Casa de Gar

El varmano chasqueó la lengua con fastidio ante la interrupción, pero palideció al alzar la vista y toparse con la mirada del griego. Vac sonrió de forma casi imperceptible y escuchó la respuesta de Wheem antes de entrar del todo en la celda, acercándose al grupo y acuclillándose frente al brujo.
—No quiero conversar con el patrón, con quien me interesa hablar es contigo —respondió a la pregunta del chico. Miró a los demás jugadores de forma significativa y estos se alejaron inmediatamente.

El hado escrutó la expresión del varmano durante unos segundos, como si lo estuviera evaluando, y después de unos instantes volvió a hablar, en voz mas baja esta vez. Lo que tenía que decir no le interesaba al resto.
—Tengo una oferta para ti, pero antes de planteártela me gustaría que me contaras como has acabado aquí y de donde vienes exactamente. He oído rumores, pero prefiero que me lo cuentes de primera mano —aclaró con una media sonrisa—. La gente tiende a adornar o a tergiversar las historias y yo no tengo paciencia para ese tipo de estupideces, no cuando estoy trabajando.

Dejo que el chico asimilara sus palabras durante unas segundos y se sacó un cigarrillo del bolsillo, tendiéndoselo y ofreciéndole fuego.
—No escatimes en detalles, tenemos todo el tiempo del mundo —añadió cordialmente.

Vac escuchó la historia del chico sin cambiar de posición, aun acuclillado, evaluando al varmano mientras este hablaba. Ya conocía a grandes rasgos el relato, era cierto que los rumores circulaban rápido en aquel ambiente, pero aquello le servía para conocer un poco mas al muchacho.
—Estoy de acuerdo contigo, no será la mejor madre del mundo, pero siempre se puede contar con ella —añadió con una sonrisa irónica.

Aun le quedaban un par de preguntas, pero se distrajo unos segundos con la partida que habían iniciado los otros esclavos. Vac había jugado alguna vez a juegos de azar, no le eran desconocidos, pero no comprendía las motivaciones de aquellas personas que convertían el juego en un problema para si mismos. ¿Por qué tentar la suerte si existía el riesgo de acabar confinado en un lugar como aquel?, a disposición de cualquier monstruo con aun menos escrúpulos que la media y que podía hacer contigo lo que quisiera.

El griego ignoró aquellas cuestiones y volvió a centrarse en el brujo, observándolo con atención.
—Y ese dominio tuyo —empezó—, ¿qué abarca exactamente? Eres un bendecido de nuestra Monstruosa Madre —comentó, utilizando el mismo símil que el varmano—, ¿qué eres capaz de hacer con el poder que mamaste de ella?

El hado escuchó con atención las palabras del varmano, sopesando las habilidades del chico y teorizando sobre lo que sería capaz de hacer. No había visto en acción el dominio de un brujo de aquel tipo, pero si lo que decía era cierto, un poder así podía ser muy útil en el burdel. Permaneció en silencio unos instantes, observando el rostro del muchacho con gesto ausente, sin reflejaren su rostro lo que le pasaba por la cabeza.
—No debe ser fácil para un brujo estar alejado de su dominio —habló por fin, enderezándose y dando un par de pasos para desentumecer las rodillas—. ¿Qué esperas que suceda ahora que estas aquí atrapado? —preguntó con curiosidad, atento al lenguaje corporal de Wheem— Se que tienes asumido que estas a disposición del que tenga mas dinero para comprarte, pero me gustaría saber quien preferirías que lo hiciera.

Era una pregunta rara, pero necesaria, pues el griego quería sondear un poco mas al varmano. Estaba seguro de que sabía perfectamente quien era él, no era muy difícil saberlo, pero no estaba al tanto de como trabajaban en el burdel, y seguro que no sabía que si lo compraba él, dejaría de ser un esclavo y pasaría a ser un empleado con sueldo y lugar en el que vivir. No era una vida para todo el mundo, eso estaba claro, pues las cosas que tendría que hacer no siempre serían agradables; pero si el chico estaba dispuesto, Vac podía ofrecerle una salida a su situación bastante mas apetecible que lo que le esperaba con casi cualquier otro comprador.

