Faro
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Rocavarancolia Rol
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- Rocavarancolia Rol
Faro
02/08/11, 06:25 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Construido en piedra blanca, de una sola pieza, mide 150 metros de alto, terminado en una linterna que atrae a los barcos para hacerlos naufragar.
- Descripción del interior:
- La puerta del faro da a un vestíbulo. Allí se encuentra una trampilla que conduce a una bodega repleta de maromas, herramientas y barriles. A todo esto se les suman unos rollos de papel fino, granuloso, apilados en el suelo. Cada uno mide más de dos metros y en cada extremo hay ceñida una arandela metálica.
Al fondo del vestíbulo también comienza una gran escalera de caracol robusta, con escalones de madera y una barandilla oxidada y poco fiable. Esta les conduce hasta la parte alta del faro, compuesta por dos pisos habitables y un tercero para la linterna.
La escalera acaba frente a un arco sin puerta tras el cual se abre paso una sala de estar muy sencilla, con muy poca coherencia a nivel estético. Pegado a una pared hay un sofá y, a ambos lados de este, un par de muebles entreabiertos, desordenados y más vacíos que llenos. Cada pieza de la decoración es de un color y formas diferentes, parecen no ser del mismo lugar o de la misma época; esto incluye los cajones de los muebles, que nisiquiera cierran bien. Dentro de ellos pueden encontrar algún que otro amuleto y ropa en desuso de varios mundos vinculados. Una mesa coja preside el salón, con la pata corta apoyada sobre un par de revistas de Frivowaldanny y la Tierra. Cuatro sillas de diferente tamaño la rodean.
En la pared frente al arco de entrada se abren dos puertas: una da a una cocina ligeramente más moderna que las de los torreones e igual de disparatada que la sala de estar. La otra da a un pasillo por el cual continúan las escaleras hasta el siguiente piso.
La segunda planta está ocupada enteramente por un baño y dos habitaciones. La primera es una estancia grande con cama de matrimonio, frente a esta hay un gran ventanal que ocupa toda la pared. Destacan un par de mesitas de noche en mitad de la habitación y un espejo rectangular, de cuerpo entero, apoyado en la misma pared que la cabecera de la cama. La segunda habitación es mucho más pequeña, apenas tiene una cama individual y un armario diminuto. La luz entra en ella por una ventana mucho más modesta, apenas mide el metro cuadrado.
El pasillo que une ambas habitaciones y el baño tiene unas escaleras que conducen al último piso. Esta planta es completamente circular: en el centro está la habitación de la linterna, a la cual se accede por una arcada. A un lado de esta arcada descansa un arpón clavado en la pared, sobre una vieja mancha de sangre. Desde la habitación de la linterna se puede salir a una balconada que rodea toda la planta y que permite asomarse al exterior. El suelo está repleto de mantas y toallas con motivos variopintos, entre las que destacan algunas con aspecto de banderas piratas.
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- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.
Re: Faro
08/12/18, 02:16 pm
La lluvia arreciaba y los relámpagos, que caían sin cesar, le daban a la Luna Roja un aspecto glorioso.
Cerca del faro pero a un poco más de altura, Enredo e Irdil contemplaban el panorama. Desde que habían despegado del suelo el idrino se había agarrado al brujo como si le fuera la vida en ello.
-¿Sabes? No te voy a dejar caer - comentó Enredo con una nota de broma en la voz.
-Yo... perdona - dijo el chico aflojando el agarre pero sin llegar a soltarle, como si realmente temiera que el brujo lo fuese a dejar caer.
Enredo observó la imagen que tenía ante sí. Contempló las ráfagas de agua y viento muriendo contra la barrera que tenía levantada para que no se mojaran. Vio los rayos caer y el mar revuelto cuyas olas chocaban contra los acantilados, como si quisieran rebasarlos y tragarse la tierra de detrás.
Lo cierto era que le sorprendía que Irdil le hubiera pedido salir de casa. Supuso que hasta el chico sin esencia sentía la Luna en sus huesos. Normalmente tenía que arrastrarlo fuera prometiéndole que no le pasaría nada.
Irdil por su parte aún no se sentía del todo seguro en la ciudad. Empezaba a confiar en el brujo pero aún le llevaría tiempo depositar toda su confianza en nadie. Aunque había visto y comprobado que Enredo era de fiar en el tiempo que llevaba viviendo y trabajando para él.
Ciertamente el brujo había anclado protecciones a la ropa que el idrino usaba. Y también le había dado una pulsera por si se perdía, en ese caso podía activar una runa que llevaba para que fuese a por él.
Ésta vez, sin embargo él mismo había pedido salir. Llevaba todo el día sintiendo cierta expectación y cuando le preguntó a su jefe, Enredo contestó que esa noche salía la Luna. Intrigado Irdil se había asomado por la ventana cuando la noche llegó. Embelesado por el brillo le pidió al brujo salir cuando éste volvió a casa de su paseo.
-Bueno, ¿qué te parece? - le preguntó Enredo a su ayudante.- ¿Es como esperabas?
-Es mejor - fue la contestación del idrino.- Es... no lo sé. Siento que cualquier cosa que pudiera decir no le haría justicia.
Enredo asintió a sus palabras, el sentía lo mismo desde la primera vez que la había visto.
-En la ciudad no sólo hay monstruos, también existen cosas bellas. ¿Qué quieres hacer ahora? - preguntó el brujo con voz complaciente.- ¿Quieres volver?
-¿Podemos quedarnos un poco más? - pidió el idrino con voz insegura.
-Todo el tiempo que quieras - respondió con tranquilidad mientras tomaba asiento en el aire.
Cerca del faro pero a un poco más de altura, Enredo e Irdil contemplaban el panorama. Desde que habían despegado del suelo el idrino se había agarrado al brujo como si le fuera la vida en ello.
-¿Sabes? No te voy a dejar caer - comentó Enredo con una nota de broma en la voz.
-Yo... perdona - dijo el chico aflojando el agarre pero sin llegar a soltarle, como si realmente temiera que el brujo lo fuese a dejar caer.
Enredo observó la imagen que tenía ante sí. Contempló las ráfagas de agua y viento muriendo contra la barrera que tenía levantada para que no se mojaran. Vio los rayos caer y el mar revuelto cuyas olas chocaban contra los acantilados, como si quisieran rebasarlos y tragarse la tierra de detrás.
Lo cierto era que le sorprendía que Irdil le hubiera pedido salir de casa. Supuso que hasta el chico sin esencia sentía la Luna en sus huesos. Normalmente tenía que arrastrarlo fuera prometiéndole que no le pasaría nada.
Irdil por su parte aún no se sentía del todo seguro en la ciudad. Empezaba a confiar en el brujo pero aún le llevaría tiempo depositar toda su confianza en nadie. Aunque había visto y comprobado que Enredo era de fiar en el tiempo que llevaba viviendo y trabajando para él.
Ciertamente el brujo había anclado protecciones a la ropa que el idrino usaba. Y también le había dado una pulsera por si se perdía, en ese caso podía activar una runa que llevaba para que fuese a por él.
Ésta vez, sin embargo él mismo había pedido salir. Llevaba todo el día sintiendo cierta expectación y cuando le preguntó a su jefe, Enredo contestó que esa noche salía la Luna. Intrigado Irdil se había asomado por la ventana cuando la noche llegó. Embelesado por el brillo le pidió al brujo salir cuando éste volvió a casa de su paseo.
-Bueno, ¿qué te parece? - le preguntó Enredo a su ayudante.- ¿Es como esperabas?
-Es mejor - fue la contestación del idrino.- Es... no lo sé. Siento que cualquier cosa que pudiera decir no le haría justicia.
Enredo asintió a sus palabras, el sentía lo mismo desde la primera vez que la había visto.
-En la ciudad no sólo hay monstruos, también existen cosas bellas. ¿Qué quieres hacer ahora? - preguntó el brujo con voz complaciente.- ¿Quieres volver?
-¿Podemos quedarnos un poco más? - pidió el idrino con voz insegura.
-Todo el tiempo que quieras - respondió con tranquilidad mientras tomaba asiento en el aire.
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Re: Faro
25/03/19, 09:53 pm
Sinceridad
Evento de la Fiesta post Trama
Mientras la ciudad festejaba, una roquense estaba a punto de irse. Estaba atrapada entre la curiosidad y las ganas de mirar a todas partes, tantas criaturas, tantas transformaciones distintas, y el agobio y el mareo por ver tanto y a través de tanto. Quería alejarse, pero no quería alejarse de sus amistades, pero tampoco quería agobiarse... Así que echó a volar. Avisó de que no iría muy lejos y se elevó en línea recta. Así al menos tenía menos estímulos visuales a su alrededor
O no.
Algo neblinoso rondaba cerca. No pudo concretarlo bien hasta que lo tuvo a unos metros. No podía ser... ¡Otra vez!
—¿A ti también te han llamado? Joder, menudo estropicio tienes en la cara.
—Eh... Creo que avisaron a toda la ciudad... —respondió, confusa. Ni un saludo. Ni recordaba su nombre. Y le acababa de faltar.
—¿Sí? Pues a mí no me dijeron nada. Escuché jaleo y me acerqué a husmear, pero de pronto algo tiró de mí y aquí estamos. ¿Te pasa también?
—Ehhhh... ¿No? Yo estoy aquí por... —abrió un ojo para mirar hacia abajo por si alguien les observaba... y el roquense la interrumpió.
—¡Joder! ¡Tienes más ojos!
—Sí, ¿ya lo veo? Baja la voz, por favor.
El otro ignoró su petición y siguió como siempre.
—Así que te has transformado en una de esas criaturas raras... ¡Qué desastre, mira tus plumas!
—Pues sí, ya lo arreglaré, pero soy más fuerte y alta que antes —masculló, indignada. Estaba a punto de irse. ¿Podría ganarle volando?
—Eso te hará falta, que hay monstruos horrendos en esta ciudad.
—Bueno, tampoco planeo quedarme mucho. Volveré a casa en cuanto aprenda a dominar mis habilidades —le respondió, bastante despreocupada. La primera frase también iba con segundas.
El fantasma no respondió al momento. La miró con el ceño apretado y se cruzó de brazos. Aún recordaba su hogar con orgullo, pero no recordaba ni estaba seguro de saber de dónde era su interlocutora. ¿Cómo de paisanos eran? Mejor prevenir.
—No sabes que no podrás ir, ¿verdad?
Dio en el clavo, al menos en la estrategia que había decidido. La roquense estuvo a punto de perder la mandíbula por la sorpresa.
—¡Cómo... cómo que no! ¡Debo ir, me necesitan!
—Sí, ya. Y a mí. Soy un fantasma, allí sería útil, ¿no crees? ¿Pero por qué crees que yo sigo aquí? Porque estamos encerrados aquí para siempre. Nos prometieron verdades a medias, pero lo siento. Tú sigues viva, al menos, así que puedes darte con un canto en el pico —había adoptado un tono serio, indignado, pero sonreía por dentro.
La cara de la roquense hablaba por sí sola de su triunfo sobre sus esperanzas. Empezaba a sentir asco por ella, porque seguramente sería de Tierra Bruja, con esa inocencia y esa ilusión por ayudar a los demás. Si pudiera, le escupiría. Pero debía mantener la fachada.
Sinceridad, por su parte, estaba rota. Perdía altura por momentos, planeando sin ganas. ¿Sería cierto? Si el otro fuera del Coro, o de Tierra Bruja, podría haberse ido y ayudar como espía, informador, mediador..., lo que fuera, pues era inmune al contacto físico. Pero en cambio, decía estar atrapado aquí, y no era la primera vez que lo veía vagar por ahí. Debía saber más.
—¿Y cómo soportas esto?
—No lo soporto. Estoy muerto y atrapado. Vago de aquí para allá. Ese es el destino que esta poderosísima ciudad me ha concedido —gruñó con rintintín. No se arrepentía de haberse rebelado contra su torreón, pero prefería haber jugado sus opciones de otra manera que no hubiera acabado con su muerte. Pero tampoco quería caerle mal o sería poco creíble—. Y por eso soy tan borde, lo siento pero esto es un asco para los muertos.
—No puede ser, no puede ser...
—En fin... siento haberte dado la mala noticia, pero tienes que asimilarlo cuanto antes. Disfruta de la fiesta tú que puedes mientras yo intento alejarme de ella, porque parece que esté encerrado aquí. Parece que no quieren que los roquenses nos alejemos. Ya es la cuarta o quinta vez que me pasa en un sitio de esta ciudad, ten cuidado —se despidió mientras se alejaba.
—Pero, pero esper... ¡Espera!
No le hizo caso. El fantasma siguió flotando en el aire sin mirar atrás, en dirección a la ciudad, pero parecía que le costaba, como si algo tirase de él en dirección contraria. Al final le pudo ver girarse hacia ella, rendido, con una mueca triste, y encogerse de hombros antes de sumergirse en el suelo. Ella tragó saliva y aleteó unos metros lejos de la multitud. No podía ser verdad. Le prometieron poder para ser capaz de ayudar a los suyos, ¿pero cómo les iba a ayudar desde la ciudad? El otro roquense, en cambio, llevaba varios años allí, a saber cuántos, y el único motivo que se le ocurría para que le hubiera mentido era que fuera del Coro y la hubiera reconocido como una amenaza... ¿Pero por qué seguía en la ciudad, entonces? ¿O por qué no le había contado aquello en otra ocasión, o por qué no había fastidiado sus esperanzas en otro momento? Había tenido tiempo de sobra. Y por poder, podía incluso haberla distraído de sus prácticas de vuelo y haberla matado o herido de forma indirecta, si hubiera querido.
