Bahía de los Naufragios

-¡Que no suela haber gente no significa nada! Por tu culpa voy a ser pollo frito- siguió quejándose.

Zmey llegó con cara de preocupación, y Yoel no tenía muy claro si había temido por él o por su comida.

-Mis bocadillos...

<< Vale, era por la comida>> pensó Yoel. Rápidamente señaló a Tania y a su lagarta.

-Ha sido culpa suya, ha dejado a esa cosa suelta y me ha atacado. Ese bicharraco se ha comido los bocadillos, me cogió totalmente desprevenido.

Como respuesta recibió un collejón de parte del piromante, que había cogido la cesta para mirar los desperfectos. Realmente no había sobrevivido ni la cesta.

-Ya podría haberte comido a tí. La culpa es tuya por no estar atento. ¿No te tengo dicho que esta ciudad es peligrosa? Has tenido suerte de que fuera una...- miró a la lagarta unos instantes- mascota y no un monstruos de verdad. ¡Idiota!- le dio otra colleja

-Pues tu ya podrías haber venido más deprisa- le soltó Yoel

Sus quejas fueron ignoradas, pues la atención de Zmey estaba ahora con Tania. Todavía estaba empapado del último chapuzón y el pelo le cubría un ojo, pero el otro fulminaba a la nublina.

-Tu bicho me ha dejado sin comida.- dijo, aunque no exactamente en tono de acusación.- Por lo menos dime su nombre y el tuyo ¿Qué haces por aquí? ¿De donde lo has sacado?- señaló ala lagarta. En realidad, cualquier cosa que tuviera una mínima semejanza con un dragón atraía la atención de Zmey.

Tania

Y llegó el segundo chico. Parecia entristecido porque se hubiesen comido los bocadillos y el mayor de los dos le echó toda la culpa a ella y la nublina, lejos de quitarle la razón, estaba dispuesta a sumirse en más disculpas cuando el más joven se encaró al mayor y le echó la culpa. Aquello parecia haber zanjado al tema. Por la manera que se trataban, estaba claro que el mayor de los dos claramente era esclavo del otro. No eran dos amigos o amantes. Era un esclavo y su amo. Por un momento, Tania sintió una amargura por dentro que logró no exteriorizar. En ese instante, el que era el amo se dirigio a ella y le preguntó por su nombre y el de la lagarta, además de encadenar otra serie de preguntas. Empezó disculpandose ante el amo.

-Lo siento, tengo gran parte de la culpa. Estábamos paseando, me distraje unos segundos y logró escaparseme.-dijo mientras dirigia una mirada de reojo al otro chico que no habia dudado de acusarle delante de su amo, presa del miedo. Y entonces respondió a su pregunta, mientras le acariciaba el morro a la lagarta.-Su nombre es T...-vaciló entonces. Decir el nombre "oficial" que le habia puesto Toima se le antojaba tan vergonzoso como incómodo de explicar la mentalidad del albino, así que optó por darle el nombre por el que ella llamaba al animal.-... se llama Garras. Y yo me llamo Tania.-se presentó con formalidad. Pausó un instante y contestó al resto.-Viene de uno de los mundos vinculados, de un desierto llamado Basara, de donde saca el nombre su especie: Lagarto Basara.-terminó por decir.
No tenia muy buenos recuerdos de aquel desierto y, mucho menos, de la madre de la criatura que bien estuvo apunto de matarles a Toima y a ella en su momento.
-¿Y-Y vosotros? ¿Como os llamais?-acabó diciendo al final.

Se notaba a la legua que la chica estaba avergonzada y Zmey se sintió un poco mal por ella, aunque se hubiese quedado sin comida por su descuido << Bueno... puedo volver antes y comer en la Sede...>> pensó.

-Yo soy Zmey Sardaur, piromante- se presentó- Y ese idiota quejica es Yoel.

-¡No soy idiota!- se defendió Yoel.

