Torreón Letargo (Archivo V)

Sigo en estado de shock, sin saber si lo que pienso está bien o mal, sin poder ser capaz de distinguir entre lo justo y lo injusto, sin reconocer si mi he portado bien o no en mi criba, sin conocer lo que realmente bulle en mí. >>¿Quién soy?<<, esa es la verdadera pregunta, la definitiva, no sé qué va a ser de mí de ahora en adelante, no tengo nada más por lo que luchar que por mis amigos, esa es la única verdad, es el objetivo, en lo que debo centrarme de momento, luego...luego ya veremos qué pasa con mi aspecto y conmigo misma. Así que me obligo a salir, salir de aquel embrujo de confusión que me ha poseído, tengo que cambiar mis reacciones, tengo que poder llevar la situación por mí misma.
-¿Son solo palabras?-le pregunto al parquio con expresión neutra e intentando eliminar cualquier rastro de enfado en la voz- tan malo como no querer estar hecho de Luna, no sé si lo comprenderéis algún día o lo haré yo, pero de momento y hasta ahora no he querido cambiar, no quiero volver a hablar más del tema- me explico cruzándome de brazos y pasando la mirada al brujo esta vez- No, perdona yo, no te lo tomes como reproche, es que...todo esto es tan complicado, tan difícil que me cuesta asimilarlo de golpe.- de hecho aún no he recuperado mi estado del todo, sigo hablando con la mirada algo perdida e imaginándome a demonios surgir del infierno, con sus cuernos y alas inmunes al fuego, con la fiereza del mismísimo Satanás, y no quiero ser eso, no me gusta el nombre, lo detesto con todas mis fuerzas.

Dejo el sobre de té sobre la mesa y aguardo con ganas la llegada del resto del grupo,al fin regresan, y con su llegada viene también una espesa niebla que se cuela en Letargo, cuando se produce la entrada no me sorprendo en absoluto, un “clic” se acciona en mi mente, no es que sienta indiferencia cuando veo al intara tan malherido, simplemente suspiro de cansancio, rutina, ¿Cuándo seré yo la tendida en el sofá o en la mesa inconsciente? ¿Cuánto hay que aguantar más para salir de aquí?, quiero huir, me gustaría marcharme tan lejos y no ver esto nunca más que me asusta que ese impulso sea más fuerte que el de no abandonar a mis amigos, ni siquiera yo me conozco.

Cuando el xolnita realiza su discurso pongo los brazos en jarras y agito la cola levemente, mirándolo a los ojos, y de pronto mi pelo se apaga, volviendo a su estado natural, con la única diferencia que varias lenguas de fuego destellan aún en mi pelo, obviamente sin hacerme daño. Sin embargo este alivio no es suficiente para eclipsar las palabras de Roaxen, descubriendo una nueva faceta de mí consigo controlarme, agotada por la Luna y la situación que el ulterano suele provocar a veces.
-Roaxen, no te lo voy a ordenar, sólo te lo pido, por favor, cierra esa boca antes de empeorar más las cosas. Este hombre no se merece que se le expulse de esta forma, ha hecho por nosotros mucho más de lo que hayas hecho tú nunca, no debería de irse con este mal sabor de boca- ahora continúo mirándolo a él directamente- Gracias por lo de antes, nos volveremos a ver seguro, pero siento decirte que estoy de acuerdo en que deberías marcharte pero no porque seas gentuza ni mucho menos, necesitamos organizarnos entre nosotros, nos vendría bien pensar un poco a solas.
Y acto seguido, como un resorte empiezo a reñirle a Roaxen de nuevo, pero sin alzar la voz.
-Tú ten las pelotas de tocar a Varsai y Devoss y te arrepentirás de hacerlo, no eres el único que ha adquirido armas nuevas así que no empecemos a pelearnos tan pronto, os lo ruego, os recuerdo que hay que ayudar a Sekk- hablo ahora mirando a ambos felinos- así que vamos a relajarnos y nada de amenazas, bien ¿Cómo lo hacemos?, sin tan solo pudiésemos quitar esta maldita niebla...

