Torreón Letargo (Archivo IV)

Recuerdo del primer mensaje :

-Uffff, menos mal que llegamos, este tío no se vuelve ligero por momentos,- digo llegando al fin frente al torreón,- que alguien busque la puerta entre toda esa maraña de plantas.- dejo el cuerpo de Ozzchreanos en el suelo y segundos después encuentran la puerta.- Yo entraré sola, no quiero peros,- digo mientras compruebo la expresión que empezaba a formarse en sus caras,- Si he de pelear puedo protegerme a mi misma, si venís vosotros ahora mismo solo me estorbaríais. No os preocupéis, estaré bien, en cuanto vea si es seguro os pego un grito.- Voy a entrar pero antes prefiero repetirles una cosa,- No me sigáis,- digo en tono de orden.

Sin esperar mas me adentro en el torreón en completo silencio. Lo primero que me llama la atención es la ingente cantidad de polvo, <<Joder, ni en los barracones estaba tan sucio, y mira que nos encargábamos de ensuciar ¿eh?>>. Lo segundo que me llama la atención es algo escrito en la pared, "estamos rodeados". <<Sí, si que vamos a estar rodeados, de porquería hasta que no limpiemos>>. Me acerco con cuidado a ese mensaje y lo borro, no quiero inquietar a los demás, y desde luego no el primer día.

Abro una puerta que casualmente da a una especie de patio, que seria bastante bonito de no ser por la estatua que esta en el centro. <<En esta ciudad tienen un sentido del gusto encantador>>. Más allá hay mas puertas que al abrir veo que llevan a las letrinas. <<Bueno, al menos tenemos algún lugar donde hacer nuestras necesidades, pensé que tendríamos que hacerlo en el foso>>. Casi al irme veo lo que parecen ser unas tumbas, me acerco y compruebo que realmente son eso. <<Gente que murio aqui, yo no pienso cavar tumbas>>.

Vuelvo al torreón y aseguro el primer piso mirando en lo que parece ser una cocina. Subo al primer piso lentamente por las escaleras, tratando de no hacer ruidos, veo varias puertas y las escaleras que dan al segundo, miro en cada puerta y todos parecen despachos o cosas parecidas, me sorprende lo revuelto que esta todo allí. La ultima puerta que abro me pone de buen humor, hay una bañera.

Sigo subiendo y veo dos puertas, al abrir ambas veo dos habitaciones comunales con unas cuantas camas en un estado mediocre. <<Mira, cada vez se parece mas a los barracones, de lo malo un sitio en que dormir>>.

Subo al último piso ya sin tanto cuidado, si no ha habido peligro hasta ahora dudo que vaya a haberlo ahora. El último piso resulta ser una sala de entrenamiento, algo que me vendrá bien a mi y a los que quieran entrenar conmigo <<Bueno, y a los que no quieran también, por que de este torreón no salen si no es conmigo o entrenados>>.

Bajo ya sin cuidado y abro la puerta.

-Ala podéis pasar, no hay nada peligroso, a excepción de las arañas que hay un huevo y más.- les digo tratando de comprobar cuan valientes son,- Bienvenidos a vuestro nuevo y sucio hogar, iros acostumbrando por que hasta que no limpiemos seguirá así, hay habitaciones, una cocina, un patio, baños, una bañera, una sala de entrenamiento y.....-dejo pausa para darle emoción- arañas, así que aprended a convivir con ellas,- y me alejo riéndome en busca de un cubo para empezar a limpiar. Pero cuando doy dos pasos me acuerdo de Ozzchreanos y salgo a por el, lo levanto y lo dejo tumbado en un sofá.



P.D.: No ha examinado los sótanos por que no se ha fijado en las escaleras, asi que el que se fije que avise o algo ^^

Marsi se había puesto a repasar la libretita tirada en su cama nada más llegar. Le habría gustado hablar más con los macieleros y compartir información, a pesar de lo incómoda que se sentía rodeada de tanta gente y tan rara, sobretodo el chico de la sonrisa inquietante. Le entró hambre, por lo que bajó a la cocina a por un bocadillo y allí se encontró a Ozz, comiendo tranquilamente, y a sus compañeros discutiendo. Oir hablar a Surásara le hizo hervir la sangre, pero antes de gritar miró en dirección a Akasha, que jugaba con una rama de algo.

