Torreón Silente

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

Luci estaba concentrado principalmente en poner un pie delante del otro. Se mantenía lejos de la cabeza del grupo y lejos de la cola, pues tenía miedo tanto de ser el primero en enfrentarse al paisaje como de quedarse rezagado. Aparte de sus pasos también prestaba atención a las tres personas que le habían dirigido la palabra, asegurándose de tener al menos una a su alcance en todo momento. El daeliciano necesitaba nuevos referentes a los que aferrarse.

En cuanto a la fealdad de la ciudad, Luci hacía grandes esfuerzos por ignorarla. La zona por la que avanzaban parecía cada vez más y más ruinosa y los pocos edificios que se tenían en pie eran verdaderas abominaciones. Entre semejante escombrera no tardaron en ver una torre alzarse, claramente nueva y en buenas condiciones pero igualmente horrenda en sus términos estéticos. Por mucho que lo deseara no le quedaba más remedio que aceptar que ese era el posible refugio que había divisado la persona emplumada pues no había ningún otro sitio donde meterse. Se le escapó un gemido lastimero.

La torre (o más bien torreón) era altísima, de piedra gris y salpicada de diminutas ventanitas que auguraban un interior oscuro y frío. El único adorno que tenía era un ¿reloj? Parecía un reloj pero Luci no era capaz de interpretar la hora que marcaba. Tenía un puente sujeto por cadenas sobre un foso. Al acercarse el pelirrosa comprobó con alivio que no había huesos en él aunque olía terriblemente mal. << ¿Es que todo en esa ciudad es desagradable?>> pensó angustiado, cubriéndose la nariz con el cuello del pijama. No sería el primero en entrar, pero tampoco el último, simplemente seguiría al grueso del grupo a pasitos inseguros.

Rápidamente se acercó el resto a ver como estaba y con ciertos aspavientos Alec les dijo que estaba bien, solo una caída tonta. Aceptó la ayuda de Chromsa para levantarse y le dio las gracias a Kahlo por el trapo encantado que se puso en el hombro, lugar donde había aterrizado. No mencionó nada del temblor porque ya había comprobado que solo los sentía él y porque antes de que pudiese volver a abrir la boca un silbido procedente de fuera del torreón le hizo fruncir el ceño. Que desfrunció muy rápido cuando mencionaron que podían ser los del otro torreón.

Adam fue a bajar el puente y más gente salió a recibir a los recién llegados pero Alec se quedó dentro esperando. Se puso el trapo frío por debajo de la camiseta antes de que entrasen.

El primero en entrar fue una mole de casi dos metros más musculoso que Kolja al que Alec echó el ojo de inmediato. De hecho tuvo que hacer un esfuerzo consciente para apartar la mirada de aquel hombre y mirar al resto. Más humanas, dos mujeres pájaro diferentes a Lethe. Alec se preguntó que más tendrían por el torreón y si habría alguien como Lethe, Kahlo, Chromsa, Kradko o Luci, estaría bien saber que no eran los únicos de su especie pasando por la cosecha.

Puso los ojos en blanco con el comentario de Kolja, ¿de verdad era necesario comentar todos los peligros por los que habían pasado? No tenía por qué asustarlos con más cosas terroríficas a parte de las que ellos seguramente habrían visto.

-Me llamo Alec - dijo acercándose a Nery´s y tenderle la mano,- humano escocés. Encantado de conoceros - añadió rápidamente.- ¿Os apetece beber algo? ¿Agua, té, leche? - ofreció como buen anfitrión a los recién llegados.

El chiflido le hizo quedarse quieta en el sitio, buscando en sus compañeros el indicio de que no se lo había imaginado. Bien pensado no tenía porqué ser nada malo, y tal como decía el ochrorio podía tratarse de los macieleros, pero en una ciudad donde reina el silencio cualquier sonido era una alerta. Se quedó dentro mientras otros se encargaban de abrir las puertas, pegando la oreja para comprobar quienes eran. No necesitó escuchar demasiado para comprender que eran los chicos del otro torreón; aliados. Antes de que pasasen dentro se marchó discreta y rápidamente a su cuarto para ponerse algo más decente que unas pantuflas y el pantalón que usaba para esgrima; puede que la varmana ya no tuviese reparos en mostrarse con ciertas pintas delante de sus compañeros, pero eso no se aplicaba a las visitas. Se volvió a peinar con ayuda del hechizo reflectante, se cambió los pantalones por una falda de talle alto, las pantuflas por sus botines y se echó sobre los hombros un chal. No quiso sacar su mantón de manila porque a parte de no abrigar nada no se lo había puesto desde que llegó. Le daba miedo estropear una de sus posesiones más valiosas.

