El Pub Muerto

Gael no pudo evitar reír al escuchar el comentario sobre ser un genio del mal de Siloco.
—Ya me gustaría tener todas esas facilidades. —Las únicas que su transformación le había dado eran estar acostumbrado a oler cadáveres y haberlo incitado enseguida a coser carne. Si algo iba a ser una ventaja en lo de dar vida a quimeras, era la destreza que había ganado pegando partes de aquí y de allá—. Ah, conseguí un buen grimorio, aunque a veces explica demasiado poco. No pasa nada, prefiero no molestar por tonterías. Tal vez te llame de nuevo para preguntarte otra tanda de preguntas juntas cuando me ponga en serio con eso. Apenas he perfeccionado lo de hacer “zombies”. —Sin darse cuenta su cabeza acabó paseando por imágenes en que una hueste de auténticos zombies asolaba Rocavarancolia y se le escapó una risa a medias, como si ese hipotético día fuese un “episodio de Halloween” de alguna serie—. La verdad, no he vuelto a ver a Nihil desde que terminamos un negocio con ella. —Francamente, si alguien le preguntase a él, nunca había visto a Nihil de buen humor, ni malo. Simplemente más sobona o menos—. ¿Sabes? Es la primera vez que entro aquí. ¿Tiene algo más de especial aparte de la ambientación? —Al cambiar de tema hablaba desviando la mirada hacia la camarera con la que hablaba a Giz, algún tipo de quimera humana.

Giz sonrió ante la pregunta. Era justo lo que necesitaba.

—Si adquieres mis servicios, puedo garantizarte el abastecimiento ilimitado de practicamente cualquier especie de cosechados, incluídos aquellos que gozan de ciertas protecciones, como los terrícolas—puso énfasis en aquella especie—. Se incluyen en la oferta fetos semiformados y puedes pedirme características concretas si lo necesitas para satisfacer clientes remilgados. Estoy dispuesto a vendertelos a menor precio que quienquiera que te proporciones los... ingredientes en la actualidad—dejó una pequeña pausa para que la mujer se lo pensara y añadió, señalando a la mesa en la que se sentaban sus amigos—. Conmigo tendrías lenguas para saciar a Panchito—bromeó.

Partes del discurso eran cortesía de Miloslava.

<<Yo sé que tiene de especial, que solo te dejan entrar si tienes pase VIP>>, pensó socarronamente cuando Gael le realizó la pregunta al respecto a Siloco. No tuvo mucho más tiempo de pensar en ello cuando se le acercó un extravagante camarero con un mensaje que le hizo arquear una ceja.
—¿Mi salvador? —repitió en tono de burla mirando al fuego fatuo una vez el camarero se hubo marchado—. Sí, eso parece, Siloco —le respondió al nigromante ante su comentario—. Creo que los gritos de los que habla son los suyos cuando lo salude con un amistoso puñetazo —afirmó sonriendo sarcásticamente mientras se levantaba.

El draco se encaminó hacia donde había visto al vampiro tras la mirada que Siloco había dedicado hacia allí, riendo para sus adentros ante la conversación que estaba manteniendo Giz con la horrible dueña del local. Su expresión, en cambio, compuso una mirada fulminante que le dedicó al alemán mientras este le saludaba con la mano.
—Así que no había sido mi imaginación… —dijo por todo saludo ignorando al humano que su amigo estaba desangrando—. ¿Cómo te las apañas para surgir cual seta no importa en qué lugar se encuentre uno? No sabía que frecuentabas lugares tan elitistas. ¿La sangre de los desgraciados a los que pillas desprevenidos ya no te satisface y necesitas pagar por ello para sentirte realizado? —se burló esgrimiendo nuevamente una sonrisa sarcástica mientras se cruzaba de brazos.

Siloco también me vio, por lo que cogí una de las manos del humano y le hice saludarle. Luego me llevé esa mano a los labios, para morderle, mientras le obligaba a tomarse una poción para recuperarse levemente. Mientras le curaba, apareció el draco, al que también saludé, pero esta vez con mi propia mano. Doblé una pierna sobre la otra mientras escuchaba sus pullas y luego chasqueé la lengua.

-¿Así me pagas que te salve de tan tediosa conversación? Va, siéntate, disfruta de la velada.-le dije, dando unos golpecitos en el asiento libre <<¿Y si tiro de él? Creo que perdería la mano...>>.-Vengo aquí porque tienen lo que quiero a un precio decente. Además, conozco a gente decente, clientes de todo tipo...-añadí, pícaro.-Y no, no es lo que dices. No sé qué le dijeron a este, pero lo mejor es que sepa que va a acabar sus días aquí, en esta mesa. Aún tiene fuerzas para gritar y revolverse, aunque sea en vano. ¿No es una delicia escuchar esto en vez de cosas de nigromantes?