Y allí acabó, en lo alto del Faro, el segundo lugar de aquella ciudad en el que se sentía segura. Arriba, en la linterna, con las patas colgando en aire, recordando a Lebra, observando la fiesta que la nublina se estaba perdiendo. <<A lo mejor la está viendo desde el mar...>> pensaba, emocionada. Al menos su amiga no sería un fantasma tan horrible... pero, realmente, ¿cómo podía juzgar al otro? Él estaba muerto y no podía disfrutar de la vida en ningún aspecto, así que era comprensible que fuera tan arisco. No quería ese destino para Lebra ni para nadie querido, la verdad, y la idea de que su amiga pudiera haber corrido esa suerte le entristeció aún más.
Para colmo, se sumó con todo lo anterior. El fantasma le había roto muchas esperanzas, para ella y sus brujenses, pero sobre todo para ella: la de poder volver a casa, al hogar de verdad. No quería creerlo, pero llorar por Lebra le recordó a la crueldad de la ciudad. Allí todo lo ruin era posible.
Debía volver cuanto antes. Ir al Faro solo había empeorado su estado, pero necesitaba desahogarse y llorar tanto que había sido casi instintivo.
Evento de la Fiesta post Trama
Mientras la ciudad festejaba, una roquense estaba a punto de irse. Estaba atrapada entre la curiosidad y las ganas de mirar a todas partes, tantas criaturas, tantas transformaciones distintas, y el agobio y el mareo por ver tanto y a través de tanto. Quería alejarse, pero no quería alejarse de sus amistades, pero tampoco quería agobiarse... Así que echó a volar. Avisó de que no iría muy lejos y se elevó en línea recta. Así al menos tenía menos estímulos visuales a su alrededor
O no.
Algo neblinoso rondaba cerca. No pudo concretarlo bien hasta que lo tuvo a unos metros. No podía ser... ¡Otra vez!
—¿A ti también te han llamado? Joder, menudo estropicio tienes en la cara.
—Eh... Creo que avisaron a toda la ciudad... —respondió, confusa. Ni un saludo. Ni recordaba su nombre. Y le acababa de faltar.
—¿Sí? Pues a mí no me dijeron nada. Escuché jaleo y me acerqué a husmear, pero de pronto algo tiró de mí y aquí estamos. ¿Te pasa también?
—Ehhhh... ¿No? Yo estoy aquí por... —abrió un ojo para mirar hacia abajo por si alguien les observaba... y el roquense la interrumpió.
—¡Joder! ¡Tienes más ojos!
—Sí, ¿ya lo veo? Baja la voz, por favor.
El otro ignoró su petición y siguió como siempre.
—Así que te has transformado en una de esas criaturas raras... ¡Qué desastre, mira tus plumas!
—Pues sí, ya lo arreglaré, pero soy más fuerte y alta que antes —masculló, indignada. Estaba a punto de irse. ¿Podría ganarle volando?
—Eso te hará falta, que hay monstruos horrendos en esta ciudad.
—Bueno, tampoco planeo quedarme mucho. Volveré a casa en cuanto aprenda a dominar mis habilidades —le respondió, bastante despreocupada. La primera frase también iba con segundas.
El fantasma no respondió al momento. La miró con el ceño apretado y se cruzó de brazos. Aún recordaba su hogar con orgullo, pero no recordaba ni estaba seguro de saber de dónde era su interlocutora. ¿Cómo de paisanos eran? Mejor prevenir.
—No sabes que no podrás ir, ¿verdad?
Dio en el clavo, al menos en la estrategia que había decidido. La roquense estuvo a punto de perder la mandíbula por la sorpresa.
—¡Cómo... cómo que no! ¡Debo ir, me necesitan!
—Sí, ya. Y a mí. Soy un fantasma, allí sería útil, ¿no crees? ¿Pero por qué crees que yo sigo aquí? Porque estamos encerrados aquí para siempre. Nos prometieron verdades a medias, pero lo siento. Tú sigues viva, al menos, así que puedes darte con un canto en el pico —había adoptado un tono serio, indignado, pero sonreía por dentro.
La cara de la roquense hablaba por sí sola de su triunfo sobre sus esperanzas. Empezaba a sentir asco por ella, porque seguramente sería de Tierra Bruja, con esa inocencia y esa ilusión por ayudar a los demás. Si pudiera, le escupiría. Pero debía mantener la fachada.
Sinceridad, por su parte, estaba rota. Perdía altura por momentos, planeando sin ganas. ¿Sería cierto? Si el otro fuera del Coro, o de Tierra Bruja, podría haberse ido y ayudar como espía, informador, mediador..., lo que fuera, pues era inmune al contacto físico. Pero en cambio, decía estar atrapado aquí, y no era la primera vez que lo veía vagar por ahí. Debía saber más.
—¿Y cómo soportas esto?
—No lo soporto. Estoy muerto y atrapado. Vago de aquí para allá. Ese es el destino que esta poderosísima ciudad me ha concedido —gruñó con rintintín. No se arrepentía de haberse rebelado contra su torreón, pero prefería haber jugado sus opciones de otra manera que no hubiera acabado con su muerte. Pero tampoco quería caerle mal o sería poco creíble—. Y por eso soy tan borde, lo siento pero esto es un asco para los muertos.
—No puede ser, no puede ser...
—En fin... siento haberte dado la mala noticia, pero tienes que asimilarlo cuanto antes. Disfruta de la fiesta tú que puedes mientras yo intento alejarme de ella, porque parece que esté encerrado aquí. Parece que no quieren que los roquenses nos alejemos. Ya es la cuarta o quinta vez que me pasa en un sitio de esta ciudad, ten cuidado —se despidió mientras se alejaba.
—Pero, pero esper... ¡Espera!
No le hizo caso. El fantasma siguió flotando en el aire sin mirar atrás, en dirección a la ciudad, pero parecía que le costaba, como si algo tirase de él en dirección contraria. Al final le pudo ver girarse hacia ella, rendido, con una mueca triste, y encogerse de hombros antes de sumergirse en el suelo. Ella tragó saliva y aleteó unos metros lejos de la multitud. No podía ser verdad. Le prometieron poder para ser capaz de ayudar a los suyos, ¿pero cómo les iba a ayudar desde la ciudad? El otro roquense, en cambio, llevaba varios años allí, a saber cuántos, y el único motivo que se le ocurría para que le hubiera mentido era que fuera del Coro y la hubiera reconocido como una amenaza... ¿Pero por qué seguía en la ciudad, entonces? ¿O por qué no le había contado aquello en otra ocasión, o por qué no había fastidiado sus esperanzas en otro momento? Había tenido tiempo de sobra. Y por poder, podía incluso haberla distraído de sus prácticas de vuelo y haberla matado o herido de forma indirecta, si hubiera querido.
Y allí acabó, en lo alto del Faro, el segundo lugar de aquella ciudad en el que se sentía segura. Arriba, en la linterna, con las patas colgando en aire, recordando a Lebra, observando la fiesta que la nublina se estaba perdiendo. <<A lo mejor la está viendo desde el mar...>> pensaba, emocionada. Al menos su amiga no sería un fantasma tan horrible... pero, realmente, ¿cómo podía juzgar al otro? Él estaba muerto y no podía disfrutar de la vida en ningún aspecto, así que era comprensible que fuera tan arisco. No quería ese destino para Lebra ni para nadie querido, la verdad, y la idea de que su amiga pudiera haber corrido esa suerte le entristeció aún más.
Para colmo, se sumó con todo lo anterior. El fantasma le había roto muchas esperanzas, para ella y sus brujenses, pero sobre todo para ella: la de poder volver a casa, al hogar de verdad. No quería creerlo, pero llorar por Lebra le recordó a la crueldad de la ciudad. Allí todo lo ruin era posible.
Debía volver cuanto antes. Ir al Faro solo había empeorado su estado, pero necesitaba desahogarse y llorar tanto que había sido casi instintivo.
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Re: Faro
05/12/22, 06:30 pm
Tras la desaparición de la gente en la trama
Sinceridad
La roquense no se lo podía creer. Su mejor amiga durante la cosecha, la persona más escrupulosa que conocía, y con quien mejores recuerdos tenía en la cosecha, sobre todo en el Faro, había desaparecido. Sin dejar ni rastro. Ni con sus decenas de ojos había conseguido dar con ella. Ni en las cercanías de la Sede. Ni en los barrios de más allá. Ni tan siquiera en el que había sido su segundo refugio junto a Lebra y el resto, o los acantilados donde se asentaba el susodicho Faro... Nada de nada. No podía ser cierto. Sabía que había desaparecido más gente, ¿pero por qué ella? ¿Se habría quedado atascada en algún espejo del que no podrían rescatarla nunca? ¿Por qué ella, dónde podía estar? Claramente no se había ido voluntariamente, les habría dicho algo, ¿pero quién podía tener algo en su contra? ¿Le habrían atacado en alguna salida de la torre? ¿Y entonces, por qué nadie sabía nada? La roquense se había pasado días y días sobrevolando la ciudad, preguntando aquí y allá por la bruja... sin éxito. ¿Por qué la ciudad les hacía esto, después de más de un año allí?
Los demás también habían organizado salidas para buscar a sus compañeros y ella se les unía. Peinaban barrios enteros con su magia y habilidades, vociferando sus nombres, pero nada. Ella misma recordó cómo llamaba Mónica a los sinhadres desaparecidos, "Picasso" y "Calimero", y se imaginó llamándola con algún mote al buscarla. «¿Cómo sería? ¿"Espejada" o "Espejitos"?» pero había roto a llorar después de haberlos pronunciado en voz baja una sola vez.
También se le había unido Tay de vez en cuando y en aquella ocasión habían decidido ir al Faro. No tenía sentido que estuviera allí, la verdad, pero era el último sitio que se le ocurría en que podía haberse ocultado o refugiado si le hubiera pasado algo o no quisiera implicarles por algún motivo. Y, en efecto, un rápido barrido con sus ojos se lo confirmó. Se llevó las manos a la cara, angustiada, y agachó la cabeza antes de pronunciar palabra alguna.
—Aquí tampoco está. Ya lo imaginaba, pero no lo entiendo... ¿a dónde han ido todos, qué les ha pasado? —se preguntó. Sabía que el chaval no tenía las respuestas, pero no salía otra cosa de su boca.
Sinceridad
La roquense no se lo podía creer. Su mejor amiga durante la cosecha, la persona más escrupulosa que conocía, y con quien mejores recuerdos tenía en la cosecha, sobre todo en el Faro, había desaparecido. Sin dejar ni rastro. Ni con sus decenas de ojos había conseguido dar con ella. Ni en las cercanías de la Sede. Ni en los barrios de más allá. Ni tan siquiera en el que había sido su segundo refugio junto a Lebra y el resto, o los acantilados donde se asentaba el susodicho Faro... Nada de nada. No podía ser cierto. Sabía que había desaparecido más gente, ¿pero por qué ella? ¿Se habría quedado atascada en algún espejo del que no podrían rescatarla nunca? ¿Por qué ella, dónde podía estar? Claramente no se había ido voluntariamente, les habría dicho algo, ¿pero quién podía tener algo en su contra? ¿Le habrían atacado en alguna salida de la torre? ¿Y entonces, por qué nadie sabía nada? La roquense se había pasado días y días sobrevolando la ciudad, preguntando aquí y allá por la bruja... sin éxito. ¿Por qué la ciudad les hacía esto, después de más de un año allí?
Los demás también habían organizado salidas para buscar a sus compañeros y ella se les unía. Peinaban barrios enteros con su magia y habilidades, vociferando sus nombres, pero nada. Ella misma recordó cómo llamaba Mónica a los sinhadres desaparecidos, "Picasso" y "Calimero", y se imaginó llamándola con algún mote al buscarla. «¿Cómo sería? ¿"Espejada" o "Espejitos"?» pero había roto a llorar después de haberlos pronunciado en voz baja una sola vez.
También se le había unido Tay de vez en cuando y en aquella ocasión habían decidido ir al Faro. No tenía sentido que estuviera allí, la verdad, pero era el último sitio que se le ocurría en que podía haberse ocultado o refugiado si le hubiera pasado algo o no quisiera implicarles por algún motivo. Y, en efecto, un rápido barrido con sus ojos se lo confirmó. Se llevó las manos a la cara, angustiada, y agachó la cabeza antes de pronunciar palabra alguna.
—Aquí tampoco está. Ya lo imaginaba, pero no lo entiendo... ¿a dónde han ido todos, qué les ha pasado? —se preguntó. Sabía que el chaval no tenía las respuestas, pero no salía otra cosa de su boca.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: Faro
03/02/23, 12:09 pm
Las cosas iban de mal en peor. Los meses pasaban y la ciudad no tenía intención de darle tregua. Los momentos de felicidad que recordaba ahora estaban contaminados por una fina película de falsa seguridad. Podías morir en cualquier momento, y también desaparecer.
Su relación con Dafne era ya prácticamente inexistente y el belga se preguntaba si los vestigios del pasado era lo único que los unía. Pero no era ese el motivo de su desgracia, ni lo que provocaba una ansiedad que latía en su pecho cual parásito.
Como tantos otros Mónica ya no estaba, se había esfumado y borrado de la faz de Rocavarancolia. No se llevaba con ella lo suficiente como para notar su ausencia, pero se preocupó cuando Sinceridad comenzó a extrañarse. Además no era la única que hacía tiempo que no daba señales de vida.
¿Preparado para seguir despidiéndose de los suyos eternamente?
