Dryfus

—Sí… no me puedo imaginar lo poderosos que debían ser tus antepasados para lograr algo como esto.
No hubo tiempo a ningún comentario más y dejó escapar un leve grito al verse empujada de pronto hacia un lado. Ella no había visto a la criatura y la situación le había cogido totalmente de improviso.
>>¡Kirés!
Se levantó lo más deprisa que pudo e intentó acercarse al enderth para asegurarse de que se encontraba bien tras aquella colisión. No llegó muy lejos, porque se detuvo cuando la criatura recuperó pie y comenzó a acecharlos. Pudo entonces observar bien el ser y se dio cuenta de qué se trataba. Buscó la mirada del paladín para obtener confirmación, quien ya había demostrado con sus acciones que se encontraba de una pieza y volvió a centrar su atención en el enorme híbrido.

Repasó rápidamente lo que sabía sobre aquella criatura mientras conjuraba un nuevo hechizo defensivo sobre sí misma, más potente que el que llevaba como precaución y que prácticamente había desaparecido con el empujón. Mientras tanto, un banco de niebla había comenzado a emanar de su cuerpo y la dirigió en dirección a la cabeza de la criatura, tratando de espesarla alrededor de su cabeza para tratar de dificultar su visión. Una vez el campo de fuerza estuvo afianzado a su alrededor preparó un segundo hechizo: su intención era anclar un hechizo de constricción alrededor del morro de la criatura para impedirle utilizar su peligrosa lengua de rana a la par que evitar sus gritos.
<<Tenía que ser medio rana…> pensó con sarcasmo, acordándose de aquella horrible pesadilla una vez más.

Kirés le confirmó rápidamente a la bruja sus sospechas y luego lanzó una rápida mirada a su alrededor para obtener una rápida idea de la situación, aprovechando que su oponente había dejado de atacar por unos segundos. Barajó la posibilidad de encadenar los hechizos más poderosos que conocía y acabar aquello con fuerza bruta, pero tras ver que la iguana se había recuperado sin daños del golpe de antes lo descartó. Parecía ser mucho más resistente de lo que habían anticipado y si tras lanzarle todo lo que tenían lograba sobrevivir la fatiga mágica haría muy difícil resistir un contraataque. En su lugar, partiendo de que él era el que tenía una transformación física, decidió dedicarse a atraer la atención del reptil sobre sí mismo para que la bruja pudiera conjurar sin distracciones y que fuera ella la que hiciera el verdadero daño.
En cuanto Irianna hizo su movimiento el paladín echó a correr hacia un flanco de la iguana gigante mientras conjuraba un hechizo de bola de luz plateada hacia la cara de su oponente, algo llamativo para atraer su atención sobre el ave.

Al principio todo salió a pedir de boca. Frustrado por la repentina aparición de aquella molesta niebla el animal intentaba quitársela de encima agitando la cabeza hasta que vió al enderth moverse, momento en el que cargó hacia él con la intención de atacarle disparando su lengua. No pudo abrir la boca, gracias al hechizo de constricción que había recibido, incapaz de entenderlo y confundido  detuvo su carga a medio camino lo que le hizo comerse de lleno el hechizo del paladín.
Fue entonces cuando las cosas empezaron a complicarse: Furioso por lo que estaba pasando un chillido se abrió paso desde la garganta del reptil mutante, chillido que unos segundos después se convirtió en un rugido de rabia que taladró los oídos de los dos transformados. De repente el hechizo de constricción había desaparecido y tanto las defensas de la nebulomante como las del paladín recibieron un impacto de origen desconocido que debilitó las de la idrina y terminó de destruir las ya dañadas protecciones del enderth. Acto seguido reanudó la carga sobre el ave como si planeara terminar lo que empezó, pero en el último segundo se paró en seco y pegó un giro que se convirtió en un coletazo. Además la criatura usó ese giro y coletazos para encararse con la Idrina y disparar su lengua. Ahora cada uno de los dos estaba a punto de recibir un ataque.

