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Jack
Jack

Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Personajes :
Jack: Vampiro de humo terrícola.
Atol/Skarog: Helión libense.
Alice/Onyx: Onycemante terrícola.
Tesón/Eterno: fantasma roquense, sin magia.
Sinceridad: Argos magnético roquense de Tierra Bruja.
Pefka: Lenguaraz hijo de Luna Kepryna.
Tawar: Repobladore de la montaña

Unidades mágicas : 12/12
Armas : Jack: dos espadas. Magia.
Atol: lanza, espada y escudo. Magia.
Alice: magia y onyces. Espada o arco.
Sinceridad: arco, jabalinas, espada/lanza y escudo.
Pefka: lo que pille, normalmente machete y arco


Humor : Os falta bosque, gigantes

Venganza hueca Empty Venganza hueca

27/07/19, 08:24 pm
Localización: después de la Pesadilla, en el circo subterráneo

Alice
Hacía tiempo que tenía localizado el circo de los horrores, pero lo había dejado en un rincón de su cabeza. Había hecho bien. La Pesadilla podría haberle atacado allí, por ejemplo, o el cansancio haberle condenado. Además, sus amigos no sabían nada y no sabrían dónde buscarla si debían, por ejemplo. Pero eso no había cambiado: solo había dejado una carta en su cuarto de Serpentaria, bien visible en caso de que notaran su ausencia más de la cuenta y entraran a investigar.

Había vaciado de onyces la habitación, el torreón, las calles aledañas y lo que había podido de la ciudad entera. Había seguido entrenando magia con algunos veteranos y pedido runas, y también había salpimentado sus horas libres con ratos de "cacería de sombras" buceando en los subterráneos para atraer a más y más onyces. Iba a inundar ese sitio con la misma oscuridad destructiva que les había atacado a ellos hacía tanto tiempo ya.

Se estaba aficionando a que sus sombras afectasen a edificios. Tanto en sueños y pesadillas como en su proyecto laboral. Era lo único gracioso que se le cruzó por la cabeza mientras descendían a los subterráneos, cerca de los Jardines. Lo hizo bien pertrechada con varias barreras defensivas y hechizos, entre ellos uno para respirar si volvía a dispararse el gas que les durmió la última vez. Las onyces le envolvían como una masa tan sólida como afilada y, aunque no lo vio, sabía que habían pasado a cuchillo a cualquier criatura que se hubiera acercado al tren de sombras que avanzaba bajo tierra. Sus pies pisaban sangre fresca.

Recordaba bien la pesadilla que sufrieron allí abajo, y no le extrañaría encontrar el esqueleto de su amiga. La ruleta rusa de engranajes y tormentos. Las pruebas en el aire, los "trapecistas", la fiera que atacó a sus amigos... y lo bien orquestado que estaba todo y cómo les manejaban a distancia. No entraría en la carpa, por tanto, sino que se quedaría dirigiendo ella su propia melodía de destrucción desde el exterior con un pequeño séquito de escolta.

La gran horda entró a la carpa, por fin. Entraron en tromba, como si una gran tubería de petróleo hubiera reventado justo encima... y alguien le hubiera prendido fuego, pues muchas onyces cargaban runas tanto explosivas como flamígeras con ellas. La bruja se despeinaba con cada pasada de grupos de sombras, quieta en su sitio. Tan solo repartía runas nuevas.

El circo, o parte de él, se reactivó. La bestia dormida despertó justo a tiempo de que la arrastrase la corriente de oscuridad, y los mecanismos mortales empezaron a moverse en el mismo instante en que martillos, mazas y explosiones de igual calibre al que asesinó a Akasha caían sobre los engranajes. La carpa se desmoronaba por una fuerza mayor, dirigida por algo invisible. Ella misma. Igual que cuando ellos cayeron en la trampa y una fuerza invisible y antigua les atenazó durante lo que parecieron horas.

Habría sido poético de no ser porque la bruja estaba llorando. No supo si las sombras habían descubierto o no el esqueleto de la ochroria, pero ya formaría parte de los escombros. Si hubiera sido Alice la fallecida allí, a la bruja le habría gustado que la "enterrasen" así, la verdad, en aquel mismo sitio, barrido de la faz de la ciudad con una lluvia de venganza. Pero no solo no dejaba de revivir el miedo y el horror que sufrieron allí, sino que una punzada de culpa le atenazaba: ¿se habían olvidado de la chica tras todo ese tiempo? Sin duda, al menos ella sí. Por su propio bienestar y poder seguir adelante, a la larga, aceptar se había convertido en olvidar. Quizá tarde o temprano le ocurriría igual con Marsi, pero no sería igual ya que no las había unido lo mismo que a ella y la ochroria.

Consiguió evadirse cuando su hueste volvió a su lado, exultante. Se agitaban enfebrecidas. Querían más sangre; querían un enemigo vivo, aullante, no unas máquinas oxidadas y hechizos viejos. Las dejó libres un rato mientras su escolta y ella miraban todo el caos que habían desencadenado allí. Ella... se esperaba algo más. ¿Quería un final épico, una "venganza" con significado? ¿Algo que le llenase? Pero, en cambio, estaba vacía, al contrario que sus sombras. Fría. Hueca. Ni siquiera el incendio y el desplome de la carpa que tenía ante sí le regalaban la más mínima satisfacción.

Así que dejó que las ávidas de sangre se quedaran en los subterráneos un poco más mientras ella, intangible, se encargaba de derrumbar lo que aún siguiera en pie.
La planta de arriba de los túneles se vino encima poco después. Un gran boquete fue lo que quedó en ella.

Mucho más arriba, de nuevo en la ciudad, no parecía haber afectado el derrumbe subterráneo a las calles, aunque sí que habían sentido temblores sus vecinos. No dijo qué había hecho, por descontado, aunque no pasaba desapercibida con su ejército acompañándole y cualquiera podría atar algunos cabos. A nadie le importaba. Volvería a casa tras un paseo por el Mercado para comprarse algún dulce.

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No Hope. No Dreams. No Love.
My Only Escape Is Underground
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