-Si no lo fueras habrías venido corriendo hacia mi en lugar de encararte con la dueña de un lagarto gigante. Perfectamente podría habertelo azuzado.

Miró a la chica unos segundos. Había algo que le faltaba en la mirada, algo en su forma de ser que no le cuadraba. Sabía de qué mundo era, había visto nublinos antes, pero...

-¿Eres una bendecida por la Luna?- preguntó.

Tania

La nublina contempló como los dos sinhadres discutian y se sintió un poco fuera de lugar. Por lo que le decia su intuición, el amo parecia ser mucho más sensato y seguro de si mismo que el otro sinhadre, de mayor edad. Aquello le parecio curioso a la chica, pero tampoco tuvo mucho tiempo para pensar en ello pues el sinhadre de pelo violaceo le planteó una pregunta un tanto inesperada para la chica. Algo vacilante, acabó por contestar, desviando la mirada de nuevo al suelo.
-N-No... Naci en Nubla y se me llevó aquí para servir.-lentamente, dirigio su mirada hacia el mayor de los sinhadres. No sabia porque, pero sentia que el amo ya no iba a querer saber más del tema. Temerosa, no quiso mirar a los ojos al piromante, pues no sabia como se lo podria tomar. Al apreciar que no era una persona a su misma altura. Tania estaba aun muy poco acostumbrada a que se la mirase por encima del hombro y, peor aun, que no pudiese hacer nada para evitarlo, pues era el orden natural de las cosas en aquella ciudad.

Zmey no sabía si estaba sorprendido o no. No era la persona más indicada para sentirse mal por la chica, dada su situación, pero lo cierto es que lo hacía. Miró a Yoel, que de pronto había cambiado su expresión y miraba a Tania con interés nada disimulado.

-Entiendo- dijo, volviendo su mirada hacia Tania.- Y... ¿has criado tú a... Garras? No parece un animal fácil de controlar- se acercó un poco, y abrió y cerró la mano algo inseguro- ¿Podría tocarlo?

Ni él mismo, estando en una supuesta posición de poder, se sentía cómodo hablando del tema. Querría haber preguntado por su amo, pero le pareció fuera de lugar.

-¡Tengo que hacer más sandwiches!- saltó Yoel de pronto.

-¿De qué hablas, majara?- preguntó Zmey alzando una ceja.

-Ya es casi la hora del almuerzo y... tengo que hacer más sandwiches, no está bien que te saltes comidas, luego estás de mal humor. Hay que volver a la Sede.

El piromante lo miró unos segundos, incrédulo. Comprendía lo que su involuntario asistente intentaba, y era algo tan patético y desesperado que le dolía un poco reirse de ello. Pero lo hizo. Estalló en carcajadas.

-Tania, ¿quieres venirte a comer con nosotros a la Sede? Yoel cocina de forma incluso decente. Y así me cuentas cosas sobre Garras. ¿Podrías?

Yoel sonreía a su espalda, bastante avergonzado y algo confuso, pues no estaba seguro de por qué quería seguir hablando con aquella chica pava. Pero estaba en su misma situación, y de alguna forma hablar con alguien que no había pasado por todo el tema de la bendición de la Luna y la criba y todo eso se le antojaba refrescante. Que Zmey le siguiese el juego le daba mala espina, pero en aquel momento poco le importaba.

Tania

-N-no...-contestó.-Yo y otra persona la cuidamos y criamos juntos... Luego tambien solemos llevarla a una veterinaria amiga nuestra que practicamente es otra persona que la cuida...-la lagarta, ociosa, estiró su cuello y le pegó un lametón en la cara a Tania, haciendo que se le sacasen los colores y agarrase aún más fuerte las riendas de esta.-Y... si... Es prácticamente inofensiva si no está en celo. No atacará salvo si es ordenada a hacerlo, en defensa propia o si tiene hambre y... creo que prácticamente acaba de saciarse.-comentó con una sonrisa algo más relajada.
Zmey entonces preguntó si podia tocarla.
-Si... Siempre y cuando no sea en las crines... No le gusta mucho que extraños le toquen el pelo.-le aclaró para luego tirar de las riendas acercando la cabeza del animal a la del chico, para que le acariciara el morro como ella habia hecho antes.

