Grupo de Baile

Recuerdo del primer mensaje :

La evaki agradeció totalmente a Irianna por ayudarla con el anuncio del grupo de música y le aseguró que podría asistir al grupo cuando quisiera, para pasar el rato. Cuando se le había ocurrido aquella idea, algo que llevaba algún tiempo en el fondo de su mente peor nunca había terminado de plasmar con todo lo que había pasado, no se había parado a pensar como haría para que aquello llegase a toda la gente posible sin tener que ir pregonándolo incansablemente de boca en boca. Irianna le había salvado el culo con sus propias manos, literalmente.

No sabiendo aun así cuanta gente vendría al final, el día programado para la reunión, Samika estaba ya en la sala de entrenamientos de la Sede, habiendo dejado el aparato de música en un lado para que no estorbase, con su batería ya cargada, y ya vestida cómodamente para la ocasión, unos leggins negros deportivos, sus tenis, pues no veía conveniente ir con botas en esta ocasión y un top deportivo también negro que dejaba descubierta, su estómago, su espalda y brazos para no estorbarle en las alas. Había dormido bastante bien aquella mañana, era lo que tenía su cambio de horario natural, por tanto, estaba enérgica y sonriente, sentada en el suelo hacía algunos estiramientos para sus brazos, espalda y piernas, sobre una esterilla que había traído consigo.

Así se la encontrarían los primeros que fueran llegando, sentada en el suelo mientras alcanzaba con sus manos sus tobillos prácticamente doblada en su totalidad con sus alas también estiradas todo lo que podía a cada lado de su cuerpo, mientras del reproductor de música salía una música suave, relajante y no muy alta, para que la evaki pudiera escuchar si alguien llegaba al lugar.

Tenía bastante claro como quería empezar las cosas, como plantear que fuese el grupo y esperaba que cuando llegasen estuviesen de acuerdo, pues ella al menos iba a necesitar que se cumplieran ciertos prerrequisitos para participar en el grupo o iba a confundirse y volverse loca relativamente rápido entre la gente, las voces, seguramente la mayoria desconocidas, y la música.

<<Me pregunto quien vendra>> en realidad tenia mucha curiosidad de saber eso y si habria conocidos entre los que participasen.

Que algún dios en el que no creía bendijera a Maila por tranquilizarla y distraerla con aquel baile. La verdad es que lo hacía muy bien, y aunque su mente no podía pensar en otra cosa que en la peli de Lilo y Stitch, parecía que la bruja realmente conocía aquel baile. ¿Le había mencionado alguna vez de dónde era? No podía recordarlo si era así.
—Nada especial, yo era más de perrear —dijo, con una sonrisa. La verdad es que poco había bailado fuera de discotecas con sus amigas, así que no conocía nada tan interesante.

El nuevo ejercicio, o juego, de Karime, había sido el de subir y bajar mientras hacías círculos como si estuvieras usando un hulahoop, lo cual sonaba interesante y aunque había sido algo para Nime, la mayoría no tardó en unirse a una competición improvisada por ver quién no se caía. Se unió al ejercicio con una sonrisa, sabiendo que en aquello tenía experiencia. No es que pudiera recrearse tanto como Karime, pero no se le daba mal eso de perrear hasta el suelo.

—Buah, en la Tierra hay gente que hace verdaderas virguerías con los aros, hay gente que usa varios y todo, ojalá poder ponerte un vídeo —le dijo a Sinceridad, viendo su interés en los aros, y sobre todo para no tener que pensar en Tayron follándose al suelo.

Vale, Karime era guapa. Mucho. A ella le estaba costando verdaderos esfuerzos no quedarse mirando atontada mientras bajaba con el perreo. Pero que había una niña delante y eso. Y aunque no la hubiera, ¿de dónde sacaba Tayron el valor? Porque hacía falta mucho para hacer…eso.

Siguió bajando hasta donde sabía que podía llegar sin caerse, y luego bajó un poquito más, confiada en que las mejoras físicas que había notado desde la Luna no la traicionasen en aquel momento, y aguantó unos segundos antes de subir. Para entonces Maila estaba volviendo a hacer aquellos movimientos que recordaban a las olas en la arena, y Rox había hecho la pregunta a la que Amira llevaba dándole un rato vueltas si tenía ya la respuesta. Al menos no tenía que preguntarlo ella y quedar como una despistada.

Una vez completada su decimotercera payasada del día el chico se levantó del suelo sin dificultad, sacudiéndose el polvo de las manos y notando con orgullo como sus brazos estaban un poco más hincados por el esfuerzo requerido. Agradeció el cable que le tendió Maila con respecto a Nime y pensó que aquella debía ser su última jugada arriesgada o acabarían vetándole de las clases.

—¡A lo mejor he perdido! ¿Pero yo hetera? ¿Hetera de qué? —dijo entre risas, negando con la cabeza y tomándose un breve descanso para ajustarse los cordones de sus deportivas. En aquella posición su cara quedaba gacha hacia el suelo, así que cuando Rox cometió el desliz verbal el cambiante no podría ver en primer lugar una expresión de desconcierto y en segundo una sonrisa a medias. Sí le llegaría a la perfección su respuesta, un poquitín más seria de lo que pretendía, como si a Tayron le hubiera picado algo de lo que fuera que estuviera ocurriendo allí—. Ya, claro, ya te gustaría a ti ser el suelo —consciente de que su tono de voz fue demasiado monocorde el lémur se apresuró a suavizar la broma, así el entripado que tenía en el estómago no terminaría por carcomerle—. ¡La próxima vez puedes transformar tu cara en una loseta, ¿eh?! —le retó ahora sí, incorporándose y sacándole la lengua. ¿Podría hacer eso?

