Barrio de los Mil Dioses

Mientras Irianna contestaba a las preguntas, Kimbra intentó captar notas discordantes del ambiente con sus sentidos, por lo que la llegada de los dos individuos no le pasó desapercibida. Al principio, todo su cuerpo se puso en tensión y la demonio estaba lista y preparada para cualquier ataque que pudiera llegarles por su parte, pero la aparente tranquilidad en la reacción de Irianna a su presencia hizo que sus ojos dejaran de enrojecerse. La nebulomante parecía conocerlos y, aunque no los recordaba como pertenecientes a los Mercenarios de la Brecha, los cuales sí sabía que habían sido avisados por su amiga, la krabelinense rápidamente dedujo que se trataban de otro tipo de refuerzos, quizás conectados de alguna manera con alguno de los secuestrados.

Si bien el saludo de la engendro se limitó a un asentimiento de cabeza en reacción a la presentación de Tayron, tampoco se perdió la reacción de Ares a la tensión del dullahan y, en consecuencia, la de Ámarok, contagiado por su compañero.

-Ámarok -susurró aunque de forma firme como advertencia, tanto para que su montura relajara su rigidez, como para que dejara de verse contagiado por su compañero volador.

El saludo de Jace, a su vez, pareció relajar un poco la propia tensión de sus hombros, por lo que Kimbra decidió restarle importancia por el momento, permitiéndose volverse a centrar en el plan.

-Podemos alejarlo lo máximo posible del sótano para que podáis maniobrar con libertad -sugirió al plan con seriedad, antes de girarse hacia Jace con una ceja levantada-. Y en caso de que podamos, ¿vas a compartir? -preguntó, haciendo una sugerencia sutil sobre sí, de poder matarlo, el dullahan planeaba simplemente cortarle la cabeza o le permitiría a Kimbra divertirse un poco antes.

Dama Enigma les dio la bienvenida nada más llegaron a su encuentro. Tayron continuaba con los brazos tensos cual troncos de un árbol milenario, así que no le prestó mucha atención al hecho de no conocer del todo a los acompañantes de la bruja. Solo pegó un pequeño respingo cuando escuchó aquel "Ey" en su cabeza, estaba seguro de que le sonaban de alguna parte y de que, aún invisibles, a aquellos sujetos les acompañaban sendas bestias.

La situación fue la siguiente. Por mucho que el lémur invocara su propia niebla mágica no fue capaz de ver más allá de lo que contemplaba la Idrina. Se quedó con aquella imagen mental del tal Yukael y apretó los puños, pero sus habilidades encontraron un tope pronto. Por fortuna los dones de su amiga parecían estar hechos a medida y la argos divisó exactamente lo que necesitaban.

—Con mi magia... eh... sí —respondió a Sinceridad, todavía aturdido porque Mónica se encontrara entre aquel grupo de gente encadenada. Jadeó, permitiendo que sus pulmones expulsaran el aire que había contenido tras comprender que la española todavía continuaba con vida. Las cosas podían ponerse feas si alguien metía la pata. ¿Y si no estaba a la altura? Ya no se encontraba practicando hechizos con muñecos de paja. Los objetivos eran móviles y se jugaban la vida, tanto la propia como la de los secuestrados— Está bien está bien, vamos a echarle huevos —declaró, dándose un par de palmadas en la cara para concienciarse.

En otras circunstancias le habría hecho gracia la manera de hablar de aquel muchacho. O se habría preocupado en averiguar qué es lo que tenían planeado repartirse. Pero no tenían mucho tiempo.

—Avisadnos cuando hagáis vuestra mierda para hacer nosotros la nuestra —masculló, incorporándose para tomar una posición alejada de la de ellos—. Suerte —se despidió, obligándose a serenarse.

Era un buen plan... ¿No?

Miró en la dirección que provenía la voz de Sinceridad, que casualmente era la única que podía verla debido a su transformación, cuando esta describió lo que veía. Casi no se lo podía creer: era cierto. Mónica estaba allí, y al parecer más personas. Lo más probable es que fueran varios de los demás desaparecidos, aunque estaba segura de que no iban a tener tanta suerte de que estuviesen todos. La roquense habría afirmado que se trataba de un buen número de gente de ser así y… Bueno, era mejor no profundizar demasiado en ello. Necesitaba centrarse en el presente y en salvar a Mónica y a quien más estuviese allí.

