Laboratorio genemante

Al asreniano le parecía bien la idea de la repoblación de los subterráneos.

—Entonces, en cuanto me traigas esas nuevas muestras, me pondré manos a la obra. Tengo espacio de sobra y así le haré un favor a la ciudad—rió. La ciudad no le importaba, el verdadero favor se lo haría a Noel, Adara y el resto de criaturas de precios particulares con las que compartía una amistad.

De un salmo ligero, mandó de nuevo por los aires la plataforma de los titís rapaces y se detuvo justo a tiempo para no hacer lo mismo con la del “pegaso mutante”.

—Eso de viral no suena muy bien, pero yo pagaría por la camiseta —bromeó. El pobre pegaso no era muy útil con lo mal que pasaba el tiempo sobre él, pero a Giz le gustaba estéticamente.

Sin decir ni mu, el genemago retrocedió un par de pasos para ver cómo dibujaba el sueco. Como inepto dibujante que era, no podía evitar sentir cierta punzada de envidia, pero también algo de admiración. En Rocavarancolia en general y, en concreto, en el caso de Noel, las muestras artísticas más benignas tenían cierta retórica amarga que a Giz le fascinaba: Criaturas destructivas creando obras de arte completamente inocuas.

—A veces se me olvida lo bien que pintas —reconoció.

—Yo te dibujo lo que quieras en una camiseta si te compras una de estas como las que me regaló Toima —le aseguró estirando la suya propia en la que precisamente llevaba un dibujo hecho por él mismo.

>>No me extraña, la mayoría de las veces lo que dibujo no lo ve nadie más que yo —le dijo a Giz tras su comentario sonriendo agradecido por el cumplido.
Compartía aquellos pensamientos con el asreniano acerca de lo irónico que era que un monstruo se dedicase a hacer lo que él había denominado en una ocasión “cosas de persona” y realmente a veces se cuestionaba para qué quería seguir dibujando o tocar la batería. No le iba a resultar útil en absoluto en su día a día ya que no era lo suficientemente bueno como para sacar ningún beneficio real de ello. Ni siquiera tenía pensado tocar jamás en la taberna por mucho que dijese Vac, pero seguía dedicándose a ambas cosas con interés.

Una vez terminó el dibujo decidió que no podía posponer más su regreso. Le dio las gracias a Giz por todo y arrancó la página donde había estado dibujando a la creación del asreniano para dársela, ya que había manifestado que era de su agrado y se fue prometiéndole que dentro de no mucho volvería por allí para llevarle algunas muestras.

Sigue en Ochroria.

Miloslava se encontraba alimentando con guantes de goma a una suerte de roedor eléctrico cuando Giz apareció sin avisar en el laboratorio. Normalmente el asreniano se comunicaba con ellos antes de traslocarse, pero este no había sido el caso. Por ello, a pesar de que su semblante era casi tan inexpresivo como siempre, la rusa no dudó en preguntar:

—¿Todo bien? —la genetista pasaba practicamente todo el día en compañía del goliat y no tenía problemas para saber cómo funcionaba.

Se suponía que no volvía de ninguna misión problemática y, en un principio, no debían de haber motivos para que se encontrara demasiado mal. Sin embargo, Giz había avanzado hacia una pequeña pecera sin despegar el pico para saludar, nisiquiera se había volteado al escucharla, y ella sabia que su respuesta no le daría demasiada información tampoco.

—Espero que sí.

Miloslava no sonrió porque no sabía si era buen momento y volvió a insistir.

—¿Ha pasado algo? —Giz se giró por fin y dejó lo que traía entre manos.

—Al volver a casa —comenzó a explicar el goliat, explotando de golpe— me he encontrado con que alguien se ha colado y nos ha destrozado parte de los muebles y el huerto. Toima estaba herido leve y no hacía más que refunfuñar. Tania había desaparecido. Seguí su rastro hasta el establecimiento de Nía y no me responden ni a la puerta ni al comunicador. ¿Es que no se le puede dejar solo ni una noche?

—Bueno —Miloslava agachó la cabeza arrepentida de haber preguntado. No esperaba una situación tan grave—. Seguro que todo va bien, me lo dice mi sentido arácnido. Toima no se habría callado si a Tania le hubiera pasado algo, ¿no?

El goliat, que ya se conocía aquella broma del hombre araña, asintió y emitió algo parecido a una leve sonrisa. Respiró hondo y volvió a ponerse manos a la pecera. Estaba e acuerdo con la rusa: Toima no se habría callado algo tan grave y, fuera como fuese, Tania estaba con Nia y, por lo tanto, en buenas manos.

