Bahía de los Naufragios

Nia escuchó su explicación atentamente. Se quedó pensativa por unos instantes. Nunca había pensado que alguna fuerza mística o superior tuviera algo que ver con su creación o vida. Eso no es lo que le habían enseñado en la escuela.
-Entonces...¿hay más dioses? ¿Y el dios más grande, no seria el sol?-dijo Nia apuntando al astro que se estaba poniendo al final del mar.-Sin él no habría vida. Pero hasta las estrellas mueren...-un torrente de pensamientos extraños le inundaron la mente. Podría haber desbancado todo eso a un lado, de no ser en que, hace poco más de un año, la magia y los monstruos no existían. Ni tampoco había más seres vivos en el universo, y mucho menos, había estado tan lejos de casa.
-¿Sacerdotisa?-preguntó ladeando la cabeza. Aquello era todavía un mundo sin descubrir para ella y no tenia el más mínimo concepto de ello. ¿Los humanos tendrían dioses también?-¿De que sirve alabar a un dios?-siguió preguntando.-Yo no he alabado nunca a un dios y no me ha pasado nada...-dijo confundida.
Finalmente la mujer le pidió que la halagara. Nia se quedó mirando a la elemental de arriba abajo. Fue sincera.
-Me gustan las decoraciones que lleváis.-dijo inocentemente sin saber si era de su agrado o no.

Nia iba a responderla algo como "Es imposible ir hacia el sol porque te carbonizarías" pero calló porque sabia que no debía contrariarla...al menos no lo suficiente como para hacerla enfadar. La mujer continuó hablando sobre las labores del sacerdocio. Nia evitó reír con sarcasmo cuando la mujer mencionó que había que convercerles de algo que les pillaba tan lejos como el mar y encima traerles a su presencia si todavía no la creían. Para la mayoría de personas que conocía no era más que "la alien" o "la niña insoportable" o quizás tan solo la conocían como un nombre. Nia dudaba mucho de que llegara a entablar tal conversación con casi cualquiera de los que conocía. Suspiró e intentó encontrar una motivación para aquello.
-Y si hiciera eso...¿ Llegaría algún momento a ser como usted? ¿A ser un dios?-Los poderes actuales de Nia palidecían ante lo que sabia hacer aquella mujer, pero, sin embargo, era novata y aun sabia que tenia mucho por aprender.

La mujer intentó persuadir a Nia pero en cuanto usó el término "trono" Nia perdió todo el interés. La mujer siguió hablando, sacó los restos de lo que al parecer, había sido un antiguo adorador que murió en pleno acto de servicio.
<<No es muy alentador enseñar el cadáver de tu predecesor.>>pensó Nia. Pero entonces la mujer atacó a uno de los puntos débiles de Nia: La coquetería. Las perlas brillaban y su brillo no escapó a la vista de Nia. Habría intentado conseguirlas ella misma de no ser porque no había encontrado nada parecido a una ostra o similar. Ni si quiera había podio explorar el mar a fondo, y menos con esas criaturas sueltas.
-Son bonitas...-comentó con los ojos iluminados. Pero la mujer no terminó ahí. Se quitó uno de sus colgantes y se lo ofreció a Nia, garantizándola que eso las mantendría unidas y que ella la ayudaría si estuviera en problemas.
-Vaya...¡gracias!-decía examinando el colgante en sus manos. Los destellos cerúleos del zafiro con algunas trazas verdosas embobaron completamente a Nia. No había visto tantas joyas juntas en su vida. Y todo venia del mar.-¡Está bien! ¡Seré una sacerdotisa!-

Nia dio un brinco y salio del agua a toda prisa. La tripa aun le rugía pero su estómago pasó a un segundo plano cuando el sueño se apoderó de ella. Agarrada al colgante, mirándolo cada dos por tres y cambiando su iluminación y colores a placer, Nia predispuso su viaje de vuelta a la torre. ¿A quien se lo contaría primero? No tenia ni idea, pero etaria bien que conocieran a la diosa del mar. Así, podría hacerle regalos a todos y no tendrían problemas en bañarse de vez en cuando y, por lo tanto, visitarla.

(Continua en Torre serpentaria)

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Nia llegó a la playa con relativa prisa que, aunque cansada, se lanzó al agua sin dudarlo. Las corrientes bajo su cuerpo, la temperatura, la libertad. Todo eso no lo tenia el tanque de agua. Nia siguió nadando un rato, ignorando todo lo que ocurría a su alrededor. Al rato, cuando se sintió más cómoda, comenzó a buscar tesoros. Al principio, lo que le pareció una piedra enorme que antes no estaba, no era tal piedra. Una especie de concha daba la sensación de que fuera una piedra pero aquella cosa se abría y cerraba, con tan solo una raja y Nia pudo distinguir lo que había en su interior. Dos perlas del tamaño de su dedo gordo. A Nia se le iluminaron los ojos y se acercó a toda prisa a la ostra gigante pero esta, se cerró al verse amenazada por la presencia de Nia. La chica hizo un puchero y se abalanzó a intentar abrirla con sus propias manos sin conseguir muchos resultados. Nia buscó una piedra grande y comenzó a golpear a la ostra con toda su fuerza y rabia. Toda su frustración se estaba concentrando en aquel ser que aguantaba como podía. Nia pasó a los hechizos. Lanzó el de intangibilidad sobre si misma y comprobó las perlas, eran dos pero al momento de intentar cogerlas estas pasaron entre sus dedos. Aún era intangible, claro está. Nia salio de la ostra y se quedó mirando la concha protectora para buscar una manera de burlar su defensa.

