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Seth
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Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mental
Personajes :
Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre

Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena

Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio.

Las Fauces de la Bestia Empty Las Fauces de la Bestia

02/03/23, 07:16 pm
La criatura era una especie de rata bípeda del tamaño de un hombre adulto, cruzado con algún tipo de ave a juzgar por sus plumas en la espalda. Lo más seguro es que fuera el experimento fallido de algún genemago, que había escapado y campaba a sus anchas por Rocavarancolia. Llevaba décadas sobreviviendo a base de alimañas, si tenía suerte de cosechados que se adentraban en su guarida, y escapando de monstruos más grandes. Siempre elegía a sus presas con cuidado, las estudiaba y solo cuando estaba seguro atacaba. Proyectando su potente lengua para atrapar a su víctima, mientras la devoraba lentamente. Normalmente salía airoso de los enfrentamientos, y pocas veces tenía que huir. En esta ocasión no había tenido tanta suerte.

A simple vista su presa había parecido inofensiva, pero en cuanto se abalanzó sobre ella se transformó en una enorme bestia que alternaba entre formas a cuatro y dos patas. En éstos momentos se arrastraba por el suelo intentando huir del animal de grandes colmillos, después de recibir múltiples heridas. Pero no era tan rápido y pudo notar cómo aquellas zarpas se clavaban en sus cuartos traseros, para después lanzarlo con fuerza contra la pared más cercana de esas ruinas. El impacto quebró varios huesos, y la criatura genemágica se quedó varios segundos resoplando del dolor, incapaz de moverse. Llevaba un buen rato así, torturándolo pero sin llegar a matarlo. Se había convertido en la presa y aquel ser en el cazador.

Proyectó su lengua hacia  la bestia en un vano intento para defenderse, pero ésta la agarró con su garra derecha con reflejos felinos y tiró para volver a lanzarlo contra unos escombros. El golpe fue demoledor, y el aire se llenó de polvo al destrozar varias piedras con su cuerpo. La rata humanoide intentó levantarse en vano, con la tozuda voluntad que caracteriza a quién sabe que debe luchar si no quiere morir. La bestia se acercó velozmente, y antes de que pudiera hacer nada le atacó con sus garras semihumanas. La criatura genemágica cayó muerta con gran parte del cráneo roto, salpicando el suelo de sangre.

Entre bufidos y rugidos aquel ser cambió, en apenas unos segundos. Su figura antropomorfa, llena de pelaje y músculos desveló una apariencia humana. La de un simple chaval, con el pelo rubio a la altura de los hombros. La bestia se esfumó y en cambio apareció Devoss. El licántropo tigre siguió jadeando, no por que estuviera cansado, si no porque ardía de ira y furia. Hacía mucho que no se había sentido así, la última vez fue cuando aún era un cosechado y se transformó por primera vez en tigre. Perdió completamente el control de sus instintos y tuvieron que pararlo para que no hiciera daño a nadie, ahora estaba peligrosamente cerca de cruzar ese límite de nuevo. Devoss se agarró la cabeza con ambas manos y cerró los ojos con fuerza, visiblemente estresado y enfadado.

Aquella rabieta que le había hecho torturar y matar a aquella criatura tenía un motivo. Solo hacía un par de horas de todo aquello y el holandés aún no se quitaba de la cabeza lo que había pasado. <<¿Yo, cosechador de un mundo?>> Pensó por octogésima vez con frustración en su joven rostro. El Consejo lo había llamado urgentemente, y Devoss tuvo que presentarse en el castillo con bastante pánico por no saber qué pasaba. No tardaría en descubrir el motivo de todo aquello: había sido elegido para ser el cosechador de un mundo que habían reabierto después de estar cerrado mucho tiempo. Y no tenía opción de negarse, era una clara orden. Devoss se iría de allí con una rabia apenas contenida, pero aceptando su nuevo papel por miedo a las consecuencias. Tras contárselo apresuradamente a Ruth se transformó en tigre y la dejó con la palabra en la boca, con la necesidad de salir corriendo para frenar aquella ansiedad y huir de todo y de todos. La enorme rata genemágica lo encontró poco después sentado en unas rocas, y Devoss desquitó su rabia contra aquella desafortunada criatura.

<<¿Por qué yo de entre toda la gente de esta ciudad? No es justo, no es justo... No quiero hacerlo>> Pensó mientras cogía a la criatura muerta por una de sus patas y lo arrastraba hasta un edificio en ruinas. Su ira había desaparecido, pero el estrés y aquel asfixiante agobio seguían presentes. Se sentó en una de las piedras, con el ser genémagico completamente destrozado a sus pies, y esperó con impaciencia la llegada de Ruth. Había escuchado sus veloces pasos minutos antes y sabía que estaba cerca. Lo había encontrado. Devoss movió su pierna derecha con nerviosismo, mientras agachaba la cabeza y se agarraba de los pelos.
Aes
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Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.

Personajes : Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
Fleur: Humana (Francia)
Siwani
Aniol: Humano (Polonia)


Unidades mágicas : 9/12
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Humor : Me meo ;D

Las Fauces de la Bestia Empty Re: Las Fauces de la Bestia

17/03/23, 07:54 pm
Ruth estaba enfadada.

De hecho, muy enfadada.

