Miel Recetas para Daelicianos

Llevaba tiempo pensando en tener aquella conversación con Luci, así que cuando un día se lo encontró en la cocina, aprovechó la oportunidad. Quería hablar de la perdida de peso del niño chuche, la cual se había vuelto realmente preocupante. Pensaba que igual se debía a que la dieta que seguía en su mundo natal difería mucho de la del resto de sus compañeros de torreón, pero no tenía pruebas de ello, así que pensaba cerciorarse.

-Hola Luci- saludó- Oye, me he fijado en que has perdido mucho peso últimamente ¿Que solías comer en tu mundo? ¿Era muy diferente de lo que cocinamos aquí?- le preguntó, sin andarse por las ramas.

Luci estaba haciéndose lo que en la Tierra se conocería como tostadas francesas. No tenía nata, no tenía canela y no tenía virutas de nada, pero tendría que conformarse. Con el tiempo sus desayunos se habían vuelto menos creativos y sus ganas de experimentar con la cocina se habían apagado por la frustración que suponía el limitadísimo acceso a ingredientes. Tenía una infusión con leche enfriándose en la mesa.

La pregunta de Kolja le hizo mirarle con cara de pocos amigos. Él también se había fijado en lo mucho que había adelgazado, por eso no quería mirarse en sus recién adquiridos espejos (cortesía de la magia) y siempre llevaba ropa ancha.

-¿No sabes que es de mala educación hacer comentarios sobre el cuerpo de los demás? -le espetó, girándole la cara. Sacó las tostadas de la sartén con habilidad y las pasó a su plato. Se le había quitado el apetito pero se obligaría a comer. Con suerte esa ve no vomitaba. A su pesar, acabó respondiendo a Kolja: -La comida de mi mundo no tiene nada que ver con lo que nos ponen aquí. Nada que ver.

Se fue a la mesa con sus tostadas y su infusión con la intención de dar la conversación por terminada y desayunar.

Kolja no iba a dejarse amedrentar por una mirada de pocos amigos y una observación sobre su falta de tacto. Le preocupaba el estado del niño chuche, no tenía ganas de andarse con rodeos y no iba a desistir tan pronto tampoco. Le siguió a la mesa y se sentó en una silla delante del daeliciano, encorvándose para quedar más cerca de su cara.

-Entonces dime cual es la diferencia. Quizás el motivo de que hayas perdido tanto peso es que no comes lo que deberías o que no lo cocinamos de la forma adecuada. Igual necesitas algún nutriente en especial que nosotros necesitamos en menor cantidad o que no necesitamos en absoluto- teorizó.

Había notado que el daeliciano sentía predilección por los dulces, pero no sabía si se trataba de algo cultural o una preferencia personal.

Para su desgracia Kolja le siguió hasta la mesa y se sentó con él. Parecía que no iba a poder desayunar tranquilo. Resopló para mostrar su molestia y no miró al humano mientras le hablaba. En realidad no quería ofenderles. ¿Qué iba a decirle? ¿Que su comida era un auténtico asco? ¿Que solo olerla de olerla le daban náuseas aún después de tanto tiempo conviviendo juntos? No podía, no quería insultar sus habilidades culinarias ni su cultura, pero Kolja estaba preguntándole directamente así que tal vez debería responder con la misma sinceridad.

-La comida de aquí es… sosa, insulsa en los mejores casos, salada y amarga hasta lo vomitivo en los peores. Cuando cocináis tengo que usar mucha miel para hacerlo medianamente comestible y aun así los sabores no combinan bien. Y también hay veces que estoy harto de la maldita miel, ¡pero es lo único dulce que tengo!

Había llegado a la conclusión de que hacer comidas comunes era la mejor forma de ahorrar provisiones, por eso se había intentado obligar a adaptarse a la dieta del grupo con sus desastrosas consecuencias.