Tayron contemplaba el faro de piedra blanca con el ceño fruncido, desde ahí le venía una brisa empapada de un tufo salado. Arrugó la nariz antes de responder a su amiga.
—Ni puta idea... —cruzó los brazos sobre el pecho, sin saber qué es lo que debía sentir exactamente. La chica no pertenecía a su círculo cercano, pero compartieron cosecha y aquello creaba vínculos fuertes que al tiempo le costaba difuminar. Además, recordaba perfectamente cuando ambos se precipitaron metros hacia los bajos fondos al quebrarse el suelo sobre el que pisaban. La caída habría sido fatal de no ser por el anillo de Dana. Entre todo aquel caos de pensamientos distinguía como la española le ofreció su mano y permanecieron horas esperando como dos conejillos asustados a un final que nunca llegaría. Esto no podía estar pasando. ¿Mónica ya no estaba?—. Los fantasmas... no me dicen nada, no saben una mierda —dijo en voz queda.
Por un momento pensó en invocar niebla mágica sobre la edificación que tenían en frente, pero desestimó la idea. ¿Acaso había algo que Sinceridad no pudiera ver? Confiaba en la roquense. Y sus hechizos de búsqueda hasta el momento resultaron nulos. Se sentía inútil.
—Sé que ya te lo he preguntado alguna vez pero... tía... ¿Estás segura de que no te dijo nada la última vez que hablasteis? Algún dato importante o algo... —el tono del lémur era triste pero delicado. Sabía que eran mejores amigas y no quería pisar ninguna baldosa resbaladiza.
Su relación con Dafne era ya prácticamente inexistente y el belga se preguntaba si los vestigios del pasado era lo único que los unía. Pero no era ese el motivo de su desgracia, ni lo que provocaba una ansiedad que latía en su pecho cual parásito.
Como tantos otros Mónica ya no estaba, se había esfumado y borrado de la faz de Rocavarancolia. No se llevaba con ella lo suficiente como para notar su ausencia, pero se preocupó cuando Sinceridad comenzó a extrañarse. Además no era la única que hacía tiempo que no daba señales de vida.
¿Preparado para seguir despidiéndose de los suyos eternamente?
Tayron contemplaba el faro de piedra blanca con el ceño fruncido, desde ahí le venía una brisa empapada de un tufo salado. Arrugó la nariz antes de responder a su amiga.
—Ni puta idea... —cruzó los brazos sobre el pecho, sin saber qué es lo que debía sentir exactamente. La chica no pertenecía a su círculo cercano, pero compartieron cosecha y aquello creaba vínculos fuertes que al tiempo le costaba difuminar. Además, recordaba perfectamente cuando ambos se precipitaron metros hacia los bajos fondos al quebrarse el suelo sobre el que pisaban. La caída habría sido fatal de no ser por el anillo de Dana. Entre todo aquel caos de pensamientos distinguía como la española le ofreció su mano y permanecieron horas esperando como dos conejillos asustados a un final que nunca llegaría. Esto no podía estar pasando. ¿Mónica ya no estaba?—. Los fantasmas... no me dicen nada, no saben una mierda —dijo en voz queda.
Por un momento pensó en invocar niebla mágica sobre la edificación que tenían en frente, pero desestimó la idea. ¿Acaso había algo que Sinceridad no pudiera ver? Confiaba en la roquense. Y sus hechizos de búsqueda hasta el momento resultaron nulos. Se sentía inútil.
—Sé que ya te lo he preguntado alguna vez pero... tía... ¿Estás segura de que no te dijo nada la última vez que hablasteis? Algún dato importante o algo... —el tono del lémur era triste pero delicado. Sabía que eran mejores amigas y no quería pisar ninguna baldosa resbaladiza.
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Re: Faro
05/02/23, 08:25 pm
Sinceridad acabó sentándose en un cascote del terreno mientras escuchaba al chaval. También oía el bramido de las olas contra el acantilado y el olor a sal le traía recuerdos de sus días viviendo en el Faro que se erguía ante ellos. Había llegado a soñar que vivía allí de nuevo y que se la encontraba en la cocina al despertar un día cualquiera, pero ahora lo echaría abajo con sus propias manos. O encerraría dentro a todo aquel que les había hecho daño en el pasado y le prendería fuego, pues había aprendido que la ciudad no era un pozo de maldad sino que estaba poblada por la peor calaña de criaturas posible que habían decidido ganarse el odio de todo ser vivo. La ciudad no se había tragado a su amiga sino que alguien se la había arrebatado.
Los fantasmas no le decían nada al lémur igual que a sus amigos sus hechizos y a ella su visión no les mostraba nada desde hacía tiempo sobre su amiga. Nadie sabía nada. Y para colmo, lo que más le dolía era que ni siquiera recordaba cuándo había sido la última vez que se vieron, ni si fue en Serpentaria o en la Sede, o qué estaban haciendo, si investigando, o de compras o paseando. Siguió rememorando ratos con ella según lo que iba diciendo Tay. Hablaban de sus transformaciones, sus progresos, sus amistades, la gente que podía gustarles a una y a otra, cotilleos... y por supuesto sobre la ciudad, sus peligros y sus bondades, pero nunca llegaron a comentar nada que pudiera estar relacionado con ponerse en peligro una de ellas o que les estuviera pasando algo concreto.
—No, chico, nada de nada. Nos iba bien, le iba bien. Nuestras idas y venidas con nuestras transformaciones, con vosotros nuestras amistades, y poco más. Si hubiera querido irse, imagino que nos habría avisado. Y nunca dijo nada de que le preocupase algún peligro o algo. Habríamos hecho algo si lo hubiéramos sabido, lo que fuera, aunque hubiera sido pedir ayuda a la gente de cribas anteriores... —dijo con voz queda, a medias entre frustración y estar a punto de echarse a llorar.
Para contenerse, le dio un puntapie a una piedra. Entonces, mientras la veía rebotar y rodar, se le ocurrió algo y se echó a reír al poco.
—Seguramente la muy cabrona se haya ido a esa Tierra vuestra a preparar alguna sorpresa y se haya quedado encerrada allí hasta la próxima cosecha... y cuando vuelva pienso perder todas mis plumas dándole una paliza.
Tenían varios proyectos de visitar sus mundos, por supuesto, y la broma al respecto no sirvió para alegrarle sino para hundirle aún más. Seguía riéndose un poco después, al terminar de decir aquello, pero no podía contener las lágrimas. ¿Cómo iba a evitarlo, si en Rocavarancolia había conocido a quien fue su mejor amiga desde su llegada y ahora simplemente ya no estaba? Si al menos tuvieran información sobre un suceso, o hubieran encontrado un cuerpo, un rastro... algo para cerrar aquel episodio de dolor, algo a lo que agarrarse para poder cerrarlo del todo. Cabeceaba y negaba con la cabeza mirando al suelo, pero finalmente miró a Tay y se sorbió la nariz. Ahora mismo daría pena, ella, tan grande, tan fuerte, ahí echa polvo, tan derrotada, con parches de plumas pegadas entre sí porque sus ojos lloraban sin ton ni son, unos sí y otros no.
—Siento haberte hecho venir hasta aquí para verme así —se disculpó con él.
Los fantasmas no le decían nada al lémur igual que a sus amigos sus hechizos y a ella su visión no les mostraba nada desde hacía tiempo sobre su amiga. Nadie sabía nada. Y para colmo, lo que más le dolía era que ni siquiera recordaba cuándo había sido la última vez que se vieron, ni si fue en Serpentaria o en la Sede, o qué estaban haciendo, si investigando, o de compras o paseando. Siguió rememorando ratos con ella según lo que iba diciendo Tay. Hablaban de sus transformaciones, sus progresos, sus amistades, la gente que podía gustarles a una y a otra, cotilleos... y por supuesto sobre la ciudad, sus peligros y sus bondades, pero nunca llegaron a comentar nada que pudiera estar relacionado con ponerse en peligro una de ellas o que les estuviera pasando algo concreto.
—No, chico, nada de nada. Nos iba bien, le iba bien. Nuestras idas y venidas con nuestras transformaciones, con vosotros nuestras amistades, y poco más. Si hubiera querido irse, imagino que nos habría avisado. Y nunca dijo nada de que le preocupase algún peligro o algo. Habríamos hecho algo si lo hubiéramos sabido, lo que fuera, aunque hubiera sido pedir ayuda a la gente de cribas anteriores... —dijo con voz queda, a medias entre frustración y estar a punto de echarse a llorar.
Para contenerse, le dio un puntapie a una piedra. Entonces, mientras la veía rebotar y rodar, se le ocurrió algo y se echó a reír al poco.
—Seguramente la muy cabrona se haya ido a esa Tierra vuestra a preparar alguna sorpresa y se haya quedado encerrada allí hasta la próxima cosecha... y cuando vuelva pienso perder todas mis plumas dándole una paliza.
Tenían varios proyectos de visitar sus mundos, por supuesto, y la broma al respecto no sirvió para alegrarle sino para hundirle aún más. Seguía riéndose un poco después, al terminar de decir aquello, pero no podía contener las lágrimas. ¿Cómo iba a evitarlo, si en Rocavarancolia había conocido a quien fue su mejor amiga desde su llegada y ahora simplemente ya no estaba? Si al menos tuvieran información sobre un suceso, o hubieran encontrado un cuerpo, un rastro... algo para cerrar aquel episodio de dolor, algo a lo que agarrarse para poder cerrarlo del todo. Cabeceaba y negaba con la cabeza mirando al suelo, pero finalmente miró a Tay y se sorbió la nariz. Ahora mismo daría pena, ella, tan grande, tan fuerte, ahí echa polvo, tan derrotada, con parches de plumas pegadas entre sí porque sus ojos lloraban sin ton ni son, unos sí y otros no.
—Siento haberte hecho venir hasta aquí para verme así —se disculpó con él.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Faro
09/02/23, 08:07 pm
La expresión ensombrecida de Tayron no mutó ante la respuesta de Sinceridad, ya que en realidad, era la que esperaba. Así que le había ido de puta madre hasta ahora. Mónica... se le antojaba peculiar y excéntrica, pero no andaba metiéndose en líos. Por eso tenía sentido que su mejor amiga se encontrara tan desconcertada. A él tampoco le cuadraba nada y se temía lo peor, puede que este fuera un buen lío, uno de los chungos. Por un momento el rostro de Hyun surcó su mente, y luego un recuerdo de Rox y él en la capilla de los nombres tomó forma. Se negaba a volver a ese sitio. Por nada del mundo, vamos.
El lémur siguió la dirección de la roca que la roquense había despedido con un puntapié y pensó que no había mejor metáfora que la ciudad pateándole los intestinos una y otra vez. Sin embargo, el siguiente comentario de la argos provocó una risa en él que fue disminuyendo en intensidad conforme se dio cuenta de que su amiga estaba devastada. Quedó en silencio, y giró un poco el cuerpo solo para poder ver si estaba llorando. Aunque no hizo demasiada falta, pues sus plumas no tardaron en empaparse.
Apretó los puños con impotencia hasta que el anillo que portaba le hizo daño en los dedos y los nudillos se volvieron blancos.
—Mierda, Sincy —chasqueó la lengua, sin ningún tono de enfado en absoluto—. No tienes que disculparte conmigo ni sentir nada, tienes derecho a sentirte así —repuso, intentando que ahora no se le quebrara la voz a él. Había aguantado el tipo un rato, pero ver como la roquense se rompía hacía más difícil fingir que podía sobrellevar el asunto— Lo único a lamentar es que por tu culpa voy a mancharme los vaqueros —dijo, intentando buscar un momento de alivio en ambos y posteriormente sentándose en un cascote a su lado. Al hacerlo, dejó escapar todo el aire que tenía acumulado y apoyó su mano en su hombro con cuidado de no tocar ninguno de sus ojos ni de abrumarla demasiado—. Todo esto es raro... de cojones, pero quizás la estemos subestimando, a lo mejor Mónica se las está apañando, debe de estar bien, tiene que estarlo.
Volvió a guardar silencio. ¿Se creía sus propias palabras? ¿Por qué se imaginaba entonces a la española muerta entre alimañas? O peor aún, encerrada y siento torturada. No podía fiarse de nadie, solo de sus amigos más cercanos. Los demás siempre podían ser potenciales amenazas.
Como si de un aviso del destino se tratara un escalofrío recorrió su cuerpo y el belga miró a ambos lados, sin saber si fue producido por una brisa marina o una sensación de inseguridad creciente. Extendió la palma de la mano de pronto, y con su propia saliva trazó una estrella de siete puntas. El olor a plata en el aire sustituyó al tufo salado del mar y las líneas creadas por sus dedos negros brillaron con una luz blanca. Tayron conjuró el hechizo con pasmosa facilidad sobre el área en el que se encontraban y la figura se extendió en el aire, dispersándose por los alrededores.
—Por si acaso —se excusó, tras comprobar que en efecto se encontraban más que solos—. Espera... lo que has dicho antes —los ojos amarillos del chico se abrieron un poco—. Puede que tengas razón ¿No? Mónica es un poco desastre, no sé si ha podido quedarse atrapada en la Tierra pero a lo mejor huyó a uno de los mundos vinculados y... ya sabemos que algunos son hostiles. ¿Y si ha tenido una putada y por eso no ha vuelto?.
El lémur siguió la dirección de la roca que la roquense había despedido con un puntapié y pensó que no había mejor metáfora que la ciudad pateándole los intestinos una y otra vez. Sin embargo, el siguiente comentario de la argos provocó una risa en él que fue disminuyendo en intensidad conforme se dio cuenta de que su amiga estaba devastada. Quedó en silencio, y giró un poco el cuerpo solo para poder ver si estaba llorando. Aunque no hizo demasiada falta, pues sus plumas no tardaron en empaparse.
