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Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
Fleur: Humana (Francia)
Siwani
Aniol: Humano (Polonia)


Unidades mágicas : 9/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D

¡A todo gas hacia el Polo Norte! Empty ¡A todo gas hacia el Polo Norte!

02/12/23, 09:55 am
La luz tenue de Rocavarancolia se colaba por la tronera en un intento de acariciar los cabellos negros como el tizón de Aniol. Éste, sin embargo, se encontraba lo más apartado posible y con la espalda pegada a la pared de una de las habitaciones comunales de la segunda planta que nunca llegaron a usarse. Debido a los acontecimientos recientes prefería sumirse un poquito en la oscuridad, aunque tuviera que usar uno de los cristales mágicos que Ethan había cargado personalmente para él, como era el caso.

En ese momento una luz anaranjada iluminaba la estancia con un brillo parecido al que aportaría una chimenea en invierno. Y es que nadie sabía que el Polo Norte estaba llegando ya al torreón Sendar.

Oh… blanca Navidad… sueño… —canturreaba en voz queda mientras su muñeca se movía al son de los sueños que todavía estaban por cumplirse. Tras hablar con el medio japonés hacía unas semanas ya no poseía ningún reparo en portar un lápiz y encima gracias al chico había rescatado un folio de papel para crear lo que sería su carta al Señor Santa—. Y con la nieve en derredooor… — prosiguió, de espaldas al umbral de la puerta y con la hoja en blanco mirándole ceñuda al ser consciente de que todavía no había escrito nada en ella.

¡Era super difícil! ¡De hecho la misión más complicada de todas!

Pero allí estaba su premio, la chaqueta de cuero de Connor reposaba sobre el colchón inerte y ajena a lo que estaba sucediendo. Aniol bostezó todavía adormilado por tener que madrugar mucho para poder colarse en el dormitorio de los mayores a hurtadillas. ¿Pero cómo si no iba a poder mirar su tejido y proveniencia? A lo mejor Papá Noel no podía llegar hasta ellos así que tendría que avisarle de que algunos de los regalos debían bajar por la chimenea de Texas. Tenía que ser una chupa nueva y más limpia pero que conservara el dragoncito rosa de su espalda.

No le pongas en la lista de los niños malos porfi… —susurró al aire—. Él lo intenta.

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"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."

"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."

"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."

"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
Seth
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Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mental
Personajes :
Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre

Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena

Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio.

¡A todo gas hacia el Polo Norte! Empty Re: ¡A todo gas hacia el Polo Norte!

05/12/23, 09:19 am
-¿Dónde cojones está?... ¿Dónde cojones está?- No paraba de repetir con el tono de voz ensombrecido por la preocupación, mientras ponía patas arriba la habitación en la que dormía con sus compañeros. Las camas arrastradas y movidas de sitio, las sábanas y almohadas por el suelo, los putos baúles abiertos y su contenido desparramado. No pensaba de verdad que se lo hubieran robado sus compañeros de cuarto, pero la puñetera paranoia le estaba venciendo y quizás fuera una broma de alguno, pero también era posible que él mismo se hubiera equivocado y lo hubiera guardado donde no debía. Y es que lo que estaba pasando no era ninguna puta broma, porque no encontraba su jodido chaleco.- Me cago en mi puta vida, joder.- Musitó revoleando una de las almohadas hasta la otra punta del lugar, chocando contra la pared del fondo.

Su puto chaleco perdido. El mismo que se había ganado de manera sucia, violenta y cansina, a base de demostrar su lealtad una y otra y otra vez. Había perdido la cuenta de las veces que había tenido que limpiar las motocicletas del resto, de llevarse la parte más jodida de los trabajos, las bromas... todo por ser el nuevo prospecto y para ganarse ese puñetero chaleco. Eran las costumbres de los Wyverns y él las respetaba y las seguía con orgullo. Pero ya hacía mucho tiempo que había dejado de ser un puto novato y esa prenda lo demostraba. Había luchado tanto solo para poder llevarla puesta y ser uno de ellos... <<¡Soy un Wyvern, joder...! ¿¡Dónde está mi puñetero chaleco de los putos cojones!?>> Pensaba cada vez más y más enfadado, pero también asustado. Con la prenda perdida se sentía desnudo, incluso vulnerable... Sentía que les estaba faltando el puto respeto a todo el club.

Bufando y con una mueca de rabia salió al pasillo, dejando la habitación como si un huracán hubiera arrasado con el lugar. Ya lo recogería todo luego y pediría disculpas si también era necesario... Cuando encontrara el puto chaleco. El motero haría un viaje angustioso por el resto de la primera planta y también la baja. "Saqueando" cuando podía en pos de encontrar la prenda o preguntando directamente a cualquiera de sus compañeros con los que se encontraba. Nada de nada.

Y ahí estaba ahora: en la segunda planta para hacer exactamente lo mismo. No fue hasta que avanzó un poco por el pasillo que escuchó una voz tarareando en una de las habitaciones comunales y vacías. Era Aniol. <<Mierda... ¿No creo que él...?>> Pensó con el ceño fruncido, en su interior una mezcla de incertidumbre y enfado creciente. Connor llegaría hasta el origen de la voz, solo para descubrir que justo eso era lo que había pasado. Aniol, aquel niño dulce y bueno, le acababa de robar el puto chaleco. Su cara se torció en una mueca tan rabiosa que tuvo que dar un paso atrás y salir de la línea de visión aprovechando que el polaco no lo había visto aún, siendo consciente de que si lo veía así iba asustarse más de lo que ya lo estaba cada vez que se cruzaban. <<Joder... ¿Cómo cojones lo hago?>> Pensaba frustrado por no poder coger el chaleco por tener que hacer las cosas bien primero... Una vez más, la respuesta fue pensar en cómo se comportaban sus compañeros al tratar con los niños...

Con calma, tranquilidad, puta responsabilidad afectiva...<<Vale, joder... Creo que lo tengo, joder...>> Con varios suspiros, como si haciendo eso estuviera descargando toda la mala leche, Connor logró serenarse un poco y sólo entonces entró en la habitación.

-Eh, Aniol...- Dijo a modo de saludo en el marco de la puerta. Su sonrisa intentando ser la más natural del mundo pero algo incómoda, la alternativa era enfadarse mucho más que cuando Damian le robó los cigarrillos. Y esa no podía ser una alternativa. ¿Qué cojones le pasaba a los críos con robar sus mierdas, de todos modos?- Anda, joder... Hmmm... Ese es mi chaleco, lo estaba buscando...- Señaló la prenda con una mano haciéndose un poco el despistado, mientras daba varios pasos para acercarse al niño.

