Puente del Abismo

Nia, Toima y Tania

No podria ayudar con magia, pero si tanto querian saber lo que le habia pasado a Anibal, sus ojos podrian serles un gran aliado. El enorme ulterano marchaba junto a los demás con el semblante impretérito mientras eran dirigidos hacia el abismo. A su lado, una más insegura Nia meditaba sobre sus pensamientos. La ulterana habia dado ordenes estrictas a los frivy's para que pudieran estar solos durante un rato sin que corrieran ningun peligro. Cuando conocieron la terrible verdad sobre el paradero de Anibal, Toima ni se inmutó. Nia no pudo sino ahogar un grito de sorpresa. Aquel macabro paraje no les inspiraba especialmente ninguna confianza a los ulteranos. Mientras que a la nublina todo aquello era extraño. Buscaban a Anibal, cierto, pero habia desaparecido así sin más en un abismo. ¿Un suicidio? No parecia nada por el estilo. Sabiendo de las circunstancias de la ciudad probablemente seria...
Adara se adelantó a los demás, haciendo caso omiso de las advertencias de Noel, hasta el punto de empujarle fuera de su camino. Nia siguio detrás a Gael e intentó en vano, hacerla retroceder.
-¡Adara vuelve!-la ángel negro ni se inmutó, al borde del abismo, contemplaba su vacio oscuro.
El silencio se llenó de pisadas. Dos pares. Unos pies que andaban dando pasos fuertes como zancadas y otros que se arrastraban. Finalmente, Toima adelantó a los tres que intentaban hacer que Adara volviera. Detrás de él, una nublina aterrada tiraba de su sudadera intentando hacer que retrocediese mientras soltaba un desesperado y tembloroso "No" por lo bajo. Sin poder evitarlo, se vio arrastrada junto con el enorme e inamovible ulterano hacia el precipicio.
-¿Tú tambien estas loco?-ladró Nia, incrédula de la temeridad del chico. Se mordio el labio y fue tras la nublina, para al menos traerla de vuelta con los demás. Para cuando les alcanzó, ya era muy tarde y los dos estaban contemplando la infinitud del abismo, al igual que Adara. Solo una vez bastó que mirara para que la niña tambien cayera bajo el hechizo.

Nasher maldijo entre dientes, mordiéndose los labios. No habían hecho caso a Noel, tendrían que haberle hecho caso. Se habían ido acercando, uno tras otro, y allí estaban, asomados al borde.

-¡No! ¡Volved!- gritó. Acababa de perder a un compañero, no quería perder a nadie más, pero tenía miedo de acercarse también al borde, de caer en el trance.

Apretó con desesperación las manos de Giz, dudando, viendo desde fuera lo que él mismo había experimentado. << Cobarde... Cobarde... Cobarde...>> Le repetía incesante una vocecita en algún lugar de su mente. Volvió a soltar una última maldición y dejó a Giz clavado en el sitio con la amenaza de que lo colgaría de los pies de Altabajatorre si se acercaba un solo paso al abismo. Empezó a acumular energía, acercándose al borde con paso decidido y a medio camino soltó un flash de luz blanca que dejó a todos aturdidos y los sacó del trance, cosa que Nasher aprovechó para agarrar a Nia y a Tania y arrastrarlas lejos el abismo.

-¡Noel!- llamó, pidiendo con la mirada que arrastrase a los otros dos.

Cuando las dos chicas estuvieron con Giz Nasher tenía su piel de siempre. Había consumido toda su energía en la explosión de luz. Empezó a temblar pero se sacudió el susto rápido y clavó la mirada en el grupo. Ver a Nasher realmente enfadado era algo raro.

-¡Vosotros sois sordos o gilipollas? ¿Teneis la ligera idea de lo que hace esa cosa? Yo vine como cosechado y de no ser por Wen estaría en el fondo, igual que Anibal. ¿Es que pensabais que estaría solito y queríais hacerle compañía?- se mordió la lengua antes de terminar la última frase y fue a buscar una columna contra la que darse cabezazos- ¡No volvais a asustarme así!!