Apretó los puños con impotencia hasta que el anillo que portaba le hizo daño en los dedos y los nudillos se volvieron blancos.
—Mierda, Sincy —chasqueó la lengua, sin ningún tono de enfado en absoluto—. No tienes que disculparte conmigo ni sentir nada, tienes derecho a sentirte así —repuso, intentando que ahora no se le quebrara la voz a él. Había aguantado el tipo un rato, pero ver como la roquense se rompía hacía más difícil fingir que podía sobrellevar el asunto— Lo único a lamentar es que por tu culpa voy a mancharme los vaqueros —dijo, intentando buscar un momento de alivio en ambos y posteriormente sentándose en un cascote a su lado. Al hacerlo, dejó escapar todo el aire que tenía acumulado y apoyó su mano en su hombro con cuidado de no tocar ninguno de sus ojos ni de abrumarla demasiado—. Todo esto es raro... de cojones, pero quizás la estemos subestimando, a lo mejor Mónica se las está apañando, debe de estar bien, tiene que estarlo.
Volvió a guardar silencio. ¿Se creía sus propias palabras? ¿Por qué se imaginaba entonces a la española muerta entre alimañas? O peor aún, encerrada y siento torturada. No podía fiarse de nadie, solo de sus amigos más cercanos. Los demás siempre podían ser potenciales amenazas.
Como si de un aviso del destino se tratara un escalofrío recorrió su cuerpo y el belga miró a ambos lados, sin saber si fue producido por una brisa marina o una sensación de inseguridad creciente. Extendió la palma de la mano de pronto, y con su propia saliva trazó una estrella de siete puntas. El olor a plata en el aire sustituyó al tufo salado del mar y las líneas creadas por sus dedos negros brillaron con una luz blanca. Tayron conjuró el hechizo con pasmosa facilidad sobre el área en el que se encontraban y la figura se extendió en el aire, dispersándose por los alrededores.
—Por si acaso —se excusó, tras comprobar que en efecto se encontraban más que solos—. Espera... lo que has dicho antes —los ojos amarillos del chico se abrieron un poco—. Puede que tengas razón ¿No? Mónica es un poco desastre, no sé si ha podido quedarse atrapada en la Tierra pero a lo mejor huyó a uno de los mundos vinculados y... ya sabemos que algunos son hostiles. ¿Y si ha tenido una putada y por eso no ha vuelto?.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistenciaPersonajes :
● Jack: Vampiro de humo terrícola.
● Atol/Skarog: Helión libense.
● Alice/Onyx: Onycemante terrícola.
● Tesón/Eterno: fantasma roquense, sin magia.
● Sinceridad: Argos magnético roquense de Tierra Bruja.
● Pefka: Lenguaraz hijo de Luna Kepryna.
● Tawar: Repobladore de la montaña
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Pérdida gradual del miedo a salir al exterior.
Armas : Jack: dos espadas. Magia.
Atol: lanza, espada y escudo. Magia.
Alice: magia y onyces. Espada o arco.
Sinceridad: arco, jabalinas, espada/lanza y escudo.
Pefka: lo que pille, normalmente machete y arco
Humor : Os falta bosque, gigantes
Re: Faro
12/03/23, 05:31 am
El abrazo le sirvió para desahogarse y calmarse. Quizá Tayron tuviera razón y su amiga se hubiera perdido en algún mundo vinculado. Quizá en la Tierra como ella misma había sugerido. O quizás en cualquier otro... Seguiría investigando. Se separó del chaval y le sonrió lo mejor que pudo, ya que siempre pensaba que debía dar mal rollo mirar a una cara que te sonreía sin tener ojos en ella.
—Gracias, Tay. Quizá tengamos razón. Aquí no hay nada y solo me trae recuerdos que no quiero navegar si no está ella por aquí, así que mejor nos vamos—le respondió y entonces le dio la espalda al faro. Pero no se calló—. ¿Volvemos a los refugios? ¿O te apetece desconectar y darnos una vuelta o tomarnos algo en la taberna? Otro día iré a la explanada de los portales a preguntar o pediré algún amuleto que rastree a personas concretas, pero ahora mismo necesito moverme e irme de aquí—suspiró finalmente.
Sigue en la Taberna del Mago Tuerto
—Gracias, Tay. Quizá tengamos razón. Aquí no hay nada y solo me trae recuerdos que no quiero navegar si no está ella por aquí, así que mejor nos vamos—le respondió y entonces le dio la espalda al faro. Pero no se calló—. ¿Volvemos a los refugios? ¿O te apetece desconectar y darnos una vuelta o tomarnos algo en la taberna? Otro día iré a la explanada de los portales a preguntar o pediré algún amuleto que rastree a personas concretas, pero ahora mismo necesito moverme e irme de aquí—suspiró finalmente.
Sigue en la Taberna del Mago Tuerto
No Hope. No Dreams. No Love.
My Only Escape Is Underground
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- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Faro
15/03/23, 04:20 pm
—Si al final te pasas por la explanada de los portales o necesitas cualquier otra cosa cuenta conmigo —Sinceridad había aceptado el abrazo de sumo agrado y aunque extraño por el contacto con una persona de tantas ojos, se sintió bien y más positivo.
Antes las sugerencias de su amiga Tay agitó la cola a su espalda de manera traviesa, y con un resoplido esbozó una mueca socarrona.
—¡Creía que no me lo pedirías nunca!—el lémur se incorporó al tiempo que se daba así mismo una palmada en las rodillas para darse brío—. Me parece cojonudo, tomemos unas birras para ahogar las penas.
El belga partiría entonces, sin callar ni un segundo e intentando contagiar un ánimo que no sabía si le quedaba. Necesitaban desconectar y pasárselo bien.
Y eso es lo que prometía la Taberna del Mago Tuerto.
Antes las sugerencias de su amiga Tay agitó la cola a su espalda de manera traviesa, y con un resoplido esbozó una mueca socarrona.
—¡Creía que no me lo pedirías nunca!—el lémur se incorporó al tiempo que se daba así mismo una palmada en las rodillas para darse brío—. Me parece cojonudo, tomemos unas birras para ahogar las penas.
El belga partiría entonces, sin callar ni un segundo e intentando contagiar un ánimo que no sabía si le quedaba. Necesitaban desconectar y pasárselo bien.
Y eso es lo que prometía la Taberna del Mago Tuerto.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
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"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Trish
Ficha de cosechado
Nombre: Serena
Especie: Humana
Habilidades: Astucia, agilidad y habilidad manualPersonajes : Serena: humana (1,60 cm)
Unidades mágicas : 5/5
Re: Faro
07/08/23, 10:39 am
Su garganta todavía se quejaba cuando Serena reanudó sus pasos y continuó guiándose por la luz que provenía del faro. Al menos parecía que había dejado de llorar, aunque en su cabeza seguía resonando cada uno de los comentarios e insultos que había recibido. Todo se había vuelto borroso tras los gritos de Connor y, aunque había escuchado a varios compañeros gritar su nombre mientras huía con la cesta, no era capaz de identificar sus voces. Aún así, pensó Serena, era evidente que solo estarían intentando detenerla para recuperar la comida y no porque se preocuparan realmente por ella. Echó un vistazo rápido a la cesta para comprobar lo que había escogido y se arrepintió de no haber añadido algo más. Lo único positivo era que no pesaba tanto como para ser un impedimento y que, además, la carne podría servirle en caso de tener que ahuyentar a algún enemigo.
Cada callejón que atravesaba parecía más oscuro y silencioso que el anterior, consiguiendo que el miedo e inseguridad que sentía se hicieran cada vez más palpables. Los recuerdos del ataque de las ratas parecían no querer abandonarla, a pesar de intentar esforzarse en apartarlos de su mente. ¿Qué iba a hacer ella sola si volvía a pasar algo parecido? Había salido del torreón sin armas y lo peor era que no había reparado en ello hasta ese mismo momento. Incluso había olvidado coger algo de abrigo y ahora intentaba abrazarse y frotar sus brazos para entrar en calor. Pensó entonces en la habitación del torreón y en la cama que, a pesar de haberle parecido completamente incómoda la noche anterior, ahora le producía una dolorosa nostalgia.
Sabía que no iba a ser bienvenida de nuevo en el torreón y que aunque le permitieran entrar sería para seguir lanzándole amenazas e insultos, pero se permitió mirar hacia atrás para ver si ya estaba demasiado lejos como para volver. Lo mejor sería pensar en ella misma y en su propia supervivencia, y no tenía ninguna duda de que tendría muchas más opciones de seguir viva si continuaba con el grupo. Sin embargo, antes de poder distinguir el torreón, algo consiguió captar por completo su atención. No muy lejos, en uno de los cruces de aquellas desérticas calles, una sombra oscura se movía lenta y amenazante. Le pareció ver a alguien más correr, pero sus ojos no podían apartarse de aquella masa negra que parecía absorber toda su energía.
Consiguió que sus piernas comenzaran a moverse y desechó del todo la idea de regresar al torreón. No iba a permitirse quedarse paralizada de nuevo y mucho menos ante aquel monstruo; lo único que tenía para defenderse era un trozo de carne y estaba segura de que esta vez no serviría para nada. Continuó corriendo por los laberínticos callejones sin mirar atrás, estaba a tan solo un par de calles del faro y no pensaba detenerse hasta alcanzarlo.
Avanzó mientras se repetía a ella misma que podría esconderse y estar a salvo dentro del faro. Con un poco de suerte, el monstruo no habría reparado en que ella se encontraba ahí.
Cada callejón que atravesaba parecía más oscuro y silencioso que el anterior, consiguiendo que el miedo e inseguridad que sentía se hicieran cada vez más palpables. Los recuerdos del ataque de las ratas parecían no querer abandonarla, a pesar de intentar esforzarse en apartarlos de su mente. ¿Qué iba a hacer ella sola si volvía a pasar algo parecido? Había salido del torreón sin armas y lo peor era que no había reparado en ello hasta ese mismo momento. Incluso había olvidado coger algo de abrigo y ahora intentaba abrazarse y frotar sus brazos para entrar en calor. Pensó entonces en la habitación del torreón y en la cama que, a pesar de haberle parecido completamente incómoda la noche anterior, ahora le producía una dolorosa nostalgia.
Sabía que no iba a ser bienvenida de nuevo en el torreón y que aunque le permitieran entrar sería para seguir lanzándole amenazas e insultos, pero se permitió mirar hacia atrás para ver si ya estaba demasiado lejos como para volver. Lo mejor sería pensar en ella misma y en su propia supervivencia, y no tenía ninguna duda de que tendría muchas más opciones de seguir viva si continuaba con el grupo. Sin embargo, antes de poder distinguir el torreón, algo consiguió captar por completo su atención. No muy lejos, en uno de los cruces de aquellas desérticas calles, una sombra oscura se movía lenta y amenazante. Le pareció ver a alguien más correr, pero sus ojos no podían apartarse de aquella masa negra que parecía absorber toda su energía.
Consiguió que sus piernas comenzaran a moverse y desechó del todo la idea de regresar al torreón. No iba a permitirse quedarse paralizada de nuevo y mucho menos ante aquel monstruo; lo único que tenía para defenderse era un trozo de carne y estaba segura de que esta vez no serviría para nada. Continuó corriendo por los laberínticos callejones sin mirar atrás, estaba a tan solo un par de calles del faro y no pensaba detenerse hasta alcanzarlo.
Avanzó mientras se repetía a ella misma que podría esconderse y estar a salvo dentro del faro. Con un poco de suerte, el monstruo no habría reparado en que ella se encontraba ahí.
No existen los finales felices; son espejismos. No te cuentan que siempre, al final, todos mueren.
- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidad
Personajes :
Abel: humano español (1,90m)
Unidades mágicas : 5/5
Armas :
Abel: su arrolladora personalidad
Re: Faro
09/08/23, 02:27 am
De repente, comenzó a oir ruido que venían desde el torreón. Kalna había salido también y otros parecían estar decidiendo hacer lo mismo. Sus voces sonaban como advertencias de peligro que le instaban a repensar si había sido buena idea salir en un impulso. Sin embargo, esa posibilidad fue destruida de inmediato, ya que Abel, quien corría sin parar de mirar hacia todas partes en busca de peligro, se topó con ese peligro que tanto temía. Entre Kalna y él se alzaba un ser extremadamente terrorífico, tanto que sintió una fuerte sensación de mareo nada más verlo. Se trataba de una masa oscura formada por huesos y ojos, que logró infundir en Abel un terror abismal.
Cuando escuchó a Rick gritarle a Kalna que corriese, se tomó ese consejo como si fuese para él mismo, esprintando entre las callejuelas como si le fuese la vida en ello. Por un momento sintió una punzada de culpabilidad por haber salido corriendo sin pensar en la salud de Kalna, pero se consoló pensando en las voces que había oido salir del torreón. Confiaba en que sus compañeros saldrían a ayudarla.
Así, siguió corriendo, ahora no tanto por encontrar a Serena, sino por el pánico que le provocaba esa criatura. Hubo un momento en el que creyó haberle dado esquinazi y se giró sin dejar de correr para confirmarlo con Rick
- ¿La hemos perdido? - le preguntó Abel a la absoluta nada, puesto que Rick hacía ya rato que no estaba a su lado.