De la nada, el mayor de los sinhadres, de nombre Yoel, saltó con que tenia que hacer más sandwitches. Tras unos extraños segundos en silencio, Zmey estalló en carcajadas. Aquello pilló algo desprevenida a Tania y, aun más, la siguiente petición que realizó el sinhadre.
-Eh...-La nublina dudaba.

De lo poco que sabia de los novatos, sabia que cuando estaban recien transformados vivian en unos torreones comunitarios y, si no se equivocaba, la tal sede era el torreón de los guerreros, es decir, los que no estaban tan interesados por la magia. Aquello le provocó una falsa sensación de seguridad. No era que desconfiase de los novatos, sino que más bien la ciudad era un lugar peligroso y preferia no confiar en nadie a ciegas. Sin embargo, si algo se torcia, no tenia muchas dudas en que pudiese escapar a lomos de la lagarta. Despues de todo, ella se habia endurecido lo suficiente como para poder salir sola, sin estar transformada y se las habia arreglado para escapar de todos los apuros que se le habian presentado. Ella, por otra parte, queria ir. Si bien la espontanea amabilidad del chaval o quizás la empatia hacia Yoel era lo que le movian, no lo sabia. Tan solo quedaba, a ojos de la nublina, pensar como se lo tomaria Toima. Ya podria imaginarle echar pestes y zarandear alguno de sus rifles por encima de su cabeza, como si fuese una especie de salvaje mientras espumarajos por la boca. La imagen mental que se hizo, aunque no distaba mucho de la realidad, le hizo gracia y hizo su mejor esfuerzo como para no reir.

<< Pero no tiene porqué enterarse...>> pensó la nublina, excitada. Siempre insistia como la relacion que mantenian no era la de amo y esclava. Tan solo era que Toima era un absoluto chapuzas y un despistado y necesitaba a alguien que estuviera detrás de él que, a base de la experiencia en la ciudad, la nublina habia podido comprobar que era cierto. Por lo tanto, deduciendo de sus palabras, no tenia ni que pedirle permiso si queria ir a algun sitio ni mucho menos contarle a donde habia ido.

-Está bien, Zmey. Os acompañaré durante la comida.-dijo con una sonrisa algo más brillante de lo habitual en ella.

Zmey laq devolvió la sonrisa, aun con la mano en el morro de la lagarta. Le había gustado el animal.

-¿Qué me dirías de uno de estos en el cuarto, Yoel?- bromeó.

Yoel hizo una mueca, estaba claro que a él no le había caído tan en gracia, pero parecía contento con que Tania aceptara comer con ellos, así que volvió a una sonrisa en un segundo.

-Recoge la cesta y movámonos- ordenó Zmey, usando un hechizo sobre sí mismo para secarse y recogiendo la chaqueta que traía.

Yoel cogió lo que quedaba de cesta, que supuso se repararía luego y echó a andar detrás del piromante hacia la Sede.

Sigue en la Sede de los Taumaturgos.

No me equivocaba: al cabo de un rato llegamos a unos acantilados en los que tras curiosear un rato encontramos cómo bajar. Sin embargo, de inmediato me mostré reticente tras ver la ingente cantidad de barcos naufragados que había a lo largo de toda la costa.

—Eso no tiene buena pinta... Yo no bajaría, es un maldito cementerio de barcos.

Tenía demasiados ejemplos de criaturas fantásticas marinas demasiado peligrosas tanto dentro como fuera del agua. Y una cosa era ver una playa sin más, pero con tanto barco destrozado la cosa cambiaba... Las rocas que sobresalían de la superficie del mar no ayudaban, además. No era un paisaje precisamente para montar un picnic sino para no volver. <<Tentáculos>> ¿Qué terrícola necesitaba otra palabra para no acercarse a semejante lugar?

