El Cuchitril (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Observamos multitud de casas en la zona de la Plaza de los Colaespina y… lo cierto es que no resulta fácil encontrar un buen lugar, pues los edificios que sí cumplen con los requisitos que buscamos, después por dentro son inhabitables. Caso destacable aquel que parecía ser un candidato perfecto… hasta que me llevé un buen golpe en el culo en el suelto bajo el que pisaba. ¡Y las astillas tampoco perdonan! Y Gael se ríe… “¡No tiene gracia!”, pero no me oye en la burbuja que acaba de crear.

Me llama la atención un edificio grande que veo a un lado de la calle. No tardo nada en señalárselo y decirles de acercarnos a él, aunque algunos ya se habían fijado en él. Dentro del edificio, cuya puerta se conserva en un estado decente –aunque chirría como mil demonios–, encontramos un panorama que, de haber estado en mejor estado, podría jurar con las manos en el fuego que se trata de una posada. ¡Y eso significa muchas habitaciones! Además, es prácticamente toda de pierda. Mientras pienso esto, nos repartimos todos entre el salón, aunque yo no tardo en subir las escaleras para observar cómo está el piso de arriba. Este edificio está muy pero que muy bien, el suelo es mucho más resistente que el de otros edificios y los desperfectos que tiene se pueden arreglar. Las ocho habitaciones de las que consta el piso son más que suficiente para todos, aunque los muebles sí es necesario cambiarlos.

—¿¡Cómo va por ahí abajo?! –grito a los que se han quedado–. ¡Por aquí cumple con los requisitos mínimos de calidad, aunque mejor que por ahora ahuyentemos a los de sanidad!–observo mirando los insectos que recorren los muebles carcomidos.

El rastro de Giz lo llevó hasta el barrio derruido, donde se encontro al asreniano atravesando las ruinas en dirección contraria.
-Por fin te encuentro -le dijo mientras aterrizaba a su lado-. Necesitamos tu ayuda con un problema de proporciones torreónicas... Pero mejor te lo cuento por el camino, ¿listo para un vuelo gratis hasta Letargo?
Casi sin darle tiempo al goliat a reaccionar, agarró a Giz y se lo llevó volando, considerando que este era el modo más rápido de desplazarse al alcance de ambos aprovechando que su amigo pesaba muy poco.

El agotamiento empezaba a hacer mella en el draco, notándose en que cada vez le costaba un poco más volar, aunque él no reparaba en este hecho y debido a la euforia en la que lo había sumido la Luna sus sensaciones lo engañaban creyéndose estar en tan buenas condiciones como hacía varias horas.

Hablando a gritos para hacerse oír por encima del viento le resumió al asreniano lo que tenía en mente sin entrar del todo en detalles, cosa que haría cuando se reuniesen con el resto. Sin embargo su amigo sugirió algo que tenía mucho sentido y por lo que hicieron una parada en el cuchitril.

-¡Toima! -llamó el draco una vez localizó al argos-. Mueve tu oftalmológico culo, vamos a necesitar tu ayuda -le dijo en tono de mofa para después fruncir el ceño cuando vio sus heridas-. Y deja que te curemos eso, te necesitamos entero.
Incluír a Toima en la ecuación haría las cosas mucho más fáciles ahora que se había dado cuenta de algún que otro detalle.

Sigue en el Torreón Letargo.

Toima

El ulterano se encontraba sentado sobre una pila de cadaveres mientras atendia a sus propias heridas como podia, con trapos hervidos, gasas y algun que otro cicatrizante rápido. Miró las inmediaciones, plagadas de cuerpos apilados unos encima de otro, como si se tratara de un lienzo de violencia con trazos irregulares. Pensar tanto le dio dolor de cabeza, pero, se quedó con una cosa, que era una pena que no fumara, por que si habia algun momento para hacerlo y quedar guay, era ese. Se recostó sobre su trono y miró al cielo, con los ojos perdidos, como si esperase que alguien se acercara.
No estuvo muy equivocado cuando un Noel apresurado junto a Giz aterrizaron en el cuchitril. Al principio se sobresaltó pero no se levantó de su trono por el dolor de la pierna. Parecian tener mucha prisa. Fueron directamente hacia él. Noel le contó rápidamente lo que sucedia a lo cual Toima escuchó en silencio. Estaba cansado, pero si le necesitaban en algún sitio, estaría sin falta. Accedió a ir con los demás, pero se negó en rotundo cuando el nórdico le dijo de curar sus heridas.
-Son la prueba de la batalla. Todavia puedo dar mucha guerra con ellas, no te preocupes.-
No tardó mucho en improvisar una segunda muleta y ponerse en pie, muleteando su camino hacia Letargo.
<<Un bicho tan grande tiene que ser un gran trofeo.>>pensó, para a continuación intentar calcular mentalmente cuanto espacio tendria en su habitación si tenia las dimensiones que le habia dicho Noel.