-Creo que lo que estás haciendo no es justo, Sura- le dijo seriamente- Has tomado una decisión por tu cuenta sin consultar a nadie, estas menospreciando el trabajo de los demás. Yo también le bajo la comida a Ozz, intento hablar con él a veces, ayudo a limpiar su celda... Pero lo más importante; Akasha tiene miedo. ¿Es que no lo ves? Ella fue la que estuvo a punto de ser violada, ¿crees que estará cómoda sabiendo que Ozz está suelto y que sigue sin dar muestras de humanidad?- Miró a Ozz fijamente, tan calmado como el primer día- Míralo, es como una máquina.Le damos combustible y hace las cosas que alguien que no conocemos le mandó hacer. Todos los días.

Ozz se levantó y se fue al sótano, y Marsi lo siguió. Neith y Talento casi habían terminado de limpiar, muy a regañadientes y lanzando maldiciones contra Sura. Marsi metió en la celda una escupidera de latón y cerró con llave. Subieron los tres.

-Lo que has hecho ha sido cruel. No eres la líder aquí, nada te da la autoridad a hacernos a todos los demás vivir con miedo. Ozz me da miedo, y no voy a dormir tranquila si lo veo dando vueltas por el torreón.

Marsi estaa enfadada, triste y aterrada. Sura había actuado sin consultar, y lo peor es que parecía totalmente convencida de que estaba haciendo lo correcto. Había acallado a los demás como si sus palabras no importasen. Era la más fuerte del grupo, podría hacer lo que le diese la gana por la fuerza, y era la única que podía parar a Ozz si se decidía a repetir su intento. Aquello le había sentado a Marsi como una traición. Las clases y la presencia de Sura le habían proporcionado seguiridad, pero de nuevo volvía a sentirse en peligro en su propio refugio. Le sostuvo la mirada a la ulterana unos instantes y luego se fue al salón, donde abrazó a Akasha.

Mientras retorcía la tela del sofá, por desquitarme con algo, los demás siguieron hablando, discutiendo. Lo último que dijo Sura sobre que ella lo hacía todo fue la gota que colmó el vaso <<Loca, otra más>> Por suerte, Lhelian se me acercó para bromear sobre futuros usos de la magia.
-Sí, que pobre sofá. O bien dejo sordos a los cojines o bien le retuerzo las orejas...

Marsi fue la que más sensata me pareció, y menos mal que habló. Joder, hasta Álvaro le había dicho cuatro cositas a la ulterana. Si con lo de Marsi no se retractaba, la consideraría otra loca. La pega es que Sura era la que podía con Oz, la que nos enseñaba a defendernos... Y claro, era ella la que lidiaba con todo lo referente a él... Bah. La idea de Lhelian era buena y me animaba a seguir con la magia, aunque Sura pudiera realizarla, si yo lo lograba antes tendría ventaja sobre ella. Y cualquier otro como Oz o Yrf.

Por suerte, el ochrorio no respondió <<Que te den, Sura, ahí tienes a tu "buena-voluntad-Oz" bajando a su querida celda. Si quisiera cambiar, disculparse o algo, lo diría, idiota>> pero me callé. Marsi volvió y se quedó junto a la pobre Akasha, que apenas se había manifestado. <<Tenía que bajar Sura y quedarse en la celda con Oz>>

Entonces, por hacer algo, además de que tenía hambre, me dirigí a la cocina.
-Deja sitio, que yo voy a hacer la comida. Y quien quiera puede ayudarme, excepto tú, que puedes ir a hablar con Oz. Quizá te responda.-dije a Sura, arisca.

De inmediato me arrepentí, pero seguí con la cocina. Junto a los platos de carne y verduras, añadí un cuenco con rebanadas de pan con la miel daeliciana y queso, otros sin la miel. De remate, otros cuencos con fruta pelada y cortada.

-A ver si podemos comer tranquilamente en familia.-dije, intentando animar a los demás mientras poníamos la mesa. Aunque si como grupo íbamos mal... Como familia peor. Pero era una palabra como más poderosa que grupo, así que quizá repercutiese de forma más poderosa en los demás.

Luego, si todo iba bien, volvería con Lhelian y el libro de magia.

