Torre Serpentaria (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Sepalian Xila se dirigió a los allí congregados y esperó a que se hiciera el silencio.
-Esta es la Torre Serpentaria, una de las más antiguas torres de hechicería de nuestra ciudad. Acogerá a magos, brujos y criaturas con mucha magia -decía desde su máscara sin rasgos pero con raíces cruzadas por todas partes-. Los hechiceros somos pocos pero podemos hacer muchas más cosas que otros. La magia no es sólo un arma que usar en la batalla sino que también puede ayudar a crear y conservar. Y no sólo eso, pues también puede torcer y engañar, ocultar y revelar, y puede hacer cosas para las cuales no existen verbos que las describan. Yo os animo, nuevos ciudadanos, no sólo a que bebáis de las maravillosas fuentes del conocimiento mágico, sino también a que contribuyáis a este noble saber capaz de elevar a quien lo comprende. Dentro de esta torre encontraréis todo lo básico para iniciar vuestro camino por la senda de la magia y estableceros en la ciudad y colaborar en vuestras investigaciones y aprendizajes -a Sepalian le estaba gustando su discurso. Le agradaba la imagen de importancia que debía estar proyectando sobre los recién transformados.
-Este es un lugar serio de trabajo, así que rogaré a los curiosos que os abstengáis de entrar. Por eso también os daré la contraseña para sortear el hechizo de la puerta.
Con un gesto de la mano del brujo, pequeños papiros salieron de un bolsillo de su túnica para ir a manos de los allí presentes.
"Por la puerta trasera he de entrar", podía leerse en ellos.
-¡Memorizadlos! ¡Ya! -exigió Sepalian. Y al momento, cerró la mano en un movimiento enérgico que acompañó de una sílaba distorsionada. Los papiros ardieron con un fogonazo que los hizo desaparecer sin quemar las manos de los hechiceros.
-Sed bienvenidos a la Torre Serpentaria -concluyó.

Nia

Sin intercambiar una palabra más, el grupó volvio a los torreones. Nia, algo distraida, seguia sumida en sus pensamientos, ensimismada, que apenas pudo darse cuenta de que estaba subiendo las escaleras y que se habia metido en su cuarto, dejando a todo el mundo abajo. Bueno, daba igual, de todas formas, no es que llamase mucho la atención. Se sentia bastante separada del grupo actual, pues originalmente eran solo Gael y ella. No que no le gustase que hubiera más gente, sino que más bien apenas habian intercambiado palabras con el fuego fatuo desde que llegó.

Suspiró y se metio en el agua, renovando el hechizo de su vestido con parsimonia. Las dos morenas se enrollaron en su cuerpo y le dedicaron esas miradas fijas que poseen estos animales, sin embargo, eran bastante expresivas para Nia. Les acaricio la cabeza con una sonrisa y se apoyó en el bordillo, como siempre hacia. De su morrón, sacó un par de piedras blancas, lisas y cuadradas del tamaño de una moneda. Eran tambien muy blancas, como el marmol. Se podian distinguir simbolos mágicos en ellas, tallados. Observó el reluciente fajo de piedras atadas con cuerdas que pendian de su mano, tintineando entre ellas y, lentamente, se metio de lleno en el agua, para relajarse.

Tras más de media hora, la nayade salio a la superficie. Habia estado considerando sus opciones y creia que la mejor en esos momentos era visitar el burdel y saludar por ahi. Tambien deberia ir a la Sede. Y, quizás, se daria después una vuelta por el castillo, para resolver ciertos asuntos que tenia con el consejo. Salio del agua y le plantó un beso en el morro de cada una de sus compañeras y salio de su cuarto, guardando el fajo de piedras en su morrón de nuevo. Bajó las escaleras tarareando algun ritmo pausado y alegre.
-Por cierto chicos, ¿teneis pintura roja?-dijo a la vez que se encontraba con alguien que no habia visto antes.
Una chica, de pelo negro, maquillada y con ropas muy diferentes a las que ella solia usar. Estaba sacando libros de magia de las estanterias por doquier. Nia miró intrigada al resto de los presentes y luego de vuelta a la chica, esperando a que las presentasen.

Paso casi rozando la cúpula de la Torre, para luego bajar en vertical y dejarme caer a medio camino, suavemente. Pensando en todo lo sucedido y hablado con Ourthal, en las futuras expediciones y en el peligro de estas, llego a la puerta. Pero un par de pasos antes ladeo la cabeza y me doy una hostia en una mejilla, parándome en seco.
-Qué hago... ¿Qué diablos hago? Maldito idiota y maldita puerta...-murmuro fulminando el portón con la mirada mientras me alejo, a la par que noto caliente la zona del golpe. Como no se me pase el color se van a reír...

