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Leonart
Leonart

Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :
Heridas:

1ª Incursión de Toima: Nubla Empty 1ª Incursión de Toima: Nubla

17/04/12, 04:13 am
Siguiendo las palabras de Jack, Toima puso camino hacia el portal. Lo primero que sabía era que había cierto protocolo para regular la entrada y salida de los usuarios del portal. Un guardia esperaba en la sala. La mascara tapaba su rostro. Toima solo tenía abiertos los ojos de pectorales y hombros que veían a través de su sudadera agujereada. El guardia le inspeccionó con la mirada, dio unos toques a su sudadera y notó el ruido metálico de los cuchillos.
-Son para defenderme...-explicó Toima. Aunque dudaba que tuviera que usarlos para aquel viaje, siempre salía armado. El guardia gruñó algunas palabras de “precaución” y “no llamar la atención” Toima asintió sin escucharle muy bien. Tampoco pensaba quedarse mucho. Sus objetivos eran claros: Ir a la ciudad, secuestrar a un intelectual útil y volver cuanto antes. No podía ver aprovechamiento alguno del mundo aparte de por su población.
El guardia le puso un brazalete que, según le había contado Jack, era para localizarle y le tomó el nombre de “Kaiser” como referencia, una vez más, para controlar su entrada y salida. Aquellas duras medidas de seguridad molestaron a Toima, ya que no pensó hacer una visita larga y todo aquel papeleo le parecía más bien inútil.
El guardia le condujo a la otra sala. Esta tenía una especie de cristal líquido, de color grisáceo. Toima se dio cuenta de que aún estaba a tiempo de volverse atrás. Pero ¿de qué le tenía miedo? Se echó la capucha sobre la cabeza que, junto a su flequillo, le tapaba la parte superior de la cara hasta la nariz y, por lo tanto, su ausencia de ojos en la cara y atravesó el denominado portal.
Cayó al otro lado con un sonido seco y se puso de pie. Ante él se extendían pastos y llanuras verdes, más de las que había visto en su vida. El sol estaba saliendo así que era pleno amanecer. Las lunas del planeta aún se podían distinguir en el cielo. Toima se apresuró a poner rumbo en un caminito escondido entre la maleza, puesto que intuyó que le llevaría a la ciudad de nombre Varanublago. Las nubes se tornaban oscuras en el horizonte. Toima se quedó observándolas durante largo rato y se dio cuenta de que había perdido todo trazo del sendero. Volvió sobre sus pasos y, para cuando encontró de nuevo el camino, las nubes rompieron a llover, empapándole. No era que el agua le molestase, sino que se volvía mucho más complicado andar por barro.
Para cuando el sendero le llevó a un rastro de civilización, Toima andaba de barro hasta las rodillas y estaba completamente empapado. Sus gruñidos de mal humor eran bastante sonoros tanto que, una especie de vacas que había en un recinto vallado cercano se asustaron y comenzaron a mugir y a encabritarse, golpeando sus costados los unos contra los otros e intentado escapar del cercado debido a que la presencia de Toima las aterrizaba. Los ojos de Toima le salvaron de ser descubierto al poco de que los granjeros irritados salieron armados con palos y herramientas, buscando el animal que había causado aquel revuelo.
Toima se había escondido en un sotobosque cercano y desde la lejanía les espiaba. A los locales, no parecían ser muy inteligentes ya que, al ser de pueblo, probablemente no habían gozado de una educación pulcra y completa que era lo que Toima buscaba en un compañero puesto que era uno de sus fallos: El ser un hombre de acción. Los granjeros, preocupados por su ganado organizaron grupos y, cuando la lluvia les dio un poco de tregua salieron en busca del depredador. Toima no podía quedarse escondido por mucho tiempo, un grupo pasó demasiado cerca y juró que le habían visto pero el chaval pronto siguió al resto del grupo.
