Calles

Se sentía horrible y los sucesos de alrededor y el hecho de no estar aun a salvo no ayudaba precisamente a que se relajara. Tal vez en parte era bueno pues olvidaba concentrarse en el dolor del brazo, pero aun así se sentía inútil. Le costó recomponerse de la bajada de la jaula y no logro prestar la suficiente atención a su alrededor hasta que no escucho un nota de alarma en sus compañeros. Ver a Surasara convirtiéndose en piedra cuando era levitada por Ozzchreanos fue como un mazazo, no pudiendo evitar un sollozo ante la perdida de otro compañero.

No tuvo tiempo siquiera de lamentarse cuando el bicho de la jaula logro finalmente escapar y golpeo con uno de sus barrotes la piedra que ahora era la ulterana. en un instante el movimiento de alrededor fue tan rápido que a Dhelian le costo procesarlo, el dolor del brazo se volvía mas intenso con el pasar del tiempo. Aun así hizo su mejor esfuerzo para traspasar su magia a Alice y agradeció enormemente a Marsi cuando le ayudo a hacerse un cabestrillo improvisado con su propia camiseta. Era definitivamente menos doloroso que tener el brazo colgando del hueso roto.

Ahí pudo prestar por fin cierta atención a su alrededor, todos intentaba correr, Korasihanna distraía al bicho, Alice le atacaba con magia. Surasara...Surasara había vuelto a la normalidad para enorme alivio del daeliciano y aunque estaba herida, ya estaba siendo ayudaba por sus compañeros. Aquello era un desastre pero estaban por fin todos reuniéndose y estaban vivos aunque no sanos, ni a salvo aun. Debían salir de ese circo infernal.

Podía mover la mano, podría hacer magia, pero era incapaz de hacer movimiento con cierto nivel de brusquedad si ver estallar lucecitas frente a sus ojos por el dolor. Estaba ya junto a los demás y debían marcharse urgentemente.

Por suerte parecía que Sura se había recuperado, al menos hasta donde cabía esperar, por lo que ayudé a Marsi a llevarla a las gradas. Intenté sacudir la mano para quitarme los últimos cristalitos, pero un latigazo de dolor hizo que me parase un momento y siseara. Definitivamente aquella no había sido buena idea, así que, parpadeando para quitarme las lágrimas que me enturbiaban los ojos, seguí.

Muchas cosas pasaron en un instante, y por poco no morí yo mismo del susto. Por un momento pareció que el león mataba a Kora, pero el hechizo de Alice lo dejó paralizado un segundo antes. Por desgracia, las dos chicas quedaron paralizadas por culpa de los aros. Tras quedarme un segundo mirándolas una punzada de la mano me hizo pensar que no era buena idea coger a la daeliciana en la posición en la que se encontraba, de forma que preferí comenzar a correr todo lo rápido que podía hacia la chica de mi mundo. Casi ni vi de reojo los nuevos aros, preocupado en poder salir de allí.

—¡Coged a Kora! ¡Nos largamos! —grité, sin pararme a ver quién lo hacía—. ¡Ah, y que alguien le raje la garganta al bicharraco ese ahora que está paralizado!

No quería ni pensar en qué podía pasar si el monstruo se desparalizaba mientras estábamos cerca de él.

Marsi no subió del todo a las gradas una vez dejó a Dhelian y a Sura, aún pendiente de los demás. Siguió a Ozz con el corazón a punto de salírsele del pecho, pero se quedó un poco apartada, insegura por la delicada tarea que el ochrorio estaba llevando a cabo. Logró sacar a Kora sin más inconvenientes que algunos rasguños, y antes de volver a emprender el camino de vuelta, Marsi le rajó la garganta a la bestia.

-¡Corred hacia la puerta, nos largamos de aquí!- gritó al resto,

Corrió como alma que lleva el diablo hacia las gradas, a través de las puertas, de vuelta a las calles de Rocavarancolia. Pronto la adrenalina bajaría, la quemazón de sus heridas se volvería dolor taladrante e insoportable, y todo el cansancio y la tensión se le echarían encima. Pero antes tenían que llegar a Letargo. Tenian que llegar todos con vida para poder llorar la muerte de Akasha, para curar a los heridos, para reponerse de aquella aberración. Marsi sintió vértigo cuando cruzó las puertas, viendo a sus compañeros correr delante de ella.

¿Lo habían conseguido?