-Miedo...- susurro. <<Si ese chico os da miedo es que no conocéis el verdadero terror. Todos están en contra mía, así no conseguiré nada, y cuando quiera ayudarlos no querrán mi ayuda, tengo que arreglar esto. Podría imponerme por la fuerza, pero esa no es la solución>>. Barajo un par de opciones mas y al final me decido por mentir.- Lo siento,- digo con voz arrepentida, <<Otra vez las lecciones de mi maestra me van a servir, le debo demasiado>>. Me habían enseñado a fingir para misiones encubiertas y ahora me aprovecho de ello.- No se que me ha pasado,- me derrumbe sobre una silla,- es que.... ver a ese chico todos los días encerrado sin poder salir..... he sentido pena por él, y no me paré a pensar lo que los demás pensaríais u opinaríais. Lo siento.- me disculpo con Akasha,- no pensé en ti, solo quería quitarme el sentimiento de culpabilidad de encima y no he hecho mas que aumentarlo. Por favor perdonadme,- me inclino en señal de disculpa y me aparto para dejar a Alice cocinar. Compongo una expresión dolida ante sus palabras y salgo de la cocina para darme un baño.

Me relajo mientras estoy en el agua y pienso en mis siguientes pasos hasta que llaman a cenar. Bajo tras secarme y peinarme y como en silencio con la mirada gacha.

Al parecer daba igual lo que le dijeran a Surasara, seguía manteniendo su palabra al punto de que incluso tras escuchar las palabras de Alvaro y Marsi siguió diciendo que su decisión de decirle a Ozzchreano de sacarlo era buena. Lo que menos le gusto fue las cosas que dijo y el modo en que las dijo, infravalorandolos a todos y tomando decisiones por su cuenta sin tener en cuenta sus opiniones. "Transmite superioridad en cada una de sus palabras" pensó disgustado por aquello, decidió no intervenir y seguir concentrado en su libro. La siguiente vez que levanto la vista Alice estaba preparando la comida, Ozzchreano había vuelto a la celda, Marsi estaba con Akasha y Sursara estaba disculpándose por su comportamiento anterior, algo que hizo que Dhelian la mirara con detenimiento, no sabía por que pero no creía su disculpa, tal vez porque le había disgustado sus palabras anteriores. Alguien que no toma en cuenta opiniones de otros, mostrando superioridad y de un momento a otro cambia a alguien sumiso, era porque algo quería conseguir. O al menos así eran sus hermanas cuando eran mas pequeñas y querían algo que sus padres no querían darle, sino lo conseguían de una forma se hacían las buenas y sumisas hasta conseguirlo. Dhelian prefirió cambiar su foco de atención agradeciéndole con una sonrisa a Alice cuando vio que había preparado comida y que se acordó de echarle miel.

-Gracias por la comida Alice- dijo sonriendole ampliamente comiendo lo que había preparado. Cuando terminó volvió al sofá con el libro y miró a Akasha que seguía con Marsi y buscando tranquilizarla y que olvidara el mal rato que habían pasado decidió preguntarle sobre lo que había ido a pedirles antes a ella y a Alice- Akasha, recuerdo que estabas a punto de pedirnos un favor, ¿puedo saber de que se trataba?- pregunto hablando en un tono realmente suave y relajante, sentado en el sofa con el libro sobre sus piernas

Akasha, que no hacía otra cosa que mirar al suelo, no escuchó las palabras de Kora, Surásara, Álvaro, Alice o Marsi. Solo cuando esta última se aproximó a ella y le pareció sentir algo fuera de lugar, algo que no había esperado en la escena, giró ligeramente la cabeza para descubrir a la varmana rodeándola con los brazos. Por unos instantes le recordó a su madre, reprimió una pequeña lágrima que pugnaba por liberarse y dejó de agitar el helecho.

-Gracias.-le dijo a Marsi en voz baja. Todo el mundo necesitaba un gesto así en el momento adecuado, y no había podido haber mejor momento que ese.

Había pasado de animar a la gente a ser la necesitada de ánimos en menos de un par de semanas. Pero eso no le molestaba: lo encontró creíble. Al fin y al cabo, no era más que una chica de campo, de vida simple y exenta de riesgos, en un entorno desconocido y marcadamente hostil. Cuando tuvo la oportunidad ante ella se vio preparada. «No estaba preparada.» pensó, «Y nunca nadie debería estarlo.»

Cuando Sura se disculpó, la campesina, todavía bajo el abrazo de Marsi y ajena a sus verdaderas intenciones, dirigió una sonrisa en su dirección, dando a entender que no importaba. Se había puesto un poco nerviosa, pero no estaba enfadada con ella.