El ulterano retrocedía más adentró del bosque, a medida que aumentaba su espesura. Los grupos estaban peinando ahora el bosque y debía salir de él. Por desgracia para el albino, resbaló con un resto de fango en piedra lisa y cayó fuertemente al suelo golpeándose la cabeza y con ello, llevándose su consciencia. Lo último que escuchó el ulterano antes de desfallecer fue una voz femenina diciendo:
-¿Qué ha sido ese ruido?-
;-
El ulterano se despertó a las horas del golpe. Cubierto de barro seco. ¿Estaba seco? ¿Porque estaba seco si podía oír la lluvia? Era apagado el sonido como si estuviera resguardado. Abrió lentamente los ojos de las palmas. Se halló tendido entonces en una cama de pieles, tamaño de matrimonio. Estaba en un estado de desvestimiento, como si alguien le hubiera intentado quitarle la sudadera pero no había terminado de bajar la cremallera. Su pecho estaba expuesto y abrió los ojos de los pectorales, examinando la sala.
Estaba en una sala seca, dentro de una casa. De estructura muy simple, hecha de piedras madera y algunas paredes estaban cubiertas de pieles. Un fuego ardía en una estufa de piedra sobre una esquina. El ambiente era cálido. Se incorporó y al instante escuchó un gemido apagado. Sus ojos rápidamente reaccionaron la fuente. Una mujer mayor estaba en el umbral de la puerta y se escondía de la penetrante mirada del argos. Detrás de ella había un hombre menudo, de manos grandes y grandes entradas en el pelo. Su mirada era una mezcla de miedo con asombro y, por último, detrás del hombre había una chica mucho más joven, de pelo castaño claro recogido en un moño y que miraba a Toima con aires de curiosidad mezclados con sorpresa.
Un achaque del dolor le asestó en la cabeza donde se había dado el golpe. Toima grindó los dientes y protestó mientras se llevaba la mano a la cabeza, frotándose un bulto manchado en sangre de color rojo y verde. Los nublinos temblaron de miedo con la voz del ulterano. Toima se puso en pie y cerró su sudadera, tapando los ojos de los pectorales.
-¿Dónde estoy?-inquirió.
El menudo hombre salió detrás de la que Toima supuso que era su mujer y se acercó a él con paso inseguro.
-Mi hija os encontró tirado en el bosque y herido y os trajimos aquí, a nuestro humilde hogar.-el hombre tragó saliva.- ¿Os encontráis bien?-
Toima vaciló unos instantes. Parecía que ya le miraban con menos miedo. No sabría decir si aquello era algo bueno o malo.
-¿Eh?-dijo sin saber muy bien lo que decía pero recapacitó su respuesta casi al instante.-Si... si... Gracias.-le dijo a la chica que se encontraba detrás de su madre que, entonces, la imitó y se volvió a esconder tras su progenitora que la medio abrazaba, sin darle la espalda al ulterano.
-¿Habéis... ¿Habéis vuelto para quedaros?-dijo el hombre entonces, con la mirada suplicante.
Toima se rascó la cabeza. Le habían cazado al instante por su apariencia. Si esto se complicaba podría tener problemas. El peso de los cuchillos bajo su ropa se hizo notar. Aquello podría acabar en un derramamiento de sangre inevitable. Toima se giró mientras se anudaba el pelo, preparado para ensuciarlo lo mínimo con la sangre de aquellos insulsos e inocentes granjeros que habían visto lo que no debían haber visto. Sin embargo, contestó al hombre que había a pocos pasos de él.
-No. Vengo de visita.-le aclaró. Un cuchillo oculto se deslizó en la palma de su mano, y, los nublinos presentes se sumieron en una tristeza suma, ignorantes de lo que tramaba el rocavarancolés al que veneraban.- ¿Alguien aparte de vosotros me ha visto?-preguntó entonces. El menudo hombre se apresuró a responder, pues le parecía una falta de respeto tremenda no contestarle al instante.