Su atención se vio distraída por las varias preguntas que llovieron en dirección a Maila. No le extrañaba, la chica era divertida y esas caderas poseían una magia distintiva de cualquier principiante. Si no era hawaiana seguro que había tomado clases personales. Quién tampoco parecía moverse mal era Amira, tenía fuerza para bajar sin problemas. Tay se alegró de que el pequeño incidente de antes hubiera quedado en nada.

—Yo soy de Bélgica, por si le interesa a alguien —bromeó, tratando de meterse en la conversación mientras movía la cabeza y el cuello de manera rítmica por los golpes de la música—. Eh.. Rox... ¿Tú puedes transformarte en Stich, de la película?

Iba a continuar pero entonces una melodía llegó a sus oídos en forma de ficha tirada por Karime. El chico se giró hacia la instructora, su mirada la revisó de arriba a abajo. Estaba buenísima, coño. Aunque tan de cerca iba a sentirse un poco intimidado. Pero no era la persona que no aceptaba los retos, y ese tono sensual que había empleado con él resultaba muy persuasivo.

—Por supuesto... —respondió, aturdido por la imprevisibilidad de sus gustos aquella tarde. Dios varios pasos hacia la licántropa, esgrimiendo una expresión algo bobalicona. Al pasar por al lado de Rox su cola se deslizó por el hombro y el cuello del chico de manera suave y como por error, una parte de él quería que viera lo que Karime le tenía preparado— Esto tendrá alguna mención honorífica como alumno del mes o algo así... ¿No? Ya estoy —tomó posiciones, hinchando el pecho. De tener un penacho de plumas ya lo habría extendido para pavonearse como un pavo real en celo.

No tenía remedio. La preocupación por lo que Nime pudiera ver le duró muy poco.

Maila seguía centrada con su propio baile, pero no podía evitar mostrar una sonrisa divertida con las ocurrencias o acciones de algunos de ellos. Como por ejemplo Tayron que seguía con su cortejo al suelo, Amira diciendo que era más de perrear,  Rox mofándose en tono amistoso del chico lémur o Nime riendo y hablando de aros con Sinceridad y Karime. No se le escapó el guiño que le envió ésta última, a modo de gracias por intentar animar a la niña, intuía Maila. Aún así le puso algo nerviosa,
porque aquella mujer tenía una belleza salvaje que ponía nervioso a cualquiera. Lo cierto es que había ido a esa clase de baile sin saber qué esperar, pero ahora tenía claro que había tomado una buena decisión al sentirse mucho más despejada de los problemas.

-Oh, pues soy de la Tierra.- Le contestó a Rox con una sonrisa cuando éste le preguntó. Había veces que este tipo de detalles le seguían desconcertando, porque para ella era claramente humana. Pero con la cantidad de diferentes mundos vinculados y transformaciones nunca se sabía, y la pregunta tenía más que sentido.- Y bueno vengo de Hawái, como puedes ver.- Dijo entre risas acelerando el ritmo del baile, para remarcar a qué se refería.- ¿De dónde eres tú? ¿También eres de la Tierra?- Preguntaría con interés al chico. Después Nime se interesaría por su baile.- ¡Claro, que os lo enseño!- Exclamó con una sonrisa y agradecida de que hubiera interés. -Mi madre me enseñó cuando era muy pequeña, y hacía mucho tiempo que no bailaba así... Pero intentaré explicarlo lo mejor que pueda.-

Maila se acercaría un poquito más a Nime antes de empezar.

-Lo más importante es mover las caderas, ¿ves?- Explicó mientras hacía lo propio, moviéndolas suavemente de izquierda a derecha y viceversa. Después empezó a actuar con los brazos, a veces situándolos en el vientre y otras veces por encima de la cabeza, de vez en cuando girando sobre mí misma.- Los brazos también se mueven, pero si te fijas las caderas casi nunca están quietas y son lo más importante. A mí me gusta pensar que es como una ola, es un movimiento que va y vuelve.- Dijo con una sonrisa divertida, mientras simulaba el oleaje con sus dos brazos a un lado y a otro.- No es un baile tan rápido y movidito como otros, ¡pero es relajante! ¡Prueba tú a ver qué tal!- Animó a la niña mientras se situaba a su lado. Aunque miraría a todos por si querían probar. La hawaiana imitaría todos los movimientos para hacerla sentir más confortable, pero no podría evitar dirigirse a Tayron. -¡Stich solo hay uno! Y ese es mi hermano cuando tengo que regañarle.- Bromeó la chica. Después, incapaz de aguantar la curiosidad se dirigió a Rox.- ¿De verdad puedes convertirte en Stich?-

Karime estaba entusiasmada por enseñar ese movimiento en concreto, porque era decididamente su favorito, pero no tuvo ningún problema en esperar a que Maila cumpliera la petición de Nime de enseñarle ese movimiento de caderas aparentemente originario de su lugar de origen. Esto no era una instrucción estricta del ejército donde no podía permitirse nada que se saliera de lo impartido por el superior. Esto era una reunión informal para aprender a bailar juntos con cada uno enseñando lo que mejor sabía. Puede que Karime hubiera organizado la clase, pero si el grupo decidía que otro se pusiera al frente para enseñar un tipo de baile distinto, la loba no iba a molestarse por ello, simplemente iba a disfrutar aprendiéndolo. De hecho, iba a memorizar el movimiento de la hawaiana también para probarlo en otro momento.

-¡Bueno, gente! -llamó la atención cuando Maila terminó con su explicación y Nime tuvo tiempo de probar el baile-. Voy a enseñaros mi movimiento favorito. Con la inestimable ayuda de mi alumno del mes -comenzó, señalando a Tayron con una floritura- voy a mostraros paso por paso el movimiento que introduce la defensa personal en el perreo de defensa personal, aunque no lo parezca al principio.