Entonces, al darse cuenta de la ausencia del chico, se sobresaltó todavía más. Estaba solo, en la semioscuridad de unos estrechos callejones desconocidos. ¿Qué le habría pasado a Rick? ¿Habría sido devorado por ese monstruo o por cualquier otra cosa? Los ojos se le volvieron a humedecer pensando en ello y rezó porque simplemente estuviese ayudando a Kalna a combatirlo con los demás. Por otro lado, aunque la chica parecía haberse dirigido hacia el faro, había perdido de vista a Serena y no tenía ninguna certeza sobre dónde se podía encontrar.
Su respiración ahora se aceleraba tanto como los latidos de su propio corazón. Solo tenía dos opciones; volver a buscar a Rick y posiblemente enfrentarse a lo que fuera ese monstruo o dirigirse hacia el faro en un vago intento por encontrar a Serena. El terror que le provocaban ambas posibilidades no dejaban que se decidiese, pero, por suerte o por desgracia, sus piernas y la propia ciudad ya habían decidido por él, puesto que podía ver el faro frente a la salida del callejón. Enseguida se apretó contra la pared y comprobó con cautela que estaba solo. No parecía haber nadie más cerca del faro, por lo que poco a poco salió de su "escondite" y se acercó a este. Tanto por su propia experiencia vital como por su corta experiencia en Rocavarancolia los interiores le habían supuesto lugares mucho más seguro que cualquier exterior, por lo que pensó que era posible que Serena se hubiese escondido dentro. Además, se trataba de una estructura similar a la del torreón, por lo que era posible que fuese uno de los refugios que habían dejado preparados para ellos y que Serena también hubiese llegado a la misma conclusión.
Aun así, se quedó delante de la puerta durante un rato, alternando su mirada entre esta y los callejones, ¿Qué era peor quedarse en la calle solo ante el peligro o entrar en busca de su compañera?
De repente, escuchó unos ruidos y notó que una figura se deslizaba por un callejón en dirección al faro. No se paró a comprobar quién era, si la sombra monstruosa, Serena o cualquier otro de sus compañeros, sino que instintivamente abrió la puerta del faro y se adentró en este, volviéndola a cerrar rápidamente y apoyándose contra esta para como si eso pudiese evitar que algo más entrase.
- ¿Se... Serena? - preguntó Abel en un hilo de voz, casi prefiriendo que no hubiese respuesta.
Sin embargo, en esos momentos se acordó de su hermano, concretamente del faro al que fueron cuando era más pequeño, y también del supuesto gran tesoro que escondía en su cúspide y de la divertida aventura que vivieron juntos ese día. Por unos breves instantes, una fuerte sensación de nostalgia se mezcló con el miedo y, con los ojos cerrados, Abel deseó con fuerza que todo peligro desapareciese, que Serena bajase de repente de lo alto del faro, que Rick y Kalna apareciesen también con buenas noticias por la puerta y que juntos fueran a buscar el tesoro que se encontraba en la cúspide del faro. Sin monstruos horroros ni heridas graves, solamente cuatro amigos viviendo la aventura mágica que siempre había anhelado.
Cuando escuchó a Rick gritarle a Kalna que corriese, se tomó ese consejo como si fuese para él mismo, esprintando entre las callejuelas como si le fuese la vida en ello. Por un momento sintió una punzada de culpabilidad por haber salido corriendo sin pensar en la salud de Kalna, pero se consoló pensando en las voces que había oido salir del torreón. Confiaba en que sus compañeros saldrían a ayudarla.
Así, siguió corriendo, ahora no tanto por encontrar a Serena, sino por el pánico que le provocaba esa criatura. Hubo un momento en el que creyó haberle dado esquinazi y se giró sin dejar de correr para confirmarlo con Rick
- ¿La hemos perdido? - le preguntó Abel a la absoluta nada, puesto que Rick hacía ya rato que no estaba a su lado.
Entonces, al darse cuenta de la ausencia del chico, se sobresaltó todavía más. Estaba solo, en la semioscuridad de unos estrechos callejones desconocidos. ¿Qué le habría pasado a Rick? ¿Habría sido devorado por ese monstruo o por cualquier otra cosa? Los ojos se le volvieron a humedecer pensando en ello y rezó porque simplemente estuviese ayudando a Kalna a combatirlo con los demás. Por otro lado, aunque la chica parecía haberse dirigido hacia el faro, había perdido de vista a Serena y no tenía ninguna certeza sobre dónde se podía encontrar.
Su respiración ahora se aceleraba tanto como los latidos de su propio corazón. Solo tenía dos opciones; volver a buscar a Rick y posiblemente enfrentarse a lo que fuera ese monstruo o dirigirse hacia el faro en un vago intento por encontrar a Serena. El terror que le provocaban ambas posibilidades no dejaban que se decidiese, pero, por suerte o por desgracia, sus piernas y la propia ciudad ya habían decidido por él, puesto que podía ver el faro frente a la salida del callejón. Enseguida se apretó contra la pared y comprobó con cautela que estaba solo. No parecía haber nadie más cerca del faro, por lo que poco a poco salió de su "escondite" y se acercó a este. Tanto por su propia experiencia vital como por su corta experiencia en Rocavarancolia los interiores le habían supuesto lugares mucho más seguro que cualquier exterior, por lo que pensó que era posible que Serena se hubiese escondido dentro. Además, se trataba de una estructura similar a la del torreón, por lo que era posible que fuese uno de los refugios que habían dejado preparados para ellos y que Serena también hubiese llegado a la misma conclusión.
Aun así, se quedó delante de la puerta durante un rato, alternando su mirada entre esta y los callejones, ¿Qué era peor quedarse en la calle solo ante el peligro o entrar en busca de su compañera?
De repente, escuchó unos ruidos y notó que una figura se deslizaba por un callejón en dirección al faro. No se paró a comprobar quién era, si la sombra monstruosa, Serena o cualquier otro de sus compañeros, sino que instintivamente abrió la puerta del faro y se adentró en este, volviéndola a cerrar rápidamente y apoyándose contra esta para como si eso pudiese evitar que algo más entrase.
- ¿Se... Serena? - preguntó Abel en un hilo de voz, casi prefiriendo que no hubiese respuesta.
Sin embargo, en esos momentos se acordó de su hermano, concretamente del faro al que fueron cuando era más pequeño, y también del supuesto gran tesoro que escondía en su cúspide y de la divertida aventura que vivieron juntos ese día. Por unos breves instantes, una fuerte sensación de nostalgia se mezcló con el miedo y, con los ojos cerrados, Abel deseó con fuerza que todo peligro desapareciese, que Serena bajase de repente de lo alto del faro, que Rick y Kalna apareciesen también con buenas noticias por la puerta y que juntos fueran a buscar el tesoro que se encontraba en la cúspide del faro. Sin monstruos horroros ni heridas graves, solamente cuatro amigos viviendo la aventura mágica que siempre había anhelado.
Ven conmigo,Ven conmigo por la ciudad,ven conmigo, desatemos un vendaval, esta noche, no me importa lo que dirán
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Faro
09/08/23, 11:12 am
La siguiente pieza del puzle se esconde en el faro y, por suerte para Serena y Abel, la puerta está abierta. Si el susto se lo ha permitido, podrán haberse fijado por el camino en que sigue habiendo algo raro con los pájaros. ¿Son gaviotas? Graznan como ellas, pero por más que las miren no verán más que manchas en el cielo con cierta forma alargada. ¿Les falla la vista a ellos dos o hay algo más? Sea como sea, ellas vuelan tranquilas en lo alto y ellos huyen de un monstruo imposible a ras del suelo.
La puerta del faro les invita a entrar y, de momento, les ofrecerá la seguridad que tanto necesitan.
La puerta del faro les invita a entrar y, de momento, les ofrecerá la seguridad que tanto necesitan.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Trish
Ficha de cosechado
Nombre: Serena
Especie: Humana
Habilidades: Astucia, agilidad y habilidad manualPersonajes : Serena: humana (1,60 cm)
Unidades mágicas : 5/5
Re: Faro
12/08/23, 01:53 pm
La silueta del faro se dibujó por fin ante ella y suspiró de alivio al ver que había conseguido alcanzar la seguridad de la torre. Se acercó al acantilado tras comprobar que el monstruo seguía suficientemente lejos y trató de recuperar la respiración. Desde allí, el mar se extendía hasta el horizonte, teñido por una innumerable cantidad de barcos naufragados. Serena permaneció unos segundos observando la vista, sin saber si aquel mar era algo esperanzador o todavía más amenazante que el resto de Rocavarancolia.
El constante graznido de las aves la obligó a abandonar sus pensamientos y se alejó del acantilado. Consiguió alcanzar la entrada del faro sin tropezar con las piedras del camino, aprovechando la oportunidad de coger la más afilada que pudo encontrar, y empujó la puerta con cuidado. Lo último que quería era que el chirrido la delatara en caso de que hubiera algún enemigo, pero la puerta permaneció completamente inmóvil. Dejó la cesta de comida en el suelo y volvió a empujar, intentando utilizar toda la fuerza que era capaz de reunir. La puerta cedió durante un instante, pero volvió a cerrarse con un golpe seco antes de poder abrirla del todo. El miedo volvió a apoderarse de Serena, que ya no podía distinguir la sombra del monstruo entre las calles, y miró a su alrededor. No tenía ningún otro lugar al que ir, y aunque el faro ya no le pareciera un lugar seguro, si no conseguía entrar estaba segura de que moriría allí mismo. Trató de convencerse de que la puerta estaría atascada al parecer un lugar tan abandonado y se alejó unos pasos para poder coger impulso. Entonces, cerró los ojos y corrió hacia la puerta, dejando que su hombro impactara contra la madera.
Perdió el equilibrio cuando la puerta se abrió de golpe y tropezó con sus propios pies hasta que pudo mantenerse de nuevo en pie. Sentía que el hombro y el brazo derechos le ardían, pero sus ojos estaban fijos en la trampilla que había en el vestíbulo. Estaba segura de que había visto una sombra colándose por ella a la vez que trataba de recuperar el equilibrio. Recogió la cesta de comida y se aseguró de cerrar la puerta del faro a pesar del temblor de sus manos. No tenía escapatoria y ningún objeto al alcance de su vista podía servir para bloquear la trampilla, por lo que se acercó sin hacer ruido y bajó por las escaleras. Se mantuvo junto a la escalera por si necesitaba huir y observó el sótano intentando detectar cualquier tipo de movimiento. Revisó todas las esquinas y rincones posibles sin ver nada sospechoso, hasta que algo llamó su atención tras uno de los barriles. Apretó la piedra que sostenía en su mano, ignorando que iba a cortarse a ella misma, y se detuvo frente al barril. La persona se había hecho un ovillo y tenía la cabeza escondida entre las piernas, balanceándose levemente. Serena soltó la piedra y dejó que cayera al suelo, notando de nuevo que sus ojos se llenaban de lágrimas al reconocer la mata de pelo negra del chico.
El constante graznido de las aves la obligó a abandonar sus pensamientos y se alejó del acantilado. Consiguió alcanzar la entrada del faro sin tropezar con las piedras del camino, aprovechando la oportunidad de coger la más afilada que pudo encontrar, y empujó la puerta con cuidado. Lo último que quería era que el chirrido la delatara en caso de que hubiera algún enemigo, pero la puerta permaneció completamente inmóvil. Dejó la cesta de comida en el suelo y volvió a empujar, intentando utilizar toda la fuerza que era capaz de reunir. La puerta cedió durante un instante, pero volvió a cerrarse con un golpe seco antes de poder abrirla del todo. El miedo volvió a apoderarse de Serena, que ya no podía distinguir la sombra del monstruo entre las calles, y miró a su alrededor. No tenía ningún otro lugar al que ir, y aunque el faro ya no le pareciera un lugar seguro, si no conseguía entrar estaba segura de que moriría allí mismo. Trató de convencerse de que la puerta estaría atascada al parecer un lugar tan abandonado y se alejó unos pasos para poder coger impulso. Entonces, cerró los ojos y corrió hacia la puerta, dejando que su hombro impactara contra la madera.
Perdió el equilibrio cuando la puerta se abrió de golpe y tropezó con sus propios pies hasta que pudo mantenerse de nuevo en pie. Sentía que el hombro y el brazo derechos le ardían, pero sus ojos estaban fijos en la trampilla que había en el vestíbulo. Estaba segura de que había visto una sombra colándose por ella a la vez que trataba de recuperar el equilibrio. Recogió la cesta de comida y se aseguró de cerrar la puerta del faro a pesar del temblor de sus manos. No tenía escapatoria y ningún objeto al alcance de su vista podía servir para bloquear la trampilla, por lo que se acercó sin hacer ruido y bajó por las escaleras. Se mantuvo junto a la escalera por si necesitaba huir y observó el sótano intentando detectar cualquier tipo de movimiento. Revisó todas las esquinas y rincones posibles sin ver nada sospechoso, hasta que algo llamó su atención tras uno de los barriles. Apretó la piedra que sostenía en su mano, ignorando que iba a cortarse a ella misma, y se detuvo frente al barril. La persona se había hecho un ovillo y tenía la cabeza escondida entre las piernas, balanceándose levemente. Serena soltó la piedra y dejó que cayera al suelo, notando de nuevo que sus ojos se llenaban de lágrimas al reconocer la mata de pelo negra del chico.
No existen los finales felices; son espejismos. No te cuentan que siempre, al final, todos mueren.
- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidad
Personajes :
Abel: humano español (1,90m)
Unidades mágicas : 5/5
Armas :
Abel: su arrolladora personalidad
Re: Faro
12/08/23, 06:02 pm
Los pensamientos de Abel se paralizaron cuando notó la puerta moverse tras él. El impulso no fue muy fuerte y logró detenerlo fácilmente, pero estaba claro que alguien o algo intentaba abrir la puerta. No tuvo mucho tiempo para pensar cómo actuar, ya que otro impulso bastante más fuerte sacudió la puerta y a Abel junto con esta. El chico volvió a empujar la puerta para cerrarla del todo, sin poder parar de imaginar al temible monstruo de oscuridad al otro lado de la puerta.
Abel inspeccionó el vestíbulo con ansiedad en busca de algo con lo que atrancar la puerta o algún lugar en el que poder esconderse. Lo único que encontró fue una trampilla en el suelo, que en ese momento le pareció el mayor escondite posible. El monstruo estaba tardando en intentar abrir de nuevo, pero Abel sospechaba que no tardaría mucho más. Así que, sin demasiada certeza de estar haciendo lo más adecuado para su supervivencia, corrió hacia la trampilla y bajó al sótano, dónde se escondió detrás de los barriles que estaban almacenados allí abajo. Se encogió todo lo posible sobre sí mismo, ya que era muy consciente de lo difícil que era ocultar su largo cuerpo. De hecho, deshizo su coleta y se echó su larga mata de pelo negro por encima, esperando que el monstruo la confundiese con la oscuridad del sótano.
El chico sentía el corazón desbocarse dentro de su pecho, tanto que pensaba que alguien lo podría escuchar y encontrarlo. En esos momentos se arrepentía mucho de haber salido del torreón. En un principio pensaba que serían capaces de detener a Serena en la salida y volver juntos rápidamente y sin sufrir daños, pero la llegada de ese engendro lo había cambiado todo. Ahora que estaba lejos del torreón y no había nadie que lo pudiese proteger, tenía la certeza de que iba a morir. De hecho, había perdido toda esperanza de dar con Serena, a quien ya daba por muerta por no haber llegado antes que él al faro.
Mientras se clavaba las uñas en sus gemelos, las lágrimas devoraban sus mejillas. Llevaban dos días en ese lugar y ya se habían encontrado con gusanos gigantes, ratas con espinas-proyectiles y también con un demonio hecho de oscuridad. Tenía claro que estaban todos condenados, solo que Abel pensaba que a él le quedaba mucho menos para que llegase su final, ya que además podía escuchar con claridad los pasos de dicho demonio bajando hacia donde estaba él.
Oyó el ruido de un objeto al caer al suelo y se giró, encontrándose con la mirada llorosa de Serena. Una sensación de alivio se apoderó de Abel, la chica estaba viva y él había dejado de estar solo. Tan contendo como estaba, la cogió del antebrazo sin darse cuenta. Estaba tan convencido de que no la volvería a ver y de que era el monstruo el que había entrado que le parecía que había ocurrido un milagro.
- Estábamos buscándote. No... no sabes cuanto me alegro de verte - dijo Abel, y verdaderamente esas palabras le salieron del corazón. Mientras, cogía nerviosamente la tela de una de las mangas de la camiseta de la chica, como si quisiera comprobar que era real.
Sin embargo, la felicidad duró muy poco, puesto que el crujido de la madera le hizo recordar la terrible realidad a la que se enfrentaban.
- Pe... pero hay un monstruo horrible ahí fuera - dijo con un creciente tono de pánico tiñendo su voz. - Tenemos que atrancar la puerta, escondernos o hacer algo... y rápido.
Miró a todos lados, en busca de algo con lo que atrancar la puerta. Encontró varias herramientas, algunas, tales como dos martillos de distintos tamaños y varios clavos y tornillos, las guardo en los bolsillos de su pantalón y de su sudadera, mientras pensaba en como podían servirle para mantener cerrada la puerta. También había una pala muy alargada, que sujetó un rato en sus manos y que luego entregó dudoso a Serena para ver si a ella se le ocurría también algo. Hacía falta un objeto que tuviese el suficiente peso para hacer de tope y poder atrancar así la puerta con la pala, pero nada de lo que había allí servía. Subieron juntos al vestíbulo, pero no podían utilizar nada de lo que había allí tampoco.
- ¿Y... Y si tumbamos unos barriles delante de la puerta para que quien entre se tropiece? - dijo Abel, totalmente desesperado por encontrar algo que pudiese evitar o al menos dificultar que entrasen a atacarles. Serena accedió, aunque los dos tenían bastantes dudas de la eficacia de la trampa que estaban montando. Así, subieron dos barriles al vestíbulo y los colocaron tumbados frente a la puerta.
- A lo mejor hay algo arriba con lo que también podamos hacer tope.- propuso Abel, indeciso. Había visto funcionar el mecanismo que habían ingeniado en varias series de dibujos animados cuando era pequeño, pero no tenía para nada claro que fuese a ser exitoso en la vida real, y mucho menos con un ser mágico. Con todo, era probable que todavía hiciese falta atrancar la puerta.
En cualquier caso, a Abel le daba algo de respeto subir a la cúspide del faro. Después de todo, en cualquier videojuego de acción el jefe final está en la última planta de la torre o del castillo. Además, recordaba con claridad la parte oscura de la historia del tesoro del faro que le contó su hermano mayor, como todos los que subieron en su búsqueda ardieron vivos. Aun así, sentía que era urgente hacer algo y que no debían quedarse quietos, por lo que espero también a que Serena decidiese, ya que pensaba que probablemente estaría más acertada que él en lo que determinase.
Abel inspeccionó el vestíbulo con ansiedad en busca de algo con lo que atrancar la puerta o algún lugar en el que poder esconderse. Lo único que encontró fue una trampilla en el suelo, que en ese momento le pareció el mayor escondite posible. El monstruo estaba tardando en intentar abrir de nuevo, pero Abel sospechaba que no tardaría mucho más. Así que, sin demasiada certeza de estar haciendo lo más adecuado para su supervivencia, corrió hacia la trampilla y bajó al sótano, dónde se escondió detrás de los barriles que estaban almacenados allí abajo. Se encogió todo lo posible sobre sí mismo, ya que era muy consciente de lo difícil que era ocultar su largo cuerpo. De hecho, deshizo su coleta y se echó su larga mata de pelo negro por encima, esperando que el monstruo la confundiese con la oscuridad del sótano.
El chico sentía el corazón desbocarse dentro de su pecho, tanto que pensaba que alguien lo podría escuchar y encontrarlo. En esos momentos se arrepentía mucho de haber salido del torreón. En un principio pensaba que serían capaces de detener a Serena en la salida y volver juntos rápidamente y sin sufrir daños, pero la llegada de ese engendro lo había cambiado todo. Ahora que estaba lejos del torreón y no había nadie que lo pudiese proteger, tenía la certeza de que iba a morir. De hecho, había perdido toda esperanza de dar con Serena, a quien ya daba por muerta por no haber llegado antes que él al faro.
Mientras se clavaba las uñas en sus gemelos, las lágrimas devoraban sus mejillas. Llevaban dos días en ese lugar y ya se habían encontrado con gusanos gigantes, ratas con espinas-proyectiles y también con un demonio hecho de oscuridad. Tenía claro que estaban todos condenados, solo que Abel pensaba que a él le quedaba mucho menos para que llegase su final, ya que además podía escuchar con claridad los pasos de dicho demonio bajando hacia donde estaba él.
Oyó el ruido de un objeto al caer al suelo y se giró, encontrándose con la mirada llorosa de Serena. Una sensación de alivio se apoderó de Abel, la chica estaba viva y él había dejado de estar solo. Tan contendo como estaba, la cogió del antebrazo sin darse cuenta. Estaba tan convencido de que no la volvería a ver y de que era el monstruo el que había entrado que le parecía que había ocurrido un milagro.
- Estábamos buscándote. No... no sabes cuanto me alegro de verte - dijo Abel, y verdaderamente esas palabras le salieron del corazón. Mientras, cogía nerviosamente la tela de una de las mangas de la camiseta de la chica, como si quisiera comprobar que era real.
Sin embargo, la felicidad duró muy poco, puesto que el crujido de la madera le hizo recordar la terrible realidad a la que se enfrentaban.
- Pe... pero hay un monstruo horrible ahí fuera - dijo con un creciente tono de pánico tiñendo su voz. - Tenemos que atrancar la puerta, escondernos o hacer algo... y rápido.
Miró a todos lados, en busca de algo con lo que atrancar la puerta. Encontró varias herramientas, algunas, tales como dos martillos de distintos tamaños y varios clavos y tornillos, las guardo en los bolsillos de su pantalón y de su sudadera, mientras pensaba en como podían servirle para mantener cerrada la puerta. También había una pala muy alargada, que sujetó un rato en sus manos y que luego entregó dudoso a Serena para ver si a ella se le ocurría también algo. Hacía falta un objeto que tuviese el suficiente peso para hacer de tope y poder atrancar así la puerta con la pala, pero nada de lo que había allí servía. Subieron juntos al vestíbulo, pero no podían utilizar nada de lo que había allí tampoco.
- ¿Y... Y si tumbamos unos barriles delante de la puerta para que quien entre se tropiece? - dijo Abel, totalmente desesperado por encontrar algo que pudiese evitar o al menos dificultar que entrasen a atacarles. Serena accedió, aunque los dos tenían bastantes dudas de la eficacia de la trampa que estaban montando. Así, subieron dos barriles al vestíbulo y los colocaron tumbados frente a la puerta.
- A lo mejor hay algo arriba con lo que también podamos hacer tope.- propuso Abel, indeciso. Había visto funcionar el mecanismo que habían ingeniado en varias series de dibujos animados cuando era pequeño, pero no tenía para nada claro que fuese a ser exitoso en la vida real, y mucho menos con un ser mágico. Con todo, era probable que todavía hiciese falta atrancar la puerta.
En cualquier caso, a Abel le daba algo de respeto subir a la cúspide del faro. Después de todo, en cualquier videojuego de acción el jefe final está en la última planta de la torre o del castillo. Además, recordaba con claridad la parte oscura de la historia del tesoro del faro que le contó su hermano mayor, como todos los que subieron en su búsqueda ardieron vivos. Aun así, sentía que era urgente hacer algo y que no debían quedarse quietos, por lo que espero también a que Serena decidiese, ya que pensaba que probablemente estaría más acertada que él en lo que determinase.
Ven conmigo,Ven conmigo por la ciudad,ven conmigo, desatemos un vendaval, esta noche, no me importa lo que dirán
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Personajes :- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
- Rick: humano, neoyorquino
- Erknest: humano, italiano/inglés Kamaitachi
Síntomas : A veces tendrá ataques de claustrofobia.
Armas :- Rick: Sable y arco
- Erknest: "Espada legendaria" y cuchillas de aire
Status : The journey never ends
Humor : Cualquier cosa me vale.
- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
Re: Faro
13/08/23, 12:30 pm
La explicación de Kalna no es que le diera más pistas sobre qué demonios era eso, aunque al menos ya sabían que los jirones de sombra del monstruo tenían más consistencia de la que parecía. -Joder... Más nos vale que alguien sepa ayudar a curarlo con lo que tenemos- respondió preocupado evitando por todos los medios volver a mirar el deplorable estado del dedo. Tal vez incluso en la formación que tenía la libense le hubieran explicado cómo hacerlo, aunque con los pocos recursos que tenían tal vez una puesta en común pudiera venir bien.
En cuanto le ofreció la lanza Rick la tomó, envainando su sable primero. Decidió no preguntar e ignorar el líquido que había en la punta, menos mal que la mayoría había caído al suelo antes. En cuanto a la pregunta, contestó con lo único que tenía certeza: -Antes de girarme la vi meterse por esa calle de allí- Señaló al final del camino en el que estaban, hacia una callejuela a la izquierda. Explicado eso, pasó a la hipótesis: -Desde aquí lo que más llama la atención es la luz del faro y dentro de lo que cabe tal vez no sea tan distinto al torreón. (No es que tengamos mejor opción).- Lo último solo lo pensó. Cabía esa posibilidad, era inevitable, aunque el neoyorquino quería creer que aún en su huida desesperada Serena había tenido la cabeza suficiente para ubicar un posible refugio en vez de correr sin rumbo. Sin otra idea mejor, los dos comenzaron a correr, dejando cada vez más lejos los llantos del Viudo.
Tenían un objetivo que seguir, pero no era fácil cuando las calles de Rocavarancolia parecían un laberinto. Callejones sin salida, giros, cruces... Ni con lo grande que era Nueva York se había sentido tan abrumado por no saber por dónde tenía que ir que en ese momento. Entre lo apresurado que iban, el desconcierto y que había decidido que esta vez estaría más atento a su alrededor por si tenían otro encontronazo, la cabeza de Rick era un cúmulo de cosas a tener en cuenta que se iban sucediendo sin dar ni un segundo de respiro. Por suerte para ambos, no se equivocaron mucho y llegaron sin más dificultades frente al faro.
El chico reconocía que la construcción era enorme aún en su sencillez. Además, si no le bastaba con ello, el olor del agua salada le confirmaba sin lugar a dudas que estaban al lado del mar. Con el posible destino de Serena y Abel delante, se permitió parar y respirar más pausadamente antes de acercarse a la puerta. Con todo el esfuerzo del día se sentía para el arrastre, pero hasta que no dieran con los desaparecidos no podía ni quería parar. -(Con suerte estarán aquí)- pensó con esperanza. Lo único que le daba mala espina eran las gaviotas que graznaban en lo alto. Sonaban igual al menos, pero al mirarlas había algo que no terminaba de concretar que le parecía sospechoso. No le apetecía estar a descubierto entre lo extraño de eso y por si el mostruo había decidido seguirles para vengarse. Una vez delante de la entrada, miró a Kalna para asegurarse de que estaba preparada. Esperaba que estuvieran en lo cierto, pero si tenían la mala suerte de que ahí dentro había algo en vez de sus compañeros tendrían que estar listos para defenderse y salir corriendo de nuevo. -Vale, voy a abrir- declaró poniendo la mano en el picaporte. Dado que las armas las tenía él, prefería entrar primero si con ello los posibles peligros se pensaban mejor si atacar o no.