-No mi señor.-
Con aquellas palabras Toima se giró en redondo. Estudiando la situación. Aquellos nublinos debían morir. Era ellos o él, no le quedaba más remedio pero, un residuo de su antiguo ser le dijo que aquello era mentira, que lo iba a hacer porque le gustaba derramar sangre. El nublino titubeo, mientras veía como les examinaba con aquellos ojos rojos como la sangre.
-¿Vais a visitar la ciudad mi señor?-
Aquello desestabilizó a Toima. Por supuesto. ¿Cómo había sido tan estúpido? Antes de matarles debía preguntarles por donde se iba a la ciudad.
-En efecto, devoto nublino. Pero he tenido un problema.-le respondió lo más cortésmente que pudo, sin perder fuerza sus palabras.-No me es familiar la zona y temo perderme si voy sin indicación alguna ¿Podríais ayudarme?.- El nublino entonces estalló en euforia y su mujer batió las palmas. La chica sonreía ampliamente.
-¡Oh pero por supuesto! ¡Dejadme ser de buena ayuda señor! ¡Hacía años que llevábamos esperando que volvierais!- parecía que le habían pegado una descarga eléctrica. Se giró en redondo y tiró de su hija de la muñeca, empujándola hasta ponerla frente a Toima.
-¡Mi hija os guiará! ¡Es muy inteligente! ¡Estuvo estudiando en la ciudad durante muchos años mi buen señor! ¡Ya verá como os saca de este apuro!-comentó el orgulloso nublino. La madre se secó unas lágrimas de alegría en su sayo. Su hija, muerta de miedo por estar ante aquella leyenda de la que le habían hablado una y otra vez desde pequeña y ahora no podía ni creérselo. Lo único que hizo fue quedarse paralizada en el sitio, sonrojada.
Toima se dio cuenta de su error. La excesiva ayuda del nublino había hecho que el tiro de Toima le saliera por la culata. Si no se llevaba a la hija, montarían un follón, con los ruidosos que eran y alertarían a los demás vecinos. Estaba la familia bailando y danzando, como si aquello fuera una fiesta.
-¿Tenéis hambre?-preguntó la mujer de pronto. Era verdad que Toima había entrado al mundo con el estómago vacío y, ahora, con tantas horas desde su última comida que su estómago rugió.
El menudo hombre saltó entonces con un índice levantado.
-No habéis probado estofado alguno mejor preparado que el de mi mujer.-la mujer asintió efusivamente, secundando a su marido. Ambos salieron por la puerta, alegres, apunto de preparar una fiesta para su invitado, dejando a solas a Toima con la chica que pegó un gritito y se pegó a la pared, sin darle la espalda. Toima sonrió pérfidamente. Le encantaba aquel ambiente de miedo y respeto que se le tenía. Le hacía sentirse tremendamente poderoso. Sin embargo, había cambiado de parecer con respecto al destino de la familia. Ahora centraba su atención en la chica y adoptó una postura mucho menos amenazadora por una conciliadora que podría ser denominada amable.
-Nublina...-comenzó hablando Toima. La chica dio un respingo.- ¿Cuál es tu edad y nombre?-
-Me...Me llamo Tania, s-señor... Tengo dieciséis años...-y luego tragó saliva. Sus ojos suplicantes, pedían que aquel hombre no le hiciera más preguntas y se desviaban constantemente hacia la puerta, esperando a que sus padres volvieran y no la dejaran sola con el extraño. Toima no tenía piedad con la chica y continuó hablando.
-“Tan” es la palabra en mi idioma natal para “Fuego”... –la nublina de nombre Tania ladeó la cabeza al oír el chascarrillo de Toima hablando ulterano. El albino continuo hablando.-Me gusta. Y solo por eso te ganas la siguiente pregunta: ¿Crees que podrás llevarme a la ciudad?-
La nublina jugueteaba con los dedos, nerviosa. Nunca se había sentido con tanta presión encima. Tartamudeando contestó.
-P-por s-s-supuesto, mi gran señor.-se mordió el labio pues se callaba algo.
Toima intentó sonreír una vez más amablemente pero dudaba que eso fuera a sonsacarle lo que se estaba guardando aquella chica. Cuando fue a hablar, la potente voz de la madre la llamó desde otra parte de la casa.
