Discurso de bienvenida

-Me llamo Lief

Ese chico me despierta de mi ensoñación. Aunque es muy diferente a mi, también parece asustado. Detrás de él un chico empieza a jugar con unas cartas y una chica morena empieza a desesperarse, andando de un lado a otro.

Creo que deberías de contestarle, un poco de educación. ¿No crees?

Nadie más da signo de haberla escuchado. Sino me equivoco es la misma de las mazmorras.

En ese momento el chico del mechero empieza a hablar. Aunque se nota que está tan nervioso como los demás, me quita el miedo.

-Yo me llamo Cira

Nasher se entretiene por el camino. Los caminos son estrechos, flanqueados por edificios altos de piedra o de madera. algunos en ruinas, otros sólidos y cubiertos de moho y suciedad, otros ennegrecidos por las llamas. Acostumbrado a las cabañas y tiendas bajas y a las cuevas, aquel desfile arquitectónico le robó toda la atención que segundos antes le había dedicado a la luz y al rastro de los presuntos otros. ¿Para qué caminar por el aburrido suelo si podía probar aquellas edificaciones? Además, seguro que así encontraría antes la luz. Cogió carrerilla y saltó, trepando por la pared de un edificio bajo hasta el techo. El tejado era de madera que ya empezaba a pudrirse, por lo que a los primeros pasos cedió bajo sus pies. Se enganchó con brazos y piernas a una estatua de la fachada contigua mientras veía el tejado desplomarse
<< Nota mental; no subirse a techos de madera>>
Por suerte el otro edificio era todo de piedra, y no parecía estar en muy mal estado. Avanzó por los tejados entre saltos y pequeñas carreras, en dirección al olor que se hacía cada vez más fuerte.

Y allí estaba la luz. Una esfera de luz verde con dos figuras dentro que no pudo distinguir muy bien. Hablaban, pero a esa distancia no podía oírles muy bien, y aunque pudiese no habría podido entenderles de todas formas. Una de ellas era esbelta, toda verde, y a Nasher le recordó a un gran saltamontes... Se llevó la mano al estómago. << Qué hambre...>>

Bajo la esfera, o junto a la esfera o donde juera había un monumento que se retrorcía como un nido de serpientes. De él manaba agua. Nasher se relamió, observando fascinado cómo el agua brotaba de las bocas de las criaturas. Tenía hambre y sed, y la carrera y la caída anterior empezaban a pasarle factura. Tal vez debía bajar a ver qué decían aquellos extraños seres, o a saludar al curioso grupo que se había congregado a su alrededor. Sí, curioso era una buena palabra para describirlos... Jamás había visto nada igual. Era una congregación de colores, formas y tamaños, algunos con bultos extraños en sitios extraños, con orejas grandes, con pelo anormalmente largo y todos carentes de cola, salvo uno, que tenía dos... Lo de la falta de cola no le hizo demasiada gracia, le hizo pensar en rantas... No había muchos colores sagrados por allí... Bueno sí. Podía ver destellos de azul aquí y allá, de un azul bonito... Eso le animó a bajar del alféizar al que estaba encaramado y acercarse a ellos, pero mientras buscaba algún sitio donde apoyarse para bajar lo vio.

Era indudablemente un habitante de asrena. Y era indudablemente un ranta... << ¿Qué hace un ranta aquí? ¿Cómo ha podido un ser como Nassandra traer un ranta a este mundo??>> Esto le hizo plantearse si tal vez le hubiesen engañado... No conocía mucho a los ranta, tan solo a través de las historias de los ancianos, así que o los ancianos no eran poseedores de toda la verdad (cosa poco probable) o Nassandra le había mentido y aquel no era un lugar para gente especial (cosa aún menos probable). Fuera cual fuera la respuesta, lo mejor sería permanecer alerta y esperar. Aguantaría el hambre y la sed hasta averiguar si era seguro bajar o no... Cualquier cosa antes de enfrentarse a un ranta...