Sin perder el tiempo y de forma sugestiva, le indicó al lémur que se pusiera tras ella con las manos en sus caderas para que perrearan juntos. Tayron era bastante bueno y, en cualquier otro momento, Karime se hubiera recreado en los movimientos con gusto, pero tenía realmente muchas ganas de mostrar la técnica.

-Prometo ser suave -le susurró al oído girando la cabeza por encima del hombro y pasándole el brazo por la cintura con un movimiento fluido y con el cuerpo levemente inclinado a un lado para que su parte trasera no perdiera contacto con la parte delantera del belga y el baile no se cortara ni trastabillara.

En un segundo Tayron y Karime se encontraban bailando sensualmente muy pegaditos y al siguiente la licántropa había agarrado la muñeca del lémur con su mano libre y, dándole un culetazo por debajo de su cadera y ayudándose del brazo que rodeaba su cintura, se había echado al belga a la espalda y lo había lanzado por encima de su cabeza.

-No me lo tengas en cuenta, ricura, es solo para la enseñanza -se disculpó con una amplia sonrisa para nada arrepentida mirando desde su posición erguida al lémur en el suelo-. ¿Alguien quiere probar? -preguntó para el resto del grupo.

“Ya quisieras tú que yo fuera el suelo” era un revés rápido y eficiente, o al menos lo habría sido de no ser porque su primera idea fue “ojalá”. No es que a Rox le alarmase tener esos pensamientos, de hecho los abrazaba, estaba acostumbrado a las coñas con amigos, a las coña no tan coña con amigos o a simples piques platónicos (spoiler, sí, con amigos), pero ya bastante cargado estaba el ambiente para dar pie a ello. ¿Le jodía que estuviera jugando a dos bandas delante de sus narices? Ja, no. Solo le daba coraje que le estuviera saliendo bien y todo.

“Uy, ¿alguien tiene miedo?” rió quedándose para sí la respuesta al ver como Nime le esquivaba… igual que había esquivado él a Tayron. No creía estar en la mejor situación para picar a nadie ahora mismo y en realidad, también quería atender a Maila.

—¡¡De Hawaii!! ¡Eso es como Kankri pero en mi mundo! —respondió con una sonrisa, especificando para la menor lo segundo—. ¡Que guay! Yo nací en Corea pero soy australiano, de Queensland. Donde los tiburones, la gran barrera de coral y las playas buenas. ¡Más o meeenos la misma vibra!

A lo mejor sería cliché, como esperar que por brasileño supieses bailar capoeira o que por británico te gustase reventar contenedores después de un partido de fútbol, pero Rox se preguntó si sabría surfear. A fin de cuentas si había dos cunas del surf en la Tierra eran justo las suyas. Rodó los ojos visiblemente por la intromisión del bien explicado belga (le pegaba más ser holandés, por emporrado), un gesto exasperado que guardaba poca realidad. 

—¿Tú no estabas ocupado con el suelo?

Bailes tradicionales o tranquilitos no eran de su gusto en particular, así que Rox se conformó con hacer de espectador curioso mientras Maila enseñaba a Nime. La calma se le fue cuando Tayron le rozó con la cola, robando su atención durante una fracción de tiempo. Como no aceptase ese nuevo nivel de tonteo al final el lémur le iba a sacar los colores, y el cambiante en eso era muy orgulloso desde que se transformó: él no se ponía rojo, él ponía rojo. Si lo que buscaba era causarle celos por Karime se iba a enterar. No obstante la hawaiiana salvó a su amigo de su mirada inquisidora con algo que le gustaba incluso más que picarse: fardar de poderes. Volteó el rostro a ella ipso facto con la sonrisa de un golden retriever al que le han dicho “buen chico”.

—¡Ja! Soy un cambiante ¡Claro que puedo! —mentira. Aunque iba a buen ritmo y ya controlaba distintos animales seguía habiendo muchas movidas a tener en cuenta (pelo, plumas, huesos, dónde coño meter sus órganos y como no aplastarlos al cambiar de forma…), recrear un bicho ficticio como lo era Stitch no era moco de pavo. En su cabeza los cambios siempre eran más sencillos que la realidad, pero eh, había cosas que no necesitaban tanto trabajo—. ¡Chequea!

Una de las partes que más apreciaba de sua dones es que sus transformaciones podían ser bonitas al ojo: si no quería no había piel estirándose ni rostros deformándose, sino un sinfín de hilos blancos que se deshacían y tejían en telas que luego adquirían forma y color, cuando no eran cambios tan sutiles que si pestañeabas te los perdías. No era la transformación CGI de hombre lobo en Harry Potter y el Prisionero de Azkaban, más bien… la pava esa de piel azul de los X-Men que tanto molaba. Y hablando de azul, pronto toda su cabeza se vio reemplazada por la de Stitch. Nariz redonda, ojos grandes y unas orejas que nada tenían que envidiar a las de Adru. Como guinda del pastel sus manos se volvieron las mismas garritas peludas del alien.

—¿Me parezco a tu hermano ahora? —sonrió con una boca llena de dientes gordos y afilados—. No lo hago a cuerpo completo porque para eso tendría que desnudarme, y creo que eso mejor cuando haya confianza, ¿sí? —rió. Siempre llevaba una runa de ropa en la pierna, pero igual la excusa le salvaba el pellejo.