—¿Tenéis mar en vuestros mundos?—inquirí entonces, buscando retrasar cualquier intentona de bajar.

Nos largamos de allí cagando leches, yo con ganas de soltarle una colleja al humano pero me contengo, no sé muy bien por qué tampoco, porque la verdad es que se la merece. Pero todo eso desaparece en cuanto alguien menciona el mar, hace años que no lo veo y lo cierto es que me hace algo de ilusión.

Pero cuando llegamos y veo el estado en que está no puedo evitar poner una expresión triste en cierta medida.

-¿Acaso nadie cuida el mar? Debería haber algún encargado de limpiar este estropicio.- escucho la pregunta de Alice.- Mi país es una isla desértica separada en dos por una gran cordillera. Hacía mucho que no veía el mar y no es como lo recuerdo. El que hay en mi mundo es más bonito que esto.- sacudo la cabeza y luego miro a los presentes.- ¿Queréis bajar o preferís volver al torreón? Yo preferiría volver, aquí ya he visto todo lo que tenía que ver y no pienso bañarme, no como está el agua.

Cuando la mole escamosa se gira hacia nosotros suelto al humano de la camiseta y comienzo a recular sin quitar los ojos de los dientes de la, ahora conocida, Dama Gula. Por suerte la cosa no va a mas, las chicas dicen de irse aunque a mi me mata la curiosidad que puede ser lo que esta protegiendo la señora Gula.

Dando por sentado que nadie va a seguir si quiero colarme dentro asiento y camino pensando en esa bestia y sus palabras. El rumor del agua al chocar contra la piedra resuena cada vez mas al fondo del camino. El olor a sal y humedad inundan mis fosas nasales. El hedor es muy distinto a la ciudad del mar. Le falta la dulzura propia de mi mundo sigue estando presente hasta en los recuerdos mas reconditos de mi mente. Al llegar al borde mi vista se llena de maderos rotos y barcos encayados. Las chicas hablan y comentan pero yo estoy mirando al fondo de la amalgama  de barcos rotos y mugrientos.

-¿Es una barcaza de pescadores?- Pregunto en voz alta a mi misma. -¡Dhelian!- Al gritar el nombre del chico suelto un gallo que me hace caraspear para continuar hablando. -Alli hay un barco de la ciudad del mar- Digo señalando un barco pesquero de unos doce metros de eslora lleno de colores oscurecido por el moho negro. Uno de los mastiles ha sido arrancado y del otro solo queda el palo luchando por no caer mientras que lo que queda de sus velas azuladas bailan destrozadas como si se esforzasen por no salir volando.

-¡Vamos! ¡Puede ser que encontremos algo util!- Digo de manera firme

No tardamos mucho en llegar a un acantilado que daba a una playa llena de barcos semihundidos y a un mar que se extendía hasta el horizonte. Seguía enfurruñado por no haber conseguido sacar nada en claro (bueno, además de que resultaba que había rocavarancoleses caníbales, una información preciosa, desde luego), y la vista de aquello sólo me volvió de un humor más ácido. En ese momento no me hubiese sorprendido si alguien me hubiese dicho que los habitantes de la ciudad mataban el tiempo atrayendo a barcos a la perdición.

—¿Cuidar el mar? —pregunté tras una solta carcajada totalmente falta de humor—. No me extrañaría que este estropicio lo hubiesen provocado los ciudadanos —declaré, con un deje de cínico desprecio.

La imagen del enorme mar, me daba la sensación, sólo acentuaba la sensación de desprotección e ignorancia que de por sí teníamos. ¿Qué sabíamos de aquél lugar? ¿De su tamaño? ¿De su historia o motivaciones? ¿Habría más países o ciudades en aquel mundo? ¿Enemigos de Rocavarancolia? ¿Podría alguien ayudarnos más allá del mar? El libro de mapas situaba a Rocavarancolia en su propio mundo, pero conocíamos tan poco de lo que había más allá de la ciudad como, de hecho, de lo que había dentro de ella. En general el mundo más allá del torreón era enorme, desconocido y terriblemente peligroso.