Le estaba costando muchísimo no explotar en aquel momento, pero sabía que tenía una puta oportunidad de oro para no volver a cagarla y quizás acercarse más a Aniol.  Al dar varios pasos más y estar al lado del niño, fue cuando se dio cuenta de que estaba escribiendo algo.

-Ahhh... Hmm... ¿Qué estás escribiendo ahí, eh?- Le preguntó con la sonrisa más falsa que había hecho en su puta vida, aunque era bastante convincente. Sus ojos sin embargo se iban de forma intermitente hacia la prenda en la cama, sin parar de pensar preocupado... <<Por favor, que no me haya pintarrajeado el puto chaleco>>.
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¡A todo gas hacia el Polo Norte! Empty Re: ¡A todo gas hacia el Polo Norte!

15/12/23, 12:27 pm
Alumbrado por el resplandor naranja de su gusiluz mágico Aniol continuó escribiendo con cierto misterio hasta que una voz gravé sonó a su espalda.

El pequeño se giró con cierta inquietud hacia Connor, silenciando el tarareo y el caer de los copos de nieve alrededor de la pequeña esfera de fantasía en la que se había aislado. El canadiense no parecía enfadado, no del todo al menos, aunque esa sonrisa tan afable se veía un poco extraña en él, como si no combinase con su aspecto de tipo malo.

Holi… —susurró, con el lápiz congelado en el aire en un gesto notorio de culpabilidad. Le había pillado completamente en seco. Tal vez si era sincero no estaba todo perdido—. ¡No me levantes por la camiseta como a Damián ¡Por favor! —se apresuró a decir, mostrándole el chaleco intacto y su hoja de deseos de Navidad. Como título el folio portaba un “Regalos para mis amigos de Sendar” bastante convincente—. Yo solo quería… pensaba que… el Señor Santa podía traer otra nueva para… bueno… —tragó saliva—. Para ti… Connor.

El polaco se levantó haciendo esfuerzo por alzar la prenda de cuero que debido a su tamaño le pesaba más que a un adulto. Su rostro no expresaba tanto miedo como cautela.

¡Es que está manchada aquí y aquí y aquí y aquí! —fue señalando algunas costuras desgastadas por el tiempo y las inclemencias de salir a por cestas siempre con la misma cazadora—. Bueno aquí… también… ¡Sólo la cogí prestada por eso! ¡Prometido! Además… no sabía de dónde eras ni si el Señor Santa puede llegar aquí con su trineo así que… me preguntaba si en Texas tienes a alguien que pueda recibirlo por ti… solo por si acaso —se atrevió a esbozar una sonrisa—. Como con los paquetes de Amazon.

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20/12/23, 06:18 pm
Aniol cortó de manera abrupta su tarareo infantil en cuanto él llegó, con claras señales de haber sido pillado con las manos en la masa. A pesar de sus intentos por sonreír de manera afable y relajada, Connor tenía una importante cantidad de mala hostia difícil de reducir. Si ya le había molestado que Damian le robara los cigarrillos, el chaleco era... joder, eso era puñeteramente sagrado y no lo podía tocar cualquiera. De hecho, no dejaba que nadie lo hiciera. A no ser que fueras un niño, si tocabas sin permiso el chaleco de un Wyvern era exactamente lo mismo que hacerlo con su moto: te la jugabas a volverte a tu puta casa con dientes de menos. Así que si en vez de Aniol hubiera sido una persona adulta la causante de ese lío... seguramente Connor habría actuado diferente.

A pesar del enfado, las siguientes palabras de Aniol borraron cualquier ira provocada en el canadiense. "¡No me levantes por la camiseta como a Damian! ¡Por favor!" La sonrisa forzada de Connor se volvió una mueca a medio camino entre el desconcierto, la incomodidad y el pesar. <<Joder...>>. Pensó con el ceño fruncido por la preocupación... Aquello era justamente lo que le había estado afectando de aquel tema: tener que ver el miedo en los ojos de Aniol cada vez que se cruzaban o sus intentos por evitarlo. Se sentía como un puto monstruo a sus ojos, y claramente la culpa había sido suya desde que amenazó a Serena. Se había comprometido a cambiar eso, y quizá ese fuera un buen momento.

-¡No, no espera, joder...!- Diría rápidamente alzando las manos, queriendo calmar al niño y hacerle ver que no iba a levantarlo por los aires. No pudo decir mucho más, mientras el niño polaco seguía explicándose atropelladamente y enseñando un folio. Que volviera a tocar su chaleco seguía molestando, pero ya solo eran los ecos de unas cenizas. Por otro lado, la sorpresa se hizo cargo del motero en cuanto escuchó las intenciones de Aniol de pedirle un chaleco nuevo al... Señor Santa. Era una puta carta navideña, de eso se trataba. El desconcierto hizo mella en alguien al que los regalos ajenos y genuinos por parte de gente externa al club eran... jodidamente extraños. Ya lo sintió así con ese primer dragón de papel que le hizo Ethan, y ahora lo sentía así de nuevo.- Ahhh... Hmm...- Murmuró mientras terminaba de escuchar el relato de Aniol.

Connor se quedó ahí de pie, como un puto idiota sin saber muy bien qué decir. ¿Un gracias por el intento de regalo? ¿Una jodida regañina por robarle sus cosas? A todo eso se sumaba el hecho que poco a poco y muy dentro de él, empezaba a sentir un cierto calor reconfortante en su pecho por aquel detalle de Aniol. Puede que no le viera tan monstruoso al fin y al cabo...Los Wyverns celebraban muchas juergas, pero dejar regalos en el árbol de Navidad y cantar villancicos no entraba como una buena forma de coger una puta borrachera, así que aquel gesto del niño era novedoso por mucho que la carta no fuera a parar a ningún lado.

-Oh... a ver...- Dijo Connor mientras le quitaba con lentitud el chaleco de las manos a Aniol, solo para ver esas costuras desgastadas que el niño señalaba. Ya sabía cuáles eran, conocía su propio chaleco más que así mismo, pero necesitaba fingir que sabía lo que hacía por unos segundos. Y necesitaba su chaleco de vuelta. Finalmente Connor suspiró pesadamente, antes de sentarse en la cama con la prenda en las manos, la mirada clavada en Aniol. Su tono no era molesto o gruñón, intentando ser calmado y alguien mínimamente razonable.