En otras circunstancias se habría reído al ser llamada “jefa” por Jace, pero no podía detenerse en detalles triviales como aquel y se limitó a responder a su pregunta.
—Sí, hay que atraparlo con vida: cabe la posibilidad de que sea el culpable de muchos más secuestros y tenemos que interrogarlo.
Se calló, no obstante, sus suposiciones más funestas que implicaban que, incluso si era así, las probabilidades de que no se encontrasen con vida no eran precisamente bajas. De todos modos, sonsacarle la mayor información posible era igual de importante fuese cual fuese el estado de sus otras potenciales víctimas.

También decidió ignorar el comentario de Kimbra acerca de cumplir precios y centrarse en el que lo había precedido.
>>Estoy de acuerdo con eso: lo más importante es alejarlo primero de los secuestrados. Estoy segura de que debe de tener hechizos de protección y de alarma. Aunque salten los segundos no debería importarnos mucho: puede que incluso nos beneficie para que centre la atención en nosotros. Empezaré desplegando mi niebla y creo que conjuraré un hechizo de disipación potente para intentar deshacer al menos una parte de los hechizos defensivos. Me colocaré por encima todavía invisible: ¿podéis encargaros de atraer su atención en la dirección opuesta de donde nos encontramos? —les preguntaría a sus amigos.

A continuación les preguntaría a la argos y el lémur si tenían comunicación directa con Jack (aunque teniendo en cuenta la visión de la roquense en realidad no era ni siquiera necesario) y les diría que tratasen de llevar a los secuestrados hacia su posición: ellos podían encargarse de protegerlos mientras emboscaban a Yukael. No les sugeriría nada más, pues eran libres de actuar como quisieran a partir de ese momento e imaginaba que podían preferir tanto permanecer junto a Mónica para ponerla a salvo o ayudarles con la encerrona al krampus.
—Suerte también —le devolvió el deseo a Tayron—. En cuanto veáis que Yukael se centra en nosotros no lo penséis más. Por lo que sabemos no es la persona más inteligente de esta ciudad y no parece haber nadie más con él… Al menos de momento.

Sinceridad habría sabido seguro si hubiese alguien más, de todos modos precisamente por si aparecían cómplices era el motivo por el que había pedido la ayuda de los mercenarios de la Brecha. Gracias a la visión de la argos esta podría saber al instante si así era por muy protegidos que estuviesen contra hechizos de búsqueda y rastreo como parecía haber sido el caso con el sótano.

La bruja suspiró para sí, mentalizándose. Si nadie tenía más preguntas ni quería añadir nada más levitaría en dirección al tejado del edificio, lista para desplegar su niebla y llevar a cabo lo que se había propuesto.

“A parte de las cabezas ¿hay algo que no comparta contigo, hermana?” preguntó de vuelta a Kimbra. En realidad se le ocurría una buena serie de cosas que no compartiría con ella.

Sin embargo y como era de esperar, Irianna necesitaba a Yukael vivo. Un pequeño “fo” de decepción sonaría en la mente de la krabelinense. El krampus no sería su primer cobro totalmente inmoral, una pena porque visto lo visto el tío se lo merecía. Por supuesto Jace no se quejó más allá de eso, no estaba tan malito todavía y se conformaba con poco. Irianna les acababa de pedir que llamasen su atención, dar un espectáculo era más que suficiente para tenerle contento y dando pequeños saltos en el sitio, con el hacha alzada por encima de sus hombros como un estandarte de guerra.

“¡JA! ¿Reventar alarmas y hacer ruido? ¡No me lo pidas dos veces!”

Profiriendo pequeñas risas de malas intenciones y canturreando por lo bajini “a liarla, a liarla” el dullahan seguiría a Irianna hasta la casa. A lo mejor era buen momento para cambiar el hacha por el bajo de humo. El chaval de pelo verde no podría verle, pero se volteó a él como si sí para hablarle.

“No va a hacer falta que os avisemos, ¡lo vais a oír en seguida!”