Noel trató de resistirse cuando Adara lo quiso apartar, incrédulo del comportamiento de la ángel negro, pero finalmente ella consiguió inmovilizarlo con una llave y lo tiró al suelo para después seguir su camino hacia el lugar al cual el draco había intentado desesperadamente que no se acercase. Observó con impotencia como no solo Adara, sino también Toima se dirigía a grandes pasos hacia el abismo, ignorando completamente también las advertencias que con tanta vehemencia había tratado de hacer llegar a los demás. Y no fueron los únicos. Nia y Tania, con la intención de alejar de allí a los dos, también se acercaron a la hendidura, a parte de Gael quien fue un poco más prudente como para no acercarse más que el propio draco. Noel maldijo en voz alta, con evidente frustración en la voz y en sus movimientos.
-¡Apartaos de ahí ahora mismo! -gritó mientras se ponía en pie bruscamente.

Por suerte Nasher no se había quedado quieto, y el draco observó como el asreniano se acercaba para, inmediatamente, realizar un hechizo lumínico y arrastrar a Nia y Tania con él. Incluso antes de que la quimera lo llamase para pedirle ayuda, Noel ya se había desplazado rápidamente hacia el borde, habiendo tirado previamente hacia atrás de Gael con bastante brusquedad, agarrándolo del brazo que le había tendido en un principio. Sin esperar más, se acercó a Adara, quien había vuelto al suelo al perder el fuego fatuo el control del hechizo de levitación y le pegó un puñetazo justo antes de empujarla en dirección contraria al borde, al tiempo que realizaba un hechizo de impulso sobre Toima para el mismo propósito.

Una vez todos estuvieron alejados del abismo, Noel lanzó un suspiro de alivio, pero todavía sentía la sangre en ebullición y apretaba los puños de rabia mientras Nasher se encargaba de poner en palabras buena parte de lo que estaba pensando él mismo.
-¡Ahora es cuando debería mataros ya que no os habéis tirado! -se apresuró a añadir una vez el asreniano hubo terminado-. ¿Os parece normal, hatajo de imbéciles? -escupió las palabras con una vehemencia poco habitual en él siendo que se estaba dirigiendo a sus amigos-. ¿Es que creíais que os estaba advirtiendo por el mero gusto de hacerlo? ¿En qué cojones estabáis pensado? -cuando bramó la última pregunta su vista se posó primero en Adara y luego en Toima- Y vosotras -prosiguió desplazando la mirada ahora por Nia y Tania-. ¡Ya estaba yo para sacar a esos dos locos de allí! ¡No había necesidad de que os pusierais en peligro absurdamente, vosotras desconocíais la forma en que os afectaría el abismo, sois tan temerarias como ellos! ¿Es que Giz y Nasher son los únicos a los que no se les ha pudrido el cerebro? -finalizó apretando aún más los puños, llegando a clavarse la garras en la carne.
El draco dio unos pasos mientras bufaba, como intentando tranquilizarse. Haber visto a todos tan cerca del borde lo había sacado completamente de sus casillas, junto al hecho de que hubieran desoído sus advertencias. Estaba claro que ni él ni Nasher iban a permitir que les pasase nada, pero él ya había sido presa del abismo en una ocasión, sabía como era. No había necesidad ninguna de que ellos pasasen por aquel mal trago. Y de todas formas verlos allí, tan cerca de la muerte, era una prespectiva aterradora. Un paso en falso, un segundo de retraso en reaccionar y alguno de ellos podría haber acabado haciendo compañía a Aníbal, tal y como Nasher había dicho.