Rasqa no entendía a Ruth y sabía que no podría razonar con ella en ese momento. Podía imaginarse que le costara hacerse a la idea de lo que le había ocurrido, pero tarde o temprano lo aceptaría. <<El fuego corre por sus venas>>. ¿Quién podría vivir odiando eso eternamente? Para Rasqa la respuesta era clara: nadie. La sensación de energía que le invadía se lo corroboraba; una suerte de cosquillas bajo las escamas le incitaban a moverse, a disfrutar de aquella noche roja. Sentía como si hubiera vivido en un estado latente hasta ese momento. La luna había abierto su cuerpo en la azotea, casi literalmente, y había encendido una pequeña llama en su interior. Rasqa ardía por alimentarla.

El parqio se vio tentado a salir, a cometer una imprudencia de la que creía con seguridad que saldría vivo, pero sus compañeros volvieron y la niebla con ellos, inundando el torreón. Además, con ellos también volvieron nuevos olores y Rasqa se sentía perdido, a pesar de que su sentido de la vista le aclaraba en todo momento lo que pasaba. Parecía que al moloch le hubieran drogado la nariz. Tratando de obviar la confusión olfativa, el parqio se centró en comprobar qué había hecho la luna con el resto de sus compañeros antes de decidir si salía o no.

Confirmó que Varsai y Devoss eran felinos, aunque ya lo intuía. A Roaxen, sin embargo, la luna parecía haberle transformado en un bicho. <<hah, es verdad que saca lo que tenemos dentro>> sonrió para sus adentros. Jace seguía con su cabeza despegada del cuerpo, inexplicablemente vivo. Si había entendido bien, Sigrún había muerto a manos de Sekkeh, que además de estar roto parecía que se le había hinchado el cuerpo; Rasqa no lo recordaba tan musculoso. Por lo demás, tanto él como Irianna eran los únicos que no parecían haber cambiado físicamente, así que Rasqa intuyó que la niebla, que se había colado al torreón de una forma que no era común, debía pertenecer a uno de ellos. <<Kimbra no está>> descubrió también. Esperaba que la krabelinense se encontrara sana y salva.

Cuando Roaxen estalló, Rasqa resopló y lo ignoró completamente para acercarse al lugar en el que reposaba Sekkeh. <<¿Qué clase de pelea han tenido para acabar tan mal?>>. Rasqa se moría de curiosidad por los detalles. Estaba convencido de que Sigrún había perdido de forma violenta y lo único que lamentaba de aquello eran dos cosas: no haber estado presente y no saber jamás en qué se había convertido el humano.

Viendo lo tensa que se ponía la situación, unido a lo incómodo que se le hacía permanecer en una habitación con tanta gente oliendo a sí mismos, el parqio aprovechó la situación para subir a su habitación. Una vez arriba, cerró la puerta y se agitó para desperezarse. Sus pinchos prendieron en llamas entre las sacudidas y el olor de la sangre quemándose le reconfortó. El parqio aspiró con fuerza, disfrutó del intenso aroma y supo qué hacer. Antes, el brujo se lo había negado, pero ahora no estaba ahí. Se acercó a su colchón con una sonrisa curiosa y posó sus nudillos ardiendo contra la tela que lo recubría. Rasqa contempló cómo las llamas se alimentaban y crecían y, de alguna manera, las envidió. Su instinto le pedía más.

Enredo asintió a su petición de que se fuera, no podía hacer nada si nadie lo quería allí y encima uno se ponía histérico. Habían tenido suerte de que el visitante fuese el brujo, un ciudadano de moralidad dudosa no habría dudado en reírse de ellos a la cara y de posiblemente hacerles daño.

-De acuerdo, me iré pero antes... - se acercó a la demonio de fuego y le dijo.- Puedes quedarte la chaqueta por el momento, tiene un hechizo ignífugo anclado así que no desaparecerá. Cuídate - finalizó con una sonrisa que la chica pudo ver entre la niebla. Se acercó entonces a Irianna y le puso en la mano dos botellitas, una más pequeña que la otra.- La grande os ayudará a curar a vuestro amigo, es una poción con extractos de varias hierbas curativas, la pequeña adminístrasela sólo si se despierta y se pone como antes, es un potente tranquilizante. Ambas cosas no tienen ningún tipo de efectos secundarios - durante su relación con Shiz había aprendido a ocultar sus emociones de idrinos pero esta vez dejó que la chica viera la verdad a través de él.- Respecto a la niebla estoy seguro de que tú eres capaz de hacer algo si te lo propones - le sonrió y se dirigió a la salida.