Siguió esperando a que aquellos extraños seres se fueran; le ponían nervioso. Claro que, en realidad, debería adorarlos como se merecían. ¿Ah, sí? ¿Quién demonios le había dicho eso? Tenía la sensación de que aquello era algo muy básico, una parte fundamentel de su conocimiento. Si era así, ¿quién le había enseñado semejante idiotez? El simple hecho de insultarles interiormente le turbó lo suficiente para que se removiese y dibujase unos círculos en el suelo con el pie. Él no solía tener aquel tipo de ideas, siempre había sido más bien callado y calmado. Sumido en sus pensamientos, ignoraba a los que le rodeaban

En realidad no les ignoraba por desprecio ni nada parecido. Hacía unos momentos, cuando se le había caído una de las cartas, una de las que más angustia le causaba mirar (¿tendría algún mal recuerdo sobre alguna figura encapuchada?), una chica tan alta como él y con la piel tan colorida como si se hubiese maquillado ligeramente todo el cuerpo se la había devuelto de tan mala gana que tuvo que apartar la vista. ¿Estaba indignado o sorprendido? Al menos su pelo era normal, no como... Intentó no darle vueltas a aquello. Todos eran extraños a su modo, pero no parecían deidades ni nada parecido. ¿Deidades? ¿De dónde salía todo aquello? Le dolía la cabeza. Deseaba que los tipos se fueran de una vez y dejasen de hacerle recordar tanta información; de seguir así tendría que correr a esconderse. Se sentó Con la boca y los ojos cerrados, nadie le oyó maldecir en silencio.

Wen observó a todos los presentes por encima del hombro. Algunos parecían asustados y otros reflexivos. Vió como Matt intentaba no perder la compostura, se acercó a ella, le dijo algunas cosas y después se acercó a los demás para presentarse. Wen lo ignoró, aunque él tampoco parecía muy interesado en sus respuestas; pero algo que dijo le hizo pensar. “Habrá que buscar un sitio en el que poder dormir.” Aunque, personalmente no le hacía ninguna gracia, seguramente terminarían volviendo al lugar en el que habían despertado. No era la mejor opción, pero, por ahora, era la más correcta.

La pelirroja también se presentó cuando vio la ocasión. A Wen no le interesó, ni tampoco el presentarse ella misma. Si alguien quería saber su nombre que se lo preguntara. Aunque le daba igual como la llamaran, había tenido tantos nombres a lo largo de su vida que eso para ella carecía de importancia.

De repente, una voz resonó en la plaza. Al alzar la vista, Wen vió lo que parecían dos bañeras capitaneadas por espantapájaros, que surcaban el cielo con un destino fijo. Aunque los espantapájaros no hablaban exactamente de alimentos comestibles, Wen pensó que algo se podría hacer con lo que trajeran las bañeras por lo que lo mejor sería no perderlas de vista.

Nadie parecía tener intención de tomar la iniciativa de seguirlas, y más teniendo en cuenta los desagradables alimentos que prometían. Wen decidió abrir ella la marcha, la siguieran o no. No pretendía quedarse sin comer solo porque unos críos tuvieran miedo de lo que podría haber en unas bañeras flotantes.

Ni siquiera había dado un paso, cuando la niña azúcar glas comenzó a correr y reir siguiendo una bañera. Wen rió socarronamente, esa niña cada vez le parecía más extraña e impredecible y, aunque no dejaría de vigilarla, sería divertido conocer sus distintas facetas.

Su pequeña clon comenzó a seguir a la niña azúcar glas y Wen echo a andar detrás de ellas esperando que, a su vez, el resto de los “cosechados” la siguieran a ella. No le hacía mucha gracia tener que preocuparse de ellos, pero en ese mundo desconocido para todos lo mejor iba a ser ir juntos, al menos, por ahora.

Pasan de tí, ¿Eh?

¿Y tú quién eres? Deja de meterte en mi cabeza

Pfff... Soy tú única amiga y aliada en esta ciudad, todavía no tengo la suficiente fuerza para hablar contigo así que ahora me voy, pero antes te daré un consejo: Sigue a esos patanes que van tras la bañera gigante. ¡Y ya!