Su hechizo pareció haber funcionado y se iba a preparar para tratar de lanzar algo más directo con lo que dañar a la criatura, pero la victoria no le duró demasiado al escuchar el grito del animal sobre el que le había advertido Kirés. La idrina notó como sus defensas se deterioraban y se tapó los oídos con las manos, incapaz de moverse mientras aquel ser chillaba a una frecuencia completamente demencial. No tuvo tiempo de reaccionar ni de preguntar al enderth si sabía por qué se había desvanecido su hechizo tan rápido cuando el medio anfibio ya se había puesto en marcha. Sin tener mucho espacio para pensar ni actuar, la idrina intentó un rápido conjuro de inmovilización dirigido a la lengua para después tirarse al suelo y rodar hacia un lado, tal y como le había enseñado Sekkeh en sus prácticas de combate cuerpo a cuerpo. Si su hechizo salía bien, la lengua del ser se habría quedado inmovilizada en el suelo rodeada de aquella película viscosa que empleaba el hechizo para impedir el movimiento. No obstante, no confiaba en que durase mucho tiempo después de lo que había ocurrido antes y su intención había sido ganar algo de tiempo para poder mantenerse fuera del peligro y ayudar a Kirés si era necesario.

Algo que probablemente ninguno de los dos notó al principio porque los estaban atacando fue que, en el momento del grito, las runas de todas las paredes de los edificios de la zona se iluminaron ténuemente de azul, para luego apagarse de nuevo.
La bruja logró esquivar muy por los pelos el ataque de la criatura genemágica, pero el impacto de la lengua sobre el suelo lanzó cascotes en todas direcciones y algunos alcanzaron a la idrina, aunque fueron bloqueados sin problemas por su campo de fuerza. Por su parte el conjuro de inmovilización no tuvo el efecto deseado. Si bien la película viscosa se formó correctamente, su resistencia fue bastante menor de lo habitual y la iguana solo necesitó un tirón para terminar de romperla y liberar su lengua.

Kirés tampoco podría haberle explicado nada, ya que aquel ataque sobre sus habilidades mágicas le había pillado tan de sorpresa como a Irianna. Por suerte para él, además de las protecciones que había perdido, en su brazo izquierdo también tenía anclado un hechizo de guantelete que no se había disipado y consiguió bloquear con él justo antes de que le alcanzara el coletazo. El impacto sin embargo fue lo bastante fuerte como para lanzar al ave por los aires, lo que por suerte no suponía un gran problema ya que el enderth solo tenía que planear para poder aterrizar sin peligro. Sin embargo, la situación poco favorable en la que se encontraban unida a que se consideraba responsable, y en consecuencia, culpable de que la cacería no estuviera yendo bien hizo que el orgullo del paladín se transformara poco a poco en ira hacia su oponente.
Dejó de lado la sutileza y pasó a la ofensiva total, por lo que en cuanto aterrizó lo primero que hizo fue conjurar y lanzar impulsivamente un relámpago negro y plata en la dirección donde se encontraba la Iguana. El problema estaba en que aquel hechizo, aunque potente, no era de los más rápidos de conjurar, y como Kirés todavía tenía poca práctica con él tardó todavía más de lo normal en prepararlo. El reptil ya los había visto hacer magia las suficientes veces como para entender que los gestos y palabras del ave eran el preludio de un ataque a distancia, por ello la iguana mutante pegó un brinco y esquivó el hechizo, que siguió en línea recta hasta impactar contra una de las ruinas de la zona.

Aquel impacto no dañó en lo mas mínimo la estructura, pero provocó que todas las runas de la ruina se iluminaran de azul con una intensidad muy superior a cualquiera de los otros casos y, además, aquella vez también hicieron ruido: un pequeño estruendo parecido al sonido de un campanazo.
La iguana por su parte empezó a saltar de un edificio a otro impulsándose con una velocidad que no parecía posible viniendo de una criatura tan pesada. No ganaría altura sino que se mantendría saltando de forma evasiva a ras de suelo e iría placando a ambos de vez en cuando, intentando pillarlos por sorpresa y embistiendo desde puntos ciegos.