-¡Tania! ¡Ven a ayudarme con la comida de la señoría!-
La chica, sin dudarlo dos veces, salió centelleando de la sala, escapando lo más rápido de aquella situación tan incómoda. Toima sonrió estúpidamente. Le estaban tratando como a un señor, así que no se iba a quejar. Guardó entonces su arma, que había pasado desapercibida para los nublinos y se recostó en la cama, llevándose los brazos a la nuca. La herida de la cabeza ya se había curado pero ahora tenía el pelo manchado con parte de su sangre. Luego antes de partir a la ciudad se lo lavaría. O mejor, les pedirían que se lo lavase. Toima volvió a sonreír estúpidamente mientras se acomodaba en la cama.
;-
La cena ya estaba servida. La tímida Tania se asomó por la puerta y se lo dijo en un susurro para luego volver a desaparecer. Toima saltó de la cama y se rascó un brazo. Los ojos de los hombros siguieron a la chica por la casa, la cual escanearon y, aparentemente, tenía dos simples plantas y el comedor se encontraba abajo. Una mesa larga le esperaba con un largo mantel cosido con patrones rurales. Los nublinos llevaban puestas sus mejores ropas y el sitio que presidia la mesa, vacio, era el que le correspondía al ulterano.
Tranquilamente Toima se sentó en la mesa. Los nublinos le observaban con una sonrisa, como si era un viejo amigo al que rara vez podían ver. Se destaparon los platos y fuentes para dejar ver un estofado de carne con algo que parecían patatas cocidas. Al que primero sirvieron fue a Toima. No se sirvieron hasta que el ulterano probó bocado. El resto de la cena se produjo entre risas y conversación, sobretodo del padre y la madre ya que Toima y Tania callaban. El primero porque se había quedado por respeto de sus anfitriones y la segunda porque estaba deseando que la tierra se tragara.
Toima miraba afuera, por la ventana. Estaba poniéndose el sol ya. ¿Cuántas horas llevaba sentado en aquella silla, empachado sin poder moverse? Había perdido ya la cuenta. Pero es que apenas tenía oportunidad de hablar. Por su parte, Tania lanzaba miradas efusivas y veloces sobre Toima. Cuando los ojos de Toima coincidían con los de ella, pronto los apartaba, muy avergonzada.
A Toima se le planteó una posibilidad. Aquella posibilidad era remota pero le acortaba asuntos y le solucionaba el problema de tener que lidiar más con la hospitalidad de los nublinos. En medio de otra historia que contaba el padre, Toima rompió a hablar, lo cual le dejó paralizado, pues el tono de Toima era serio y cargaba de ligero interés. Solo que no le hablaba a él, le hablaba a Tania.
-Dime Tania, ¿cuántos años has estudiado en la ciudad?-
-O...Ocho años mi señor...-
-Estuvimos muy preocupados con que su talento fuera desaprovechado, señor mío.-continuo la señora de la casa.
-Sí, pero recientemente ha tenido que volver a casa debido a que las cosas no nos están saliendo muy bien. Pero ella es lista. Se lo aseguro.-terminó por decir el padre.
Toima se frotaba la barbilla, pensativo.
-¿Dónde estudiabas?-hizo la pregunta decisiva que marcaria su decisión.
-En la biblioteca mi señor junto a...-se apresuró a decir nombres célebres de Nublinos destacados que pronto a Toima le dejaban igual.
-Suficiente.-la interrumpió.- ¿Sabes? En la ciudad tenemos una biblioteca muy curiosa grande y amplia. ¿Te apetecería venirte conmigo a la ciudad, como mi ayudante?-
Los progenitores, entonces se quedaron embobados ante la oferta. Literalmente, se les desencajó la mandíbula, paralizados no supieron cómo reaccionar. Tania hecha un tomate, miró a sus padres luego al rocavarancolés, luego otra vez a sus padres.
