Entrenamiento táctico (encima táctico)

Los entrenamientos no iban nada mal. Las aspiraciones a evitar más peligros habían llevado a que se esforzara en saber usar las armas que tenían. Con el arco estaba poniendo todo su empeño, aunque la herida del brazo le molestaba todavía a la hora de practicar con él y aunque algunos tenían más idea de su manejo tampoco es que tuvieran a un experto para que les enseñaran. Al menos las clases se hacían bastantes amenas charlando e intercambiando consejos con Szczenyak, Airi y el resto. Con la esgrima no pasaba lo mismo, pues Kalna tenía formación militar y había aceptado a enseñarles a manejar armas cuerpo a cuerpo a quien quisiera. Rick no había dudado en apuntarse, iba a necesitar entrenar para no cagarla con el sable que había pillado en la salida. Nada le impedía dar tajos, pero si quería tener alguna oportunidad con lo que había fuera no bastaría con eso.

Aquella tarde habían estado entrenando unos cuantos como de costumbre, aunque luego de un rato solo quedaron Kalna y él. Todavía tenían algo de tiempo y aguante, así que decidieron seguir con la clase un poco más en el patio. El neoyorquino buscaba leer a su rival para saber qué iba a hacer y actuar en consecuencia y algo de postura sabía teniendo en cuenta el retroceso de las armas de fuego con las que tenía práctica, aunque aquello fuera un peso bastante distinto. Con más esfuerzo tal vez llegaría a poder defender al resto, aunque de momento la libense le ganaba de calle en todos los combates que hacían.

-Vale, yo por hoy ya no puedo más- dijo cansado por todo el esfuerzo mientras recogía el arma del suelo, la libense lo había desarmado con su último movimiento terminando el combate. -No se si vamos a poder llegar a tu nivel algún día, pero me conformo con saber defenderme lo suficiente pronto. ¿Llevabas mucho entrenando, no?- comentó, preguntando por curiosidad. Ya les había contado que era militar, pero no le sonaba haber escuchado desde cuando había estudiado para ello.

De haber sido otro día, simplemente habrían terminado el entrenamiento y se habrían puesto a hacer tiempo hasta la cena, pero Rick llevaba un tiempo dándole vueltas a una cosa que quería hablar con ella. Y tal vez ahora era el momento para ello. Ya una vez el patio estuviera recogido, el neoyorquino dijo: -Por cierto Kalna, te quería preguntar sobre un par de cosas. Si te viene bien ahora, claro.-

Si alguien le hubiera dicho a Kalna que iba a tener que enseñar a usar armas a unos cuantos hombres unos días antes, esta se hubiera reído a gusto. Ahora que estaba pasando, solo podía resignarse a ello. Tenían que aprender o morirían ahí fuera, había quedado claro el segundo día. Además, ¿quién podía decir que había sido capaz de enseñar a hombres? Era un reto, uno que iba a aceptar con ganas. Se conformaba con que aprendiera lo básico: agarrar el arma, la manera correcta de colocar los pies para poder mantener el equilibrio, movimientos simples pero eficaces. No necesitaban saberse manuales de lucha de memoria, solo lo necesario para sobrevivir, y si hacía falta repetir las cosas mil veces lo haría. Tenía paciencia de sobra en ese sentido, y es que ella misma llevaba repitiendo todo aquello durante tiempo de sobra.

Tampoco les culpaba de que se cansasen antes que ella, y si alguno, como Rick en esa ocasión, quería quedarse algo más de tiempo lo aprovechaba. Para las clases había optado por una espada corta, ya que le permitiría enseñar técnicas a Abel y a Rick, que había optado por el sable. Además pesaba menos que la bastarda, y con el dedo roto cuanto menos forzase mejor. Incluso con ese hándicap, era fácil desarmar al resto.
—Prácticamente desde que podía levantar un arma. Pero no vais tan mal para llevar un par de días.
Antes de eso había habido armas de juguete, y luchas de mentira con su hermana, pero nada serio. Su Madre, sin embargo, siempre había esperado que ella siguiera sus pasos en el ejército, así que la había preparado desde que había sido posible. Nunca había visto nada de malo en ello, ni sentía que se hubiera perdido nada por ello: era lo que se esperaba de ella y no había habido más opción.