Los chicos ya estaban dentro, a los cuales observó mientras bajaba las escaleras. La decepción de no ver a ningún varmano se mezcló con la incertidumbre de que fueran tan pocos y la emoción de descubrir nuevas especies, o al menos eso supuso por las chicas emplumadas a las que no pudo evitar comparar con Lethe. El resto parecían humanos, y en concreto por el varón tuvo ganas de volver a su cuarto para coger su espada, solo por si acaso. Su aspecto y que fuera con una cantidad tan ridícula de armas le hacía desconfiar, pero bueno, ellos tenían su propia reserva de humanos mastodónticos para intimidar. Cada vez tenía más claro que el diformismo sexual de esa especie era terrible.

—Bienvenidos —sonrió una vez estuvo en su nivel, inclinando suavemente la cabeza—. ¿Vosotros sois los que ayudaron a los de Maciel? Mi nombre es Kahlo, varmana. Un placer.

El silbido le hizo dar un bote en el sitio. Estuvo tan atento como Kahlo a la puerta y las voces y siguió a la varmana escaleras arriba en cuanto dedujeron que se trataba del grupo del torreón que aún no conocían. ¡No podía recibir visitas en pijama! Se arregló maldiciendo. No había podido darse un baño todavía, y por supuesto tampoco había podido hacer el bizcocho que tenía planeado. Por suerte aún podía ofrecerles galletas y algo de pudin de frutas que había hecho para aprovechar el pan duro. Se puso el jersey de su madre a modo de vestido y unas calzas de lana negra sujetas con su liguero. Se peinó como pudo, ayudándose de un par de horquillas para mantener a raya los mechones que enmarcaban su cara y se puso su improvisada gargantilla negra que no era más que una cinta de tela. Cuando estuvo listo bajó a reunirse con los demás.

El grupo parecía estar compuesto prácticamente por humanos, a excepción de dos personas emplumadas. Sus picos le recordaron vagamente a las lechuzas de nieve de su tierra, aunque sus plumas eran de un color menos… bonito. El siguiente más llamativo era un chico enorme y musculoso cargado de armas. En comparación con el resto era también el mejor parecido, aunque de una manera muy intimidante que le recordó a las esculturas de los Jardines de la Memoria.

-¡Hola! -saludó -Bienvenidos. Me llamo Luci, soy de Daelicia. -Alec ya les había ofrecido bebida, así que añadió -También tenemos galletas y pudin si tenéis hambre.

Tenía la intención de mantenerse a la sombra de sus compañeros, protegido, mientras evaluaba a los recién llegados, pero se vio sin querer atraído hacia la chica que estaba hablando con Chromsa. Había pasado desapercibida entre la energía tan imponente que desprendían sus compañeros, pero al verla de cerca Luci se percató de que era realmente bonita. Tenía rasgos finos, sus movimientos eran gráciles, su voz era suave y hablaba al volumen perfecto. Si no fuera por el color de su cabello y su piel podría haber pasado por daeliciana.

Lo primero que hizo fue mantenerse tranquilo mientras inspeccionaba el ambiente. Empezando a captar un poco de que palo podían ir y las relaciones entre unos y otros, con especial interés en el reproche al enorme humano y la reacción a sus palabras por algo que en principio no le había parecido para tanto.  Concluyó seguramente que habría roces como los que él tenía con Toni. Hizo un gesto con la mano del escudo restándole importancia a todo el asunto.
Tampoco paso por alto la mirada de Lethe hacia Maila tras su pausa. Algo pasaba ahí y quería averiguarlo pero no era el momento.

Entró hacia adentro  siguiendo a aquel nuevo ser emplumado mientras se empezaba a quitar el escudo y uno vez allí volvió a echar un buen vistazo fascinado. No lo exteriorizaba demasiado pero sus compañeras y los ojos atentos notarían como la mirada del frivy brillaba de emoción por ver a tantas razas diferentes en un mismo lugar, recordando también las macieleras. Los curiosos bigotes, aquel adorable hocico, las plumas azules, un insecto inteligente, humanos tan anchos como él y con barbas y finalmente aquel pequeño de voz agradable y entero de uno de sus colores preferidos.  Contempló de nuevo aquella visión y por un instante Nery´s no miraba aquel momento, sino al futuro.

Pronto volvió a pasar la mirada por los humanos. Hacía mucho tiempo que no tenía una buena vista masculina, no es que considerara a Toni pero encajaba más en su categoría de mono que de buenorris. Y ahí tenía a dos buenos especímenes y la barba más que tirarle para atrás les hacía más exóticos para él.

«Llevo que te pranchy´x de tiempo sin...»

Tampoco era el momento de pararse a pensar en esas cosas.