—Seguro que sí, dudo que lo hiciera —repitió Giz finalmente, antes de cambiar de tema de forma abrupta—¿Y Lean como va?

—Perfectamente, ahora está en la dragonera, dando de comer a las bestias.—Miloslava acarició la cabecilla del roedor que sujetaba y lo depositó en su jaula para acercarse a la pecera con la que trasteaba el asreniano, por si necesitaba ayuda— ¿Qué tal fue el viaje a Casa?

Giz procedió entonces a contarle su paso por la tierra natal de la rusa, ciego a la añoranza que esta sentía al escucharle, y le dió todas las cosas que Miloslava le había encargado. Su comunicador no tardaría en sonar de nuevo.

Una vez DL se marchó yo volví a la habitación. Supuse que Sombra estaría dormido así que entré sin hacer ruido, lo que no me esperaba era que el gato me saltase desde encima del armario, me dio un buen golpe en la cabeza y cayó al suelo con gracilidad, luego corrió a esconderse debajo del escritorio. Suspirando me dirigí a mi hamaca y me tiré sobre ella, no me costó absolutamente nada dormirme, el agotamiento me hizo caer en un profundo sueño.

Me desperté unas cuantas horas después por los maullidos del gato, me desperecé rápidamente y vi que entraba luz por la ventana, me pregunté qué hora sería. Parecía media tarde por la posición del sol.

Bajé con tranquilidad las escaleras y volví a subirlas con comida en una bandeja y más comida para Sombra. Mientras comía me puse a revisar que tenía todo lo que me había pedido el genemago, también revisé las cosas que iba a vender en el mercado y le dejé a Sombra más comida antes de irme hacia el laboratorio de Giz.

No me costó encontrar el lugar con las señas que tenía, me preguntaba qué tipo de criaturas tendría el genemago en aquel lugar. Al no ver nada para llamar golpeé la puerta con decisión. Me recibió su ayudante que me informó de que el asreniano había salido y que no sabía cuando volvería, dije de volver al día siguiente y me fui no sin antes despedirme.

Me pasé por el mercado y vendí parte de lo que me había llevado de casa por un buen precio, necesitaba cada rocavaro que pudiera conseguir, no sólo para pagarle a Giz, también para empezar a remodelar la casa. Volví a la torre y me dediqué a trabajar en el cartel que pondría por la ciudad anunciándome como médico. Ya era hora de empezar a trabajar para ganarme mi propio sustento y la verdad era que me sentía un poco rezagado, Shiz llevaba ya un tiempo trabajando y DL igual, no podía ser yo el único que no trabajase. En parte era eso y en parte que ya me sentía preparado.

Al día siguiente volví al laboratorio menos cargado que el día anterior y volví a golpear la puerta, si el día anterior me había funcionado igual en éste también.

La puerta había sido hechizada para que cualquier sonido lo suficientemente fuerte como para creer que se llamaba fuera proyectado en las habitaciones de trabajo. Giz comprobó de quién se trataba con las runas-cámara y abandonó la estancia para acercarse a la puerta. Un banco de peces de escamas plateadas emergió tras él y las risas de Lean y Miloslava se escucharon al fondo. Giz, ataviado con su bata blanca, susurró las palabras que abrían los portones sin hacer caso a las bromas.

—Buenos días, Enredo —saludó en su tono sobrio de siempre.

No preguntó, porque sabía exactamente a lo que venía.

-Buenos días Giz - me quedé un poco sorprendido al ver que era el propio asreniano el que me abrió la puerta, creí que lo haría su ayudante y me remitiría la sala donde estaría o algo. Aún con la sorpresa me apresuré a contestar.- Te he traído las muestras que me pediste, también añadí alguna que no estaba en la lista pero que pensé que te podría interesar. Si me permites pasar sacaré todas las muestras.

En realidad la petición de pasar también era por curiosidad, que mejor lugar que el laboratorio de un genemago para encontrar criaturas increíbles. Pero no sólo era por eso, también quería hablar del precio, y de los atributos del animal que quería conseguir con la magia del asreniano.

Entonces me fijé en los peces plateados que tenía a la espalda.

-Bonitos peces -sonreí amablemente.

Giz sonrió inevitablemente. Estaba deseando meter mano a la mercancía que le traían.

