Puente del Abismo

Después de girar unas cuantas calles llegue a un socavón en la tierra, no podía seguir adelante así que me derrumbe sobre una pared y me deje resbalar hasta acabar sentado en el suelo.

Sentado recogí mis piernas y las apreté contra mi pecho como si de un escudo se tratase, y deje fluir mis lagrimas y mis recuerdos, los recuerdos se abrieron paso como si de cristales se trataran, cristales que se estuviesen clavando en mi cuerpo y quisieran llegar mas adentro.

Pase un par de minutos sentado allí, pensé en como me había ido:

<<Seguro que se pondrán furiosos cuando vuelva>>- pensé con sonrisa triste.

Deje que el dolor saliese y que mis lagrimas lavaran esos recuerdos para volver encerrarlos en mi interior.

Una voz suave llego hasta mis oídos mientras las lagrimas bañaban mis mejillas, decía palabras muy ciertas, cada palabra era un calco de mis sentimientos, tanto que llegue a pensar que me lo estaba inventando, que solo estaba en mi cabeza. Pero no era así, esa voz me entendía, era como si el dueño de la voz hubiera pasado por lo mismo que yo, tenia razón, en todo.

Me fui levantando mientras las palabras hacían efecto en mi, y me acerque lentamente hacia la hendidura en el suelo, mientras las palabras seguían llegando mi cuerpo reaccionaba solo, como si estuviera respondiendo al canto de una sirena. Llegue al borde mientras la voz decía "Solo un paso. Luego, nada".

Iba a dar ese paso, tenia que librarme de todas las cosas malas que me habían pasado, pero cuando estaba levantando el pie un recuerdo brutal paso por mi mente recordándome mi terror hacia las alturas, y ciertamente no se veía el fondo, caí sentado hacia atrás, con el hechizo medio roto, esos instantes de reflexión me salvaron la vida.

Pensando en todo lo que había hecho me di cuenta de que la voz tenia razón, me habían salvado la vida, y les había pagado de una forma muy pobre, puestos a recordar ellos me habían acogido y yo les estaba despreciando, aun con todo la voz no tenia razón en una cosa, estaba seguro que aunque me tirara ellos me recordarían, aunque fuera de mala manera.

<<Tengo que disculparme, por todo lo que les he dicho, por como les he tratado, debo pedir perdón >>, y con este pensamiento floreciendo en mi cabeza me arrastre lejos del borde y solo entonces me puse en pie, resuelto a irme dije en voz alta:

-Gracias voz, seas quien seas, me has ayudado a ver lo importante, he sido yo quien ha empezado esta cadena de odio, únicamente cuando quería terminarla, he sido un tonto.- Y después de estas palabras cirro de vuelta al torreón girando por las mismas esquinas por las que había ido, poniendo especial atención en los lugares no fuera a tropezarme con algo, especialmente por que el sol estaba comenzando a declinar.

<<Otra tontería mas que hago hoy, he vuelto a salir solo, Atol se pondrá furiosísimo>>

Sigue en el Torreón Letargo.

El grupo siguió trabajando en la botica después del descanso, pero al poco rato se vieron interrumpidos por la llegada de Nasher, quien estaba visiblemente nervioso. Noel se acercó preocupado mientras Giz inquería al otro asreniano y escuchó las palabras de Nasher en silencio. Mientras Giz intentaba tranquilizarlo, el resto del grupo se puso de acuerdo sobre qué hacer. Unos pocos irían hasta la Sede y desde allí buscarían el rastro de Aníbal, el propio draco incluído. Se despidieron de Vac y Wen, quienes volvieron al burdel por diversas razones. Antes de que se fuera, Noel le dirigió una mirada significativa a Wen como queriendo decirle que no se olvidase de que volvería a aparecer por allí esa noche.