El griego sostuvo la mirada del varmano sin decir nada, apreciando claramente el gesto de desafió que bailaba en su mirada, y luego se echó a reír. Suavemente al principio, con mas fuerza al final, ignorando las miradas que le dedicaron los presentes. Había escuchado con atención el pequeño discurso del chico, percatándose de que además de tener las cosas claras, aun tenía tiempo para bromear, algo que el griego apreciaba.
―Me caes bien brujo ―dijo con una sonrisa amistosa―, hoy en día cuesta encontrar a gente que tenga las cosas tan claras, y mas estando en tu situación. No soy advino, pero creo que tu y yo nos llevaremos bien ―comentó―, y quien sabe... a lo mejor algún día una súcubo buenorra te utiliza para recargar sus poderes ―añadió con una media sonrisa, girándose hacia uno de los guardias y haciéndole un gesto―. De momento te voy a sacar de aquí ―anunció―, recogé tus cosas ―le sugirió mientras salía de la celda.

Fue conducido hasta el despacho del patrón, donde tras una breve conversación, el griego depositó una bolsa de dinero bastante abultada sobre la mesa, obteniendo así la propiedad del varmano. Aquella parte era la que menos le gustaba al hado, pero eran negocios, y el hado sabía poner cara de poker. Cerró el trato con un apretón de manos y salió de nuevo al pasillo de celdas, donde Wheem ya lo esperaba encadenado y vigilado por un guardia.
―Esto no sera necesario ―informó, soltando los grilletes con la palabra adecuada y lanzándoselos al hombre que le custodiaba―. Nos vamos  ―añadió, enfilando las escaleras junto al brujo.

No volvió a abrir la boca hasta que no alcanzaron la puerta del edificio, y ya al aire fresco esperó unos instantes a que el varmano se acostumbrara a la luz.
―¿Cuantos años tienes, Wheem? ―preguntó, emprendiendo de nuevo el camino.

Continúa en la Taberna del Mago Tuerto.

Tap no tenía mucha mano para el marketing y quedó patente enseguida. Había decidido empezar la venta de venenos poco antes del torneo y aquello le había llevado al (discutiblemente) mejor sitio para traficar con venenos de toda la ciudad. El poltergeist se encontraba apostado junto a su muñeco en mitad de un piso amplio, que en otra ocasión había estado lleno de estanterías con ingredientes alquímicos. Había traído consigo un tablón que rezaba “Se venden venenos” y un zurrón amplio, lleno de saquitos de diferentes colores, fabricados con telas robadas de diferentes mundos. Y lo primero que consiguió fue decepcionarse.

Quitando los negocios que se producían en otras plantas y habitaciones cerradas, aquel lugar era como una colonia de inadaptados y otros despojos sociales. La composición de seres vivos en aquel momento era de un 50% RR’s y otro 50% traficantes, además de algún corrillo de ludópatas suelto por ahi. Un hombre de barro que cultivaba las drogas en su propio cuerpo ocupaba uno de los puestos más altos en la lista de criaturas feas y aberrantes. Los demás eran más o menos normales: algún que otro cuerno, garras, ojos estrambóticos… Nada destacable. También hubo un par de discusiones entre colgados que le recordaron a sus compañeros de cosecha, aunque pondría una mano en el fuego apostando a que estos de aquí le habrían tratado con más amabilidad.