Le preguntaría después a la chica por su transformación (sin cambios aparentes podía ser muchas cosas), ya que sin tiempo a más y así con ese careto puesto Karime pidió atención. Por si las orejas apuntando abajo no fueran suficiente indicativo, con esas pintas de dibujo animado sus expresiones eran mucho más fáciles de leer, con lo que ahora había un Stitch de brazos cruzados con cara de ajo mirando al lémur. Su rostro volvió a la normalidad por respeto a la loba, y aunque si por él fuera miraría a otro lado (no quería darle aquel gusto a Tay) se mantuvo impasible. Vaya si valió la pena. Sabía controlar los límites de su sonrisa, pero bien podría haberla extendido más de lo humanamente posible de pura malicia cuando el chico se estampó contra el suelo.

—Hetero el que caiga primero —respondió inclinándose ligeramente sobre él. En tono más vivaz e inocente miró a Karime—. ¡Oh! ¡Yo, yo... me pido último, gracias!

Nime no conocía Hawái, pero se dio por satisfecha con la explicación de Rox al respecto. Por su lado el resto seguían haciendo competiciones de llevarse culadas en el suelo así que pensó que no importaría si hacían un pequeño inciso con Maila. En el fondo, la niña prefería un baile más sencillo para iniciarse en ese arte. Pronto descubrió que de sencillo tampoco tenía nada, pero se lo pasó bien tratando de imitar a Maila con torpeza. No prologaron demasiado su inciso, pero Nime esperaba que en reuniones posteriores pudiesen practicar más aquellos movimientos.

Mientras todavía hacía movimientos rítmicos de muñeca presenció el cambio de Rox en respuesta a la petición de Tay, y se le quedó mirando con los ojos bastante abiertos porque no se había esperado lo que estaba viendo. Rox parecía parcialmente un peluche, pero muy grande y un poco feo.
—Pero… ¿qué es un estich? —preguntó, mirando alternativamente a Tayron, Maila y Rox. Podía ver de qué se trataba, pero no quitaba que no entendía la procedencia del concepto. El lémur había mencionado que salía en una película, así que a lo mejor era como una leyenda de la Tierra.

Karime pidió atención en aquel momento, por lo que, como si la hubiesen llamado a filas, Nime respondió como un resorte, centrando su atención en la licántropa. Como el siguiente movimiento era de defensa personal la niña se emocionó, y no quiso perder detalle de lo que ocurriese a continuación. El baile venía siendo como lo que habían practicado hasta ahora, pero muy pegados. De repente, Karime mandó a Tayron volando de un culazo y la niña no fue capaz de aguantarse la risa del todo.
—¿Estás bien, Tay? —preguntó, como si eso pudiese borrar que se había estado partiendo. Después miró a Karime aún con cara de risa y bromeó—: ¿Puedo ofrecerme voluntaria para salir volando también?

Nime tenía razón, la idea de los aros no tenía mucho sentido pero le aría unas vueltas (y nunca mejor dicho) cuando se hiciera con uno. Sí que estaría guay bailar con aros o coronas de flores, con todo su viejo ajuar de Tierra Bruja con sus pulseras, collares, tobilleras, cuentas... Hasta ahora no había tenido muchos motivos para hacerse con uno, pero las clases de baile eran la excusa perfecta para renovar y ampliar su cajón de complementos.

El baile de Maila le pareció hipnótico. Cuando la chica les explicó que era como el ir y venir del oleaje, la roquense se dejó llevar por su propia imaginación y acabó imitándole sin darse cuenta. Le gustaba aquel estilo.
—Oye, Maila, es muy bonito esto. Podríamos acompañarlo con abalorios inspirados en el mar, ¡por ejemplo! Algún día podríamos ir a los acantilados a coger conchas y hacernos cositas —sugirió en voz alta para nadie en particular, aún con la cabeza en las imágenes del mar. Si tan solo aquel océano no fuera tan infinitamente peligroso.

Seguiría imitando a la terrícola hasta que, por un lado, Rox adoptó la forma de una criatura azul peluda que bien podría ser adorable o peligrosa. Y, por el otro, Karime y Tay se prepararon para hacer una demostración.
—"Hetero quien se caiga primero"... Hetero será tu culo —resopló antes de reírse—. Aunque en verdad... que nadie intente lanzarme como al pobre Tay o acabaréis atravesando la pared de cabeza —se rió.

No solo tenía las alas para bloquear el movimiento sino que encima había crecido bastante a lo largo y a lo ancho con la transformación. Quizás Karime podría hacerlo y Rox si se transformaba en algo más grande, pero los demás...
—Bueno, a nuestra instructora podría dejarle intentarlo.

La duda quedó por fin resuelta cuando Maila confirmó que venía de Hawai. Tenía que ser un sitio precioso, con todas las playas que habría, y ahora el baile le cuadraba perfectamente con su relación anterior con Lilo y Stitch. Rox dijo que era de Australia, aunque había nacido en Corea, y que también venía de un sitio con playas y tiburones. Igual estaba pecando de pensar en clichés, pero siendo Australia a Amira esto último le sorprendía poco, y ya se estaba imaginando todas esas arañas gigantes y bichos imposibles que se vinculaban con aquella isla. Lo que si le sorprendió fue que Tayron fuera belga, porque no esperaba que justo fuera a ser de un país tan cercano al suyo propio.

Por probar no perdía nada, así que cuando Maila se ofreció a enseñarles se unión un poco a Nime y ella en probar los movimientos. Totalmente acostumbrada a otro tipo de bailes, mantener el movimiento de las caderas mientras movía los brazos le resultaba a la francesa más complicado de lo que parecería a simple vista. La hawaiana lo había hecho parecer extremadamente sencillo, pero no lo era en absoluto.

Se quedó mirando a Rox fijamente mientras afirmaba poder transformarse en Stitch, y verlo hacerlo fue igual de impresionante. Era cuanto menos extraño tener un ser de dibujos (o su cabeza al menos) delante en la vida real, pero aquello solo hizo que Amira se impresionase aún más sobre las habilidades del cambiante.