La roquense se sentía más lista que nunca desde la noche de su transformación. Solo se había visto en una situación tensa durante el incendio del Macetero, pero nada comparado con esto. En aquella crisis tuvo que rescatar repobladores y ayudar en las labores de búsqueda de los culpables, pero esto que tenían entre manos era aún más peligroso. Su amiga estaba allí, entre los secuestrados, y podía ocurrirle algo a en cualquier momento. Pero confiaba en el equipo que se había juntado. Confiaba en Tay por encima de todos, y también en su jefe el vampiro, Irianna y la ayuda de los demás, Jace, Kimbra y los mercenarios. No les había visto en acción pero si la bruja les había llamado eso le bastaba.

Su labor era simple. Esperar al tumulto de los demás y en cuanto viera al enemigo distraerse, actuar. Allá fueron los otros dos guerreros con la nebulomante, a llamar su atención. Y justo eso pasó poco después.
—Ha mordido el anzuelo, se mueve hacia su posición —avisó. Le dio un toque a Tay en el hombro y le guiñó un ojo—. Irá todo bien, hora de irnos. El sótano está bajo tierra, ¿nos llevas con tu magia? Iremos más rápido.

Bajo las indicaciones de Dama Enigma no les resultó difícil tomar posiciones para esperar a que Yukael mordiera el anzuelo. Todo estaba planeado y en teoría las cosas marchaban a su ritmo, pero el lémur no las tenía todas consigo.

¿Qué pasaría si el krampus no se encontraba solo? La idea de bajar con su amiga hasta el sótano para toparse con una emboscada le aterraba. ¿Y si el resto de compañeros caía en combate y no podían avisarles? No dudaba de la destreza de sus aliados, parecían muy intimidantes. Pero había contemplado a mucha gente fuerte caer bajo la amenaza de las pesadillas. Tayron tenía un mal presentimiento y como ya era costumbre en él pensó que la muerte solo los acechaba de cerca.

Emitió una media sonrisa socarrona por las palabras de aquel tío que marchaba junto a la investigadora y al cual no podía ver. Desde luego esperaba con todas sus ansias escuchar al desgraciado que tenía presa a Mónica gritar como un cerdo en una matanza. No le parecía mal que esa fuera la forma en que se enterara de que tenían que actuar.

Gracias a la visión especial de la argos, no fue el caso, y pudieron saber de antemano que el tipo caía en la red de la araña.

—No sabes la que se te viene encima, hijo de puta... —musitó en voz baja cuando la roquense le dio un golpecito en el hombro para que se activaran. Su cola a rayas se movió a su espalda en un gesto que delató sus nervios justo antes de que se calmara y pudiera advertir a su amiga—. No sé si alguna vez has buceado, pero esto se parece mucho. Respira y coge todo el aire que puedas. Yo estaré a tu lado, pero necesito que tú me guíes bajo tierra. Cincuenta-cincuenta... ¿Trato? —y realizando las palabras adecuadas ambos recibieron el sortilegio de intangibilidad en sus cuerpos.

La sensación le resultaba ya familiar, pero se permitió ir más lento porque sabía que Sinceridad no tenía ningún tipo de destreza mágica. Cuando llegaron el chico se dejó caer de rodillas unos segundos, tomando una bocanada de aire y percibiendo como sus pulmones se contraían al ver los rostros de las personas que estaban desaparecidas. Allí estaba la española. Sus emociones deseaban seguir otro camino, pero no tenía tiempo para escucharlas.

—Mierda —se lamentó—. Las cadenas... —para su alivio podían coordinarse por separado e ir rompiéndolas una a una. Ya fuera con magia o con una fuerza descomunal.

El amuleto de telepatía que yacía en su bolsillo pesaba más que nunca. Esperaba no recibir malas noticias al otro lado.

Sinceridad
El periplo por el suelo fue todo un desafío para la roquense. era imposible que se acostumbrara a atravesar la ciudad de aquella manera. No, nunca había buceado. Sabía que sobre sus cabezas había toneladas y toneladas de material de construcción de todo tipo, así como el suelo y cualquier oquedad que hubiera a su alrededor. Lo atravesaron limpiamente, por arte de magia, pero se veía como un fantasma al hacerlo. Así debía sentirse su congénere, Eterno, cuando atravesaba estructuras a su paso o la gente le atravesaba como si nada. Entendía su mal humor cuando esto ocurría, ya que ella se sentía igual de aterrada buceando allí abajo. Gracias a la presencia reconfortante de su amigo y parte de su entrenamiento, le quedaba el temple suficiente como para guiar a Tay, aguantar la respiración y dirigirse a donde estaban la bruja y los demás. Cincuenta cincuenta, le había dicho su amigo.