En todo el día se le habían acercado a preguntar tres seres que transmitían poca confianza y Tap había pasado más tiempo preocupado de que no le robaran la creación de dama Hálito que de vender. Al final, solo sacó ganancias de uno de los tres interesados, gracias a un saquillo de veneno anticoagulante. A los otros dos los había echado a gritos mentales de su pequeño rincón nocivo. Había acabado bastante harto de ellos, después de que trataran de regatearle el precio durante un buen rato, sugiriendo cifras inviablemente pequeñas. Si querían venenos baratos, que se fueran a restregarse contra los bichos de los subterráneos. Era una lotería y podrían morir si se equivocaban al frotarse, pero Tap sabía que nadie los echaría de menos.

Cuando vio que se hizo de noche, planeó cerrar el chiringuito y volver a casa. Flotaba cerca de una habitación privada en el momento que uno de los drogados decidió desplomarse sobre el suelo. Comenzó a sufrir espasmos y el poltergeist retrocedió en el aire hasta chocar contra la pared. Un grupo de personas habían rodeado enseguida al tipo y Tap sintió algo de alivio. <<Menos mal que le asisten>> pensó. <<Porque yo no pienso mover un solo dedo por...>>.

—Pssss… Malaleche, entra —una voz conocida interrumpió sus pensamientos y, antes de que pudiera reconocer a Quemaduras, el demonio de fuego ya le había agarrado de uno de sus brazos articulados y tiraba de él hacia el interior de su lugar de trabajo. Era un lugar austero, con la sola decoración de una camila, un mueblecillo con varios cajones y muchos papeles aburridos que colgaban en las paredes. El suelo estaba cubierto de ceniza y sobre la camilla se encontraba tumbada una giganta forzuda con la espalda surcada de cicatrices ordenadas con muy buen gusto—. ¿Se puede saber qué flores hacías ahí fuera? No eres más que un bebé de la Roja, no tienes edad para quedarte de espectador en pleno saqueo de cadáver. Que estés hecho de tornillos no te hace menos vulnerable a los carroñeros y a los traficantes.

—¿Qué? —el poltergeist estaba empezando a unir cabos sueltos, pero se encontraba ligeramente confuso.

—¿Qué qué? —Quemaduras se llevó dos manos a la cabeza—. Mira, Malahierba, estás dentro de la última pieza creada por una demiurga muerta. ¿Eres consciente de cuántos interesados se juntan en cuanto la palma uno de estos venidos a menos?—a pesar del tono de cabreo del repoblador rojo, Tap creyó por un momento que se estaba preocupando por él y vaciló mentalmente. No lo entendía—. Seguramente haya algún flipado que pagara bien por él y ahora mismo eso está lleno de gente con muy pocos escrúpulos y mucho hambre de calderilla.

—Solo son un puñado de gigantes follacardos, no podrían ni rozarme —se mofó el poltergeist, altanero.

La mujer de la cama giró la cabeza y clavó la mirada en el juguete flotante, pero se cayó lo que fuera que pensaba. Tap estaba seguro de que le estaba dando la razón con aquel silencio.

—Menudo idiota eres —le llevó la contraria el diablillo, antes de suspirar y encogerse de hombros. Se acercó levitando a la espalda de su clienta y añadió en dirección al poltergeist, mientras aumentaba la temperatura de una de sus manos—. Anda, deja tus cosas en algún rincón y ponte cómodo.

>>Si te apetece, puedes explicarme qué traes en ese bolso y qué te ha traído a ti hasta aquí. ¿Tan novato y ya andas metiéndote en negocios turbios?

Tap no dudaría en hacer publicidad sobre su negocio de venenos y aprovechó eso mismo como excusa para no abandonar el estudio de Quemaduras durante la siguiente hora. Por supuesto, el demonio de fuego no le había convencido. Él solo podía con todos los comerriñones que hubiera fuera.

Antes de entrar en el antiguo comercio, el poltergeist había avisado a Shizel de que podría ver cosas desagradables. Sin embargo, de camino a la planta en la que se situaba el establecimiento de Quem, tan solo se encontraron a varios perdidos de la vida que se habían dejado caer en el suelo y al terrón gigante que traficaba con las drogas blandas que le crecían en la espalda. A aquellas horas los traficantes de esclavos estaban ocupados en el sótano. En cuanto llegaron, Tap llamó a la puerta y el pequeño diablillo la abrió desde la camilla en la que solían reposar los clientes. El repoblador calenturiento estaba de descanso en aquellos momentos.