Recogieron las cosas, pero esa vez Rick parecía más pensativo de la cuenta, y no tardó en decir que quería preguntarle unas cosas. Alzó una ceja de manera instintiva antes de volver a su cara más neutra.
—Claro. Dime, ¿qué quieres preguntar?

Sí, tenía sentido que fuera tanto tiempo. Estaba claro que la libense había entrenado mucho para llegar a ese nivel. (¿Será algo así como los espartanos? Desde luego me recuerda un poco a ellos si ha aprendido desde pequeña)- pensó imaginándose los posibles motivos para aquello. Sabía que era noble, pero de no sabía la situación en su mundo. ¿Estarían en guerra? ¿Habría alguna amenaza ambiental? A saber. Eso sí, si llevaba todos esos años, sin duda no se había equivocado en preguntarle al respecto. El cumplido le sacó una sonrisa, seguido de un: -Gracias- Se estaban esforzando mucho en seguir las clases y no venía nada mal para subir el ánimo después de varias palizas.

Asintió cuando Kalna aceptó y, acomodando la espalda en una de las paredes del muro, empezó a contar: -Pues quería preguntarte sobre tu formación militar. En La Tierra incluye mucho más que saber manejar armas y combatir, imagino que en tu mundo será parecido, ¿no?- Sin muchos más rodeos, fue al motivo exacto de aquella conversación: -El caso es que me gustaría aprender algo de estrategia, nos podría venir bien ahí fuera y pensaba que sabrías algo del tema- Aunque tuviera ganas, entendía la carga adicional que podía ser para la libense después de todo el día de entrenamiento. Con un gesto de la mano para quitarle un poco de importancia, añadió: -Por supuesto si tienes tiempo y te apetece, claro. Ya haces mucho con las clases de armas.-

Como toda respuesta a su agradecimiento hizo un leve gesto con la cabeza, que a penas podía considerarse un asentimiento. Que se estuvieran esforzando y para ser gente que nunca antes se había acercado a un arma no estaba mal, pero estaban lejos de llegar siquiera a unos mínimos que ella consideraría aceptables. Había aceptado el reto de entrenarles, pero no por ello iba a tratarles con algodones y a darles premios por el esfuerzo. La única recompensa que habría era que ellos mismos irían mejorando, y no debería hacerles falta más.

Su percepción de la Tierra se iba moldeando cada vez que descubría cosas nuevas, y aunque había muchas que le resultaban totalmente contrarias a como se había criado, lo que en aquel momento contaba Rick no distaba mucho de cómo funcionaba el ejército en su propio mundo.
—Sí, aprendemos estrategia y nociones básicas sobre heridas y como tratarlas, entre otras cosas.
Alzó una ceja ante lo directo que había sido con la petición, pero no por verlo como algo malo. Kalna nunca había sido de muchos rodeos a la hora de comunicarse, y casi apreciaba que se dejara de vueltas y fuera al grano.

«¿No vas a traer la libretita para tomar notas?», pensó con cierta sorna. El chico no se había equivocado con la deducción de que era a quien preguntar, desde luego, a sí que a lo mejor sus apuntes estaban sirviendo y todo.
—No sé cómo de útil será, teniendo en cuenta que los seres que hay aquí no tienen un comportamiento…lógico —por decir algo, y eso sin entrar en lo de atravesar paredes—, pero no me importa explicarte algunas cosas.

El neoyorquino sonrió a la afirmativa de la libense. Asintió y respondió con sinceridad: -Muchas gracias.- No tenía motivos para dudar de que Kalna fuera a negarse, pero era una posibilidad que había asumido antes de decidir preguntarle y que, aunque no lo diría, le habría preocupado de que acabara pasando. La misión que se había impuesto él mismo de buscar que todos estuvieran preparados y a salvo, sin que se diera cuenta, pesaba un poco más cada día. Cada acercamiento con cada uno de sus compañeros sumaba y, aunque aún era muy pronto, ¿quién sabía hasta que punto llegaría su responsabilidad? ¿Qué pasaría en un momento como el de días atrás, llegaría a hacer alguna temeridad esta vez con mucha menos suerte? ¿Podría soportar que aquello acabara mal? De momento todas esas dudas no habían aparecido claras, pero era cuestión de tiempo.