Inclino su cabeza cerrando los ojos  en respuesta a Kahlo y con una sonrisa comedida pero confiada estrechó la mano de Alec e instantáneamente confirmo mirándole a los ojos lo que significaba aquel vistazo que le había echado antes. Había sido mirado de mil maneras noche tras noche como para no darse cuenta de aquellas cosas al instante.

Decidió hablar por fin. Su voz era bella, grave y profunda pero muy armoniosa y suave que llenaba la sala fácilmente haciendo que no tuviera que alzarla mucho para hacerse oír.

-La verdad es que un té caliente para alejar el frió sería una maravilla, gracias. Y eso suena delicioso. -Contestó a Luci. Se volvió entonces para presentarse. -Mi nombre es Nery´s. -Declaró llevando la mano de aquellos anillos extravagantes al pecho. -Y aunque mi gente y los humanis sean muy parecidos procedo de Frivowaldanny. -Había pequeños detalles que lo delataban. La combinación de aquel pelo platino con su tono de piel oscuro cobrizo era la más clara pero si alguien se fijaba mucho tanto su lengua como el interior de su boca eran prácticamente negros. -Llevamos en contacto con ellos bastante tiempo ya sí. -Le confirmó a Kahlo. -Y a ser sincero ellos nos han ayudado mucho más a nosotros. -Confesó, después de todo gracias a ellos tenían magia, supieron donde estaba la biblioteca pudiendo salvar a Fleur y por fin habían encontrado un tercer refugio.

Nery´s caminaba relajado pero erguido de manera elegante y tanto aquello como sus gestos le daban un aire noble. Había decidido traer a ese "yo" para aquel encuentro, aquel que utilizaba para las fiestas más importantes. Lleno de dignidad y palabras tranquilas y dulces.

Se quitó el arco, el carcaj y el cinto con las fundas de la cimitarra y la daga y juntándolo todo uso el cinto para atarlo como si fuera un montón de ramas. Listo para echarse al hombro cómodamente, aunque a riesgo de pinchar al de al lado con la lanza. -¿Donde debería posar esto? -Gracias al entrenamiento de Qwara se sentía un tanto seguro incluso desarmado si fuera a pasar algo.

Adam se quedó en el puente mientra uno por uno fueron presentándose mientras iban pasando. Aprovechó para fijarse en sus apariencias y, quitando a los procedentes de otros planetas, los demás tienen apariencias normales pensando si ellos tienen esos síntomas de los que acababan de hablar. Por lo que escuchó parecen ser los de Sendar.

Dedicó una mirada sorpresiva a Kolja por su comentario. Otra vez le pareció inadecuado y se apretó los ojos con sus dedos deseando que lo que ha dicho haya pasado aunque sea un poco desapercibido. Tampoco sabían si ellos lo han pasado igual o peor que los de Maciel y lo mismo podría tocar más de una fibra sensible.

—Yo soy Adam Petrov, un humano. Pasad, nuestro torreón es vuestro torreón—dijo con media sonrisa reviviendo un poco la etapa extrovertida de su juventud, aunque evitó extender su mano ya que le daba cosa.

Decidió esperar a ser el último para hacer la labor de subir el puente. Le sorprendió bastante que aquel aparente humano bronceado no fuese humano al final. Es altísimo y su físico es sorprendente pero quitando la disonancia de color entre su piel y su cabello todo lo demás le parecía humanamente normal.

—Ah, claro. Dame, te lo guardo —se ofreció para dejar en un sitio seguro el exagerado montón de armas de Nery’s, decidiendo posarlas en una esquina que no molestase apoyadas contra el muro del torreón.

Adam prefirió quedarse de pie. Los de Sendar han dicho que se cruzaron también con ese maldito lagarto, ¿acaso esa criatura no tiene un ápice de empatía por nadie? Eso le enfadaba, agarrando una de las mangas de su camiseta con fuerza.

Los habitantes del torreón no mostraron hostilidad, solo desconcierto ante su llegada. No debían de haberse podido comunicar con los macieleros previamente a aquel encuentro. Parecía que los habían cogido a todos en el torreón, aunque algunos se unieron un poco más tarde a las presentaciones. Iemai no sabía si sería capaz de recordar el nombre de todos, pero intentó retenerlos. Los que menos se le iban a olvidar eran quienes tenían un aspecto o una personalidad peculiares, como el chico que empezó a ¿bromear? con todo lo que les había pasado en las calles de la ciudad o la clinger y la enderth. Esta última, además, no parecía llevarse muy bien con el humano, precisamente, y al presentarse había vacilado un instante por alguna razón.