El hechizo de inmovilización funcionó incluso peor de lo que esperaba, pero por suerte había bastado para no recibir el impacto. Se cubrió por instinto al ver volar cascotes en su dirección y, aunque no llegaron a romperle las defensas, la idrina empezó a toser por la nube de polvo que se había levantado y que le dificultó la visión durante unos instantes.  Vio que Kirés preparaba un hechizo largo y aprovechó para rehacer las defensas sobre ambos, anclando un campo de fuerza nuevo a cada uno y reforzándolo en aquella ocasión.  La idrina no reconoció el sortilegio que lanzó el enderth, pero parecía energía mágica pura en forma de relámpago. Por desgracia la criatura lo esquivó, aunque de pronto eso pasó a un segundo plano cuando las runas comenzaron a emitir un fulgor azulado al recibir el impacto de hechizo, acompañado de un sonido penetrante que recordaba al repicar de una campana.
—¿Qué está ocurriendo? —Preguntó elevando la voz a pesar de que sabía que era probable que el paladín tampoco lo supiese.
No tenían mucho tiempo para conversar, porque la iguana no parecía haberse amedrentado en lo más mínimo y, en cambio, parecía terriblemente enfadada.

La nebulomante observó a su alrededor, pensando qué podía hacer. No creía que seguir lanzando hechizos fuese a ayudarles de mucho viendo lo visto y ella no conocía ninguno tan potente como el que había empleado Kirés. Al ver los escombros a su alrededor tuvo una idea: confiando en que su campo de fuerza aguantase los posibles ataques próximos de la criatura, conjuró el hechizo de fusionar materia sólida y empezó a crear una bola de escombros y roca que fuese lo suficientemente grande para emplear de arma contundente. Su idea sería moverla a continuación con levitación y un hechizo de impulso y lanzarla sobre la cabeza del ser.

–No lo sé – Respondió Kirés a Irianna, confirmando las sospechas de la bruja de que el enderth tampoco sabía lo que había pasado. Del mismo modo que había empezado las luces y el ruido cesaron completamente como si nunca hubieran sucedido en primer lugar, lo que solo hizo que las preguntas en la cabeza del enderth aumentarán de una en una, pero ahora no tenían tiempo para preocuparse de aquello.
Agradeció enormemente que la idrina le anclara un campo de fuerza, pues sus propias protecciones se habían agotado por completo tras el último grito del reptil. El cansancio mágico fruto de lanzar aquel relámpago antes había enfriado la ira del paladín, que pasó a la defensiva y se puso a pensar en un modo de darle al vuelta a aquella pelea mientras le cedía a la nebulomante el turno para atacar.
Observó cómo la lacustre atacaba al reptil con aquella improvisada bola de demolición, pero apenas consiguió darle de refilón lo que no provocó muchos daños. En cuanto ocurrió eso se acercó a la bruja mientras centraba sus esfuerzos en mantener las protecciones de ambos alzadas e intentaba pensar tan rápido como podía.
Sus ataques o surtían poco efecto o directamente no acertaban. La criatura era demasiado rápido y sus defensas se llevaban un golpe tras otro. No iban a durar mucho más al aire libre, pero los únicos lugares que no estaban a cielo abierto eran las ruinas, que eran inaccesibles y cubrirse tras ellas era inviable porque el reptil simplemente encontraría otro ángulo desde el que embestirles. “Si pudieramos averiguar por donde nos va a atacar… No, demasiado rápido. Quizás Irianna pudiera con su niebla pero eso me impediría ver y entonces yo no podría verlo venir…”
Estuvo un poco más intentando pensar en cómo anteponerse a aquel problema hasta que de repente en un momento de inspiración se dió cuenta de que el verdadero problema era que no estaba enfocando su plan desde el ángulo correcto: Bajo aquellas circunstancias, donde no tenían modo de esconderse o de seguirlo no tenía que intentar descubrir dónde iba a estar para atacarle sino que en su lugar el objetivo debería ser impedir que se moviera. Pero ¿cómo hacerlo? Seguía siendo un reptil gigantesco y la magia…
“¡Eso es! Reptil, sangre fría. Con un hechizo térmico y…” Un vistazo hacia la idrina y su dominio le bastaron para terminar de elaborar el plan. Ahora solo quedaba llevarlo a cabo.
–Tengo un plan, pero necesito que nos cubras a los dos mientras lo llevo a cabo y también necesito tu dominio –le dijo. –Quiero que saques toda tu niebla y la concentres sobre nosotros dos. Luego, cuando te diga, extiéndela por toda la zona sin importar que yo no vea nada. –En aquel momento sintió que su campo de fuerza bloqueaba un golpe por su espalda y se giró, pero apenas llegó a ver a la iguana alejándose de un bote. Miró de nuevo a la idrina para terminar de explicarle el plan. –Usaré magia térmica con tu niebla para bajar la temperatura de toda la zona. El frío debería pararle los pies.

