El Cuchitril

¿Eh, qué? No entiendo nada, ¿para qué me sigue? ¿Y la mano en el hombro? ¿Quiere algo? ¿Qué pasa? No lo pillo si no dices nada, Noel. ¿Lo del pelo?

—Ah, ya, claro que no la tiene —solo la que le quiero dar yo a veces. No entiendo nada, no pasa nada—. No se la estaba dando, solo me dio un poco de corte el desliz. Nada más.

¿Y esa risita nerviosa? No sé de dónde ha salido. No pasa nada, no pasa nada. Vamos a seguir con la carne, que aún hay mucho que preparar.

Adara parecía desconcertada, pero no tenía forma de saber si fingía o no. Era cierto que podía ser bastante cabeza hueca a veces, pero en aquel momento al sueco le estaba costando discernir su auténtico estado de ánimo. De todos modos Gael había sido demasiado sutil y quizás era por eso. El draco, no obstante, creía que sería mejor ser más directos en aquel caso. Se apoyó contra la encimera y se cruzó de brazos.
—Aun así, Adara… ¿Estás bien? Se te nota rara. Sabes que puedes contarnos lo que sea, ¿verdad?

—¿Me notáis rara? —¿Para qué me saca ahora eso?— Tuve unos días un poco malos, pero estoy bien, de verdad.

»Ya sabéis, la vida sigue, no podía tirarme en la cama para siempre, ahí dejándome y comiéndome la cabeza. “¡Tengo que superarlo!”, me dije. No pasa nada, de verdad. Si pasara algo os lo diría, claro. Ya estoy bien, todo está bien ahora, de verdad.

Calla ya, estás haciéndote sonar como una loca. Y cómo digas “de verdad” una vez más te doy.

No pasa nada, todo está bien.

Gael se preocupó bastante al escuchar la respuesta de Adara. Pensó que tal vez no debía haber dicho nada, o que ese no era el tema que tenía que tocar, pero por suerte Noel fue más concreto y trató de enderezar las cosas. Aunque, al final, no consiguió mejores resultados. Adara estaba mal, eso saltaba a la vista y lo hacía desde aquella pesadilla horrible.

Aunque ya era hora de dejar atrás aquellos temores y la mala época general, Adara parecía ser a la que más le estaba costando. Era extraño en ella.
—A lo mejor nos equivocamos al asumir que podías superarlo tú sola. Quiero decir —se corrigió al momento—, que lo único que hicimos fue intentar sacarte de la cama y a la calle, pero no hemos hablado sobre lo que pasó. Si quisieses… aquí estamos. Solo eso. Sabemos que eres fuerte, de sobra, pero hay cosas que son más fáciles cuando no las hace uno solo.

Gael también se había puesto un poco nervioso. No quería que la ángel negro volviese a reaccionar como antes, y si de verdad le molestaba que intentasen ayudar, acababa de meter la pata hasta el fondo.

Por un instante, me detengo a medio cortar. ¿Qué les pasa ahora a estos? No pasa nada, todo está bien ahora. Ya salí de la cama, y fue gracias a ellos.

—No sé de qué habláis. No hay nada que hacer.

No pasa nada, todo está bien. Sigo cortando. Este pedazo se resiste un poco, me pregunto si hará falta afilar el cuchillo. A veces es tan difícil cortar, y a veces se pierden brazos como si nada. Pero ya está, ya vuelvo a tenerlo, y he salido de la cama, y por eso todo está bien. Pero no, tengo que sonar idiota, borde y cagarla por gilipolleces. Vuelve el nudo en el estómago, las manos me sudan y el cuchillo me resbala en ellas. Y ya no puedo ni cortar en condiciones. No, no, otra vez no. Y ni siquiera sé yo por qué. Y si no sé yo por qué, ¿en qué me podrán ayudar?

Está claro que es inútil, soy inútil. Dejo el cuchillo, me voy a mi cuarto. No quiero que me vean así, no quiero. Pero no puedo ni hablar y decirles que no pasa nada, que me apetece descansar un rato de la cocina. Solo eso, nada más. Soy patética.

No pasa nada, no hay nada que hablar. Nada está bien.

Wen le sonrió de vuelta a Noel e indicó a Virgo cómo tomarse las muestras que Giz le había solicitado ya que parecía algo confusa con el procedimiento, pero cumplió sin objeciones si aquello le iba a conseguir el cambio de color. Distraída como estaba, Virgo no se percató de la incomodidad de Adara, pero Wen sí. La vouivre frunció el ceño ante el apuro del ángel negro, pero dejó que fueran los demás quienes descubrieran qué le ocurría mientras ella le enseñaba la casa a Virgo. No es que no estuviera preocupada por ella, pero en ese momento estaba a cargo de Virgo y no podía dejarla sola al menos hasta que le enseñara su habitación.