Durante aquellos meses pudo dedicarse a curtir su cuerpo en los entrenamientos para hacerse mucho más eficiente y letal. Sus músculos se desarrollaban y su mente comenzaba a afilarse como una daga. Ahora se adaptaba mucho mejor a la ciudad, preparada para cualquier inconveniente. A veces, incluso se descubría con un poco de ganas de bronca. La ciudad la había jodido por llevarla allí, había sido engañada y jamás podría perdonar el miedo que pasó durante su cosecha. Lo peor es que nunca había tenido la oportunidad de devolver ese golpe aún con todo su poder. Por eso estudiaba, practicaba y luchaba en la Sede. Si alguna vez algo similar a lo ocurrido con las pesadillas se daba... esta vez estaría lista.

Con las invocaciones... era más de lo mismo. Cuanto más se sumergía en el mundo oscuro de las cábalas mas creía pertenecer a él. Existían infinitud de hechizos, muchos de las filas que sus amigos empleaban con una facilidad pasmosa. Pero desde el principio sus capacidades mágicas fueron limitadas y el amplio abanico prometido nunca fue tal para ella. Los conjuros no podían darle lo que deseaba. Pero los demonios... los demonios sí, y no se le daba nada mal. En sus invocaciones no importaba que no fuera capaz de reunir el caudal mágico necesario pues mientras siguiera el rito adecuado podía llamar a los demonios más poderosos que se le ocurriera. Era como si estuviera hecha para quebrantar esas reglas. A veces pasaba horas y horas de madrugada proyectando luces sombrías e infernales que se colaban bajo las rendijas de su puerta. Como si trataran de llegar al exterior, aunque rara vez Ruth les dejaba pasar de su cuarto.

Cuando Devoss le dio la noticia Ruth se encontraba de espaldas, atizando a un muñeco de paja en las salas de entrenamiento con sus dagas y rodando por el suelo para simular que esquivaba ataques imaginarios. A pesar de ser de pocas palabras escuchaba a su amigo con atención, y una vez entendió la importancia del asunto se quedó completamente quieta, para luego girarse en su dirección con expresión confusa. Ni siquiera tuvo tiempo de analizar como se sentía ella misma al respecto cuando el holandés comenzó a correr en alguna dirección, sin querer saber del mundo que le rodeaba.
¡Devoss, espera! —le gritó en vano, mientras partía en su búsqueda, pisándole los talones. Una vez tomó la forma de tigre se quedó completamente atrás y Ruth frenó en seco, no tenía sentido competir contra sus habilidades.

Tenía que pararle antes de que cometiera una locura, en tal estado, veía posible hasta que se presentara delante del consejo y le dijera unas cuantas sandeces, aunque probablemente también verdades. Desesperada, la israelita volvió a la Sede y decidió que para seguirle la pista no tenía más opción que recurrir a sus demonios.

Así que sí, estaba cabreada de verdad. En ese instante ya cabalgaba por la ciudad a lomos de Kaldaya, un león blanco y albino con cuernos de carnero que le servía de montura. El precio de alma que debió de pagar fue el más alto que se habían cobrado de ella hasta el momento, y el dolor fue similar al de una quemadura de segundo grado. Tuvo que aguantar el tipo entonces, y seguía teniendo que hacerlo ahora pues la palma de su mano izquierda chorreaba sangre tras grabarse con un cuchillo sus círculos convenientes. En cualquier otra circunstancia habría usado un sortilegio de sanación, pero no tratándose de Kaldaya. Ante él no podía ni quería mostrar ningún signo de debilidad, o la abandonaría a su suerte. Maldito fuera Devoss y su impulsividad.

Localizarle no fue tarea difícil. Ruth se bajó del imponente león con los ojos completamente negros tras usar un hechizo de localización. La intuición mágica le había llevado hasta un edificio ruinoso, y al entrar por otra abertura no llegó a cruzarse con el camino ensangrentado que dejó el cadáver de la alimaña al ser arrastrado. Resoplaba, y casi echaba humo por las orejas. La demonio de fuego se acercó hasta él con los ojos crepitando como brasas y el pelo completamente prendido en llamas, como si una pira de rabia se hubiera apoderado de su cabello. Su rostro no dejaba dudas de lo molesta que se encontraba con su actitud y la situación. Esbozó una mueca de asco cuando vio a aquel pobre animalillo muerto y torturado en una esquina. Aunque no era muy fan de los animales le molestaba, pues sabía que si quisiera podría haber acabado con su vida de manera rápida, las heridas que la alimaña presentaba decían todo lo contrario. Alzó una ceja, mientras le fulminaba con la mirada y el león blanco se deslizaba a su espalda, esquivando cascotes con sus patas de manera elegante.
¿Ya te has desahogado? —apostilló, como si estuviera disparando con una escopeta—. Espero que al menos te haya valido la pena.

Su tono de voz debía de ser más firme de lo normal ante el demonio, pero su rabia era tal que no tenía que fingir. Al menos la criatura demoniaca casi no abrió la boca durante el viaje.
¿Me puedes explicar qué cojones está pasando? Porque tengo la sensación de que no me estoy enterando de nada —Ruth puso las manos en jarras, dejando visibles las marcas de sudor que poseía en la camiseta bajo las axilas, y también sus dagas encintadas. La sangre de su mano empezó a gotear en el suelo.

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"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."

"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."

"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."

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26/03/23, 01:27 pm
Devoss observó impaciente el agujero del edificio por donde sabía que iba a entrar Ruth. El licántropo tigre bufó enfadado antes incluso de que apareciera, acababa de darse cuenta por el sonido de los pasos que no iba sola. <<Otra vez está con esos demonios...>> Al holandés no le hacía ni pizca de gracia que Ruth gastara gran parte de su tiempo en hacer invocaciones. Entendía que el mundo de las cábalas era el mundo de la israelita, como la cacería y el salvajismo lo eran para él. Pero aquellas criaturas le ponían los pelos de punta y activaban todas sus alarmas. Las pocas veces que había estado presente en una de sus invocaciones siempre salía con la sensación de que estaban planeando degollarle el cuello a su ama mientras dormía.