El resto de sus compañeros se reunieron poco a poco en el salón mientras Alice se prestaba al trabajo de cocinera del día. Cuando terminó, se ofreció a ayudar con la mesa, y las palabras de la chica -«A ver si podemos comer tranquilamente en familia.»- consiguieron arrancarle una pequeña sonrisa.

Cuando la cena terminó, tranquila y sin incidentes, todos volvieron a sus tareas habituales. Akasha, por su lado, continuó observando a Lhelian mirar su libro. La niña daeliciana la sorprendió recordándole su propia pregunta, que en los más de tres intentos a lo largo de su estancia en el torreón todavía no había sido capaz de formular. La chica se levantó del brazo del sillón y, tras mirar detenidamente a su interlocutora y después a Alice, formuló una simple duda.

-Eh... ¿las dos sabéis leer?-preguntó, señalando los libros de la biblioteca.

Lo último de Sura no consiguió más que darle fuerza a su clasificación en el grupo peligroso-loco. No dije ni hice nada al respecto, no iba a conseguir nada de mi parte a través de algo tan ruin como disculparse repentinamente y poner cara de pena. <<Por favor>>

Al rato, acabamos la comida y, tras recogerlo todo, la daeliciana y yo volvimos con el librito. Lhelian preguntó entonces a Akasha, recordándome que, en efecto, antes nos había empezado a hablar. Y la ochroria respondió con otra pregunta. La primera reacción fue musitar un natural "claro", el cual lo fui bajando de volumen al darme cuenta de las implicaciones de la cuestión. <<No sabe leer... Pues le enseñamos>> Asentí con una sonrisa y la cogí de la mano para que se sentara con nosotras.
-Sabemos, sí. Ven, anda. Si quieres, podemos turnarnos e ir enseñándote. ¿Quién se apunta?-pregunté a los demás, mientras cogía mi libreta <<Esto es más importante que la magia>> y escribía en ella las vocales por un lado y consonantes por otro.

Las palabras de Surásara me hicieron mirarla con una cara de absoluta incredulidad. "¿De verdad te acabas de agenciar mi trabajo como logro solo tuyo?" Estaba a punto de responder al ataque de la chica ultreana cuando al escuchar las respuestas de todos los presentes decido no meter mas leña al fuego por lo que continuo disfrutando de como intentan comerse a la chica.

Los días tras la visita a los otros cosechados acabaron llenando mi vida de una monotonía a la cual no estaba acostumbrada. El estudio de los que intentaban hacer magia me interesó los cinco primeros minutos. Justo hasta cuando me enteré de que hacia falta cortarse para iluminar esas piedras. Hice un pequeño corte del cual una azulada sangre brotó unos segundos y, tras intentar leer uno de esos hechizos estúpidos, acabé haciendo practicas de lucha en la parte superior de la torre con los muñecos raídos.

Aprovechaba cualquier tipo de salida para despejarme del ambiente de la torre. Sobre todo si era necesario ir a por comida dado que la falta de dulce ya comenzaba a pasar factura a mi pobre cuerpo. No sabia decir muy bien el por qué exactamente pero, comenzaba a notar que la miel que comía estaba empezando a no satisfacer mis ansias de dulce. Cada día iba necesitando mas y, los botes por ello cada vez iban siendo mas insuficientes.

Un día memorable de las veces que salimos fue, sin lugar a dudas, el día que salimos a la biblioteca. No era un lugar con mucho interés para mí por su contenido pero, podría sacar algún que otro dato importante del lugar. Allí conocimos a un extraño hombre que, al parecer, decía ser el bibliotecario y por lo tanto, era el encargado del lugar. Pude hablar poco con él puesto que tras llamarme muy sutilmente inculta se diluyó en el aire. De aquel lugar saque, aparte de un millón de preguntas, un libro que hablaba sobre animales del lugar. El libro podría considerarse una reliquia pero, al menos me parecía interesante intentar buscar algún otro tipo de alimento por si nos cerraban el grifo de las cestas en algún momento. Cosa que a nadie parecía haberle preocupado nunca al no comentarlo.