Empezó enseñándole la planta baja y el patio, indicándole en qué dirección se encontraba el taller de Gael y presentándole por el camino a todos los animales que habitaban en el Cuchitril. Ciertamente fue divertido ver la indiferencia de Odín hacia la novedad y compararla con la efusividad y excitación de Ornlu, quien aunque había crecido y madurado, todavía seguía siendo un cachorro en el fondo. Luego subieron a las habitaciones donde la vouivre le fue nombrando a quién pertenecía cada una sin entrar en ninguna de ellas y finalmente bajaron al sótano, donde Wen había habilitado una habitación para Virgo.

- Y esta sería tu habitación. Hemos intentado que sea lo más cómoda posible, pero si tienes alguna idea sobre cómo adaptarla mejor a ti o algo que necesites no dudes en decírmelo. Voy a dejarte para que te vayas instalando y acomodando. Yo te espero arriba para que Giz pueda hacerte el cambio de color y luego podemos ir al mercado. Yo necesito algunas cosas y seguramente tú querrás algo más de ropa que esa túnica y necesitarás algunas cosas. No tiene por qué ser todo ahora si todavía no te has hecho una idea de las cosas que quieres, pero podemos ir cogiendo algunas cosas. De todas maneras, si te parece demasiado pronto o tienes algo de hambre antes de ir, podemos tomar una rápida merienda antes. Yo suelo merendar té y pastas o tostadas, pero tú puedes elegir lo que quieras. Por lo demás, no empezaremos el trabajo hasta mañana- le explicó tranquilamente y luego se despidió dándole la bienvenida al Cuchitril.

Una vez Virgo estuvo segura de que se había quedado sola, se derrumbó sobre la cama que a partir de ese momento había pasado a ser suya. Se había resignado tanto a que su destino iba a ser nunca tener voz que no se le había ni pasado por la cabeza la posibilidad de que le comprara alguien que le diera algo tan simple y a la vez tan grande como la capacidad de elegir. Ella ya se veía eternamente sin voluntad y ahora iban a cambiarle el color del pelo al que ella quería, le iban a comprar cosas para ella sola y le habían invitado a té. Virgo no quería confiarse demasiado, pero solo con que aquel trato se extendiera por unos días más, ella ya se daba por satisfecha. De todas maneras, no le parecería extraño si aquello cambiaba en los próximos días. Era bastante surrealista teniendo en cuenta su experiencia.

Wen esperó en el salón a que Virgo subiera. Aunque tenían cosas que hacer había decidido darle ese tiempo para que pudiera adecuarse a su nueva casa. Seguramente todo era demasiado y le vendría bien un momento sola para respirar. Mientras tanto le preguntó a Noel y a Gael sobre Adara y ellos le explicaron un poco lo que había pasado aunque ella no había dicho demasiado, pero estaba claro que todos sospechaban que la razón era lo mucho que le había afectado el sueño. Wen esperó poder ayudarla de alguna manera al igual que a ella Melodes le había ayudado.

Cuando Virgo subió por fin poco después, la británica le guió hasta donde se encontraba Giz para que este hiciera, literalmente, su magia.

Fucking. Shit. Al final salir me ha ayudado a calmarme. Oigo la voz de Noel, pero… No es el momento de girarme y encararle, no ahora. Primero debo organizar un poco el cacao que tengo por cabeza.

Esta vez la he liado pero que bien liada. No es la primera vez que tengo un arranque de esos en combate, pero nunca hasta el punto de ser incontrolable. Y no ha sido que la situación fuera especialmente dura, hubiera podido perfectamente acabar con esa guerrera en cualquier condición. ¿Cuáles son las mías ahora? Creo que está bastante claro que… No…

Respira, Adara, respira. Muy bien, ahora.

No son normales. No estoy bien. Lo he sabido desde el momento en que me desperté de la pesadilla. Algo pasó allí que me afectó más de lo normal, aunque no tenga ni la más remota idea de qué es realmente. Creo que lo propio sería que me tirara por ahí y llorara ahora que finalmente me he dado cuenta de mi situación. Pero, en realidad, solo estoy cansada. Mucho. Quiero volver al cuchitril, tumbarme en el sofá durante unas horas y luego… ya veré. Supongo que Noel querrá hablar un rato. Creo que me puede ir bien.