La demonio de fuego apareció finalmente seguida de un gran león blanco, con cuernos de carnero y una mirada muy inteligente. Devoss se puso tenso al momento, e inconscientemente sus dientes se afilaron. Aunque pronto volvieron a la normalidad al comprender que aquel ser estaba bien atado en corto por Ruth. La chica estaba visiblemente enfadada, no es que fuera realmente difícil adivinarlo ya que era muy transparente respecto a sus emociones, pero desde que la Luna Roja la transformó era más fácil saberlo. Su melena en llamas delataba la furia que debía sentir ahora mismo. Devoss torció el gesto ante su comentario mordaz y empezó a sentir cómo empezaba a enfadarse de nuevo. Aquel día estaba siendo uno de los peores de toda su vida y no tenía mucha pinta de mejorar.

-Aún no me he desahogado, no. Y claro que ha valido la pena.- Dijo de forma seca y con dificultades para contener la rabia, mientras echaba rápidas miradas al león-demonio. Devoss se fijó entonces en la palma sangrante de su amiga y cambió su expresión a una más preocupada. Como si le hubieran apretado un botón y su ira hubiera desaparecido. Se sentía mal de que Ruth hubiera tenido que hacerse daño por su culpa.- Lo siento, es que... Lo que te he dicho antes. Ahora soy... cosechador...- En el rostro del licántropo podía verse que aún no terminaba de creérselo del todo. Se echó el pelo rubio hacia atrás nervioso y fijó la mirada en la isrealita.

Necesitaba moverse y salir de allí. Pero se contuvo. Devoss siempre había sido muy enérgico y activo. Que la Luna Roja lo hubiera transformado en un licántropo tigre no había hecho nada para remediarlo, más bien al contrario. Necesitaba correr con frecuencia todos los días, e impulsivo como era solía hacerle caso a sus instintos más que a otra cosa. En aquel momento le llegaba mucha información a su cabeza: miedo por su nueva situación, que desencadenaba en querer volverse un tigre y salir de allí. Rabia, que le provocaba unos deseos casi imposibles de parar de aplastarle el cráneo a aquella rata gigante genemágica y descuartizarla. Y por último la sensación de peligro que sentía cada vez que miraba al demonio leonino, que le incitaba a enzarzarse con él en una pelea feral de colmillos y garras. Devoss suspiró entrecortadamente y se obligó a no hacer nada de todo aquello. Se levantó con rapidez de la roca en la que había estado sentado y se dirigió a una de las paredes del edificio ruinoso. Tocándola con la mano derecha, de espaldas a Ruth.

-Xiotwa...-Le dijo a Ruth de sopetón, girando la cabeza hacia ella con tristeza en sus ojos. -Voy a ser el monstruo, el coco, el hombre del saco... para Xiotwa.-
Aes
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29/03/23, 05:26 pm
La sequedad con la que Devoss le recibió solo provocó que su ira aumentara. Ruth se quedó mirándole fijamente con el único sonido de su cabello crepitando como respuesta. El fulgor de sus ojos que brillaban como dos hogueras incandescentes pareció intensificarse a la par que su indignación. No es que a la israelita le importara demasiado esa alimaña, pero toda la actitud del licántropo parecía estar retándole a un duelo de tensiones. Entendía su frustración, pero nadie debía pagar por ello.

Por suerte para ambos su amigo pareció venirse abajo y en consecuencia habló de espaldas, como si no se atreviera a decirle aquello mirándola a la cara. La demonio de fuego chasqueó la lengua, sin saber muy bien qué decir y notando como poco a poco la llama que anidaba en su estómago menguaba. ¿Cómo podía consolarle? Todo el mundo sabía que sería muchas cosas, pero no buena consejera ni mentirosa. La situación de Devoss era peliaguda, y poco podía hacer para aliviarle más que acompañarle en su proceso.

—Puede ser, puede que seas el coco para mucha gente
—lentamente, Ruth se acercó hasta su amigo con la cara compungida y resintiéndose de la herida que hacía chorrear sangre hasta el suelo. Su cola se deslizó a su espalda antes de hablar con el tono que la caracterizaba, sin ningún tipo de rodeos y al grano—. Devoss, piensa. Piensa en Doce, al principio era un monstruo para nosotros, pero ahora sabemos que se sacrificó por todos y que a lo mejor, como tú, tampoco tuvo elección.

Con aquellas palabras se quedó conforme, pero Kasdaya, el demonio con forma de león blanco, habló a su espalda por primera vez en el trayecto y la israelita supo entonces que las cosas siempre podían ir a peor. Su voz era una especie de rugido cavernoso que demostraba su linaje infernal, sin embargo la altivez y elegancia con la que se pronunció fue tal que casi le sangraron los oídos.
Patético... —gruñó, caminando y apartando cascotes con las patas, su actitud era regia a la par que amenazante. Kaldaya acababa de decidir que su amigo era un sujeto débil y aunque parecía que su ama estaba a la altura el licántropo no daba la talla. La ponzoña y el desdén con el que habló fue propio de un demonio de su jerarquía—. No eres más que un gatito asustado... —sacó los dientes, afilados—. Hombre del saco o coco qué mas da... ninguno sois consciente de vuestras flaquezas hasta que es demasiado tarde. Simplemente patético.