Miro hacia arriba y al final decido hacer como la última vez: levitar hacia una ventana y probar suerte. Y como no recuerdo si la ventana también tenía el maldito hechizo, lanzo uno de amplificación de voz y llamo, preguntando si hay alguien.
-¿Hola? Jack al habla, vampiros a domicilio. Un encargo para... ¿Está Nía?

A la vez me muevo abajo y arriba, intercambiando ventanas, notando que el hechizo no afecta a estas. <<< Maldita sea la Torre esta... >>>

Mientras Mánia estaba curioseando por toda la torre, Nia, que se había metido en su habitación nada más llegar ya que desaprobaba las apuestas sobre cosechados, bajó del primer piso.

-¿Pintura roja? No me suena que tengamos algo así -miré inquisitivamente a Gael por si él sabía algo que desconocía. Noté la mirada extrañada que nos dirigió Nia tras observar a Mánia-. Ah, Nia, esta es Mánia. Es una compañera de cosecha; de Giz, Azura y mia, ya sabes. No es humana aunque lo parezca, es de Libo -después me dirigí a Mánia-. Y ella es Nia, es amiga de Gael, de su misma cosecha. Es una ulterana como Toi... el káiser -me corregí recordando que Mánia no conocía el nombre real de Toima.

Mientras estaba presentándolas, de pronto oímos una nueva voz amplificada en el exterior. Esta vez se trataba de Jack, al cual pude atisbar moviéndose fuera levitando entre las ventanas. Abrí una ventana y salí volando por ella. El cielo ya estaba completamente negro: se me habían pasado las horas muy rápido.

-No hemos hecho un pedido de vampiros últimamente, señor, creo que se ha equivocado -bromeé acercándome a Jack-. Buenas, Jack, Nia está dentro. Te diré la contraseña para que puedas entrar sin peligro, al fin y al cabo ya tenemos una visitante a la que se la hemos dicho. Cuantos visitantes inesperados hoy, ya podemos montar una fiesta incluso. Entremos mismamente por esta ventana que da pereza abrir la puerta -sonreí divertido.

Entramos en la torre por el mismo ventanal por el que acababa de salir.
-Traigo un souvenir de ahí fuera, dice que se llama Jack, ¿nos lo podemos quedar? Prometo cazar animales yo mismo para alimentarlo -bromeé dirigiéndome al resto.

Volví a hacer las presentaciones entre Mánia y Jack lo mejor que pude. Era la primera vez que se había congregado tanta gente en la Torre Serpentaria desde que vivía ahí.

Llegó una chica con... ¿eran esos tentáculos? Parecían. Mánia se quedó mirándolos con atención, como se movían, retorcían y bamboleaban. Aun cuando Noel las presentó no apartó apenas la vista de ellos.

-Hola- dijo simplemente.

No había realmente nada bonito en aquella chica; ni pecho llamativo, ni curvas marcadas, su expresión era como de mojigata, sin ninguna marca distintiva, y para colmo tanto su pelo como sus ojos eran feos. Eso sí, la parte de abajo de su cuerpo era gelatinosa y brillante, y tenía esos divertidos tentáculos. Mánia se agachó en posición acechante, lista para saltar contra ellos cuando menos lo esperaban. Y entonces llegó otro.

Era un hombre, alto, también de pelo feo, pero sus ojos no estaban mal. Aunque tenía un algo, Mánia no supo identificarlo al principio. << Espera un momento...>> Noel le había llamado vampiro, y Mánia había leído sobre ellos, seres de la noche que se alimentan de sangre y podían convertirse en... en algo. Mánia dejó a Nia y se levantó para tirarle al recién llegado de la camisa.

-¡Conviértete!- le exigió- Eres un vampiro, ¿no? Conviertete en... ¡¡lo que sea que tú te conviertas!!- le tiró de la camisa repetidas veces. Luego recordó los pocos modales que había aprendido durante su criba- ¿Porfa?

Al poco sale Noel volando y me saluda siguiendo la broma, respondo a sus buenas noches y luego memorizo la contraseña, recordando que casi toco la puertecita.
-Casi se me olvida lo de la protección antes... Ha ido de un pelo, diablos.