—¿Dices que ese barco es de tu mundo? —interrogué a Kora al escucharla, comenzando a mirar con más ansiedad los barcos de aquel cementerio—. ¿Reconocéis, cualquiera, barcos de vuestros propios mundos? —yo mismo estaba buscando barcos terrestres, pero no parecía haber ninguno, o al menos no ninguno del último par de siglos. Y los que fueron construidos antes del siglo XIX eran demasiado antiguos como para saber si era de nuestro mundo o de otro.

No pude evitar patear una piedrecita de la frustración, enviándola con los barcos que descansaban abajo. Al parecer había dos puertas por las que entrar a Rocavarancolia: las que habíamos usado nosotros y las que habían usado los barcos. Y fuera cual fuera la de los barcos no estaba a la vista, además de que no parecía estar abierta a la Tierra. Estaba claro que escapar de ahí era imposible.

—Yo voto por irme —dije secamente, intentando no mostrar mi frustración—. Diría que este es el lugar que parece menos seguro de todo lo que conocemos de Rocavarancolia, salvo por las casas carnívoras. Si vamos a entrar en estos barcos tenemos que andar mejor preparados.

Nadie puso mas pegas a salir por patas de allí y tras un pequeño recorrido se encontraron en lo alto de un acantilado con un mar de  deprimente color azulado coronando de barcos semi destruidos y maderos flotando ala deriva. Dhelian puso un leve puchero de decepción, la ilusión de poder ver el hermoso mar anaranjado de su mundo se desinflo como un globo. Todo en esa ciudad era realmente tétrico, incluso el mar con esos barcos encallados. Ni el color ni olor ni el sabor de su mundo, sino que el olor que traía el aire que venia de la playa era salado y podrido, seguramente por los rastro de madera muerta de los barcos.


-El océano de nuestro mundo es de un hermoso color anaranjado y tiene un sabor bastante dulce - explico Dhelian levemente mirando con desilucion lo que debería ser una hermosa playa, pues a esa distancia muy ligeramente podía verse que el suelo estaba cubierto por un brillo singular.Sus ojos se posaron en los barcos a medio hundir, preguntando realmente como habían terminado todos en aquel estado, cuanto tiempo llevarían allí...no puso seguir con sus elucubraciones pues una llamada de Korasihanna le dio un susto de muerte. ¿Pero que tenían sus compañeros con matarlos de un susto? Miro a la daeliciana con cierta expresión de reproche, que se esfumo rápidamente y fue sustituida por la incredulidad cuando ella le señalo la barcaza de la ciudad del mar.

-No es posible...¿como ha llegado hasta aquí?- pregunto no sin cierto incredulidad, estaba seguro que  el mar de su mundo no podía estar conectado al de ese, era impensable. ¿Había llegado ese barco del mismo modo que ellos? Si eso podía ser mas probable. El leve vestigio de algo perteneciente a Daelicia, aunque estuviera en un estado tan deteriorado daba claras muestras de que no había sido los únicos en ser traídos a aquella ciudad. Eso y el cuadro del daeliciano blancos de la casa cambia sexo lo confirmaba.

-Espera Korasihanna, esta cayéndose a pedazos un pie en falso y nos podría caer encima- dijo rápidamente mirando a sus compañeros. Si algo había entendido en ese tiempo de esa ciudad era no ir a lo loco a ningún sitio. Aun así tenia curiosidad por ver el contenido de aquella barcaza- Alvaro tiene razón en sus palabras, pero también es cierto el hecho de que no conocemos todos los peligros de esta ciudad como para poder prepararnos para ellos. Por mas triste que suene es la realidad- dijo mirando a sus acompañantes, pues dudaba seriamente el poder frena a su compañera de sus intenciones de entrar a la barcaza y el tampoco es que fuera  aponer mucha objeción. Sabia que era peligroso, pero no podía evitar el querer ver mas de cerca vestigios de su mundo- No insistiré sobre en bajar a ver el barco, porque sonara como un simple capricho, pero tener en cuenta que por mucho que intentemos alejarnos del peligro..este...este siempre llegara de alguna parte- murmuro un poco incomodo al recordar sin poder evitarlo lo que ocurrió con Neith. A pesar de eso la mayoría estaba mas de acuerdo en marcharse y Dhelian no quería discutir sobre eso, solo había dado su punto de vista, no pensaba arriesgar a todos por la fuerza por algo que solo Korasihanna y el deseaban ver- ¿Volveremos entonces al torreón?