Para los entrenamientos Rick acostumbraba a dejar su libreta arriba en su habitación y, como no quería hacer esperar a la libense, decidió tirar esta vez de memoria para quedarse con la lección. Ya las pasaría luego por si se le olvidaban los detalles, pero confiaba en sus facultades para seguir la clase.

Sobre lo otro que comentó Kalna, algo había pensado. -Justo por eso me interesa. Ya con el otro día me ha quedado claro que no podemos fiarnos de lo que hay ahí fuera ni sabemos de qué son capaces- empezó cruzado de brazos, algo serio y con la mirada algo gacha al recordar como hasta algo tan "pequeño" como los colaespinas podían ser mortales. Habían sobrevivido de milagro, tanto a eso como a lo que vino después. -Si hay alguna forma de usar el entorno a nuestro favor o adelantarnos lo suficiente para que no nos pillen desprevenidos, por difícil que sea, me gustaría aprender- confesó decidido, volviendo a mirarla. -(Y si no, al menos nos ayudará si no nos queda otra que luchar)- terminó pensando, aunque prefería quedarse en prevenir los problemas.

-Cualquier cosa será útil- terminó, pasándole el turno de palabra con un pequeño gesto de la mano. Estaría atento a lo que le enseñara, por complejo que pudiera ponerse.

Que Rick fuera tan educado como para agradecerle que hiciera algo que en realidad les vendría bien a todos le arrancó una sonrisa de autosuficiencia a penas perceptible. Sabía bien que de los que estaban allí era la mejor preparada, y que podía negarse perfectamente, por lo que agradecía aquel respeto. No es que fuera a negarse a darle una información que sabía que podía mejorar las posibilidades de enfrentarse a las pruebas, por supuesto, pero no podía evitar sentirse más cómoda cuando el otro no exigía nada sino que lo pedía con educación. Sentía que no se había equivocado con él al haber valorado su actitud cuando habían salido persiguiendo a Serena, aunque tenía las sospechas de que sus motivaciones para aquello habían sido diferentes.

Escuchó en silencio y con paciencia lo que el humano tenía que decir, juzgando en silencio (aunque de manera positiva) sus palabras.
—Precisamente el entorno es importante, pero —hizo un movimiento con el brazo que pretendía abarcar toda la ciudad—lo tenemos totalmente en contra. No conocemos esto, no sabemos por donde movernos, no sabemos por dónde se mueven los enemigos…Ni siquiera sabemos si estamos seguros del todo en el torreón, porque hay cosas que atraviesan paredes.

No pensaba mentirle, o decirle que todo sería más fácil si le enseñaba una teoría que no valía contra monstruos que no seguía razonamientos inteligentes y se echaban a llorar en medio de la calle.

»Lo ideal sería empezar por conseguir un mapa y memorizar dónde hay calles sin salida, las vías más rápidas para volver al torreón… —no es que ella no quisiese enfrentarse a los retos que le ofrecía la ciudad directamente, todo lo contrario, pero no podía evitar pensar en el lastre que resultaban sus compañeros en ese sentido por el momento —No estáis preparados para luchar contra nada peligroso ahora mismo.
«Y yo estoy herida».

—Podemos empezar por intentar hacer el mapa nosotros, pero para eso tenemos que explorar la ciudad y puede ser peligroso. Aunque podemos ir marcando lo que conocemos y dónde estaban las criaturas que hemos ido encontrando y sean evitables.
Más que en los colaespinas, a los que no creía que pudieran evitar eternamente estando el punto en el que les dejaban la comida mucho más cerca que el anterior, Kalna pensaba en los pájaros del faro. Allí no sacaban nada volviendo, más que volver a estar en peligro.

Escuchó la opinión de su compañera, sopesando cada palabra -Sí... Eso es todo un problema, la verdad- le dio la razón pensativo. Acababan de llegar al fin y al cabo, no habían explorado casi nada del lugar y entre el estado ruinoso de las calles y todos los peligros que podían encontrarse, no era demasiado factible salir para reconocer el terreno muy lejos del torreón. Menos ahora que sabían que algunas cosas ahí fuera podían tener el mismo poder que la sombra esa. Le costaba no estar en guardia todo el tiempo dentro del refugio, por si en cualquier momento aquel ser decidía visitarlos de nuevo. Estaban bastante jodidos, aunque quería confiar en que algo podrían hacer para estarlo un poco menos al menos.