Los primeros primeros mortecinos rallos de sol impactan sobre mi cara haciéndome hundir la cabeza para pegarla a la espalda de mi compañera pudiendo vaguear una media hora mas en el sillón. El movimiento de las chicas me hace gruñir como todas las mañanas y levantarme del sofá en dirección al pozo. Tras lavarme la cara, me dirijo a la cocina para hacer mi desayuno y, tras rebuscar los trozos de pan y ponerlos a tostar hago dos bocadillos de miel con queso y los devoro en la cocina rechupeteandome los dedos al final. -Os he preparado un par de rebanadas de eso por si queríais desayunar algo. Deberíamos pasarnos por las cestas a buscar algo de miel.- Hago una pausa para re lamerme un poco que tenia en los labios y continuo hablando. -Bueno y así de paso cogemos mas pan de ese que nos gusta y queso. Bueno nos lo traemos todo y así cuando vengan los otros pues les podemos servir algo sin que nos duela demasiado.- Digo francamente.

-¿Alguien se apunta a una excursión express de que pase un rato?-

La pregunta que les realizo Akasha le dejo un poco desconcertado, pues era evidente que sabían leer aunque ese no era el idioma con el que nació si era el que le había entregado la ciudad. "¿Acaso a ella la fuente no le proporciono el conocimiento para poder leer también?" se pregunto en su mente de forma bastante inocente y confusa. No fue hasta que vio como Alice se disponía a ir enseñándole el vocabulario que capto el significado de la pregunta, lo que hizo que sus mejillas se tiñeran de un tono morado mas oscuro que su piel ante sus despiste. Así que intentando que no se notase su fallo decidió ayudar también a la chica, dándole especial importancia la pronunciación, estaba cansado de que siempre que el resto hablara sus voces sonasen tan toscas.

Eso fue lo que hizo durante esos días, enseñar a Akasha a leer de una forma lenta y tranquila con ayuda de Alice, pero sin dejar de lado su fanatismo por el libro de magia pues sentía que estaba acercándose por fin a conseguir algo. Esos días, tal vez debido al agotamiento mental de  intentar realizar los hechizos del libro o aprenderlos mejor dicho, conjunto a los entrenamientos que hacia, sintió que la miel que iba tomando en cada comida le era insuficiente. La miel de los botes se terminaba a una velocidad asombrosa entre Kora y el, así que la necesidad de tener mas era cada vez mayor. Aunque igual el hecho de solo tener miel como dulce resultaba bastante cansador. Algunos días después como habitualmente pasaba, el sonido del grupo empezó a despertarlo aunque fue finalmente un movimiento brusco de Kora, haciendo que por poco se cayera del sofá, el que termino por despertarle. Soñoliento y con el pelo echo un caos, al menos la peluca que cubría su verdadero cabello y en cierta forma su real personalidad. Levantándose fue al pozo a refrescarse y aprovechando para peinarse el cabello rojizo antes de volver a salón para colocarse las plataformas a tiempo de escuchar las palabras de Korasihanna. Postergaría el baño para después, cuando volvieran.

-Yo me apunto a ir, la miel esta escaseando mucho últimamente, apenas nos queda un solo bote y si vamos muy tarde, tal vez aparezcan criaturas como ocurrió con el otro torreón - dijo cuando fue a la cocina a comer su desayuno y se encontró que ya solo quedaba uno. Tras desayunar volvió al salón para colocarse en la cintura la riñonera de donde sujeto las dos sai, que aun estaba en proceso de aprender a usarlas. Con una sonrisa al recordar lo que había estado estudiando esos días se acerco a Korasihanna- Por cierto Korasihanna, he descubierto algo bueno entre los hechizos, un hechizo térmico, si conseguimos realizarlo podríamos calentar nuestra ropa o el agua de la bañera sin necesidad de ir subiendo cubo por cubo. Baño de agua caliente, ¿no seria algo bueno? - solo de pensarlo se sentía todo feliz, ese hechizo y el de levitación era los que había estado aprendiendo las palabras y los gestos pero sin éxito alguno aun, era una autentica pesadez subir cubo por cubo para la bañera y agotador también aunque ya empezaba a acostumbrarse a fuerza de hacerlo a diario.

Marsi le dedicó una pequeña sonrisa a Akasha en respuesta a su agradecimiento. Le sorprendió que la chica no supiera leer, ya que ella no había conocido a nadie en su entorno que no supiera algo tan básico, y aunque era hija de una institutriz, se consideraba negada para enseñar algo a alguien, por lo que dejó que Lhelian y Alice se ocupasen.