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Las Fauces de la Bestia Empty Re: Las Fauces de la Bestia

30/04/23, 08:54 am
Devoss agradeció que ahora fuera Ruth la que templara su ira, aunque al principio sus palabras no lo confortaron en absoluto. "Puede ser, puede que seas el coco para mucha gente". El licántropo torció el gesto ante la absoluta sinceridad de su amiga, aunque en el fondo lo agradecía. No tenía sentido buscar apoyo en una persona que te iba a mentir, y por fortuna ella no era así. La mención de Doce lo hizo asentir con la cabeza pensativo, todavía de espaldas tanto a Ruth como a ese demonio-león.

El cosechador llamado Doce lo había sacado de su hogar, engañado, manipulado y mentido. Lo había separado de su familia... y él lo había odiado por ello durante toda su criba. Si su odio por él había desaparecido era solo porque estaba agradecido con que la Luna Roja le hubiera mostrado su verdadera naturaleza, a pesar de sus oscuros momentos. Habría sido muy diferente si se hubiera transformado en cosas peores como un trasgo o un vampiro. Si, Devoss estaba seguro de qué sentirían los habitantes de Xiotwa por él. Porque él mismo había sido consumido por aquella rabia incontenible. <<Tantas vidas destrozadas...>> Pensó con amargura.

Apreciaba el gesto de su amiga, pero era un problema imposible de suavizar. Ni siquiera cargarse a esa maldita rata gigante le había ayudado. Pero siempre podía ir a peor. Si ver la mano sangrante de Ruth había aplacado su furia como si fuera un interruptor, las palabras del león volvieron a activarlo. "Patético...Gatito asustado..." Cada palabra provocaba un nuevo temblor en su cuerpo, su rabia animal y salvaje a punto de desbordarse como si de un río se tratara. La demonio de fuego podría ver con facilidad los cambios en el cuerpo de Devoss, y éste se dio la vuelta con velocidad. Su cuerpo bestializándose por momentos, las garras abiertas, el pelaje cubriéndole poco a poco, los músculos agrandándose.

-FUERA. AHORA.- Dijo con voz alzada y llena de violencia, más animal que humana, ronca y llena de gruñidos. Su orden iba dirigida al león, pero si Ruth se iba también no sería el licántropo el que hiciera nada por detenerla en ese instante. Estaba luchando con todas sus fuerzas por no perder el control, y estaba perdiendo estrepitosamente. Sus colmillos se habían alargado y sus ojos eran más grandes, la espalda encorvada. Cada vez era más bestia y menos racional, sin que pudiera hacer mucho por evitarlo. Si no había optado por gritar era porque se conocía bien y eso terminaría por descontrolarlo del todo. Al final lo hizo igualmente. Los conceptos "Autocontrol" y "Devoss" nunca habían ido de la mano. Torció el gesto en una mueca de odio hacia Kaldaya.- ¡ME ENCANTARÍA DESCUBRIR A QUÉ SABE UN DEMONIO!- Gritó a pleno pulmón con una mirada salvaje. Luego todo se torció.

El licántropo saltó con facilidad por encima de la cabeza de Ruth. Cuando cayó al suelo enfrente de Kaldaya ya era por completo un tigre. El león era algo más grande, ya que se adaptaba a la altura de su ama para servir de gran montura. Para Devoss eso solo hacía la caza más interesante. <<¿Cómo debe ser hundirle las garras a un demonio? Arrancarle la yugular...devorarlo.>>

El tigre rugió, desafiándolo. A no ser que Ruth interviniera, lo poco que quedaba de Devoss terminaría por desaparecer, y la bestia empezaría a actuar.
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16/05/23, 10:06 am
Las cosas se fueron de control. La ponzoña demoniaca con la que Kasdaya intentaba provocar a Devoss hizo efecto en él y la israelita no pudo hacer nada más que maldecirse por no haberlo visto venir. Su amigo era impulsivo, al igual que ella, pero él no contaba con el mismo estudio sobre las cábalas y como las huestes del infierno trataban de minar tu alma poco a poco.

Aquel desliz podía costarle caro y no tardó en salir a pagar cuando el licántropo saltó por encima de su cabeza, cambiado y repleto de ira. Su transformación siempre la dejaba impresionada y clavada en el sitio completamente superada por el espectáculo de músculos y pelaje que se daba ante aquellas ruinas. Pero conocer el peligro que suponía cuando la bestia tomaba el control lograba sacarle de su aturdimiento y pronto Ruth se giró siguiendo la estela felina del holandés y contemplando cuál podría ser el peor desenlace.

Mierda, ¡Devoss, basta! —la demonio de fuego sacó sus dagas del cinto, preparada para cualquier circunstancia y se tomó unos segundos para decidir su curso de acción. Aquello permitió que su invocación continuara con su despliegue de ego.

Gatito asustado... provengo de eras antepasadas con las que jamás podrías soñar... —la voz cavernosa del león blanco resonaba ahora más fuerte haciendo un eco siniestro entre las paredes a medio derruir del lugar—. He presenciado guerras tan antiguas como el mismo universo... me encantaría ver como intentas probar bocado... —el demonio rugió, y tomó posiciones. Había detectado debilidad en Devoss, y más tarde, reto. Todo había sido una imprudencia.

Ruth gritó para hacerse oír por encima de ambos, dejándose la garganta en un intento de frenar la acometida.
¡Kasdaya! YO he sido quien te ha traído a este plano —el león albino a penas se giró hacia ella con toda la inmensidad que le caracterizaba—. Por lo tanto soy yo la que te ordena, y este pacto de sangre... —enseñó la palma de la mano chorreando—. Es lo que lo demuestra. Desaparece ahora y regresa a dónde perteneces—. la isrealita seguía haciendo caso de una grandilocuencia que no le pertenecía, pero era la única manera que tenía de que su propia invocación no se volviera contra ella—. Tus servicios han terminado.