La presencia del lemur le sirvió para mantenerse serena. Poco después, salieron a la superficie. Asomó primero la cabeza a toda prisa para respirar hondo, sabedora de que no le esperaba nadie amenazante al otro lado. Después, el cuerpo por completo. Se sacudió unos instantes para serenarse, como si estuviera cubierta de polvo, y por fin pudieron ver a Mónica y el resto de secuestrados. En silencio, indicó al lemur para dividirse a la gente y se lanzó a romper las cadenas por la fuerza, por las malas.
—No viene nadie, podemos hacer ruido. Y gracias por acompañarme antes —señaló y le agradeció. Quizás no era el momento de perder el tiempo pero sentía que se lo debía. Lo había pasado mal y luego debían volver por el mismo sitio.

No se detuvo ni un instante fuera de su tarea, ya que aún corrían peligro. Rompió las cadenas a tirones, partiendo eslabones o cierres gracias a su transformación. Al acabar, cargó con Mónica con toda la delicadeza que era capaz con el peligro que corrían y después les tocó enfrentarse de nuevo a la oscuridad del subsuelo.

Jack
Cuando supo que el grupo de rescate volvía por el suelo, se tensó y esperó. La argos magnética sabría si alguien les seguía y entonces tendrían que actuar, pero no hizo falta. En cuanto asomaron las cabezas por el suelo, la nube de oscuridad que era el vampiro llegó a toda prisa con el resto de los mercenarios, y ayudaron a levitar a los transformados inconscientes, todos menos una, sin decir palabra. La roquense iba tomando bocanadas de aire y el rubio imaginó que no estaba acostumbrada a atravesar superficies intangible, pero la cabezota no quiso soltar a Mónica para respirar mejor. Miró al lemur y a su empleada mientras volvían a la carrera con el resto de mercenarios, por cerciorarse y tranquilizarles. «Me puedo dar con un canto en los colmillos con empleados así» se permitió un pensamiento momentáneo de orgullo con los dos jóvenes.
—¿Todo bien ahí abajo? Ahora les echaremos un vistazo a esta gente, a ver cómo están, pero seguro que podemos ayudar si ocurre algo.

De Sinceridad, cubierta de óxido y polvo por las cadenas que debía haber partido por la fuerza, tan solo consiguió un gruñido como respuesta, y con eso le bastaba.

Kimbra sonrió de medio lado ante las palabras de Jace, pero rápidamente Irianna les informó de que lo necesitaban con vida y la demonio bufó silenciosamente a la vez que oía el "of" de Jace. Entendía completamente la decisión de la nebulomante, pero al igual que el dullahan se sentía un poco decepcionada de no tener permiso para cazar una presa tan jugosa.

Una vez la idrina repartió las instrucciones, Kimbra siguió a un emocionado Jace hasta la casa, sin molestarse en despedirse de los otros dos compañeros, ya que no podían verla.

-Mantengámonos invisibles hasta que estemos en posición -le sugirió a Jace quien parecía bastante decidido a ir de cabeza a "reventar alarmas y hacer ruido"-. Así nos aseguraremos de llamar toda su atención una vez nos revelemos.

A la krabelinense la idea de "llamar la atención" de una presa era realmente contraria a su naturaleza, ya que el rastreo y el sigilo eran su modo de caza, pero, como ya había dejado claro Irianna con anterioridad, esto no se trataba de una misión de caza, sino de rescate, por lo que la demonio se limitó a seguir a Jace hasta la posición más alejada tanto de la idrina como del grupo de secuestrados. Una vez ahí, Kimbra rozó el brazo de Jace para indicarle que estaba lista y con el arco preparado en la mano se dispuso a "hacer ruido".

-Una verdadera pena, estaba realmente interesada en ese té -comentó con la voz completamente neutra y lo suficientemente alta para que Yukael la escuchara mientras se volvía visible.

Les envió un sentimiento de aprobación telepática con un cierto tinte humorístico ante el comentario de Jace y su entusiasmo. Se dirigió a su posición mientras el resto hacía lo propio y deshizo la niebla mágica, pues pronto tendría una visión mucho mejor de lo que estaba ocurriendo en la zona con su propio dominio.