-Esto... yo...-
Los dos progenitores saltaron de inmediato y golpearon secamente la mesa con las palmas haciendo que Toima diese un respingo del susto.
-¡POR SUPUESTO QUE ACEPTA!-
Toima suspiró. Sus padres estaban respondiendo a todo por ella y eso era algo que preferiría evitar.
-Si no les importa, me gustaría escuchar la respuesta de ella antes...-les dijo con aire conciliador.
-P-por supuesto.-balbuceó la madre que comenzó a recoger platos y apilarlos para llevar a la cocina. El hombre seguía en la misma postura, paralizado y con la mandíbula desencajada. Toima tosió, con la intención de que prefería que estuvieran a solas. El hombre no pilló la indirecta hasta que llegó su mujer de la cocina, le metió una colleja que le sacó del ensimismamiento y le llevó por la oreja a la cocina. Tras ellos cerraron la puerta. Tras la puerta se oían gritos de “Más le vale aceptar” “Es una oportunidad única” “Nuestra niñita en la ciudad de las leyendas”
Tania y Toima suspiraron a la vez y tras dedicarse una mirada sonrieron felizmente. Tania pronto volvió a su comportamiento tímido en cuanto se acordó con quien estaba sentada y que le acababa de proponer.
-Has sonreído.-dijo Toima.
-¿Qué?-contestó Tania confusa.
-Has sonreído.-repitió el ulterano.-No te he visto sonreír en todo el tiempo que llevamos en la mesa. ¿Por qué?-
Tania vaciló. Sin sus padres cerca, se la notaba diferente.
-¿Puedo serle sincero?-preguntó de pronto.
-Me enfadaría sino lo hicieras.-contestó, sorprendentemente simpático para él.
-Me dais miedo.- admitió la nublina.-Desde el momento que os vi en el bosque, con el craneo sangrando hasta este mismo instante. Vuestros ojos...-
La mirada de Toima se volvió sombría. Así que era eso.
-Si, son espeluznantes...-admitió, algo herido en el fondo.
-No es eso... Cuando os encontré, vuestros ojos denotaban pena... Mucha pena. Eran como los de un animal al cual le habían roto todos los huesos y aun así seguía peleando hasta morir. Son los de alguien que no tiene nada que perder...-la nublina tragó saliva y el ulterano permaneció callado.-Antes, en el dormitorio, juraría que nos iba a atacar...-
La habitación se sumió en silencio y Toima esbozó una sonrisa impecable que enseñaba sus hileras de colmillos, asustando un poco a la nublina que permaneció en silencio. Una carcajada corta y estridente salió de la boca de Toima.
-No se equivocaban para nada tus padres contigo. Eres sin duda una chica lista. Te quiero que vengas conmigo, ahora bien, ¿tú qué dices? ¿Quieres ir a conocer el lugar de leyendas del que tanto te han hablado de pequeña?-dijo entonces tendiéndole la mano a la chica mientras se ponía de pie. La cocina cayó en silencio entonces. Tania se mordió el labio, nerviosa y presionada. De verdad quería ir.
-Sí, quiero.-y le tomó la mano al ulterano y este tiró de ella, poniéndola de pie.-Pero ¿y lo que veníais a buscar a la ciudad?-se dio cuenta de que seguía cogiéndole de la mano así que se sonrojó y se hizo un ovillo contra la pared opuesta, notablemente sonrojada.
-Creo que ya lo he encontrado.-apoyó una mano en la cadera y se quedó mirando a su nueva ayudante. Había venido a por un esclavo y había salido con una ayudante por lo menos más inteligente que él. Sin duda era un tipo afortunado.-Anda, ve a la cocina a contárselo a tus padres que seguro que se están cansando de fingir que no han escuchado esta conversación.-
Tania dedicó una mirada a Toima antes de ir correteando a la cocina. Cuando la puerta se cerró tras ella, los gritos de alegría inundaron la sala de la cocina y retumbaron el comedor. Toima empezó a pensar que los nublinos eran demasiado entusiastas con la idea de ir a Rocavarancolia. Los padres de Tania salieron de la cocina abrazados. Le estrechó la mano al sobre emocionado padre que lloraba aún más que la madre que abrazaba a su hija.