-Este chaleco significa mucha mierda para mí...- Empezó a explicar intentando encontrar las siguientes palabras adecuadas. ¿Podía siquiera llamarle "cabroncete" de forma amistosa como hacía con Damian? Eran tan diferentes...- Por eso me he preocupado tanto cuando no lo encontraba. Hm.... ehhh... a ver, no está bien quitarle las putas cosas a lo demás, Aniol...- qué hipócrita se sentía al decir eso.- Pero claro, es que no sabía que estabas planeando todo esto, joder...- Dijo obligándose a salir de su sorpresa e incomodidad y esbozando una sonrisa agradecida hacia el polaco.- En el club no celebramos la Navidad, así que éste sería mi primer regalo, ¿sabes? Gracias, Aniol.- Leves asentimientos de cabeza contrastaban sus palabras, queriendo alimentar también aquella ilusión del niño, pero aunque su sonrisa se iba ensanchando poco, tuvo un momento de sombras y seriedad para dejar algo en claro y cerrar aquel puto tema de una vez. Quitarse la jodida espina.- Lo de levantar por los aires a Damian estuvo mal y... me sentí como una mierda luego. Es algo que no volveré a hacer, Aniol. Promesa de motero.-

Connor cerró el puño y lo extendió hacia Aniol, dándole la oportunidad de que el niño hiciera lo mismo y los chocaran.
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22/12/23, 05:01 pm
Aniol no temió a Connor cuando este se acercó para tomar su chaleco y comprobar las costuras desgastadas, sus gestos fueron tan lentos al sentarse junto a él que el niño solo pudo escrutar su rostro con expectación.

Pero Connor no parecía complacido, no del todo al menos. Más bien se mostraba confuso, como si le costara encontrar las palabras adecuadas o estuviera esforzándose en algo que no lograba identificar.

Pero… —el churumbel frunció el ceño, contrariado por estar recibiendo una especie de regañina cuando en realidad quería realizar una buena acción. Su mirada se desvió por unos segundos al folio casi en blanco, más éste no le proporcionó una respuesta para salir del paso. Al final agachó los hombros, le daba un poquito de rabia que fuera el canadiense quien le avisara de que estaba haciendo algo mal porque si fuera una persona ejemplar a sus ojos como lo era Ethan o Rick le tendría más sentido... ¿No? Aún le costaba olvidar sus gritos a Serena. Sin embargo… entendía lo que la prenda significaba para él. Incluso con toda la sarta de palabras malsonantes entre medias—. Está bien… perdún… —se disculpó de corazón y regodeándose una última vez en la visión que le ofrecía aquel trozo grande de cuero. La criatura parecía una especie de dragón púrpura. El polaco pensó que Connor tenía cierto parecido con aquel símbolo pues él también estaba custodiando un tesoro a su manera. Menos mal que no escupía fuego—. Creo que si me hubiera despertado sin mis pulseras de plata… —reflexionó, haciéndolas tintinear con un movimiento de muñeca e inspirando con resignación—. Me habría preocupado de verdad de la buena… lu sientu.

Lo que ocurrió a continuación le dejó sorprendido por varias cuestiones a la vez. La primera de ellas fue la sonrisa agradecida en el rostro de Connor. No es que no le hubiera visto sonreír antes pero casi siempre se debía a bromas de mayores con Nohlem o Colmillo que nunca entendía. En aquella ocasión no había nadie a sus alrededores, solo el tipo intimidante y él. Parecía de veras que su presencia le agradaba. Aniol sonrió por acto reflejo, ensanchando sus mofletes y compartiendo aquel momento con una calma que nunca antes había sentido en su compañía.

El segundo motivo fue el hecho de que allá de donde el muchacho proviniera no celebraban la Navidad. ¿Qué significaba? ¿Acaso el Señor Santa no repartía juguetes a los niños de todo el mundo? Suspiró, entendiendo que quizá era el modo elegante de decirle que estaba en la lista de niños malos. Le habría respondido que ya no tenía por qué estarlo, de no ser por la muestra de arrepentimiento que dejó entrever.

De nada… —murmuró, sacando su grulla de papel del bolsillo y acercando de pronto la figura a la oreja del modo en que se haría si te llamaran por teléfono—. ¿Sí… diga? Ajá… Ajá… —se interrumpió así mismo con su propia vocecilla—. Es Anastasia… —susurró con tono confidente—. Me dice que te diga que no pasa nada… le diste un buen susto pero… todos nos enfadamos alguna vez… yo me enfado poco… creo… desde que conozco a Damian me enfado una poquitina más…

El puño de Connor quedó en el aire a la espera de ser chocado ya que el niño solo parpadeó y en lugar de finiquitar el gesto con los nudillos envolvió como pudo la mano del canadiense con la suya propia sin entender de qué iba la cosa. Eso sí, la sonrisa no se la quitaba nadie.

¿Una promesa de motero es como una promesa pero más fuerte? —quería prometerle que aunque ese fuese su primer regalo… no sería el último mientras él tuviera sus contactos el Polo Norte.

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02/01/24, 05:21 pm
Cuando has robado, amenazado, apalizado o directamente te has cargado a alguien... Regañarle después a un crío por quitarte algo te hace ver como un jodido hipócrita de mierda. Y justamente así se sentía Connor mientras le explicaba a Aniol que no debía coger cosas ajenas, viendo durante unos instantes su rostro contrariado y hombros agachados. ¿De todo aquello que era lo que le hacía un hijoputa de primera? ¿El hecho de que fuera capaz de matar por el club? ¿O que ninguno de sus delitos cometidos le pesara pero sí recordar al polaco con miedo en sus ojos? A ésas alturas, al motero no podía importarle menos ese dilema. Solo le importaba esconder lo cabronazo que era al crío, porque nunca dejaría de serlo realmente, pero podía ser algo más para Aniol y Damian. Y esa era una de las razones por las que Connor había enterrado y apagado aquella rabia porque el polaco le robara el chaleco, y en cambio ahora hablaba tranquilo y jodidamente razonable. Ser mejor.

Connor negó con la cabeza con una leve sonrisa cuando Aniol se disculpó varias veces, dando a entender que no hacía falta nada de aquello tampoco. El niño había tenido la mejor de las intenciones y el motero solo podía pensar en lo bueno que era aquel puto enano, aunque eso no le quitaba lo jodidamente travieso que era. Aniol era un crío muy atento e inteligente, y tenía tantas ganas de llevarse bien con él como ya se llevaba con el italiano. Los ojos casi negros de Connor se posaron en las pulseras de plata de Aniol y en su brillo, por sus palabras quedaba claro que eran especiales para él. Y no solo eso, lo veía siempre con ellas puestas aunque el número cambiara dependiendo del día.