Karime no tardó en volver a coger las riendas de la clase, explicando lo que iba a ser su “movimiento favorito”, ese que incluía la defensa personal en el perreo. La valkyria tenía curiosidad por él, y cuando la demostración llegó, con Tayron volando por encima de la cabeza de ella, y acabando en el suelo. Tenía que aprender a hacer eso, lo tenía claro, aunque no sabía como de útil podría llegar a ser fuera de una situación demasiado específica. Sonrió un poco cuando Karime pidió voluntarios, aunque tenía claro que no pensaba ir la primera.
—Pues me pido después de Sinceridad —dijo, aprovechando que esta última había afirmado que a Karime le dejaría intentarlo.

Al lémur le costó serenarse en su trayecto a la profesora pues la frase de Maila de que su hermano era Stich cuando le regañaba le había hecho gracia. Lo que no se esperó al girar la cabeza en su dirección fue ver a Rox fanfarroneando de sus poderes con tanta soltura. Al poco su cabeza parecía la de, efectivamente, la criatura de las pelis. Su expresión fue de asombro absoluto, había comprobado su naturaleza de cambiante en muchas ocasiones pero no por ello dejaba de parecerle increíble.

—Bah —fue lo único que dijo, fingiendo una indiferencia con poco éxito pues le costó mantener las carcajadas. Lo cierto es que no cesaba de envidiar sus dones y demostraciones. ¿Qué podía hacer él? ¿Mandar a llamar a un fantasma y esclavizarlo delante de todos?—. ¿Qué es lo siguiente... Doraemon? —apostilló, no sin una mueca socarrona en el rostro. Se encontraba impactado de verdad.

Por suerte para Tayron la licántropa llamó la atención de todos en pos de continuar con la clase. Su situación le hizo quedar como alumno favorito del mes y estar justo bajo el foco mientras los demás miraban (algo que le encantaba, no lo iba a negar). Antes de comenzar con los movimientos le guiñó el ojo al australiano, esperaba que hubiera entendido antes por qué le había rozado el hombro con su cola. Sus ojos amarillos decían "Observa, observa".

La forma sugestiva en la que Karime le habló hizo que se pusiera un poco nervioso, pero demonios, bien podría acostumbrarse a bailar pegadito a su cadera durante horas y horas. Estaba siendo el caballito ganador, eso sin duda.

—Conmigo no hace falta que seas tan suave... —le respondió a su insinuación con voz grave cuando la mujer giró la cabeza para susurrarle al oído.

El momento y la sensualidad duraron una puta mierda. Pero la humillación se prolongó más.

En un instante Karime agarró su muñeca y con un culetazo en su zona baja logró levantarle en peso haciendo acopio de su fuerza en la dirección contraria. Tayron no tuvo tiempo de reaccionar más que dar un grito que podría haberse escuchado en todo el edificio. Sospechó que de haber tenido margen tampoco lograría evitar el resultado con alguien tan fuerte como ella.

—¡ME CAGO EN LA PU...! —plof.

Salió volando por encima de su cabeza y aterrizó dando una voltereta y quedando como una madeja usada en el suelo. Abrió los ojos lentamente, escuchando las carcajadas de todos los demás y percibiendo que no se había hecho mucho daño. En cualquier otra circunstancia la visión de estar tumbado ante una mujer que lo miraba erguida le habría resultado atrayente, pero ahora mismo no era capaz de pensar en eso. No con las burlas de Rox sonando como alguien rayando una pizarra con garras kilométricas.

Recuperar la compostura y el orgullo le costó unos segundos más de lo debido y cualquiera que lo conociera lo suficiente podría percibir que le había hecho mucha menos gracia que a los demás. Aún así lucho por mantener los últimos resquicios de su dignidad a flote, evitando la mirada del cambiante por completo.

—¡Gracias Nime! ¡Al menos una persona que se preocupa por mi INTEGRIDAD FÍSICA! ¡Estoy bien, eh! ¡No me he roto nada! —exclamó, haciendo aspavientos con las manos en una clara exageración de los hechos. Luego dirigió su atención hacia Karime al tiempo que se sacudía el polvo de la ropa—. Qué triste... pensé que había algo especial entre nosotros... ¿Siempre eres así de agresiva? —por supuesto que iba a continuar ligando con ella. Ahora que lo pensaba mejor le resultaba extremadamente sexy lo salvaje e impulsiva que le resultaba.

-¡¿Eres de Queensland, Australia?!- Le preguntaría a Rox sin poder evitar que su voz se alzara más de lo normal y acercándose más al chico, debido a la sorpresa y emoción. En Australia había increíbles playas para practicar el surf y aunque ella estaba muy contenta con las de Hawaii, siempre había querido ir allí. Aunque no sabía muy bien qué quería decir con Kankri.- ¡Es un paraíso surfero! En casa no paraba de ver vídeos de las competiciones de allí.- La chica siguió hablando sin parar, como solo lo hacían las personas cuando hablaban de algo que les interesaba mucho y amaban.- Siempre he querido ir allí, aunque sea solo para montar una de sus olas...- Le confesaría con una risa sincera al australiano. ¿Él también sería aficionado a aquel deporte? Con lo cultural que era el surf en Australia mínimo debía saber del tema.