-Cuida a tu nuevo amo.-le dijo mientras le pasaba un fardo con cosas variadas asi como mantas, ropa de repuesto, comida, agua y varias pertenencias personales de la chica.
-¡Mamá! ¿Cuando has preparado esto?-dijo mientras miraba el enorme fardo que le llevaba a la chica.
-Antes de la cena. Creía que podría hacerme esperanzas ¡Y ya ves que no iba muy desencaminada!-
El padre entonces pasó a abrazar a la chica y a llorar desconsoladamente sobre su hombro.
-¡Papá! ¡Que no me he muerto!-dijo intentando empujarle pero estaba pegado firmemente a ella como una lapa.
-Cuida mucho a tu nuevo amo y hazle caso en todo lo que te diga ¡Y aprende mucho de la ciudad hija! ¡Ya verás cómo somos la envidia del vecindario!-
Toima tuvo que cortar por lo sano ahí. Si llegaran a informar a todo su vecindario seria un problema enorme para él ya que no debían llamar la atención. Agarró al padre de la muñeca lo cual detuvo toda la emoción que llevaba consigo y en su tono más intimidante, Toima habló, mostrando sus hileras de dientes afilados.
-Ahí tenemos que discrepar. Verá, la ciudad ahora mismo, no desea anunciar su regreso a nadie. Podría causarnos... problemas... si todo el mundo supiera de nuestra vuelta. Por ello, este asunto debe de tratarse en completo secreto. Si alguna vez preguntan por su hija digan que ha vuelto a irse a la ciudad para estudiar. ¿Entendido?-
El padre asintió lentamente, paralizado de pronto por el miedo que representaba Toima para él. Entonces el ulterano soltó su muñeca y cambio por completo de máscara, aun intentando parecer amable, puso su mejor sonrisa y con un tono más educado y simpático continuo hablando.
-Falta poco ya para el anochecer. Cuando todas las luces se apaguen, partiremos hacia la ciudad...-dicho esto subió escaleras arriba y les dio un momento de intimidad a Tania y a su familia.
Tras el pasar de un par de horas, Toima bajó las escaleras y se encontró a Tania con su fardo esperando en la entrada junto a sus padres. Toima se echó la capucha por encima de la cabeza y dijo una sola palabra.
-Salimos.-
Tania se despidió por última vez de sus padres con los ojos inundados de lágrimas y Toima fue el primero en salir. La chica le siguió poco después. Una vez afuera se giró hacia la chica.
-Llévame a donde me encontraste inconsciente...-pidió.
La chica asintió y le llevó al lugar del bosque donde se había encontrado al ulterano. Toima reconoció su rastro, pues no había vuelto a llover, pero el terreno seguía húmedo. Volvió sobre sus huellas. Estuvieron caminando durante mucho tiempo sin decirse nada. Al contrario de lo que se podría pensar de ellos, Tania no parecía tener miedo de ir sola por la noche a través del bosque. La verdad era que, junto a una leyenda como era Toima para la nublina, no temía a nada. Se sentía mil veces más segura junto a él que en su casa. Sin embargo, algo estaba ocupando su mente y hacia que adoptara posturas extrañas que preocuparon a Toima.
-Tania.-comenzó diciendo.
-¿Mi amo?-contestó Tania con un chillidito. A Toima le había gustado eso. Le gustaba que le llamaran “amo”.
-¿Qué diablos te pasa?-
La chica vaciló unos instantes mientras seguía con su extraña danza.