De camino al cuchitril no pudo evitar ir recogiendo todo lo que le llamaba la atención. Muchos cadáveres estaban demasiado desguazados, así que tuvo que hacer un último esfuerzo para escoger apropiadamente. Sabía que le harían falta piezas de repuesto. Llegó al cuchitril arrastrando dos hombres bestia y tres criaturas en buen estado que no identificó, y llevando otras tantas alimañas al azar sobre el lomo del dragón. No podía esperar a deshacerse de aquella carga mental, al estar ante la puerta desposeyó todo y respiró el aire de la ahora tranquila noche, prácticamente jadeando, disfrutando de la lucidez mental que por fin regresaba. Casi hubiera jurado que se había vuelto deficiente mental en la última hora.

Cuando se sintió un poco mejor y hubo averiguado que todo el mundo estaba a salvo comenzó a cargar cadáveres hacia el interior de su taller y metiendo por último el dragón. El edificio había sufrido la batalla y había en el interior huellas que indicaban que hubo alimañas hurgando. Se alegró enormemente de haber tenido el resto de cadáveres en el sótano, cuya trampilla seguía cerrada. Repartió los cadáveres recientes, arregló las defensas mágicas y por fin dedicó un momento a examinar los daños en los que había usado toda la noche. El desastre era como para echarse a llorar. Brazos desaparecidos, o casi arrancados, ojos perdidos, cortes hasta el hueso, una cabeza torcida. Entre todos los cadáveres faltaba carne como para alimentar a todo su grupo de amigos en una barbacoa. Se dejó caer hacia atrás, frenado por su propia levitación y se mantuvo mirando al techo tratando de no pensar en todo el trabajo que aquello supondría, tanto en el taller como en el cuchitril. El desastre lo mantuvo con los ojos abiertos de par en par un rato, hasta que agotado por el esfuerzo de toda aquella noche, la consciencia lo abandonó. Fuera ya empezaba a amanecer.

Se despertó por la mañana, sobresaltado por algún sueño que estaba teniendo en el que se veía rodeado de horrores, reviviendo la noche anterior pero con ese deje absurdo de los sueños. La luz le molestó en los ojos y gruñó cuando volvieron a su mente todos los desperfectos que tenía que arreglar. Se quedó quieto, respirando con pesadez y tapándose los ojos. Prefería seguir dormido un rato más y olvidarse de aquello. Se tuvo que obligar a moverse. Su cansancio no era tanto físico, pero lo demás aún le duraba tras el sueño no tan reparador. Había sido levemente consciente de no estar en su cuarto del cuchitril, pero tanto le daba. Lo que sí echó de menos de inmediato fue a su gata, y urgido por eso volvió al cuchitril para preguntar si habían vuelto Yloh y los mininos. Se encontró primero a Terro destrozado, a Adara a punto de entrar en la cocina, y ya dentro de esta, a Giz dormitando sobre el mesado. Se rio por lo bajo e hizo salir a Adara de la cocina para no despertarle.
-¿Ha vuelto ya Yloh? ¿Y los gatos? –Al recibir la negativa le dio rabia haberlos olvidado allí la noche anterior-. Iré a buscarles, ¿vienes? No está bien abusar. Además me gustaría saber cómo está Nia –añadió preocupado-. Ayer cuando le dejé allí estaba inconsciente, creo… No tengo ni idea de si se despertó durante el viaje.
A partir de lo de la botica la noche anterior era lejana, difuminada, pesada de recordar.

Tras espabilar suavemente a Giz y recomendarle meterse en una cama se prepararon un desayuno rápido y salieron hacia el burdel. Gael no pudo evitar ir echándole el ojo a los cadáveres de la calle, aunque ninguno le llamó la atención tanto como para no esperar a cogerlo hasta volver del burdel.
-Qué asco… -comentó de pasada, mientras daba un puntapie a un ala erguida que le cortaba el paso. No habían hablado aún nada de lo de la noche anterior, casi parecería una especie de sueño de no tener la prueba delante, en las calles repletas de cuerpos y moscas.

Sigue en el Burdel de Dama Espasmo.

Giz había llegado a casa bastante después de que acabara la noche, en mitad de la mañana. Había llegado rendido, tras patearse buena parte de la ciudad para recoger muestras, y apenas había tenido tiempo de llegar hasta la cocina. Se había sentado en una silla con la intención de comer algo, pero antes de lo que quiso darse cuenta, se había quedado frito de sueño.

Despertó solo a medias, un rato después, con Gael al lado, sugiriéndole subir a la cama. Giz decidió hacer caso al consejo del fuego fatuo y echó a andar hacia la escalera. Durante unos segundos se quedó parado frente a esta, sin subir. Tardó todo ese tiempo en darse cuenta de que no estaba usando ningún hechizo de levitación y que no subiría si no usaba sus propias piernas. Suspiró y fue de escalón a escalón con pasos casi sonámbulos.

En cuanto llegó a su habitación, se tiró sobre la cama y la mitad de él que se había despertado se volvió a dormir.