Pasamos al interior y suelto una carcajada con la broma, añadiendo:
-La pega es la comida, soy muy tiquismiquis con eso.-y lo remataría con los colmillos, pero me frena la presencia de una chica que... <<< Ostras, la de Libo. Qué coincidencia >>>

Noel nos presenta y la chica de pronto se me acerca, tirándome de la camisa y ¿diciendo que me convierta? Bueno, "diciendo"... Sonrío, recordando las costumbres de Libo, y decido responder, con una inclinación de cabeza:
-Escucho y obedezco, señorita.-aunque lo último no lo digo muy seguro, no sé cuál encajaría mejor.
Y acto seguido me transformo en humo.

Me quedo primero en el sitio, flotando, y luego doy un par de vueltas a su alrededor y por la habitación, llegando a un rincón a oscuras donde aprovecho para hacerme sólido pero aún oculto en la oscuridad casi líquida del hechizo, donde me aliso la camisa y salgo a la vista, eliminando la oscuridad de antes.
-¿Era eso?-inquiero, volviendo con ella. Luego miro a Nía y vuelvo a sonreír.-Tenemos que hablar de negocios, tengo información que te vendrá bien. Así que cuando puedas...-y miro por la ventana, para darle énfasis al "cuando puedas".

Nia

La ulterana soltó un "Oooh" en voz baja cuando se enteró que no era humana, sino de Libo. Apenas conocia nada de ese planeta. Por otra parte, era algo más joven que ella, o al menos lo parecia, pero a Nia le encantó la idea de conocer a otra chica de su misma edad, o al menos casi.
Sin embargo, poco sabia Nia del poco interés que le despertó la otra por la Náyade. Los ojos de la androgina escanearon a la ulterana y le hicieron sentirse algo incómoda. Sobretodo porque se quedó fijada en sus tentáculos y Nia los intentó esconder por debajo de su vestido, sin saber muy bien porque.
-H-hola...-finalmente soltó, sin saber que más decir. Tenia una especie de... pendientes en los labios. Se preguntó si le dolia o si era una reparación de un médico. La fijacion de la otra chica con sus tentáculos le recordaba un poco a algunos de las criaturas que se habia encontrado en el mar.
>> O a un gato directamente.

De pronto, la ulterana escuchó una voz amplificada que le era familiar. Jack estaba buscandola. ¿A ella? La chica fruncio el ceño, extrañada. Justo cuando iba a salir, Noel se le adelantó y le abrio la puerta, brindandole la contraseña para entrar. El vampiro se alzó delante de los presentes. La chica de Libo le pidio, no, le exigio que se transformara. Nia no pudo evitar sonreir con una mezcla de alivio y amabilidad al ver la curiosidad de la chica.
>> Si, definitivamente un gatito.

Después de satisfacer su curiosidad, el vampiro se giró hacia la náyade y dijo que tenian que hablar de negocios, que tenia información que le podia interesar. Nia ladeó la cabeza y parpadeó varias veces.
-¿Ah si?-dijo sorprendida.-Bueno, yo ahora estoy libre así que puedo atender a esos "negocios" ahora mismo.-dijo mientras se acercó al vampiro, levitando.-Dime, ¿en que puedo ayudarte?-preguntó con una sonrisa.

Mánia siguió el recorrido del humo, girando sobre sí misma y dándole manotazos para crear volutas. Cuando Jack recuperó su forma, aplaudió.

- ¡Bieeeeen!- animó

También le sorprendió la contestación del vampiro. En realidad, salvo Vlad, ningún hombre allí le había tratado de la manera que sería aceptable en su mundo... o al menos en el que fue su entorno, así que paradójicamente le resultaba raro que alguien lo hiciera. Quiso hacerle toda clase de preguntas a Jack sobre su transformación, y a punto estuvo de tirarle de nuevo de la camisa en actitud demandante, pero parecía que el vampiro había venido por otros asuntos, asuntos relacionados con la niña fea de los tentáculos. Eso le hizo enfadar un poco, ella quería atención, ¡quería atención! Pero si se metía por medio podrían enfadarse con ella, y también podría ser algo verdaderamente importante... Dejando su egoísmo de lado por esta vez, Mánia buscó atención en otra parte, concretamente en Noel que le pillaba más cerca.

-¡¡Me abuuuurroooooo!! ¡¡Vamos a algún sitiooooooo!!- pidió colgándose del brazo del chico y balanceándose. Fue en ese momento cuando se dio cuenta que el chico había crecido... En realidad todos habían crecido, salvo ella << Fu...>>

Ladeo la cabeza con su respuesta y me paso la lengua por los labios, pensativo.
-Ayudarnos, mejor dicho.-me cruzo de brazos y sigo, con un tono serio, como de negocios.-He llegado a un acuerdo con un alquimista de por aquí-y hago un gesto despreocupado, omitiendo su parte del acuerdo.-Y tengo que conseguirle un par de productos. La pega es que no sé para qué sirven, sólo que unos son plantas medicinales. Lo otro son sales minerales de Ochroria.