-No solo eso. La comida en mi mundo es algo sagrado, es un festival para los sentidos siempre. Todo tiene que tener el sabor perfecto, la textura perfecta, el color perfecto, el aroma perfecto, porque así lo quiere el Demiurgo y yo no soy capaz de acercarme siquiera un poco a la comida del Mundo Anterior con la basura de medios que tengo aquí.

Empezaba a sentirse mal. No quería llorar delante de Kolja por algo así, no quería parecer quejica o desagradecido. Tenían los medios que tenían, había que apañarse, no había nada que hacer. En su casa siempre había tenido comida rica a mano, todo el día, todos los días de su vida, allí había que racionarla o no habría para todos.

Kolja escuchó atentamente lo que el daeliciano le contaba. Desde luego a el la comida que hacían no le parecía para nada insulsa, ni especialmente salada, pero que Luci tuviese que mezclarla con miel le decía que en su mundo las cosas debían de ser bastante más dulces, si se quejaba de aquella manera por ello era que no estaba acostumbrada a comidas que no lo fueran, así que tenía que ser algo común en su mundo, no solo una preferencia personal.

El alemán no era una persona golosa, no conocía muchas recetas para preparar dulces, pero si era lo que el cuerpo le pedía a Luci, tendrían que ingeniárselas. Atendió también a la explicación del niño chuche sobre la importancia que se le daba a la comida en su mundo, interesado. Eso iba a ser más complicado con los medios que tenían, eso desde luego.

-¿Que te parece si entonces intentamos cocinar algunas recetas con esa miel tuya? Si en tu mundo toda la comida suele ser más dulce, igual es que necesitas esos azucares y que no logras acostumbrarte a lo que cocinamos nosotros. De momento solo se me ocurre hacer unas tortias, pero seguro que si nos esforzamos nos llegan más ideas ¿que piensas?- preguntó.

Reprimió el impulso de masajearse el puente de la nariz como le había visto hacer a Kahlo tantas veces.

-Lo he estado intentando, pero es difícil ser creativo con tan pocos materiales -dijo, manteniendo la cabeza gacha para que Kolja no viese su expresión de fastidio. Se había estrujado el cerebro buscando recetas y en gran parte de las ocasiones se había encontrado con que no tenía los ingredientes, o los utensilios, o los conocimientos para hacerlo a la manera tradicional. Maldita sea, cómo echaba de menos no tener que racionar la mantequilla o el azúcar.

Su desayuno se enfriaba, así que cortó un trozo de tostada y se lo llevó a la boca. Miró al alemán mientras masticaba, para que viera que le estaba prestando atención.

-Hice tortitas ayer -respondió. Eran fáciles de hacer y más agradables al tacto que el pan tostado. Se esforzó un poco por poner de su parte, el humano estaba intentando ayudarle al fin y al cabo. Después de pensar unos segundos y de soltar un largo suspiro sugirió: -¿Y una tarta de fruta?

Kolja torció el gesto cuando Luci le dijo que hizo tortitas el día anterior. Se esforzó en pesar alguna otra cosa y se le ocurrió una idea de una receta griega. Hacía algunos años habían ido allí por uno de los viajes de negocios de su padre y en un restaurante pidieron feta con miel. Se trataba de un bloque de queso feta envuelto en masa de hojaldre que se frie y a la que luego se le hecha miel por encima. Le supo delicioso, por lo que cuando volvieron a Alemania buscó la receta y lo había hecho unas cuantas veces desde entonces. Ni siquiera se trataba de un postre, como tantas recetas que llevaban miel, sino que era un entrante.

Entonces el daeliciano dijo de hacer una tarta de frutas y Kolja asintió, pensando que sería buena idea.

-Eso suena muy rico, si-asintió.- Pero vas a tener que guiarme de la mano, no soy un experto en postres que digamos-le confesó.

-A mi también se me ha ocurrido una receta, aunque tendremos que hacer mantequilla para la masa de hojaldre, así que nos llevará más tiempo- le contó.