Además de la camilla y la mesita de noche cuyos cajones guardaban las pertenencias del demonio de fuego, Quemaduras había instalado un armario sin puertas y varias baldas para que la gente curioseara los venenos tranquilamente. El suelo seguía lleno de ceniza y las paredes, empapeladas con dibujos.

―¡Malaleche! ¿Y esta traición a tu orgullo de diminuto? ―preguntó divertido, señalando a Shizel sin ningún miramiento. El muñeco poseído se llevó la mano al cuello y le dedicó una amenaza no verbal que, si bien no acobardó a Quemaduras, sí que le ayudó a decidirse por ser un pelín más cordial―. ¿Este es tu amigo el polo mental?―acto seguido lanzó sobre sí mismo el hechizo de levitación y se puso a la altura del skrýmir―. Ya me conocerás, pero... Quemaduras―se presentó, ofreciéndole una de sus cuatro manos. No esperaba que picara, pero la mano que le había tendido estaba a unos 75ºC.

Tap ya se sabía el truco y hacía negar su cabeza metálica en silencio. A veces, Quemaduras le hacía entender un poco mejor la postura de los gigantes.

En consecuencia a la advertencia de Tap Shizel había entrado al antro con el escudo materializado sobre su piel. Era menos sospechoso entrar con él que alzarlo ya dentro. Hizo un sondeo por precaución al acceder, y advirtió que varios de los presentes llevaban activadas protecciones mentales. No quiso ponerlas a prueba y renunció a curiosear, aun con aquellos que aparentaban estar desprotegidos. No estuvo seguro de si sentía asco o lástima ante los despojos humanos que había desparramados por las escaleras, pero la aparición del tal Quemaduras le distrajo pronto.

"¡Malaleche, qué bueno!", Shizel ya tenía contraataque preparado por si alguna vez Tap recuperaba la costumbre pre-luna de llamarle Malcafé. Arrugó un poco la nariz cuando el demonio de fuego le señaló directamente, algo ofendido.

Cuando le tendió la mano el skrýmir captó de reojo el gesto negativo de Tap y cayó en la cuenta de que aquello seguramente tenía truco. Pero era orgulloso y no quería dar la impresión de que se acobardaba, y menos ante un veterano.
-Encantado- dijo mientras le tendía la mano a su vez al demonio de fuego, mirándolo directamente-. Pero si no te importa, prefiero Shizel.
Hubo un sonido chisporroteante y del contacto entre ambos emergió una nube de vapor. Shizel esperó el tiempo justo hasta sentir el primer latigazo de calor para retirar la mano con la sonrisa de quien no ha roto un plato. "Quema, quema, quema", maldecía internamente, pero esperaba que el agua derretida que habría recibido el demonio de fuego a su vez los dejase en tablas. Mantuvo la sonrisa cordial, imaginando que Tap sería más exacto en pedir lo que quería y que su presencia sólo sería necesaria para aclarar los detalles más técnico-mágicos.

Quemaduras soltó una carcajada musical al ver que el skrýmir le estrechaba la mano aún sabiendo que no era fiable (ya hablaría con Malahierba sobre lo de ser demasiado evidente). Sopló el hilo de vapor que se había formado por vicio, para disolverlo, y se sacudió la mano, volviendo a calentarla para que se secara.

―Algún día tenemos que echarnos un pulso de temperaturas serio ―bromeó algo altanero, confiado de que saldría ganador―. ¿Y bien? ¿Habéis venido a extorsionarme?―se llevó el par de brazos inferiores a la cintura y alzó los superiores en actitud chulesca―. Porque no os va a funconar, no estáis a la altura de mi capullo ―sonrió y, finalmente, se puso serio―. Va, venga, decidme.

