El (es)toque maestro

Se habían sucedido diversas visitas tal y como habían prometido, tanto a la agencia por parte del hado como de la lacustre al burdel para ayudar a su amigo con el tema de los muebles y cualquier otra cosa que necesitase. Pero aquello estaba ya zanjado y el lugar se había ido quedando progresivamente más vacío. El humano aun no parecía saber a dónde se iría a vivir después de aquello, pero ese día habían quedado para algo muy concreto y no le importunaría con un tema que ya sabía que no tenía claro.

Hacía tiempo que se lo habían propuesto y nunca parecía ser el momento, pero aquel día, en una de las grandes salas vacías que había en el sótano del viejo burdel, Vac e Irianna se encontraban frente a frente a una distancia prudencial y ambos con estoque en mano.

—No es que sea mi primera vez practicando esgrima precisamente, pero nunca me he enfrentado a alguien que tiene mucha más experiencia que yo —le diría a su amigo, en ese momento su contrincante con una sonrisa determinada—. Pero no te contengas en absoluto por ello, ni tampoco en corregirme cualquier error que esté cometiendo: no pretendo ganarte, pero sí aprender del resultado.

Lo cierto era que por diversas circunstancias, Irianna no había sacado mucho tiempo para practicar con aquel arma, pero siempre le había gustado. Al conocer que Vac era bastante ducho con el estoque, le había pedido sin pensarlo demasiado si podían practicar juntos de vez en cuando. Sería una buena forma de obligarse a no dejarlo de lado por considerar que tenía poca prioridad en su lista de tareas. Tenía muchas ganas de mejorar en el arte de la esgrima, a fin de cuentas.