Dejó escapar un chasquido de frustración al comprobar que aquella estrategia tampoco estaba funcionando: el animal era demasiado rápido. Kirés se había acercado a ella y entre ambos estaban conteniendo mediante hechizos defensivos los embates de la criatura, pero no podían permanecer así eternamente. Acabarían agotándose o el enorme ser cansándose de aquel juego y se iría, fracasando entonces en lo que habían ido a hacer allí. La esperanza llegó cuando al enderth afirmó que se le había ocurrido una idea, y en cuanto inició su explicación la lacustre comenzó a dejar salir toda la niebla que había estado conteniendo para evitar entorpecer la visibilidad de Kirés, concentrándola alrededor de ambos tal y como le pedía. La embestida de la criatura le hizo girarse sobresaltada, pero no detuvo la orden a su dominio. Para cuando el enderth terminó de darle los últimos detalles de su plan, un banco de bruma espesa los cubría completamente a ambos.
—¡Ya entiendo! Es de sangre fría…
No hacía falta decir nada más y tan solo confirmó que el paladín ya podía llevar a cabo el hechizo térmico. Una vez ancló el sortilegio al banco de niebla, la nebulomante no se hizo de rogar y ordenó a la niebla que se expandiese en toda la zona. La temperatura ambiental descendió considerablemente y la enorme iguana híbrida cesó su actividad inmediatamente.

Era necesario actuar deprisa. La idrina sabía que Kirés quería que la criatura sufriese los menores daños posibles. Desconocía por qué la magia no había estado funcionando bien hasta aquel momento, pero tal vez valiese la pena probar ahora que el ser no se encontraba en buena posición. Así, pues y sabedora de que al enderth podría serle más dificultoso apuntar estando la zona cubierta de niebla, tomó la iniciativa de lanzar un hechizo de desmayo potenciado y dirigido directamente hacia la cabeza de su presa, algo tensa por comprobar el resultado.

No tuvo oportunidad de alegrarse por haber logrado que la criatura se desmayase porque un ataque de origen desconocido acabó con la vida de la criatura prácticamente al mismo tiempo.
—¿Qué ha sido…? —Comenzó a preguntar, visiblemente inquieta. Fue entonces cuando vio aquella esfera flotante—. ¿Eso es lo que ha disparado?
Como respondiendo a su pregunta, el extraño ingenio emitió un brillo rojizo y, a continuación, disparó en su dirección. La lacustre dejó escapar un grito y trató de apartarse de su trayectoria, pero lo inesperado y repentino de aquel ataque no le permitió preparar ningún conjuro para tratar de bloquearlo. Todavía contaba con el campo de fuerza reforzado, pero de poco le serviría si se trataba de un ataque mágico.

El repentino ataque por la espalda y muerte del reptil cogió a Kirés tan de sorpresa como a Irianna. Nunca había visto un artefacto como aquel y tampoco tuvo tiempo de preguntarse qué podría ser porque antes de que se diera cuenta ya había abierto fuego, pero no contra él.

Los proyectiles de energía eran, para mala suerte de la bruja, un ataque mágico, pero durante aquella ofensiva el dron estaba intentando no alcanzar a kirés con sus disparos, y como el enderth se encontraba al lado de la idrina su puntería al disparar fue bastante pobre, gracias a lo cual no le alcanzó ningún proyectil. Sin embargo la potencia de aquellos tres proyectiles no era nada despreciable: no solo provocaron tres explosiones bastante grandes, sino que todos los escombros que no salieron volando en dirección a la transformada cambiaron de dirección de golpe y se unieron a la lluvia de cascotes que se le vino encima enseguida. Los impactos castigaron salvajemente el campo de fuerza que tenía alzado y le hecho de que estuviera reforzado fue lo único que impidió que se desvaneciera por completo.