Los rastreadores se han dividido en dos grandes grupos y un par de ellos se han desperdigado en otras direcciones. Cuatro de ellos se encuentran de camino a lo que pienso que puede ser dirección al cuchitril mientras que el otro grupo de cinco se dirige mas al norte que por deducción creo que se dirigen por la zona del burdel. Dos de ellos se dirigen a la par un poco desviados de los que se dirigen al norte mientras que una figura solitaria se encamina a lo que pienso que puede ser la localización de la sede.

Mientras sobrevuelo la ciudad el numero de alimañas muertas no me permite dejar de pensar en las aberraciones mas horripilantes para un posible final de los chicos. "Matt... no pueden haberse muerto... y mucho menos ellos no son tan desgraciados como para morirse sin avisar antes joder..."

Aterrizo con el dragón enfrente de la casa de los chicos y al descender una garra de la figura destroza una especie de cráneo provocando un sonido al crujir que me hace estremecerme. -Espero que estén bien todos- Me digo a mi mismo mientras cierro los ojos para detectar las cuatro figuras de arena dentro de la casa.

Me encamino rápidamente con la túnica algo arremangada saltando criaturas muertas hasta la altura de los peldaños del porche y chasqueo los dedos para que Terro me habrá la puerta pero nada ocurre. En ese momento a mi derecha puedo ver un montículo de arena con forma de pie y otro montón de la misma sustancia  ensangrentada en el suelo. -¿Terro?- Pregunto con la mano en el corazón. -Hijo de mi vida...¿Que te han hecho?- Digo mientras pienso si la misma suerte le ha podido tocar a mis amigos.

Entro por la puerta como una exhalación dejando la puerta abierta dejando a mi dragón de arena en la entrada del porche mientras pregunto al aire en un tono algo alto. -¿Hola?- Digo esperando escuchar alguna voz conocida mientras me encamino al salón. Escucho pasos en la escalera por lo que salgo casi corriendo hacia los sonidos y puedo ver como uno de mis rastreadores ha conseguido su objetivo al encontrar a Giz algo adormilado bajando por ella.

Me abalanzo sobre el y comienzo a tocarle los brazos casi frenético buscando algún tipo de herida mientras no puedo parar de soltar preguntas sobre como están todos, sobre que es lo que han tenido que pasar para estar con el porche lleno de alimañas y sobre el terrible destino de mi queridisimo Terro.

Giz tenía el aspecto de un fantasma al bajar por las escaleras. Pisaba los escalones con pasos pesados, siguiendo al zorrillo de arena que le había despertado. Vio a Matt antes de pisar el suelo de la planta baja, lo que no vio venir fueron sus intenciones de abalanzarse sobre él. Parecía preocupado y preguntaba acelerado sobre un poco de todo.

-Matt...-el espectro le estaba toqueteando en busca de heridas y Giz, todavía adormilado, se empezó a agobiar-. Para, Matt. Estoy bien-trató de cogerle de las manos para frenar su examen-. Estamos bien todos. Solo estaba durmiendo. Terro.. vale, Terro sí que tuvo una mala noche. Pero ya está, solo eso.

En esos momentos bajaba Tania, probablemente alertada por el jaleo que había armado el brujo. Giz la saludó y le explicó lo que pasaba.

-Vamos a la cocina. Seguro que hay alguna infusión para calmar los nervios-<<y café y galletas>>.

Giz lo llevó con él, haciendo un gesto a la nublina para que les acompañara, y le calentó una tila con algo de azúcar. El goliat se sirvió un café con leche y secuestró un paquete de galletas de una de las estanterías para repartirlas entre todos. Adara llegó entonces con malas noticias. Les habló de Elliot y la suerte de final que había tenido. Giz permaneció en silencio, digiriendo la noticia al tiempo que una de las galletas, y acabó por encogerse de hombros.

-Era de esperar-expuso su pensamiento en voz alta en un tono neutro, que no mostraba ni pena ni alegría por la noticia. Giz no tenía relación con ella. Apenas sabía nada sobre Elliot, más allá de que le faltaba la cabeza y le sobraba cierto mal humor. Trabajaba sola y su oficio no servía para hacer amigos. Sin embargo, saber que había muerto alguien esa noche despertó preocupaciones más allá de la dullahan en el goliat-. Oye Matt... ¿No sabrás algo de Nasher, no? -pensar en que Nasher hubiera corrido una suerte parecida le puso nervioso y le produjo cierto desasosiego. <<Ahora entiendo por qué Matt se ha presentado así...>>.

Mientras estoy escrutando el cuerpo de Giz, este me agarra y trata de tranquilizarme diciéndole que todos están bien. Al escuchar estas palabras mi cuerpo suelta toda la tensión acumulada desde que llegue. El goliat se gira mirando a las escaleras cuando otro rastreador baja acompañado de Tania. "Parece ser que funcionan en condiciones." Pienso mientras acerco a las dos figuras a mi lado.