Pronto se pusieron en marcha hacia la Sede, y en el camino hasta allí poco se dijo. A Noel le hubiese gustado decirle a Nasher algo como "seguro que está bien", pero las circunstancias, tal y como las había expuesto la quimera, no eran nada alentadoras. Una vez llegaron al refugio, comenzaron las tareas de rastreo. Giz se encargó de realizar un hechizo de localización con alcance para todo el grupo a partir de habitación de Aníbal, punto de partida para comenzar la búsqueda. El rastro era muy débil dado que hacía ya varios días desde la desaparición del caballero, por ello el goliat tuvo que imprimir más energía de la que estaban acostumbrados en este tipo de sortilegios.

El draco y la ángel negro enseguida decidieron adelantarse y seguir el rastro desde el aire, permitiéndoles así seguirlo con mucha más facilidad, evitando los edificios y accidentes del terreno. Por ello, no mucho después de haber alzado el vuelo, el rastro los condujo hacía una zona de la ciudad en la que Noel había estado no hacía demasiado tiempo. Un sentimiento de desasoiego comenzó a invadir el ambiente alrededor del sueco, creyendo saber hacia donde se estaban dirigiendo.

No se equivocaba. La amplia grieta apareció ante sus ojos, y Noel permaneció en el aire a unos metros de ella, observándola en silencio mientras los que iban a pie se acercaban a su posición. El rastro terminaba bruscamente el aborde del abismo, todos podían verlo. El silencio invadió de nuevo al grupo, hasta que Noel reaccionó, recordando donde estaban. Aterrizó junto a los demás e intercambió una mirada con Nasher, sabedor de que el asreniano también había estado allí antes.
-El abismo... -dijo en un tono de voz bastante bajo-. No os acerquéis al borde -elevó el tono y pronunció las palabras de forma tajante a modo de advertencia-. No se trata de una simple grieta. Hay una especie de hechizo anclado que habla en tu cabeza para convecerte de que hagas exactamente lo que estáis viendo -finalizó con un hilo de voz.

Primero Azura y Pyro, y ahora Aníbal. Noel permaneció nuevamente callado, observando el abismo pero sin verlo en la distancia, sumido en sus propios recuerdos sobre su primera visita a aquel lugar. El coro de voces volvió a resonar en su mente a pesar de que no se había acercado a la abertura.

La respuesta fue rápida y en poco tiempo estuvieron tras el rastro de Anibal. Estaba claro que los residentes de la sede no habrían podido hacer el hechizo de rastreo que llevó Giz a cabo, pues ninguno tenía un nivel de magia muy elevado. Nasher hizo bien en llamarles, pero en el fondo temía saber lo que le había ocurrido al guerrero, el mal presentimiento seguía creciendo.

El rastro los llevó al abismo. << Mierda...>> Como había imaginado. Si bajas la guardia, la ciudad te traga. El mismo había estado antes allí, y de no ser por Wen habría acabado saltando, había estado tan cerca de morir allí... No hizo falta que Noel dijese nada, no atrevió a acercarse a la grieta, se mantuvo lo más lejos que pudo, con la vista clavada en el suelo.

-Soy gafe- dijo en voz muy baja

Había empezado viviendo en un sitio con mucha gente y había terminado solo. Le había ocurrido durante su criba, y tras la Luna. Uno tras otro iban muriendo o marchándose. Caminó hacia Giz y apoyó la frente en su hombro.

-Ya no hay nada que hacer... No hay cuerpo al que hacerle funeral, no hay nada... Larguémonos de aquí. Por favor.

‹‹¿Qué…?›› escapa entre mis labios. Todo ha sucedido… demasiado rápido. Nasher vino de repente a la nueva botica de la náyade.
‹‹Joder›› exhalo. Dijo que Aníbal desapareció, que se llevaron sus pertenencias.
‹‹Joder›› susurro. No pudimos hacer otra cosa que acompañarle, llegamos hasta la Sede de los Taumaturgos.
‹‹Joder›› digo. Buscamos el rastro, encontramos el lugar sin mayores dificultades. Y aquí…
‹‹¡Joder!›› exclamo. Y ahora…

—Está muerto –sentencio más para mí misma que para los demás. Algo bulle, algo furioso, la venganza… o el ansia de conocer.