Noel se llevó una garra a la cabeza y suspiró, algo más relajado. Tal vez se había excedido. No estaba seguro de que él no hubiera actuado de forma parecida a sus amigos si esta hubiera sido la primera vez que pisaba aquel lugar.
-Lo siento si me he pasado -añadió tras unos instantes, cruzándose de brazos y con un tono de voz mucho más calmado y refiriéndose no solo a sus palabras sino también a la manera en la que los había alejado del abismo, motivo por el cual miró específicamente a Adara a los ojos-. Pero no volváis a hacer algo asi en vuestra puta vida, por todos los...
Dejó la frase sin finalizar y emitió un gruñido de frustración. Hacía mucho tiempo que no se asustaba tanto en la ciudad.

La voz… ¿voz? No, es como un eco en mi cabeza, pensamientos que afloran hacia mi consciente. Veo reflejado aquello que ya conozco junto lo que no podía lograr discernir… pero que, sin lugar a dudas, siempre estuvo allí. Y es verdad.
No es un pensamiento autoritario, no trata de llevarme con una voz sensual… es la cruda certeza de aquel que lo conoce, que conoce nuestras inquietudes, nuestras pesadillas, mejor que nosotros mismos. Es esta clase de enemigo: la verdad. Una realidad de la que nadie puede huir, escapar, por sí mismo.

Y, por primera vez, Aníbal viene a mi cabeza.
Sin seguridad, sin descanso, sin respiro.
Oh, Aníbal, ¿por qué has pasado?
Sólo la muerte. Y la venganza.

Mi mente despierta para ver a mi cuerpo sacudido por una descarga de luz. Alguien descarga su puño, duele. El empujón duele. Pero esa certeza duele más.

Gritan, gritan. Están enfadados, Nasher y Noel. No me extraña, ellos no lo entienden; yo tampoco. Parce que no he sido la única en acercarme, pues también se dirigen a otros. ¿Eso he provocado? Mi culpabilidad aumenta por momentos, he estado a punto de arrastrar a todos por mi venganza, por mi sed por el nuevo enemigo. ¿Que qué estaba pensando? Más en la venganza, en el enemigo, que en Aníbal. Sé que lloro, pero hasta eso me parece demasiado bueno. Estoy mareada, mareada…

Desde ese momento, todo me llega a través de la irrealidad. Oigo, pero no escucho, no puedo. Dejo de oír.

Entre lágrimas y culpa, la ángel negro cayó a plomo, sin consciencia.

Nia, Toima, Tania

Todo ocurrió muy rápido. La voz penetró en sus mentes. Tania cayó al suelo, aterrada mientras Nia abrió los ojos bien y se tapó los oidos en un intento de aislarse de aquella aterradora voz. Aquella no era la voz de Harm, una voz calmada que traia paz a la mente, era una voz susurrante que traia dolor y desesperación. Cuando el abismo calló, Tania y Nia fueron cegadas por la luz y sintieron como algo tiraba de ellas y las dejaba lejos del abismo. Nia solo reunió fuerzas para girarse y ver a Nasher y a Noel gritando, claramente enfadados. Habia un pitido en las orejas de la ulterana que solo logró musitar un "lo siento" por lo bajo antes de enterrar su cabeza entre sus brazos y flotar a ras del suelo, hecha un ovillo. Tania no reaccionaba, el miedo la habia paralizado ¿Como podia haber algo tan terrible?