El olor a azufre comenzó a inundar la estancia, contaminando sus fosas nasales con una pestilencia ancestral y prohibida. En pocos segundos Kasdaya se evaporó como si fuera una sombra blanquecina que desdoblaba la realidad. Ruth hincó una rodilla al suelo, resentida por la herida de su mano y debilitada por el esfuerzo que requería mantener a raya a una criatura de ese calibre. Miraría a la figura de su amigo con una ira contenida. Escupió al suelo.

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Las Fauces de la Bestia Empty Re: Las Fauces de la Bestia

19/05/23, 11:54 am
El tigre escuchó a sus espaldas los gritos de Ruth, pero le daba por completo igual. Su cuerpo y mente solo tenían interés por una sola cosa: Kasdaya. Tanto el animal como el demonio se miraron desafiantes, y aunque Devoss podía ver en los ojos del león un mal antiguo y oscuro no se acobardó en ningún momento. En aquellos años que llevaba en la ciudad había visto muchas cosas espeluznantes, y a decir verdad gran parte de ellas habían acabado siendo devoradas por el licántropo. No tenía miedo de enfrentarse a un ser como aquel, si acaso la idea le agradaba.

Kasdaya siguió con su venenoso discurso, y cada palabra era como un mazazo a la parte racional del holandés. Cada palabra enterraba más profundo en el fondo de su mente su lado humano y sacaba a la luz su parte animal. Estaba perdiendo la batalla consigo mismo y lo cierto es que deseaba perder. Poco a poco lo anhelaba más aún, solo quería dejarse llevar por sus instintos y que éstos hicieran lo que tuvieran que hacer. Finalmente el tigre rugió con fuerza en señal de respuesta y se preparó para atacar. La rabia lo consumía por dentro y se había hartado de contenerse.

El licántropo saltó hacia Kasdaya justo cuando Ruth terminaba de hablar. El resultado fue que la bestia atravesó con garras y colmillos el lugar dónde había estado su adversario segundos antes. Su amiga acababa de mandar al demonio de vuelta al mundo al que pertenecía. La fiera aterrizó con soltura varios metros alejado e inmediatamente rugió con más potencia aún, presa de la ira por habérsele negado aquella pelea. Se dio la vuelta en dirección a su amiga con una severa hostilidad en su mirada y gruñendo por lo bajo. Sus ojos desafiantes se encontraron con los de Ruth y estuvo así un par de segundos. Después, y haciendo un esfuerzo inhumano, el tigre negó con la cabeza y dirigió toda aquella rabia asesina contra el cadáver de la criatura genemágica, en un intento del holandés de saciarse de alguna manera. Nunca se perdonaría perder el control contra su amiga.

La bestia empezó a despedazar más aún con garras y colmillos a la rata humanoide, entre rugidos y gruñidos. Con cada ataque sentía cómo aquel instinto asesino iba desapareciendo y su cuerpo mostraba las consecuencias de ello: cada golpe que le daba al cadáver le volvía más humano, y sus gruñidos se empezaban a asemejar a unos sollozos. Pronto se vio propinando puñetazos por completo en su forma original.

-¡JODER!- Gritó sin parar de golpear a algo que si bien nunca fue humano, ahora tampoco parecía animal. Las lágrimas surcaban su rostro manchado de la sangre de aquel bicho. -¡¿Por qué me han elegido a mí?!¡No es justo! ¡NO. ES. JUSTO!- Devoss siguió dando rienda suelta a su violencia hasta que su ira acabó por calmarse. El licántropo jadeó del esfuerzo y por la intensidad de emociones por las que estaba pasando.

Terminó por sentarse en el suelo, con las rodillas recogidas y la cabeza apoyada en ellas. No quería mirar a su amiga en aquel momento, empezaba a sentirse avergonzado.

-Lo siento, Ruth...- Dijo cuando paró de sollozar. -P-perdóname, no era yo...O sí. Ya no estoy seguro de nada.- Devoss se encogió de hombros sin saber qué decir, y sin poder dejar de observar la masa sanguinolenta que era ahora la criatura genemágica.
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13/06/23, 08:23 am
Kasdaya se evaporó justo a tiempo antes de que el chico efectuara su ataque. De esta manera el demonio regresó a su plano, dejándolos solos y con el único sonido de los rugidos furiosos de Devoss como banda sonora. Su amigo ya no estaba, el holandés risueño y cariñoso con el que había compartido tantos buenos momentos y al que consideraba su familia no estaba. En su lugar habitaba una bestia primigenia e instintiva. La había visto pocas veces en las ocasiones en las que perdía el control, y siempre resultaba intimidante. Siempre.

Ruth le mantuvo la mirada al tigre cuando éste clavó sus ojos en ella expresando amenaza. Consiguió no apartarla por si acaso ese era el único requisito para que el licántropo no se abalanzara en su dirección. Sus manos se aferraron a la empuñadura de las dagas con fuerza, presa de la tensión y un terror subyacente. Si la embestía ni siquiera sabía si sería capaz de defenderse. No contra él, al menos.

Por suerte nada de aquello fue necesario. Devoss comenzó a ensañarse con el cadáver de aquella alimaña desgraciada y el espectáculo que dio fue lamentable. La israelita en cambio ya no percibía ningún tipo de empatía por la criatura ahora que acababa de salvar su pellejo. Lo que más sentía en las entrañas era una pena creciente. La compasión se extendió por su cuerpo como una cura helada que amainaba su fuego.