Tania también parece encontrarse en perfectas condiciones por lo que su sola aparición me hace estar mas tranquilo aun. Giz le explica el por que del jaleo y me invita a tomar una buena taza de té para calmar los nervios. Llego a la cocina arrastrado casi por Giz con mis rastreadores pululando por la habitación como si tuviesen vida propia.

Giz me calienta una tila con extra de azúcar y me la ofrece por lo que alzo las manos y la cojo con una sonrisa y agradeciendo el gesto. Mientras le doy un sorbo a la taza puedo ver como el goliat se echa un vaso de café y comienza a bebérselo. "¿Café?¿Por la noche?" Pienso mientras veo a Giz disfrutar de su café con galletas. En el momento en el que estoy terminando mi taza de tila Adara llega seguida de uno de los rastreadores. La saludo y le pregunto sobre como esta pero por lo que parece leerse en su cara algo no va bien.

Mis sospechas se afianzan al escuchar que Elliot ha muerto. Haciendo memoria pude emplazar a la chica de la que hablaba hace cerca de un año en la taberna del mago tuerto. La chica no me hablo en ningún momento pero la ausencia de la cabeza y el humillo que salia de su cuello me hizo recordar mis primeras dudas acerca de mi transformación. Le doy el pésame mas como un acto reflejo que por que lo sintiese de verdad y continuo disfrutando de mis últimos sorbos de tila.

Por lo que puedo observar la chica no era del todo popular entre los presentes por las reacciones de los chicos. Giz entonces cambia de tema preguntándome si se algo de Nasher por lo que miro al fondo de la taza para concentrarme y suspiro. -He mandado doce criaturas como esta.- Hago una pausa alejándome un poco de la mesa arrastrando la silla tras de mi y de un chasquido la figura que acompañaba a Adara sale a correr hacia mí subiéndose en mi regazo. -Aquí tenemos tres.- Les digo mientras comienzo a acariciar el cuello de la figura y moviendo la como si le gustase el gesto mientras intento volver a concentrarme para intentar localizar a las demás.

-Hay cinco de ellos juntos por esa dirección.- Digo señalando un punto en la cocina. -Me imagino que estarán en el burdel. Por que por allí es lo único que conozco que pueda ser- Tras decir esto ladeo un poco la cabeza y continuo hablando mientras los localizo. -Hay dos mas por esa dirección.- Digo señalando un punto cercano al que marque antes. -Luego hay uno por allí algo alejado.- Tras decir esto miro a Giz y le sonrío. -Creo que por ahí esta la sede pero no me hagas mucho caso.- Le digo con la mano en el pecho. En ese momento giro la cabeza mirando a una esquina de la cocina extrañado. -Luego hay otro por ahí.- Digo con un tono algo dudoso. -Pero es raro por que no para de correr.-

Giz respiró aliviado. Su cuerpo se relajó y se apoyó con los codos sobre la mesa. Respiró con profundidad y se bebió lo que le quedaba de café de un solo trago. Entonces, como si la cafeína le hubiera iluminado el cerebro, recordó que podía utilizar el hechizo de localización por genoma. Puso su saco sin fondo sobre la mesa y sacó un pergamino enrollado con un mapa de la ciudad. Después sacó el libro donde guardaba las muestras y buscó las de sus amigos. Había ido pidiéndolas por uno u otro motivo y las había guardado como precaución, pero le faltaba algunas. Entre ellas la de Toima.

Tras asegurarse de que, efectivamente, estaban todos bien (todos los que tenía), se acercó a Tania.

-¿No tendrás por casualidad algún peine con algún pelo de Toima? O alguna camiseta con sangre reciente o...-le enumeró un par de cosas más de las que podría sacar muestras de ADN suyas. La nublina asintió y no tardó en traerle un cepillo de contrabando-. Gracias-y enseguida se puso manos a la obra con el hechizo de localización y un pelo del ulterano-. Parece que es Toima quien está haciendo correr a uno de tus zorrillos. Este argos...-comentó a Matt al final, despreocupado por fin.

Guardó de nuevo todo en su bolsa y se la ató al cinto. Cogió otra tanda de galletas.

Giz parece complacido por mi respuesta por lo que se apoya en la mesa y hace algo que me deja un poco descolocado. Giz saca de su bolsa un pergamino y un libro de su interior y yo me quedo mirando fijamente completamente absorto preguntándome como demonios lo ha echo.

Giz le pide a Tania una muestra de Toima y esta accede a dársela trayéndole un peine rosa del argos. Giz saca una muestra de pelo y comienza a usar el pergamino. Al terminar me dice que es el mismo Toima el que esta haciendo correr a mi pobre pequeño rastreador. Tras comunicármelo vuelve a guardar todo en la pequeña bolsa como si nada y se la anuda a la cintura. "¿Pero que mierda? ¿Donde como coño lo ha hecho?"