Por supuesto, una alarma había avisado al krampus de su presencia, tal y como habían previsto, y el nublino no tardó en hacerlo notar con una frase sarcástica a la que Kimbra replicó enseguida de la misma manera. En ese mismo momento, Irianna desplegó su niebla, procurando mantenerla arremolinada alrededor del secuestrador y cerca del suelo del edificio, colándose por las rendijas del sótano para poder tener una idea de los movimientos de Tayron y Sinceridad.
—La verdad es que llevas razón: sí que sabemos de ti lo suficiente como para no querer tu “hospitalidad” —añadió tras la demonio rakshasa—. Pero las presentaciones sobran: basta con que sepas que tienes varias cosas que nos interesan. De hecho, si colaboras igual incluso podemos hacer esto por las buenas.

La nebulomante no tenía duda alguna de cuál iba a ser la respuesta de Yukael, pero todo el tiempo que ganasen para darles margen al lémur y a la argos era de vital importancia. Es por eso que decidió empezar a conjurar un hechizo de disipación lo bastante potente como para romper, al menos, una buena parte de las defensas que protegían el lugar donde parecía que el krampus iba a llevar a cabo un ritual macabro. Si el nublino tenía alguna idea de magia, podría notar enseguida lo que había hecho en cuanto que la temperatura a su alrededor se elevase lo suficiente, deshiciese lo que deshiciese su conjuro. Pretendía saber también con mayor exactitud a qué tipo y cantidad de defensas se enfrentaban, confiando que si se quedaba sin fuelle ella misma, el apoyo con el que contaba sería más que suficiente.

Haciéndose intangible, descendió atravesando el techo, y se haría visible cuando también lo hiciesen sus amigos, pero manteniendo a Yukael en una nube densa de niebla.
>>La verdad es que creo que te convendría aceptar la oferta—volvería a hablar, levitando mucho más cerca del krampus. Su tono, tranquilo hasta ese momento, se tornó en uno mucho más frío y velado de amenaza—. Te advierto de que te sobrepasamos en número por bastante. Cortaré a través de esta niebla en el sentido literal si es necesario.

Confiaba en que entre la emboscada a tres bandas y sus defensas bastasen para repeler de sobra si decidía ir a por ella directamente, pero si no estaría preparada. Su mano sobre el tatuaje donde guardaba su estoque y su mente barajando a toda velocidad los posibles hechizos que pudiese necesitar a continuación. Su única desventaja, su atención divida, pronto dejaría de ser un problema en cuanto comprobase que Tayron y Sinceridad estaban teniendo éxito.

Gael estaba a la espera en un lugar algo alejado del templo. Desde allí, tanto él como sus amigos observaban lo que ocurría haciendo uso de la niebla mágica, pendientes de las señales que mandase el otro grupo. El nublino era de las cosas menos intimidantes que habían visto en bastante tiempo, lo cual no era necesariamente una señal para bajar la guardia. Ya habían visto de todo, y el hecho de que tuviese secuestrados a varios transformados implicaba una serie de cosas que no le gustaban nada.

Cuando se confirmó que tenían a varios de los desaparecidos su nerviosismo aumentó claramente. Su amigo no iba a estar entre ellos, pero siempre cabía la posibilidad de que ese día se destapasen pistas importantes. Mientras distraían a Yukael, los empleados de Jack se encargaron del rescate. Les conocía solo de vista, pero por sus transformaciones suponía que podían confiar en que tuviesen la capacidad de enfrentarse a imprevistos. Que la roquense fuese un argos le hizo recordar lo útil que era en las misiones Toima, pero era una tontería acordarse de él ahora.

Pronto estuvieron allí cargando los cuerpos inertes de los secuestrados. Cadenas rotas colgaban de sus brazos y piernas, pero quitarlas no era prioritario. Una vez estuvieron extendidos en el suelo se repartieron la tarea de examinar en qué estado se encontraban. Gael empezó por la chica irrense que tenía más cerca, haciéndole un escaneo mental rápido que indicó que estaba dormida, y después revisó su cuerpo desde dentro buscando fracturas o hemorragias, sin encontrar nada. Lo mismo pasó cuando examinó al siguiente, que era repoblador.
—Parece que están bien —dijo en voz baja, y miró a Giz, que estaba haciendo lo propio con los otros secuestrados—. Si están todos bien mejor les alejamos de aquí cuanto antes, antes de que despierten.