Suspiró, deshaciéndose de toda la ira y recuperando su ritmo normal de respiración. Aún estaba enfada, pero solo quedaban ascuas al ver como su amigo recuperaba su forma original con cada golpe. Su sollozo era como si le incrustaran un clavo en la palma de la mano.

Ruth se acercó en completo silencio de espaldas a él, y notó como los ojos se le humedecían (si es que eso era posible dada su naturaleza) cuando le vio tan decaído. No respondió a sus disculpas, no las necesitaba.

Devoss... —murmuró en aquel corto trayecto mientras se aplicaba conjuros vigorizantes y de sanación superficial sobre su herida, la cual ya no goteaba. Antes de llegar a su destino le aplicó al chico un hechizo ignífugo sin que este se diera cuenta. La demonio de fuego se sentó a su lado entre las ruinas y pensó que durante unos minutos era mejor no decir nada. Tenía que pensar y dejar que su cabeza reposara un poco, y sobre todo quería que el licántropo mantuviera la calma.

Pasó uno de sus brazos por los hombros del rubio y éste notaría que la temperatura de su piel no quemaba. Cuando le miró su cabello tampoco estaba prendido en llamas.
Yo... soy yo la que tengo que pedirte perdón... —balbuceó, apretándole el hombro y esbozando una sonrisa pobre con sus colmillos negros como el carbón—. Ha sido un tremendo error invocarle, no era el momento. Y lo peor es que no sé como ayudarte, dudo que nada de lo que pueda decirte te consuele.

Era incómodo, se sentía terriblemente incómoda y torpe al expresar sus sentimientos. Y al demostrar gestos físicos de cariño. Pero... no estaba mal del todo. Era cálido, y hogareño. Puede que quisiera acostumbrarse a eso.

Chasqueó la lengua y desvió la mirada hacia la nada para que su amigo no viera que se contenía por no seguir sus llantos e iniciar ella misma uno propio. Cuando volvió a hablar le apretó un poquito el hombro. Lo hizo con sinceridad, dada su personalidad nunca se daba rodeos ni ponía adornos.
Es una mierda —concedió, ladeando la cabeza—. La verdad... pero... no me imagino a nadie mejor que tú para hacerlo —Ruth se apresuró a acabar, consciente de que sus palabras podían malinterpretarse—. Joder, quiero decir. Piensa en Irianna. No es mala persona. Es nuestra amiga. Y no disfruta con ello. Estoy segura de que hay muchísimos psicópatas como Sigrún que se emocionarían cada segundo y se recrearían en esta situación. Por eso creo que mejor nuestro grupo que cualquier otro. Y mejor tú para Xiotwa que algún malnacido —agitó la cola a su espalda, deslizándola de un lado a otro y haciendo un sonido extraño al arrastrar cascotes y grava—. Esto no tiene por qué cambiarte más de lo que tú permitas. Devoss sé que no soy la mejor en esto pero...

Se interrumpió a medias, incapaz de sumergirse más profundo. Para lo que la israelita respectaba ya se había esforzado demasiado. Y ahora es como si nadara ciega y sorda en una corriente peligrosa que la arrastraba lejos de la orilla.

"No soy la mejor en esto pero siempre voy a estar a tu lado. Aunque eso me cueste enfrentarme a toda Rocavarancolia"

Es lo que habría dicho.

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"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."

"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."

"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."

"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
Seth
Seth

Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mental
Personajes :
Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre

Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena

Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio.

Las Fauces de la Bestia Empty Re: Las Fauces de la Bestia

12/07/23, 10:18 pm
Devoss siguió sollozando como un niño pequeño, acurrucado en sus propias rodillas y de espaldas a Ruth. Su mente era un caos total, inmerso en un mar de dudas y preguntas sin respuesta. ¿Qué tenía él de especial? Absolutamente nada, solo era otro pobre chico más secuestrado. Otro monstruo más de la ciudad. Pero durante mucho tiempo se había engañado con esto último. Deseó matar y devorar cada vez que perdió el control, y aún así había logrado engañarse así mismo y decirse: "No eres un monstruo, olvídalo..." Pero, ¿cómo podría olvidar algo como esto? Secuestraría a gente y algunos de ellos morirían. Esas muertes serían responsabilidad suya, mientras que los que sobrevivieran lo odiarían con todo su corazón. ¿Tenía que vivir con miedo el resto de su vida por si querían venganza? Y si así era...¿acaso no merecería ser castigado? El holandés no pudo evitar otro sollozo aún más fuerte que el anterior y apretó el puño con fuerza, mientras las lágrimas limpiaban parcialmente la sangre de su rostro.

Escuchó a Ruth hablar detrás suya, se había acercado a él completamente en silencio. Aún así el licántropo tigre no se giró y siguió mirando a la nada. A un vacío tan grande como el que sentía ahora mismo en su pecho. Pasaron varios minutos sin que la demonio abriera la boca, pero Devoss la entendía bien. ¿Qué podía decir ante aquella situación? Aún así el silencio era reconfortante, daba paz y le vino bien al chico. Sus sollozos remitieron poco a poco, hasta que solo quedó su respiración algo entrecortada como recordatorio del momento tan intenso en el que había estado sumergido. Sin embargo lo que vino a continuación no se lo esperó. Sintió el tacto de Ruth. Y nada más hacerlo Devoss pegó un respingo pensado en que le ardería la piel, pero no fue así. Era como si la antigua Ruth le estuviera tocando, a la que la Luna Roja aún no le había hecho una visita y transformado en demonio. <<Hechizo ignífugo...>> Fue lo único que pudo pensar antes de caer de nuevo en otro ataque de llanto, provocado por sentirse tan reconfortado cuando la chica pasó uno de sus brazos por su hombro.

