Torreón Maciel (Archivo IV)

Recuerdo del primer mensaje :

El paseo terminó frente a un edificio de piedra azulada. En el pasado debía de haber tenido cuatro plantas, pero ahora, el edificio estaba coronado por el esqueleto de algún animal marino. El idrino se quedo mirando la estructura, bastante asombrado. Su mirada se posó en una de las cadenas rotas del puente levadizo, y supuso que si hacían de aquel lugar su refugio, habría que arreglarla de alguna manera. El norteño comprobó la estabilidad del puente, y lo atravesó a paso rápido, llegando hasta las puertas, que para su sorpresa, estaban entreabiertas.

Saren entró en el edificio el primero, y mientras recorría el corredor que daba a la planta baja observando las pintadas de los muros en silencio, sus compañeros entraron detrás de él, cerrando las puertas cuando el último miembro del grupo estuvo dentro. El idrino se encontró en una gran estancia que, debido al aire enrarecido y por la capa de polvo intacta, debía de llevar abandonada varias semanas. Una mesa grande, unas cuantas sillas, y varios sillones bastante raídos, eran el principal mobiliario de aquella planta. A un lado de la estancia había una cocina, con una pequeña encimera, un horno de leña, y varios fogones de hierro, ademas de unos armarios de madera, que supuso llenos de algunos cacharros y bastantes telarañas.

Saren dejo la cesta que llevaba en la encimera, y se encaminó a las escaleras, dispuesto a ver que había arriba. No tardó en recorrer las dos plantas superiores, bajando para informar que en la segunda había una especie de estudio con estanterías vacías y un cuarto con barreños de latón para asearse; y que en la tercera había varios cuartos comunales con unas cuantas camas de aspecto cochambroso. No había subido al piso ocupado por el gran esqueleto, pero informo de que había oído algún que otro aleteo a través del techo de la tercera planta. Había baúles y armarios en as habitaciones, pero no había mirado dentro. Un patio de suelo empedrado, en cuyo centro se alzaba la estatua de un pájaro negro con un gran reloj bastante raro a sus pies, completaba el edificio. En él, había un pozo y al fondo, varios retretes.

-Bueno, yo tengo bastante hambre, así que si adecentáis un poco esa mesa -dijo señalándola, tras informar de sus descubrimientos-, yo me pondré con la cena.

El norteño se acercó a la cocina y busco algo para encender la cocina. Encontró una pila bastante escueta, pero suficiente por el momento, de leños polvorientos, que cogió y colocó en el hueco de piedra bajo los fogones. El norteño sacó un poco de yesca, con la que prendió la madera, paradespués cerrar la pequeña puerta de hierro que protegía el fuego. Mientras la cocina se calentaba, Saren procedió a buscar varios cacharros adecuados para cocinar, y unos cuantos platos y cubiertos que dejo a mano para aquel que pusiera la mesa. Les quitó el polvo, y salió al patio a por un poco de agua.

Saren se quitó los mitones y los guardó en uno de los bolsillos del abrigo, que colgó de un gancho en la pared, para cocinar mas cómodo. Se lavó las manos con un poco del agua que había traído y se arremangó la camisola oscura. Sacó algo de carne cruda y unas verduras de las cestas, y lo limpió todo con el agua del pozo que le quedaba, mientras ponía a calentar un par de cacerolas con un poco de la propia grasilla de la carne, esperando que se derritiera. Cuando tuvo los ingredientes listos, preparó un salteado con las verduras, mientras la carne se tostaba en dados con unas pocas hojas rojizas que había encontrado en la cesta. Apartó las cacerolas del fuego, antes de que la verdura se pasara y la carne se hiciera por el centro, y preparo esta última en una bandeja, para meter el recipiente en la pequeña cavidad al lado del fuego que hacia las veces de horno.

Unos minutos después saco la carne del horno y la puso junto con las verduras en una gran fuente, mientras un sabroso olor se extendía por el edificio. El exterior de la carne estaba algo mas churruscante por el asado. En bastante poco tiempo, Saren, haciendo gala de su talento para la cocina, había preparado un plato delicioso con un aroma casero, que algunos de sus compañeros desconocían, y que venía perfecto para reponer fuerzas. Unas piezas de fruta completaban el menú.

-La cena esta lista-anunció con una sonrisa, siempre le había gustado comer bien.

Shiz se reincorporó cuando respondió, Alder por el contrario, adoptó una postura comoda. Aquel día ella también había madrugado de más.
- Furcia, eres una madre encantadora.- dijo con tono soñador a modo de broma. - O un compañero de piso. No teníais padres, vosotros, ahora que recuerdo.
Aceptó las explicaciones de Shiz sin suspicacia ninguna. Entendía lo que era madrugar. E hizo una mueca con la mención de la magia. Los primeros días con Seon, ambas estaban tan cansadas por sus respectivos entrenamientos, que casi no se daban ni un beso.

- A la playa casi constantemente. - Contestó alegremente.- Hay arenas. Eso se puede usar para hacer vidrio, supongo, con el calor adecuado. Y si no, hay un faro.

La reacción a la defensiva de Shizel solo le dio mas evidencias a DL, no es que fuese especialmente perceptivo con esas cosas, pero le haba recordado a alguno de los foners amarillos de su mundo cuando eran pillados haciendo algo que no debían y en vez de disculparse o explicar lo que pasaba, se ponían a la defensiva del mismo modo que Shizel. Las palabras de Alder le hicieron verla ante la mención de "madre" alzo una ceja y soltó un bufido, arrugando la nariz sin poder evitarlo ante esa maldita palabra.