Luci no se sentía con ánimos para guiar a nadie en ninguna tarea, mucho menos en una tarta. Miró su plato e hizo que el tenedor juguetease con un trozo de tostada antes de pincharlo y metérselo en la boca. Masticó lentamente igual que estaba masticando ideas de excusas para darle a Kolja y escabullirse de esa situación. Pero su sugerencia llamó su atención.

-Se puede hacer hojaldre con lo que tenemos. Queda mucho menos ligero, pero se puede. Yo lo he hecho -dijo. Su primer intento había sido más que asqueroso, pero el siguiente resultó incluso comestible. Tal vez en un tercero le saldría algo decente. -¿Sabes hacer mantequilla?

Si resultaba que el alemán sabía hacer mantequilla puede que su día no fuese tan horrible al fin y al cabo.

Kolja notaba en la forma en la que Luci jugueteaba con su comida que no estaba especialmente ilusionado con la idea de que cocinasen algo juntos. Cuando sin embargo le dijo que había otras formas de hacer hojaldre Kolja soltó un suspiro. Menos mal, porque con lo que cuesta hacer mantequilla... pensó. Sin embargo las siguientes palabras de Luci le sacaron de su alivio.

-Si, mi madre se enseñó como se hacía. Es un trabajo bastante duro, pero igual podríamos convencer a Alec y Adam para que se apuntasen y que nos pudiésemos repartir el trabajo- contestó.

Si la mantequilla conseguía animar al daeliciano, desde luego merecería la pena.

-Yo sé hacer levadura porque lo hicimos como experimento de clase una vez, pero no mantequilla -respondió -La compro en el mercado y ya.

Si lo hacían, dejaría que los tres chicos mayores trabajaran. No se veía capaz de hacer ninguna actividad que requiriese fuerza física.

Se resignó a que ese día iba a cocinar con Kolja, así que se terminó el desayuno, con tranquilidad para no vomitarlo, y se puso su mandil (cosido por él mismo y con un bordado de conejito bastante decente en su opinión).

-¿Qué receta es la que tenías en mente? Cuéntame. A lo mejor tenemos bastantes ingredientes para hacer ambas.

-Para la mía levadura no necesitamos, para la tarta me imagino que si, ¿no?- contestó.

-Pues yo tenía en mente una receta que es de Grecia, de donde viene Alyssa. Es queso feta, un queso de allí, envuelto en hojaldre. Ese bloque se fríe, con cuidado de que no se rompa el hojaldre y se salga el liquido del feta, y luego se le echa miel por encima, es muy sencillo pero está muy rico- explicó.

Se suele adornar con unas semillas de sésamo tostadas-admitió. -Pero de eso creo que nunca he visto en las cestas. Estoy seguro, eso si, de que no tenemos feta, pero he visto otros quesos que se le parecen, podemos probar a ver como queda con uno- dijo, animado.

La receta sonaba sorprendentemente bien. A Luci le dieron ganas de probarla inmediatamente, y a lo mejor si hacían algo de su tierra Alyssa se ablandaba un poco con ellos.

-La tarta también se puede hacer con hojaldre. Podemos hacer el doble, ya me voy apañando con las cantidades.

Eligieron los ingredientes primero; tanto la fruta para la tarta como el queso para el plato griego. Por petición explícita del daeliciano cogieron el queso de sabor más suave de los que más se acercaban a la textura y consistencia del feta. También cogieron las frutas de peor aspecto, las que tenían algún golpe o ya empezaban a estar demasiado maduras, y dejaron las más apetecibles para los picoteos del grupo.

El fuego estaba todavía encendido. Luci se ocupó de cortar y pelar la fruta para ponerla a caramelizar en una sartén de hierro y Kolja se ocuparía del hojaldre en cuanto el daeliciano le hubo dado las indicaciones de las medidas.

-¿Dónde aprendiste esa receta? -le preguntó -¿Has estado en Grecia? ¿Queda muy lejos de tu país?

La Tierra tenía demasiados países.