Según hablaba, le había arañado, mordido y curado. Eso sí, quitando la cláusula de la anestesia. Y limpiando de vez en cuando.

El sueco se dejó caer en el asiento que le indicó Jack todavía con los brazos cruzados y dándole la espalda al vampiro y su particular espectáculo. A él no le resultaba nada cómodo que le observasen mientras “se alimentaba” por lo que supuso que tal vez el alemán también lo prefiriese así.
—Pff, tal vez si me hubieras dado una excusa para salir de aquí te habría dado las gracias, pero ya que tú me has llamado tendrás que atenerte a las consecuencias —le advirtió sin perder su expresión sarcástica en ningún momento—. La próxima vez te puedes ahorrar el intento de convertir un recado en un cantar de gesta —dijo socarronamente girando la cabeza para mirar a Jack por encima de su hombro—. Pero no te negaré que se está mejor aquí que en la otra mesa…
Esbozó una sonrisa maliciosa antes de volver a mirar hacia otro lado, disfrutando de los agradables gritos que Jack arrancaba a su presa mientras tanto.

Una sonrisa surcó la cara de Giz de oreja a oreja al tiempo que se guardaba la tarjeta que le había dado la dueña del local.

—Encantado de hacer negocios contigo...—. El asreniano se dio cuenta de que no sabía el nombre de la chica muerta y dejó la frase cortada esperando respuesta de esta. En esos momentos la cara de Giz era como un libro abierto. Solo le faltaba dar saltos de alegría bailando entre billetes imaginarios, cosa que no se le pasaría jamás por la cabeza.

Se despidió de la mujer con gesto alegre, encargándole al tiempo una ronda de algo que no fuera demasiado arriesgado, y se dirigió hasta la mesa en la que estaban sus compañeros. Saludó a Jack y Noel al paso y se dejó caer en uno de los asientos libres entre Gael y Siloco. No lo dijo en voz alta, pero se le notaba que su perspectiva con respecto a esta salida había cambiado.

—¿Qué tal por aquí?—se interesó al tiempo que traía levitando las copas que había pedido y las repartía. Dos de ellas se desviaron a la mesa del draco y el vampiro—. Yo creo que he empezado algo bueno—no lo explicó porque creyó que sus amigos ya se hacían a la idea.

Se sentó, sí, pero dándome la espalda y de brazos cruzados. <<Qué tíiiio. Por favor, que compartimos sala de torturas en la Bodega, esto es suavísimo en comparación!>> Pero no le iba a obligar a girarse igual que no le obligué a sentarse. No quería perder la cabeza además de una mano, ¿no?

-¿Salir? Lo del recado... Bah, bah. ¡Hey Giz!-saqué otro grito al humano, arañándole todo el torso con mis manos mientras le mordía un hombro.-¿A que no? Aunque si yo estuviera con Siloco, quizá incluso cambiaba a este esclavo a punto de caducar por el nigromante... Quieras que no, estoy medio muerto.-dije riendo.

El humano estaba caducando, literalmente. Llevaba dos pociones en el cuerpo, pero su corazón acabaría de latir en breves. Le lancé entonces un hechizo de amplificación sensorial y senté de rodillas en el sillón, frente a mí, con las piernas abiertas. Quizá estaba llamando la atención al ponerle así... ¡Pero no era esa la idea! Sino algo más violento consistente en arañar y arañar, rebuscar con las manos, uñas por delante, rozando los huesos por dentro, hasta arrancar el maltrecho corazón. Los gritos durante todo el proceso, si mi experiencia no me fallaba, habían sido los mejores.

-Se acabó. ¿Nos acercamos a ver si les queda mucho? Además, quisiera saludar a Siloco.-sugerí mientras limpiaba. Entonces, una copa de sangre se me acercó levitando, otra diferente para Noel.-Oh, mira, ¿quién será nuestro misterioso galán esta vez?-bromeé.

Con el corazón en la copa, aún rezumando sangre, me acerqué con el draco a la otra mesa.
-Buenas noches, caballeros. Si me permiten el cumplido, no sabría a quién seducir, si al varmano tierno o al sexy entre los sexys.-dije, pícaro, aunque sólo tenía ojos para el nigromante.-Oh, Giz... Perdón, tu también eres guapo; creo que a la camarera le gustaste.-añadí, riendo, para luego inquirir.-¿Qué tal, qué tal?