Llegados a ese punto le cuento entonces lo poco que sé de la localización de ambas cosas, y luego sigo.
-Y las plantas medicinales están en... Libo.-termino de decir, más lentamente y casi en un murmullo, preocupado por la reacción de Mánia <<< Maldito impulsivo... Ponte en su lugar, no le va a hacer gracia ninguna... >>>.-Y eh...-cambio lo que tenía pensado decir y sigo, más rápido que antes.- Biblioteca; podemos pasar por allí antes de nada.

Llego hasta Serpentaria sin ningún inconveniente por el camino, a pesar de lo difícil que es volar con un cadáver en brazos. Cuando aterrizo, dejo a Pyro en el suelo al lado de la puerta y llamo. Me abre Nia, quien me saluda un poco sorprendida -hace casi nada que nos vimos- y le devuelvo el saludo de forma automática.

-Ve a avisar a Azura y los demás. Diles que te tiene que ver con Pyro. -Parece que ha captado por mi tono de voz nervioso que debe hacerlo rápido, así que en seguida va a buscar a los demás.

La primera en llegar es Azura, quien me pregunta con urgencia qué sucede. Acto seguido, me aparto y le enseño el cadáver.

-Está muerta. -Se puede leer en su rostro que sin duda está conmocionada ante una noticia que seguro no se esperaba.

No llega a cantar un gallo que se gira de nuevo hacia mí y me hace toda clase de preguntas. "¿¡Qué ha sucedido?!" "¿¡De dónde la has sacado?!". Preguntas que debo responder y preguntas que no puedo, por la promesa que hice a la roja de las escindidas. Pero hay un punto que me hace considerarlo: importan más los vivos que los muertos.

-Murió envenenada, parece que accidentalmente. Estaba... Pyro estaba en la Sede.

Satisfecha con las respuestas, la chica de azul rompe a llorar. Mientras esto sucede, veo cómo los demás empiezan a llegar.

Nia avisó a Azura. Se veía que no tenía muy claro de que estaba hablado, pero tenía que ver con Pyro. Saltó los escalones de dos en dos. Adara esperaba en la puerta con cara de circunstacias.
- Que ocurre? - preguntó con cierta ansiedad. Yloh llegó corriendo por detras y se aferró a la cintura de Azura mientras asomaba su cabeza para mirar. Adara le mostró el cadaver, desmadejado y pálido. Ojos cerrados. Boca entreabierta. Podría estar dormida. Azura se quedó muy callada, mirando sus rasgos quietos, casi calmados, inertes.
" Es raro verse a uno mismo muerto, es ese de tipo de cosas que no deberíamos ser capaces de hacer"
porque Azura, aunque sin maquillar y sin prendas carmesí, era al fin y al cabo la misma persona que yacía en la entrada de Serpentaria como una muñeca rota.
- ¿de donde la has sacado? - las palabras sonaron bruscas, tuvo que empujarlas desde la garganta. Yloh le había soltado y se había separado de ella.
Adara se mostró reticente a dar las respuestas, pero dijo más que suficiente. Pyro estaba en la Sede... porque vivía en la Sede, no costaba atar ese cabo. Pero a Azura no le importaba. No le importaba en absoluto. ¿y el veneno? Era para ella, ¿verdad? No era un suicidio, si no un accidente, asi que tenía otro destinatario.
Otro... yo...
Azura miró al despojo de su hermana. Quiso escarbar en su mente y regodearse por haber ganado la partida, quiso encontrar el odio y reirse. Quiso mirarla y pensar en lo patetico que había resultado todo. Pero no encontró nada de eso.
El odio se había ido y la había dejado sola y vulnerable, frente a un cadaver que tenía su rostro. Un cadaver que de no ser por un accidente sería ella misma.
Azura lloraba y de vez en cuando se encogía en un sollozo. Yloh la abrazó torpemente, pero ella no fue consciente del gesto, y el abrazo del chico, demasiado bajito, no resultaba acogedor.
Lloró por todo lo que el odio había consumido. Lloró por la muerte de Alicia, quemada en una conciencia demasiado ocupada en fantasias violentas. Lloró porque ella era un despojo, y porque su hermana había muerto. Porque estaba sola y vacía y hasta el placer de la victoria se le había negado.
Lloró por el golpe que fue darse cuenta de que respiraba todavía de milagro.
Y cuando podía haberse calmado solo un poco, lloró porque algún día no muy lejano, se desdoblaría de nuevo.