-Claro, mi chaleco son como tus pulseras...- Secundó mientras asentía con la cabeza. Contento de que aquello estuviera saliendo bien. Aniol parecía estar perdiéndole el miedo y había recuperado su puñetero chaleco. Lo siguiente que ocurrió terminó por confirmar que el niño estaba más cómodo en su presencia, y sorprendió tanto a Connor que no pudo evitar abrir los ojos de más y pegar una risotada. La "conversación" de Aniol con Anastasia le pareció jodidamente divertida con aquel tono confidente, pero sobre todo tranquilizadora. Porque ahí estaba joder, la confirmación de que aquel susto que le había provocado ahora empezaba a quedar en el pasado. Aún con una sonrisa en los labios, Connor imitó el tono confidente de Aniol.- Dile de mi parte a Anastasia que muchas gracias, y que es una tía de puta madre...- Dos segundos después Connor ya estaba alzando la voz para explicarse mejor.- ¡Bueno no la insultaba, joder! Quería decir que me cae bien...-

Saber cuando podía y cuando no usar su tono malhablado a veces era un puñetero problema cuando se trataba de Aniol. Damian por un lado era igual o a veces mucho peor que él, pero el niño polaco era jodidamente lo contrario. Solo esperaba que con aquel tiempo que ya habían convivido entendiera que solo era su forma de hablar. Cuando Connor alzó el puño para cerrar aquel pacto, no pudo evitar soltar un bufido divertido con la respuesta de Aniol intentando envolver con su mano abierta la suya. Sin entender que el puño cerrado quería decir... pues bueno, que también lo cerrara él y los chocaran, ¿no cojones?

-Eso... También vale, joder...- Comentó divertido mientras miraba al sonriente niño.- Si, una promesa de motero es como una normal pero... Más fuerte...- Empezó a explicarse, meneando el puño aún con la mano de Aniol encima, de un lado a otro.- En mi familia nos tomamos las putas promesas muy en serio. Si la haces ya no puede romperla.- Excepto si eras alguien como Roderick o Markus, claro...

Connor se quedó unos segundos en silencio, mucho más cómodo comparado al inicio de la conversación, y pensando en que si Aniol estaba tan ilusionado con la puñetera Navidad... Pues suponía que algo iban a tener que hacer... Pero ya tenía pensado cargarle todo el puto trabajo a Ethan, a él se le daban mejor esas mierdas. Un tintineo de aquellos aros de plata del crío le sacaron de aquellos pensamientos, y volvieron su vista hacia él con mirada curiosa.

-¿Y dónde conseguiste esas pulseras? Antes has dicho que son jodidamente especiales para ti.-
Preguntó con tono interesado mientras las observaba. -Y no sé cojones, pero juraría que cada día llevas un número distinto de ellas.- Si aquellos accesorios eran tan especiales para Aniol como el chaleco para él, Connor tenía muchas ganas de saber su historia.
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19/01/24, 11:50 am
Aniol se sintió mucho más tranquilo cuando Connor imitó su tono de voz confidente para hablar con él, de este modo la conversación parecía tratar de la grulla de papel y no de lo que fuera que ocurriera entre ellos dos. El canadiense continuaba resultando imponente, como un dragón de escamas negras y moradas que en cualquier momento podía incinerarte con sus llamas. Sin embargo… hasta los dragones jugaban… ¿No? Y tenían crías y familia. Y si se les trataba bien incluso dejaban que te montaras en su lomo. Bueno, quizá eso era llegar demasiado lejos.

El niño desvió la mirada al suelo con las palabrotas del motero, divertido y confuso a partes iguales. Empezaba a entender que su lenguaje poseía un matiz especial muy similar al de Damian cuando le hablaba a un colega. Mucho “puto” y “cabronazo” que en otras circunstancias sus padres se habrían molestado en silenciar, pero que allí no tenía más remedios que hacer oídos sordos.

Nu pasa nada… Sé que no la insultabas… jeje —la atención del churumbel se centró exclusivamente en la del muchacho entonces, atraído por su concepto de promesas tan a rajatabla, tenían algo en común, ya que él era partidario de que los juramentos debían llevarse a cabo costase lo que costase. Sus ojos no se despegaban de los tatuajes del chico, observando las cadenas con un tono reflexivo que desviaba su carta de Navidad a un segundo plano—. Has dicho familia… —murmuró, aquel hecho era importante. En ocasiones Nohlem hablaba de sus padres, Rick de Bob, Airi de su tribu y Colmillo de la camada gigantesca a la que pertenecía. Pero Connor… siempre se quedaba callado—. ¿Tienes hermanos? ¿Hermanos pequeñitos? ¿Tus padres te están buscando como a mí? Puedo escribir algo para el Señor Santa, seguro que si llega a Texas les hace saber que estás bien.

La siguiente pregunta no le pilló desprevenido del todo. Alzó su muñeca lo justo para que viera sus brazaletes de plata, en aquella ocasión portaba los siete. El tintineo del movimiento y el choque entre ellas pareció un saludo tímido.

Las heredé de mi abuela… ella estaba muy enferma… en una camita de hospital. Se fue a la casa de campo de su hermana, mi tía abuela, y me dijo que algún día volveríamos a vernos allí… —la voz de Aniol se ensombreció un poco con la inseguridad de quien anda por una cuerda sostenida ante un abismo—. Creo… que… yo pienso que Serena está bien, porque está allí con ella, seguro que le está enseñando a regar sus plantas y a poner la mesa con vasos gigantes de miel y zumo —suspiró—. Las pulseras son un semanario… cada Lunes me pongo una, y así hasta que tenga las siete y vuelta a empezar. Gracias a eso el elfito y yo sabemos qué día es exactamente y cuánto nos queda para volver… ya sabes… —¿Seguiría en contacto con Connor? ¿O era de esas personas que salvo por las circunstancias ignoraría a la mayoría del grupo en su día a día?—. Mi abuela me dijo que son su mayor tesoro, y que cuando se las dé a alguien una parte de mí estará con esa persona, aunque ellos o yo esté en la casa de campo… ¿Cómo cuando pones la oreja en una caracola y escuchas las olas del mar? Pues así…

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24/01/24, 09:23 pm
Hablar con Aniol era muy agradable después de haber estado esas semanas viendo el miedo en sus ojos cada vez que se cruzaban, y Connor se lamentó un poco por no haber intentado ser más cercano en un inicio con el polaco. La conversación que había tenido con Ethan en la azotea le estaba sirviendo de mucho a la hora de tratar con Aniol, igual que recordar cómo el japonés, Räg, Airi o Nohlem hablaban con los críos. El motero se había criado en un entorno tan hostil y crudo, que saber que eras capaz de intimidar era una noticia buena de cojones. Pero con aquel niño era la primera vez que sentía deseos de ser todo lo contrario. Más confiable, menos agresivo.