Por suerte el encuentro no se convirtió en algo incómodo. Les permitieron tomar asiento, algo que se agradecía después de haber atravesado media ciudad a paso ligero. Otro de los humanos les ofreció algo para beber, e Iemai tenía sed, pero Nery’s se adelantó pidiendo algo caliente.
—Os ayudaré con el té —se apresuró a añadir tras el frivy para no dar una mala impresión inicial. Por alguna razón Nery’s había optado por usar sus modales de clase alta –aunque su jerga frivy habría sido aún peor– y no quería que sus nuevos aliados malinterpretasen la situación. Miró con una pequeña sonrisa conciliadora a unos y otros, deseando crear alguna clase de vínculo amistoso también con todos aquellos cosechados.

Alyssa se encontraba actualmente apartada en la misma esquina que Adam acababa de utilizar para colocar aquel ridículo montón de armas que había traído uno de los nuevos visitantes y de momento no había hecho nada más allá de presentarse cuando le había tocado.

Habían pasado bastantes cosas en poco tiempo. Apenas había terminado de asimilar aquellos extraños “síntomas” que varios de sus compañeros parecían estar teniendo cuando Alec apareció rodando escaleras abajo, y solo unos instantes después había llegado otra sorpresa más en forma de visita.
Durante la llegada había preferido quedarse dentro y observar a una distancia prudencial, no tanto porque estuviera anticipando ningún peligro sino más por su propia comodidad. Ya había suficiente gente reunida fuera y una vez dentro los dos grupos juntos ocuparon prácticamente toda la sala, lo que llevó a la humana a buscar el rincón donde se encontraba ahora.

Las reacciones de su grupo ante la visita habían sido un poco lo esperable. Chromsa y Kolja habían sido… Chromsa y Kolja, cada uno por lo suyo, y la reacción de Lethe ante el alemán no había sorprendido a la humana tampoco y hasta compartía su opinión, aunque no estaba segura de que ponerlo en evidencia ante gente desconocida hubiera sido lo más acertado.
En cuanto al grupo que había venido: Había demasiadas caras nuevas para asimilar todo de golpe, pero de momento le habían llamado la atención las que parecían ser de una especie de ave, tanto por ser las únicas no “humanas” del grupo, como por la forma peculiar en la que se presentaron.
Y luego estaba el… ¿Nery 's era su nombre? Aunque había dicho que no era de la Tierra no había dado el nombre de su especie. Llamaba demasiado la atención, especialmente cuando por fin decidió abrir la boca. “¿Huma...nis?” Primero la cantidad enorme de armas, ahora eso… Alyssa supo muy pronto que iba a costarle tomarse a aquel individuo en serio. De hecho, ahora que las armas estaban apoyadas a su lado la idea de quedarse en aquella esquina ya no le resultaba tan atractiva.
¿Pero a dónde ir? Sin mucha idea de dónde meterse acabó por seguir a Adam, ya que acababa de dejar las armas allí. Fue en parte por eso que se dio cuenta de que acababa de ponerse muy tenso.

–¿Va todo bien? – Le preguntó cuando llegó a su altura, lo bastante alto para que lo oyera él, pero también lo bastante bajo para que el ruido de las conversaciones lo enmascara para el resto.

Si hace un par de semanas le hubieran dicho que estaría siguiendo al ruso y preguntándole cosas fruto de la preocupación, le habría resultado difícil de creer. Pero, al igual que el resto de gente involucrada, había tomado la decisión de confiar en él, y la mantenía.

Maila escuchó los detalles que le dio Kolja algo perpleja, la cual echó una rápida mirada a algunos de sus compañeros. No hacía mucho Fleur había sufrido graves heridas por culpa de un monstruo que se les había colado en el torreón. Heridas que sin la magia quizás habrían sido mortales. Así que no le hizo especial gracia. Aunque no mostró más signos de ello más allá de la incomodidad inicial.

-Oh, encantada.- Dijo mientras aceptaba el apretón de manos.- Me alegro de que solo hayan sido unos arañazos. Esta ciudad está por desgracia llena de sorpresas. Y de las chungas...- Comentó acomodándose el machete en la funda. Maila asistió a las presentaciones del resto de supervivientes con interés. Sobre todo a la de aquellos que no eran de la Tierra pero tampoco de ningún planeta de sus compañeros no humanos. ¿Cuántos planetas estaban sometidos sin saberlo a los secuestros de Rocavarancolia? Por lo que veía con sus propios ojos había unos cuantos. -Yo un poco de agua, gracias.- Le diría a Alec.