" Y así es como lloran los monstruos"

Y dentro de Azura, la luz se apagó para siempre.

Jack accedió sin más miramientos a la petición -o más bien orden- de Mánia a transformarse en polvo. Seguro que el comportamiento de Jack agradaba a Mánia, que estaba acostumbrada a recibir un trato similar en su planeta; trato que sus compañeros de Letargo le habíamos negado.

Nia y Jack empezaron a hablar de plantas medicinales. Escuché al principio con un poco de atención pero enseguida la desvié al no entender casi nada de su conversación. Me giré para charlar con Gael y Giz, cuando de pronto Mánia se colgó de mi brazo clamando exageradamente que se aburría. Comencé a reírme y estaba a punto de responderle cuando de pronto alguien llama a la puerta. Pude escuchar la voz de Adara. Su voz tenía un tinte serio y nervioso.
-Disculpa, Mánia... -la agarré del brazo con cuidado y la descolgué del mío mientras observaba con inquietud como Nia le abría la puerta a Adara y regresaba corriendo llamando por Azura.

No dudé en seguir a Azura hasta la puerta. Adara se encontraba allí, con expresión seria, y Azura parció quedarse conmocionada nada más llegar. Anticipándome a lo que iba a presenciar, desplacé la vista hacia el lugar donde se concentraban las miradas de las dos chicas. Allí estaba Pyro, inmóvil; muerta. Llegué a tiempo para escuchar cómo había muerto y abrí la boca como a punto de decir algo pero no salió ningún sonido. De pronto Azura rompió a llorar y provocó que a mí también se me escapasen algunas lágrimas. Apenas conocía a Pyro realmente, pero hasta hacía poco tiempo Pyro también había sido Alicia, mi compañera de cosecha, mi amiga. Me acerqué a Azura, vacilante y en silencio. No muy seguro de mí mismo le pasé un brazo por el hombro. No le ofrecí ninguna palabra de consuelo o de ánimo, no sabía qué decir ante una situación así. El recuerdo de Ethan y de su muerte se avivó en mi mente mientras contemplaba el rostro sereno de la fallecida Alicia. Nuevas lágrimas silenciosas volvieron a correr por mis mejillas.

Nia

La ulterana abrio los ojos con interés cuando mencionó el recado del alquimista. Supuestamente necesitaba un par de plantas medicinales de Libo y unas sales de Ochoria. Se agarró el mentón, pensativa con el ceño fruncido.

-Si se trata de plantas y sales puedo ayudarte. Desde que me fui al mar, estuve buscando materiales y elementos de todo tipo y, aunque iba algo lenta dando palos de ciego, llegue a amasar una gran colección.-levantó la mirada y le sonrio.-Tranquilo, te ayudaré a encontrarlas.-

Tan pronto como le respondio, dijo de ir a la biblioteca. Nia asintio con la cabeza.
-Estoy de acuerdo, porque necesitarmos un índice o algo para guiarnos. No estoy tan acostumbrada a buscar cosas en tierra firme...-dijo intentando sonreir.

Entonces llamaron a la puerta. Nia, que era la que más cerca se encontraba de la puerta en aquellos instantes, se acercó y la abrio. Para su sorpresa, Adara estaba al otro lado de esta. Algo sorprendida por volverla a ver tan pronto la saludó y entonces la angel negro, tras devolverle el saludo, la mandó a buscar a Azura, que trataba de algo llamado Pyro. Notando la seriedad del asunto, Nia asintio y dio media vuelta, ignorante del cadaver que yacia cerca de ahí. Levitando de vuelta hacia donde estaban todos, localizó a la chica de maquillaje azul y señaló algo confundida la entrada.