-No tengo de eso como bien dices -dijo intentando sonar lo mas amable posible a pesar de causarle rechazo aquello y asqueo, entendía que en otros mundos podía ser normal lo de tener "padres" pero en el suyo no y prefería no pensar en ello- Y compañero de piso tampoco, solo era un cuarto para mi solo y vigilancia todo el tiempo- dijo sin mas antes de volver su atención al cabezota idrino, notando que Alder lo dejaba por la paz pero el ya conociendo un poco a Shizel sospechaba de su actitud, la mirada de advertencia de este le hizo fruncir el ceño y suspiro ligeramente. Desconfiaba de sus palabras, tal vez por la forma en la que había reaccionado contra el o por la mirada de advertencia que le lanzo, de que había algo de mentira en sus palabras-Y tu eres un tozudo, si yo me he agotado por hacer magia tu también debes hacerlo es pura lógica, no tienes que ponerte a la defensiva porque te diga eso-añadió observando al idrino detenidamente intentando ver si su teoría era real o no, decidido a tal vez hablar de mas solo para asegurarse de si tenia razón, sabiendo que posiblemente se estaba ganado un hechizo o que este dejara de hablarle, pero igual pensaba decirle las cosas claras que ya era hora, pues mas de una vez le había parecido que el idrino que decir mas de lo que decía y se contenía, o esa había sido su vaga impresión. Tal vez se confundiera, pero esa era la única forma de averiguarlo- No vamos a atacarte porque muestres que estas cansado, no es algo malo....y si, se que te gusta estudiar magia, lo he visto en estos días, pero agotarte hasta el limite no te va a servir de nada- añadió intentando darle un poco de sentido común a este, agradeciendo tener ciertos niveles de paciencia e intentando sonar tanto severo como aconsejándole- Shiz, ya no estas en tu mundo...por lo que me contaste hay ciertas etiquetas de comportamiento allá ¿cierto? Aquí solo tienes que ser tu, si quieres quejarte o gritarle a alguien hazlo y punto, no necesitas esconderlo todo, pues a veces no se...parece eso. Y por ahora dime metomentodo o lo que quieras pero vas a descansar un rato....-añadió viendo a este fijamente y si este era tozudo el lo era mas, volviendo a cerrarle el libro aunque en esta ocasión quitandoselo de las manos con calma y dejarlo fuera de su alcance para que dejara su obsesión con la magia por un rato. Cruzándose de brazos escuchando ya por ultimas lo que decían sobre salir por chatarra y el vidrio a una....espera ¿que? Aquellas palabras de Alder consiguieron sacarlo de su estado y verle sin entender a que se referia.

-¿Playa?....¿Que es eso?- pregunto curioso mirando a Alder con atención, aunque asegurándose de dejar fuera del alcance de Shizel el libro y de su magia también, lo hacia por su bien.

Alder apuntó mentalmente que DL reaccionaba mal ante su broma de la madre, y se lo apuntó mentalmente. No se iba a pasar los días mentiendo la pata en el mismo hoyo. Sin embargo no pudo evitar soltar una risa mal contenida que sonó como un bufido. Le resultaba divertido ese asco a los padres y que sin embargo no le importase que le equiparase a una puta. Y le seguía resultando su actitud para con shizel maternal.
- Una playa es un lugar maravilloso. Arenoso con rocas, y hay un lago del que no se ve el fin, y que sabe salado y le llaman mar.

La mención del mar bastó para desperezarle del todo. Shizel se incorporó sobre el sofá repentinamente, tan distraído por aquella nueva información que se dejó arrebatar el libro sin apenas resistencia.
-¿Playa?- repitió incrédulo-. ¿Me estás diciendo que hay mar aquí?
Había visto la playa en persona una vez, y sólo había sido de vistas desde el ventanal del carruaje donde viajaba... Había suplicado una y otra vez que le dejaran bajar a bañarse, pero la caravana entera no iba a parar porque a un crío de siete años, aunque fuese el hijo del patrón, le saliese de las narices. Recordaba que se pasó de morros el resto del viaje.
Y ahora resultaba que había mar allí... Notó que sus planes iniciales de ir a la biblioteca al día siguiente iban resbalando peligrosamente a una prioridad secundaria. A su pesar tenía que reconocer que le hacía mucha ilusión ir, acrecentada por el hecho de que echaba de menos ver agua por las calles.

Bufó levemente a DL, pero sin mucho ánimo.
-Que estoy perfectamente, hombre, te pareces a mi quinta niñera- qué infortunio de mujer, todo el día persiguiéndole, que si no se hiciese daño con esto, que si no se subiese ahí, que si se portase bien... No había durado mucho, la mayoría no aguantaban demasiado seguirle el ritmo al "señorito".
Shizel no relacionaba mucho el concepto de "madre" con lo que había dicho Alder. Para cuidar de él cuando era pequeño ya estaban los criados, su madre andaba ocupada con quién sabe qué recepciones y zarandajas.

Un poco consciente de que no estaba haciendo un gran papel como actor, se esforzó por centrarse en desviar la atención de sí mismo, reprochándose a sí mismo el haber sido tan transparente. La perspectiva de ir quizá al día siguiente a la playa ayudó a devolverle un poco de vida a los ojos, la suficiente para que su interpretación resultase más convincente.
Se encogió de hombros con aparente despreocupación cuando DL insistió en el tema, un poco incómodo en su fuero interno.
-Te digo que la magia no tiene nada que ver, sólo he dormido un poquito menos esta mañana. Si tanta ilusión te hace, mañana me echaré una siesta... Después de volver del mar- añadió con toda la intención del mundo. "Ya que tanto parecen odiar las sutilezas, a ver si a lo bruto cuela", pensó expectante.