Varsai había preferido ignorar la clara amenaza de Roaxen invirtiendo todas sus fuerzas en su autocontrol, la marcha del extraño la ayudó a centrarse y antes de que abandonase el torreón le cortó el paso. La leopardo quería saber una cosa e intentó decírselo mediante una suerte de bufidos y siseos que el brujo claramente no entendió, por eso recurrió a la telepatía.

"Piensa lo que quieras decirme y yo lo oiré en mi cabeza, nos he conectado temporalmente para poder hablar." la licántropo se asombró de oír al brujo en su cabeza, había supuesto que sólo Jace y la otra chica podían hacerlo por lo obvio. Una voz tímida se coló en la consciencia del brujo.

"Yo... me preguntaba que soy, y si podría volver a mi anterior forma." La preocupación se filtró de la mente de la leopardo a la del brujo y éste no pudo evitar sonreír. Enlazó su mente con la del tigre también. "No te asustes, tu amiga me ha hecho una pregunta que creo que tú también debes saber su respuesta, piensa algo y yo lo oiré."

Sin esperar respuesta del tigre Enredo les transmitió lo que sabía, "Sois licántropos, y podéis volver a vuestra forma original pero no sé cómo tenéis que hacerlo. Tengo una amiga que podría ayudaros con eso." les envió una imagen mental de Karime, "Si os la encontráis hablad con ella." La leopardo emitió algo parecido a una risa y el brujo deshizo el enlace mental. Estaba a punto de salir por la puerta cuando recordó algo.

-Oye chico dullahan, ¿te acerco hasta la taberna? - preguntó acordándose de que el chico había quedado con Estribo.

«Aaaaaay por dios»
Con ambos brazos apoyados en las rodillas en gesto de cansancio, el dullahan decidió mantenerse sin intervenir mientras Roaxen se ponía hecho una fiera. Sabía que de nada sirve razonar con él o tratar de ponerse de parte de Enredo, y no podía culparlos. Después de todo, era un desconocido y sabía que tenía que confiar más en sus compañeros que en él, a pesar de que estuviera deseando que curase a Sekkeh.

Se levantó y alejó mientras le revolvía el pelo a su propia cabeza, con aire distraído. No le hacía falta girarse para ver a Ruth recriminándole al xolnita, o a Rasqa subir las escaleras. Apoyó la espalda en una pared, distraido aplastándose la punta de la nariz con las yemas de los dedos. Al ver que el brujo se le acercaba, bajó la cabeza para atenderle, con un nuevo chute de energía.

«¡Ay va, es cierto! Me estarán esperando...»— echó un vistazo al sofá, donde se encontraban los demás, dejando clara su duda por dejarles así.—«Sssssuuugh... Que coño, vale. Me harías un favor enorme, gracias. ¡VOSOTROS!»

Señaló al resto haciendo un círculo con el brazo, prestando especial énfasis en Roaxen.

«Me voy de copas. ¡Mierda, no! No quería pensar eso. ¡Me... eeh... voy de misión! Necesito que me hagan un tutorial de dullahan y esas cosas. Solo os pido que no le echéis mucho ácido a Sekk en la cara y yo que sé, ponedle una camisa de fuerza por si se le va el pistón.» —centró su atención de nuevo en Enredo, asintiendo con el cuerpo levemente.— «¿Listo?»

???

-Insolentes simios... Se creen la mayor mierda del universo tan solo porque su monstruosidad se ha mostrado en carne.-fue la ácida respuesta de la cizaña a medida que surgia una queja general ante su postura. No le hizo sentir fuera de lugar ser el que estaba pensando en la seguridad de Sekk. Despues de todo, era lo normal en aquel torreón. Parecia ponerse incluso más a la defensiva, mientras se pegó contra el cuerpo inconsciente del intara, ahora dispuesto sobre un sofá.-Buscais solo para encotrar la violencia, pero tan solo la superficial, pues ni sospechais ni dudais. A veces me pregunto porque seguis vivos ya que no haceis más que constantemente caer en tretas y argucias de los demás, no siendo titeres de vuestro propio destino. Llevan jugandosla desde meses y ni siquiera dudais de la nueva ventura... No me extraña que esteis aquí por voluntad propia.-escupió de añadido mientras se arrodillaba al lado del rubio y miraba todavia al intruso, aunque ya parecia que se iba a largar una vez por todas.