Connor sonrió y asintió con la cabeza cuando Aniol aclaró que sabía que no había insultado a "Anastasia". Ver que el niño empezaba a entender su puñetera forma de hablar le tranquilizó por dentro. Porque joder, no pensaba cambiar su vocabulario pero tampoco quería que se sintiera atacado cada vez que abriera la puta boca. Por otro lado, el motero se había fijado en cómo Aniol solía usar muchas veces las "u" en vez de las "o", y aunque ni de coña pensaba corregirle sí que le hacía cierta gracia que se reveló en sus labios sonrientes. Tampoco se le habían escapado sus miradas curiosas hacia sus tatuajes, y durante unos segundos Connor se vio reflejado así mismo en el pequeño. ¿Así se había visto él cuando llegó al club siendo un jodido niño? Ojos curiosos clavados en todos aquellos tatuajes y cicatrices... La pregunta que vino a continuación lo sacó de aquellos pensamientos más rápido que un puto puñetazo en la barbilla, y Connor clavó su vista en Aniol con una leve mueca incómoda.

-Ah... bueno...- Empezó a decir removiéndose en el sitio y desviando la mirada hacia la pared de la habitación. Inconscientemente había empezado a apretar con algo de fuerza el chaleco de cuero entre sus manos. Aniol no le preguntaba por el club ni sus miembros... Le preguntaba por familia de sangre. Por unos padres muertos que casi no recordaba pero que sabía que nunca habían pensado en él cuando estuvieron vivos. En realidad, nada de eso le importaba tanto como algo que había más allá: recordar su niñez era recordar sus años en el orfanato y los meses en las calles cuando escapó de allí. Era recordar el puto dolor, el hambre y el frío. Demasiada mierda para contársela a un niño.

Aún así la oferta amable del polaco le hizo esbozar una leve sonrisa antes de hablar.

-Gracias Aniol, pero no te preocupes por eso. Yo... ehh... crecí en un puto orfanato. Así que no recuerdo mucha mierda de mis padres.- Empezó a explicar mientras se encogía de hombros. Mostró una sonrisa, ésta vez más profunda para esconder las sombras que se amarraban en su pecho y le recordaban el amargo sabor del invierno de Canadá cuando lo sufrías debajo de un puente, y le dio varias palmadas al logo del dragón guiverno del chaleco.- Ésta es mi verdadera puta familia. El club, digo. Me acogieron cuando tenía tu edad, ¿sabes? Era un puto crío, pero los cabrones se quedaron conmigo...- Le explicó con un tono agradecido y renovado. Nadie leería esas cartas, pero aquello parecía alimentar la jodida esperanza de Aniol. Y Connor quería participar en esa fantasía, relegando a un segundo plano su propia tristeza por pensar en los suyos y lo lejos que estaban de él.- ¡Pero eh, puedes escribírsela a ellos! Seguro que los gilipollas se pondrán muy contentos cuando sepan que estoy bien, y te mandan algún puto regalo a Polonia.- Connor se llevó una mano a la barbilla pensativo, y volvió a hablar con tono divertido y burlón.- Hmmm... ¿Qué te gustaría más como regalo? Casi siempre envían cerveza o ron. Vas a tener que elegir una de las dos, lo siento Aniol... Joder...-

Por otro lado, Connor atendió con atención a la explicación de Aniol sobre sus pulseras. Eran una herencia de su abuela, por lo que al momento quedó más que claro el puto significado que tenían para el polaco. Sin embargo, sus siguientes palabras reflejaron en él una leve expresión confusa. Su abuela había estado enferma y le había regalado sus pulseras... Pero aquella "casa de campo" adónde había ido a parar lo desconcentró durante unos segundos. Los pocos que tardó en darse cuenta de a qué se refería al escucharlo hablar y ver su expresión sombría. <<Ah... joder...>>. Pensó el motero mientras ahora sí asentía con la cabeza siguiéndole el hilo de la explicación. ¿Qué podía decir en aquella situación? A pesar de lo que había pasado con Serena... Aniol creía que estaba bien en "aquella casa de campo" junto con su abuela y su tía abuela, regando plantas y sirviendo jodidos zumos... En otra ocasión, quizás le habría intentado sacar de aquella burbuja de protección para que viera la puta realidad lo antes posible, pero no lo hizo. Puede que fuera por razones egoístas de cojones, pero ahora que empezaba a llevarse bien con el niño no sería él quién le diera la contra con aquella mierda y decirle que Serena no estaba en un campo de flores... Que estaba con los putos gusanos...

-Claro que está en la casa de campo....- Mintió mientras seguía escuchándolo, sintiéndose entre buena persona y un puto miserable. Las pulseras eran en realidad un semanario, y por eso Aniol se ponía una cada día. Connor iba a preguntarle más sobre eso cuando la palabra "elfito" atrajo su atención. -¿Como dices....? ¡Ah, cojones! ¡El puto Nohlem!- Exclamó con una risotada bien intencionada ante el mote del niño. - ¿Y cuántos días habéis contado exactamente? Creo que perdí la puñetera cuenta la primera semana...- La explicación final le daba un mayor significado a aquellas pulseras de plata y sobre todo al acto de regalarlas. Se parecía más o menos a los chalecos del club... Eran personales y de uso propio, pero solo las parejas de los moteros u otros miembros podían tocarlos también. Connor lo miró con una sonrisa cargada de un sentimiento de ternura nuevo hasta entonces en él.- Pues tengo que decirte, que tu abuela te hizo un regalazo de cojones con esas pulseras, Aniol. ¡Y te quedan de puta madre!- Le halagó asintiendo con la cabeza.- Seguro que tu abuela está muy contenta de verte con ellas puestas, joder.- Le dijo con una sonrisa y un leve empujón amistoso en el hombro con uno de sus dedos, sin creerse de verdad que nadie ya muerto pudiera verlos, pero pensando que quizás aquello podría hacerle sentir bien a Aniol donde a él no le hacía efecto alguno.

Connor se quedó en silencio unos segundos, donde aprovechó para ponerse de una puta vez el chaleco. Pasó ambos brazos por los amplios huecos y le dio un tirón hacia arriba para ajustarlo bien. Ahora si se sentía completo. Luego giró la cabeza hacia Aniol.

-Tienes muchas hermanas, ¿verdad?- Le preguntó con curiosidad. Soltó una breve risotada ante lo que iba a decir.- En eso nos parecemos tú y yo, joder. Somos los putos pequeños de un montón.-
Aes
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Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.