-(Un mapa)- Les vendría bastante bien, pero a saber dónde podían encontrar uno. Al chico le parecía un buen comienzo y con lo siguiente que dijo la libense estaba de acuerdo. De algunos como ella o Connor todavía podía dudar, pero el resto no tenía demasiado entrenamiento como para plantar cara seriamente a algo. Sabía de pistolas, pero ni se había visto en la tesitura de usarla contra un peligro real ni tenían una en la armería para empezar. Rick asintió, añadiendo: -Cierto, aunque aún si lo estuviéramos tampoco tengo claro que nos convengan enfrentamientos directos mientras podamos evitarlos. No es que tengamos muchos recursos para curarnos si algo sale mal.-

El neoyorquino consideraba que, de tener que luchar, o era un último recurso si no podían escapar o bien debían tener todas las ventajas posibles antes de que las bestias hicieran su primer movimiento. Su idea era minimizar los daños, ya solo con las del día anterior habían tenido un quebradero de cabeza para tratarlas. Menos mal que dentro de lo malo la mayoría había sido superficial. La peor parte se la llevaron ellos dos, Kalna sobre todo. Con disimulo echó una rápida mirada al dedo entablillado de la chica. -(No estamos preparados, pero ahora mismo tampoco estamos en condiciones para ello)- pensó. En los entrenamientos que la llibense tuviera un dedo roto no le había impedido que les ganará con mucha soltura, ¿pero contra los monstruos de ahí fuera sería igual? Estaría más tranquilo en cuanto todas las heridas del grupo se curaran, pero de momento andaba preocupado.

Rick sonrió con la propuesta que acababa de plantear. Iban a tener que estar más atentos aún cuando salieran, pero crear un mapa podía ser muy útil a la larga. -Buena idea. Cuando vayamos a por comida podríamos ir completándolo, o si tenemos que salir por algún otro motivo.- dijo mientras se retiraba del muro. -Si quieres puedo ir un momento a por papel y lápiz para empezarlo ahora-

Por mucho que quisiera negarlo, Rick tenía razón en que incluso si todos estuvieran preparados para el combate ir por la ciudad sin cuidado no sería una opción. No le tenía miedo a morir, pero ir a Rocavarancolia no tenía ninguna gracia no ya si no volvías con magia, sino si morías por las consecuencias de una herida en vez de en un combate épico.
—Sí. Esperaba que incluyesen algo en las cestas para poder curarnos, pero no parece que tengan la intención de hacerlo —Rägjynn había mencionado que en su mundo se podía curar con magia, pero tampoco parecían poder hacerla (y no tenían tampoco ningún hechizo que permitiera curar en el libro de cocina), y sin acceso a medicinas, o a simples vendas que no fueran trapos, la cosa sería difícil. Y precisamente Rick y ella se habían llevado la peor parte de aquel día, ambos sabían bien que debían ser cuidadosos.

»Pero tampoco podemos quedarnos aquí eternamente por evitar el peligro.
Habían encontrado un libro de hechizos en un sitio al que no hubieran ido nunca de no ser por la huida de Serena, ¿quién les decía que no hubiera más cosas así entre las ruinas? Igual encontraban catalizadores de los que habían estado hablando, o un libro más útil que el del faro, incluso podían encontrar ropa decente. Quitando los sitios que les habían dicho que estaban prohibidos, toda la ciudad estaba a su alcance, y algo interesante tendría que haber si que la explorasen era parte de la prueba.

Asintió ante la sugerencia de ir a por papel para empezar el mapa, mientras intentaba crear una imagen mental de las calles de la ciudad que podía dibujar sin miedo a equivocarse: las cercanas al torreón, el cementerio que partía la ciudad… «Todo es tan igual y ruinoso que cuesta distinguirlo».

-Vuelvo enseguida entonces- contestó una vez que Kalna estuviera de acuerdo y, sin tardar más, entró al torreón para buscar los materiales. Recordaba que durante la limpieza del primer día había encontrado alguna hoja y lápices en una de las habitaciones del que habían quedado libres, así que empezaría por allí. Con suerte todavía seguían en su sitio y sino tampoco pensaba que fuera demasiado complicado encontrarlos en otro lugar.