Pasó los días siguientes en una estricta rutina. Se levantaba para entrenar bien temprano, siguiendo las indicaciones de Sura, aunque después de la comida solía pedir voluntarios para pelear cuerpo a cuerpo o con armas de madera, para que no dependiera en la ulterana todo su entrenamiento. Ayudaba en todas las tareas que podía, ya fuera de limpieza, cocina o lo que fuera. Se obligaba a involucrarse un poco más con Ozz, no porque le importase o porque le hubiese dejado de dar miedo, sino por la seguridad que le daba tenerlo más vigilado, incluso le había bajado sus escudos, los que había usado en una ocasión. La comida no escaseaba, pero trataban de estirarla todo lo que podían. Salir a por cestas no era precisamente una tarea grata, y cuanto menos tuvieran que salir, mejor. Lo único que se acumulaba eran unos sobres de algún engrudo incomible que iban reservando en una cesta aparte, como si estuvieran castigados, algunos bollos que se ponían duros antes de que pudiesen acabarlos, que Marsi había usado en una ocasión para hacer un dulce con ellos y la miel y no desaprovecharlos, y por último los botes de saltamontes. Marsi había comido insectos en más de una ocasión, pues las buenas familias los incluían en el menú de sus fiestas, pero los demás no parecían muy por la labor de probarlos. << Son comida, no sé que les ven de malo...>>

Acababa de refrescarse después de un entrenamiento cuando oyó a Kora proponer una excursión. Su boca se curvó en una media sonrisa y buscó su libro de mapas para dárselo a la daeliciana.

-¿Qué te parece una salida un poco más interesante?- dijo señalando un edificio en el área de Letargo- Debe ser un edificio bajo, porque no se ve de lejos, pero podemos ir a echarle un ojo. Luego pasamos a por las cestas si quereis. -propuso

Aunque no lo reconociera, le había cogido el gusto a las excursiones, y se había encaprichado con ese edificio después del éxito que habían tenido con la biblioteca.

Los días siguientes pasaron entre clases con Sura, clases sin Sura, clases de lectura (con Akasha e interpretación de los libros) y "clases de magia". Si es que a estas últimas se las podía llamar así, porque avances como tales eran nulos. Por el lado bueno, estaba mejorando bastante en la parte física y lingüística, es decir, a la hora de identificar palabras en diferente dialecto. Ciertamente, pasaba más tiempo con Akasha y con los libros que intentando hacer magia, aunque también le dedicaba su porción. Y, por supuesto, estaban las "labores del hogar" como salir a por las cestas y colaborar en las "tareas de Oz". También, por fin, los que faltaban sin libro salieron a por los suyos. Así, tras unos días ya teníamos nuestra pequeña biblioteca bien equipada.

Ya no despertaba tras horas intentándolo, ni tras acabar de bruces en el suelo. Hoy, por ejemplo, había despertado junto a la mayoría, lista para el entrenamiento físico. Tras refrescarme junto al pozo, oí a las chicas hablar, por un lado, sobre salir a cierto sitio, y por otro, magia para calentar el agua. Lhelian no había sido la única en fijarse en ese hechizo en concreto. Aunque fuese necesario para lavar, lo importante era que ¡podría darme un baño de agua caliente! Necesitaba uno de una vez por todas. Y, de no ser por el otro tema de conversación, habría ido directa a por el libro de magia. Pero atraparon mi curiosidad y me acerqué a Marsi.

-Pone... ¿Gamides? ¿Casa Gamides? ¿Vivirá alguien? ¿O estará abandonada? Está bastante cerca, me apunto.-parloteé, animándome por momentos. Luego, a Lhelian.-Chica, después tenemos que conseguir ese hechizo sea como sea, y si funciona, probarlo.-rematé, guiñándole un ojo.-Bueno, ¿quién se viene? Voy a por mis cosas.

Mientras los demás se decidían, fui a por mi pequeña ballesta, el escudo y la espada corta. En uno de los bolsillos llevaba mi fiel lápiz y la libretita, por si descubríamos algo digno de anotar. Finalmente me planté en la puerta, la zurda apoyada en el mango de la espada y la diestra sujetando el escudo. A la vez, taconeaba nerviosa por salir. De momento no nos había atacado nada, pero sabiendo lo del otro grupo, había sido por pura suerte. Y aunque el hecho de encontrarnos con monstruos era algo que todo personaje de fantasía desea, en mi caso no era así. Leerlo y jugarlo estaba bien, pero jugarse la vida... O tener que quitar la vida a algo o alguien con estas armas... Mal rollo.