Aterrizó cerca de la vieja posada y se encaminó hacia allí sin prisa, dejándole tiempo a Adara para que se acomodase. Al entrar la vio en el salón, tirada en el sofá. Aunque su postura reflejaba su estado de ánimo, que estuviese allí no era tan mala señal. Si se hubiese aislado en su cuarto habría tenido que pedir permiso para hablar con ella y a lo mejor se hubiera mostrado poco receptiva como hacía unos días atrás. Si se había quedado en una zona común el draco lo interpretaba como que no rechazaba la compañía.
—Voy a preparar un par de infusiones, ¿cuál te apetece? —Preguntó primero antes de dirigirse a la cocina.
Tras preparar las hojas correspondientes hizo hervir el agua con magia para no tener que esperar y llevó las tazas de té tapadas a la mesa frente al sofá, además del azucarero. Se dejó caer en un sillón.
>>¿Necesitas hablar de lo ocurrido? Si lo prefieres también podemos hablar de otra cosa —le ofreció.

—Té negro con hojas de… esas de Roca Sagrada, como sea que se llamen —mi voz es débil, pero al menos he conseguido girar la cabeza hacia él.

Muy bien, ya estamos aquí. Debería ir organizando mis ideas mientras prepara el té, está claro que vamos a estar un ratito de cháchara. Lo haría si supiera qué organizar, estoy hecha un lío. Hace unos minutos lo veía todo muy claro, una charla reconstituyente en la que explicaba lo que me estaba pasando y eso… Pero ahora que está llegando el momento, las ideas se me apelotonan en la cabeza como si quisieran salir todas a la vez.

Ahí viene mi té. Y la pregunta. A ver, por donde empiezo.

—Lo sien-

No soy ni capaz de pronunciar las dos palabras sin notar que algo se rompe. Hundo la cara en el cojín. Tengo vergüenza. Yo quería explicarme, pedir perdón, y esto ha sido todo lo que he necesitado para ponerme a llorar como una idiota. Idiota, idiota.

—Casi la cago… —digo entre sollozos, con la cara aún hundida en el cojín—. Perdón, perdón por… Todo, me he portado como… Una idiota. Por culpa de eso… Por mi culpa… No sé qué me pasa.

No había mirado a Adara directamente para no presionarla o incomodarla, pero cuando se cortó a sí misma y por su visión periférica le vio hacer un movimiento extraño no pudo evitarlo. Sollozaba, tratando de ocultar su rostro con un cojín. Dejó su taza de té en la mesa y se levantó para después arrodillarse junto a la ángel negro en frente del sofá. Con cautela posó una mano en su hombro.
—Tranquila, no estoy aquí para echarte la culpa de nada. —Dubitativo al no saber muy bien qué decirle ni cómo actuar se sentó del todo en el suelo pero manteniendo su mano sobre el hombro de Adara—. Pero es evidente que algo no va bien. ¿Querrías contármelo?

Maldita sea, maldita. Ya sé que no me vas a culpar, nunca lo habríais hecho y yo creo que tampoco en vuestro lugar. Pero eso no me hace sentir mucho mejor, para nada. Yo sé que, por no intentar solucionar el problema, por hacer como si nada sucediera, casi meto la pata hasta el fondo en este asunto.

—C-creo que l-lo sabes… lo sab-sabéis  ya —consigo decir entrecortadamente—. Perdón, l-lo siento.

No puedo hablar. Otra vez. Tenéis todo el derecho a estar cabreados, a preguntarme que qué coño hago con mi vida, incluso a pegarme una patada y decirme que no vuelva. Es más, debería ser yo quien se fuera, quien os dejara de avergonzar así, quien… ¡No sé, joder, no sé! No he hecho tampoco nada que tenga arreglo, hostia, ni siquiera algo que tenga que arreglar. No tengo por qué irme, ¿pero me va a ayudar en algo quedarme? Deja de pensar gilipolleces. Tienes que buscar una solución, tienes que dejar de hundirte en el pozo.

—Sabes...

Finalmente, he conseguido dejar de llorar lo suficiente. Mi voz suena ronca y débil y mi cara, que finalmente dejo al descubierto, debe estar hecha una mierda. Pero es lo que hay.

—Algo me pasa desde aquella cosa. La pesadilla, ya sabes. Ojalá supiera yo misma por qué o cómo arreglarlo o dónde está el problema o… Pero no lo sé. No creo que tenga una explicación clara, o igual solo son un montón de pequeñas razones. No sé ni qué hacer en el futuro... No lo sé.