Abrió y comenzó a avanzar lanza por delante, atento al interior. El problema fue que Rick se centró demasiado en ver si había algo al fondo y no tanto lo que quedaba debajo de él. Se dio cuenta de ello en cuanto tropezó con el primer barril. Entrando en tensión, pensando que efectivamente el lugar no era seguro y acababan de cagarla al entrar, sacó reflejos para caer a un lado usando la lanza en vertical como apoyo junto a la mano suelta. De milagro no acabó con la cara en el suelo ni siguió rodando en la improvisada trampa. (Mierda, mierda, mierda). Se estaba preparando para levantarse y salir de allí, primero mirando qué monstruosidad tenía delante esta vez. Pero lejos de ser otro ser como el anterior, era sus compañeros cerca de una escalera. La tensión se desvaneció junto a un suspiro cansado. -Por fin- dijo mirando a uno y a otro. No parecían heridos, lo cual era todo un alivio. Rick comenzó a incorporarse, terminando de hablar con sinceridad: -Menos mal que estáis bien.-
En cuanto le ofreció la lanza Rick la tomó, envainando su sable primero. Decidió no preguntar e ignorar el líquido que había en la punta, menos mal que la mayoría había caído al suelo antes. En cuanto a la pregunta, contestó con lo único que tenía certeza: -Antes de girarme la vi meterse por esa calle de allí- Señaló al final del camino en el que estaban, hacia una callejuela a la izquierda. Explicado eso, pasó a la hipótesis: -Desde aquí lo que más llama la atención es la luz del faro y dentro de lo que cabe tal vez no sea tan distinto al torreón. (No es que tengamos mejor opción).- Lo último solo lo pensó. Cabía esa posibilidad, era inevitable, aunque el neoyorquino quería creer que aún en su huida desesperada Serena había tenido la cabeza suficiente para ubicar un posible refugio en vez de correr sin rumbo. Sin otra idea mejor, los dos comenzaron a correr, dejando cada vez más lejos los llantos del Viudo.
Tenían un objetivo que seguir, pero no era fácil cuando las calles de Rocavarancolia parecían un laberinto. Callejones sin salida, giros, cruces... Ni con lo grande que era Nueva York se había sentido tan abrumado por no saber por dónde tenía que ir que en ese momento. Entre lo apresurado que iban, el desconcierto y que había decidido que esta vez estaría más atento a su alrededor por si tenían otro encontronazo, la cabeza de Rick era un cúmulo de cosas a tener en cuenta que se iban sucediendo sin dar ni un segundo de respiro. Por suerte para ambos, no se equivocaron mucho y llegaron sin más dificultades frente al faro.
El chico reconocía que la construcción era enorme aún en su sencillez. Además, si no le bastaba con ello, el olor del agua salada le confirmaba sin lugar a dudas que estaban al lado del mar. Con el posible destino de Serena y Abel delante, se permitió parar y respirar más pausadamente antes de acercarse a la puerta. Con todo el esfuerzo del día se sentía para el arrastre, pero hasta que no dieran con los desaparecidos no podía ni quería parar. -(Con suerte estarán aquí)- pensó con esperanza. Lo único que le daba mala espina eran las gaviotas que graznaban en lo alto. Sonaban igual al menos, pero al mirarlas había algo que no terminaba de concretar que le parecía sospechoso. No le apetecía estar a descubierto entre lo extraño de eso y por si el mostruo había decidido seguirles para vengarse. Una vez delante de la entrada, miró a Kalna para asegurarse de que estaba preparada. Esperaba que estuvieran en lo cierto, pero si tenían la mala suerte de que ahí dentro había algo en vez de sus compañeros tendrían que estar listos para defenderse y salir corriendo de nuevo. -Vale, voy a abrir- declaró poniendo la mano en el picaporte. Dado que las armas las tenía él, prefería entrar primero si con ello los posibles peligros se pensaban mejor si atacar o no.
Abrió y comenzó a avanzar lanza por delante, atento al interior. El problema fue que Rick se centró demasiado en ver si había algo al fondo y no tanto lo que quedaba debajo de él. Se dio cuenta de ello en cuanto tropezó con el primer barril. Entrando en tensión, pensando que efectivamente el lugar no era seguro y acababan de cagarla al entrar, sacó reflejos para caer a un lado usando la lanza en vertical como apoyo junto a la mano suelta. De milagro no acabó con la cara en el suelo ni siguió rodando en la improvisada trampa. (Mierda, mierda, mierda). Se estaba preparando para levantarse y salir de allí, primero mirando qué monstruosidad tenía delante esta vez. Pero lejos de ser otro ser como el anterior, era sus compañeros cerca de una escalera. La tensión se desvaneció junto a un suspiro cansado. -Por fin- dijo mirando a uno y a otro. No parecían heridos, lo cual era todo un alivio. Rick comenzó a incorporarse, terminando de hablar con sinceridad: -Menos mal que estáis bien.-
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.Personajes :
● Dama Puente/Kaila: Maga logomante austriaca (1.60).
● Kaethe/Dama Sobras: Ghoul nublina (1.46).
● Yttria: Bruja percusionista canadiense (1.53).
● Amira/Cálamo : Valkyria francesa (1.63).
● Kalna : Libense, del Imperio (1.78).
● Nefer : Ammut hijo de luna Levyna. (1.85)
Síntomas : Su sangre adquiere un tono anaranjado y se espesa un poco.
Armas :
● Dama Puente/Kaila: Magia, báculo
● Kaethe/Dama Sobras: Daga, fuerza bruta
● Yttria: Arco, hacha, magia, mala leche, cucharillas y otros objetos metálicos.
● Amira/Cálamo: Espada corta, pegaso (shire)
● Kalna : Espada bastarda; lanza y escudo
● Nefer : Lanza, venenos
Status : One flesh, one end
Humor : Permanent resting bitch face
Re: Faro
13/08/23, 07:40 pm
Le consolaba algo que aquella hipótesis estuviera basada en que había visto a Serena correr en una dirección concreta, aunque no sabía hasta qué punto podían fiarse de que la chica hubiera ido hacia lo que parecía el lugar más seguro; a fin de cuentas era una inconsciente que había abandonado el torreón sola y desarmada. No es que a ella se le ocurriera una opción mejor, de todas maneras, y no perdían nada yendo.
—Podemos mirar si en el faro hay más cosas útiles, ya que vamos —le respondió, pensando precisamente en los pocos medios que habían tenido antes. Si encontraban vendas, o aguja e hilo, o algo para entablillar huesos rotos… cualquier cosa se agradecería en las circunstancias en las que estaban.
El entramado de calles sin sentido, que llevaban a sitios sin salida o a más y más cruces y en los que tan fácil era perderse le recordaba un poco a las zonas más pobres de las ciudades de Libo, cuando había tenido que verlas de pasada yendo a otra ciudad. Podría haberle sacado más parecidos o diferencias si se hubiera fijado más en aquellas zonas, o tal vez solo estaba intentando buscar algo más familiar que la desconocida Rocavarancolia mientras corría por ella. Dejó que Rick guiase, fijándose de manera casi obsesiva en todas las paredes, como si aquel ser de oscuridad fuera a aparecer en cualquier momento deslizándose por una. Por suerte, no parecía haberles seguido.
El faro era igual o más soso que el torreón. Sin una sola decoración en la piedra, ni la más mínima talla o variación del material. Sí, era impresionante en altura, pero es que era feísimo. Parecía que en Rocavarancolia no les importase nada tener edificios feos, o a medio derruir, y eso era algo que su mente aún no terminaba de entender. Más que milagros y portentos, parecía una ciudad de escombros. El graznido de los pájaros hizo que mirase hacia arriba, pero no supo ver nada extraño, pues no reconocía de qué se trataba. Podía haber existido en Libo, en la zona de los pueblos costeros, o ser como las gallinas, y que nunca hubiera podido ver uno ni aun conociendo toda la fauna de su mundo.
Asintió a Rick cuando este dijo que entraría, y preparó el escudo por si acaso. La sangre que le corría por la cara y el cuello era un recordatorio de que necesitaba ser cuidadosa y no acabar aún peor. El ver a Rick tropezar hizo que se pusiera en alerta, con las pupilas afiladas y el cuerpo en tensión. Por suerte el humano no se cayó, y lo que había provocado eso eran Serena y Abel. Podría haberles concedido la utilidad de aquello para ganar segundos contra una posible amenaza, pero es que el dichoso monstruo atravesaba paredes, así que no les habría servido de mucho.
—No parece que esa cosa nos haya seguido —dijo, echando un último vistazo antes de cerrar la puerta —. Pero no hace falta que volváis a montar una barricada, atraviesa las paredes.
No había crítica en aquello. Iban delante de ella, posiblemente no lo hubieran visto. Miró hacia la escalera. Tendrían que explorar que no hubiera nada peligroso arriba si iban a quedarse, o volver al torreón ya y arriesgarse a que el monstruo les atacase de nuevo, pero no quería pensar en qué hacer. La mano le dolía, y solo podía pensar en encontrar algo para poder curarse.
—Podemos mirar si en el faro hay más cosas útiles, ya que vamos —le respondió, pensando precisamente en los pocos medios que habían tenido antes. Si encontraban vendas, o aguja e hilo, o algo para entablillar huesos rotos… cualquier cosa se agradecería en las circunstancias en las que estaban.
El entramado de calles sin sentido, que llevaban a sitios sin salida o a más y más cruces y en los que tan fácil era perderse le recordaba un poco a las zonas más pobres de las ciudades de Libo, cuando había tenido que verlas de pasada yendo a otra ciudad. Podría haberle sacado más parecidos o diferencias si se hubiera fijado más en aquellas zonas, o tal vez solo estaba intentando buscar algo más familiar que la desconocida Rocavarancolia mientras corría por ella. Dejó que Rick guiase, fijándose de manera casi obsesiva en todas las paredes, como si aquel ser de oscuridad fuera a aparecer en cualquier momento deslizándose por una. Por suerte, no parecía haberles seguido.
El faro era igual o más soso que el torreón. Sin una sola decoración en la piedra, ni la más mínima talla o variación del material. Sí, era impresionante en altura, pero es que era feísimo. Parecía que en Rocavarancolia no les importase nada tener edificios feos, o a medio derruir, y eso era algo que su mente aún no terminaba de entender. Más que milagros y portentos, parecía una ciudad de escombros. El graznido de los pájaros hizo que mirase hacia arriba, pero no supo ver nada extraño, pues no reconocía de qué se trataba. Podía haber existido en Libo, en la zona de los pueblos costeros, o ser como las gallinas, y que nunca hubiera podido ver uno ni aun conociendo toda la fauna de su mundo.
Asintió a Rick cuando este dijo que entraría, y preparó el escudo por si acaso. La sangre que le corría por la cara y el cuello era un recordatorio de que necesitaba ser cuidadosa y no acabar aún peor. El ver a Rick tropezar hizo que se pusiera en alerta, con las pupilas afiladas y el cuerpo en tensión. Por suerte el humano no se cayó, y lo que había provocado eso eran Serena y Abel. Podría haberles concedido la utilidad de aquello para ganar segundos contra una posible amenaza, pero es que el dichoso monstruo atravesaba paredes, así que no les habría servido de mucho.
—No parece que esa cosa nos haya seguido —dijo, echando un último vistazo antes de cerrar la puerta —. Pero no hace falta que volváis a montar una barricada, atraviesa las paredes.
No había crítica en aquello. Iban delante de ella, posiblemente no lo hubieran visto. Miró hacia la escalera. Tendrían que explorar que no hubiera nada peligroso arriba si iban a quedarse, o volver al torreón ya y arriesgarse a que el monstruo les atacase de nuevo, pero no quería pensar en qué hacer. La mano le dolía, y solo podía pensar en encontrar algo para poder curarse.
Regocijaos, pues ahora sois parte de la leyenda de Kalna, hija de Mánide
- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidadPersonajes :
Abel: humano español (1,90m)
Unidades mágicas : 5/5
Armas :
Abel: su arrolladora personalidad
Re: Faro
16/08/23, 11:22 am
Cuando la puerta comenzó a abrir, Abel sacó la espada de su funda y retrocedió con rapidez. Esta temblaba tanto entre sus manos que probablemente caería con cualquier objeto que le rozase un poco.
La figura que entró por la puerta tropezó, pero la trampa no fue efectiva del todo, ya que el efecto rodante que esperaban nunca ocurrió. El joven sintió verdadero pánico, ya nada los separaba del enemigo, y Serena y él no eran guerreros ni sabían un mínimo sobre cómo defenderse, por lo que su mente solo podía pensar en la inminente muerte que los aguardaba. Sin embargo, enseguida pudo calmarse al reconocer la identidad de aquellos que pasaron por la puerta, eran Rick y Kalna. Abel casi se cae al suelo de la emoción al comprobar que no era un monstruo, sino que eran sus compañeros de torreón y que ambos estaban vivos.