No se fue calmando poco a poco hasta que Irianna, algo recuperada, ya mandó imponer algo de orden. Hacia tiempo ya que el ulterano se habia cansado del papel del villano, pero no podia evitar reconocer la facilidad con la cual Irianna calmaba a las bestias, incluso las que ahora lo parecian tambien por fuera. Se permitió un bufido de exhasperación cuando se dirigió a el, pero no dijo más.
Se concentró en Sekkeh. Le tomó el pulso, parecia pausado. Por su manera de expirar y transpirar antes, el xolnita estaba seguro que una taquicardia radical estaba teniendo lugar, pero no era quien ponerse a juzgar y a diagnosticar. Al contacto, la piel del intara se le antojó algo aspera, pero dictaminó que, en aquellos momentos estaba sano, tan solo muy malherido.
Lamentó no haber aprendido magia curativa más avanzada y, fue entonces que se dirigio a Irianna una vez más.
-Irianna, tira esa porqueria y ven. Necesito ayuda con estas heridas.-dijo, mientras aplicaba las curaciones donde veia que podia hacer algo útil.-Me temo que necesitamos magia más avanzada...-musitó.

El alivio que sintió se vio empañado enseguida por la discusión subsiguiente, que para más inri se desarrolló aun delante del desconocido. Irianna casi no podía creer las palabras que salían de la boca de Ruth, puesto que la humana había puesto el grito en el cielo en tantas ocasiones sobre lo poco que se podía confiar en nada de aquella ciudad, pero no sería ella quien avivaría el fuego de la discusión. Las cosas no fueron a mayores, por suerte y, aunque se sintió tentada de rechazarlos, aceptó cortésmente las medicinas que le tendió el brujo. No estaba del todo segura si podían fiarse de él, ya que su actitud le resultaba antinaturalmente desinteresada. Si no había entendido mal habían acudido más personas, ¿por qué no se había ido con el resto? Es por ello que le dedicó una mirada preocupada a Jace cuando afirmó que se iba a no sé qué taberna con el desconocido y trató te transmitirle una petición de precaución con la mirada.

La idrina se sintió tentada a preguntar más acerca de la niebla cuando el brujo la mencionó, pero no sería coherente retrasar más su marcha cuando ella misma le había pedido que se fuera. En cuanto Roaxen se dirigió a ella, una vez Jace y el brujo abandonaron el torreón, se limitó a guardar los frascos en un bolsillo ya que lo último que quería era iniciar otra discusión y se acercó para examinar a Sekkeh.
—No se encuentra en peores condiciones que tú cuando te rescatamos hace tres meses —afirmó—. Ayúdame con hechizos de limpieza y de sanación superficial, voy a tratar de devolver los huesos rotos a su lugar —le pidió antes de comenzar a entonar un hechizo de recomposición.
Cuando el xolnita no estuviese mirando, aplicaría los remedios que le había dado el brujo en caso de que no pudiesen curar por completo al intara. Si veía que no era necesario ya encontraría la forma de devolvérselos a su dueño: no quería deberle nada.

Empiezo a replantearme la idea de aprovechar la situación ahora que mi pelo no está en llamas y recogérmelo para que no estorbe, pero desgraciadamente no es algo para lo que tenga tiempo, ni siquiera sé donde están las gomillas. Me quedo algo paralizada observando el cuerpo del intara humear, la sangre se desliza por su cuerpo y mis ojos por el horror que se cierne sobre él, con la mente en otra cosa a penas le respondo al brujo al marcharse, e ignoro aquellas voces de Jace que se meten en la cabeza, podría decirse que ando bastante confusa entre las acciones de todos, sin saber distinguir entre que problemas tiene cada uno. Pero aunque la niebla me tapa algo de visión si que escucho al xolnita recitando aquella palabra que tanto me pone de los nervios, parpadeo perpleja en su dirección, y como un resorte toda la presión del momento y la Luna se me viene encima, la paciencia se esfuma tal y como lo hace Devoss escaleras arriba.