Aligerando un poco el paso, simplemente para no hacer esperar a la libense, el neoyorquino llegó a la habitación. -Vale, juraría que estaban en...- dijo para sí mismo buscando con la mirada el cajón exacto donde estaban guardados. -Aquí era- Rick se acercó a la mesilla y abrió el primer compartimento. Justo como había pensado, allí seguían. Cogió un folio y dos lápices, para que pudieran ir anotando ambos si hacía falta. Quedaba alguno más allí dentro y fue justo al mirarlos con más detenimiento que se fijó bien en los que llevaba, muy extrañado. No es que llamaran la atención precisamente, eran bastante sosos, pero por uno de los lados había algo en tinta negra que le resultaba muy familiar. Era incapaz de leerlo aunque quisiera, le habían quitado cualquier recuerdo de cualquier idioma terrestre... pero el resto de sus memorias seguían intactas. Por ello, las imágenes de amplias tiendas laberínticas y más lápices idénticos a aquellos le asaltaron la mente. A una suave carcajada le siguieron unas palabras de incredulidad en las que permeaba lo gracioso del descubrimiento: -No me creo que hayan sido tan cutres, ¿en serio?- Aquello tenía que enseñárselo al resto de humanos.

Con todo listo, bajó de nuevo en dirección al patio. En cuanto llegó a la entrada avisó a la chica: -Ya estoy- El neoyorquino se quedó en el marco de la puerta, más que nada porque de camino había pensado que fuera no sería el mejor sitio para ponerse a dibujar y escribir. -Creo que sería mejor hacerlo en la mesa del salón, no me fio de que si lo dibujamos apoyado en una pared o en el suelo vaya a quedar mejor que un churro- añadió indicando con el pulgar el interior del torreón para darle más énfasis.

Kalna estuvo de acuerdo, así que los dos pasaron dentro y Rick pilló asiento en una de las sillas junto a la mesa que solían usar para comer. Dejó el papel entre los dos y le dio uno de los lápices a la libense, tras lo cual empezó a centrarse en recordar las calles y lugares que habían recorrido por el momento. -Vale, para empezar podríamos poner el propio torreón. No es que sepamos cuanto se extiende la ciudad pero podríamos ponerlo...- comenzó a hablar, llevándose la mano libre al mentón mientras pensaba donde colocarlo, haciendo memoria del camino del primer día. -Por aquí, creo- terminó por decidir, haciendo un circulito en la parte derecha del folio. Miró a Kalna por si había pensado lo mismo, explicando un poco su razonamiento indicando con el lápiz huecos libres hacia el otro lado del papel: -De momento es por tener un punto de partida a falta de saber por donde queda el norte para orientarlo. Teniendo eso en cuenta el precipicio tendría que estar por aquí y más allá la plaza de la fuente y las mazmorras.- De momento no los había dibujado, no recordaba el camino exacto y no quería meter la pata. Esperaba que entre los dos consiguieran rellenar todo lo posible lo que sabían de momento.

Esperó en el patio a que Rick volviera, mientras le daba vueltas a cómo podían empezar el mapa. Recordaba con relativo detalle el camino de la prisión al torreón, ya que al haber ido llevando a Serena y siendo la última, había procurado fijarse en todos lados , preocupada por posibles pruebas. A medida que se alejaban hacia la zona de las cestas los caminos que recordaba se diluían, y de la ida o la vuelta al faro era incapaz de recordar nada, pues su estado mental en el momento no había sido el mejor para fijarse en calles que se antojaban igual de destartaladas.

Rick no tardó mucho en volver, con folios y unos lápices que eran tan cutres como el resto de cosas que tenían en el torreón, y sugirió dibujar el mapa sobre una mesa en vez de en el suelo. Aquello era desde luego la opción deseable, por lo que Kalna no tuvo problemas en aceptar y entrar al salón-comedor, donde se sentó en otra silla cerca del humano y del folio.
—Me parece bien, y si luego hay que añadir algo al otro lado podemos usar otro folio —a lo mejor podían unirlos de alguna manera, pero necesitarían algo para hacerlo.

Miró como Rick  iba señalando las zonas donde estarían los puntos más importantes que habían visto hasta el momento y que eran reconocibles, y como encajaban en su propio mapa mental.
—Sí. Me quedé bien con el camino hasta aquí desde la fuente, y creo que serían los sitios adecuados —asintió, mientras empezaba a dibujar la plaza en el mapa, seguida de las mazmorras.
Las calles hasta el torreón eran más difusas, y es que recordaba haber pasado por delante de callejuelas que no sabían a donde irían. Aquella ciudad era un laberinto, y les iba a costar tener un mapa preciso. Iban a tener que conformarse con lo que pudieran hacer.