En efecto, unos han empezado a seguir a unas tétricas bañeras gigantes cargadas de comida. No se si confiar o no en la voz, pero al final les seguí.

m... Vaaaale, ahora estoy seguro, esto no es mi lugar de nacimiento. Sepalian me dijo que iba a otro mundo, aunque no estoy muy seguro de que es un mundo... como sea, estos Sepalians y los demás seres a los que no puedo comparar con ningún otro miran al cielo al compás de una melodía.

-¡Cuernos de unicornio a la brasa! ¡Caramelos de escarabajos y miel! ¡Lenguas de camaleón y muslos de serpiente! ¡Sobras y manjares para los cachorros de Samhein

*Hablan mi idioma... puede que aún tenga una oportunidad de escapar de aquí...*

Conforme ese extraño objeto surca los cielos con esa arítmica salmodia los muchos de los que estan aquí en la plaza comienzan a seguir a ese extraño objeto. Estos Sepalians dicen algo sobre comida, no deja de ser curioso, porque hablan mi idioma pese a no parecer repobladores... No se que es eso de "comida" y eso de "hambre"; pero a todos se les ha iluminado la faz y la mayoría de ellos siguen la bañera. No se que es la "comida" pero si tan bueno es para estos Sepalians, debe de ser bueno para mi tambien.

Les seguiré a escondidas, sé que sabrán que estoy ahí; pero mejor intentar no llamar la atención... ese enorme ser titánico con una cola envidiable no me inspira confianza...

Tirado ya en el suelo, empecé a sentirme extraño. Algo me estaba pasando. No era el estomago, así que no se lo atribuí al agua, pero algo estaba pasando. El grupo que había seguido hasta aquí también estaba bebiendo y, al ver que nadie se estaba sintiendo mal, no me preocupé mucho, pero mi cabeza seguía dando vueltas. Agradecí estar echado en el suelo.


De repente las palabras en las que pensaba tomaron otra forma, desconocida, pero, a la vez, las entendía. Pensé que quizás esta era mi salvación. Quizás las voces que me atormentan lo dejan de hacer. Quizás, por fin, se callarían, pero no. Esas voces seguían gritaban, pero se tornaron extrañas. Tan raras como en las que yo estaba pensando en ese momento, seguramente, por culpa del agua. No me preocupé demasiado, pues seguía todo como de costumbre.

Todos bebían agua. Alguno tenía una mirada algo perdida y confundida, quizás porque estaban pensando lo mismo que yo. Seguramente en sus cabezas también pasaba algo. No me preocupé, después de todo, no son mi problema. Sin embargo es lo único vivo que veo por aquí cerca, y.... el único alimento visible.

De repente me sorprendí. Una esfera verde estaba encima de mi cabeza. Una de las criaturas la miraba bastante atenta y, en poco tiempo esperando sin prestarles mucha atención, empezaron a parlotear. Me volví sobre mí mismo, dándoles la espalda a esos dos seres que estaban dentro de aquella esfera. Éstos se dividían la charla que nos estaban dando. Me sorprendió entenderles, parecían de la misma naturaleza que el resto de seres de la plaza. Hablaban de supervivencia, de lunas, de llegar al final y de conseguir un objetivo a través de la lucha.

No hice demasiado caso, después de todo, es lo que llevaba haciendo toda la vida para conseguir poder. Aquí el premio quizás era otro, pero el protocolo el mismo.

Después de darnos la chapa y marcharse mientras yo fingía que no les había escuchado, emprendieron el camino sobre nosotros una especie de barreños.
-Genial...un baño, que asco.
La voz que salía de estos decía algo de alimentos, así que decidí abrir un ojo. Cuando vi que un par de seres enanos y la muchacha que miraba la esfera con atención las seguían, decidí emprender la marcha. Después de todo, era comida...
-Tripas ¡oh por dios!, entrañas si...sesos, sesos, sesos, sesos, sesos, sesos, sesos, sesos, sesos, sesos, sesos, sesos, sesos, sesos...