La explicación de Siloco no le dijo prácticamente nada nuevo. Había visto cómo era el local, pero si solamente se trataba de eso, seguía sin entender la reticencia de Noel. Allí había todo tipo de personas, pero nada que no conociesen ya. Entonces, tras la explicación, un camarero con bastante mal aspecto le trajo un recado de Jack, a quien Gael vio solamente de reojo. Tras eso perdió de vista a Noel durante un rato «¿por qué no vendrá Jack aquí a saludar?» había visto lo que tenía entre manos, pero si había llamado a Noel quería decir que no le importaba encontrarse allí con ellos. Aprovechando la ausencia de Giz le planteó a Siloco su duda más reciente y complicada, y cuando el asreniano regresó se cambió de tema. Gael apuró entonces la cerveza que había pedido.
—¿Sí? Se saca negocio de cualquier sitio, estás empezando a tener dotes de empresario —rio ante lo que contó Giz.
No tardaron en aparecer por la mesa Jack y Noel, el primero soltando curiosos «¿cumplidos?» que atribuyó a un exceso de estupefacientes del tipo que fuese. «¿Varmano tierno? Está más recio que la carne en salazón».
—Hombre… bien, ¿pero qué me dices de ti? —respondió al vampiro alzando una ceja.

—En lo que a mí respecta, no creo que sea una buena idea intentar torturar al Señor de los Asesinos… Aunque conociéndote creo que no hablamos exactamente de lo mismo —respondió con tono burlón.
Aunque había mantenido la mirada alejada del particular espectáculo de Jack, no se podía decir lo mismo de sus oídos. Es por ello que cuando estos se volvieron más desgarradores, cargados de terror, desesperación y odio, el draco no pudo evitar observar la fuente de tal despliegue de mórbido placer sonoro. <<Voy a tener que replantearme mi nivel de sadismo>>, pensó mientras veía como el corazón era arrancado del pecho del pobre desgraciado sin inmutarse, <<aunque, por otra parte…>>
—La calidad es aceptable, pero la cantidad no tanto. —Se hizo eco en voz alta de sus pensamientos dedicándole una sonrisa sarcástica al vampiro.
Sí, sin duda él hubiese prologando mucho más tiempo la agonía. De aquella forma se morían demasiado rápido.

Ello no impidió, sin embargo, que cuando volvieron a la mesa de Siloco el draco portase una leve sonrisa de satisfacción en los labios… Que se le borró enseguida para dar paso a una expresión entre condescendiente y burlesca ante las palabras del alemán. Sin embargo, no podía negar que se había puesto de mucho mejor humor y ya no le importaba demasiado el lugar en el que estaba. Aunque no es que pensase decirle aquello a Jack.

Noel dejó escapar una risa ahogada ante los comentarios del señor de los asesinos mientras volvía a sentarse en la misma silla de antes.
—Secuestrar es una de las principales aficiones de Jack, Siloco —afirmó sonriendo sarcásticamente—. Pero la verdad es que el concierto estuvo bastante bien, enhorabuena al director —bromeó sin perder la sonrisa y dándole una breve palmada al vampiro en la espalda—. No te acostumbres demasiado a este trato, ¿eh?. Me enseñaron que había que ser agradecido, eso es todo —aseguró en tono jocoso.

<<¿Cantidad? Llevo una hora con este, acabas de llegar. Lento, ¡culpa tuya!>>

Siloco, por su parte... Me llamó carroñero. <<A mí. Que sólo me alimento de vivos de la mejor calidad... Maldito>> pensé con diversión. Las menciones de secuestrar habrían saltado mis alarmas si no estuviera tan relajado y en un ambiente tan... proclive a secuestros. Lo mejor fue la intervención de Noel cuando el nigromante le interpeló.

-Vosotros lo tuvisteis un ratito, yo lo tuve otro, y luego me lo llevo al Burdel para que tenga otro ratito con alguien o algunos más.-bromeé, sin malicia. Tras la palmada, seguí.-No puedo ser tan carroñero si mi troll favorito me palmea la espalda... Y no pretendía ofenderte, Siloco, que conste que os vi hace rato y me esperé, oye.-demasiado relajado, quizá. Estaba hablando como un crío, maldita sea.-Creo que he bebido demasiado...-pensé en voz alta, atusándome el bigote. Para colmo, estaba falto de ideas. O no.-Ah, sí, eso creo que responde a la pregunta de Koval. Creo.