Tras ser testigo de aquella destrucción controlada Kirés, tras comprobar que su compañera seguía ilesa empezó a conjurar apresuradamente una barrera mixta para intentar protegerla de un siguiente asalto, pero el artefacto mágico fue mucho más rápido que el ave. Antes de que pudiera terminar captó un nuevo destello rojo por el rabillo del ojo y un nuevo proyectil avanzó hacia la nebulomante… pero era mucho menos intenso que los otros y se dispersó en al aire a medio camino.
“¿Eh?”
Se giró justo a tiempo para ver que las luces del dron parpadeaban débilmente para luego apagarse por completo. Unos  instantes después dejó de flotar y cayó de plomo al suelo, inerte.
El paladín inclinó ligeramente la cabeza confundido y luego se acercó con cautela al dron, acercó su lanza y le dió un par de golpecitos con esta. No pasó nada.
–Vaya, creo que se ha quedado sin energía –Dijo mientras se relajaba y volvía a mirar a la bruja.
>>Ha sido un poco anticlimático, pero no seré quien se queje.

La nebulomante reaccionó cubriéndose de forma instintiva ante la segunda lluvia de escombros que recibía aquel día, pero por suerte su campo de fuerza aguantó el nuevo envite lo suficiente para prevenir herirse. Tosiendo por el polvo una vez más, volvía a estar indefensa ante el ataque de aquella cosa, pero por suerte para cuando pudo darse cuenta de que se había vuelto a activar, el artefacto de pronto se apagó.
—Eso… eso estuvo cerca —dijo notando de pronto como toda la tensión le pasaba factura tras sentir el alivio de ya no estar más en peligro—. Yo tampoco tengo ninguna queja sobre este dispositivo de la trama en particular. O más bien sí la tengo, pero ya se ha resuelto —añadió siguiendo la referencia literaria que había hecho Kirés y añadiendo doble sentido, sonriendo con resignada ironía y jadeando ligeramente.
Se dio cuenta de que su niebla todavía cubría la zona y dedicó los siguientes segundos a absorberla y a ejecutar un hechizo de limpieza para librarse de la molesta capa de polvo que aún la cubría.
>>Supongo que no tienes ni idea de qué es esa cosa o de por qué se ha detenido de repente… ¿Sería esto lo que estaba interfiriendo con nuestra magia? —Preguntó a continuación mientras se acercaba para observar aquel peligro esférico.

Kirés rió ligeramente a la respuesta de Irianna, ya más relajado ahora que su encargo estaba prácticamente completo y feliz de que al final todo hubiera acabado bien.
Esperó pacientemente a que la nebulomante terminara de absorber la niebla antes de dirigirse hacia el cadáver de la iguana para tomar las muestras que le habían pedido. Estuvo tentado de usar él también un hechizo de limpieza, pero al final optó por no hacerlo, ya que un enderth impoluto tras una misión como aquella podría levantar sospechas.
–Sé lo mismo que tú – dijo en respuesta a la pregunta que le hizo acerca de aquel extraño dispositivo con forma de esfera –Pero, aunque es posible que esté relacionado, creo que el problema con la magia se debe a este lugar en general. –Señaló al edificio donde había impactado el relámpago negro y plata antes – ¿Recuerdas el hechizo lento que usé para atacar? No lo he usado muchas veces pero sé cómo se comporta al golpear cosas. No impactó contra las ruinas: fue absorbido, y creo que eso es lo que ha estado pasando con nuestros hechizos desde que llegamos aquí.
Si tenía razón eso explicaría como aquel lugar había permanecido activo durante tanto tiempo. Y desde luego una protección normal que pudiera regenerarse de forma autosuficiente era más factible que la idea de que tuvieran guardias tan poderosas que pudieran resistir castigo constante durante miles de años.