Toima, por su parte, lo vio todo. Escuchó a la voz en su cabeza y se le erizaron los pelos, como alerta, a la espera de un ataque. Vio el fondo del abismo, vio el sumun de su poder y ni se inmutó. El estallido de luz de Nasher le hizo parpadear brevemente y no hizo nada para esquivar el empujón magico que le mandó volando hacia atrás. En ese momento Toima estaba pensando, meditando más bien, y era algo que bien seguro no hacia a menudo. Permaneció en el suelo tumbado, sin mover ni un músculo. Salvo sus ojos, siempre contemplando a su alrededor. Tania clavada en el sitio, Nia flotando a la deriva, Nasher y Noel regañandoles, Adara perdiendo la consciencia en el suelo. Parpadeaba ocasionalmente. Pareceria que estaba sufriendo algun shock o parecido de no ser por lo tranquilo que estaba. Se levantó de pronto, casi de un salto y cogio a Tania del vestido, poniendola en pie a Tania que apenas podia sostenerse con las piernas como gelatina, se agarró de la sudadera de Toima como si de una niña perdida se tratara y siguio a Toima hasta el cuerpo inconsciente de Adara. Se agachó y, con una delicadeza impropia en él, recogio a la ángel negro en sus brazos como bien pudo por culpa de las alas y se giró hacia los demás.
-Deberiamos volver.-musitó en un tono demasiado concentrado para él.

Oh vaya si pensaba volver. Aun no podia perdonarse que nunca habia conocido este lugar que este... peligro, andaba suelto por la ciudad.

De haber sido medianamente consciente de lo que hacía se habría dado cuenta de que tenía los ojos empañados, no veía con claridad. A través de ese marco difuminado vio a Toima adelantándose mientras que Adara se alejaba del borde de forma exageradamente lenta a su juicio. A la vez, la voz que se había instalado en su cabeza no dejaba de hablar. Su discurso era imposible de ignorar, el pitido de sus oídos no lo impedía en absoluto. Lo escuchaba atentamente desde que se había acercado, con el corazón en un puño. Hipó. Aquello era demasiado para él. Podía verlos a todos cayendo, cayendo, cayendo. La realidad que el abismo quería mostrarles en su cabeza tampoco parecía mucho más halagüeña. Casi sonrió, pero solo era un rictus en sus labios, propio del que trata de evitar el llanto y caer la desesperación. Solo les esperaba muerte, y siempre había tratado de ignorar aquel defecto, verlo lejano, una posibilidad remota. Creía que la magia, la transformación lo compensaban todo. La oscura grieta le seguía pareciendo hipnótica, como antes pero también de una forma nueva; no era solo pavor, también era fascinación, también podía darle la razón al abismo sin más. Aún tenía la mano extendida hacia Noel cuando dio un paso vacilante al frente. A su lado, el draco se había levantado, pero no le prestaba atención. El mundo a sus ojos seguía enmarcado, borroso. Entonces sintió un fuerte tirón del brazo que lo alejó un poco más del borde. Noel acercaba también a la sima. Pánico de nuevo. El empujón le había hecho recuperar un poco la cordura.

De repente, luz. Cegadora, dolorosa. Cerró los ojos fuertemente y se los frotó, dándose cuenta con su nueva lucidez de que efectivamente los tenía empañados por las lágrimas, y ni siquiera sabía muy bien por qué. Miró a su espalda y Nasher había alejado a las chicas, mientras Noel sacaba a Adara y Toima del borde. Se unió a ellos y los siguió hasta volver con el grupo. El primero en gritar fue Nasher. Le dolían los oídos, le daba vueltas todo. Empezó a ser consciente de que había tenido un ataque de pánico. Escuchó sin prestar atención, tanto a Nasher como a Noel, fijando la mirada en la grava del suelo. No quería pensar, estaba tratando de vaciar su mente, simple y llanamente, mientras el corazón le dejaba de palpitar como si quisiese huirle del pecho. Se alegró de que cualquier rastro de lágrimas se secase antes de poder caer.

Le gustaría saber qué demonios había pasado allí, pero no parecía el momento de preguntar, ni nunca. Adara desmayada, Toima encargándose de ella, ayudando a Tania… de los demás nada podía decir, porque no era capaz de mirarlos a la cara para ver qué decían estas. Había sido todo surrealista. Quería entender ese abismo, de dónde sacaba sus palabras «sus estúpidas palabras» especificó. «¿Qué clase de loco se mató para poner esto aquí… para joderle la vida a la gente? ¿Y si no lo ha puesto nadie, qué demonios es?». Empezaron a recorrer el camino de regreso. Encontrándose en una especie de estado de shock, Gael perdió interés en todo y caminó como un fantasma detrás de la comitiva.

