había accedido al interior del edificio para acercarse al lugar donde el techo se había derrumbado, y el texano junto a él... Aquello estaba mal. La petición que se le hizo al italiano le proporcionó más información sobre lo que había ocurrido. No quería ni pensar en el niño arrastrando…
No, tenía que moverse ya. Ethan y Aniol podían correr peligro sobre aquel tejado inestable. Entre él y Airi… De hecho, le sanaí ya se encontraba arriba, y apenas había sido consciente de cuándo se elevó hasta allí. Antes de entrar en una espiral de auto reproche por haber perdido tanto tiempo quedándose inmóvil, debía centrarse en lo que importaba.
—¿Estáis… estáis bien? —preguntó con la angustia colándose en su voz. A simple vista no parecían heridos, pero… —. Tenéis que bajar de aquí cuanto antes… Entre los dos creo que podremos… —se dirigió a Ethan, algo dubitativo. Aniol seguía levitando, lo cual les ahorraba bastante tiempo—. Baja cerca de nosotros, por favor. Si notases que algo falla haz levitar a Ethan cuanto antes.
Aunque lo hubiesen estado practicando asiduamente, la levitación requería bastante esfuerzo y el humano pesaba más que cualquiera de los dos. Pero confiaba en que no fuese a ser tan complicado como podía parecer. Desde luego, haría todo su esfuerzo por mantener la concentración hasta que ambos humanos estuviesen a salvo en el suelo, intentando no pensar en lo que había sucedido allí donde el tejado estaba completamente derrumbado y que amenazaba con expandir su deterioro.
Al final no fue tan difícil como se había imaginado en algún escenario catastrófico en su mente, aunque no sin esfuerzo. Se había aferrado al brazo del medio japonés como si le fuese la vida en ello mientras mantenía toda su concentración en seguir levitando con el peso añadido. Suspiró de alivio y también deshizo su hechizo una vez los cuatro estuvieron pisando tierra firma.
El alivio duró apenas una fracción de segundo, porque la realidad con la que tenían que lidiar ahora era todavía peor. Connor… estaba claramente en mal estado. Parecía que casi podía repetir en su cabeza aquel fatídico día cuando los habían tirado a los subterráneos. El humano también había sufrido graves heridas entonces. Parecía que ya le habían dado el colgante, por lo que no había mucho más que pudieran hacer en ese momento por aliviarle. Con suerte, una vez volviesen a cargarlo podría recuperarse casi del todo.
—A lo mejor tenemos que llevarlo levitando entre varios… O… no lo sé —dijo con poco convencimiento tras la pregunta de Airi.
Y, finalmente, no pudo evitar más ver al insecto gigante, que presentaba un estado aun peor que el de Connor. Algo le mordió en el estómago ante aquella visión que quiso apartar de sus ojos enseguida, pero que no podría tan fácilmente de su mente. Que estuviese completamente paralizado le parecía un castigo justo después del miedo que habían pasado cuando uno de sus dardos habían alcanzado a le sanaí. Pero no era capaz de regocijarse en ver a nadie en un estado tan lamentable.
Sabía que no tenían muchas opciones, que no podían permitirse simplemente no hacer nada para que nadie más volviese a correr peligro de muerte. Pero no quería pensar ni en lo que iba a ocurrir después. No estaba preparado en absoluto.
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Raki apenas había reaccionado desde que fue violentamente aplastado por el peso de su oponente. Ni siquiera porque estuviese paralizado de cuello para abajo, ni porque no sintiese ganas de gritar de dolor. Si no porque no podía. El dolor era terrible, pero no tenía fuerzas ni para demostrarlo. De su boca apenas salían quejidos, bajos pero constantes, que aumentaron un poco en intensidad cuando se vio arrastrado por aquel niño. Su cuerpo estaba completamente inmovilizado y al mismo tiempo lo sentía más de lo que lo había sentido nunca. Su hemolinfa brotaba por varias parte de su exoesqueleto, completamente agrietado, pero no sabía si era peor eso o el hecho de sentirse completamente indefenso. No, sin duda era lo segundo.
Una vez lo arrastraron fuera y parecían estar todos reunidos alrededor de él y el enorme humano que lo había aplastado... Miró en varias direcciones, dándose cuenta también de que tampoco podía mover sus antenas. Estarían completamente rotas, al igual que sus alas.
—Joder... —se le escaparía en voz baja.
<<Estoy más que jodido>>. Lo peor era que, por mucho que los odiase, sabía que no podía culpar a sus captores de aquello. No en el sentido de que él hubiese hecho lo mismo en su lugar. No era a los únicos a los que estaba odiando en aquel instante, de todas formas.
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