—Lo que si que no recuerdo es cómo se llegaba al faro. ¿Te quedaste con algo del camino?

-Lo veo bien- contestó sobre la idea de usar otros folios por si se quedaban cortos. Tal como se preguntaba Kalna, Rick también pensó con qué podrían unirlos si hiciera falta. Encontrar pegamento o algo parecido no parecía precisamente lo más fácil allí y un rollo de fiso seguramente era más imposible aún. Al menos podía quitarle algo de prioridad en su cabeza. Ahora mismo solo era una preocupación a futuro, de momento con una sola hoja iban bien.

La libense dio el visto bueno a la colocación inicial del torreón, la plaza y el barranco y empezó a añadir el segundo al mapa junto con las mazmorras. Lo bueno de ser dos es que podían ir dibujando las partes que ambos estaban seguros, así que Rick fue adelantando la zona del precipicio. Recordaba donde estaba  pero de lo que no estaba seguro era de lo larga que era. Al cruzar el puente no vio un final en ninguna dirección, así que no le extrañaba que partiera en dos la ciudad. -(¿Tan grande es Rocavarancolia?)- pensó. Iba a ser un problema si necesitaban explorar todo. Más aún si había bestias sueltas por ahí.

La pregunta le hizo parar, llevándose el lápiz al mentón. -El faro...- comenzó, dándose un par de golpecitos mientras pensaba. -La verdad es que de la ida no tengo nada claro, aunque no parecía estar muy lejos. Juraría que está en esta dirección.- dijo, señalando al final al este. Cuando corrías para evitar que tus compañeros se perdieran y con la tensión de que una sombra que atravesaba paredes volviera a atacar fijarse en el camino era algo complicado. Lo bueno es que la vuelta fue distinta.

-Creo que podría intentar dibujar el camino desde el faro, a la vuelta sí estuve más atento- siguió. Algunos tramos los recordaba bien, otros no tanto. Haría el esfuerzo mental de recrear el camino entero en su mente, pero no quería meter la pata si no estaba seguro. Marcó el faro más o menos por donde les sonaba que estaba y, antes de empezar a señalar las calles, miró a Kalna para preguntarle: -¿Te acuerdas de un poco al menos? Hay algunos tramos que tengo algo difusos, tal vez entre los dos podamos rellenarlos.-

Fue dibujando las calles que recordaba cerca de la plaza mientras Rick hacía lo mismo con el cementerio. No sabía como de grande sería, pero no le había visto final a ninguno de los dos lados cuando habían pasado por él. Tendría que tener un final, claramente, aunque si estaba lejos era posible que tardasen en encontrarlo o que no llegasen a hacerlo si conllevaba más peligro de la cuenta. A lo mejor si en algún momento encontraban más medios podían ir explorando más lejos del torreón cada vez, pero por el momento había zonas cercanas que no habían pisado, y por las que tal vez sería mejor comenzar.

Miró unos segundos a Rick mientras este pensaba sobre el faro, suponiendo que estaba más o menos como ella, cosa que no tardó en confirmar. Había sido una ida confusa, en la que importaba más no perder a los que corrían por delante que por dónde lo hacían en sí, y con el añadido del ataque de ser de oscuridad. No iba a culparle si no recordaba nada más que la posición del faro, y es que si ella no había sido capaz de mantener la calma en esa situación y recordarlo, ¿cómo iba a exigirle lo mismo a un hombre?

A la vuelta se había fijado en algo más del camino, pero también estaba distraída pensando en sus heridas, en el dedo roto y, sobre todo, en el libro de magia. Aún no habían conseguido hacerla, pero era parte de lo que le habían prometido que conseguiría en la ciudad, así que se había emocionado con ello. Era todo difuso, pero hacer aquel mapa podía ayudarles, y no quería dejar en blanco aquella zona.
—Puedo intentarlo, sí.
Se forzó a recordar lo máximo posible, las direcciones en las que habían girado, si en algún punto había reconocido alguna calle. No dibujaría nada hasta ponerlo en común con Rick, por si se había equivocado en algo, pero entre los dos era posible que sacasen un camino relativamente preciso desde el faro hasta el torreón.