Para tratar con Shizel se necesitaba un buena dosis de paciencia y tozudez, por suerte para DL y para infortunio de Shizel, la tenía.La mencione de ese "mar" fuese lo que fuese a DL lo desconcentro por unos momentos, no entendiendo exactamente que tenia eso de fascinante.

-Ese mar...sea lo que sea, esta junto a la playa que Alder menciono ¿no?- dijo DL confundido y no entendiéndolo del todo rascándose la mejilla pensativamente- En Fonera no tenemos de eso, así que ni idea de lo que es....- añadió no entendiendo la fascinación y subido de ánimos de Shizel ante aquel mar, en realidad sentía cierta curiosidad pues no sabia lo que era. El comentario de Shizel lo hizo mirarle alzando una ceja.

-Mas bien soy un compañero que intenta que no te nos mueras o te desmayes por cabezoneria y no dormir suficiente- si sabia que se estaba tal vez pasando un poco metiendo en la vida del idrino que de por si era mayorcito para cuidarse solo....o tal vez no del todo siendo que al parecer se había criado con ciertas comodidades. Suspiro observándolo atentamente rindiéndose por el momento, aunque no iba a dejarlo pasar.

-Si tiene que ver, la magia cansa al fin de cuentas, pero esta bien no voy a insistir mas por ahora -respondió DL sin mas viéndolo detenidamente acomodado en el sofá, ya había dado su consejo sobre la situación de Shiz tampoco iba a meterse mas en su vida que apenas lo conocía desde hacia algunas semanas. Lo siguiente le hizo verlo con una sonrisa entretenida, mas que nada por la indirecta tan clara que le había lanzado "Lo que me faltaba....me intenta sobornar" pensó un poco incrédulo, aunque evaluando lo dicho por este. El también tenia interés en ese mar, fuese lo que fuese, y tal vez con suerte allí conseguirían información o algo de utilidad "Ademas Alder dijo que ellos fueron y siguen vivos.... valdría la pena ir a ver" pensando en ello realmente no estaría mal ir reconociendo un poco mas de aquella cuidad, ese seria un buen comienzo- Esta bien, tengo interés en ver ese mar del que habláis, como mencione no hay nada parecido en mi mundo, al menos por la descripción que disteis....eso si, lo prometido es deuda...- añadió recordándole al idrino lo que había dicho antes de mirar a Alder con atención- ¿Nos podrías llevar mañana Alder?, no tenemos ni la mas remota idea de donde queda....

RR entró en el torreón algo hastiado. Había sido un día un poco intenso en cuanto a emociones se refería, y aún quedaba muchas cosas por hacer… Y la falta acuciante de estupefacientes comenzaba ha hacer mella en él, pintando sus perspectivas de futuro con gruesas pinceladas de preocupación carmesí, potentes cómo tajos en la piel de aquel horizonte que no hace mucho se antojaba de tonos menos violentos.

Subió las escaleras del torreón, escuchando a medias lo que decían sus compañeros, mientras revisaba su libro de runas e intentaba desentrañar el significado de las explicaciones que se ocultaba entre la intrincada sintaxis.

-Un llano desierto…-comentó por lo bajo, expresando en voz baja la imagen mental que la vaga descripción del mar que había aportado las recién llegada Alder.- y el tema de la “luna”… tendrá que ver con la radiación, supongo. No se vosotros, pero en nuestro mundo la aguantamos bien. No bien en plan blatta, claro, pero bien de todos modos…

Su voz fue disminuyendo su volumen a buena velocidad, mientras que sus labios comenzaron a moverse al ritmo de la enrevesada partitura del libro de runas. ¿Había entendido bien…?

-¡LA MADRE QUE LO PARIÓ!- gritó de súbito, con los ojos terriblemente abiertos. Las manos le temblaban más de lo normal mientras sostenían el manuscrito abierto, dejando escapar una risilla floja casi tan imperceptible como preocupante.

Unas milésimas de segundo después, el cuerpo del foner se coordinó con el ritmo de su cerebro y agarró rápidamente a Shizel por el hombro, acercando su rostro al suyo hasta que poco menos que el grosor de una sombra separó sus narices.

-Tú vienes conmigo.- afirmó con un deje tembloroso en la voz unos instantes antes de salir corriendo hasta el estudio, dónde bloqueó la puerta y procedió a sentar al muchacho en una de las sillas disponibles, mientras dejaba caer el libro sobre la mesa, abierto por la página que acababa de descifrar.

-Mira, joder. Mira esto.- dijo mientras señalaba enérgicamente el texto. Cada mínimo gesto de RR rebosaba energía por los cuatro costados.- No sé como pude comenzar a fabricar cacharros antes de haberme leído el libro entero. ¡Esto facilita todo! ¡Lo simplifica! No más pólvora, no más lanzar tela por el retrete y remover heces con una lanza. ¡Este es el futuro!
>>Una runa explosiva. Maldita sea, ¡es perfecto! Ahora podemos eliminar la runa de aumento de temperatura del circuito e incluir esta. Podemos propulsar los proyectiles sin más propelente que nuestra energía. No más limitaciones en cuanto a la munición… joder, ¡es magnífico!