Por otro lado siguió animando a Nime, cuando ésta intentó seguir sus pasos de baile hawaiano. Al verla no podía evitar pensar en su hermana pequeña, siempre deseosa de aprender cosas nuevas. Siempre curiosa. Un pequeño reflejo de ella misma. Y aquella niña que acababa de conocer se parecía en eso.- ¡Ya se te da mejor que cuando empecé yo hace mucho tiempo!- Elogió a la chiquilla asintiendo con la cabeza. También se giró hacia Sinceridad, con una sonrisa en el rostro por aquella idea tan buena.- Me encantaría ir a la playa de la ciudad, llevo queriendo visitarla desde hace un tiempo.-

Maila se lo estaba pasando fenomenal, pero llegó a su punto álgido cuando Rox demostró que efectivamente podía transformarse en Stich. En lo poco que llevaba en la ciudad había visto cosas bastante raras o impactantes, como cualquiera que viviera allí, pero aquello estaba entre los primeros puestos sin lugar a dudas. Ver de forma literal a un chico con la cabeza del alien fue el tope, y Maila se rompió entre carcajadas sin poder parar de mirarlo.- ¡No me lo creo! ¡Eres Stich! ¡Stich!- Exclamaría entre risas, teniendo que parar de bailar debido a ello. Después se giró hacia Nime para explicarle que era todo aquello.- ¡Oh, es un personaje de una película animada...! Como un personaje de un cuento...¡Y es igual!- Explicó la hawaiana para la más pequeña.

La clase prosiguió, con Karime explicando algo nuevo que aprender. Maila atendería al ejemplo, que "casualmente" la profesora quería mostrar con Tayron. La verdad es que le hacía bastante gracia el tonteo descarado que llevaban aquellos dos. A pesar de ello no podía evitar mirar de reojo aquel Stich atendiendo a la clase con una risa contenida a duras penas, hasta que decidió volver a su rostro normal y logró serenarse un poco. Observó el tremendo perreo que llevaban Karime y el chico lémur, y pensó en que Tayron tenía bastante suerte. Hasta que la profesora lo agarró y con maestría lo derribó en el suelo. Maila no pudo evitar soltar un grito de sorpresa y una breve risa al no esperarse aquel rápido movimiento.

-¿Estás bien? Ha sido muy inespe...- Maila se vio interrumpida por la risa, contagiada por las propias de Nime. La reacción y los comentarios de Tayron solo lo hacían más divertido si cabe, aunque tampoco quería reírse mucho para no hacerle sentir mal. Porque no le estaba haciendo gracia a malas, ni mucho menos.- Perdona, perdona... ¿Estás bien? Y no, yo no quiero ser la primera, Karime. Me gusta mi columna tal y como está.- Dijo la chica negando con la cabeza.

Karime se puso en cuclillas suavemente para estar a la altura de Tayron y le dedicó una amplia sonrisa.

-¿Qué puedo decir? Me gusta salvaje -contestó a su pregunta, poniendo más sensualidad a sus palabras que burla-. Espero que no te haya molestado, cariño, pero si me dejas, quizás en otro momento, puedo compensártelo -terminó sugiriendo con un tono más bajo y palabras más suaves, antes de guiñarle el ojo y levantarse como un resorte en dirección a Nime.

En otra situación, en otro lugar, Karime habría seguido la seducción hasta el final, pero al final había preparado esa clase para una cosa y no iba a dejarlos a todos tirados mientras ella bailaba una danza distinta y probablemente no apta para todos los públicos.

-Por supuesto, pequeña alhaja -asintió hacia la demonio mineral mientras se acercaba-. Primero te lo voy a hacer despacito y por pasos, ¿vale? Y luego me lo harás tú a mi. Verás que es muy simple y no depende de la fuerza en absoluto, sino de la técnica y de la diferencia de altura.

Mientras se posicionaba frente a Nime, miró a todo el grupo captando la atención de los que parecían interesados en aprender el lanzamiento y escenificó lentamente cada uno de sus movimientos.

-No tenéis por qué caer si no queréis, aunque haciéndolo lento es menos dramático de lo que ha parecido -bromeó intentando aliviar las preocupaciones que parecían tener Rox y Maila-. Y una vez sepáis hacerlo, también podéis hacerlo entre vosotros si lo preferís. La clave está en el juego de pies y que la cadera siempre esté más abajo de la cadera del compañero y un poquito hacia el lado -explicó más para Sinceridad y Amira, que parecían las más interesadas, mientras agarraba a Nime de una muñeca con una mano y pasaba el otro brazo por su cintura, teniéndose que agachar más que con Tayron debido a la diferencia de altura-. ¿Véis? La técnica es más sencilla si vuestro compañero es un poco más alto que vosotros y no servirá de mucho si es mucho más alto que vosotros porque no llegaréis a hacerles perder pie.

Con un golpe de cadera hacia arriba, Nime quedó completamente tumbada sobre su espalda sin poder hacer otra cosa que patalear si así le salía, ya que el agarre firme de Karime no le permitiría rodar o soltarse de ninguna manera.

-¿Bien por ahí arriba, Nime? -preguntó con una sonrisa de medio lado, dejándola en alto un poco más solo por diversión-. Vamos a ir bajando, ¿vale? Tú déjate llevar, te voy a tirar con suavidad. Simplemente recuerda presionar tu barbilla contra tu pecho o mantener la cabeza rígida apoyada en el hombro del brazo que te estoy sujetando. Así evitarás latigazos cervicales o golpearte la cabeza con el suelo.

Tras sus instrucciones, la loba cumplió lo prometido y Nime cayó suavemente al suelo, sin peligro.

—Mi culo es muy homogéneo, perdona —respondió a Sinceridad—. Me lo he hecho yo —y se lo agarró con ambas manos.

Si Tayron quería que se sintiera mal por él tras el placaje lo llevaba claro, de hecho lo que consiguió fue que se riera por lo bajini un poco más. Que eligiera a Nime como defensora lo hacía más hilarante.