Sigue en el Burdel de dama Espasmo.

Noel había observado con una sensación desagradable como Adara caía desmayada después de derramar algunas lágrimas. Aunque sabía que no debería tener motivos para sentirse así, no pudo evitar un ramalazo de culpabilidad. Quizás debió haber actuado de otro modo desde el principio, ser más tajante, más persuasivo, quizás... Ya daba igual. Nadie decía nada. Sólo la voz de Toima rompió el silencio mientras recogía a la ángel negro. Noel no puedo evitar dirigir una mirada preocupada a todo el grupo. Tania parecía estar en otro mundo, Nia y Gael no habían vuelto a pronunciar palabra, y Adara... El draco observó el cuerpo inmóvil de la ángel negro en los brazos del ulterano, preguntándose qué la había impulsado a actuar así. Quizás la pena, quizás la venganza. Conocía demasiado bien aquel sentimiento, aquella sed que habían compartido, saciado y sufrido a partes iguales. Pero no había venganza posible en aquella ocasión, sólo muerte. La incomprensión de la naturaleza de aquella desolación y la necesidad de conocer... Puede que la reacción de Adara no fuese tan inverosímil como le había resultado en un principio. Pero eso no cambiaba el hecho de que habían ignorado su advertencia, se dijo para reafirmarse en sus propias acciones. Sin duda tendrían que hablar con más calma, pero nadie parecía dispuesto a abrir la boca en aquel momento.

Así que el sueco tomó la iniciativa a este respecto.
-Sí, vámonos -contestó en respuesta al argos mientras empezaba a caminar, pasando al lado de todos y sin mirar a ninguno-. Deberíamos ir al burdel para contarles lo que le ha pasado a Aníbal, ellos lo conocían.
Noel puso una mano sobre el hombro de Nasher antes de dejar que Giz se encargase de él. Comprendía muy bien como se sentía el asreniano, probablemente mejor que nadie en el grupo. Deseó no tener que volver a apartar a nadie de aquella infinitud nunca más.

Sigue en el Burdel de dama Espasmo.

Toima

El ulterano cruzó la distancia relativamente rápido. Se acordaba de como llegar y al ir solo, podia ir más rápido. Tomo dos o tres atajos, saltando entre los edificios. Hacia mucho tiempo que no estaba moviendose solo por la ciudad. Mucho tiempo. Aun así, se las ingenió para llegar al abismo mucho antes de que Tania si quiera hubiera salido del cuchitril. La mochila que llevaba a la espalda resonaba a botellas y ese era el único sonido en aquel lugar. Sus pasos acompañados por el retintineo de las botellas. Podia recordar los eventos sucedidos en el dia anterior con total claridad. La voz... La voz del abismo les habia hablado. Sin duda acertó con que volveria. A Toima no le hacia ni un pelo de gracia que aquello estuviera ahi plantado en medio de la ciudad. Pensó, que de alguna manera, lograria que aquel ser se marchara o lograria matarlo, pero nunca pensó, ni por un instante, que él seria el que fuera a caer aquel día, no. Sabia muy bien lo que queria el abismo y no se lo iba a dar. Dio los últimos pasos con las manos en las caderas, como contemplando un paisaje antes de sentarse casi al borde del mismo abismo y dejar la mochila a su lado, con un último retintineo de cristal. Sus ojos, entrecerrados, examinaban el area. Antes de hablar, paladeó las palabras que queria decir.
-Hola.-dijo sorprendemente cordial. Hizo ademán de recogerse el pelo pero, al no hallar su larga melena, se cruzó de brazos, gruñendo, se dirigio de nuevo al abismo.-He vuelto, tal y como dijiste.-