-Tengo que ir al baño...-dijo en un susurro. Toima suspiró y apunto a unos árboles cercanos. La chica hizo una reverencia, dando las gracias como pudo y corrió tras el árbol. Toima entonces se puso alerta, puesto que sabía que no debía acercarse por no ser grosero pero tampoco quería ponerla en peligro, un bosque de noche podría ser bastante peligroso. Su campo de visión mejorado escaneaba caza zona cercana a donde estaba la chica haciendo sus necesidades. Sin embargo, algo tentó a Toima para aumentar la visión aún más, para ver a través del follaje. Buscaba encontrar la piel de la chica ¿Por qué? Ni él mismo lo sabía. Simplemente lo estaba haciendo. Su cara se iba poniendo roja. En cuanto vislumbró parte de la pierna de la chica cesó en su espionaje furtivo, como si ella pudiera apreciar que la había estado intentando espiar su cuerpo desnudo.
La chica salió del lugar aliviada y se apresuró a volver junto a su amo. Un ojo se giró en su dirección al verla salir de los matorrales y una idea conspiratoria se cruzó por la mente de la nublina.
-Amo... ¿No me habrá estado observando mientras yo...?-no terminó la frase. Toima apartó la mirada, intentado no parecer culpable y continuó la marcha. Diablos si era lista la chica.-¡Amo! ¡Es usted un pervertido!-
Toima río en voz alta. No creía que le llamarían eso nunca, pero claro, tampoco pensó que le llamaría la atención ver el cuerpo de una mujer desnuda después de todo, con su sargento, ya había visto todo lo que había por ver. La nublina tan solo se puso más y más enfadada porque pensaba que se estaba riendo de ella. Toima la silencio levantando una mano.
-Ya hemos llegado.-
Vislumbraron a lo lejos el portal. Toima se giró hacia la nublina que, ensimismada, miraba la superficie líquida y grisácea del portal. Toima gruñó algo y se acercó a ella. La cogió de la muñeca y tiró de la chica hasta que ambos habían cruzado el portal. El guardia le detuvo inmediatamente y Tania se ocultó tras su amo, pues aquel individuo le era extraño y solo confiaba en Toima. El ulterano se apresuró en explicar sus intenciones y motivo de viaje. Añadió además que nadie había sido capaz de identificarle como rocavarancolés y que los pocos que habían llegado a poner una mirada en él habían sido meramente despachados con total discreción. Mentir no le era complicado a Toima. Por ello, lo prefería antes de poner en peligro a los padres de Tania y explicarle toda la historia al guardia. Algo receloso, el guarida les dejó pasar y salieron de la sala, hacia la ciudad. Caminando por las calles, notaba que Tania no decía nada ni se movía. Cuando fue a comprobar su rostro se dio cuenta de que estaba roja como un tomate puesto que el chico no le había soltado la mano en todo lo que llevaban de trayecto desde que cruzaron el portal y antes había actuado muy protector con ella y su familia. El corazón de la chica estaba por salírsele del pecho y ahora, para colmo, estaba en Rocavarancolia, la ciudad de las leyendas, proezas y portentos.
Toima soltó su brazo y pidió disculpas por si le había hecho daño. La chica pronto sacudió violentamente la cabeza a los lados, alegando que no era eso. Toima entonces en insistió en reanudar la marcha pero vio que las piernas de la muchacha le temblaban. Apenas podía dar un paso más. Se acercó a ella y cargó con su fardo, aún con sus protestas que fueron rápidamente calladas cuando Toima se la echó al hombro, cual saco de patatas y que así no tuviera que andar. Cuando la chica se cansó de aporrear la espalda del ulterano por cargarla así decidió hablar.
-Me lleváis cual trofeo, amo.-
-Lo eres.-le respondió Toima y echo a reír.
Aún quedaba mucho por hacer a ojos de Toima y estaba seguro que, con aquella nueva compañera, aprendería a vivir. A poder, como bien dijo ella, dejar de actuar como una bestia abatida que no sabe donde caerse muerta. Y, con un viaje a hombros de Toima tranquilo, llegaron hasta la Sede.
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Ficha de Tánia:
Spoiler:
Nota del Autor:
Spoiler:

_________________________________________

す           争            基         ま
べ           は            づ         す
て           欺            い          。
の           瞞            て          
戦           に            い          

Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
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