—Es verdad que te pareces mucho al rey Julian. Menudo dramas.

Quería seguir hablando con Maila, se había quedado con el rostro iluminado y la mosca tras la oreja porque fuera surfista, pero antes de proceder a aburrirse el uno al otro hablando del océano que compartían, esperó a que Karime terminara su demostración a cámara lenta con Nime. La clase no le interesaba menos que el contacto con otro humano, quienes en su criba había terminado siendo una rareza, y es que cualquier técnica con la que pudiera mandar a volar a Milo de la forma más humillante posible era valiosa.

Tras unas cuantas demostraciones y bajo la tutela de la loba, Rox practicó con la hawaiiana justamente por poder hablar con ella mientras testeaban como de blandito estaba el suelo con la espalda. Entre placaje y placaje le dijo que él también surfeaba, le contó de Australia y del cocodrilo que se había comido al perro del vecino de un amigo, así como del santuario que era Kankri para él y sus amigos, y como podía serlo también para ella al preguntar por su transformación y descubrir de su dominio con la arena.

También se ofreció a probar con Tayron, un modo de pedir perdón sin pedirlo realmente por todos los piques que, en su opinión, había ganado de calle. Fuera tirar o dejarse caer, el cambiante fluyó con la provocaciones que su amigo demostrase como una broma cualquiera, abrazando una picardía que en su justa medida era para él tan adictiva como inocente.

—Te aseguro que en otras clases bailamos más —le prometió a Nime al acabar, de buen humor. En algún momento se había hecho una cola como la de Tayron y ahora la ondeaba detrás suya—. ¡A la próxima que venga Eitne te enseñamos nuestras coreografías!

Nime no pudo evitar reírse cuando Tay agradeció su preocupación. La caída no le había roto nada y los piques le resultaban graciosos, así que pudo disimular gracias a ellos la risa que todavía pugnaba por salir desde la llave de Karime.
—¡Venga, que tampoco es para tanto llevarse una culada! —exclamó, acercándose a la licántropa para que hiciese una nueva demostración. A lo mejor era por su naturaleza libense o por los cambios físicos que le había aportado su transformación, pero le preocupaba poco la caída respecto a lo divertido que parecía salir volando.

Asintió con una sonrisa a las explicaciones de Karime, pero no sabía muy bien cómo iba a hacerlo con ella. Inicialmente le pareció que debía ser más difícil por la diferencia de altura entre ellas, pero resultó ser todo lo contrario. Se dejó llevar por la licántropa, secretamente encantada de ser ejemplo para las explicaciones, y cuando quedó elevada soltó una pequeña risilla. Quizá habría sido más divertido volar en cámara rápida, pero hizo caso de las instrucciones que se le daban y pronto estuvo en el suelo sin que el impacto le doliese particularmente. Se había llevado planchazos peores tirándose al mar desde el puerto en su antiguo hogar.
—¡Conseguido! —soltó, levantando los brazos en señal de victoria sin mover el resto del cuerpo respecto a cómo se había quedado tras la caída. Después se incorporó con esa sonrisa que tienen los niños cuando quieren decir “¡otra vez!”, pero las palabras no llegaron. Empezaba a autoconvencerse de que ya tenía una edad para ciertas cosas.

Lo que sí quiso fue intentarlo con Karime tal como esta había sugerido. No había terminado de comprender la técnica, por lo que no le salió al primer ni al segundo intento. No era por falta de fuerza, pero precisamente no quería forzarlo con una técnica errónea y hacer daño sin querer.

No se quedó tranquila hasta lograr algo parecido. Varios lo habían estado intentando también, y tras prologarse un rato la práctica se empezó a dar la clase por finalizada. Nime estaba contenta de haberse reencontrado con Amira y conocer a Maila. La hawaiana le había caído muy bien y esperaba que también volviese a la próxima clase de baile para seguir practicando los movimientos que le había mostrado. Cuando recogían, las palabras de Rox solo le dieron más ganas de repetir.
—¡Guay! Espero que el próximo día pueda venir Eitne, sí. Encima que fue él quien me acabó metiendo las ganas, jo —le respondió. Tenía en mente continuar asistiendo, ya que solo las clases y los juegos y entrenamientos empezaban a resultarle repetitivos. Tenía ganas de experiencias nuevas en la ciudad.

A decir verdad tener a una licántropa buenorra tan cerca de él en cuclillas no era tan malo como estaba intentando hacer creer a los demás, pero a Tayron le gustaba un buen drama, y si podía hacer sentir mal a los demás a pesar de que gracias a la técnica de Karime a penas se había hecho daño pues mejor.

El belga se incorporó con la poca dignidad que en su opinión le quedaba y pasó a dejarle claro a Maila y Nime entre risas que estaba estupendamente. El tono bajo y sugerente de la profesora lo había aturdido un poco, y se vio incapaz de responderle más allá de guiñarle un ojo por lo imponente que le resultaba, pero no tuvo ningún problema ni con ella ni con el resto del grupo por haberse mofado tan abiertamente. Él habría hecho lo mismo de haber tenido la oportunidad. Y oye, las cosas con Dafne estaban más mal que regular, pero le había dicho cientos de veces que podía tener algo con quien quisiera. La puerta se había abierto de sopetón. ¿Estaría abierta la de la libense? No se engañaba, no era el único pomo que deseaba girar.

—Pues tú eres Maurice —le devolvió la broma a Rox, fingiendo que estaba picado en una de aquellas.

El resto de la clase se lo pasó bromeando con sus amigos y escuchando un poco más taciturno de lo normal las conversaciones que surgían a su alrededor. Oír de Australia y Hawaii cuando practicaba con Rox y Maila le hizo pensar en Bélgica de una manera más consciente de la que había pensado desde su estancia en la ciudad.