Personajes : Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
Fleur: Humana (Francia)
Siwani
Aniol: Humano (Polonia)


Unidades mágicas : 9/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D

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28/01/24, 12:47 pm
Las palmadas de Connor al dragoncito rosa del chaleco no impidieron que el niño se percatara de la mirada taciturna que lanzó a la pared. Su mente no llegó a comprender qué cuerda de guitarra no afinada había tocado, no hasta que el propio canadiense lo explicó.

Otro huérfano en el torreón. Otro niño sin padres como Räg y Rick. Era horrible, no imaginaba su vida sin su familia de sangre, aunque sabía que las familias podían existir de muchas maneras y se alegraba de que aquel club lo acogiera como uno más.

Buenu, no importa, entonces ellos recibirán la carta. El Señor Santa se la entrega a tu familia, sea cual sea —murmuró convencido, girando el lápiz de manera torpe entre sus dedos. Luego rio, echando la cabeza hacia atrás por lo divertido y moviendo su melena destartalada de bucles—. En mi casa está prohibidito el alcohol, a mis padres no les gusta nada. Pero si tengo que elegir... ¿Ron? Algunas de mis hermanas bebe ron-cola a escondidas y una vez di un buche de mentira porque solo me mojé los labios... —adoptó un tono confidente entonces, apoyando la cabeza un poco sobre el brazo del motero. Su compañía le resultaba relajante como si se sintiera protegido todo el tiempo—. La verdad sabía rico.

Aniol se vio levemente repelido hacia atrás cuando Connor le empujó con el dedo amistosamente. Pero él volvió hasta su brazo como un boomerang, sin importarle si le incomodaba. Las palabras del chico le arrancaron una sonrisita. Sí, seguro que su abuela estaba orgulloso de él. La echaba de menos eso sí, extrañaba su raro olor a naftalina camuflado con colonia de señora mayor y cómo le retorcía los mofletes. Al principio era algo que odiaba pero ahora... pagaría cualquier precio por volver a sentir sus manos callosas en el rostro.

El elfito y yo hemos contado veintinueve días —respondió—. Mañana se cumple un mesecito... —lo cual era demasiado, el máximo tiempo que había pasado separado de sus padres fueron tres días en la casa del hijo del carnicero, y la segunda tarde ya estaba llorando con ganas de regresar. Sin embargo... ¿Por qué ahora no? Seguía extrañándoles y la tristeza lo hechizaba de vez en cuando pero... sus compañeros le entretenían todo el tiempo. Y menos mal.

La emoción de compartir algo con Connor fue palpable en cómo parpadeó repetidas veces. Ambos eran los más pequeños de sus respectivos hogares.

Eso significa que... ¡Podemos pedir tooooooda la comida que queramos! Hay que decírselo a Ethan, huelga de melocotones... —llegó su tema favorito, hablar de sus hermanas—. ¡Tengo muchas! Yo soy el número siete, como los siete colores del arco iris y los siete enanitos de Blancanieves. Aunque mi madre... está embarazada con un bombo ahora... mi hermanito nacerá para diciembre... —se frenó unos segundos, pero retomó de manera animada como si aquel hecho no tuviera importancia—. Mis hermanas son Nelka, Jassia, las mellizas Crina y Larissa, Luiza y Tabitha. Tabitha se parece a Damian porque me molesta mucho, jejeje.... ¿Y tú? ¿Cómo son tus hermanos del club? —preguntó con curiosidad—. También tengo un perrito, Cometa. Es un San Bernardo muy bueno. ¿A ti te gustan los perros grandes?.

Si le dabas una mínima pizca de confianza al polaco el churumbel hablaba por los codos.

_________________________________________

"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."

"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."

"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."

"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
Seth
Seth

Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mental
Personajes :
Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre

Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena

Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio.

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03/02/24, 01:30 pm
Connor no pudo evitar sonreír ante el comentario de Aniol, pues al igual que el polaco él también creía que la familia no tenía por qué decidirla la puta sangre. A veces podía venir un completo desconocido como Eva y ofrecerte una vida que no imaginabas, pero que acababas abrazando como un cabronazo y hasta agradeciendo haber vivido en la calle... Aunque solo fuera para haber podido conocer al club y a todo su catálogo de jodidos gilipollas a los que tanto quería. Soltó una risotada en unísono a la de Aniol y escuchó su anécdota sobre el alcohol prohibido y sus hermanas tomándolo a escondidas, divertido al imaginarse aquella escena secreta, pero preguntándose si a sus padres no les gustaba de verdad ni una pizca de alcohol o solo era una mentira para mantener aquella regla en la casa.

-¡Ehh! ¿Eso quiere decir que probaste el puto alcohol también a escondi....?- Su pregunta burlona quedó en el aire cuando Aniol apoyó parte de su cabeza en su brazo. Connor se quedó unos segundos en silencio, sin saber qué hacer tras aquella muestra de aprecio del niño y sintiendo poco a poco una alegría similar a cuando empezó a llevarse bien con Damian o cuando Ethan le hizo aquellas figuritas de dragón... Una alegría que al principio le confundía, porque no entendía por qué se sentía así con gente fuera del club. Tras aquellas semanas ahora sí lo entendía y hasta se descubría aceptándolo. Su expresión confundida se fue y el motero sonrió, sin apartarse de Aniol mientras seguía hablando. Miró hacia abajo para encontrarse con la melena destartalada del crío.- Tranquilo, creo que te guardaré el secreto, joder... Ya sabes, promesa de motero.- Le dijo en el mismo tono confidente e infantil y empujándolo levemente con el hombro.

Aún así, su sonrisa sincera se acabó desdibujando cuando escuchó el conteo de días de Aniol y "el elfito" Nohlem. Connor frunció el ceño y clavó la vista en la pared de la habitación, con aire ausente y distraído. <<Un mes ya, joder...>> Cómo de rápido pasaba el maldito tiempo y aún quedaban muchos más meses para volver... Si es que lograba hacerlo. Podía negarle a Aniol que tenía miedo, pero no a sí mismo. Porque estaba muy acojonado solo de imaginarse al club desesperado buscándolo, en los putos líos que se podían meter o en la de gente a las que le retorcerían las putas entrañas solo para encontrarlo. Los Wyverns eran capaces de todo por los suyos, y eso era justamente lo que más miedo le daba. <<La cantidad de putos cabrones a los que tienen que estar haciendo enfadar solo por mí...>> Y aún con todo eso su mente se centró en aquel pequeño niño apoyado en su hombro. Porque si para él ya era jodidamente difícil... ¿Cómo lo sería para Aniol? Sabía por experiencia propia que un puto crío podía adaptarse a muchas mierdas, aunque fuera de mala manera, pero aún así...