Quedó patente una vez más que todo lo que rodeaba al pasado enderth era un absoluto misterio, pues Kirés partía prácticamente de las mismas suposiciones que ella misma pudiera hacer. Pudo arrojar un poco de luz, no obstante, sobre la ineficacia de la magia.
—Es cierto… el hechizo simplemente desapareció y todas las runas se activaron. Se emitió ese sonido y después apareció la esfera… ¿Un sistema de seguridad mágico muy avanzado, entonces? Supongo que por eso disparó primero a la iguana y después venía a por nosotros… —Teorizó volviendo a observar aquel artilugio asesino, ignorante del hecho de que únicamente había intentado atacarla a ella—. Es extraño que Rocavarancolia todavía no haya enviado a nadie a estudiar las ruinas enderth, ¿no crees? Bueno… A lo mejor sí que lo están haciendo, tampoco es como si pudiéramos saberlo.
La nebulomante tenía sentimientos encontrados respecto a aquello: por una parte un sistema como aquel podría resultar muy útil para protegerse, pero por otra no quería imaginar cómo emplearía la parte más destructiva de aquella magia cierta porción de la población de la ciudad, preocupantemente alta según lo que había podido observar.

Kirés:

Mientras hablaban el enderth había empezado a extraer las muestras que había acordado en el contrato con Giz, pero además se tomó la libertad de añadir un par más que consideró interesantes el propio enderth y que abarcaban cosas del monstruo que no conocía cuando acordó aquella caza con el genemante. Un extra de cortesía por así decirlo, prueba de que haría su trabajo bien y no se limitaría a conseguir lo justo para cumplir su parte.
–Si, es lo más probable –Respondió Kirés a las teorías de irianna mientras seguía trabajando en el reptil –Me gustaría investigar más este lugar, pero ahora mismo mi encargo tiene precedencia. Volveré en otra ocasión.
Miró el dron al mismo tiempo que lo hacía su compañera. Lo cierto es que le gustaría llevárselo para poder investigarlo más a fondo, pero no podía cargar con las muestras y aquello a la vez. Por otro lado si lo dejaba allí sin más probablemente no lo encontraría de nuevo cuando decidiera volver. Decidió que lo enterraría en alguna parte tras terminar de extraer muestras. De aquel modo quizás lo volviera a ver en el futuro.
>>Yo creo que sí que hay rocavarancoleses investigando, pero las condiciones de este mundo son bastante hostiles y además parece que las ruinas enderth son bastante avanzadas incluso para el nivel de magia rocavarancolés. Eso tiene que ralentizar bastante cualquier investigación.
Continuaron la conversación mientras el paladín seguía trabajando y cuando finalmente guardó la última muestra que tenía que sacar se levantó y se dirigió a Irianna por última vez.
–Bueno. Con esto concluye la visita. Espero que haya sido interesante y que mi trabajo no la haya vuelto demasiado aburrida. –Le dijo –Y gracias por la ayuda. Sin tí, lidiar con esta criatura habría sido mucho más problemático.

Ahora tan solo quedaba regresar a Rocavarancolia. Para ello tendrían que volver a coger la nave voladora en la ciudad de Saiv y básicamente deshacer el camino que habían hecho para volver al portal. Simple.

Un silbido hacía eco en el solitario acantilado. ¿Solitario? Bueno, quizás no del todo, porque el hilo de una caña de pescar delataba la presencia de alguien… O tal vez la enderth que la sujetaba fuese más visible que el fino hilo difícil de ver en medio del aire. Sí, ese podría ser el caso. Desde luego Lethe no solía pasar desapercibida entre la gente, siendo la única enderth que vivía en la ciudad más cercana y todo eso. A veces incluso lamentaba que sus padres hubiesen muerto: si no se hubieran lanzado de cabeza contra un reptil gigante a lo mejor  podía pasar más desapercibida entre todos aquellos insectos mirones. Los niños eran especialmente pesados… ¡Como si nunca hubiesen visto a uno de su especie! Lo cierto era que no lo habían hecho pero, hey, aquello no era su problema. La cancioncilla que trataba de emular posiblemente la había escuchado en alguno de los días de fiesta del mes pasado, aunque tenía la sensación de que no le estaba saliendo muy bien. Tampoco era relevante en absoluto: ella era pescadora, no músico.