Agarro la mano que tiene en su hombro con la mía propia.

—Creo que necesito hablar con todos… ¿Te importa esperar?

Retengo su mano, el contacto me viene bien. No debería, pero siento que en cualquier momento puedo quedarme dormida. Me quedo mirando a ninguna parte, pensando en nada más que en seguir reteniendo la mano que me apoya.

Finalmente, pierdo la conciencia.

No es que no sospechase lo que le podría estar pasando a Adara, pues él mismo había pasado por algo muy parecido hacía un par de años, pero prefería que la propia ángel negro le explicase con sus propias palabras como se sentía. Cada uno era distinto y no quería meter la pata. Lo último que necesitaba Adara eran mensajes equivocados que la hiciesen sentir peor. Finalmente la ángel negro consiguió componerse lo suficiente como para tratar de explicarse y el draco tan solo se mantuvo en silencio mientras no terminase de hablar.
—No, claro. Esperaremos —dijo finalmente mientras ella retenía su mano con la suya.

Al cabo de unos minutos, constatando que Adara se había quedado dormida, el sueco retiró la mano de su hombro con suavidad y fue en busca de una manta para taparla. Gael y Giz estarían a punto de llegar, así que los esperaría fuera y les explicaría la situación.

Apenas se entretuvieron con el comerciante. Gael estaba más preocupado por Adara que por darle conversación a Kokos, pero no quería que se notase demasiado. Fueron correctos con él y le escucharon, pero no alargaron el trámite del pago más de lo necesario. El fuego fatuo tampoco tenía muchas ganas de saber qué pasaría con Doble y, cuanto menos tiempo pasasen allí, menos ideas se formarían.

Apenas necesitaron ponerse de acuerdo Giz y él, en cuanto pudieron salir de la tienda se teletransportaron al cuchitril, donde Adara y Noel ya debían de llevar un rato. De hecho, al llegar, vieron al draco esperándolos fuera, lo que le resultó preocupante.
—¿Y Adara? ¿Está dentro o se ha ido? —preguntó a modo de saludo. No tardaron en obtener respuestas, y el fuego fatuo puso mala cara. Pero quizá era bueno que Adara explotase de una vez, que se abriese y explicase lo que le pasaba. Siendo optimistas, la situación solo debería mejorar a partir de aquel punto. A pesar de todo, miró a sus amigos para armarse de valor antes de cruzar la puerta del cuchitril.

Giz fue, como siempre, parco en palabras antes de desaparecer de la tienda de Kokos. Como Gael, estaba preocupado y su principal interés en ese instante era volver a la taberna que era su casa. El teletransporte fue instantáneo. Los bajos fondos desaparecieron de su vista y se alzó ante ellos el cuchitril. Noel los esperaba en la puerta y, antes de escuchar lo que tenía que decirles, los pelos de la nuca se le erizaron.

Por suerte, Adara estaba dentro y estaba “bien”; bien en el sentido de que estaba viva y dispuesta a hablar de lo que le pasaba. Estaba dispuesta a hablar de que, precisamente, no se encontraba bien, lo que para Giz era el paso más difícil de dar. Quizás también el más valiente. El goliat esperaba que aquello le diera el empuje suficiente para seguir andando, para alejarse de lo que fuera que rondara su mente y abandonar así la inercia.

Entró a la casa y fue directo al salón, donde se encontró a la ángel negro dormida. Sonrió con cierta tristeza, por verla “tranquila” y se giró a Noel y Gael.

—¿Deberíamos despertarla? —susurró.

…

…

¿Eh?

Oh, vaya…

Creo… Me había dormido. Sí, seguro. Y estaba soñando algo… No sé el qué, pero algo seguro. Agh, qué rabia me da cuando no me acuerdo.

No estoy sola. Claro, me había quedado pendiente… Pero ya hay más gente. Bueno, en realidad faltan unos pocos, pero esto por ahora… servirá. No debería atrasarlo más, siento que es ahora cuando debo hablar. Me siento en el sofá, debería dejarles espacio por si quieren estar más cerca… O algo.

—Bueno- —Ay, mi garganta, que no tengo voz. Pongo una mano sobre el pecho y carraspeo. Menuda forma de empezar, qué vergüenza.

»Probando. ¿Bien? —Ahora me sale. Que iba a decir yo…— Ah, sí. Esto… Que bueno, nada que no sepáis ya. Estaba mal y…  Vaya, sigo estando mal. Me estoy explicando de culo. Lo siento.

No me había dado cuenta, pero mientras hablaba me he agarrado un mechón de pelo y lo he estado retorciendo entre los dedos. Tanto dará.