-Un puto mes... ¡Pues ha pasado jodidamente rápido! Cuando nos demos cuenta ya estaremos en nuestras casas con nuestras familias, ¿verdad Aniol?- Intentó animar aquella noticia con una sonrisa falsa por dentro, pero que intentaba ser sincera por fuera para el crío.

Estar en aquel lugar abandonado y jugándote el pellejo por la comida... Era una auténtica puta mierda.  Aún dentro de una rutina y de una costumbre que se iba asentando poco a poco... Si, seguía siendo una tremenda cabronada y había días mejores y otros peores. Pero a pesar de esa angustia y duda, todavía había espacio para las risas o buenos momentos. Sus compañeros eran la muestra de ello, y en este caso lo era Aniol. Connor soltó varias breves risotadas, expulsando el aire y meneando la cabeza ante la cantidad de preguntas que le acababa de lanzar el polaco y contagiado por aquella alegría tan característica de los niños.

-¡Vale, vale!- Exclamó con una sonrisa como si pidiera tiempo muerto a modo de broma.- Lo primero: Estoy de acuerdo contigo y deberíamos hacer una jodida huelga, Aniol. Odio. Los putos. Melocotones.- Enfatizó cada una de las palabras, dándole fuerza y sonoridad para remarcar lo mucho que le estaban asqueando últimamente.- Y como hermanos pequeños de nuestras familias... Tenemos todo el derecho a pedir lo que nos dé la gana, ¿eh?- Le siguió el juego con una sonrisa estúpida y dándole pequeños empujones en el hombro. Luego saltó de tema con la misma velocidad que había hecho Aniol.- Pero ya mismo no serás el más pequeño...¿Cómo se va a llamar tu nuevo hermano? Porque sabía que tenías muchas, pero no tantas, joder...- Confesó con una risa sincera. No se le pasó por alto el hecho de que el polaco no podría ver su nacimiento, ni aquel pequeño silencio de antes que había hecho... Pero tampoco es que pudiera hacer nada al respecto, más que seguir contestando e intentar sacarle alguna sonrisa.- Pues nunca he tenido un perro, joder... pero... ¿Sabes lo que me encantaría tener?- Le susurró en tono confidente agachándose un poco.- Un puto caballo, si...- Confesó con casi orgullo en su voz, asintiendo con la cabeza e irguiendo la espalda.- Uno de esos caballos jodidamente grandes, para cuidarlo, montar encima y sentirme un puto vaquero, ¿vale? Adoro mi jodida motocicleta, pero... ¿por qué conformarse con una sola cosa?- Imitó durante unos segundos que tenía las riendas en las manos y cabalgaba imaginariamente por el Oeste, dando suaves botes en la cama.- Pero tener a un perro grande que se llame Cometa no está nada mal, cojones... ¿Por qué se llama así?- Preguntó con curiosidad.

A partir de este punto Connor sabía que solo le quedaba una única pregunta por responder, pero... Obviamente tenía que mentirle a Aniol o al menos no decirle toda la puta verdad. No podía contarle a lo que se dedicaban en el club, ni lo jodidamente violentos que podían llegar a ser... Pero sí podía hablarle de cómo eran la mayor parte del tiempo.

-Bueno, son muy... suyos. Llevo desde que era un puto crío en el club, así que me parezco a ellos en muchas mierdas.- Empezó a contar con una sonrisa de medio lado mientras se pasaba la mano por la cresta desordenada.- Les gusta hacer mucho ruido y ser jodidamente unos pesados a veces. A mí también me molestan de vez en cuando como te pasa a ti con Tabitha...- Confesó de nuevo con tono confidente.- Pero son mi puta familia, así que no me importa mucho y aprovecho para molestarles también. Ojo por ojo y esas mierdas.- Se encogió de hombros con una leve sonrisa mientras miraba a Aniol.- Eh, ya que te gusta tanto la Navidad... Que sepas que uno de ellos se parecía a Sant Claus, joder.- Una sonrisa nostálgica adornó su rostro  al recordar a Sean con tanto cariño.- El muy cabronazo hasta se reía igual, te lo juro Aniol. Sacaba pecho, se agarraba la barriga...- Connor sacó pecho y se agarró la barriga con ambas manos.- Y gritaba como un hijoputa...-El motero miró una vez de soslayo a Aniol, antes de...- ¡HOHOHOHOHO!-
Aes
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06/02/24, 03:57 pm
El suave empujoncito de Connor con el hombro provocó que Aniol sonriera y se sintiera agusto allí sin más, disfrutando de tener la cabeza apoyada en el brazo del motero y de que éste no huyera de su cercanía.

¿Un secreto? ¿Qué secretito me guardas? Yo no sé nada de eso… —añadió aguantando la risa como si padeciera una suerte de amnesia selectiva. Si sus padres se enteraran de que había probado el ron-cola a escondidas le matarían, bueno, más bien se quedaría sin ver la película de Frozen cada sábado durante tres semanas, que era más o menos lo mismo que acabar con su vida. En su defensa sólo podía decir que no fue más de un sorbito.

Organizar una huelga de melocotones junto al canadiense y escuchar tantas de sus palabrotas impedían que su ánimo decayera un poco al hablar de su familia. Pero no evitaba que su voz sonara más taciturna.

No lo sé… tengo que ser yo el que le ponga el nombre pero… —la garganta le traicionó con un leve temblor—. Quedan pocas semanitas para que mi hermano venga al mundo y yo sigo aquí… ¿Te imaginas que le pongo el nombre de Colmillo? —rio, esquivando un bache de tristeza.

¡UN CABALLO! —De todos los animales posibles el equino no estaba en su lista de posibles mascotas para Connor. Aunque si lo pensaba dos veces… tenía más sentido del que creía en un inicio—. ¿Y cómo le pondrías? ¿Ya has montado a caballo? ¡Te pega mucho! ¡Tienes cara de vaquero! Pero de los malos… —bromeó. Lo siguiente no se lo tuvo que pensar dos veces, era fácil explicar el por qué del nombre de su San Bernardo. El niño respondió como si fuera lo más obvio del universo—. ¡Porque así es como se llama uno de los renos del Señor Santa! ¡Por supuestísimo!.

Connor resultaba un buen roble sobre el que apoyarse. No solo sabía escucharle con atención sino que sus ocurrencias le hacían sentir que seguía siendo un niño. Aniol estuvo riendo más de medio minuto entero con la imitación del Señor Santa por parte del chico. Las mofletes se encendieron y sus ojos mostraban lágrimas de risa imposibles de camuflar.