-Azura... es para ti... Algo de un Pyro...-dijo, sin saber muy bien a que se referia. Por el rostro de la otra, pudo apreciar que se trataba de algo muy serio. La maquillada corrió a toda prisa hacia la entrada. Nia se giró hacia los demás, esperando que alguien le explicara algo pero sin embargo todos decidieron salir tambien. Flotando al lado de los demás, la ulterana volvio a salir fuera con el grupo.
Se encontraron a la chica sollozando sobre un cadaver de ropas carmesies. Nia se ahogó un chillido de sorpresa al ver el cadaver. Con las manos tapando su boca, contempló lo inerte que estaba la otra chica. Adara de pie, al lado de esta, sin saber muy bien como consolarla. Igual que el nublino, aferrado a su ama en un intento de paliar el dolor. Noel fue el primero en hacer un movimiento, pues todos estaban muy conmocionados. La náyade no se dio cuenta de que este tambien habia empezado a llorar, pero en silencio.
Estaba demasiado concentrada en el cadaver. Su mirada, de pronto, se habia vuelto fría. Estaban en Rocavarancolia. Un lugar brutal y salvaje. La gente moria y ella no podia evitarlo. Levitó muy cerca del suelo, casi a ras, en una parodia a lo que antes habria sido arrodillarse y se posó, enfrentada a los dos que lloraban delante del cadaver.
Con delicadeza, posó el dedo índice y el corazón en una parte del cuello, tomandole el pulso. Tras un breve rato en silencio, confirmó la muerte de la chica, maquillada de rojo. Habia descartado esa última opción.
Descubrió además, y con gran pena, que aquello no había sido asesinato alguno, sino un accidente, un arma que disparó a su dueño en vez de a la persona que debía alcanzar. Se dio cuenta de las similitudes entre Azura y la chica roja, Pyro. Miró sus caras varias veces y tardó en darse cuenta que eran exactamente iguales.
-Brujas escindidas...-murmuró con sorpresa. Remontó el vuelo, entendiéndolo todo. Su mirada fría se tornó de pena cuando todo el rompecabezas se resolvió por si solo, sin que nadie la ayudara. Aquello, por supuesto, significaba que aún seguía viva, dentro de Azura, pues para matar a un brujo escindido debes matar a ambos. Pero aquello no seria una resurrección. Sino más bien una nueva vida. Pyro había muerto definitivamente y, con ella, sus recuerdos.
Temerosa de no saber que palabras encontrar para consolar a los que la lloraban, Nia mantuvo el silencio y levitó hacia Adara. Casi en un susurro, le pregunto que había hecho con los restos del veneno.

Nía coincide en lo de la Biblioteca y tras pensarlo un momento, respondo:
-Dijo que había algunas de las cosas en pantanos o ríos, podríamos repartirlo. O ya lo vemos. Yo tengo que volver a casa, pásate por allí un día si puedes, ves a los demás que hace ya tiempo, y lo planificamos.
Al momento llaman a la puerta y es la ulterana la que va a abrir. En cuanto veo a Adara en el umbral, capto un aroma turbio que me disgusta, proveniente de fuera y que, según me acerco a la par que escucho a Adara hablando, aumenta, como acompañando de forma macabra lo que la chica dice. <<< Muerte >>> A eso huele, y bastante fresca...

Y...no sólo huele a eso el cuerpo de Pyro... <<< ¿Envenenada? Azura no ha sido, ha bajado al momento... >>> La chica asalta a preguntas a Adara, que más le valdrá lavarse y quitarse el olor de encima; y luego la bruja se deshace en lágrimas, abrazada por Noel.

<<< Y yo sobro... Debería volver a casa, a ver cómo está Norou, pasar la noche con él, el día y a ver cómo se levanta Cain y a ver si hacemos algo ahora que volvemos a estar juntos de nuevo... >>> Así pensando, me alejo de todos en dirección a la puerta, sin saber qué decir
-Yo... ¿Lo siento? No sé...-murmuro en la puerta, evitando mirar el cuerpo por los olores que desprende, y buscando sólo miradas amigas.-Nos vemos...

Sin más, asciendo a la noche convertido en humo y vuelo de camino a casa, recordando que Vac se llevaba bien con la fallecida Pyro, cuando fuimos casi todos juntos a la taberna una noche pasada...
Sigue en el Burdel de Dama Espasmo.