Entonces, doy un paso adelante. Nada me puede pasar, nadie me puede detener, sólo busco conocer… luchar.

Noel dedicó un momento a mirar a Nasher apenado. El asreniano parecía verdaderamente afectado por la evidencia que tenían ante sus ojos. Quiso decirle algo pero no supo el qué. De todos modos la quimera buscó apoyo en Giz, por lo que supuso que era mejor así. Asintió cuando su amigo dijo que se fueran y tenía intención de empezar a caminar en dirección contraría, cuando otra voz rompió el silencio. La ángel negro sonó ajena al mundo que le rodeaba cuando pronunció la sentencia que todos tenían en sus pensamientos en aquel momento. Y ajena a todo es como seguía pareciendo cuando, desoyendo toda advertencia, comenzó a dirigir sus pasos hacia el abismo.

La reacción del draco no se hizo esperar, incrédulo de que su maestra, normalmente cauta y sensata, hubiera ignorado sus palabras. Adelantó a la ángel negro, bloqueándole el paso y le habló con firmeza pero evidenciando cierta preocupación en su tono.
-¿Qué estás haciendo, Adara? ¿No me has oído? No te acerques al borde.

No llego a dar unos pocos pasos y alguien ya se interpone en mi camino.

—Aparta –digo a la figura sin dejar de andar. Es más alto que yo y más pesado, sin duda, pero eso no me impide ponerle una mano en el hombro y empujarlo hacia un lado.

Si su primera reacción había cogido al chico por sorpresa, esta última fue mayúscula cuando Adara siguió ignorando completamente al draco y lo único que hizo fue ordenarle que se apartara dándole un empujón en el hombro. Noel permaneció unos segundos observando como la ángel negro seguía su camino sin dar ninguna muestra de tener intención de cambiar de idea. Intercambió una mirada rápida con el resto del grupo antes de volver a girarse hacia ella y volver a ponerse a su altura con una corta carrera. Esta vez no se limitó a plantarse frente a ella, sino que la agarró del brazo y tiró de ella.
-¡Reacciona de una vez, joder, he dicho que es peligroso acercarse ahí! -exclamó empleando esta vez un tono que indicaba que estaba hartándose de que su maestra lo ignorase.

La figura no tarda en reaccionar de nuevo, me agarra el brazo y parece gritar algo... pero yo sólo tengo mis ojos para el abismo, para aquel enemigo nuevo que quiero conocer.

—Aparta. –Nadie me va a detener.

Su mayor peso y el hecho de que esté alerta hace que resista al principio, pero mi iniciativa y mayor conocimiento técnico hacen que logre tumbarlo con una llave tantas veces ensayada... en aquel pasado en que era débil.

Pero ahora puedo enfrentarme a cualquiera. Por quien sea.

Al instante, me lanzo a la carrera hasta estar justo delante del abismo. No sé qué busco, pero observo a mi alrededor antes de sentarme delante del enorme monstruo mágico.

—¿Quién eres? –Digo con mirada fría, inexpresiva.

Las noticias que traían Nasher eran de lo más extraño y agorero, bien pudo entender el porqué de su nerviosismo. No podían llevarse sus cosas si él no había dicho que se marchase ni nada parecido. Se formó un grupo para rastrear a Aníbal y Gael se unió, preocupado y nervioso. Desde que había dejado los entrenamientos no tenían mucho trato, pero recordaba bien el tiempo pasado con aquel viejo amigo.

Siguieron el débil rastro por las calles, Gael con los que caminaban, hasta que en un punto concreto el rastro se perdió. Desaparecía más allá, hacia el fondo de un precipicio. Al ver aquello no pudo evitar parar en seco. Todos se detuvieron. Noel apareció delante de ellos con una advertencia clara y concisa que lo dejó helado. «¿Existía algo así en la ciudad? ¿Y yo no tenía ni idea? Joder... joder». Se sintió petrificado, tanto que inconscientemente acabó tocando el suelo. A su lado oyó las palabras de Nasher, pero no tenía ni idea de qué decir. La sede se iba quedando vacía con él allí. De alguna manera eso le hizo espabilar, tenía que aceptar que ya no se podía hacer nada por Aníbal. «¿Y si Nasher se viniera al cuchitril? Podría quedarse con Giz... o... yo que sé» pensó al darse cuenta de que la soledad iba a ser la peor parte.

