La dragona parecía llorar a alguien. Mónica levantó la mano izquierda para limpiarse la sangre que le emborronaba la visión, dejándose la cara embadurnada y todavía goteante.
“
¿Está llorándonos a uno de nosotros? ¿Hemos muerto? No puede ser. Duele demasiado” se preguntó, todavía atontada, todavía con un pitido en los oídos que le impedía escuchar bien.
Se incorporó un poco más, soltando quejidos involuntarios, incapaz de gritar a pesar del dolor que sentía, que ahora se concentraba sobre todo en las costillas, la espalda, la muñeca, el tobillo y la pierna. Al bajar la vista y ver el madero que sobresalía de su muslo y las heridas sangrantes de su cuerpo un sonido ahogado salió de sus pulmones. “
Infección” pensó mientras los ojos se le llenaban de lágrimas de pánico y sufrimiento. “
Por favor, que no coja una infección. No quiero morir, no como mamá”. Levantó de nuevo la mano que no le dolía para volverse a limpiar la cara de sangre y lágrimas, y usando esa misma mano arrancó la madera, que por suerte no era muy grande, de su pierna, que comenzó a sangrar aunque no muy fuerte: no parecía haber pillado ninguna arteria.
Como si fuera entre algodones, escuchó los gritos de la dragona de hueso. Mónica, aterrada, herida, cansada, se encogió soltando otro gemido, viendo cómo ésta amenazaba a Vampy, quien parecía estar en mejor estado que los demás. No podía hacer nada para ayudar.
—
¿Está… está loca? —musitó gimiendo, tratando de parecer lo más pequeña posible—.
Nosotros… no hemos matado… —se desplomó sobre su costado de nuevo apretando los dientes y cerrando los ojos—.
Duele…Mónica escuchó gritos de dolor de sus compañeros, gemidos, quejidos, vómitos. Al menos estaban vivos... Algo o alguien (Mon esperaba que fuera alguien) comenzó a arrastrarse. Era fácil escucharlo avanzar penosamente. La madrileña apretó todavía más los dientes, tratando de no gritar. Y de pronto, la voz de Cenizo, desafiando a la dragona. No le sorprendió. Sabía que alguno de los nublinos iba a hablar, a hablar con lo que ellos consideraban sus dioses. Dioses crueles, desde luego. Un susurro a su lado, instando a Cenizo a que cerrara el pico, hizo que la chica esbozara una sonrisa. T-Fichas. Aunque sonaba muy mal… Mon abrió los ojos y le buscó con la mirada. Estaba peor que ella, mucho peor. Trató de incorporarse para acercarse a él y se arrastró como pudo, despellejándose todavía más las rodillas, impulsándose sólo con un brazo, notando cómo la suciedad se le metía en las heridas, sintiéndose débil a causa de toda la sangre que estaba perdiendo. Cuando llegó, no pudo evitar las náuseas al ver el estado del chico, destrozado, y también vomitó.
—
Hola… —le dijo con la voz rota aunque tratando de esbozar una sonrisa socarrona cuando se le pasó el ataque, desplomándose con otro gemido—.
No tienes… muy buena cara...
Después, el aullido de dolor Tritón, seguido del de Roño, y los gritos de los sinhadres, preocupados aunque sin la resonancia del sufrimiento del resto de sus compañeros. La chica cerró los ojos y le cogió débilmente la mano con su mano buena a T-Fichas.
—
No quiero morir —murmuró llorando.
- Los motes:
Por ahora aquí están los motes que Mónica ha ido poniendo a la gente, aún quedan algunos personajes por tener el suyo. (A ver si se le ocurren pronto, leches).
-Barael: Roño.
-Daerhien: Gominola.
-Dafne: Lerdafne.
-Eorlir: Picasso
-Eriel: Cenizo.
-Innadriel: ¿?
-Lorenzo: Íñigo Montoya.
-Nad: Zanahoria/Zana.
-Rádar: Mandón.
-Sakrilt: Krit.
-Siete: Tritón.
-Sinceridad: Doña Plumitas.
-Sox: Vampy.
-Fahran Xaorhalan: ¿Rapunzel?
-Tayron: T-fichas.