—¡Te tengo! Esta vez no vas a huir, pequeño condenado.
Sus pies habían dejado de colgar del saliente en el que estaba sentada, junto a su bolsa de pesca y se levantó para poder luchar contra el pez que había mordido el anzuelo que, a pesar de lo que había dicho, de pequeño no tenía nada. Se parecía a una anguila y aquel ejemplar en concreto podía medir fácilmente tres metros. Lo había calculado a ojo en las varias ocasiones que lo había visto rondando por las cercanías del acantilado, burlándose de ella. No era la primera vez que picaba, pero siempre conseguía zafarse con su descomunal fuerza. Aquella vez Lethe  no pensaba perder la batalla. Aquella vez n…

—¿Hay buena pesca hoy?
—¡La leche…!
A la enderth se le habían erizado las plumas de la cabeza y había dado un bote en el sitio al escuchar una repentina voz cerca de ella. Una voz desconocida y que cuyo dueño no había hecho el más mínimo ruido antes de hablar, como si fuera alguna especie de depredador asesino. Por supuesto ello le hizo perder el control y la anguila no tardó en romper su sedal y llevárselo consigo. Lethe se asomó  girando ligeramente la cabeza, incrédula. Y después miró al dueño de la voz.
—¿¿Pero de dónde sales tú?? ¿Tienes idea de lo que acabas de hacer, pedazo de… de…? —En su enfado había comenzado a despotricar antes de pararse a pensar que lo que estaba viendo no tenía ningún sentido—. ¡De bicho raro! No, en serio, ¿qué plumas eres?
Una especie de criatura aviana… más o menos, pero que no se parecía en nada a ella. No podía ser otro enderth, eso estaba claro. Ni un clinger, eso estaba aún más claro. Pero había hablado. Y solo los clinger y los enderth hablaban.
>>Deja de… de desafiar las leyes de la naturaleza o algo —le dijo extendiendo una garra acusadora hacia él, tratando de disimular así su nerviosismo. ¿Sería peligroso?—. ¡Y sobre todo deja de hacerme perder mi presa!

A la porra, al haber visto su caña sin sedal de reojo el recuerdo de lo que acababa de ocurrir le sobrevino y no pudo evitar volver a enfadarse. ¿Era peligroso? Daba igual, ¡no sabía lo peligrosa que podía ser ella! Descolgó el tridente de su espalda y lo empuñó mientras se colgaba la caña de la cintura. Encaró al desconocido apuntándolo con el tridente sujeto con ambas manos y postura ligeramente agachada. El extraño ser de alas negras, que hasta el momento se encontraba en otro saliente por encima del suyo y hacia un lado, alzó el vuelo y aterrizó justo en el de al lado, a escasos metros de ella.
—¡No te…!
—A ver, antes de que tengas que lamentar más pérdidas de pertenencias… Cálmate, no te quiero hacer ningún daño. Y lo siento si has perdido algún pez por mi culpa pero…
—No, no, no… —azuzaba el arma hacia él sin dejar de mirarle fijamente—. No me has hecho perder “algún pez”. Me has hecho perder EL pez. ¿¿Tienes idea de cuántas semanas…? —Había apoyado el mango del tridente contra el suelo para poder utilizar la mano libre en poner énfasis en lo que decía—. ¡No tengo que darte explicaciones!
—No te las he pedido.
—Irrelevante. ¿Me vas a decir de una vez quién eres, de dónde sales, por qué estás aquí… Y sobre todo qué diablos eres?
El extraño soltó una carcajada a pesar de que a la enderth no le parecía que aquello tuviera gracia ninguna.

—Llevo intentando hacer precisamente eso un buen rato. Me llamo Noel y soy un draco de estínfalo.
—Un… ¿Qué? Estás chalado.
—No… Bueno, sí. Pero no por eso —sonrió Noel con malicia—. Pero eso no importa. Tus otras preguntas son bastante más relevantes.
—Por fin empiezas a tener un poco más de sentido. —Las pupilas de Lethe se agrandaron, prestando atención a lo que fuese a decir a continuación.
—Vengo de Rocavarancolia y estoy aquí para ofrecerte algo.