Sorprendentemente, Adara ignoró la advertencia de Noel y empezó a avanzar hacia la sima. Gael reaccionó con torpeza, levantó la mano con pesadez y trató de disuadir a la ángel negro. Verla aproximarse hizo que se le revolvieran las vísceras. «¿Pero qué haces? ¿No has oído que es peligroso?». La naturaleza del hechizo era algo que le inquietaba, pero no podía pensar con claridad en aquel momento. Un pitido molesto le zumbaba en la cabeza. Adara rechazando a Noel, Adara golpeándole para abrirse camino. Casi podía verla tirándose por la misma línea que marcaba el camino de Aníbal. Estaba harto de muertes, harto, harto. Se abalanzó hacia donde estaban los otros dos y se paró a la altura de Noel.
-¡Para de una vez, loca! -gritó antes de conjurar un hechizo de levitación que lanzarle a Adara para que se apartara de una vez por todas. Verla allí le estaba crispando los nervios, podría caer con un solo empujón. De hecho, le parecía que hasta podía resbalarse en cualquier momento, como si la negrura pudiera succionarla. Lo que estaba haciendo lo hacía a la desesperada. Ni siquiera pensó que si el hechizo le hacía caer a él, se la podía llevar sin quererlo consigo. Solamente lo lanzó pretendiendo atraerla hacia atrás mientras le tendía una mano al draco, sin acordarse siquiera de que la suya no era una mano de mucha ayuda.

Nia, Toima y Tania

No podria ayudar con magia, pero si tanto querian saber lo que le habia pasado a Anibal, sus ojos podrian serles un gran aliado. El enorme ulterano marchaba junto a los demás con el semblante impretérito mientras eran dirigidos hacia el abismo. A su lado, una más insegura Nia meditaba sobre sus pensamientos. La ulterana habia dado ordenes estrictas a los frivy's para que pudieran estar solos durante un rato sin que corrieran ningun peligro. Cuando conocieron la terrible verdad sobre el paradero de Anibal, Toima ni se inmutó. Nia no pudo sino ahogar un grito de sorpresa. Aquel macabro paraje no les inspiraba especialmente ninguna confianza a los ulteranos. Mientras que a la nublina todo aquello era extraño. Buscaban a Anibal, cierto, pero habia desaparecido así sin más en un abismo. ¿Un suicidio? No parecia nada por el estilo. Sabiendo de las circunstancias de la ciudad probablemente seria...
Adara se adelantó a los demás, haciendo caso omiso de las advertencias de Noel, hasta el punto de empujarle fuera de su camino. Nia siguio detrás a Gael e intentó en vano, hacerla retroceder.
-¡Adara vuelve!-la ángel negro ni se inmutó, al borde del abismo, contemplaba su vacio oscuro.
El silencio se llenó de pisadas. Dos pares. Unos pies que andaban dando pasos fuertes como zancadas y otros que se arrastraban. Finalmente, Toima adelantó a los tres que intentaban hacer que Adara volviera. Detrás de él, una nublina aterrada tiraba de su sudadera intentando hacer que retrocediese mientras soltaba un desesperado y tembloroso "No" por lo bajo. Sin poder evitarlo, se vio arrastrada junto con el enorme e inamovible ulterano hacia el precipicio.
-¿Tú tambien estas loco?-ladró Nia, incrédula de la temeridad del chico. Se mordio el labio y fue tras la nublina, para al menos traerla de vuelta con los demás. Para cuando les alcanzó, ya era muy tarde y los dos estaban contemplando la infinitud del abismo, al igual que Adara. Solo una vez bastó que mirara para que la niña tambien cayera bajo el hechizo.