Azura no prestó atención alguna a las reacciones de sus compañeros. No quiso oir palabras de apoyo ni de ninguna otra clase, y no se acercó a ellos durante el transcurso de dos días; durante los que caminó por la torre desprovista de emoción y con respuestas monocordes a cualquier pregunta. Si... no... está bien... estoy bien.
Yloh por su parte demostraba cada vez mas ansiedad por su ama. Se había vuelto nervioso y estaba inquieto. A veces seguía la sombra de Azura por toda el edificio. Le subía la comida a su cuarto, le arropaba por las noches y dejó de dormir en sus pies para poder abrazarla y calmar los temblores de sus pesadillas. Otras veces se separaba de ella y perseguía a Noel o Gael por la casa, les daba conversación y actuaba de ayudante en sus entrenamientos. No lo hacía con actitud servil, sino mas bien, porque parecía querer ocupar sus pensamientos a toda costa.
El tercer día, hubo un cambió. Azura estaba envuelta en una actividad frenética, y tenía alarmado a Yloh. Se había desnudado y llevaba solo la ropa interior, y el dormitorio parecía un caos. Había prendas rojas y azules por todo el suelo.
- ¿ que ocurre?
Ella terminó de recitar un hechizo y le mostró el resultado. Una blusa de mangas desiguales, mitad roja, mitad azul. Azura dio un par de tirones a la tela, y se la pasó por la cabeza.
- Yloh, un día de estos me voy a desdoblar. Quiero decir que saldrán dos iguales a mi, y las dos creerán que soy yo. Pero no aceptamos en su momento ser lo mismo, y no lo aceptaremos la segunda vez, es mejor evitar eso. Incluso si las dos te recuerdan.. Yloh, juramelo, solo haz caso a la Azul. Siempre a la Azul. Juramelo- El nublino no parecía estar convencido, pero asintió.
- Esta bien, Dama Azura, ya sabes que yo siempre estoy de tu lado.
Satisfecha, Azura regresó a su tarea, hasta que cada prenda mostaba una mitad izquierda de tono rojo, y otra derecha de tono azul.
Se vistió entonces del todo con unos pantalones ceñidos bicolor, y la blusa que ya llevaba.
Se había quitado el maquillaje, porque eso creia que se copiaria igual en ambas caras.
Bajó las escaleras, y por primera vez, fue ella quien saludó con antelación a los que estaban allí.

Los dos días siguientes a la muerte de Pyro transcurrieron lentamente y con monotonía. El ambiente en la Torre parecía haberse enfriado un poco, sobre todo porque Azura se había sumido en una apatía inmutable de la cual no salía en ningún momento. Yo tenía ganas de volver a bromear como siempre para dejar atrás cuanto antes este ambiente tan tenso, pero no me pareció apropiado viendo el estado de la bruja.

Seguimos acudiendo a los entrenamientos como única distracción. Por la mañana y las noches que venía Jack íbamos a la Bahía como siempre, pero habíamos tenido que hacer un cambio cuando entrenábamos por las tardes. Un día habíamos visto a la daeliciana, Gael nos explicó que había leído acerca de Daelicia cosa que yo también hice cuando nos lo dijo. Estaba allí en la bahía; así que para evitarnos problemas no fuimos inmediatamente. Después del pequeño incidente en Nubla no queríamos ponernos en el punto de mira del consejo. Durante los días siguientes pudimos comprobar que la chica morada estaba allí habitualmente por las tardes, por lo que decidimos trasladarnos a la Sede para el entrenamiento en ese horario.

La mañana del tercer día me encontraba en la cocina desayunando con Gael y Giz, explicándoles acerca de un hechizo de curación que había visto en un libro y el cual había estado practicando en los entrenamientos de magia durante estos días.
-Es altamente beneficioso -les comento animadamente; al no estar Azura delante me resultaba más sencillo actuar como siempre-. Provoca dolor al tiempo que cura las heridas -una sonrisa sardónica se formó en mis labios mientras explicaba el funcionamiento del hechizo con satisfacción-. ¿Entendéis lo útil que me resultará eso, verdad? Ya he conseguido que me salga bastante bien...

No supe exactamente en que momento el hablar de forma natural acerca de mis métodos poco ortodoxos de conseguir magia se había convertido en algo cotidiano para mí. Había aceptado por completo que ahora era un monstruo y que por lo tanto en algunos aspectos era lógico que actuase como tal. Al fin y al cabo seguía siendo yo. O más bien así es como debería haber sido siempre. Ya había pasado casi un año desde que había pasado a ser Noel, el Draco de Estínfalo. << Y ya tengo dieciséis años... >>, recordé de pronto al pensar en el paso del tiempo. Nunca nos acordábamos del día exacto de nuestro cumpleaños en Rocavarancolia. Carecía de importancia. Pero ya tenía que hacer varios meses desde que los había cumplido, pues la Luna Roja ya se acercaba. Lo sabíamos y lo notábamos a partes iguales.

Cuando Azura irrumpió en la cocina, saludando, interrumpí la conversación para levantar la cabeza hacia ella. Nos había saludado con bastante normalidad, en contraposición al estado de ánimo en el que se encontraba hasta ahora. Dediqué unos segundos a observarla: se había puesto ropa de dos colores. Azul y Rojo. Azura y Pyro. Desvié la vista de su atuendo para mirarla a la cara y corresponder a su saludo. No hice ningún comentario al respecto, sabía perfectamente que era mejor no hacerlo. Opté por sacar otro tema de conversación. Aunque teniendo en cuenta el día que era, no era raro que hablase sobre ello.