-¿Como has hecho eso?- Pregunto extrañado mientras hago que el fennec salte de mis piernas para poder levantarme y acercarme a la bolsa. -¿Como demonios has conseguido que entre todo eso ahí?- Le pregunto señalando su cintura. Giz me mira extrañado y me comenta lo que es en realidad la bolsa y el hecho de que no tenga fondo hace que mis ojos se abran ilusionados y una sonrisa picara se me dibuje en la cara. "Muy interesante esto de la bolsa." En ese momento caigo en que casi todos mis buscadores se han detenido por lo que decido continuar mi camino.

Les comunico mi intención sobre ir a ver a los demás pero gracias a Adara conseguí entrar en razón. -Tienes toda la razón.- Le digo al ángel negro. -Si decís que están bien y que han pasado por tanto hoy es mejor dejaros descansar en condiciones. No creo que estén para muchas visitas- En ese momento cierro los ojos y noto una vibración en el cuerpo al intentar hacer volver a todos los rastreadores a mi posición.

-¿Entonces?- Hago una pausa y toco la bolsa con un dedo pulsándolo. -¿Dices que lo has hecho tu?- Tras la respuesta afirmativa del goliat le cojo las manos apretándola contra mis guantes y le sonrio. -¿Podrías hacerme  una?- La manera de solicitar la ayuda de Giz me izo recordar a cuando le pedía cosas a mi madre. Con ese tono de voz y esa cara había conseguido demasiadas cosas a decir verdad.

-Giz enserio.- Le digo en un tono algo mas serio. -Si puedes hacerme una bolsa así te lo agradeceré durante toda la vida. Me harías super feliz enserio de verdad- Hago una pausa y en ese momento la idea del trueque me inunda la cabeza. -¡Ya se!- Suelto de pronto.-Si puedes hacer una bolsa para mi yo te puedo prometer que conseguiré lo que quieras.-  Me acerco entonces a su oído y le susurro. -Lo que quieras de verdad. Tu pide por esa linda boca que Matt te lo consigue.- Tras decir eso me alejo soltándole las manos y mientras le guiño un ojo le vuelvo a repetir. -Lo que sea.- En ese momento le tiendo la mano esperando a cerrar el trato entre ambos.

-¿Trato hecho?- "Di que si. Di que si. Di que si. Di que si. Pooooor favooor dime que siiii." Es lo único que puedo pensar mientras espero a ver la reacción del goliat.

-Eh... Matt-Giz había estado a punto de decirle que sí desde el principio. No le costaba nada hacerle el favor. Sin embargo, el brujo lo arrolló repitiéndole lo muy feliz que le haría tener una bolsa sin fondo y lo muy dispuesto que estaba a hacer cualquier cosa. Si había algún tipo de insinuación, Giz no la vio. Lo que sí vio fue un filón de oro. Si Matt no hubiera dicho nada, el goliat simplemente se la había hecho gratis. Pero con la oferta del espectro de arena la cosa era mucho más interesante-. Que sí, que sí, que te hago la bolsa sin fondo-dijo por fin-. Y ya que te ofreces... Llevaba tiempo pensando en hacer una visita a Asrena, para hacerme con algún que otro espécimen que me interesa, pero si te parece, puedes hacerme tú ese recado. Estoy seguro de que te sentirás como pez en el agua en el desierto.

Hablar de su mundo natal, lejos de lo que pudiera parecer, ya no traía mucha nostalgia a Giz. Allí no tenía un sitio fijo en el que vivir, había ido de lado a lado con los Mirie Kitade, y el lugar no era nada más que un desierto con un fondo nocturno muy bonito. No había nada que atrajera a Giz, aparte de lo que iba a pedir a Matt.

Subió a su habitación y bajó con un par de libros.

-Creo que estaban por aquí... Sí, mira-había abierto uno de ellos y señaló una imagen a Matt. La de un cactus gordo, bajo y cubierto de puas-. Necesito uno de estos, o semillas-. Siguió buscando y le mostró otra imagen, de unas algas amarillas-. Crecen en algunas lagunas subterráneas de los drunai, ten cuidado que son tóxicas-. Cambió de libro y esta vez le señaló dos páginas, una con un escorpión azul oscuro y otra con un lagarto de colores chillones cuyo cuerpo estaba cubierto de espinas-. Son pequeños y muy escurridizos, pero tú no tendrás muchos problemas con ellos-supuso.

Una vez acabó de explicarle, cerró los libros y se los entregó al brujo. Probablemente los necesitara para informarse mejor sobre lo que le estaba pidiendo y Giz le había dejado las páginas marcadas aposta.

-Que.. ¿Trato hecho?-preguntó esta vez él. Había pedido demasiado como para contar sin más con que el brujo le querría hacer el trabajo aburrido.

Las palabras de Giz fueron música para mis oídos y al escuchar la palabra Arsena ya fue para ponerme a saltar de la alegría. Pero por no parecer mas loco de lo que ya podría parecerlo prefiero cruzarme de brazos esperando a escuchar su contra oferta.