Dejó su rudimentaria escopeta encima de la mesa y la abrió, dejando ver el interior de sendos cañones.

-Hazme el favor de eliminar la runa antigua y de grabar la nueva. Mientras voy a por una cosa…

Ipso facto, corrió hacia su habitación y tomó la sábana que había usado para preparar los cartuchos. Cortó una tira de esta y se la llevó de nuevo al estudio, donde envolvió los cañones de Schrang. Tenía pensado hacerlo antes, para evitar quemarse las manos al agarrar el arma, y aquel era un buen momento para arreglar aquel problemilla.

Seguidamente, sacó su libreta y la abrió por la página de su diseño de rifle, enseñándosela a Shiz, ilusionado como un niño en Navidad, solo que un poco más drogado.

-Necesitamos tubos y cacerolas, sólo eso. Si conseguimos suficiente material, le podremos plantar cara a esta puta ciudad y escupirle en un ojo. Nada de achantarse, nada de huir. Podemos resistir y vencer.

Las dos últimas semanas habían trascurrido bastante tranquilas, los días se habían sucedido uno detrás de otro de forma harto monótona como si se pelearan entre ellos por ser el mas aburrido, pero Saren había estado distraído. En cuando echo mano al libro que había traído de la biblioteca, no tardo demasiado en darse cuenta de que tenia cierta facilidad para la magia. En eso ocupo la mayor parte del tiempo, aunque prefería estudiar por su cuenta, tratando de cimentar bien sus conocimientos arcanos antes de pasar a proyectos de grupo. Sabía que Shiz tenía aun mas facilidad que él, y eso le hacia mucha gracia: aun a veces se reía solo recordando la negativa inicial del lacustre a su simple existencia y su posterior temor a no ser apto para el verdadero abracadabra, que difería bastante de los trucos de salón que tan bien se le daban.

Aparte de la magia, el norteño se dedicaba de forma automática a las tareas que se le asignaban, haciendo su trabajo de forma eficiente, mientras sus pensamientos vagaban lejos. Aparte de las conversaciones con K, la relación con sus compañeros no había avanzado mas allá de la sonrisa divertida y alguna pulla sarcástica, pero no le había dado mucha importancia. De vez en cuando subía al tejado, cuando Wintel no andaba por allí, pero se quedaba siempre sentado en los últimos escalones, ya que las inquilinas del ático no se habían acostumbrado aun a su presencia.

Los horarios de sueño de Saren se habían alterado bastante, y a veces se pasaba las noches en vela, pero ocupado como estaba con la magia, no acusaba el aburrimiento. También era consciente de algunas rarezas que sus compañeros empezaban a reflejar en su comportamiento, como los totems que dejaba Wintel por todos lados, el aislamiento de RR y algún otro detallemas, pero a Saren nole importaba demasiado, mientras respetaran sus propias manías y le dejaran a su aire, el sería reciproco y no les molestaría a su vez. La mayor novedad en los últimos días había sido la resurrección del tullido, que había salido de su placentero coma y se había incorporado a la vida macielera fresco como una lechuga. El norteño no había hablado mucho con él, pero notaba que seguía siendo algo desconfiado, como el día en el que habían llegado a la ciudad.

Unos días después del increíble acontecimiento, Saren se había despertado entre gruñidos por el alboroto que había en el piso de abajo. Había conciliado el sueño hacía apenas una hora, pero se había desvelado, así que decidió dejar su descanso para mas adelante. Mas tarde sabría que el alboroto era culpa de Shiz, que se había servido de un lacayo grotesco para subirse agua al baño. Bajó después de vestirse y salió al patio a lavarse la cara, tras lo cual, y después de saludar a todos con los que se cruzo, se puso a preparar el desayuno.

Sus compañeros sugirieron salir a por las cestas, pero el norteño declino la oferta y prefirió quedarse en el torreón por ese día. Despidió a sus compañeros de torreón y luego, sin saber muy bien que hacer, salió al patio a descansar un rato. Aleksei, Timmy, y YR, obviamente, también se habían quedado, pero no estaban a la vista, así que supuso que se habían perdido por el torreón, ocupados en sus asuntos. El norteño, con la espalda apoyada en una de las vertebras del patio, no tardo en conciliar un sueño ligero, con el que se recupero en parte de la noche de vigilia.

Cuando despertó tenía una de las empuñaduras de sus cimitarras aferrada entre las manos, y su primer pensamiento consciente fue que aun no las había aprendido a usar. Desde que las había sacado de la armería, apenas las había desenfundado un par de veces, y no había practicado con los demás en el patio ni una sola vez. Con energías renovadas, decidió poner en práctica sus habilidades bélicas, pero bajo antes a la armería, por si resultaba que las cimitarras no eran tan buena idea. Escogió una hacha de un solo filo y un arco con su carcaj, y salió de nuevo al patio. Una vez tuvo el arsenal listo, se construyó un muñeco de prácticas bastante burdo con algunos de los restos de muebles pochos que se usaban para la lumbre de la cocina, y desenfundó las cimitarras. En los primero minutos se dedicó a voltearlas, probando su peso y su manejo, para empezar después a lanzar golpes al muñeco. No había dado mas de diez cortes cuando la cimitarra que llevaba en la mano derecha se quebró. La hoja rota cayó al suelo con un repiqueteo y el norteño se quedó mirando la empuñadura algo confuso.