-R-Ruth...- Susurró entre lágrimas incapaz de contenerse. Su cuerpo temblaba un poco debido a la tensión a la que se encontraba y el holandés se quedó unos segundos así con los ojos cerrados. Fingiendo que quien lo tocaba era una Ruth sin una conexión especial con los demonios ni una piel roja como el infierno, fingiendo que él era un chico sin un tigre en su interior que luchaba por escapar. Fingiendo que eran normales. Solo dos amigos humanos en la Tierra. Cuando la israelita volvió a hablar Devoss abrió los ojos, y la realidad volvió a ser la que era. Rocavarancolia estaba allí, siempre lo estaba.- N-no tienes qué pedir perdón... fui yo quién salió corriendo...- Se disculpó el licántropo restregándose el brazo por la cara para quitarse las lágrimas, algo más calmado, pero sus manos y su rostro seguían manchados de sangre. Devoss se giró un poco para poder ver el rostro de su amiga y se percató de que no había ni una sola llama en su cabello.

No pudo evitar sonreír de forma algo lastimera con los intentos de ánimo de su amiga. Era cierto que varios de sus amigos ejercían como cosechadores, y la verdad es que no les iba mal. ¿Pero acaso él podría hacerlo? Cuando lo pensaba era como si el mundo se le echara encima e intentara aplastarlo con todo su peso. Era como si alguien le pisara los pulmones con todas sus fuerzas. Que mencionara a Sigrún provocó una punzada de dolor, rabia y culpabilidad. Dolor porque aún recordaba lo que le hizo a Vorela. Rabia porque no fue capaz de preverlo hasta que fue muy tarde. Culpabilidad porque todavía se descubría así mismo siendo él y no Sekk quien le partía el cuello. Nunca se había sentido mal con ese deseo hasta ahora, quizás por eso lo habían elegido...

-No sé si lo haré bien...¿Cómo los podré mirar a la cara y... mentirles?- Preguntó más al aire que su amiga. Sus ojos estaban clavados en el suelo, aunque su mente estaba en otro lugar. Imaginándose posibles escenarios en su cabeza, donde aparecía él secuestrando a niños pequeños y alejándolos de sus familias.- T-tienes razón en que...- El licántropo se tomó unos segundos para ordenar su cabeza, tanto estrés lo tenía algo aturdido.- Supongo que soy mejor que cualquier malnacido, como dices... Pero no quiero ser el monstruo de nadie... No quiero...- Un sollozo interrumpió su frase, y Devoss miró hacia otro lado mientras intentaba parar aquello. Cuando lo hizo volvió a mirarla, con los ojos completamente rojos.- Y no quiero que pienses mal de mí... no quiero que me odies...- Confesó casi como un susurro que se perdía en el viento.
Aes
Aes

Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.

Personajes : Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
Fleur: Humana (Francia)
Siwani
Aniol: Humano (Polonia)


Unidades mágicas : 9/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D

Las Fauces de la Bestia Empty Re: Las Fauces de la Bestia

19/07/23, 06:58 am
Los sollozos de Devoss remitieron durante un tiempo, pero no fue hasta que la demonio de fuego mantuvo contacto físico que el chico volvió a derrumbarse. Ruth chasqueó la lengua algo contrariada, no porque le molestara su vulnerabilidad sino por la impotencia de no poder hacer nada. La mano que descansaba en el hombro del licántropo afianzó su agarre y con algo de fuerza quiso atraer al holandés hacia sí misma. No fue capaz de decir nada durante unos segundos, de ser así su amigo notaría que se le quebraba la voz por verle en ese estado.

Cuando volvió a emitir sonido su voz sonó un poco ronca, aunque no tan cavernosa como los diablillos que solía invocar en su habitación.

Técnicamente no tienes por qué mentirles... —aventuró, después de dirigir tanta parte de su odio durante la criba a los rocavarancoleses y su sistema le costaba horrores intentar comprender el método de captación que tenían. Pero solo entonces era consciente de que Doce nunca les mintió, solo disfrazó medias verdades—. Pero creo que si te resulta difícil... quizás podrías no ser tú quien lo haga... ¿sabes? Algunas personas usan otra identidad e incluso otro nombre y luego... —le dio un golpecito en el muslo al muchacho, a pesar de que este estuviera cubierto de sangre—. Luego Devoss siempre podrá estar ahí una vez vean la Luna Roja.

Después de todo igual no había sido buena idea mencionar a Sigrún, la israelita notó que su amigo se encontraba más susceptible con el tema. Pero desde luego no se esperó que uno de sus temores consistiera en que ella le odiara. Ahora podía ver con más claridad una parte de lo que estaba pasando. Siempre había sido tan radical con el consejo... ¿y si le había inspirado un temor a que la relación de ambos cambiara? Pero no era cierto, solo había que pensar en que seguía llevándose con Irianna.

¡No! —argumentó, dando paso a su carácter encendido de nuevo. Al elevar la voz la llama que anidaba su cola pareció brillar, iluminando brevemente la oscuridad de las ruinas. Le costó encontrar lo que quería decir durante unos segundos por lo abrumada que se encontraba—. ¡Claro que no voy a odiarte! A ver esta mierda... ya es lo suficientemente dura como para que te castigues de esta forma. Las muertes de nuestra cosecha, las pesadillas... soy consciente de que mi transformación me ha cambiado de la misma manera que tu nueva naturaleza lo ha hecho contigo y... creo que no está mal ser nosotros mismos.