Cuando se empezó a hablar sobre Setenta y Siete la hawaiana se tensó casi por instinto. Tanto ellos como el otro grupo habían tenido contacto con aquel psicópata más allá de la masacre que hizo en la plaza. Y Maila se preguntaba si les tocaría ahora a ellos. ¿Y dónde se encontraba exactamente ahora? ¿ Estaba sobreviviendo solo? ¿Y si era así... cómo? Maila se obligó a quitarse esas ideas de la cabeza. No era el momento.

-No, gracias. No me sentiría bien comiendo de vuestra comida. Con lo que puede llegar a costar conseguirla.- Le dijo a Luci componiéndole una amplia sonrisa de agradecimiento. La hawaiana aceptó la invitación de que se sentaran y ocupó una silla antes de volver a hablar. -¿Tenéis alguna idea de dónde podría estar Setenta y Siete? Si podemos evitarlo mejor...- Comentó con el ceño fruncido, algo preocupada. Quizás se encontraba en algún sitio cercano de aquel torreón si lo habían visto cuando fueron a por comida.

Kolja agradeció a Chromsa su contribución, la verdad es que ha medio camino había notado que estaba causando algo de incomodidad en sus invitados, además de la ya acostumbrada exasperación de alguno de sus compañeros, en especial la pájaro. De verdad tenía que empezar a pensar en si decir lo primero que se le pasaba por la cabeza, no siempre habría un chico nutria extraamable que le salvase el pellejo. Por suerte, a pesar de la incomodidad inicial, la chica humana no se lo tuvo demasiado en cuenta. Sus palabras sin embargo le dejaron con la sensación de que sus invitados si que habían sufrido algo más que unos arañazos, ese "Y de las chungas" le hizo saltar las alarmas.

El chico alto, casi tanto como él, se presentó como Nery's, al parecer de un planeta diferente. Kolja se había fijado más en sus armas que en su aspecto, en un principio, por lo que no había notado nada que le dijese que era alienígena. Pero ahora que se fijaba más en él si que se veían las diferencias. Y que era tremendamente atractivo. No al estilo de Wheem, más trabajado que el chico gato, con una presencia más notable, si dejábamos de lado ese aura que tenían los habitantes legítimos de la ciudad.

El hecho de que en aquel grupo los humanos también pareciese ser mayoría le resultó curioso. ¿Serían simples números? O sea, que la Tierra era el mundo más poblado, ¿O había otra razón?

-Oh, no te preocupes, nosotros asaltamos las bañeras cuando pasan cerca de nuestro torreón- le dijo a Maila, ante sus recelos de comer de su comida.- Ojala poder compartirlo con vosotros, pero por desgracia depende de la capacidad de volar de nuestra compañera- añadió, un poco incomodo por el hecho de no poder ayudarles con eso.

Cuando preguntó por el reptil asesino Kolja se puso más serio. -No lo hemos visto desde hace un tiempo ya, la verdad. En realidad las últimas noticias que tenemos de él es lo que nos contaron los macieleros- dijo, sin querer entrar en detalle, era un tema que solía matar toda conversación y dejaba a todo el mundo cabizbajo y deprimido.

Al mirar al rededor, vio las armas del frivy en la esquina y, como siempre que veía el destello del metal forjado, le entró la curiosidad.

-Hola Nery's- saludó al acercarse- Esto, me preguntaba si podía echarle un vistazo a las armas que has traído, soy herrero de profesión y aunque ya vi en Maciel que al parecer nos dan a todos el mismo equipamiento, siento curiosidad- le pidió.

El primer contacto estaba siendo muy bueno, si bien después de la presentación de Lethe se dio cuenta de que Kolja podría haber metido la pata con su broma, aunque en ese momento Chromsa estaba demasiado emocionado con los visitantes como para haberse fijado en ello. Por ahora todos parecían majos, aunque en especial se fijó en la terrestre llamada Fleur no solo porque estaba dirigiéndose a él sino porque le había llamado la atención. Ya fuera por sus facciones finas o por su forma de expresarse tranquila y un poco tímida le transmitían que era una persona muy agradable con la que pasar una tarde charlando. -Me alegro mucho de que haya sido un paseo tranquilo hasta aquí. Nosotros también teníamos muchas ganas de conoceros después de lo que nos contaron los de Maciel.- le respondió con una gran sonrisa, en parte provocada por el sonrojo de la chica. -Por nuestra parte solo fue un encontronazo un día que no acabó en nada grave, pero es una pena lo que tuvieron que sufrir ellos. Al menos poco a poco están pudiendo recuperarse.- añadió.

Hechas las presentaciones entraron al torreón para poder seguir hablando más cómodamente. Lo primero que le llamó la atención tras acomodarse en el salón fue la sorpresa de que Nery's no era un terrestre sino que venía de otro mundo distinto. Y no solo eso, si no que la impresión que le había dado con todas aquellas armas no le concordaba con esa voz y esos modales tan buenos. Estaba siendo bastante interesante aquella visita, desde luego.