-Se acabó- le chisto alzando la mano- ya, es que no puedo más, te juro que me he controlado todo este año pero chico es que me sacas de mis casillas, te lo voy a decir muy claro, deja de llamarme...simio.- le digo levantando un poco la voz y cruzando los brazos por encima de la chaqueta que el brujo me acaba de dar, demasiado concentrada en Roaxen ni siquiera me percato de que Jace ya se ha marchado- de veras que lo intento, pero te voy a ser sincera, más de una vez me entran ganas de tortearte la cara a base de bien. ¿Te preguntas por qué seguimos vivos?- emito una carcajada teatral y forzada, notando escalofríos y algo de dolor cuando los colmillos afilados rozan mi lengua al hacerlo- yo me replantearía mejor otra pregunta mucho más interesante...¿Por qué sigues vivo tú?, venga dilo, ya sé, por nosotros. Una cosita más, como vuelvas a decir que estoy aquí por voluntad propia...es que tiene cojones que precisamente me digas eso a mí.- el pelo vuelve a prender- Es impresionante, la gente se vuelve tan desconsiderada cuando olvida lo que hacen por ella, pero que pedazo de capullo eres.- le escupo con las palabras, y conteniéndome por no romperle el morro en aquel instante le quito la mirada, en ese momento solo se me ocurre hacerle daño, todo lo que él me acaba de hacer a mí y es a lo que se ha dedicado casi en toda su totalidad desde que nos conoció a los humanos.- total, no se puede esperar más de un xolnita-. Y acto seguido me arrodillo al lado de la idrina, a la espera de poder hacer algo y de no tener que volver a irritarme en un momento en el que Sekk necesita nuestra ayuda.

Para el instinto recién adquirido del moloch, un solo colchón ardiendo era poco. El parqio fue moviendo los colchones del resto de camas con las fauces y los arrastró al centro de la habitación, donde los fue apilando. Una vez los tuvo todos en su sitio, tiró del que ya había prendido y lo lanzó sobre la pira que acababa de improvisar. Las llamas se propagaron, viajaron por la tela y el relleno mullido, y los ojos amarillos de Rasqa brillaron, emocionados. Aspiró con fuerza y su olfato se despejó. El olor a humo y tela quemada logró eclipsar el resto de aromas y la confusión se desvaneció momentáneamente.


Rasqa se encontraba maravillado, contemplando el serpenteo del fuego cuando el felino naranja abrió la puerta de su habitación. Había despedazado muebles y lanzado ropa a la hoguera para avivar las llamas. Un gesto de hastío cruzó su cara y se agravó al escucharle rugir. <<¿Qué le pica al bicho?>>. Lejos de sentirse amenazado, una sonrisa aviesa surcó su rostro y los pinchos a su espalda se encendieron, ardiendo con fuerza. Rasqa abrió las alas de par en par y le devolvió el rugido desde el otro lado de las llamas. El moloch avanzó en línea recta y, movido por su intuición, se adentró en el fuego, escalando la pira. Las llamas crepitaron a su paso y acariciaron su cuerpo de forma indolora, cálida y agradable. La sonrisa perduró en su cara.

—Cierra la puerta —pidió sin miramientos—. El humo se escapa.

En aquel momento, el parqio se sentía más poderoso de lo que jamás se había sentido nunca. Vivo, fuerte; nuevo. Si el animal que tenía enfrente pensaba que podía competir contra el propio Rasqa, que se había pasado cazando toda su vida, la llevaba clara.

La licántropa observó marcharse al brujo y después decidió subirse a un sillón libre, se tumbó y se tapó con la cola. Se quedó observando cómo curaban a Sekkeh deseando poder hacer algo.

Se quedó absorta en sus pensamientos planteándose lo que significaba poder adoptar una forma animal cuando ella quisiera, nadie la alcanzaría corriendo, ningún monstruo podría atraparla, y si lo hacían estaba segura de que el ser en cuestión tendría que atenerse a las consecuencias. Significaba seguridad.

El rugido de Devoss la sacó de sus pensamientos y en ese momento olió el humo, oyó el crepitar del fuego y se asustó. Si había algo ardiendo ella no podía hacer nada, nada salvo dar aviso. Esperó a que Irianna terminase el hechizo que tenía entre manos y golpeó su cabeza contra su brazo, tiró con urgencia de la ropa de la idrina indicándole que algo iba mal arriba.