—Gracias —respondió al comentario de los peces—. Te recomiendo que no te acerques demasiado a ellos, rebosan electricidad sucifiente para matarnos a ambos —no hubo señas en su expresión de que se tratase de una broma por su parte. Giz hizo un gesto con la mano para que se acercara—. Ve tú delante para más seguridad, vamos a aquella habitación—le señaló la puerta de un cubículo de altura normal y cuyo techo no llegaba ni de lejos al de aquel piso para gigantes.

La habitación a la que lo había conducido era el mismo quirófano en el que había curado a Lean y a Kin. Estaba llena de aparatos robados de laboratorios terrestres y varias herramientas de procedencia parecida. Al entrar, una barrera repelió el banco de peces, que chocaron entre sí de forma torpe y provocaron una serie de chisporroteos ruidosos. Giz no le dio ninguna importancia, dejó que los peces se descargaran contra aquella protección y apuntó con la mano a su mesa de operaciones.

—Puedes dejarlas ahí mismo.

Con el comentario de Giz alcé las cejas un poco sorprendido.

-Me recuerdan a las morenas entonces. No sé si las conoces, son unos peces terrestres que sueltan descargas eléctricas - expliqué mientras caminaba a la sala indicada por el asreniano.

No podía evitar fijarme en todo lo que tenía alrededor, el laboratorio me parecía fascinante para qué negarlo.

-Ajá - comencé a sacar frascos de cristal de mi zurrón.- Cada frasco está etiquetado con el nombre del animal al que pertenece, también están reforzados así que no te preocupes si alguno se cae. Por supuesto los botes están preparados para que las muestras del interior no se degraden - comenté con tranquilidad mientras seguía extrayendo del interior los frasquitos.- Las muestras que pensé que te podían interesar son de animales con genes raros, albinismo y su contraparte y heterocromía entre otros. Espero que todo sea de tu agrado - dije cuando terminé de sacar cosas.

—Claro, tengo genes de sus "primas" en otros mundos vinculados —explicó, el término primas era altamente incorrecto, pero no quería centrarse en eso ahora—. Aunque estos peces son más peligrosos. Comparten genoma con uno de los nuevos bendecidos por la Luna Roja—mientras hablaba, pulsó una serie de runas y varias esferas de medición brotaron en la mesa. Eran grises, del tamaño de canicas, y estaban programadas para darle unas respuestas muy concretas al goliat.

Giz cogió uno de los botes y lo fue acercando a todas ellas. Una por una, las esferas adquirieron un tono azul suave que remitía al alejarlas.

—Esta parte es una formalidad un poco tediosa, pero me gusta pagar ni pactar descuentos sin asegurarme de antemano de que las muestras están en perfectas condiciones —comentó mientras continuaba con las comprobaciones rutinarias, sin despegar la vista de las esferas—. Podemos ahorrar algo de tiempo si me refrescas la memoria mientras, ¿qué era exactamente lo que querías?

-Tranquilo, no me importa que desconfíes, es completamente normal - repuse con tranquilidad mientras observaba como Giz comprobaba las muestras. Señalé dos botecitos.- Quiero una cría de este animal, hay muestras de macho y hembra. Respecto a lo que quiero de este animal... Quiero que elimines las enfermedades genéticas que pueda tener, y así mismo me gustaría que ampliaras su dieta. Resulta que es un animal que come casi únicamente un tipo de comida que por aquí escasea - expliqué con voz emocionada.

El goliat echó un vistazo a los bocetos y asintió en silencio. Conocía al animal, se había leído demasiadas enciclopedias terrestres y aquel estaba entre los más "monos" según Miloslava. No tendría problema para encontrar su etiqueta.

—Todo perfecto —confirmó una vez acabó el chequeo de muestras. Volvió a pulsar las runas para hacer desaparecer las esferas y se giró hacia Enredo—. Por el valor de todo esto puedo hacerte una rebaja del 60% con respecto al precio original —explicó— ¿Te parece?

Sonreí cuando el asreniano terminó las comprobaciones sobre todas las muestras. Yo ya sabía que todas estaban en perfectas condiciones ya que no había abierto ninguno de los botes desde que había metido dentro las cosas.

-Me parece genial - y realmente era así, una rebaja del sesenta por ciento era una burrada por algo que apenas me había llevado un par de horas y me había quedado de paso. O eso me parecía.- ¿Tengo que pagarte ahora o a la recogida del animal? Que por cierto, ¿cuanto tardarías en tenerlo listo? -pregunté con interés y un poco de ansiedad.