¿Cómo les iría a todos por allí? Mejor que a él seguro. Sólo por eso era mejor no preocuparse. Aunque echaba de menos pedalear por las calles con su bicicleta y robar alguna bebida alcohólica de cualquier supermercado para darse a la fuga entre carcajadas momentos después. Por lo menos en su antigua casa no se sentía con el agua al cuello constantemente.

Al menos la gente nueva le había caído bien. El chico se despediría de todos, estrechando la mano de aquel que se lo permitiera.

—¡EH! ¿Tanto te molo que quieres ser yo? —se escucharía como acusación al cambiante por imitar su cola mientras se alejaba por el umbral de la puerta. Había estado bien, solo que ahora le esperaba una noche de incómodos silencios con su novia espectral. Tayron abandonó la estancia sin saber que atesoraría aquella tarde como una de las últimas antes de que la vida volviera a truncarse para él.

Sabía lo que era un "vídeo" porque se lo habían explicado los terrícolas en alguna ocasión, así que alzó el pulgar derecho mientras miraba a Amira. Lo que no sabía era qué significaba "homogéneo" así que se encogió de hombros ante la respuesta del cambiante.
—Hey, chica, perdona. Seguro que alguna vez podríamos conseguir un vídeo de esos. O si conozco a alguien que entienda le preguntaré. O si no, siempre podemos hacerlo nosotras si te acuerdas de lo que hayas visto en la Tierra—le propuso. Se había distraído demasiado antes y no había llegado a responderle bien.

Anime fue la primera voluntaria en la demostración voladora... y la verdad es que fue bastante bien. La roquense celebró su regreso al suelo con un aplauso y rió cuando la chica alzó las manos en señal de victoria. El pobre Tay no se había levantado con tanta efusividad, aunque no hubiera avisado de ninguna lesión. «Debe ser el karma por distraer a la profesora con sus avances libidinosos... » pensó con diversión, pero sonreía solo de verles interactuar. ¡Vaya dos!

La clase llegaba a su fin y siguió riendo, bromeando y picándose con los demás. Estaba siendo genial. Entrenaban, aprendían, reforzaban y creaban lazos... y se lo estaba pasando como pocas veces en la ciudad. Finalmente se fueron despidiendo. Sinceridad chocaría manos o repartiría abrazos, dependiendo de cada cual. Le habían caído todos maravillosamente.
—Tenemos que vernos más veces para liarla de esta manera o hacer cualquier otra cosa. Y muchas gracias por la clase, Karime.

A su salida, seguiría danzando por las escaleras hasta su dormitorio e incluso después cuando fuera a asearse o a la cocina a por algo de comer. Plumas, podría pasarse el resto del día bailando y canturreando gracias a la alegría que corría por sus venas.

Asintió a las palabras de Sinceridad. No sabía aún cómo se podía conseguir un vídeo allí, pero si ella o la propia valkyria podían conseguir uno podían probar a hacer esas cosas con los aros. Era algo que en la Tierra no le había llamado la atención más allá de algún video que le salía en redes por casualidad, pero podía estar entretenido. Y ya si podían hacer que los aros brillasen con magia o alguna cosa así… podía estar muy chulo.

Karime fue más cuidadosa con la niña de lo que había sido con Tayron, y fue explicando las instrucciones para que pudiesen probarlo. Aplaudió a Nime cuando esta cayó al suelo, observando divertida como levantaba los brazos. Fueron probando la técnica entre varios, alternando entre tirar y caer, lo cual resulto más divertido de lo que Amira esperaba.

Poco a poco dieron la clase por finalizada, y tras despedirse de todos Amira se iría, deseando repetir en algún futuro.

Maila atendería a las explicaciones posteriores de Karime, y aunque se le hacía un ejercicio complicado de ejecutar, la verdad es que parecía bastante divertido. Observó con una sonrisa la demostración de la loba con Nime, y no pudo evitar soltar una risa divertida tanto con las expresiones de la niña como con su forma de ser. Era muy risueña, como los niños debían serlo. No sabía por lo que había pasado en la ciudad, pero se alegraba de que no la hubiera ensombrecido y fuera tan alegre. Y la verdad es que le recordaba nuevamente a su hermana pequeña...

Después empezaron a practicar entre ellos mismos. Maila se emparejaría con Rox para ese ejercicio y entre derribos y caídas por ambas partes participaría con gran interés en la conversación que tuvieron. Hawaii, Australia (por la anécdota con el cocodrilo que le contó no pensaba ir allí nunca)... Parecían tener bastante en común porque aquel chico que cambiaba su cuerpo a voluntad... ¡también le gustaba surfear! Maila había estado tan centrada en sobrevivir, adaptarse y aprender cosas nuevas en aquella ciudad... que había olvidado sus propios hobbys. Y desde luego el surf era el mayor de ellos. Fue una charla refrescante, que le dejó con unas ganas enormes de visitar Kankri en cuanto Rox le habló del mundo.

Finalmente la clase llegaría a su fin, con una Maila rebosante de energía renovada a pesar del esfuerzo físico. No sabía cuánta falta le hacía aquello hasta ese momento. Algo cotidiano, dentro de lo que cabía. Sin peligros, preocupaciones... Si, tenía claro que volvería más pronto que tarde a aquellas clases tan divertidas. Sobre todo al conocer a gente tan simpática que arrojaba un poco de luz en aquella ciudad de sombras.

-¡Muchas gracias por la clase, Karime! ¡Nos vemos en la próxima!- Les diría a todos con una sonrisa adornando su cara. Se demoraría unos segundos para volver a despedirse de forma más individual de Nime, agitando la mano mientras se alejaba.