Aquel pequeño incidente fue la gota que colmó el vaso de su paciencia. Sin saberlo, el mantener su sonrisa característica durante dos semanas seguidas había ahogado otra faceta de su personalidad, la del solitario y pensativo norteño que apreciaba la soledad de vez en cuando. El estar siempre rodeado de sus compañeros, sin poderse alejar demasiado, le había obligado de forma inconsciente a mantener de forma ininterrumpida su faceta simpática. Esto sumado a otros detalles que individualmente apenas le inquietaban, como el tener que preparar siempre la comida, el que Shiz le evitara los últimos días queriendo evitar que se diera cuenta de su agotamiento pronunciado, o su aparente incapacidad de trabar mayor confianza con sus compañeros, hizo que su faceta solitaria saliera a la superficie de forma un tanto violenta.

Lanzó un grito de frustración que no llegó a oírse en el torreón y asestó un golpe con la otra cimitarra hacia el suelo de piedra, quebrandola con un chasquido. El norteño agarró el hacha con ambas manos y destrozó el muñeco de forma sistemática, reduciéndolo a astillas en unos minutos. No detuvo su arranque destructivo ahí, y de dos zancadas se dirigió a la pila de muebles apolillado que esperaban para alimentar el fuego. Descargó furiosos hachazos durante horas, entre gruñidos furiosos, destrozando los muebles hasta que los brazos le ardieron por el esfuerzo.

Cuando el chico se detuvo, jadeaba violentamente, visiblemente agotado, pero también mucho mas calmado. De la pila de muebles solo quedaban tablas y astillas ordenadas, listas para alimentar la cocina, su desahogo había salido rentable a fin de cuentas. Sacó un cubo de agua del pozo y se sentó sobre una de las vertebrás, quitándose la camisa y echándose el cubo de agua sobre la cabeza, sustituyendo el sudor de su piel por el fresco líquido.

Mientras la luz de sol le secaba poco a poco oyó a sus compañeros llegar, pero no estaba por la labor de salir a recibirlos, no estaba con ánimos, así que se quedó allí sentado, con la mirada pensativa perdida en ninguna parte.

Alder sonrió ante la idea.
-Playa pues.- Se estaba quedando adormecida, y a la pregunta de DL solo hizo un sonido apagado que podía entenderse como un sí. Apenas se hubiera dado cuenta de que raptaban a Shiz de la conversación de no ser por el escandalo que suponía la emoción del pelirrojo. Aun así, casi no le dedicó un pensamiento a su marcha y ya estaba dormida en el sofa. Ante la aumento de espacio por la ausencia de Shiz, se estiró comodamente antes de hacerse un ovillo.
Después de eso, pasaron las horas.

Me dolían los ojos de forzar la vista y me sentía entumecido. Había pasado un buen rato charlando y trabajando en los abalorios. Me esperecé y sentí como los huesos de los hombros y algunos de la espina dorsal crujieron al estirase, al hacerlo pude ver como ya los seres flamígeros ocuparon el oscuro cielo sin estrellas ni lunas.


Quizás este mundo esté dentro de alguna criatura de dimensiones colosales un devorador espacial… me pasó por la mente en un momento.


“¿Por qué no? – pregunte rompiendo el silencio riéndome en voz alta- ni eso salvará a los ya condenados de la luna de los malditos –dije con tono inquietante mirando fijamente uno de los abalorios que había hecho antes- Ellos lo han querido así, yo ya no puedo ayudarlos… pero si puedo ayudar a no caer en la tentación a los que aun no lo han hecho – dije justificándome mientras guardaba los abalorios en la bolsa-”


Sentía las piernas cansadas de estar tanto tiempo sentado y me cosquilleaban al bajar las escaleras también notaba como si las botas me apretaran mas de lo normal en las punteras. Al pasar por las habitaciones escuche como RR estaba hablando bastante motivado, ¿Otra vez hablando con aquella arma que se ha construido? Después el raro soy yo, pensé.


Cuando llegue al salón cogí una de las antorchas para salir un momento afuera, pude ver como la invitada estaba dormida en uno de los sofás junto algunos de mis compañeros sumidos con su libros de pérfida magia.


“Ya es tarde os recomiendo que os vayáis acostando y que indiquéis a la invitada donde dormir si no lo habéis hecho- dije sin poner mucho empeño tan solo como un comentario al ver a la invitada allí dormida-“


Salí afuera con antorcha en mano para dejar la bolsa en el pequeño refugio oculto entra las vertebras gigantescas. La luz que emitía la antorcha hacían bailar la sombras dentro del pequeño Refugio, algo que lo hacia bastante acogedor para mí haciéndome recordar la vida en Nubla, en los campamentos de casetas de pieles iluminadas con las hogueras en la noche cuando tocaba llevar el ganado de Linacs a pastar a los valles bajos.


Acondicionaré el pequeño refugio para pasar las noches en él en un futuro. Pasado un rato recordando viejos tiempo guarde la bolsa y me dirigí de nuevo al torreón, subí a la habitación y me acosté.

Estaba bastante cansado, había sido un día muy largo y sentía que iba a dormir bastante bien...

El secuestro repentino de Shizel por un muy neurótico RR que a saber para que quería el idrino y el pronto sueño de Alder, terminaron por concienciar a DL con que lo que mas le convenía a todos era dormir, cosa que confirmo Wintel cuando apareció un rato después. "Ademas mañana supuestamente iremos ala playa, debemos estar descansados...lo que me recuerda..." se levanto del sofá con el libro que le habita quitado a Shizel, entrando a la cocina con intenciones de preparar una infusión, no tenia mucha idea de artes culinarias pero en esas dos semanas viendo a Saren algo había aprendido. Mientras la dejaba al fuego subió a la habitación guardando el libro bajo su almohada tomando una manta y volviendo a bajar cubriendo a Alder con esta. Era una invitada al fin de cuentas.