-¡Esta noche ya sale la Luna Roja! Que ganas de ver en que se han transformado los cosechados... y de ver quien tiene que hacer el ridículo públicamente -me reí nerviosamente al recordar nuestra apuesta.

- Sí - contestó con aparente tranquilidad Azura. En el fondo estaba asustada; no lo había pensado, pero... ¿provocaría la subida de magia de la luna su nuevo desdoblamiento?- siempre viene bien gente nueva.
- La luna los cambiará, ¿verdad?- dijo medio fascinado Yloh. Estaba masticando una pieza de fruta, y se detuvo en mitad de una idea - yo no soy un cosechado, ¿¿no?
- No, Yloh. Tu eres mío, y llegaste demasiado tarde. No creo que tengas esencia de nada, pero yo te elegí y eso debería bastarte.-
Claro, Dama Azura, nunca.. no quería decir lo contrario.- Yloh volvió a su fruta con la sana intención de no tocar el tema más. Envidiaba un poco a los que tenían magia y serían iguales a su dama, pero por otro lado estaba satisfecho con lo que había. Dentro de lo que cabe, no tenían que salirle plumas en la cabeza, ni escamas, ni envolverse en fuego azul que quemaba. Tampoco tenía un hermano odioso al que llorar su muerte. No se atrevía a pensarlo seriamente, pero comenzaba a considerar que Azura no estaba muy bien de la cabeza. Fiel como un perro callejero, eso tampoco importaba.

Nia

Poco más habia hecho Nia aquellos dias en serpentaria. No iba a los entrenamientos porque, normalmente, ni estaba en la torre cuando decidian ir, o decia que andaba muy ocupada. Habia estado perfeccionando varios de sus remedios y estudiando a su vez otros campos. La luna pronto estaria en su máximo fulgor y Nia se habia preparado para aquel momento.
Se dio cuenta que la distancia que habia creado en un año no era una mera ilusión, sino un hecho. Habia un grupo de amigos en serpentaria, otro en la sede y estos quedaban en la bahia para entrenar cada dia. A veces, incluso dos veces por día, y, sin embargo, Nia lo evitaba. Se decia a si misma que era porque estaba muy centrada en sus estudios, pero la verdad, un año de soledad, contando con la muerte de su caracter alegre de antes de que saliera a la luna, no habian hecho maravillas de su habilidad para socializar.

La ulterana miró afuera del torreón. Todo una ciudad en ruinas, apenas un rastro verde o de aguas cristalinas. Añoró por un momento su hogar. Pero ahí no podia quedarse, ahora era un monstruo, pero sabia que le debia una visita a su planeta natal, para recordar algunas cosas que al parecer se le habian olvidado. Casi que podia recordar como fue su primer dia en rocavarancolia, asustada, rodeada de desconocidos de pelo mutilado, en una ciudad fea y polvorienta. No pudo evitar reirse por lo bajo de lo inocente que era. Pensandolo bien, ya echando un cálculo, ya debia haber pasado su cumpleaños hace pocos dias. Pensó si comentarselo a alguien, pero ¿a quién le iba a importar?
Negó con la cabeza y bajó levitando las escaleras. A Ulterania tendria que volver algún día, ya que necesitaria varios materiales y objetos preciados consigo, y por ver a su familia, ver si estaban bien. Quizás deberia invitar a Toima. Seguro que él tambien tendría algo que reclamar de su hogar.
Pensativa y, sin saber muy bien como, acabó en la planta de abajo, escuchando por encima a los chicos hablar de la luna. Entonces, sus cálculos eran correctos, la luna saldria pronto,esa misma noche. Escuchó las voces de Azura y su compañero nublino. Asi que ya serian un buen montón en la cocina. Suspiró y reunió coraje para entrar en la cocina. Hacia dias que no entablaba si quiera una conversación larga con nadie.
-B-Buenos dias...-dijo, algo discretamente y sin mirar a nadie. En la cocina sacó pan que cortó con un hechizo, usando una pequeña corriente de agua, y entonces puso un par de peces pequeños, parecidos a sardinas, entre loncha y loncha. Se giró hacia los demás mientras comia su desayuno.-¿Iremos a verles, entonces? Tengo mucha curiosidad por saber que van a ser cada uno...-