El ochrorio se habría ofrecido a ayudar con el té y los aperitivos pero como ya se habían ofrecido varios  no quería saturar la cocina. En su lugar se limitó a quedarse con la mayoría avisando para los que se habían sentado en los sillones: -Si os hace falta espacio en la mesa para la comida y la bebida podéis mover la figura sin problemas.- También añadió a las palabras de Kolja sobre la comida: -En serio, no os corteis si os apetece algo, hace poco también que coseché parte del huerto así que ahora mismo no hay ningún problema en compartir.-

Poco a poco surgían varias conversaciones distintas y Chromsa por su parte inició otra con Fleur: -¿Y exactamente cómo es vuestro torreón? Creemos que éste es más nuevo, pero por lo demás se parece bastante al torreón de Maciel.- Justo un instante después añadió otra pregunta: -¿Y se han quedado muchos en el vuestro? Es una pena que no hayan podido venir, pero tal vez para la próxima podamos hacer nosotros la visita.- Todo lo preguntaba con un aire agradable y curioso, pero recordando como se había sonrojado hace poco dijo: -¡Uy! Perdona si molesto con tantas preguntas. Es solo que me he ilusionado por conoceros por fin. Es un alivio saber que hay gente buena en esta ciudad.- Al fin y al cabo no quería molestarla.

Mientras tanto, también se había fijado en otra de las chicas del otro grupo que parecía no estar del todo cómoda allí. De momento no haría nada por no molestar, pero sí le prestaría un poco de atención por si era simple timidez del momento o simplemente quería estar sola.

Fleur asintió a las palabras de Chromsa mientras intentaba no desconcentrarse por la cosechada que se llamaba Lethe, estaba claro que aquel grupo también tenía sus pequeños desacuerdos como era normal. Pensó que tenía razón en lo de entrar cuanto antes, no convenía esperar mucho fuera así que se internó dentro de Silente con mucho gusto.

—Oh... —continuó el patrón de algunos de los humanos al decir de qué país venían— humana, de Francia —aún estaba muy cortada por lo imponentes que les parecían algunos, de hecho no habría tomado asiento para no parecer más menuda de lo que ya era pero por educación y modales lo aceptó. Aquella sensación de timidez se incrementó cuando reparó en la varmana, Kahlo. Era muy bonita y su falda junto con el chal le daban una presencia enigmática, las mejillas de Fleur no tardaron en encenderse y tuvo que obligarse a desviar la mirada, también porque el recuerdo de un beso reciente era mucho más fuerte que cualquier perturbación actual— ¿tenéis galletas? —dijo casi sin poder reprimirlo cuando Luci las mencionó, agachó la cabeza algo avergonzada e intentando dejar claro que no es que se las estuviera pidiendo. Le había sorprendido aquello tanto como su color de piel y cabello, la ciudad la había hecho olvidar lo que le gustaba el dulce. ¿Era un chico, o una chica?.

Chromsa volvió a acercarse y Fleur lo agradeció en silencio mentalmente, era más fácil volver a entablar conversación con él al haber hablado en la entrada, y parecía igual de entusiasmado por el encuentro que ella, puede que inconscientemente se hubieran encontrado entre tanta gente por esa misma razón.
—¡No! Es decir...  no te preocupes por las preguntas —intentó tranquilizarle al tiempo que de vez en cuando miraba a Luci al hablar, juntó las rodillas y depositó las manos encima, era su posición cuando se encontraba nerviosa— nuestro torreón parece mucho más antiguo, creemos que en algún momento debió perder las plantas de arriba... también tenemos una armería y un patio pequeño. Las habitaciones son muy grandes eso sí. Estamos... cerca del faro y los acantilados, no sé si habéis llegado tan lejos —con una sonrisa la francesa continuó— se han quedado cinco, cuatro humanos y Pefka, él es de Krabelin —prefirió omitir que del mismo mundo que Setenta y Siete, no los conocía lo suficiente para creer que no le juzgarían aunque no parecía el caso— ¿y vosotros estáis todos o hay alguien fuera? —ya les parecía un grupo bastante numeroso pero preguntó por curiosidad— ¿llegasteis aquí... el primer día? —esta vez también se dirigió al daeliciano sin dejar de sentirse apurada, pero debía mentalizarse de que llegaron a Silente para hablar precisamente y conocerse— nosotros tuvimos suerte y encontramos Sendar al poco de... huir de la plaza.