Tap había permanecido de brazos cruzados y en silencio, refunfuñando internamente por la actitud de recién germinado con la que actuaba el demonio de fuego. No habló hasta entonces.

―En realidad sí que queríamos extorsionarte, necesitamos que nos ayudes con algo.

―Genial... ¿Es eso de tu chabola? ―se adelantó. Sabía para lo que se habían juntado el poltergeist y el skrýmir. Malahierba asintió. Quemaduras resopló entonces y abrió la boca para emitir lo que en un principio parecía un reproche―. A ver, ¿qué tipo de circuito rúnico necesitais? ―Tap pidió a Shizel que le enseñara lo que habían anotado el día anterior y procedió a explicarle todo lo que necesitarían con tallos y señales. Lo primero que hizo el diablillo en cuanto le acabaron de dar las instrucciones, fue protestar a un comentario del poltergeist―. Ni de broma te hago eso gratis ―. Sin embargo, estaba mucho menos cabreado de lo que podía parecer―. Eso sí, tendréis precio de amigo. En un par de días os tengo el circuito requetehecho.

Tap se dibujó las "gracias" en el pecho y se inclinó levemente, Quem lo imitó y se acercó a uno de los cajones, donde guardaba sus apuntes de diseño rúnico. Mientras activaba el botón de apertura les lanzó una mirada inquisitiva, por si necesitaban algo más y no se había enterado.

Shizel admiró con una ceja alzada la confianza en sí mismo que parecía esgrimir el repoblador. "Más le vale estar a la altura."
-Déjalo genérico en la medida de lo posible- le pidió cuando le entregó el esquema general del circuito-. Aún hay que rellenar los datos de las medidas de la casa y las intensidades de los hechizos. Son los detalles que quedan por aclarar.

No dijo nada más, observando con curiosidad el intercambio entre Tap y Quemaduras. El lenguaje de los repobladores era el que más le recordaba al idrino, por utilizar activamente elementos gestuales. Pensar en que el demonio de fuego estaba seguro de tener listo el circuito en dos días le dio una impresión aproximada del dominio de la materia que tenía que tener uno para ofrecer sus servicios al público.
-¿Cuánto tiempo llevas trabajando en esto?- le preguntó interesado-. ¿Se tarda mucho en conseguir clientela cuando empiezas?
Ganarse la vida con la magia sonaba demasiado bueno, y Shizel no acababa de creerse que realmente se sacara beneficio con ello. Al fin y al cabo, ¿no sabía hacerla casi todo el mundo?

El poltergeist se llevó una de sus manos metálicas a la cara.

>>Acabas de despertar a un monstruo ―advirtió quejumbroso a Shizel, por la vía mental.

Malahierba conocía a Quem el tiempo suficiente como para saber que su tamaño era inversamente proporcional a su ego y su autoestima y, si bien podía valorarlo como algo positivo, cuando al diablillo se le sacaba el tema, podía ser especialmente cargante.

―De forma oficial, desde que Garoni perdió este edificio. Pero ya tenía mi camino recorrido de antes, ya me había ganado la fam... ―el muñeco poseído por el poltergeist cayó a plomo al suelo y el sonido interrumpió a Quemaduras, que no dudó en lanzar una mirada asesina al repoblador tras el juguete―. Como iba diciendo, ya me había ganado la fama de antes, haciendo encargos aquí y allá. Mi nivel mágico no da para llevar las runas a la práctica, pero mi pulso al dibujar y mi talento teórico lo valen con creces―la figura demiúrgica se arrastró con desidia por el suelo, hasta que llegó a la pared y se recostó. El diablillo de fuego lo ignoró por completo―. Y al final, si tienes talento de veras, los clientes acaban llegando. Un estafador te puede enseñar un diseño robado y convencerte de que es suyo, pero jamás sabrá reproducirlo. Así como un mediocre jamás te hará nada destacable. Mi dedo no tiene competencia real ―¿Cuántas veces había oído eso Malahierba?― y, los que de verdad quieren un trabajo de calidad, no encontrarán un sitio mejor que este.