Giz se había sentado en el suelo mientras observaban cómo se desenvolvía la situación mediante niebla mágica, desde la distancia. Al igual que a Koval, el aspecto del krampus le transmitía una debilidad que, sabía de sobra, no tenía por qué ser una faceta real, por lo que el goliat se mantuvo alerta en todo momento. Con su gola abierta, además de estudiar lo que veía a través de la niebla, también estaba pendiente de los rescoldos de magia que flotaban en el ambiente. Estaba listo para saltar a la acción si se daba el caso, para defenderse ante cualquier cambio en la telaraña arcana que percibía por sus escamas.

Percibió la cercanía de los hechizos de intangibilidad antes que la presencia de sus usuarios, por lo que se incorporó hasta que comprobó quiénes eran y a quiénes traían. Sinceridad y Tayron habían traído a los neófitos desaparecidos y a Mónica; Matt no se encontraba con ellos, pero aquello no quería decir que fueran a salir de allí con las manos vacías. Gael y él se dividieron el trabajo para examinar a los secuestrados y Giz puso especial atención a los restos de magia que pudieran albergar, pero parecían limpios de ningún hechizo malicioso. Tampoco advirtió la levedad de ninguna runa mágica, lista para activarse.

Asintió a las palabras del fuego fatuo, lo mejor que podían hacer era llevarlos a un lugar seguro.

—Trasladémoslos a la Sede —añadió.

En cuanto le dieran el visto bueno, Giz activaría el hechizo teletransportador, cargando consigo a un par de las víctimas del krampus.

Todo estaba excesivamente tranquilo. Tal y como les había referido brevemente la nebulomante, el tal Yukael no parecía una amenaza, pero a pesar de eso se suponía que había secuestrado a unas cuantas personas que, aunque no llevasen mucho tiempo en la ciudad, no era precisamente fácil que hubiese costado tanto dar con siquiera una pista si se trataba de un supuesto mindundi. El draco estaba atento tanto a lo que veía con la niebla mágica como a los sonidos a su alredor, convencido de que en algún momento llegarían los cómplices del krampus. Se preparó para el combate cuando Irianna, Kimbra y Cerbero hicieron saltar el cordel de alarma… Pero no pasó nada.

De hecho, lo único que parecía destacar en cuanto a medidas de seguridad en todo aquello era la protección contra hechizos que había en el sótano, ya que solo la argos pudo ver aparecer a un grupo de los desaparecidos. Noel no tenía ninguna duda de que Matt no se iba a encontrar entre ellos, tal y como confirmaron cuando el lémur y la roquense les llevaron a cinco personas inconscientes. Una de ellas tenía que ser la tal Mónica de la que les había hablado brevemente la idrina, la única humana del grupo.

Dejó que Giz y Gael se ocupasen de hacer el examen principal de daños, pero echándoles un ojo él también por si se daba cuenta de algo. Parecían estar en buenas condiciones, todos estaban vivos… En cuanto el fuego fatuo y el goliat dieron su completo visto bueno y este último se traslocó sin dudar un instante se dirigió primero hacia los empleados de Jack.
—Nosotros nos encargaremos de su seguridad, podéis estar tranquilos —a continuación se giró hacia sus amigos—. Adara, ¿llevamos a los que faltan a la sede? Es mejor que vosotros no os alejéis por si acaso —añadió mirando a Gael y Jack.
Ya que Giz se había ido, prefería que alguien con el nivel mágico del fuego fatuo se quedase, y suponía que el vampiro podría preferir quedarse vigilando a sus empleados, así que simplemente se lo había pedido a la ángel negro por descarte.

Una vez todos estuviesen de acuerdo haría lo mismo que el asreniano y se llevaría a dos de ellos mediante su amuleto de teletransporte, dejando el último para la ángel negro.

Una entrada misteriosa, le gustaba eso. El dullahan permaneción oculto varios pasos apartado de Kimbra para cubrir zona, haciendo todo lo posible por mantener sus pensamientos a raya igual que un niño que juega al escondite y quiere reir por la cercanía de su buscador. Sabía que tenía que tomárselo en serio, había gente secuestrada ahí mismo, pero… cuando pierdes la cabeza y te alistas a un ejército de monstruos realmente ganas otra perspectiva.