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Todo sucedió muy rápido. Para mi espanto, uno de los aros golpeó y paralizó a la daeliciana en su carrera. Disparé el hechizo segundos antes de que la pesadilla se recrudeciera, paralizando a la bestia al instante. Segundos después de lo que empezó como un suspiro, un golpe me dejó casi sin respiración y quedé también paralizada. Por suerte no era petrificación como a Sura, por lo que un golpe no me agrietaría, ni pesaría tanto si alguien se decidía a oír mis gritos mentales y me cogiera para salir de allí. Obviamente, no fue a causa de esto que Álvaro se acercara e hiciera lo propio para poder escapar. La perspectiva de huir por fin, unida a la broma de antes de salvarle, me hizo sonreír mentalmente con mi propio chiste. Sin embargo, tuve que volver a preocuparme cuando el chico dijo de matar a la bestia y fue Marsi la que se dirigió hacia esta. No sabía cuánto duraría el efecto del hechizo sobre semejante criatura, así que quise gritar que nos largásemos cuanto antes, más aún con los aros que nos amenazaban.

Cuando recuperé la movilidad, vi al grupo reuniéndose de nuevo en la salida, y me uní a ellos en la carrera hacia fuera de una maldita vez. El camino que se abría ante nosotros parecía estar libre de peligro, así que corrimos y corrimos. Ya habría tiempo cuando estuviésemos en zona conocida para curar a los heridos aunque fuera superficialmente y con magia en casa.

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No ganaban para disgustos en ese maldito lugar. Lo que le paso a Korasihanna casi le provoca un infarto a Dhelian que vio con horror como la chica era salvada por los pelos, gracias a la parálisis de Alice, de quedar descabezada. El recuerdo de Akasha le sobrevino por un segundo provocandole nauseas que apenas si pudo contener. Los aros de fuego volvían y todo ocurrió en apenas unos segundos: Ozzchreanos fue por Korasihanna, Marsi acuchillo a la bestia paralizada y Alvaro volvió corriendo junto con Alice que acababa de salir de la parálisis que había caído tanto sobre ella como sobre la daeliciana. No lo pensaron demasiado. Corrieron todo lo que sus piernas pudieran dar y aunque el dolor que sentía en el brazo en cabestrillo incrementó con la carrera, Dhelian intento ignorarlo con toda sus fuerzas.

Entraron en una sala mientras corrían, a la que Dhelian solo tuvo tiempo de echar un vistazo rápido, quedándose apenas con detalles sueltos del lugar y sin poder ahondar demasiado, ni pararse a mirar, ante la necesidad de salir de allí. El dolor estaba mareandolo y solo tuvo la suficiente precaución de ver bien donde pisaba ante el terror de caer en otra posible trampa, persiguiendo a los demás hasta la ansiada salida.

El golpe de aire al salir fue como aliviador: estaban vivos. Llegar al torreón era prioridad ahora y ya allí, tras la seguridad de sus muros, podrían curar sus heridas y llorar la perdida de una amiga.

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Distraída en mi carrera no puedo hacer nada salvo intentar esquivar como buenamente puedo el aro de fuego amarillo que se precipita hacia mí. Mis reflejos no han sido lo suficientemente rápidos y acabo siendo rozada por unas llamas amarillas que hacen que todo, salvo mi corazón, se detenga.

Una extraña rigidez se apodera de mi cuerpo mientras observo como los colmillos de la bestia se acercan cada vez mas a mi persona. el rugido de la bestia me estremece y el no poder moverme me hace querer gritar justo cuando los colmillos del monstruo aprietan mis mejillas. De poder llorar ahora mismo estaría haciéndolo como una autentica magdalena mojada.

El nauseabundo hedor proveniente de la boca del bicho es lo único que me asegura que aun sigo con vida. Notar la áspera lengua rozando mi cuello me produce una arcada. El olor es insufrible, en mi vida he olido algo similar, el propio hedor es un absoluto insulto a mis fosas nasales. En mi ataque de pánico absolutamente sereno intento que mi cuerpo responda pero es imposible. De pronto noto como alguien tira de mí cuerpo y me saca de las fauces de la bestia cogiéndome en volandas mientras observo como Marsi rebana el cuello del bicho.

Mientras Ozzchreanos me libera de las fauces puedo sentir como los colmillos de mi casi verdugo rasgan mis mejillas. En mi paralisis no puedo ni gritar, ni llorar, ni puedo cerrar los ojos para hacer que todo esto desaparezca. De pronto mi cuerpo vuelve a responderme pero, al contrario de lo que pensaba, una enrome flojera se apodera de mi cuerpo y me dejo llevar en volandas por mi salvador.

Cuando al fin logramos estar a salvo consigo zafarme de Ozzchreanos doy dos pasos y, al fin, comienzo a llorar en silencio caminando hacia nuestro refugio seguro.