Tania

Tenia que darse prisa. Tenia que darse prisa e interceptarle antes de que llegara. Le sorprendio lo mucho que le habia servido las enseñanzas de Toima a la hora de rastrear a alguien. Aunque tomó varios caminos con atajos, no intentó ocultar sus huellas ni un solo instante, quizás, porque pensaba que de verdad habia engañado al la nublina. Ahora si, rastrearle era fácil, seguirle el rastro no tanto. Habia algunos momentos en los que la nublina tenia que dar un rodeo y volver a encontrar la pista ya que no era tan atlética como el ulterano. Sin embargo, si no conseguia llegar a tiempo... No. No pensaria así. El ulterano no caeria tan facilmente ante aquello. No tenia ninguna razón para tirarse ¿O si? Las dudas colmaban la mente de la nublina mientras intentaba avanzar todo lo rápido que podia.

Toima

El ulterano sintió un escalofrio en cuanto la voz aquella resonó en su cabeza, si cabe, más siniestra que la anterior vez. Meditó las palabras que el abismo soltó y recordó a su vez las palabras de Noel. Con un suspiro, rebuscó en su mochila y sacó una de las botellas de licor que habia ganado en la botica. La descorchó con un cuchillo y dio un largo trago antes de decir nada.
-Ah... Esa voz sigue siendo tan molesta... No pensaba que tendria que recurrir a la bebida tan pronto...-dio otro trago, como intentando ahogar el malestar general que el lugar le creaba. Meditó sus palabras un instante y continuó hablando. -La vida... Esta ciudad la desprecia, tu eres el vivo ejemplo de esto. Pero yo aprendí a valorarla.-se miró la palma, que tantas veces se habia manchado de sangre que ya ni recordaba el número.-Estoy aprendiendo a usar la cabeza de vez en cuando, voy mejorando mi lectura, cuido de las cosas, me divierto con mis amigos... poco a poco...-guardó silencio un momento.-Poco a poco voy convirtiendome en la persona que deberia ser, no el monstruo en el que me convirtieron.-
Reflexionó a fondo el motivo por el cual le estaba contando eso al abismo. Si es que se lo estaba contando a él, claro. No queria engañarse asi mismo y empezar a caer en el truco de aquel impio lugar. Bebio de nuevo mientras nuevas palabras surgieron en su cabeza.
"Dice unas cosas ciertas, miente sobre otras. Su última intención es que te arrojes a él."
Ese era su modo de proceder. Engatusaba a la gente con palabras que querian oir y, finalmente, las convencia para que tirasen su vida. No tardó en responder a la pregunta del abismo.
-La tuya, a ser posible. Es a lo que he venido, para saber si hay alguna forma de hacerlo y que nadie a quien aprecie caiga en tus garras de nuevo.-
Se aclaró la voz.
-¿Y tú?-dijo dando otro soplo a la botella.-¿Cuántas personas has matado ya? ¿A cuantos desgraciados has embaucado para que desprecien el regalo que es la vida?-soltó en un tono más severo.

