Ruinas de Margalar

Cojo la flecha del suelo otra vez y a vuelvo a poner en el centro.
- Si estoy muy tranquila - me quejo, pero veo por el rabillo del ojo como se aleja.
Le debo de dar miedo. Me río en alto.
Vuelvo a tirar y esta vez parte en dos el trozo de tinaja.
- Bien.

- ¿Tú crees? - le digo riéndome - entonces tendré que entrenar mucho - añado.
Vuelvo al interior y dejo el arco apoyado sobre la mesa.
Cojo fruta de las cestas y empiezo a trocearlas. Luego las coloco en una especie de cuenco que me traje del Maciel y lo saco fuera, para que Aníbal pueda coger.
- Toma coje algo - le digo mientras comienzo a picotear con los dedos por el cuenco, cojiendo de aquí y de alla.
Le dejé el cuenco al lado y fui a coger la flecha.

Cojo otro trozo de fruta tras cojer la flecha y me la como despacio. Me siento en la silla pero soy incapaz de estar tranquila y tras estirar el arco vuelvo a colocar la flecha y tiro. No sale muy bien parada pero no clava en nada.
Me levanto y la vuelvo a recoger. Cojo otro trozo de fruta y me lo coloco en los labios, sin llegar a colocármelo y me centro en que no se me caiga mientras coloco el arco recto, estiro las cuerdas y coloco la flecha centrada. Vuelvo a tirar. Parto otro trozo de la tinaja. Después me como el trozo de frutay me siento. Cojo otro más mientras muevo la muñeca derecha, acostumbrándola a los tirones.
- Me conformo con dar en el blanco - le respondo - parece que tiro mejor no pensando en nada.
Suspiro.
- ¡Qué va! - le dije - estoy aplicando lo que he visto en películas, en canales de deporte... en competiciones de arco. No soy ninguna experta.

- ¿Útiles? - le digo - para los bichos quizás... esa tinaja estaba más sucia que el culo de un mandril - le dije riendo muy de guasa.
- No estoy cansada, ya descansaré cuando duerma, ahora estoy entrenando - respondo - y es mejor que aprenda todo lo que pueda... por ejemplo la lección de antes de ayer fue mirar por dónde piso y meter ropa interior en las mochilas.
Me recuesto ligeramente en la silla.
- La lección de esconderme cuchillos en partes de mi cuerpo la aprendí hace mucho - le dije ensimismada - son de emergencia - añado - nunca sabrías dónde me guardo uno.
- Estoy de acuerdo en lo de hacer dianas, antes de que me cargue algo que de verdad si necesitemos.

- Bueno... puedo tener agujetas por muchas cosas, si las tengo por entrenar. Bienvenidas sean - le respondo riendome.
Me froto las manos y dejo el arco apoyado en la silla, le miro de reojo.
- Así que registrarme a fondo ¿eh? - le digo volviendome hacia él - de dónde te sacas ésas ideas... o mejor, ¿piensas mucho en ellas? - le dije con una sonrisa traviesa.
- ¿Sabes? A mi se me pasó un montón de veces por la cabeza el momento de cuando se nos deshicieron las ropas... fue raro, pero divertido - le dije riendo - además conseguí verte sonrojado y eso no se ve muchas veces, al ser el macho alpha y todo eso - le dije riendo mientras le picaba.

- Pues a mi no me gusta ir dando palos de ciego - le respondo - nunca llego a nada con ello.
Me cruzo de brazos y reposo la cabeza.
- ¡Ah! Así que ha sido la primera vez en la que te has encontrado en una situación así... - digo mirandole maliciosamente - tal vez no sea la última...
Veo como le brillan los ojos.
- Pueden ocurrir tantas cosas...

- Sí tienes razón - le digo mientras asiento con la cabeza - vivir cada momento... pero ¿y si con tus actos luego pudiera haber consecuencias?
Le devuelvo la mirada, algo distraida.
- Porque en esta ciudad siempre ocurren cosas muy raras - respondo evadiendome de la pregunta - y a saber en que situaciones nos podamos encontrar... quizás la del otro día fue la situación fácil.
- Nunca desespero - le dije riendo - pero soy muy observadora... quizás caigas tú antes.

(Conéctate al chat xDDD)

- Nunca desespero... puedes ponerme a prueba como quieras, pero voy armada - le dije sonriendo maliciosamente - tal vez no acabes muy bien intentando tentarme...
Le miro de refilón, no está decidido.
Cojo otra pieza de fruta distraídamente y le miro de reojo.
- Aquí los actos pueden ser... peligrosos - añado.

- Igual - le digo tanteandole.
Le devuelvo la mirada y le dejo hacer. Para cuando se separa, le agarro de la camiseta y lo acerco a mí besándole con ansias en un mar de sentimientos. Le atrapo el labio inferior entre mis dientes y luego lo dejo estar. ¿Desde cuándo me he vuelto tan salvaje? Antes era más tranquila. Vuelvo a mi posición anterior, tranquilamente.
- Como ya te dije... te puedo hacer desesperar - respondí sonriendo - desear, volverte loco...