Ulmara se limitó a repetir su nombre, su pronombre y su procedencia a los que llegaron tarde para escucharla por primera vez. Se quedó sentada en la silla, guardando silencio, y a veces podía dar la sensación de que los estaba escudriñando, o estudiándolos mientras los juzgaba con severidad; pero la realidad era mucho más... hacia dentro. Salir de Sendar le había venido bien, pero volver a encerrarse entre paredes de piedra la retrotrajo. Aunque intentaba permanecer ahí fuera y entender lo que les decían y ofrecían, la cercana se descubría una y otra vez absorta en sí misma, recordando el sueño del que acababa de despertarse; asustada de sus dioses.

Hubo un par de momentos en los que los ojos le amenazaron con llorar de nuevo, como cuando les ofrecieron pudin y galletas. Le sorprendía que pudiesen mantener gestos tan cotidianos dentro de un contexto tan horrible como el que aún vivían y le recordaban a su padre. Se vio obligada a apretar los párpados, con la esperanza de que pareciese que le escocían, y se rascó para alimentar esa farsa.

—¿Puedo coger una galleta? —preguntó al niño colorido cuando supo que había vuelto a mantener sus sentimientos a raya.

En un esfuerzo de mantenerse en el presente, fue uno por uno intentando recordar los nombres que le acababan de decir.

Había mucha gente. ¡Muchísima! Cantidad de caras nuevas, algunos personajes bien llamativos y la gran mayoría le sacaban al menos dos cabezas. Nada a lo que no estuviera acostumbrada después de varios meses en la ciudad, por supuesto. Le daba incluso un poco de corte. Solo un poco.

Muchos se habían puesto ya en marcha para sacar bebidas y algunas galletas, así que ella aprovechó para ir acercando algunas sillas para que los que quisieran tuvieran donde sentarse. Mientras, iba escuchando la conversación que mantenía el resto.

—Síii, nosotros tampoco tardamos mucho en encontrar este torreón —respondió a la tal Fleur—. ¡Hoy estamos todos por aquí! Nadie tenía que salir, así que habéis llegado en un buen día.

Maila no hizo ningún gesto o dijo nada que le hiciese pensar que la reconocía, así que por su parte Lethe seguía considerando que no decir nada era lo mejor, al menos por el momento. Tras aquel suceso inesperado ya no prestó tanta atención al aspecto de los demás, aunque intentaba quedarse con los nombres y sí notó que claramente los había más habladores que otros. Sus compañeros se encargaron de las hospitalidades (por suerte, ya que a ella no se le daba nada bien) y de ir respondiendo a sus preguntas.

El mamífero pomposo que resultó ser de un mundo de nombre demasiado raro y largo para acordarse preguntó por dónde podía dejar sus cosas y la enderth volvió a agradecer que hubiese tanta gente que encargarse de esos pormenores en su lugar, porque lo que le saldría a ella responder era “en la armería de tu torre a ser posible, gracias” o algo por el estilo.

No pudo evitar prestar especial atención a las palabras de la humana de su sueño cuando habló. Claramente era una persona diferente con la que había soñado, por mucho que tuvieran el mismo aspecto. La chica de su sueño estaba como un cachalote y obsesionada con no sé qué del honor o alguna parida que ya había olvidado y la que tenía allí delante en carne y hueso parecía amable y con sentido común.

Suspiró cuando Kolja no pudo aguantar ni cinco minutos para pedir examinar las armas, aunque por otro lado era bastante menos malo que ir al refugio de otras personas con las que no tienes apenas confianza y pedirles ver sus armas nada más llegar. La petición le recordó a ese suceso.

Al parecer el torreón en el que vivían ellos, el marcado como Sendar, sí mostraba claros signos de deterioro.
—Este torreón no aparece en los mapas, pero Maciel sí y parece casi tan nuevo como este —aportó a la conversación. Frunció el ceño—. No sé si se les olvidó marcarlo en absolutamente todos los mapas disponibles o qué lucios.

Amira asintió a los ofrecimientos de comida de sus compañeros, para asegurar a los invitados que no era problema darles. Por ella no era problema ir a por las cestas un par de veces de más si tras compartirla hacía falta más, porque le parecía adecuado no dejarles sin comer.

La verdad es que ver tantas caras nuevas en la Tierra la hubiera dado ansiedad, y aunque no podía negarse que algo nerviosa estaba, también sentía ilusión por ver caras nuevas. Tras las primeras presentaciones Amira se centró más en conocer a los Sendarios: el tal Nery’s le hizo rodar los ojos con su actitud. Su forma de hablar, los anillos, el cómo caminaba. No sabía si era algo cultural o que simplemente era un maldito prepotente, pero después de meses en la situación de mierda en la que estaban aquella actitud le molestaba muchísimo. Por una vez agradeció a Kolja que acudiera a su ayuda para encontrar donde dejar las armas, porque ella no hubiera podido aguantarse las ganas de dirigirse a él como “su majestad” o algo similar con todo el sarcasmo posible.