Sigo el rastro con el cuerpo del colaespina, acercándome al mar, y a los acantilados. No me encuentro problemas por el camino, aunque tal vez también tenga que ver con que un animal así no llama la atención de nadie. Aunque últimamente todo está muy tranquilo, cuando salgo a pasear a las calles no me encuentro normalmente a nadie.
De pronto, el rastro se acaba al final de un acantilado y de ahí se pierde en el mar directamente. Abandono el cuerpo en lo alto del acantilado y decido levitar sobre las aguas buscando la luz que emite la niña. Pero tal vez se haya ido más lejos, o esté demasiado profunda.
-¡Nia! ¡Nia! -llamo, aunque sin atreverme a hacerlo demasiado alto. ¿Dónde se puede haber metido? Seguir el rastro se estaba haciendo ya difícil, pero en el mar es imposible. Y no me puedo sumerger, a menos que utilice el cuerpo de un pez, pero no sé de dónde sacarlo ahora mismo. Empiezo a andar en círculos, poniéndome nervioso. Esto es todo por mi culpa. O me estoy ahogando en un vaso de agua y Nia no se ha marchado por lo de ayer. Necesito hablar con ella para poder quedarme tranquilo.

Nia al final comprendio como iba a hacerlo. Se alejó y la ostra se abrio, pausadamente para atraer a alguna desgraciada criatura hasta su interior y devorarla. Nia aprovechó ese instante y mando una corriente de agua lo suficientemente fuerte y lo suficientemente rápdia que arrancó una perla de cuajo. Nia se acercó alegre y la sostuvo entre sus manos, embelesada con su brillo. Cuando iba a repetir el proceso para sacar la segunda, distinguio una luz azulada en el cielo nocturno. Nia enfocó en esa dirección y comprobó quien era al escuchar los resquicios de su voz que chocaban en la cubierta del mar. Nia nadó rápidamente hasta la superficie y ahí se quedó posada. Era Gael y el chico la estaba buscando.
¿Y ahora que digo?
-Hola Koval...-dijo algo sorprendida. Encontró una cosa que quería contarle.-Lo siento por no haberte dejado una nota... quería ir un momento a la playa pero se me ha hecho tarde...y...-Nia tragó saliva.-Siento todo lo de ayer...le dí demasiada importancia al asunto...-

Una luz tenue azulada emerge de las profundidades, y cada vez está más cerca, hasta que puedo ver sus rasgos e identificarla como Nia. Cuando sale a la superficie se queda ahí parada y me saluda por mi nuevo nombre, algo que por algún motivo ahora me incomoda, como si lo dijese con frialdad. Pero eso no es así, o eso espero, por lo que dice después. Y solo se había ido a dar una vuelta, nada más. Cuando veo que ella también se disculpa me siento aliviado. Somos unos tontos los dos.
-Yo también quería disculparme... Ayer creo que pagué contigo mi enfado. Sigo pensando lo que dije del nombre, pero no es nada personal, quiero que lo entiendas. Tengo mis motivos para hacerlo así, y no es por desprecio hacia nadie ni nada parecido. Y ya sabes que no me importa que vosotros me llaméis como antes, nunca os he dicho nada... -Suspiro y miro el cielo con cansancio. Su negrura, como siempre, parece querer absorbernos-. ¿Será mejor volver ya? -pregunto intentando sonreirle tranquilamente.

A Nia se le iluminaron los ojos.
-¿Entonces está bien si te llamo Gael?-se sonrojó y apartó la mirada con un puchero.-Pero porque me resulta más cómodo...-
Nia jugueteo con la perla en sus manos, haciéndola bailar entre sus dedos. Gael propone volver ya. Nia miró al agua. Las perlas no se iban a mover así que accedió, tras bostezar levemente.
-Si, vayamos.-
(continua en la torre serpentaria)

Tras la propuesta de Nia de ir a la playa, todos aceptamos de buen grado por la idea, cogemos Reisha, Adara y yo algunas dagas, espadas cortas y grandes y alguna cosa más, y nos encaminamos hacía allí.