—Sí, ya sabéis que hubo la pesadilla y pasó lo que pasó y de alguna forma me afectó. Supongo que son esas cosas de sentirse derrotada e insegura de mis capacidades y todo eso… Ni yo misma sé cómo explicarme. Igual necesito unas vacaciones. O igual solo tiempo. O yo qué sé.

Me tiemblas las piernas, no puedo. Trato de respirar hondo y de paso les dejo hablar un poco. No sé, igual dejarse ayudar es bueno y esas cosas.

—Está dormida, por eso os estaba esperando aquí.
Respondió primero a la pregunta de Gael antes de comenzar a resumirles lo que había ocurrido desde que salió tras ella hasta que finalmente cedió al agotamiento en el sofá del salón. Les explicó que no había querido entrar en detalles hasta que no volviesen, pero les dijo también que no era demasiado difícil imaginarse qué le podía pasar. Prefirió no ahondar mucho en ello, no obstante, ya que debía ser la propia ángel negro la que pusiese en palabras exactas cómo se sentía. Acordaron dejar que se despertase por su propia cuenta y entraron tratando de no hacer ruido.

Estaban sentados en la mesa de salón cuando escucharon a Adara revolverse en el sofá. A la ángel negro le llevó varias horas despertar finalmente y no les había quedado más remedio que esperar con paciencia. Cuando la ángel negro se sentó con intención de hablar, Noel volvió al sillón que había ocupado inicialmente.
—Tranquila, tómate el tiempo que necesites —le dijo cuando ella aseguró no estarse explicando bien.
Sabía perfectamente lo complicado que podía ser contar algo así y lo último que necesitaba la ángel negro era presión.

Aunque su explicación seguía siendo un tanto imprecisa y casi parecía que no quería darle importancia, a Noel le bastó para sentir un ardor en el pecho, acordándose de todas las ocasiones en las que se había sentido de forma parecida. Después se fijó en el temblor de las piernas de Adara y la sensación aumentó. El draco se llevó inconscientemente un puño al pecho y dejó escapar una exhalación más fuerte de lo normal. Cuando fue consciente de sus propios gestos trató de relajar su lenguaje corporal. No sabía muy bien cómo responderle. Nunca hubiera imaginado que Adara pudiese sentirse de aquella forma. Siempre parecía segura de sí misma, al menos mucho más que él, algo que había envidiado con frecuencia de ella. ¿Qué habría cambiado para la ángel negro para que en ese momento estuviese al borde de un ataque de ansiedad y expresando aquella clase de dudas?

—Adara, yo… —consiguió encontrar su voz de nuevo, no queriendo prolongar un silencio incómodo y malinterpretable—. Creo que sé lo que quieres decir. Probablemente tengas razón y necesitas tiempo o despejarte. Solo quiero que sepas que no hay ningún motivo real para que te sientas así.
No se vio capaz de seguir hablando, se sentía demasiado frágil tocando aquel tema y temía que si elaboraba demasiado le fallarían las fuerzas. Tras haber tocado fondo y haber podido desahogarse en su momento el draco no había vuelto a sentirse de aquella forma, centrándose en vivir en el momento con sus seres queridos para no volver a caer en ese pozo. Pero sabía que en su cabeza las dudas seguían acechándole día tras día y a veces el esfuerzo para evitar que campasen a sus anchas tenía que ser mucho mayor.

No era de recibo despertar a Adara. Probablemente estaba agotada. Esperaron, sin hacer ruido, a que ella misma diese señales de querer levantarse, y solo entonces volvieron a acercarse a ella. Le preocupaba que volviese a cambiar de opinión y encerrarse en sí misma, pero no fue así, y habló con ellos como había prometido.

Gael no quería mirarla como si sintiese lástima. No era eso, y no quería que lo percibiese así. Lo que estaba era preocupado, pero pensaba que Adara acababa de dar un paso positivo, que reconocer su problema le vendría bien.
—No hace falta que sepas como explicarlo, lo importante es que lo entiendas tú— añadió él—. No te presiones, tómate tu tiempo y haz lo que tengas que hacer, lo importante es que encuentres la forma de superarlo. Sabes que tienes nuestro apoyo, y que puedes alejarte del trabajo o de casa el tiempo que haga falta si es lo que necesitas. Sé que vas a superar este bache, conozco a pocas personas más fuertes que tú —dijo sonriéndole a Adara. No quería decirlo en voz alta, no todavía, pero aquella experiencia seguramente la haría todavía más fuerte en el futuro.