Mientras espero a que vuelva mi estomago vuelve a rugir por lo que me apoyo en la mesa y comienzo a mirar a todos lados intentando concentrarme para localizar a mis rastreadores. Al parecer todos se dirigen a mi posición por lo que respiro aliviado. "Me alegra bastante saber que funcionan tan bien." Me digo mientras miro por el rabillo del ojo el paquete de galletas sin vigilancia.

En ese momento mi mirada se posa en uno de los fennecs que se encontraba pululando por la estancia y le hago encaramarse en la mesa y coger con la boca un par de galletas. Le acerco lentamente hacia mi y extiendo la mano bajo la boca de la figura que en ese momento la abre para dejar caer el contenido miro a las chicas que se encuentran hablando entre ellas y con un movimiento rápido me meto la galleta en la boca y la disfruto. "Que ganas de coger la tortillas de patatas del nuevo. Como no este buena no habrá pasado el rito de iniciación." Me digo mientras cojo la otra galleta de la figura y le pego un bocado.

En ese instante llega Giz con un par de libros y comienza a explicarme lo que quiere a cambio de la bolsa. A decir verdad me hubiera dado absolutamente igual lo que me hubiese pedido. El hecho de que sea Arsena ya me motiva para buscar lo que hiciese falta. Cuando acaba de explicarme me tiene los libros y me pregunta si tenemos un trato.

Dejo los libros en la mesa y le sonrío.  -Pongo una sola condición mas.- Le digo serio al goliat. -Añade ese paquete de galletas a la mitad y acepto sin pensármelo dos veces.- Al terminar mi propuesta me echo a reír y continuo hablando. -Es que te he robado dos y están de vicio.- Digo acercándome a las galletas. -No, pero ya enserio.- Le digo agarrando el paquete. -Me parece un buen trato. Si quieres puedo traerte lo que necesites para hacer la bolsa o si no te lo dejo para que me sorprendas con tus dotes de moda- Digo sonriendo.

En ese momento de la puerta de entrada se cuela una pequeña marea de arena que se vuelve al traspasarla en parte de mi grupo de rastreadores que entran poco a poco saltando entre ellos en la cocina. Uno mas rezagado se mete entre medio de las piernas de Tania y se viene a mi lado rozadose con mi túnica y saliendo al trote con sus hermanos de figura. -¡Vaya!- Digo alegre. -Parece ser que solo faltan tres por llegar.- Al momento puedo ver la superpoblación de fennecs en la habitación por lo que siento que pueda llegar a molestar la intrusión de tantas figuras para los chicos por lo que doy dos palmadas y hago que la figuras me miren fijamente.

-A ver venga que de aquí me sobráis mas de la mitad.- Les digo a mis figuras chasqueando los dedos. -Tu- Le digo a la mas cercana como el que le da una orden a un perro bien amaestrado. -Aquí.- Mientras ordeno esto hago que la figura se encamine hacia donde estoy señalando con la cabeza baja. Cuando el fennec se encuentra sentado a mi lado miro a los demás y señalo la puerta de la cocina. -Los demás. Largo de aquí. A la calle con el grandullón. - Tras decir esto los fennecs se ponen en pie y salen escopeteados de la cocina en dirección a la salida colándose por las rendijas de la puerta.

-Perdonadme por tanta arena de golpe.- Les digo mientras le doy un muerdo a una galleta. -Y sobre todo.- Digo en un tono mas serio. -Os pido perdón por no haber podido estar para ayudaros.- Les suelto de una manera algo apesadumbrada. -De verdad que yo os puedo prometer que no me he enterado de absolutamente nada de lo que ha ocurrido.-

Mientras les explico un poco por encima mis experiencias por el desierto los fennecs rezagados entran en la cocina y yo suspiro. -Bueno mirad lo tarde que es.- Les digo levantándome de la silla. -Mejor me voy yendo ya que mucho tener mitad de espectro de arena pero el tiempo se me escapa como quiere - Les digo estirándome un poco. -Mañana tengo demasiadas cosas que hacer pero intentaré venir a veros.- Les digo mientras mando a los recién llegados fuera. -Decidle a los demás que he estado por aquí y que siento no haber estado esta noche ¿Vale?- Tras despedirme de ellos salgo por la puerta y observo el pie de lo que queda de Terro y suspiro. "Ha caído como un valiente. Una lastima... Si hubiese estado mejor hecho no hubiera acabado así..." Niego con la cabeza y me acerco a mi montura arenosa esquivando bichos muertos. Me encaramo a ella y miro a las demás figuras dispersadas por la zona.
-Nos vamos a casa.- Digo en un tono medianamente alto.  -¡ANDANDO!- Grito a la vez que elevo al dragón y sobrevuelo las calles con los fennecs corriendo detrás en dirección a la torre.


Sigue en la Torre Serpentaria.

Giz soltó una carcajada cuando Matt metió las galletas en el trato y accedió a dárselas. Observó con curiosidad a los animalillos que iban viniendo y acabó decidiendo que Matt había mejorado mucho entre luna y luna. Le había dicho al final que no hacía falta que le trajera los materiales, ya que para probar el hechizo, se había hecho con bolsas con fondo de sobra. Solo tenía que quitárselo a una de las que ya tenía y dársela al espectro.