-Te subiría, pero según dijiste eres nocturna así que seguramente terminarías despertándote- murmuro sabiendo que estaba dormida y no le escucharía igualmente. Tras cubrirla volvió a la cocina por la infusión abasteciéndose con un par de frutas que comería antes de acostarse. Había estado harto de decírselo antes de que los secuestraran y quería asegurarse que durmiera, asique esperaba que por una vez en su existencia hiciera caso a alguien, por ello le dejo la infusión a Shizel con una nota de que esta le relajaría y le quitaría el cansancio. Lo cual no era cierto, había sido hecha con las hierbas que traían en las cestas, pero esperaba que el efecto placebo funcionara en el perceptivo idrino. Tras eso y algo soñoliento se fue a su propio dormitorio comiéndose las frutas mientras ojeaba el libro de hechizos, esperando aprenderse uno de los hechizos de curación que siempre eran útiles....mientras iba estudiando el hechizo, poco a poco el sueño fue venciendolo, hasta que finalmente se quedo dormido.

Enseguida llegaron a Maciel, ya con las cestas. Había sido un día agotador, y Ariv estaba cansada. Cuando llegaron, DL les informó de que había conseguido sacarle algo de información a Stefan sobre aquella extraña “Luna Roja” de la que habían hablado en Letargo. La niña trató de hacer memoria de lo que había escuchado… Había estado tan abstraída que, en un principio, le costó, pero poco a poco fue recordando cosas.
—¿Cambios? —preguntó con curiosidad. Ladeó la cabeza. No sabía si aquella revelación le gustaba o no… Bueno, si se trataba de aumentar los niveles de magia, no le importaba. Quizás de ese modo lograría alcanzar a Shizel…
Era una esperanza vana, y lo sabía. Bufó. Tal vez también se había enfurruñado un poco porque, en el fondo, tenía la inquietante sensación de que todo aquello no se quedaría ahí, que había algo más, aunque no sabía lo que era a ciencia cierta. E ignorarlo le molestaba. Decidió olvidarlo por el momento, estaba demasiado cansada como para comerse la cabeza.
En ese momento, Alder les mencionó la playa. Al escuchar todo lo que la sinhadre decía, a Ariv se le iluminó la mirada.
—¡Yo quiero ir! —exclamó, emocionada. De pronto, se había olvidado del cansancio, de la Luna y de todo lo demás. Evidentemente, no podían ir en ese momento, pero ya tenía una cosa nueva en la que pensar—. ¿Nos llevas? ¿Nos llevas?
Al parecer, todos estaban de acuerdo en aquella excursión, así que Ariv se puso contenta. No obstante, debía descansar, así que se despidió de todos y subió las escaleras hasta su cuarto. No tardó en quedarse dormida, con una sonrisa en los labios.

Las horas pasaron y Saren notó como alguien salia al patio. Resulto ser Wintel, pero el nublino no hizo ademán de verle, así que el norteño no se molesto en llamar su atención. Desvió la mirada, perdiéndola en la ciudad que se oscurecía por momentos, y dejó cierta intimidad a Wintel, sin ver que era lo que hacía. No tardó en volver a entrar, dejando de nuevo al idrino a solas en el patio.

El brisa nocturna empezaba a recorrer las calles y callejones de la ciudad, y viendo que empezaba a refrescar y que ya estaba del todo seco, el chisco se puso la camisa y se distrajo con el vuelo de los murciélagos flamígeros, la única luz en aquel cielo sin estrellas. El primer día que se había percatado de la ausencia de astros en el cielo nocturno no había sabido que pensar. En Idris el cielo estrellado tenía un profundo significado en algunas de sus religiones, y aunque Saren no era muy religioso, la ausencia total de estrellas después de haberlas contemplado innumerables noches en su mundo de origen, se le hacía fuera de lugar. Tardó en acostumbrarse, pero decidió que algún día averiguaría la razón de aquel cielo oscuro.

Ya era entrada la noche cuando le entró hambre. El torreón hacia horas que estaba a oscuras y sus compañeros debían estar durmiendo, así que entro en silencio, tratando de no chocar con nada y poniendo cuidado en que no se le cayera ningún de los trozos de madera que llevaba bajo el brazo para encender la cocina. Una vez preparado el fuego, entro al salón a coger unas pocas velas para iluminar la cocina, ya que el fuego del hogar no aportaba suficiente luz. Cogió un puñado de una de las cómodas y encendió una con el mechero que guardaba en uno de sus bolsillos.

Estaba a punto de volver a la cocina cuando la tenue luz ilumino a una figura encogida en uno de los sofás. No era extraño que alguno de sus compañeros se quedara a dormir allí, pero ninguno tenía el pelo del color de la menta. Se acercó con curiosidad y se acuclilló junto a la cara del durmiente, que resulto ser Alder. Hacia dos semanas que no veía a la muchacha, pero supuso que se había venido de visita, como prometió cuando se fue. Estaba dudando si despertarla o no, ya que gracias a Ariv tenía entendido que eran criaturas nocturnas, cuando la muchacha parpadeo, la respiración del norteño debía haberla desvelado.