-Bueno, yo podría enseñaros algo también con las armas, puesto que yo de magia no puedo aprender nada...Soy mejor mano a mano o con mis garras, pero os puedo enseñar algo. -Les comento cuando estamos dirigiéndonos hacía allí.

Enseguida llegamos a nuestro destino, puesto que no nos resulta difícil encontrar un lugar amplio y llano en la playa.
-Bueno,creo que este sitio es perfecto... ¿Por dónde empezamos? -Le pregunto al grupo.

Después me transformo en tigre y paseo alrededor del grupo. Quería caminar y dejar respirar mi parte animal, cómodo, ahora que estábamos en la playa.

Cuando llegamos todos juntos a la playa, veo que Nia lo primero que hace es tirarse al mar de cabeza. Me vuelvo hacia Jau, que está hablando de lo que nos puede enseñar.
-Muchas gracias por ayudar aunque no podamos enseñarte magia, Jau. Sobre lo que has dicho antes de las garras, también es útil. Quiero observaros pelear. No entiendo nada del tema, pero cuando posea a las criaturas que consiga, necesito saber cómo moverlas de forma eficiente. Algunas podrán coger armas, otras solamente tendrán garras...
Jau se transforma en tigre y entonces me dirijo a Adara.
-¿Y tú por dónde quieres empezar? ¿Qué te parece si hacemos un duelo donde tú solo pudas usar magia y yo solamente armas? Bueno, no sería fácil, no... Empecemos de forma más suave. ¿Aprendiste magia básica? Como parálisis, congelación, intangibilidad o levitación. ¿Sabes cómo son cada uno de ellos? ¿Tienes amuletos encima? -Me remango la camiseta y me quito el brazalete que había cogido de la torre Serpentaria y se lo tiendo a Adara-. Seguro que no tenéis nada de esto por la sede. Este te debe de ir perfecto, y allí tenemos muchos. Seguramente necesitarás más con el tiempo. Yo llevo encima unos cuantos -comento riendo, mintras agito los colgantes que llego al pecho.

Muchas preguntas, aunque estoy de acuerdo en entrenar con él, podría enseñarle nociones para luchar sin armas. Vayamos una por una.

-Lo cierto es que no tengo ninguna noción de magia, Gael, exceptuando el saber conjurar mi ropa con esta runa -le señalo mi brazo izquierdo, donde tengo la runa tatuada-. Tampoco tengo ningún brazalete, así que cogeré alguno de los que habéis traído. A cambio, yo te puedo enseñar nociones para que te puedas defender sin armas. Te costaría años aprender lo que sé yo, pero supongo que puedo enseñarte unas cuantas cosas.

Nia sacó la cabeza y río feliz. Todos estaban en la playa y se estaban preparando para entrenar. Nia metió la cabeza en el agua y "rastreo" para ver si alguien les espiaba o alguna criatura pretendía algo. No había nada raro. Las algas se mecían con la corriente, los peces nadaban en el agua. Eso era tranquilidad. Nia atrapó un pez, como quien no quiere la cosa y lo masticó brevemente. El aperitivo le vino bien y siguió en su búsqueda. Cogió unas piedras del tamaño de una sandia pequeña y salio del agua con ellas.
-¿Estas preparándoos?-preguntó dijo mientras dejaba las piedras en la arena. Se acercó al grupo.-Yo solo he llegado a aprender a lanzar cuchillos...Y no se me ocurre que podría usar para llevarlo conmigo al mar...-comentó mientras echaba un vistazo a las corrientes.

-¡De acuerdo! Muchas gracias, Adara. Tenemos mucho que aprender. Podemos ir empezando cuanto antes con cualquiera de los hechizos que dije antes. Por ejemplo, para evitar indeseables como los del otro día puedes usar la parálisis, o algo así. ¿Te acuerdas... -mi expresión se vuelve muy seria de pronto- recuerdas el día de los lobos? Fue muy útil... Bueno... es más útil para invasiones por bestias, no por personas pero bueno...
En ese momento sale Nia del agua y comenta que sabe usar cuchillos aunque no le sirven debajo del agua.
-Pero al menos puedes defenderte fuera de ella. ¿No sigues practicando la puntería? -le contesto-. Voy a enseñar hechizos a Adara, ¿nos ayudas? -Me vuelvo hacia Adara de nuevo y me dirijo a ella-. Vamos a empezar por ese, que es fácil. -Miro alrededor y busco algo sobre lo que aplicar el hechizo-. Nia, ¿puedes conseguirnos un par de peces?
Nia trae dos peces al cabo de un momento y estos se quedan en el suelo, moviéndose en busca de agua y llenándose de arena en el intento. Señalo uno y anuncio que voy a lanzar el hechizo sobre él. Hago los movimienots pertinentes y lo recito para que Adara se fije en él. El pez se queda como congelado y entonces le digo que lo intente en el otro.
-Y luego podemos hacer el hechizo que quieras, si lo recuerdo ahora mismo, claro -añado en todo de disculpa.