-Matt, no tienes que pedir perdón por nada. Dentro de todo lo que ocurrió ayer, estamos todos bien-le repitió. La excepción era Elliot, pero ella no contaba en ese momento-. Pero si te hace sentir mejor, estás perdonado de sobra-le dijo en tono serio, a pesar de que estaba intentando hacer una suerte de broma-. Y bueno, que nosotros también nos alegramos de que estés bien, ¿vale?-lo acompañó a la salida y le observó montarse en su dragón de arena-. Vuela con cuidado-se despidió de él y volvió al interior del cuchitril.

Gracias al café y a su descuadre de horarios, Giz estaba lo suficientemente despierto como para ponerse manos a la obra con la bolsa de Matt.

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Acabó de encantar el saquito para Matt con el tiempo justo para dormir un par de horas antes de que saliera el sol y que, como era de esperar, se alargaron un poquitín bastante. En cuanto se despertó, decidió que lo mejor sería dedicarse hoy a cosas que requirieran poca energía mágica, para recuperarse del gasto que había tenido que realizar esa noche anterior.

Por la tarde, decidió hacer una visita al laboratorio y sacó a su primer dragón y un pequeño séquito de cinco hienas con él. El dragón era exactamente igual que el que habían encontrado en los subterráneos, salvo por el tamaño, que dejaba entrever que no era adulto. Fue con ellos hasta el Bastión Palpitante y dejó a todos los animales allí. Aunque Giz sabía que era trampa, había ordenado a las hienas que protegieran al pequeño dragón y había cubierto sus cuerpos con runas y protecciones menores.

De vuelta en el cuchitril, cualquiera de sus compañeros podría encontrarse al goliat sentado a la mesa del salón, olvidándose de cenar y con toda su atención alternando entre un hechizo de niebla mágica y el mapa localizador.

Noel volvió al cuchitril en un corto vuelo el cual finalizó dentro del propio edificio ya que decidió entrar directamente a su cuarto por la ventana. Era bastante tarde y lo más probable era que, agotados como debían estar todos, los demás ya estuviesen durmiendo. Comprobó que no estaba del todo en lo cierto cuando oyó movimiento en la habitación de Giz y meneó la cabeza con desapobración mientras se desvestía. Odin estaba dormitando en una esquina del cuarto y tan sólo abrió un ojo para volverlo a cerrar cuando el draco irrumpió en la habitación. Se acostó pensando en si el día siguiente les concedería el descanso que muchos necesitaban y si todo volvería a la normalidad o las conversaciones consistirían todavía en una sucesión de prolongados silencios raramente interrumpidos. Sacó el mp3 de Vac del bolsillo de la gabardina para observarlo un instante antes de volver a guardarlo. Seguía teniendo ganas de ponerse a escuchar música cuanto antes, algo que había echado mucho de menos desde las primeras semanas en la ciudad, pero no quería correr el riesgo de quedarse dormido con los cascos puestos y cargárselos. Efectivamente, el cansancio se apoderó enseguida de él una vez se tumbó en la cama y apenas fue consciente del pequeño peso que se depositaba a los pies de la cama justo antes de caer profundamente dormido.

Había dormido relativamente pocas horas, pero tan pronto se despertó no fue capaz de seguir durmiendo. Optó por levantarse, al contrario que el felino que decidió que era demasiado temprano como para abandonar su puesto habitual a los pies de la cama y ni siquiera se inmutó y bajó a desayunar. Durante el trayecto se fijó por primera vez en los destrozos que se habían producido en el cuchitril a consecuencia de la locura en la que la luna había sumido a la ciudad hacía dos días. Por suerte su hogar no había resultado tan dañado, pero aún así requeriría que le dedicasen tiempo a repararlo a corto plazo, cosa que en aquel momento hizo suspirar con fastidio al sueco.

Se hizo un desayuno consistente en unas tostadas y un bol con cereales y trozos de fruta, pero no hizo más que para él mismo, no sabiendo cuando se iban a levantar los demás. Sacó el reproductor de música y se puso los auriculares. Como había estado estudiando su idioma, consiguió leer con dificultad algunos de los títulos por los que iba pasando, sintiéndose extraño intentando descifrar de aquella manera un alfabeto que había utilizado durante toda su vida antes de ser cosechado. No pudo reprimir una sonrisa cuando una canción de sobra conocida para él comenzó a sonar. Hacía tanto tiempo que no escuchaba música de aquella forma que por unos instantes le pareció trasladarse a la cocina de su casa y que había sido su madre quien le había preparado aquellos cereales, un pensamiento que le transmitió una incipiente nostalgia que pronto se sacudió de encima con una carcajada interna. A él no le pegaba sentirse de aquella manera, pero lo achacó al tema de conversación que había surgido la noche anterior mientras hablaba con su hermano.