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Karime salió del torneo entre enfadada y contenta. Había llegado a la final, pero tan solo con uno de los tres combates a los que se había enfrentado. Tenía tantas ganas de celebrarlo como de desfogarse. En ese momento, volvía con algunos de sus amigos para la sede, algunos a descansar, y ella misma dispuesta a continuar su entrenamiento al día siguiente. Se sentía bastante decepcionada con los resultados de combate cuerpo a cuerpo, ya que no consideraba que se le hubiera permitido demostrar toda su valía.

A aquellos pensamientos daba vueltas cuando vio que Branniel caminaba a su lado y una idea le vino a la mente.

- Eh, grandullón.- llamó su atención.- ¿Sabes? Me han entrado ganas de partir unos cuantos cuellos y creo que eres la persona perfecta para ello.- le comentó.- No te asustes, no pretendo tocar tu cuello ni quitarte víctimas, pero había pensado en visitar algún mundo vinculado en el que poder perseguir como una mocosa algún rebaño. Si me acompañas, te cedo a los pastores.- le dijo guiñándole un ojo.

El torneo se iba dificultando, y desde luego agradecía mucho no haberme apuntado. No sólo dudaba que hubiese podido hacer mucho sin quedar en ridículo, sino que sabía que por fuerza participar habría atraído una atención indeseada sobre mí. Al menos algunos de mis antiguos compañeros habían demostrado sus habilidades y capacidades. Aunque a casi todos habían habían acabado por vencerlos, la demostraciones que habían hecho no estaba nada mal.

Alcé una ceja ante las primeras palabras de la libense. No la menospreciaba, no siendo la única que había logrado llegar a la final, pero... «No debería ser yo el asustado» pensé, con cierta oscura pretensión. Al principio me quedé callado, pero una pequeña sonrisa  levemente tétrica comenzo a aparecer en mi cara.

—De acuerdo, te acompaño.

El trasgo tenía cierta expectación por ir. Gracias a la secta no tenía necesidad de cazar, pero la verdad era, en última instancia, que yo era un cazador. Estaría interesante ponerme a prueba.

- Una detrás de otra.- contestó la licántropa a la invitación de la copa de su amigo.

Luego de despedirse de su amigo, se encaminó de vuelta a la sede donde pretendía descansar largo y profundo. A la salida del anfiteatro se cruzó con el grupo de cuchitrileros y recordó entonces que hacía días que no veía a Saren. Aunque él había prometido animarla desde las gradas, al no verlo el primer día pensó que la noche en la taberna se había complicado, que había decidido aprovechar para hacer un viaje o, simplemente, había preferido alejarse del tumulto de gente. Los días siguientes en los que tampoco había visto al idrino los había achacado a un posible exceso de entrenamiento con el grupo de la bahía. Dado que la mayoría concursaba, no era extraño pensar que hubieran aumentando su rutina y, con la suya, la del selkie.

- ¡Hola, guapísimos!- saludó alegremente plantándose ante ellos.- Mis más sinceras felicitaciones a los ganadores.- dijo haciendo una exagerada reverencia.- Pero ser profesionales no os da derecho a apropiaros de mi idrino. ¿Dónde lo tenéis secuestrado? Es mío y lo quiero de vuelta.- sentenció.

De camino al cuchitril, la licántropo interceptó inesperadamente al grupo. Noel se giró para dedicarle un saludo con la mano cuando ella hizo lo propio y sonrió ante la felicitación para después fruncir el ceño con lo que dijo a continuación.
—¿Saren sigue sin aparecer? ¿En la Sede no lo ha visto nadie? —preguntó extrañado—. No hemos vuelto a saber de él desde el día que lo invitamos a comer, unos días antes del inicio del torneo. ¿Cuándo y dónde fue la última vez que lo has visto, Karime?
Aquello comenzaba a ser preocupante. Nadie parecía saber donde estaba el selkie y, aunque tal vez él no lo conociese tanto, no le parecía propio de él desaparecer durante tanto tiempo sin dar señales de vida.

Karime frunció el ceño ante la contestación de Noel. La licántropa estaba segurísima que ellos sabrían donde estaba, ya que ella no lo había visto ningún día en la sede y resultaba muy extraño que hubiera desaparecido tantos días sin avisar a nadie.

- La última vez…- balbuceó. Luego carraspeó y se aclaró la garganta.- La última vez que lo vi fue en la Sede, la noche antes del torneo. Habíamos dado una vuelta y luego me dijo que se iría a la taberna a tomar algo. Me dijo que estaría en el torneo, pero pensé que había preferido quedarse y que luego había pasado los días entrenando con vosotros.- Inclinó la cabeza levemente y frunció el ceño.- ¿Debo preocuparme?