- No… no puedo creer que estéis aquí – le contestó Abel a Rick con una sonrisa de puro alivio dibujada en la cara, la cual enseguida se desvaneció por completo al ver las heridas de Kalna.
Bocados imposibles, manchas de sangre y un dedo torcido, todo ello se perfilaba sobre la piel de la valiente joven. Abel se tapaba la boca con ambas manos por la amarga sorpresa y también para que la joven no viese la expresión de angustia que se había dibujado en su cara.
- ¿Estás bien? – alcanzó a preguntar, esperando que la chica le dijera que no pasaba nada y que esas heridas solo eran tonterías.
Puede que los cuatro juntos estuviesen ahora más seguros, o al igual eso tampoco quería decir mucho, ya que la chica indicó que esa cosa podía atravesar las paredes y que su improvisada trampa no serviría de nada. Abel sintió nauseas, ¿Quería decir eso que en Rocavarancolia no había ningún lugar seguro? Ni el torreón ni el faro, las paredes no servían de nada, solo podían resignarse a estar siempre alerta y preparados para luchar.
- Puede que esté esperando a que volvamos… - le contestó Abel a Kalna, sin parar de mirar sus heridas con preocupación y miedo; esa cosa la había intentado comer. Tenía claro que no quería salir del faro por el momento, más viendo lo que ese monstruo podía llegarle a hacer a alguien. - No estoy del todo seguro, pero aquí no parece que haya nadie, por lo que tal vez nos podemos ocultar aquí por ahora. - dijo este con cierto tono de inseguridad.
Pudo notar a Kalna mirando hacia las escaleras, parecía que ella también estaba valorando la posibilidad refugiarse en el torreón, lo que alegraba bastante Abel, ya que había comprobado el carácter de la chica y no creía que esta fuese a admitir replica alguna si decidía que tenían que salir.
- El sótano no es un buen lugar para esconderse, pero hemos encontrado herramientas que a lo mejor pueden ser útiles– les dijo el chico señalando los martillos que llevaba encima.
Recordaba lo claustrofóbico que había resultado meterse allí y como Serena le había encontrado fácilmente entre los barriles. Si volvían a esconderse allí, podía pasar lo mismo. Es más, la única salida que tendrían sería correr hacia la trampilla. Por otro lado, aunque a Abel le seguía poniendo nervioso subir, era verdad que la edificación se extendía más hacia arriba que hacia abajo, era posible que allí encontraran un mejor escondite o algo con lo que hacer frente al peligro.
- Quizás subir es más seguro que quedarnos aquí… frente a la puerta…- murmuró el chico, sin mucha seguridad en lo que decía, ya que la verdad es que cualquier opción le parecía peligrosa y sentía que en realidad no tenían escapatoria.
Con todo, el chico agradeció que ninguno de los dos hubiese mostrado ningún tipo de agresividad hacia Serena, ya que sus acciones eran el motivo claro y silencioso por el que se encontraban los tres allí. También le alegraba que ninguno le recriminase las palabras culpabilizadoras que él mismo les había escupido antes de irse. Rick ya había mostrado su talante amable en numerosas ocasiones, por lo que Abel esperaba colaboración por su parte y, además, agradecía que estuviese allí para calmar los ánimos si Kalna se enfadaba. Por otro lado, las humillaciones de Kalna hacia Serena seguían frescas en el recuerdo, por lo que rezaba interiormente para que la chica lo dejase correr y se centrase en la supervivencia grupal.
La figura que entró por la puerta tropezó, pero la trampa no fue efectiva del todo, ya que el efecto rodante que esperaban nunca ocurrió. El joven sintió verdadero pánico, ya nada los separaba del enemigo, y Serena y él no eran guerreros ni sabían un mínimo sobre cómo defenderse, por lo que su mente solo podía pensar en la inminente muerte que los aguardaba. Sin embargo, enseguida pudo calmarse al reconocer la identidad de aquellos que pasaron por la puerta, eran Rick y Kalna. Abel casi se cae al suelo de la emoción al comprobar que no era un monstruo, sino que eran sus compañeros de torreón y que ambos estaban vivos.
- No… no puedo creer que estéis aquí – le contestó Abel a Rick con una sonrisa de puro alivio dibujada en la cara, la cual enseguida se desvaneció por completo al ver las heridas de Kalna.
Bocados imposibles, manchas de sangre y un dedo torcido, todo ello se perfilaba sobre la piel de la valiente joven. Abel se tapaba la boca con ambas manos por la amarga sorpresa y también para que la joven no viese la expresión de angustia que se había dibujado en su cara.
- ¿Estás bien? – alcanzó a preguntar, esperando que la chica le dijera que no pasaba nada y que esas heridas solo eran tonterías.
Puede que los cuatro juntos estuviesen ahora más seguros, o al igual eso tampoco quería decir mucho, ya que la chica indicó que esa cosa podía atravesar las paredes y que su improvisada trampa no serviría de nada. Abel sintió nauseas, ¿Quería decir eso que en Rocavarancolia no había ningún lugar seguro? Ni el torreón ni el faro, las paredes no servían de nada, solo podían resignarse a estar siempre alerta y preparados para luchar.
- Puede que esté esperando a que volvamos… - le contestó Abel a Kalna, sin parar de mirar sus heridas con preocupación y miedo; esa cosa la había intentado comer. Tenía claro que no quería salir del faro por el momento, más viendo lo que ese monstruo podía llegarle a hacer a alguien. - No estoy del todo seguro, pero aquí no parece que haya nadie, por lo que tal vez nos podemos ocultar aquí por ahora. - dijo este con cierto tono de inseguridad.
Pudo notar a Kalna mirando hacia las escaleras, parecía que ella también estaba valorando la posibilidad refugiarse en el torreón, lo que alegraba bastante Abel, ya que había comprobado el carácter de la chica y no creía que esta fuese a admitir replica alguna si decidía que tenían que salir.
- El sótano no es un buen lugar para esconderse, pero hemos encontrado herramientas que a lo mejor pueden ser útiles– les dijo el chico señalando los martillos que llevaba encima.
Recordaba lo claustrofóbico que había resultado meterse allí y como Serena le había encontrado fácilmente entre los barriles. Si volvían a esconderse allí, podía pasar lo mismo. Es más, la única salida que tendrían sería correr hacia la trampilla. Por otro lado, aunque a Abel le seguía poniendo nervioso subir, era verdad que la edificación se extendía más hacia arriba que hacia abajo, era posible que allí encontraran un mejor escondite o algo con lo que hacer frente al peligro.
- Quizás subir es más seguro que quedarnos aquí… frente a la puerta…- murmuró el chico, sin mucha seguridad en lo que decía, ya que la verdad es que cualquier opción le parecía peligrosa y sentía que en realidad no tenían escapatoria.
Con todo, el chico agradeció que ninguno de los dos hubiese mostrado ningún tipo de agresividad hacia Serena, ya que sus acciones eran el motivo claro y silencioso por el que se encontraban los tres allí. También le alegraba que ninguno le recriminase las palabras culpabilizadoras que él mismo les había escupido antes de irse. Rick ya había mostrado su talante amable en numerosas ocasiones, por lo que Abel esperaba colaboración por su parte y, además, agradecía que estuviese allí para calmar los ánimos si Kalna se enfadaba. Por otro lado, las humillaciones de Kalna hacia Serena seguían frescas en el recuerdo, por lo que rezaba interiormente para que la chica lo dejase correr y se centrase en la supervivencia grupal.
Ven conmigo,Ven conmigo por la ciudad,ven conmigo, desatemos un vendaval, esta noche, no me importa lo que dirán
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Personajes :- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
- Rick: humano, neoyorquino
- Erknest: humano, italiano/inglés Kamaitachi
Síntomas : A veces tendrá ataques de claustrofobia.
Armas :- Rick: Sable y arco
- Erknest: "Espada legendaria" y cuchillas de aire
Status : The journey never ends
Humor : Cualquier cosa me vale.
- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
Re: Faro
17/08/23, 06:30 pm
Fuera suerte o no, Rick podía tener la conciencia tranquila de que ya no estaba nadie solo y, en principio, no parecía que Serena fuera a salir corriendo de allí también. Ya en pie (se habría sacudido la ropa, pero a esas alturas no iba a mejorarla con eso ni de coña), sonrió ligeramente con las palabras de Abel. -Lo mismo digo. Pensaba que os habíamos perdido, pero por suerte aquí estamos.- le contestó. Era curioso tener un momento de calma después de todos los desastres de ese día, a pesar de que aún seguían los cuatro en un sitio desconocido y lejos del grupo. Quedaba mucho por hacer, pero era un respiro que no iba a aprovechar en lo posible.
"En lo posible" se tradujo en que en cuanto Kalna contó cierto detalle del monstruo se giró a ella incrédulo. -¿Cómo que atraviesa paredes?- preguntó serio notando como la tensión volvía a acampar en su cabeza. Dejó escapar algún vistazo hacia la puerta y sus alrededores por si esa cosa se decidía a aparecer en ese momento. Ya suficiente miedo daba lo que le había hecho a la libense en un momento, ¿encima podría buscarlos sin que importara que se refugiaran? Solo pensarlo le ponía los pelos de punta, pero... Había algo que no le terminaba de encajar al neoyorquino. -No parecía que tuviera intención de seguir atacando. Después de que Kalna se defendiera simplemente se quedó allí enmedio... sollozando- explicó su punto de vista sobre la teoría del chico decantándose por la propuesta de la militar. Le costó encontrar una palabra exacta para lo que había hecho el "espíritu" principalmente porque todavía le asombraba la reacción que tuvo. Si quisiera matarlos les habría seguido, ¿no?
Lo siguiente que dijo Abel le hizo arquear las cejas y, de no llevar la lanza, se habría cruzado de brazos también. Vale que acababan de entrar, aunque acercándose al faro no habían visto nada raro o que indicase que allí viviera alguien. -(Quitando los pájaros, claro)- se corrigió rápidamente. -Si no habéis notado nada fuera de lugar podría ser un caso como el torreón ayer- prefirió aventurar para calmar un poco la tensión. Si era otro refugio tal vez tuvieran camas más arriba y otras cosas que podrían venirles bien al grupo si volvían con ellas.
Asintió a los descubrimientos que habían hecho los dos. Estaba bien contar con más cosas en el sótano y ver que no había nada acechando allí abajo. No es que fueran armas al uso, pero los martillos y la pala podían ayudarles a defenderse a unas malas. Ya solo quedaba una parte del lugar para comprobar que era seguro.
Rick se acercó al primer peldaño de la escalera de madera, fijándose en el estado lamentable de la barandilla de paso. -Es posible...- dejaría salir mirando el trayecto de los peldaños. El chico intentaba prestar atención por si escuchaba algo desde allí que pudiera advertirle que subir era una mala idea, pero por más que se concentrase no notó nada. No le parecía mal descansar un poco antes de volver, todo lo que había pasado le había dejado hecho polvo, pero tenían que asegurarse de que no corrían peligro allí antes. Miró a los tres con decisión, dispuesto a lo que vieran mejor. -¿Subimos entonces?- preguntó para asegurarse antes de seguir los escalones.
"En lo posible" se tradujo en que en cuanto Kalna contó cierto detalle del monstruo se giró a ella incrédulo. -¿Cómo que atraviesa paredes?- preguntó serio notando como la tensión volvía a acampar en su cabeza. Dejó escapar algún vistazo hacia la puerta y sus alrededores por si esa cosa se decidía a aparecer en ese momento. Ya suficiente miedo daba lo que le había hecho a la libense en un momento, ¿encima podría buscarlos sin que importara que se refugiaran? Solo pensarlo le ponía los pelos de punta, pero... Había algo que no le terminaba de encajar al neoyorquino. -No parecía que tuviera intención de seguir atacando. Después de que Kalna se defendiera simplemente se quedó allí enmedio... sollozando- explicó su punto de vista sobre la teoría del chico decantándose por la propuesta de la militar. Le costó encontrar una palabra exacta para lo que había hecho el "espíritu" principalmente porque todavía le asombraba la reacción que tuvo. Si quisiera matarlos les habría seguido, ¿no?
Lo siguiente que dijo Abel le hizo arquear las cejas y, de no llevar la lanza, se habría cruzado de brazos también. Vale que acababan de entrar, aunque acercándose al faro no habían visto nada raro o que indicase que allí viviera alguien. -(Quitando los pájaros, claro)- se corrigió rápidamente. -Si no habéis notado nada fuera de lugar podría ser un caso como el torreón ayer- prefirió aventurar para calmar un poco la tensión. Si era otro refugio tal vez tuvieran camas más arriba y otras cosas que podrían venirles bien al grupo si volvían con ellas.
Asintió a los descubrimientos que habían hecho los dos. Estaba bien contar con más cosas en el sótano y ver que no había nada acechando allí abajo. No es que fueran armas al uso, pero los martillos y la pala podían ayudarles a defenderse a unas malas. Ya solo quedaba una parte del lugar para comprobar que era seguro.
Rick se acercó al primer peldaño de la escalera de madera, fijándose en el estado lamentable de la barandilla de paso. -Es posible...- dejaría salir mirando el trayecto de los peldaños. El chico intentaba prestar atención por si escuchaba algo desde allí que pudiera advertirle que subir era una mala idea, pero por más que se concentrase no notó nada. No le parecía mal descansar un poco antes de volver, todo lo que había pasado le había dejado hecho polvo, pero tenían que asegurarse de que no corrían peligro allí antes. Miró a los tres con decisión, dispuesto a lo que vieran mejor. -¿Subimos entonces?- preguntó para asegurarse antes de seguir los escalones.
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