Nasher maldijo entre dientes, mordiéndose los labios. No habían hecho caso a Noel, tendrían que haberle hecho caso. Se habían ido acercando, uno tras otro, y allí estaban, asomados al borde.

-¡No! ¡Volved!- gritó. Acababa de perder a un compañero, no quería perder a nadie más, pero tenía miedo de acercarse también al borde, de caer en el trance.

Apretó con desesperación las manos de Giz, dudando, viendo desde fuera lo que él mismo había experimentado. << Cobarde... Cobarde... Cobarde...>> Le repetía incesante una vocecita en algún lugar de su mente. Volvió a soltar una última maldición y dejó a Giz clavado en el sitio con la amenaza de que lo colgaría de los pies de Altabajatorre si se acercaba un solo paso al abismo. Empezó a acumular energía, acercándose al borde con paso decidido y a medio camino soltó un flash de luz blanca que dejó a todos aturdidos y los sacó del trance, cosa que Nasher aprovechó para agarrar a Nia y a Tania y arrastrarlas lejos el abismo.

-¡Noel!- llamó, pidiendo con la mirada que arrastrase a los otros dos.

Cuando las dos chicas estuvieron con Giz Nasher tenía su piel de siempre. Había consumido toda su energía en la explosión de luz. Empezó a temblar pero se sacudió el susto rápido y clavó la mirada en el grupo. Ver a Nasher realmente enfadado era algo raro.

-¡Vosotros sois sordos o gilipollas? ¿Teneis la ligera idea de lo que hace esa cosa? Yo vine como cosechado y de no ser por Wen estaría en el fondo, igual que Anibal. ¿Es que pensabais que estaría solito y queríais hacerle compañía?- se mordió la lengua antes de terminar la última frase y fue a buscar una columna contra la que darse cabezazos- ¡No volvais a asustarme así!!

Noel trató de resistirse cuando Adara lo quiso apartar, incrédulo del comportamiento de la ángel negro, pero finalmente ella consiguió inmovilizarlo con una llave y lo tiró al suelo para después seguir su camino hacia el lugar al cual el draco había intentado desesperadamente que no se acercase. Observó con impotencia como no solo Adara, sino también Toima se dirigía a grandes pasos hacia el abismo, ignorando completamente también las advertencias que con tanta vehemencia había tratado de hacer llegar a los demás. Y no fueron los únicos. Nia y Tania, con la intención de alejar de allí a los dos, también se acercaron a la hendidura, a parte de Gael quien fue un poco más prudente como para no acercarse más que el propio draco. Noel maldijo en voz alta, con evidente frustración en la voz y en sus movimientos.
-¡Apartaos de ahí ahora mismo! -gritó mientras se ponía en pie bruscamente.

Por suerte Nasher no se había quedado quieto, y el draco observó como el asreniano se acercaba para, inmediatamente, realizar un hechizo lumínico y arrastrar a Nia y Tania con él. Incluso antes de que la quimera lo llamase para pedirle ayuda, Noel ya se había desplazado rápidamente hacia el borde, habiendo tirado previamente hacia atrás de Gael con bastante brusquedad, agarrándolo del brazo que le había tendido en un principio. Sin esperar más, se acercó a Adara, quien había vuelto al suelo al perder el fuego fatuo el control del hechizo de levitación y le pegó un puñetazo justo antes de empujarla en dirección contraria al borde, al tiempo que realizaba un hechizo de impulso sobre Toima para el mismo propósito.