Toima

Hipo. Tan pronto como habia silencio entre las palabras de los dos, tan pronto comenzo a llenarse el vacio de los hipos de Toima. Su cara teñida del color del vino y su mirada perdida por todo el lugar, no faltaba su caracteristica dejadez al hablar debido a su estado de ebriedad.
-¿Dioshes?-soltó una carcajada estridente y prolongada, como si lo que hubiera dicho el abismo era cosa de crios.-¿Cuántosh Dioshes he oido que exshisten? A patadash de ellosh... Todosh ellosh prohibi-se trabó la lengua.-¡Prohibien! ¡Esho! Todosh ellos prohiben coshas aleatoriash como... no bebas... no matesh... no te lavesh los piesh los viernesh... y a shaber que más polladas sholtaran, y llevo toda mi vida mandando eshas coshas a tomar por culo y no me ha caido ninguna ira divina.-soltó una carcajada, más corta.-No eresh ningun diosh... eres una cosa-majiko-rrrrrrarrra y te odio. Pero no eresh un diosh, no tienesh poderesh realesh...-la influencia del abismo sin duda le hacia mella. Por dentro, estaba aterrado y comenzaba a no coordinar sus movimientos. Un paso en falso podria costarle la vida. Vio cuan peligroso era el abismo y se dio cuenta que hacerse el valiente le podria salir extremadamente caro. Tragó saliva al ver que no hubo nueva respuesta del abismo. Aquel lugar habia decidido no contestar más, aún así, Toima no se dio por vencido y e intentó apelar al honor del mismo, insultandole.
-¿Sabes lo que piensho?-dijo señalando acusadoramente al abismo con el dedo indice, mientras que con la otra mano sujetaba la segunda botella, a medio vaciar ya.-Piensho que estas sholo... Sholito como la una~-canturreó.-Y por esho quieres tragarte a tanta gente. Pero no...-chasqueó la lengua varias veces.-No puedesh llevarte a mish amigosh. Shon miosh.-dijo en un tono que podia pasar por amenazante, pero que obviamente era imposible reconocerlo como tal debido a la voz ebria del ulterano.-Por esho... eres un cobarrrrrrrde...-un hipido cortó lo que iba a decir y se dio cuenta de que ya tenia medio pie asomandose a la grieta, dispuesto a dar un paso, un paso mortal. Antes de darse cuenta de la peligrosa situación en la que estaba, sus ojos captaron movimiento a su espalda.

Tania

La figura menuda de Tania esprintó a toda velocidad hacia donde estaba el ulterano. Sin pensarselo ni una vez, no miro al abismo, ni al gigante albino. Sabia que intentar arrastrar al ulterano fuera de aquel lugar seria imposible asi que habia decidido en un instante la manera de sacar de ulterano de ahí. Se agarró a la bolsa en la que aun quedaba una botella y echó a correr en la dirección contraria al abismo. En el segundo, segundo y medio que puso pie en el hechizo del abismo, este comenzó a susurrarle palabras ladinas al oido, Y, fuera gracias a la determinación de la chica, o gracias al escaso tiempo que habian estado en contacto, logró barrerlas de su mente casi completamente, sin que esto afectara a su carrera. Toima tardó unos segundos en reacciónar. Cuando se dio cuenta de que la nublina le habia robado la bolsa con la última botella, dejó caer el vidrio vacio que tenia en la mano, que siguo hasta internarse en el vacio del abismo con el sonido de cristales rotos, y echó a correr detrás de la nublina, claramente enfadado.
-¡Devuelveme el trinque, enana!-gritó beodo soltando un gran alarido mientras daba pasos patizambos y se tambaleaba. Aunque el ulterano estuviera en aquel estado, Tania no tenia ni una sola oportunidad de ganarle en un sprint, teniendo en cuenta que ella llevaba recorrido mucho más trayectoria inicial que el chico. Decidio, de nuevo, usar su mente contra el ulterano. Esperó en una esquina y confió en que estuviera lo suficientemente borracho como para no darse cuenta de su escondrijo. En efecto, el ulterano se encontraba en tal prisa para recuperar su "trinque" de la nublina que no vio como la ultima botella de cristal se cernia sobre su rostro, partiendose en mill pedazos y derribandole, debido a la inercia que traia de la carga. El ulterano cayó seco e inconsciente al suelo. Suelo que, por desgracia, se encontraba Tania.
Aplastamiento. Dolor. Asfixia. Sangre. Olor a alcohol. Tantos pensamientos cruzaban la mente de la chica en aquel momento y tal era su impotencia para hacer nada que simplemente soltó un grito de frustración intentando apartar el quintal de peso muerto que era el ulterano. Gotitas de sangre y vino se precipitaban de la cara del chico inconsciente, regando el rostro de la otra. Se mordió el labio y, haciendo un gran esfuerzo, logró apartar uno de los brazos como columnas del chico. El arco se le clavaba a la espalda y todo el cuerpo le dolia. Estaba enfadada y estaba preocupada. No sabia si disculparse por haber tenido que recurrir a aquel método o indignarse ya que habia tenido que recurrir a aquel método. Las dudas se apoderaron de la nublina y el cansancio sustituyó a la adrenalina del momento.
Un solo ronquitó se escapó del ulterano y entonces la rabia se fijó en la nublina. Con otro grito de esfuerzo concentró todo su enfado en un único empujón que logró apartarle lo suficiente como para que se pudiera escurrir por debajo de este. Se quedó apoyada en una pared, jadeando. Observaba al ulterano durmiendo el suelo boca abajo, roncando sonoramente. Moviendo los hombros, logró darle la vuelta con gran dificultad y comenzó a extraer cada uno de los cristales clavados en esta con una cara de verdadero arrepentimiento. Cuando hubo terminado, limpio las multiples heridas de su cara con un pañuelo y para las que eran mas graves usó partes de su vestido a modo de gasas y asi cortar las hemorragias.
-Las heridas en la cabeza sangran una brutalidad...-dijo suspirando mientras se limpiaba el sudor de la frente.-Espero no tener más mañanas moviditas como esta.-
En el horizonte, se veia el nuevo amanecer con un brillo diferente. Nunca se habia prestado a observar un amanecer en condiciones. Por ello, se quedó algo sobrecogida por el espectaculo. Poco le duró el asombro cuando Toima emitió un sonoro ronquido y manoteó el aire, molesto y una mosca se escapaba de su boca. El susto que esto le causó a la nublina la hizo sobresaltarse y quedarse paralizada hasta que se dio cuenta de lo pasado. Entonces enterró su cabeza entre las rodillas y soltó una palabra junto a un suspiro.
-Idiota.-