Esa vez si que brincó, deshaciéndose de la incredulidad para pensar solo en el logro obtenido, profiriendo una serie de gritos incoherentes de emoción. Se abrazó a Giz y a Noel, casi olvidando que debía soltarse enseguida, dio vueltas alrededor de Adara cogiéndola de la mano y ofreció un choque de puños a Toima, todo en pocos segundos. “Premio en metálico”, “darnos a conocer”, todo estaba cumplido. No, mucho más que eso, todos los premios habían caído en el cuchitril. Le palmeó la espalda a Noel con fuerza y sonrió hasta que le dolió toda la cara. Todo fueron felicitaciones a continuación, empezó por el draco y continuó por todos aquellos que tuviera cerca que hubieran obtenido menciones o, sencillamente, lo habían hecho bien. El torneo había acabado y el fuego fatuo estaba eufórico. Había disfrutado enormemente del evento y le daba lástima que terminase.

Ya con el premio en mano, la euforia aún no se había ido. Gael no podía parar de pensar en todas las cosas que podría, por fin, comprar. Les debía tanto a todos… pero en especial, le debía un regalo a Wen y otro a Toima. Ya no tendría que escatimar en material para el taller para poder pagar aquellos regalos, y seguiría sobrando. No era cuestión de malgastarlo, ni mucho menos, pero tenía en mente algún que otro capricho, además de poner buena parte para la hucha comunitaria.

Precisamente por ir en una nube no pudo sentarle peor el recordatorio de que ya hacía días que habían acusado la desaparición del selkie, y habían olvidado por completo continuar pensando en ello. Habían sucedido muchas cosas esos días, era cierto, pero también era inexcusable no haber preguntado también a los habitantes de la sede. Si ni siquiera ellos sabían adónde había ido… ¿no era, efectivamente, un poco preocupante?
―Supongo que no le gustará mucho si nos estamos preocupando por nada, pero habrá que rastrearlo. Ya lo entenderá si eso, no nos íbamos a quedar tranquilos si no lo hacemos.

Si se había ido de excursión sin avisar, habían pasado demasiados días incluso para adentrarse en un mundo vinculado. Por un lado, el fuego fatuo quería creer que se equivocaban al preocuparse, que aparecería enseguida riéndose de que se preocuparan. Pero estando en la ciudad que estaban, incluso si era Saren, estar a salvo no era ninguna garantía.
―¿Vamos? ―No estaban muy lejos de la taberna.

Sigue en la Taberna del Mago Tuerto.

Adara, Jack y Vac eran los encargados de ejecutar la parte del plan que consistía en eliminar al tipo que estaba interesado en la piel de Saren, al mismo tiempo que el otro grupo se encargaba de rescatar al idrino. El hado conocía bien el lugar, y mas o menos se hacía una idea de donde debían preguntar, por lo que informó a los otros dos y decidieron separarse, acordaron reunirse algo mas tarde en un puto predeterminado de la red de túneles.

La tarea era sencilla, solo tenían que preguntar en diversos tugurios si alguien sabía donde comprar una piel de selkie, tratando de no dar demasiados detalles, pero que fuera fácil no la hacía menos tediosa. Tras varios intentos frustrados, el griego dio con algo, y tras seguir un par de indicaciones, Vac encontró a tipo con mala pinta que le habló de alguien que estaba a punto de adquirir lo que andaba buscando. Todo parecía apuntar en aquella dirección, y tras pedirle las señas al hombre, el griego se encaminó hacia el punto de encuentro.

Fue el primero en llegar, pero no tuvo que esperar demasiado antes de que los otros dos aparecieran.
—Creo que tengo algo —les informó—, pero no es fiable al cien por cien. ¿Vosotros habéis tenido suerte?

Había estado aquí pocas ocasiones, buscando cosas puntuales. Como habíamos acordado, nos separamos para buscar y nos reuniríamos más tarde. Estaba acostumbrado a pedir ingredientes raros tanto para alquimia para Erika o para hacer prendas con ciertas propiedades, así que tenía la excusa perfecta para andar buscando una piel de selkie. Así, tras un rato de idas y venidas, acabé enterándome de que, en efecto, alguien estaba a puntito de conseguir una. Tuve que regatear para conseguir las señas, lo cual hizo menos aburrida la faena.

Al final conseguí la información, así que me reuní con los demás.
—Algo tengo. Casi me cuelan un sapo volador a cambio de la información... ¿Y vosotros?