-Buenas noches, turista -le saludó en un susurro, dedicándole una leve sonrisa-. No quería despertarte, pero ya que soy un patoso, ¿te apetece comer algo conmigo?.

El chico se levantó, dejándola unos instantes para que se despejara y le dijo que la esperaba en la cocina. Se encaminó hacia allí y encendió las velas, iluminando la estancia para poder trabajar mejor. Sacó de las cestas unas verduras y un buen trozo de carne y después de limpiarlo y prepararlo todo bien, empezó a cocinar. Las verduras, cortadas en tiras finas, las salteó con algunas de las especias que había en la cocina, y la carne, cortada en filetes, se dispuso a pasarla por una sartén.

-¿Como quieres la carne?, ¿poco hecha?, ¿al punto? -le pregunto a la peliverde sin levantar la voz.

Alder estaba en ese estado de semiinconsciencia en el que los sonidos y las sensaciones empiezan a mezclarse con los sueños. Notaba una respiración calmada cerca, y parpadeo para encontrarse la cara de Saren cerca de la suya. Pudo haberle causado una impresión más grande, pero con la somnolencia su mente parecía ir mas lenta. A los pocos segundos estaba despejada. Especialmente cuando oyó la palabra comida.
Se desperezó como un gato y se incorporó. La luz era perfecta, todo quedó visible y nitido con las velas.
- Nunca le digo que no a un buen desayuno.
Echó una mirada inquisitiva al sofá, ahora con una manta y una almohada. ¿Había sido Ariv, o DL?

- Al punto, supongo. No tengo preferencias. ¿Necesitas ayuda o te estorbaría?- Como Saren hizo un gesto para que se uniese, Alder tomó posiciones y preparó una macedonia con lo que pudo encontrar. Mientras picaba fruta comentó divertida - para no ser nocturnos, los idrinos teneis poco de diurnos. Pero es estupendo ver a gente despierta a horarios normales.-Había una botella de syv que cogió alegremente y calentó hasta que desprendió vapor. Buscó vasos en la cocina para servirlo. - Nunca os lo he preguntado, ¿pero bebeis syv? En cualquier caso, ¿Picnic en el patio? - dijo alzando los vasos y la macedonia con las manos

Alder se unió a él y preparó una macedonia, ademas de calentar un poco de syv, la bebida que consumían en su mundo. Preparó una fuente y la llenó hasta arriba con la verdura y la carne, mas valía que sobrara que no que faltara. La idea de salir a comer al patio le pareció buena, así que cogió la fuente, unos platos y unos cubiertos salió afuera detrás de la muchacha. Prepararon una de las vertebras del patio a modo de mesa y mientras Alder terminaba de colocarlo todo, el norteño entro a por unas sillas, un par de antorchas y un poco de carne cruda, por si a sus caseras las estirges les entraba hambre.

Una vez de vuelta en el patio, dejo la carne cruda sobre otra de las vertebras, y colocó las antorchas de tal forma que iluminaran la mesa lo suficiente para no clavarse un tenedor en un ojo. También había sacado una botella de umbra, por si a la sinhadre le apetecía probarla.

-No es que seamos nocturnos -le respondió a Alder mientras se sentaban, retomando la conversación anterior-, lo que pasa es que tengo los horarios de sueño muy alterados. Realmente he desistido y duermo cuando me apetece, por eso muchas noches las paso en vela -rió empezando a comer, tras lo cual dio un trago a su vaso de syv, agradeciendo el calor de la bebida en medio del fresco nocturno-. Y lo de syv... en mi mundo no hay de esto, pero me recuerda un poco al té -sonrió, alzando el vaso a modo de brindis silencioso-. ¿Tu has probado el umbra? -se intereso señalando la botella llena de un liquido naranja clarito.

Mientras esperaba su respuesta el chico no pudo evitar perder la mirada de nuevo en la oscura ciudad mientras comía, aun tenía la mente algo alterada, pero no tardó en centrarse de nuevo.

-Por cierto -empezó-, ¿qué te trae por aquí?, no creo que solo sea el placer de mi grata compañía -se interesó con una sonrisa burlona-, ¿va todo bien por Letargo? -no estaba al tanto de lo que había pasado en la visita de sus compañeros.

"Ya está. Ya se le ha ido la olla", fue todo lo que Shizel tuvo tiempo de pensar antes de que RR se lo llevara en estampida escaleras arriba. Al principio había temido que por fin aquellas incógnitas en forma de seta que el foner se metía entre pecho y espalda por fin hubiesen caducado con efectos fatales, pero le bastó una mirada una vez arriba a su compañero para darse cuenta de que se trataba de algo bien distinto. RR rebosaba energía, le faltaba un pelo para explotar en mil cachitos, y la curiosidad de saber qué había desencadenado tal reacción le invadió inmediatamente.
-Explícate, hombre- exigió con cierta impaciencia al ver que el foner no empezaba inmediatamente, pero estuvo completamente callado mientras escuchaba las implicaciones de lo que RR estaba diciendo. Una vez estuvo a su alcance el libro de runas su mirada se deslizó a toda velocidad de un lado a otro del papel, calibrando lo que leía.
Era de locos... Pero al mismo tiempo constituía visión de futuro. Su padre habría visto negocio inmediatamente, y había educado a Shizel para que así lo hiciera también. ¿Cuánto habrían pagado en su país por un avance así, por librarse de los costes adicionales que constituían los detonantes?
Eran unos cambios ambiciosos, pero tampoco había estado seguro de que el proyecto de la escopeta funcionara en absoluto cuando lo comenzaron. Sintió que el entusiasmo de RR empezaba a contagiársele: cualquier ocasión era buena para buscarle nuevos usos a la magia. Así pues se puso cuanto antes a la tarea de sustituir unas runas por otras. Además, la cara del foner en aquel momento valía su peso en oro y Shizel no quería dar pie a dejar que desapareciera demasiado pronto.