A la hora y pocos minutos, un ulterano mareado abrio un ojo. Estaba casi cubierto de polvo y a su lado yacia una nublina dormitando sobre sus piernas. Se incorporó y oteó el lugar. Estaban parados en medio de la calle. Intentó hacer memoria de lo sucedido pero antes de nada, sufrio de un escozor terrible en su cara que le llevó a exclamar en voz alta y llevarse las manos a esta, despertando a la nublina por segunda vez en aquel día.
-¡Joder!-notó las gasas hechas con ropa que tapaban sus heridas y se fijó en la nublina. ¿Qué harian ahí parados en mitad de la calle? Parecia que se habia quedado dormido y Tania habia estado vigilando con arco y carcaj listos. Finalmente, fragmentos de memoria volvieron a él y escondió la mirada de la nublina. Era bastante posible que esta le hubiera salvado la vida aquel día y él lo sabia. No dijo nada y se quedaron sumidos en un incómodo silencio.
-Eh... Toima... Volvamos ¿te parece?-dijo la nublina con una mirada inquisidora, como si le estuviera retando a decirle que iba a volver al abismo. El chico por su parte no dijo nada y asintió lentamente con la cabeza. La nublina se puso de pie con relativa facilidad mientras que el ulterano se tomó su tiempo. El porqué salió a la luz relativamente pronto cuando al apoyarse sobre sus dos pies, las piernas le fallaron y soltó un alarido de dolor. Logró recuperar su pie apoyandose en la pared cercana antes de remangarse la pierna derecha y descubrir un tobillo hinchado como un tonel. En algún punto de la carrera, un paso mal dado o quizás en el mismo traspies se debio torcer el tobillo y esta vez no habia alcohol que aliviara su dolor. La nublina actuó rápido y buscó el brazo del ulterano, posandolo en su hombro, actuando como apoyo de su pie herido.
-Venga, cuanto antes lleguemos antes podremos curarte ese tobillo.-dijo ligeramente más animada. Un Toima cojo apoyado en Tania recorrieron la calle de vuelta al cuchitril.