Escucho las palabras de los chicos con incredulidad mientras me paso una mano por la frente. -¿Pero os estais escuchando? ¡Llevo viendo esas barcazas desde que tengo memoria!.- Digo señalando al fondo del acantilado. -¿No creeis que los dueños de toooodos estos barcos estarán desperdigados por la ciudad? ¿Y si hay....?- Hago una pausa para refrenar un pensamiento que antes nunca me hubiese preocupado por que saldria de mi boca. "Supervivientes." -¿Algo útil que podamos recolectar de los barcos? ¡Venga por el amor del demiurgo! ¡No todas estan en mal estado! Mira aquella cosa con pinta de barco sin colores. Si no te fijas en que le falta la mitad del dorsal parece casi nueva. Digo señalando una especie de carabela antigua. El barco debió de encayar hace mucho y el mar y las piedras han hecho mella en su estructura. No hay rastro de velas ni banderas pero puede intuirse que en sus mejores años ese barco podria ser el capricho de algun hombre rico que quiso plasmar su poder en su barco.

Ante las negativas de los presentes acabo bufando mientras niego con la cabeza. - De acuerdo. Hazed lo que os de la gana. Asi no vamos a enterarnos en la vida de que ocurre en este sitio.- Digo mientras hecho a andar mientras que extiendo los brazos para intentar abarcar toda la realidad para despues girar sobre mi misma y continuar andando.

La respuesta de Sura era... obvia. <<¡Hasta el lagarto gigante es más bonito que este cementerio de barcos! Aunque viendo que los ciudadanos son monstruos, quizá esto es una "obra de arte"? Puf...>> Los daelicianos, por su parte, reconocieron embarcaciones de su mundo así como respondieron a mi pregunta <<¿Mar dulce? ¿Por qué es todo es dulce en su mundo? Hasta el mismo nombre recuerda a pastel, Daelicia. ¿De qué bicho evolucionaron estos que todo, incluso el maldito mar, es dulce?>> A Álvaro le di la razón asintiendo con la cabeza: esto tenía pinta de ser intencionado. Y... tenía cierto sentido. Tanto que la teoría de encontrar algo útil ahí abajo se desmoronaba.

—Si barcos de otros mundos llegan aquí... Puede que sí sea intencionado... Osea, imagina que te pierdes en un mar de tu mundo y descubres este sitio... La curiosidad te puede y acabas naufragando ahí, con lo que la ciudad de locos se ahorra visitas curiosas en el futuro. Vamos, no me extrañaría que mientras las rocas se ceban con los barcos, infinidad de monstruos marinos lo hagan con los náufragos... ¡Por eso me niego a bajar! No, señores, yo no bajo, bajen ustedes si quieren —y luego me dirigí a Kora, la insistente Kora—¿Rechazas nuestra comida pero no rechazas este cementerio? No sé qué información esperas encontrar ahí... ¿Cosas sobre la peligrosidad del mar?—y a Dhelian—.Claro que el peligro puede colarse en el torreón, ya lo vimos. Pero que vivamos en un infierno no significa que nos bañemos con fuego si podemos evitarlo, diantre. Yo me largo—mascullé malhumorada.