Una vez todos estuvieron alejados del abismo, Noel lanzó un suspiro de alivio, pero todavía sentía la sangre en ebullición y apretaba los puños de rabia mientras Nasher se encargaba de poner en palabras buena parte de lo que estaba pensando él mismo.
-¡Ahora es cuando debería mataros ya que no os habéis tirado! -se apresuró a añadir una vez el asreniano hubo terminado-. ¿Os parece normal, hatajo de imbéciles? -escupió las palabras con una vehemencia poco habitual en él siendo que se estaba dirigiendo a sus amigos-. ¿Es que creíais que os estaba advirtiendo por el mero gusto de hacerlo? ¿En qué cojones estabáis pensado? -cuando bramó la última pregunta su vista se posó primero en Adara y luego en Toima- Y vosotras -prosiguió desplazando la mirada ahora por Nia y Tania-. ¡Ya estaba yo para sacar a esos dos locos de allí! ¡No había necesidad de que os pusierais en peligro absurdamente, vosotras desconocíais la forma en que os afectaría el abismo, sois tan temerarias como ellos! ¿Es que Giz y Nasher son los únicos a los que no se les ha pudrido el cerebro? -finalizó apretando aún más los puños, llegando a clavarse la garras en la carne.
El draco dio unos pasos mientras bufaba, como intentando tranquilizarse. Haber visto a todos tan cerca del borde lo había sacado completamente de sus casillas, junto al hecho de que hubieran desoído sus advertencias. Estaba claro que ni él ni Nasher iban a permitir que les pasase nada, pero él ya había sido presa del abismo en una ocasión, sabía como era. No había necesidad ninguna de que ellos pasasen por aquel mal trago. Y de todas formas verlos allí, tan cerca de la muerte, era una prespectiva aterradora. Un paso en falso, un segundo de retraso en reaccionar y alguno de ellos podría haber acabado haciendo compañía a Aníbal, tal y como Nasher había dicho.

Noel se llevó una garra a la cabeza y suspiró, algo más relajado. Tal vez se había excedido. No estaba seguro de que él no hubiera actuado de forma parecida a sus amigos si esta hubiera sido la primera vez que pisaba aquel lugar.
-Lo siento si me he pasado -añadió tras unos instantes, cruzándose de brazos y con un tono de voz mucho más calmado y refiriéndose no solo a sus palabras sino también a la manera en la que los había alejado del abismo, motivo por el cual miró específicamente a Adara a los ojos-. Pero no volváis a hacer algo asi en vuestra puta vida, por todos los...
Dejó la frase sin finalizar y emitió un gruñido de frustración. Hacía mucho tiempo que no se asustaba tanto en la ciudad.

La voz… ¿voz? No, es como un eco en mi cabeza, pensamientos que afloran hacia mi consciente. Veo reflejado aquello que ya conozco junto lo que no podía lograr discernir… pero que, sin lugar a dudas, siempre estuvo allí. Y es verdad.
No es un pensamiento autoritario, no trata de llevarme con una voz sensual… es la cruda certeza de aquel que lo conoce, que conoce nuestras inquietudes, nuestras pesadillas, mejor que nosotros mismos. Es esta clase de enemigo: la verdad. Una realidad de la que nadie puede huir, escapar, por sí mismo.

Y, por primera vez, Aníbal viene a mi cabeza.
Sin seguridad, sin descanso, sin respiro.
Oh, Aníbal, ¿por qué has pasado?
Sólo la muerte. Y la venganza.

Mi mente despierta para ver a mi cuerpo sacudido por una descarga de luz. Alguien descarga su puño, duele. El empujón duele. Pero esa certeza duele más.

Gritan, gritan. Están enfadados, Nasher y Noel. No me extraña, ellos no lo entienden; yo tampoco. Parce que no he sido la única en acercarme, pues también se dirigen a otros. ¿Eso he provocado? Mi culpabilidad aumenta por momentos, he estado a punto de arrastrar a todos por mi venganza, por mi sed por el nuevo enemigo. ¿Que qué estaba pensando? Más en la venganza, en el enemigo, que en Aníbal. Sé que lloro, pero hasta eso me parece demasiado bueno. Estoy mareada, mareada…

Desde ese momento, todo me llega a través de la irrealidad. Oigo, pero no escucho, no puedo. Dejo de oír.

Entre lágrimas y culpa, la ángel negro cayó a plomo, sin consciencia.