A Gael se le escapó la risa inevitablemente al escuchar el comentario de Siloco tras acercase Jack, y después permaneció un rato escuchando las conversaciones que se sucedían, mirando a los otros invitados y a la barra. Al empezar una nueva pieza, una que le sonaba de algo pero no conseguía recordar qué era, Siloco se levantó y lo arrastró a la pista. Gael rio nervioso, recordando el día en que había hecho bailar los pollos para su maestro. Les habían cedido una serie de cadáveres para la pieza, y el fuego fatuo aceptó el reto poseyendo su parte e intentándolo lo mejor que sabía. Se lo había tomado como eso mismo, un reto, y ya que su humor había mejorado no perdió la oportunidad de desconectar. Era fácil parapetarse tras cadáveres desconocidos.
Aunque no tenía ni idea de cómo bailar siguió el ritmo, copiando una serie de pasos a medida que recordaba de dónde había salido la canción –cosa que, cuando hizo, le obligó a soltar una carcajada por lo inesperado–. Dio saltos y arrastró los pies, tratando de compenetrar los diferentes cuerpos en un solo movimiento –cosa fácil tratándose de una única persona–. La dificultad residía en que según el grado de putrefacción, cada uno se movía a un ritmo diferente. Cuando la canción se terminó, las quimeras de Gael hicieron una reverencia exagerada y el fuego fatuo emergió de ellas dejándolas caer. Se refugió rápidamente de nuevo en el varmano que había permanecido inerte en la silla y, aunque muerto de vergüenza, preguntó.
—Bueno, ¿qué tal?

Menos mal que la música cambió en ese momento y tanto maestro como alumno sacaron a sus cadáveres a bailar. Yo me quedé con los pulgares en los bolsillos, mirando el bailecito y luego a Giz y Noel. Me dirigí al último, primero.

-¿Puedo... Na, mejor no, que me pisarías. ¿Y vos...?-pero el asreniano también se negó, aunque sin tanta amenaza implícita en su mirada, eso sí, como el sueco.-Vale, vale, no me matéis. Voy a pagar, ahora vuelvo.

Me colé en la pista de baile en mi camino hacia la barra, saltando de pareja en pareja hasta que fui, pagué, y volví. Gael terminó entonces de hacer bailar a los cuerpos, tras una reverencia de estos a lo que aplaudí, apoyado contra la pared. Volvió al varmano y me fijé en que no estaba tan tierno como antes había dicho. <<Ugh... A dormir. YA>> Volví a aplaudir, aunque más suavemente, cuando preguntó por el baile.

-Genial. ¡Bueno, yo me marcho! ¡Buenas noches!-exclamé mientras estrechaba exageradamente las manos de todos, Siloco incluido, para luego desaparecer por la puerta a todo correr.

Sigue en el Burdel de Dama Espasmo.

El draco frunció el ceño tratando de recordar de qué conocía la melodía que estaba empezando a sonar, hasta que por fin se dio cuenta y se sorprendió al reconocer de dónde procedía aquella canción. La tarareó mientras observaba divertido el baile de los cadáveres animados por Siloco y Gael, apoyado en la mesa con un codo.

Cuando se acercó Jack le dirigió una mirada amenazante al tener más que claro lo que iba a decir y después sonrió satisfecho al comprobar que le había hecho cambiar de opinión.
—Si te refieres a la cabeza, sí, te pisaría —le confirmó al vampiro antes de volver a centrar su atención en la canción.

Aplaudió sonriendo sarcásticamente cuando Gael volvió a la mesa preguntando por su actuación.
—¿Ves cómo en realidad te encanta hacer el rídiculo? —le dijo por toda respuesta.
Jack se fue inmediatamente después, por lo que el sueco decidió que podría ser un buen momento para sugerir hacer lo propio. No sabía si Siloco pretendía retenerlos más tiempo allí pero, aunque la noche había mejorado respecto a cuando entraron, seguían sin gustarle ni un pelo las miradas de desagrado que le dirigían bastante más de la mitad de la clientela.
—¿No deberíamos irnos? Mañana hay entrenamiento... aunque me sé de un vampiro el cual seguro que no aparece —añadió burlón.

Giz se negó a bailar con Jack tan amablemente como pudo, no había bebido lo suficiente como para olvidarse de lo desastrosamente mal que lo había hecho en fiestas y eventos anteriores. En su lugar se quedó en la mesa con Noel para verles bailar. Sin embargo, para cuando acabaron y se oyeron los aplausos, el asreniano estaba ocupado en algo completamente diferente. Un grupo de gente había abandonado la mesa de al lado y a Giz le había llamado la atención una de sus transformaciones de tal manera, que no pudo evitar hacer lo que hizo. Las copas usadas habían volado con la mayor discrección posible hacia su mesa y el goliat se entretenía buscando cualquier tipo de muestra con la que trabajar.

Escuchó de rebote a Noel sugerir volver a casa y frunció el ceño mientras depositaba la última pieza de cristal sobre la mesa. Mientras "limpiaba" había estado dando vueltas a la dirección que llevaba guardada. <<Tal vez...>>.


—¿Y si nos saltamos todos la rutina de mañana y me acompañais a la casa de los dulces?—levantó por fin la vista—. Podría estar bien—. La invitación se extendía a todos los que no se habían marchado, incluyendo a Siloco y sus cadáveres. Aunque dudaba que alguien de su cargo aceptara sin más.