¡HOHOHOHOHO! —coreó, aguantándose la barriga entre carcajadas y un pataleo de sus piececitos. Que el aire volviera a entrar en sus pulmones costó y el churumbel resopló varias veces hasta que su pecho dejó de subir y bajar con tanta violencia—. Oye.. eres bastante divertido… ¿te lo han dicho alguna vez? ¿Connorcito? Ahora entiendo por qué a Damian le gusta pasar tanto tiempo contigo… jeje.

Su mirada se clavó en la hoja en blanco. Por su parte continuaba sin saber qué es lo que Airi y los demás deseaban por Navidad.

¿Me ayudas con esto? No son deberes... promesa de motero —sí, iba a llevar esa broma hasta el cansancio.

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Connor: Humano (Canadá)
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¡A todo gas hacia el Polo Norte! Empty Re: ¡A todo gas hacia el Polo Norte!

10/02/24, 08:11 pm
-¿Eh? ¿Qué yo te guardo un secreto? Joder, no me acuerdo de haber dicho eso...- Le siguió el rollo con una sonrisilla  y un dedo a los labios para emular un "Shhh" ante su secreto de que el niño había probado el alcohol a escondidas de sus padres. Luego no pudo evitar soltar una breve risotada por ello, mientras escuchaba a Aniol seguir hablando. Era bueno, educado y jodidamente respetuoso, pero también era un puto crío y tenía sus toques de travesura. Aquellas semanas le habían enseñado a no ser un cabrón prejuicioso con el resto como lo había sido el primer día: Nohlem no era un pijo de mierda arrogante y Aniol era tan bueno como parecía, pero también le gustaba portarse mal a veces y ser travieso.

Aún así sus pensamientos se centraron con velocidad en las siguientes palabras de Aniol, hablando de su familia y de su futuro hermano. Levantó las cejas por la sorpresa ante el hecho de que fuera el polaco quien debiera elegir el nuevo nombre, con el propio fruncimiento de ceño ante lo que aquello significaba: Aniol no iba a tener oportunidad de conocer a su hermano nada más nacer ni mucho menos ponerle el puto nombre... De todas maneras, Aniol salió rápidamente de ese tema y ese leve temblor en su voz con resuelta facilidad, bromeando y sacándole una risotada a Connor.

-No se si a tus padres les gustará mucho esa mierda, pero...¡Joder, no estaría nada mal llamarlo así!- Comentó con sorna e imaginándose con diversión a sus padres con putas caras de asombro por ver a su nuevo hijo llamado Colmillo. Las risas no hicieron más que intensificarse ante la ilusión de Aniol por haber hablado de los caballos, con el obvio aluvión de preguntas correspondientes.-¡A ver, a ver! Pues no sé qué nombre le pon... Ah no, no he montado nun... ¿Eh? ¿Qué tengo cara de vaquero, joder? ¡Muchas graci... Ah, de los vaqueros malos dices! ¡Serás cabroncete!- Respondería como podía y con sus interrupciones por parte del niño, entre risas y dándole un leve empujón (otro) por nombrarle como un vaquero de los malos. Aunque en el fondo le gustara la verdad.

Después se puso algo más serio para responder como era debido.

-Nunca he pensado qué puto nombre le pondría a un caballo si lo tuviera, pero... puede que... ¿Noche si es negro y Nieve si es blanco?- Nada más decir aquello se rio ante lo estúpido e infantil que sonaba. Con unas carcajadas fuertes y sonoras levantó ambas manos.-No, no... Ni de puta coña lo llamaría así, espera, espera...- Connor se quedó unos segundos en silencio, antes de señalar con un dedo a Aniol y exclamar.- ¡Clint! ¿Sabes quien es, no joder? El puto héroe de las películas de vaqueros... ¿El bueno, el feo y el malo? ¿Por un puñado de dólares? ¡Clint! ¡Clint Eastwood, joder...!-Intentó explicarle. A pesar de su sonrisa, cuanto más lo decía más feo de cojones le parecía el nombre para un caballo. Finalmente Connor negó con la cabeza, con un suspiro divertido y le dio una palmada suave en la espalda a Aniol. -Vale. Me rindo, joder... ¿Cómo llamarías tu a mi caballo? Porque está claro que tienes más puta imaginación que yo. Cometa es un nombre bonito de cojones.- Le halagó con un asentimiento de cabeza y una leve sonrisa sincera.

Teniendo en cuenta el gusto de Aniol por la Navidad, no le extrañaba nada aquel nombre elegido para su perro San Bernardo. Su sonrisa era ancha al ver la ilusión en los ojos del polaco, más aún cuando éste empezó a descojonarse con profundidad ante su imitación del cabrón de Sean. El motero acabó contagiándose de las carcajadas y el pataleo de Aniol y empezó reírse levemente en un principio, pero poco a poco acabó descontrolándose también al imaginarse aquella escena que él mismo había interpretado. Se golpeó varias veces con el puño su propia pierna, mientras se inclinaba un poco hacia delante entre risas. Hasta en la puñetera muerte Sean le ayudaba, aunque fuera en divertir al niño.

-¡Te lo juro, joder! ¡Lo hacía justo así , como estás haciendo!- Añadió entre risas cuando Aniol hizo su propio "HOHOHOHO". Poco a poco ambos fueron tranquilizándose, mientras aún quedaban las ultimas pruebas del ataque de risa en forma de un divertido lagrimeo.- Ahhh gracias, joder. Tú también eres muy divertido, que lo sepas cabroncete...- Le devolvió el halago con una sonrisa, que no tardó en transformarse en una ceja levantada y divertida.-¿Connorcito? Me han llamado de muchas puñeteras formas pero de esa nunca.- Confesó con una leve sonrisa.

Su vista siguió la mirada del niño hacia el papel blanco e intuyendo que era una lista de regalos para el resto, recordando por qué el niño estaba allí y la razón por la que le había robado el puto chaleco en primer lugar. El motero se acercó un poco más para coger el papel con una mano, como si observar el vacío de letras le pudiera dar alguna jodida idea de por dónde empezar a ayudarlo. Soltó un bufido divertido con la ocurrencia del niño y la promesa de motero.

-Joder, espero que de verdad no sean putos deberes-
Soltó con una sonrisa  y siguiendo con un tono de amenaza bromista e infantil.- Porque como lo sean soy capaz de meterle fuego con el mechero al papel este, ¿eh? Odio las matemáticas de los cojones...- Dijo alzando las cejas con expresión divertida y llevándose el papel a la espalda como si fuera a hacer algo de verdad, aunque luego rectificó con un bufido divertido y se lo devolvió sin más bromas de por medio.-Vale, a ver... Habías pensado en algo para los demás, ¿verdad? ¿Tienes alguna puta idea de por dónde empezar?- Le preguntó con interés y queriendo ponerse más serio para ayudar al niño en condiciones.
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