“¡Colega, Yuca, tío!” prácticamente gritó en su cabeza, ahogando una risa tras el comentario de Kimbra. Eso de sonar en todas partes y ninguna a la vez era una ventaja a explotar y por eso mismo se mantuvo oculto un poco más. “¿Qué modales son esos hermano? Secuestrar novatillos es una cosa, pero no invitarnos a un té…”

La niebla hacía parecer eso la entrada dramática de un grupo a concierto y le encantaba, casi tanto como el tono frío de Irianna. Con una risa que guardó para sí se frotó las manos, pensando que no estaba mal tenerla de jefa. Su humo empezó a tomar forma con lo que alargó un brazo sobre este para agarrar el mango de un bajo que se creó según tiraba de él, cuyo sonido no tardó en delatar su dirección según él entero se volvía visible. Como instrumento estaba bien, pero cuando tu humo lo vuelve prácticamente indestructible, como arma quedaba hasta mejor. De todas formas nunca había sido muy fan de reventar pobres instrumentos contra el suelo. Ahora que, contra la espalda de un cabrón…

“¿Cortar?" preguntó con quizás demasiado entusiasmo, cesando lo que empezaba a sonar como el tema de batalla de los primeros juegos de Pokémon. “¿Podemos cortar?”

—No me las des, no habríamos llegado sin ti —repuso el lémur, mientras trataba de recordar los hechizos más útiles para romper las cadenas sin que eso conllevara la destrucción de todo el sótano. Lo cierto es que había aprendido algunos conjuros para defenderse en la ciudad pero no habituaba tener en sus filas aquellos que requerían cierta precisión.

Hecho todo un manojo de nervios Tayron logró encontrar el adecuado: el sortilegio de corte. Al pertenecer al grueso de magia para cosechados lo había olvidado por completo. Un chiquillo podría rasgar la madera pero en sus manos sería capaz de desprender las cadenas de sus temibles goznes. Las diminutas ondas invisibles que nacieron se condensaron en un filo imperceptible. Con movimientos de muñeca logró liberar a parte de los prisioneros a la par de la argos solo que en su caso inundando la estancia de un olor inconfundible a plata.

Después dejó que Sinceridad cargara con Mónica y se dirigieron todos hacia la superficie, haciendo acopio de toda la concentración que le fue posible para levitar al resto y que no se desperdigaran allá abajo.

Al llegar ante el equipo de Jack el belga cayó de rodillas, exhausto y con la lengua fuera. Le temblaban las rodillas. Y no solo porque aquella misión hubiera consumido buena parte de sus reservas mágicas.

—Sí, todo bien —respondió de manera escueta al vampiro entre jadeos. Sus ojos color amarillo reconocieron la presencia de todos los allí presentes, pero estos también albergaban una intención insatisfecha. Necesitaba saber qué estaba ocurriendo con Yukael y si podía patearle el culo—. Gracias a todos —cogió aire, dándole un golpecito a Sinceridad en el hombro que celebraba el éxito temporal en el que se encontraban.

Luego saldría con su amiga en busca de los demás. Puede que fuera más novato que ninguno, y que no acostumbrara a coordinar tanta magia de seguido. Pero conocía pocas personas que igualaran su caudal mágico. Aún quedaba rato para que se agotara. Solo esperaba llegar a tiempo.

—Sincy, no vale morirse.

Al escuchar la voz fría de Irianna y la risa de Jace, Kimbra pensó que la misión de distracción podía resultar más divertida de lo que se había pensado en un principio.

Mientras la nebulomante desplegaba la niebla a su alrededor, la krabelinense adoptó una postura de falsa indiferencia, incluso cruzando los brazos para dar una imagen de absoluta seguridad mientras sus compañeros se hacían visibles a su lado.

-Cortes en puntos no vitales pueden incapacitar sin llegar a matar -añadió como comentario a la pregunta de Jace, valorando con seriedad la idea sugerida por el dullahan unos segundos, antes de desenvainar sus machetes con tranquilidad-. ¿Podemos cortar? -se hizo eco del humano, mirando a Irianna, pero sin dejar que su cuerpo dejara de apuntar a Yukael.