Al fin y al cabo el chico no era el único que experimentaba sus nuevos impulsos de vez en cuando. Pocas personas conocían todas las cábalas que estaba rozando con la yema de los dedos en la intimidad de la noche.

Si queremos vivir aquí tenemos que ser parte de esta ciudad... aunque sea un poco. Ya hacemos la vista gorda con muchas cosas, aunque eso golpee nuestro propio código moral —la chica dejó caer la cabeza un poco hacia atrás, sintiendo algo de alivio personal al llegar a esa conclusión. Evitó mirar a Devoss al decir lo siguiente—. Además no puedo odiarte. A veces me caes mal, casi todo el mundo me cae mal dependiendo del día —bromeó—. Pero no podría odiarte aunque quisiera.

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"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."

"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."

"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."

"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
Seth
Seth

Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mental
Personajes :
Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre

Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena

Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio.

Las Fauces de la Bestia Empty Re: Las Fauces de la Bestia

22/07/23, 08:45 am
Devoss solo pudo escuchar las palabras de Ruth, mientras intentaba sin éxito reprimir aquella angustia en su corazón. Había logrado dejar de llorar, por lo concentrado que estaba en su amiga, pero estaba muy lejos de sentirse tranquilo.

A pesar de todos los peligros de la ciudad, todas las veces que sus instintos se descontrolaron, todas las muertes... Nunca había deseado volver a casa. Le gustara o no, Rocavarancolia era su verdadero hogar y seguía creyendo que la Luna lo había bendecido. Pero por primera vez no podía evitar pensar que nada de aquello había merecido la pena. ¿De qué había servido sobrevivir a la criba si ahora iba a condenar a otros a lo mismo? Puede que estuviera obligado, pero no lo hacía más fácil. Y sí, él que había aceptado venir en busca de aventuras para escapar de su aburrida vida... ahora se sorprendía pensando en que esa vida aburrida nunca había estado tan mal. El holandés solo quería desaparecer, volver a tener catorce años y preocuparse únicamente por las notas o el próximo partido de fútbol. Pero sabía que era imposible recuperar su vida, aún calmado, seguía notando al tigre bajo su piel y sus huesos. Siempre estaba ahí.

A pesar de todo, las palabras de la demonio calaron en él. Devoss se giró un poco aún sentado en el suelo, para poder verla mejor. Era cierto que podía usar otra identidad... y de hecho tenía bastante sentido. No se lo había comentado, pero en Xiotwa usaban máscaras y si quería inspirar confianza él debía llevar la suya propia. El licántropo tigre asintió con la cabeza algo más sereno y la vista clavada en la pared, sin embargo no pudo evitar derrumbarse un poco cuando la israelita prometió que no lo odiaría por ello. Devoss intentó frenar el nudo que se había formado en su garganta sin éxito, y volvió a asentir con un par de lágrimas rodando por su rostro. Se sentía aliviado de que siguiera conservando la amistad de su amiga. <<Ser nosotros mismos...>> ¿Podía hacer eso? ¿Dejar de reprimir a la bestia y dejarse llevar más todavía por sus instintos? La sola idea le asustaba más de lo que querría admitir, pero cómo lo deseaba...

El chico no pudo evitar reír un poco mientras se secaba las lágrimas, restregando aún más la sangre que manchaba su rostro, con el comentario de su amiga. Ruth era bastante solitaria cuando quería, y no solía mostrarse muy cercana, al menos no como él. El tigre la miró con una sonrisa agradecida, se sentía algo más tranquilo. Aún no sabía cómo afrontar aquel momento, pero ahora mismo estaba aliviado de saber que Ruth lo apoyaría hasta el final.

-¡Oye, me tomo como un cumplido que solo te caiga mal a veces!- Le siguió la broma con una sonrisa divertida y le devolvió el golpecito en el muslo. Después se puso algo más serio y volvió a mirar aquellos ojos de infierno que tanto lo tranquilizaban.- Gracias, Ruth... yo...- Le costaba sacar las palabras que quería decir pero deseaba hacerlo.- Por todo. Eres una buena amiga, mi mejor amiga.- Se corrigió el holandés, que poco a poco se levantó con esfuerzo.- Nunca he sido la persona más fácil de tratar, y cuando salió la Luna Roja... sé que eso empeoró. Pero tú siempre has estado ahí.- Confesó el licántropo para después tenderle una mano para que se levantara, cuando lo hiciera no podría evitar darle un abrazo aprovechando que aún seguía activo el hechizo ignífugo.- Gracias por esto.- Dijo con la voz algo rota, pero se podía leer con facilidad el enorme alivio que cargaban sus palabras. Después se separó de la demonio con una sonrisa agradecida y se giró para mirar el cadáver de aquella alimaña genemágica.-Hmmm.... ya me lo comeré luego si sigue por aquí. ¿Volvemos a la sede?- Preguntó con una risita incómoda por el estado en el que había dejado a aquella bestia, cuando se dejó llevar por la ira.

Devoss se convertiría en bestia de camino a la sede, caminando al lado de Ruth. La imagen tenía que ser cuanto menos curiosa: una demonio de fuego acompañada de un enorme tigre. El trayecto fue silencioso al menos por su parte, pero si su amiga hablaba la bestia iría asintiendo con la cabeza para dejar claro que la estaba escuchando. Aquel día había sido muy intenso, y lleno de dilemas morales. Aún los tenía. Pero gracias a su amiga ahora sabía que podía contar con ella. Devoss lo tenía decidido. No sería el monstruo para los xiotwacanos, sería su mejor opción. Mucho mejor que cualquier psicópata que disfrutara con ello.

<<Ahora solo necesito una máscara... Y un nuevo nombre>>
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