Mientras desayunaba en solitario, disfrutando de la música, pensó nuevamente en su determinación por aprender a tocar la batería. Tenía que pasarse más tarde por el burdel para seguir hablando de ello con el hado y después ver a Wen. Al pensar en la vouivre se acordó de las apuestas, ya que ella le había ganado una hacía ya tiempo y ahora ya podían conocer los resultados de las que habían hecho con las vidas de los cosechados. Él ya se había hecho una idea mental de cuantos fallos podía llegar a tener, y estaba casi seguro de que había logrado perder tal y como quería, pero aún debía comprobarlo. Con el bol de cereales en la mano, salió en busca del trozo de pergamino donde habían anotado las apuestas de todos y algo para escribir. Se sentó a la barra una vez lo obtuvo, haciendo recuento de vivos y muertos y anotando los fallos y los aciertos de cada uno. Sonrió con satisfacción al comprobar que efectivamente había perdido y tuvo que reprimir una carcajada al revelarse que el ganador había sido sorprendentemente certero a pesar de sus, en su opinión, excesivamente optimistas apuestas.

Se encontraba tratando de adivinar qué clase de castigo le impodría alguien como él cuando oyó a Gael a sus espaldas. Se giró en el taburete y le extendió el pergamino con los resultados, colocándoselo frente a su cara mientras esbozaba una sonrisa burlona.
-Adivina quién ha ganado.
Al momento se dio cuenta de que tal vez había tenido muy poco tacto teniendo en cuenta el estado de ánimo del chico la tarde anterior, aunque decidió no retractarse y actuar con normalidad. Dudaba que el fuego fatuo necesitase hablar de ello nuevamente, y mucho menos con alguien como él a quien el hecho no podía afectarle tanto como a algunos de sus amigos.

La noche anterior había llegado tan agotado que aunque vio que no había cena hecha, se limitó a dar buena cuenta de un par de frutas. Guardó los cadáveres recolectados y subió a su habitación a jugar con Pirita hasta quedarse dormido. A la mañana siguiente se despertó antes de tiempo, pero se quedó en su habitación remoloneando, dando vueltas todavía a asuntos que no tenían ya importancia hasta que sintió ganas de moverse y bajó. El único en pie era Noel, que sostenía el papel de las apuestas y se lo señalaba. Sonrió al verlo, habiendo olvidado por completo su existencia desde que el terremoto había aplazado todos sus planes.
-Déjame pensar... Wen, Matt... No sé, anteayer intenté echar cuentas, pero no recordaba bien lo que habíamos apostado. Aunque el perdedor estaba bastante claro.
Se desvió a la cocina cogiendo una fruta y saliendo de nuevo con ella en la boca, directo hacia el papel para curiosearlo.
-¡No! -soltó riendo cuando vio los resultados-. Te debe alguna que otra.
Le dedicó una mirada divertida, que quería decir que estaba deseando ver lo que salía de ahí, cuando se fijó en los cascos que le tapaban las plumas de la cabeza. Los miró de cerca y se dio cuenta enseguida de quién eran.
-¡Enchufado! Esos no se los dejaba a nadie -bromeó, aunque ligeramente celoso, antes de volver a la cocina a prepararase algo más elaborado con lo que completar el desayuno. Continuaron charlando mientras terminaban de dar cuenta de la comida, hasta que Noel anunció que iría hasta la biblioteca a cambiar un libro, y el fuego fatuo aprovechó la oportunidad para acompañarlo.
-Voy contigo, también tengo un cambio que hacer.
Subió rápidamente a por el volumen y abandonaron el cuchitril dejando la planta baja nuevamente en silencio.

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Noel sonrió internamente, satisfecho al comprobar que el fuego fatuo parecía de bastante buen humor.
-Wen todavía no se ha aprovechado de la apuesta que me ganó -comentó cuando la mencionó, divertido-. Ahora tengo acumuladas dos apuestas perdidas, ¿debería tener miedo? -bromeó cuando Gael hizo alusión a las que le debía Matt, el ganador en aquella ocasión.

La conversación derivó en el préstamo de Vac, y Noel apagó el aparato y se quitó los cascos mientras el fuego fatuo se quejaba del aparentemente trato preferente que había tenido por parte del hado con aquel aparato.
-Bueno, ya sabes lo que dicen de los hijos únicos, a lo mejor ahora que tiene un hermano está aprendiendo a compartir. El pobre siempre va a su ritmo, ya sabes -se rió-. Pero yo si quieres te lo presto, no creo que le importe... Y si le importa tampoco pasa nada, que de alguna forma tendré que desquitarme por todas las putadas que no le hice como su hermano pequeño insolente en todos estos años -finalizó con una mueca de diversión.

Mientras su amigo terminaba de desayunar, le comunicó su intención de pasar por la biblioteca para devolver algunos libros y hacerse con algún otro. El fuego fatuo no tardó en apuntarse y ambos salieron dejando el cuchitril tan sólo ocupado con los habitantes que todavía seguían durmiendo.

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