Hizo lo mejor que supo por los huesos del intara, aunque a media conjuración su concentración se vio severamente puesta a prueba ya que sabía que algo no iba bien en los dormitorios, donde se encontraba Rasqa. ¿Era aquello… fuego? La idrina no estaba del todo segura, era la primera vez que sentía una llama en medio de la niebla al fin y al cabo, pero era la única explicación posible para la información que le llegaba. Se apartó de Sekkeh justo cuando Varsai llamaba su atención.
—Lo sé… Pero debería ir a buscar a Kimbra, está en la azotea y no se ha movido desde que hemos llegado —se mordió el labio, insegura sobre qué hacer, hasta que su vista se posó en Ruth, que se encontraba al lado del sofá donde Roaxen había depositado a Sekkeh—. ¿Puedes ir tú a ver qué pasa en el dormitorio de los chicos? Voy a ver cómo se encuentra Kimbra y la traeré aquí, después me reuniré contigo allí.

Cuando empezó a subir las escaleras, el humo se hizo visible entre la niebla y la lacustre dirigió una mirada preocupada hacia el cuarto mientras seguía subiendo. Un rugido de Devoss llegó a sus oídos y se dio todavía más prisa. <<El torreón es de piedra>> se dijo. Tenía que comprobar que la krabelinense no se encontraba malherida. Rápidamente subió la azotea en cuanto alcanzó el último piso, conocedora de la posición exacta de la hija de lunas.

Al principio su visión la asustó, ya que su amiga se encontraba completamente cubierta de sangre. Se dio cuenta enseguida de que aquella sangre no podía ser la suya, puesto que había visto el líquido plateado salir de las heridas de Kimbra en más de una ocasión. Se apresuró a limpiar la mayoría de la sangre con hechizos de limpieza y comprobó que no parecía herida una vez libre del fluido. Sus cuernos y sus manos transformadas en garras llamaron su atención, pero no era el momento de detenerse en aquellos detalles. Aplicó un hechizo vigorizante y el efecto casi inmediato que tuvo en la hija de lunas le confirmó que su estado no era grave, dando signos de movimiento.
—Kimbra, soy yo, Irianna… ¿Te encuentras bien?
Mientras esperaba su respuesta, no dejaba de atender a los movimientos del cuarto de los chicos.

Aún con el enfado me permito taladrar a Roaxen con la mirada sin dejar achacarme por ningún momento y haciendo acopio de todas mis fuerzas por no continuar discutiendo, a pesar de que me haya ignorado totalmente, cosa que también es de esperar por su parte. En un acto espontáneo e inconsciente casi estoy a punto se sentarme en una de las sillas pero consigo recordar  lo fatal que podría resultar si lo hiciera, además debe se ser muy incómodo hacerlo con la cola, voy a tener que acostumbrarme a ella, lo quiero o no la nueva extremidad supone algo de peso hacia atrás así que debe de ser un gran reto correr como lo hacía antes, otra pequeño obstáculo más.

La voz de la Idrina me saca de mis pensamientos, una vez termina de recolocar los huesos rotos de Sekk como puede decide actuar y controlar la situación, la cual anda algo desbordada, así que me pide ayuda a mí, y accedo.
-Por supuesto, antes intenté localizarla pero nada de nada- le digo extrañada, preguntándome como es posible que sepa que pasa algo en ambos lugares mientras observo los nuevos y claros ojos de Irianna- iré a ver.

Al pie de las escaleras me paro en seco, notando a la vez un extraño olor a quemado, pensativa e instándome a pensar rápido me deshago de las chanclas para que no  molesten a los nuevos pies de reptil que han surgido con la Luna, chasqueo asqueada y empiezo a subir notando un ligero balanceo a hacia atrás pero logrando mantenerme firme, cuando escucho el rugido de Devoss se me acelera el corazón y no tardo ni tres segundos en encajarme en la puerta, esta despide una serpiente de humo que se va deslizando por el principio de los pasillos. >>¿Pero qué cojones?<<

En realidad podría ser cualquiera pero ahora mismo solo se me ocurre alguien pueda haber quemado por accidente algo, y ese sin duda no es más ni menos que Rasqa.
-¿Pero que estáis haciendo? ¿Qué ha pasado aquí?- ya tengo suficientes problemas como para tener que lidiar con esto, primero llega Sekk malherido a saber por qué, de Sigrún no tengo ni la más remota idea, luego preguntaré por él, y ahora se nos queman los muebles. Pero hay algo que me sorprende al ver la posición de ambos, no parecen querer huir, más bien los gruñidos del holandés parecen ir directamente hacia el parquio el cual parece fascinado con algo, ¿Están encarándose?.- ¡Pero venga salid de ahí!, ¿Qué leches hacéis parados y mirándoos así?- pregunto temiendo que igual se habrían abalanzado el uno contra el otro de no ser porque he llegado a tiempo.- Vamos- vuelvo a decir repasando en mi mente si hay algún hechizo que conozca del que poder poder partir para amainar el fuego, como para rematar la faena una llama danzante se enciende en la punta de mi cola.