La tarea le llevó más de lo esperado. No había hecho demasiado uso de la magia aquel día, pero tampoco estaba ni de lejos en su punto álgido. No dejaba espacio suficiente a que su energía se regenerase totalmente debido a que la utilizaba hasta altas horas de la noche y volvía a la carga por la mañana. Por eso hubo un momento en el que, a base de pruebas de ensayo y error, se le terminaron las reservas de los pocos cargadores que llevaba escondidos con el objetivo de disimular lo rápido que se quedaba seco aquellos días. Se negaba a aparentar debilidad, así que apretó los dientes y sacó lo que quedaba de sus propias fuerzas por pura tozudez. Cuando terminó apenas se podía mover de la silla, por lo que hizo tiempo un momento comentándole unos tecnicismos a RR antes de obligarse a levantarse antes de que éste se diese cuenta de que algo raro pasaba. Sin embargo una vez levantado la cabeza le daba vueltas y no se sentía con ánimos para disimular nada.

Para cuando se despidió del foner y volvió a encerrarse en su habitación descubrió la infusión que le había dejado DL. El detalle de encontrar algo que quería preparado aposta para él no le era nada extraño, para eso había tenido criados, pero el gesto de poner una nota amable como acompañante le desconcertó enormemente. Era una tontería, pero no podía recordar algo parecido en toda su vida.
Frunció un poco el ceño mientras daba vueltas al doblez de papel entre sus dedos. Desconocía cuál era el protocolo para aquel tipo de situaciones. ¿Le daba las gracias al día siguiente, le preparaba otra para compensar o qué?
Sentado en la cama dio un sorbo a la bebida, y algo en ella, fuesen las hierbas, fuese que estaba reconfortantemente calentita, o simplemente que su cuerpo estaba buscando desesperadamente una excusa para ello, hizo que se le cerraron los párpados.

Volvió a despertar unas pocas horas más tarde con un sobresalto, dándose cuenta de que se había quedado dormido. Debía ser cerca de la una o dos de la madrugada, y tenía un hambre de lobo. Shizel maldijo internamente: así cualquiera se despertaba con tiempo de ir a la playa al día siguiente...

Bajó a hurtadillas al piso de abajo, sin tener muy claro aún si tenía sueño o no, y miró con auténtico desconsuelo el contenido de las cestas. Para quien sabía aquello debía ser una mina de manjares, pero para él era poco más que un cúmulo de elementos dispares con los que gente extraña y anómala como Saren hacía magia.
Estaba a punto de resignarse y hacerse un bocadillo, lo único que entraba dentro de sus dotes, cuando oyó las voces en el patio. Se asomó con discreción a la ventana y vio a los dos comensales; estuvo a punto de volver a retirarse hacia el piso de arriba sin interrumpirlos, pero el olor que provenía de fuera hizo que su estómago decidiera por él. "Cabrones", pensó, entre la diversión y la envidia. "Qué calladito se lo tenían."
-Eh, los de fuera- llamó a media voz por la ventana, sin tapujos-. Dadme de comer y me voy.
Se arrepintió inmediatamente, ocurriéndosele justo después que quizá algo más estuviera teniendo lugar ahí que una cena atrasada, pero ya era tarde.

[Epic tochopost, pero me llevabais una página de ventaja, malditos xD]

Alder aceptó la invitación al "umbra" y tardó en decir nada, mientras pensaba en su sabor.
- Es como leche colorida... que no sabe exactamente a leche. Esta rico.
Tenía hambre, no sed, por lo que dio por empezado su desayuno. Saren bromeó y ella paró de servirse comida para mirarle fijamente.
-Siií, me moría por estar en tu compañia - Aseguró con sarcasmo y una sonrisa. - Las cosas van bien en Letargo, es solo que voy a estar aqui un tiempo.
Giró la cabeza al oir a Shiz. Se le escapó una risa y lo invitó a unirse:
- Te damos de comer, pero también puedes quedarte, no nocturno.

El norteño rió ante el sarcasmo de la peliverde y siguió comiendo tranquilamente. La noche era fresca, pero el calor de las antorchas era suficiente para no acusar la falta de abrigo. No llevaban mucho cenando, o desayunando según el punto de vista, cuando una voz llegó desde el torreón. Resulto ser Shiz pidiendo comida para irse,pero Alder le invito a unirse, adelantándose al norteño.

-Eso, Amo del Cubo -empezó con una sonrisa burlona-, saca una silla y come algo, esta claro que lo necesitas -aseguro con una ceja arqueada, mas para si que para los otros dos.

Por mucho que Shiz se hubiera esforzado en evitarle, al norteño no se le había pasado por alto los signos de agotamiento que el lacustre arrastraba desde hacia días. No podía asegurar las razones de estos, pero sospechaba que tenían que ver con que se pasaba muchas noches practicando magia a solas. A veces, en las noches que el mismo pasaba en vela, oía ruido en la habitación de Shiz; ruido que el asociaba a las prácticas de magia.

-¿Que tal has dormido? -le pregunto en un tono sarcástico casi inexistente, solo perceptible para un idrino.