Silencio. La enderth lo miró fijante, sin parpadear, durante varios segundos. Al cabo de un instante se deshizo en carcajadas.
—Lo sabía. Como una cabra. En realidad mentí cuando dije que empezabas a tener sentido porque ya me esperaba otra chaladura.
El draco arqueó una ceja y esperó a que se le pasase el ataque de risa de brazos cruzados.
—Bien… ¿Y si te dijera que si vienes conmigo a Rocavarancolia nunca más se te volverá a escapar ningún pez? —Noel rebuscó en el bolsillo de su gabardina y sacó una pipa que encendió con un hechizo gestual.
—Chiflado.
—Algo me habían contado. ¿Pero estás segura de que no te interesa?
—En una convención de locos, tú…
—¡Suficiente! No tengo tanta paciencia.

Lethe de pronto se vio moviendo el pico, intentando insistir sobre el hecho de que el tal Noel estaba con un cencerro, pero sin oír su propia voz.
<<¡Oye! ¿¿Qué me has hecho??>>
Le había visto apuntar con un gesto extraño hacia ella, pero no parecía haberle arrojado nada.
—Silenciarte —explicó con calma el draco mientras exhalaba humo verde—. Porque está claro que es la única manera de que me dejes hablar. Te lancé un hechizo, para más señas. Por eso ahora no puedes hablar.
Improperios no audibles pero que Noel casi podía leer en sus plumas erizadas inundaban los pensamientos de la enderth en aquel momento, pero aquello de la magia…
—A ver, ¿por dónde íbamos? Obviamente esto no es lo único que puede hacer la magia. Presta atención.

Noel se dejó caer en dirección al mar, alzando el vuelo antes de tocar el agua. Con un gesto llevó a cabo un hechizo de atracción y la anguila de tres metros que se le había escapado a Lethe y que él previamente había paralizado para evitar que se perdiese mar adentro saltó a sus brazos. Volvió a su saliente cerca de la enderth y dejó el pescado a sus pies.
—¿Sigues pensando que soy un simple chiflado?

Lethe lo había visto. Y seguía pensando que era un chiflado. Pero uno que podía hacer algo imposible. Aunque si podía hacerlo no era imposible. Lo cierto era que no quería reconocer que se había impresionado demasiado, pero ella también quería poder hacer eso con las presas que más se le resistían y que rompían sedal tras sedal. <<Enséñame a hacer e… Tch, sigo sin poder hablar>>. Por algún motivo de pronto se sentía mucho más relajada y atenta a lo que hacía el tal Noel, a pesar de que le seguía pareciendo un rarito que venía de un sitio aún más raro si tenía que juzgarlo por su nombre.

—Ya que ha sido culpa mía también yo te pongo de nuevo el sedal, no te preocupes.
Una vez más, con varios gestos y emitiendo de vez en cuando algún sonido extraño, hizo algo sin ningún sentido. Su caña voló hacia él, así como el sedal de repuesto que estaba en su bolsa junto a ella. Sin tocar nada directamente, Noel colocó el sedal en la caña en escaso tiempo, tan solo dirigiendo sus manos hacia ella, y la recogió en la mano con una suerte de gesto malabar.
>>Listo, te la devuelvo, ¿eh?
La enderth dejó caer el tridente y se apresuró a recoger su caña en el aire. El anzuelo se había enganchado con una roca cercana, pero no se percató de ello en esos momentos.
—A ver, a ver, a ver… Puedo hablar de nuevo. —Clavó su mirada en el draco, como acusándolo de haberle devuelto la voz sin avisar. <<No es como si me importase que me escuchara insultándole, en realidad>>.— Bueno, a ver. Noel o como te llames. Sigo sin saber quién eres o por qué tienes esa pinta tan extraña, pero en realidad eso ya da igual. Te escucho, no hace falta que vuelvas a silenciarme.

Los labios del draco se curvaron en una sonrisa que enseguida modificó por una expresión más seria. Las promesas de magia y fuerza de por sí no hubieran sido lo suficiente efectivas en aquella enderth tan testaruda, pero la picadura de Morfeo hizo el resto. Lethe cayó inconsciente tras haber aceptado ir a Rocavarancolia. Su caña colgaba de nuevo de su cintura pero el anzuelo seguía atrapado en una roca. Noel había invertido demasiado tiempo con aquella pájara excéntrica y no podía perder más, así que simplemente tiró de la enderth para llevársela a las cercanías del portal.