Un ser escandaloso y gritón subido en... algo que no alcanzaba a identificar, pasó volando sobre sus cabezas poco después de que la esfera de luz desapareciera. Cantaba algo en un lenguaje irreconocible y esto llamó la atención del grupito de la plaza. Nasher no sabía qué podría estar diciendo aquella cosa, pero debía de ser algo importante, pues uno de los ''chicos'' con la piel de un color venenoso salió a correr tras ella. Los demás le fueron siguiendo uno tras otro, incluso, para sorpresa de Nasher, el ranta, que se incorporó de forma perezosa y emprendió la marcha siguiendo al grupo.
Nasher aguardó en su posición unos segundos hasta asegurarse de que estaban lo bastante lejos como para que no lo vieran. Por suerte el bicho gritón ocupaba toda su atención, por lo que seguramente podría haber pasado a unos palmos de distancia y no habrían reparado en él.
Bajó con cuidado de la fachada y se dejó caer cuando apenas le separaban unos metros del suelo. Después de mirar a un lado y a otro echó a correr hacia la fuente. Era un monumento inmenso, pero Nasher apenas se paró a admirar las serpientes talladas, se lanzó al agua y bebió todo lo que le permitió su estómago. Era agua, agua limpia y fresca. Había un manantial cerca de su pueblo, pero el agua no salía tan limpia y en las lagunas el agua estaba estancada y era turbia como el barro. Una sensación de succión en su garganta le hizo apartarse de la fuente. El agua, ¡el agua se lo estaba bebiendo a él! Nasher escupió lo que quedaba en su boca pero ya era tarde
-Qué ha pasado???
Se llevó las manos a la garganta, más sorprendido que asustado. Así que era eso, el agua se había bebido sus palabras, su idioma, y le había regurgitado palabras nuevas.
-Raro...
Raro pero útil, porque ahora sabía lo que el bicho volador estaba diciendo. Hablaba de comida, y eso explicaba la reacción de los demás. Tenía que seguir al grupo... No quería acercarse al ranta, pero tenía hambre y en aquel lugar no parecía haber comida muy a mano.
<< No desprecies la comida, pequeño Nash, si no sabes cuándo podrás comer de nuevo>> se repitió, imitando mentalmente la voz de los ancianos. Emprendió la marcha a buen paso, siguiendo al grupo a una distancia prudencial, pensando en lo extrañas que sonaban las palabras de los ancianos en esa nueva lengua.

“Menudo espectáculo ambulante que estamos hechos” Pensaba Lía mientras andaba al lado de los que se habían encaminado hacia uno de los veleros flotantes. Miró a su alrededor mientras caminaba, la calle era estrecha y los edificios que la flanqueaban estaban destrozados, aquel que no estaba derruido por completo estaba en proceso de ello, o estaba quemado o pudriéndose…Aquella profesión era algo digno de ver, El lagarto con cola, el que no tenía cola, los chicos de orejas menudas, la planta viviente, ella y otros cuantos acudían a la llamada de la comida que aquel esperpento volador iba cantando a los cuatro vientos.
-Solo espero que lo que está diciendo ese personaje no sea lo que va de verdad en esas cestas-Le dijo al Lief que caminaba a su lado. Él sonrió y asintió y siguieron caminando hacia una especie de descampado. Al llegar al descampado no pudieron menos que alzar la mirada ante la imponente construcción que allí se alzaba.
(tengo permiso para manejar a liefdi)

[b]Sigue en el Barrio de los Callejones Sin Salida.[/

“Me ignoran. Parece que todos están pendientes de otras cosas” Pienso mientras miro a todos los que estaban en la plaza. En ese momento empiezo a escuchar a alguien, era una voz que no podía ser humana. Entonces descubrí de donde venía esa extraña voz, era de un objeto extraño, volador "¡Es una bañera voladora! Este sitio nunca dejará de sorprenderme". Pensé mientras miraba asombrado a la bañera. Bajé la mirada y me di cuenta de que la burbuja de luz verde había desaparecido. El ser que gritaba desde la bañera decía que tiene comida, comida repugnante, pero aún así seguia siendo comida.

- Creo que deberiamos seguirlo. Digo en un susurro, tan bajo que dudo que alguien lo hubera podido escuchar. Todos nos ponemos en marcha. MIentras caminamos Lia me dice: “solo espero que lo que está diciendo ese personaje no sea lo que va de verdad en las cestas” Asiento y sonrío, y seguimos caminando por las calles de esa ciudad en ruinas.


Barrio de los Callejones Sin Salida.[/b]