Pero bueno, saldríamos y volveríamos enteros. O eso esperaba... Que sí, diablos.
-¿Nos vamos ya?

Sigue en la Casa Gamides.

Le puso cierta atención a Marsi cuando se acerco con un nuevo lugar a donde podrían ir antes de dirigirse por las cestas. Observo el mapa del libro con atención, eso lo tenia dibujado en su cuaderno y no quedaba lejos, seria como una pequeña excursión. Alice que también había visto el mapa estuvo de acuerdo en salir antes de dirigirse a Dhelian que le sonrió ante la idea de que ala vuelta se tomasen en serio lo de hacer el hechizo térmico.

-Me parece una buena idea, no sabemos que mas misterios o prodigios hay en esta ciudad. Incluso puede que sea un sitio importante, como la biblioteca- dijo emocionado ante la posibilidad de descubrir un sitio importante o donde hubiera objetos mágicos o incluso un almacén, cualquier cosa. Incluso tal vez, podría encontrar a mas gente, quien sabe, no podía ser que la ciudad estuviese abandonada siendo que todos los días llegaban cestas. Alguien debía meter la comida en estas- Me apunto también para ir a esa casa llamada Gamides - añadió antes de ir a por el anorak el cual en esos días había recortado un poco del largo y de las mangas para tener mas movilidad y ya no le quedaba tan enorme, era mas manejable moverse con el y le cubría del fresco de esa ciudad. Tras colocarse y viendo que Alice salia corrió hacia ella para salir de excursión y a la vuelta irían por las cestas.

Sigue en la Casa Gamides.

—Te digo lo mismo —respondo a Sura—. Que tú salgas siempre no te da derecho a mandar a los que no siempre realizan una tarea en concreto. Que aquí trabajamos todos, bonita.

Me daba igual lo que hiciesen con el violador porque no era a mí a quien le iba a hacer algo, pero que alguien hiciese lo que le salía de sus santos ovarios sin preguntar antes y encima echándose flores me sacaba de quicio.

La rutina diaria no cambió mucho. Seguíamos entrenando, nuestro mastodonte drogado particular seguía en su celda y nada cambiaba demasiado. Cosa que me ponía de los nervios, porque no tenía ni idea de para qué se supone que nos habían traído. A veces me preguntaba si esto era una especie de Gran Hermano rocavarancolés, solo que en vez de expulsarnos nos moríamos, porque no parecía haber ninguna otra explicación. Quería saber por qué estaba en un torreón de otro mundo con un montón de gente y aliens desconocidos en vez de en mi casa, pero al parecer a los rocavarancoleses les dábamos igual ahora que nos habían secuestrado.

—Me apunto a la salida —dije simplemente al escuchar lo que hablaban. Todavía tenía la cara mojada de habérmela lavado en el patio, pero cualquier cosa que empezase por "casa" sonaba a civilización (palabra que los habitantes de este estercolero no parecían conocer, pero bueno). Y eso quería decir personas. Y si había personas, quizás también hubiese respuestas.

Sigue en la Casa Gamides.

Después de la cena me acuesto. Pasan días en los que se establece una rutina: Mañanas de entrenamiento, comida y después salir a por comida algunos días. El resto decide entrenar un poco por su cuenta y no tengo problema por ello. Yo misma hago un entrenamiento intensivo con unos tonfas de madera a los que enseguida les pillo el truco. Un día salimos a la biblioteca de la que había hablado el resto para que yo cogiese un libro. Después de vérmelas con el borde de punta en blanco me llevo un libro titulado: "La historia de una ciudad sangrienta".

-Ummm, ¿una salida?- <<¿Que hago, dejo de ser su "mama" y les dejo ir solitos? No Surásara, sabes que si les dejas ir solos y les pasa algo jamás te lo perdonarás>>. Suspiro y digo.- Os acompaño, dejadme coger mis cosas.- Recogí mis armas, incluidas los tonfas. Las dagas las llevaba ocultas entre la ropa aunque accesibles por si las necesitaba.

Sigue en la Casa Gamides.

Marsi sonrió interiormente, aunque por fuera mantenía su expresión seria. Subió a recoger sus armas; el látigo y su lanza, aparte de un cuchillo de caza que llevaba en una funda pegada a la pierna. Iba con su ropa de explorar, la misma que había traído puesta el primer día, con un cambio en la camisa que ya se estaba acartonando demasiado como para que le resultase cómoda de llevar.