>>¿Ves? ―el poltergeist estaba quemado metafórica y, casi, literalmente.

―Y tú, frigorífico, ¿has pensado ya si harás algo de provecho en la ciudad?

>>Dile que no lo sabes y que tienes prisa―pidió al skrýmir.

Dirigió solamente solamente una leve inflexión interrogante como respuesta a Tap, aunque pronto pudo comprobarlo por sí mismo. Quemaduras arrancó a hablar, y separando su elevada concepción de sí mismo del resto del discurso, lo cierto era que le estaba reportando información muy interesante.
"Ya veo..." La diversión por el comportamiento de Tap le ocupó un resquicio de la mente mientras el resto procesaba lo que estaba escuchando.

Ignoró la parte de "frigorífico" a propósito.
-Pensaba marcharme a Idris a largo plazo y venir aquí esporádicamente- dijo sin tapujos. El estar en un ambiente no tan familiar como Serpentaria o la Sede, y el que estaba seguro de que Tap desde luego se tomaría la noticia mucho mejor que otros, le habían hecho que decir aquello por fin en voz alta le resultase más fácil de lo que pensaba. Por otra parte Shizel había estado dándole vueltas al asunto de mala gana, ya que había avanzado ya un trecho considerable en mentalismo, y había llegado a la conclusión de que era mejor soltarles la noticia a sus amigos en grupo en lugar de confesarlo tortuosamente a unos y a otros por separado. Karime había hecho lo mismo al anunciar que se marchaba con la Manada y le había salido estupendamente, de modo que una reunión similar en la misma bahía, por ejemplo, sería idónea.
-De momento me las había estado apañando con el trueque de moneda para mis gastos aquí, pero estaba planteándome si estaría a mi alcance alguna forma más directa. Aunque a juzgar por lo que dices montar un negocio requiere estar a ello a tiempo completo- sin embargo el repoblador había hablado de encargos, y quizá con aquello Shizel sí podría apañárselas. Tenía un nivel de magia aceptable, y como Quemaduras había dicho, se trataba de encontrar algo en lo que uno fuera bueno y que otros no pudieran ofertar al mismo nivel-. Gracias por tu tiempo.

Los planes de futuro de Shizel dejaron un poco frío a Tap. Estaba empezando a apreciar realmente a varios habitantes de la ciudad y estaba seguro de que echaría de menos las clases con el skrýmir, pero ante todo respetaba la decisión de Shizel de abandonar la ciudad. Él, al fin y al cabo, solo tenía que mantener su hielo a raya para ser él mismo. Tap no tenía la oportunidad (ni la quería bajo las circunstancias actuales), pero la entendía y por eso no dijo nada.

A Quemaduras, por otra parte, no le importaba mucho pasarse de rosca.

―¡Por la Flora en llamas! Que aburrido, ¿no? ―explotó alegremente. La mención de negocios la hizo contenerse nuevamente y adquirir algo de seriedad―. Si algún día te decides a montar algo y requieres de mis servicios, pásate por aquí o déjale a Malahierba un recado en su chabola nueva―. Tap golpeó la cabeza contra la pared, creyendo que Quem volvería a enrollarse hablando de cuentas y facturas y diseños... pero el demonio de fuego no aportó nada más para su sorpresa, a saber si porque no quería o porque el aburrimiento del poltergeist era más tangible que el propio poltergeist en su estado natural―. Gracias a vosotros y al dinero del juguete―se despidió con recochineo―. ¡Adiooos!

―Adiós ―le devolvió Malahierba con sequedad, antes de que se fueran.

En el fondo, Tap también apreciabla al diablillo. En el fondo de un pozo, en aquellos momentos.