Malhumorada porque de haber estado en mejores condiciones, habría bajado. Pero con nuestras espaditas, hechicitos, ¿bajar ahí, donde no parecía haber un alma viva? De ningún modo. Pero entonces vi al español lanzar una piedra... Demasiadas referencias. <<A veces en esta ciudad desearía no haber leído tanto, me asustaría menos>> Por si acaso y casi sin pensarlo, le pisé el pie que había empleado.

—No molestes al agua, no sabemos lo que hay ahí abajo—le dije, forzando un sonrisa—.Tres votos a favor de irnos, ¿nos vamos?

En teoría, si seguíamos los acantilados llegaríamos a la Cicatriz y luego solo habría que seguirla hacia la izquierda hasta encontrar la zona más familiar... Y luego a casa. <<Si estos se creen que no hemos avanzado nada, es que no piensan: aquí pasa algo y gordo. Nos traen aquí sin un motivo real aparente, nos sueltan a sobrevivir; unos tenemos magia, otros no; y los ciudadanos nos detestan o ignoran; la ciudad está repleta de trampas y de criaturas de todo tipo... ¿Cómo se vive en un sitio que sales a pasear y el perro de tres cabezas del vecino te come? ¡O tu vecino, directamente, por pisarle el jardín! Y por si no fuera complicado, montan un torneo para luchar entre ellos... Y lo de transformarnos... En fin, no adelantemos acontecimientos... Ya veremos...>>

Sigue en la Plaza de los Colaespina.*

NfdR: ¿Purr qué? 1-La cica está pillada. 2-Letargunis aburridos, pls

Finalmente la cosa acabo con marcharse, con la evidente represalia de Korasihanna de marcharse y las palabras malhumoradas de Alice a las que Dhelian respondió con una ceja alzada y un simple pensamiento "No te enojes, solo soltaba un comentario" pensó antes de suspirar y mirar por ultima vez los barcos de la playa. Realmente algunos estaban en un estado tal que dudaba seriamente de que hubiese sido provocado por un encallamiento, vamos...palos mayores partidos por la mitad una grieta atravesando un barco de parte a parte como si algo lo hubiera intentando cortar en dos y se hubiera aburrido a medio camino."Fijándote bien en el estado te hace pensar que provoco todo eso y si un barco acabo así, ¿como acabaríamos nosotros?" pensó entendiendo el punto de los demás de marcharse así que se unió a Alice que aprecia inmersa en sus pensamientos para dirigirse al siguiente lugar en esa salida de locos.

Sigue en la Plaza de los Colaespina.

Acababa de llegar a la bahía por la entrada estandar, ya que aquel día no me había apetecido llegar volando y entraba a pie.

Ahora sabía que participaba en el torneo, y lo menos que podía hacer era prepararme para al lo menos perder con dignidad (Y para poder durar lo suficiente como para  poder apalear a Tap en público). Por ello había pedido a Jack que me enseñara a pelear cuerpo a cuerpo hace unos días.
Ya habíamos entrenado antes, así que no llegaba sin tener ni idea. Aun así no me hacía ninguna gracia moverme a la bahía a recibir moratones, pero era necesario.

Una vez en el punto de encuentro, aproveché para calentar y estirar un poco. Solo quedaba esperar al otro.

Como otros días atrás, había quedado con Pablo para entrenar. Al principio había elegido la Bahía por dos razones: visitar a Yip y que, diantre, era donde entrenaba antes con los cuchitrileros.

Así que tras despedirme del cambiante, bajé del Faro hacia la playa y allí vi al novato calentando. Sin embargo, había alguien más en la zona, observando, pero no se lo diría al vampiro.

—¡Hey! ¿Listo para seguir? Si sigues mejorando, creo que podría presentarte a mi Maestro... Aunque ahora mismo él sería capaz de descuartizarte con dos dedos—dije sin rastro alguno de que fuera broma. No lo era—. Bueno, ¿empezamos?

Dicho eso, adelanté un pie, me puse entre de lado y de frente, flexioné las rodillas y alcé los puños por delante de la cara y el cuello.