En cuanto el hechizo vigorizante la recorrió, Kimbra abrió los ojos. Luego, parpadeó confusa. Por un momento, se encontró desorientada, sin saber qué hacia ahí o qué había pasado, pero en cuanto vio la esplendorosa Luna de nuevo, imponente sobre ella, el recuerdo del horrible dolor volvió a su mente y, con él, todo lo ocurrido aquella noche.

La voz de Irianna llegó clara a sus oídos, como si apenas unos instantes atrás no hubiera sido inundada por un intenso dolor. Sus ojos, de grandes pupilas, colores intensos y ausencia de esclerótica, la miraron. A simple vista, no parecía que hubiera sufrido ningún cambio, pero tampoco podía fiarse de su percepción actual. Su vista volvió a la Luna.

- ¿Te has parado a observar, Irianna, la preciosa Luna que ha aparecido sobre nuestras cabezas? Una promesa largamente esperada y finalmente cumplida. En mi opinión cuenta con una belleza increíble. ¿Tiene Idris lunas, Irianna? ¿Son tan hermosas como esta? En Krabelin hay dos bellas lunas, como ya sabrás. Una plateada y otra dorada. Nunca había visto una luna tan intensamente roja.

Clavó sus ojos en los de Kimbra en cuanto esta los abrió, su esclerótica se había vuelto del mismo color de sus iris… No, más bien era como si sus iris se hubiesen agrandado hasta ocupar todo el globo ocular. El conjunto con las pupilas dilatadas dotaban a la nueva mirada de la krabelinense de un aire inquietante. La lacustre sujetó a la hija de lunas de sus brazos para ayudarla a levantarse mientras escuchaba lo que tenía que decirle. Ante la mención del gran astro rojo, la idrina alzó la vista hacia el cielo empañado por la espesa niebla, que por algún motivo se había dispersado justo para que pudiese observar mejor el cuerpo celeste que aquella noche presidía sobre Rocavarancolia.
—En Idris también hay dos grandes lunas pero no creo que sean tan hermosas como las de Krabelin. Y desde luego la Luna Roja no tiene nada que envidiarles —se mostró de acuerdo.
Lo sentía verdaderamente así. Además, para la idrina el hecho de que la niebla hubiese invadido el paisaje tan solo añadía belleza al ambiente. El fenómeno meteorológico siempre le había gustado, pero desde que se había sumergido en aquel banco de niebla había sido como darse cuenta de que nunca la había apreciado lo suficiente. Aunque todavía no entendía muy bien el motivo de aquellas sensaciones.
>>Deberíamos bajar, Kimbra —se apresuró a añadir—. Creo que Rasqa ha incendiado algo en los dormitorios y estábamos tratando las heridas de Sekkeh —le comunicó.

Rasqa se había quedado dentro de la pira que había improvisado y que llamaba mucho más su atención que los rugidos del tigre cobarde. El fuego le acariciaba el nuevo cuerpo como nadie lo había hecho nunca. El calor era agradable y el humo, un regalo para sus fosas nasales. El parqio no quería pelear, solo que Devoss le dejara en paz, disfrutando de aquel fuego. Pero no solo no se fue, sino que acabó atrayendo a más gente. Por suerte, Ruth también ardía gracias a la luna y el moloch esperaba que participara.

—¡He prendido un par de cosas! —explicó Rasqa eufórico a la recién llegada—.¿No te llama el fuego a ti también? —la pregunta era seria— ¡Ven aquí, Ruth! ¡Acércate! —la pila de objetos ardiendo sobre la que se alzaba el parqio se desmoronó bajo su peso y Rasqa soltó una carcajada ahumada al caer, contagiado de una alegría que no había vivido nunca—. ¿Puedes traer más madera?