Bajó cogiendo una copia del mala que había hecho Lhelian y se unió al grupo, adelantándose para ponerse en cabeza, ya que ella había trazado la ruta.

Sigue en la Casa Gamides.

Llegamos en tropel a la entrada de Letargo y, tras entrar en la torre, el caos se hizo con el dominio de la zona. Los chicos que se habían quedado en el interior se preocupan por nuestro estado de manera algo agobiante, cosa que ignoro abriéndome paso hasta llegar a donde se encuentra Lhelian.

En silencio, mirando fijamente a la daeliciana le formulo una simple y escueta pregunta. -¿Quien eres?- Ante la mirada incrédula de la chica la empujo poniendo mi palma donde debería estar su pecho. -Responde Lhelian. Y mas te vale comenzar a soltar tus secretos por que no pienso estar contigo cerca si no confío en ti.-

La chica continua evitando mi mirada por lo que empujándola con el brazo entumido la empotro contra la  pared y desenfundando la daga le susurro al oído mientras hago presión con el brazo inmovilizando a la chica. -Lhelian, o me respondes tu o me encargo yo de descubrirlo por mi misma.- Le digo pasando intencionadamente la punta de la daga por su entrepierna mientras voy recorriendo en linea recta su cuerpo con la daga hasta llegar a la altura de su frente dándole un golpecito en medio de su cabeza con la punta de la hoja.

Llegaron finalmente y para ese momento Dhelian sentía que el corazón se le iba a salir por la boca, a pesar de los entrenamientos, era la primera vez en su vida que corría con tanta energía, hasta le dolían las piernas. Apenas tuvo tiempo de recuperarse, palpándose la cara allí donde sentía la mejilla paralizada, cuando se vio repentinamente siendo atacado por Korasihanna, sus ojos se abrieron de par en par, su peluca acabo en el suelo y el brazo de la daeliciana en su garganta. "¿Que...que le pasa? ¿Que hice ahora? ¿Como que quien soy?" se pregunto confundido, al notar como ponía su mano en su pecho. El choque contra la pared le robo el poco aire que había conseguido obtener tras la carrera mirando sorprendido y algo asustado el punzante cuchillo de la daeliciana apuntándole. No podía articular palabra adecuadamente, tanto por la impresión como por la parálisis facial, pero aun así lo intento temiendo realmente aquel cuchillo, aun sin ser capaz de mirarla directamente. Era un autentico cobarde. No comprendía la pregunta, pero supuso que se referiría a lo ocurrido en Gamides a juzgar por la reacción que esta tuvo.


-Yo...yo soy -entre los nervios y la dificultad en mover los músculos  su cara estaba siéndole difícil, sin contar el hecho de su confusión. ¿Que pretendía que dijera? ¿Que era un chico o era algo mas? No lo sabia, por tanto solo le quedaba decir la verdad-Yo...soy...un chico- consiguió por fin articular mirándole temeroso al notar el cuchillo sobre su frente. Aquello era demasiado para su tensión, con menos temblorosas saco su cuaderno de la riñonera y casi sin poder mirar escribió en este mostrandole el escrito a Korasihanna.

-'Mi nombre real es Dhelian, Lhelian es el nombre de mi disfraz. Solo soy capaz de hablar y socializar como alguien normal siendo Lhelian, otra persona. Soy muy introvertido y tímido. Nunca oculte mi sexo, pero tengo físico engañoso. Perdón' -se podía ver en letra pequeña y algo redondeada, temblorosa, sin mirarla directamente al rostro. Obviamente temiendo su reacción, tragando saliva con dificultad sin mentir realmente, ya le habían preguntado su sexo antes, pero siempre era interrumpido cuando lo iba a decir. Tal vez fue su error el presentarse como Lhelian, pero estaba interpretando un papel con el fin de poder socializar como alguien normal, si se hubiese presentado con su nombre, no habría servido de nada y a esas alturas de la convivencia apenas habría hablado con nadie. "Aunque tal vez ahora ellos no me hablen a mi porque les mentí" pensó acongojado, no era para nada bueno haciendo amistades y el ganarse la desconfianza de la única personas que había en ese lugar, sin contar el otro torreón, no le gustaba.