—A la recogida —a Giz le sorprendió que le estuviera preguntando por aquello, sobre todo después de haber visto por sí mismo cómo trabajaba el propio genemante—. Ahora que sé que tienes el dinero aquí, podría matarte antes de que salieras y ahorrarme el trabajo y el precio de las muestras —como a todas las bromas de Giz, a esta no le siguió ni una risa ni ningún gesto que indicara que no hablaba en serio—. Te recomiendo que seas más cuidadoso en tus próximos negocios—acabó aconsejándole antes de soltar una sola carcajada.

>>¿Alguna cosa más?

Sonreí ante la advertencia de Giz.

-No te preocupes, no llevo el dinero encima, lo más valioso que llevo encima debe ser mi colgante, y ni siquiera es mío, pertenece a Serpentaria. No, lo preguntaba por que quizás preferías la mitad ahora y la otra mitad a la entrega - dije tranquilamente.- Además... seamos sinceros, estoy en tu casa, te he visto pelear en el torneo, no tengo ni una sola oportunidad, si me hubieras querido muerto me habrías matado ya.

-Pues mira sí, ya que hablas de negocios. No creo que te interese porque llevas en esta ciudad más años que y,o pero creo que debo ofrecértelo - comenté un poco inseguro.- Voy a abrir en breves mi propio negocio, me estoy formando como médico mágico, si en alguna ocasión necesitas atención tú o alguno de tus conocidos podéis recurrir a mí. No sólo trato heridas, también maldiciones, cosa que en esta ciudad no está demás. Como ya he dicho no sé si te interesará, pero por probar no se pierde nada - me río.

Sigue en la Torre Serpentaria.

Giz no quiso ser modesto en aquella ocasión. Que la gente le tuviera miedo era sano y prefirió que continuara siendo así. Tan solo sonrió escuetamente mientras seguía escuchando. Le sorprendía que alguien en Rocavarancolia se dedicara exclusivamente a ayudar a la gente, aunque fuera por dinero. <<Hasta Nia vende venenos>> se dijo en un intento de buscar algo equiparable.

—Rocavarancolia siempre sangra, seguro que te irá bien —aventuró, sin ser sincero del todo—. Te tendremos en cuenta.

El asreniano no era responsable del brujo y, por lo tanto, no era quién para aconsejarle de nuevo, pero lo veía demasiado tierno para la ciudad en la que vivían. <<Espero que, si te confías, tengas la oportunidad de repararte>> le deseó de buen grado. Ya que, si tenía la suerte de poder arreglar cualquier fallo, sería síntoma de que no había muerto en él.

Acto seguido, Giz lo condujo a la salida, con el banco de peces de nuevo en procesión tras ellos.

Unos días después de la excursión con Shiz y DL el brujo se dirigió al laboratorio del genemante para recoger su nueva mascota. En esos días intermedios había examinado el veneno y aunque estaba aún lejos de hallar el antídoto era bastante positivo al respecto. En sus ratos libres, entre tanto estudio y pruebas, leía un libro sobre transformaciones dadas por la Luna Roja, este año el italiano quería ser de más ayuda para los nuevos transformados pudiendo aclararles su transformación y ser capaz de aplicar sus curaciones de forma más efectiva.

En poco tiempo estuvo delante del laboratorio y se descubrió sonriendo como un tonto, estaba emocionado por su nueva mascota como un niño el día de reyes. Llevaba algo más que el dinero justo por si acaso había surgido alguna complicación y necesitaba mas. Respirando hondo para tranquilizarse picó a la puerta preguntándose con qué clase de animal lo sorprendería Giz esta vez.

Coincidiendo con la entrega para Enredo, el laboratorio de Giz se encontraba casualmente despejado. El genemante estaba con algo grande entre manos y para ello había tenido que desalojar la planta baja a excepción de las pequeñas habitaciones en las que trabajaba él y vivían sus ayudantes. Del techo de estas hasta el más alto, el goliat se las había apañado para crear algo así como un fondo marino bocabajo, aislando exclusivamente el espacio para la escalera al piso superior y el pasillo de la entrada.

El techo estaba cubierto de tierra, piedra y algas. Pequeños arrecifes de coral luminosos colgaban bocabajo a su vez, del centro, y cumplían la función de lámparas naturales. El agua clara no revelaba a ninguna otra criatura.

—¡Adelante, Enredo! —lo llamó Giz una vez formuló el hechizo que abría las puertas. El ambiente era húmedo y en él flotaba el olor a mar. El asreniano lo esperaba bajo el umbral de la puerta de una de las habitaciones, con un pequeño panda rojo cobijado en su regazo—. ¿Qué tal va el negocio? —preguntó en cuanto el brujo se acercó lo suficiente.