Una de las humanas del otro torreón mencionó que era francesa, y alzó la cabeza para mirarla con mucha curiosidad. Era preciosa, casi irreal comparada con lo horrible que era la ciudad en la que estaban. «Pero, ¿es legal ser tan guapa?»
—¡Yo también soy francesa! —comentó, y apartó la mirada cuando se dio cuenta de que llevaba lo que parecía una eternidad mirándola (aunque no habían sido más que unos segundos), rezando porque no se hubiera dado cuenta de su mirada.

Por dios, ¿por qué se volvía tan estúpida en contextos sociales? Se apartó un poco de la conversación central, fijándose en la chica pájaro que tenía más cerca. Parecía lejana, como si estar allí no fuera precisamente lo que quería, y Amira podía comprender aquello. A veces tanta gente podía sobrecargar, y parecía que era lo que le pasaba. De hecho, ¿estaba llorando? No era la primera vez que ella lo disimulaba de manera parecida, por lo que no se le escapaba que podía ser una posibilidad.
—Hm… ¿Ulmara? —Dijo, acercándose un poco más para que no todo el mundo la oyera. Esperaba no haberse equivocado de nombre—. ¿Estás bien? ¿Necesitas algo? Puedes salir al patio si necesitas tomar el aire.
Quería asegurarse de que estuviera bien y de que supiera que aquella posibilidad estaba ahí si la necesitase.

Alec notó un buen apretón de manos y cuando sus ojos se encontraron sonrió con ligera picardía. El propio frivy confirmó que no era humano, al estar cerca de él se fijó en que su lengua parecía muy oscura.

-Un té marchando - respondió y se dirigió hacia la cocina para calentar té al que quisiera.- Muchas gracias por tu ayuda - respondió a Iemai cuando se ofreció a ayudar. No es que realmente hiciera falta pero la chica se había ofrecido y no habría sido educado rechazarlo.

Cuando el té estuvo caliente lo sirvió y se dirigió hacia donde estaba Nery´s... con Kolja. Poniendo los ojos en blanco se acercó y le ofreció la taza al frivy y el azucarero con una cucharilla.

-¿Ya le estás dando la lata? - le dijo a su compañero de torreón en tono de broma.- Disculpa, no sabía si lo tomabas con azúcar así que no le echado nada - comentó con una sonrisa y ofreciéndole el condimento.

En el momento en que el frivy desviase su atención al bote le dirigiría una mirada dura con una expresión igual al alemán. Claramente su mirada quería decir "Pírate de aquí" aunque cuando Nery´s volviese a mirar hacia el escocés éste volvería a tener una sonrisa amable en el rostro.

-Y bueno Nery´s, ¿cómo es tu mundo? Seguro que ya sabes todo lo que yo puedo contarte del mío.

La varmana se mantuvo cerca de los suyos, dedicándole un vistazo en detalle a los (auto)invitados. El varón no era un humano, pero el parecido era impresionante. Hubo algo en su actitud y sus gestos que hizo que Kahlo se limitase a sonreír con su respuesta, forzándose a desviar su atención a otra cosa. Le recordaba a gente que había dejado atrás, gente a la que no quería volver, un yo al que no podía volver, tan disonante de su situación en Rocavarancolia. Además, algo diferente tocó una campana en sus recuerdos. El nombre de su mundo... ¿dónde lo había oído antes?

Decidió ayudar con el té. Aprovecharía para hacerse el suyo al gusto, y de paso huir de cualquier conversación deprimente que involucrase a Sesenta y Siete.
—¿Iemai, verdad? —le sonrió mientras recogía lo que habían ido utilizando en la cocina. Había estado observándola discretamente, curiosa por su aspecto—. Hasta ahora no había visto a nadie como tú y Ulmara por la ciudad. Aunque...  tampoco es que hayamos visto a mucha gente —se preguntó si Lethe usaría su tono de “mamíferos” con ellas también, guardándose la risa para sí—. Tenéis unas plumas muy bonitas. Está bien variar un poco entre tanto humano —bromeó por lo bajini antes de acercarse a la mesa.

Irónicamente, era una humana quien más le atraía el ojo. Tenía muy claro que las pieles blancas no le gustaban, no solo por relacionarlas a su secuestradora sino por simple preferencia visual, sin embargo aquella chica era una muñequita de porcelana, tan linda que no se le habría ocurrido una paleta de colores mejor para ella. Parecía sacada de un cuento. Tomó asiento antes de quedarse atontolinada, removiendo su taza en silencio para enfriar el té y no interrumpir el flujo de la conversación.