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Rocavarancolia Rol
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Torreón Letargo Empty Torreón Letargo

31/10/15, 02:22 pm
Este torreón de cuatro plantas está completamente cubierto de enredaderas, por lo que en un inicio es un poco complicado encontrar la puerta, algo más pequeña que en los otros torreones. El puente levadizo suele estar bajado, y da a una franja de tierra que rodea la parte delantera del torreón. Los capullos de las flores, que solo se abren con la Luna Roja, despiden al anochecer una fragancia que atonta y adormece a quien la huele. En el patio tiene suelo de tierra y también está repleto de plantas, en su mayoría secas o raquíticas. En el centro hay una estatua de una ninfa atravesada por cientos de estacas.

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Tak
Tak
GM

Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.

Personajes :
Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
Kin: demonio raigaurum irrense.
Ayne: anima sinhadre.
Eara: sinhadre sin esencia.
Nime: demonio mineral libense.
Iemai: cercana, fallecida.
Airi: sanaí.


Unidades mágicas : 8/8

Armas :
Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
Kin: alfanje y guan dao.
Ayne: sable.
Eara: ballesta de repetición.
Nime: dagas.
Airi: diálogo y esconderse.


Status : ✧ ─=≡Σ((( つ•̀ω•́)つ

Torreón Letargo Empty Re: Torreón Letargo

18/06/23, 04:18 pm
La penumbra matutina del refugio no parecía molestar en absoluto a Trece, que se sentaba a la mesa sin utilizar una silla, al lado de un Garaten que la miraba conteniendo una exasperación que no podía exteriorizar.
—Eso no tiene sentido, ¿qué clase de formación militar recibías en tu… mundo? —le preguntaba el xolnita, forzándose a mirar a los ojos a la grotesca xenomorfa. No iba a provocarla, no después de ver cómo había paralizado a mordiscos a la alimaña que había matado al chico de piel gris el día anterior. Habían sido emboscados mientras los distraía la comida que les arrojaron en el bosque ominoso.
—¿Formación? Atacas y matas o mueres, Nombrado.
—No, por el Emperador. —Garaten se frotó el puente de la nariz pero tomó aire y continuó—. No podemos atacar sin más a los otros, Trece. Se trata de competir por los recursos, no de enzarzarnos en batallas campales hasta que cada vez quedemos menos. Ni siquiera sabemos cuántos hay en total.
—¿Y por qué tengo que hacerte caso? —el desdén de Trece en su tono era evidente.
—Soy militar, especializado en estrategia. Me avalan años de preparación y logros en el campo de batalla, xe… —se detuvo antes de llamarla xenomorfa, aunque dudaba que con su inteligencia comprendiese siquiera la palabra—. Prueba a hacer las cosas a mi manera por ahora, no pido otra cosa. Si aun así crees que no tengo razón, hablaremos de nuevo.
Trece pareció dudar, sin dejar de mirarle con dureza, pero en el fondo se sentía perdida sin Bakaiar y sus congéneres cerca.
—Vale, entonces enséñame cómo nos defenderías tú la próxima vez que los animales nos quieran matar. Pero como viste, yo soy buena haciéndolo a mi manera.
Garaten tragó saliva, pero su expresión siguió siendo orgullosa. Tendría que hacer muchos méritos para ganarse la confianza de aquella bestia, algo que estaba claro que el grupo necesitaba.
—De acuerdo.

Wintoon había observado el intercambio en silencio desde las escaleras que llevaban al sótano, todavía sosteniendo entre sus manos el arco y las flechas que había encontrado en la armería. Bordeó la mesa sin hacer ruido para que ninguno se dirigiese a ella y salió al patio, donde había pretendido probar el arco antes de que aquella escena la hiciese detenerse. Tensó la cuerda, cargando la primera flecha y buscó su objetivo, un monigote de paja que había encontrado en la última planta del torreón. Tenía que acostumbrarse a aquel arco por si volvía a ocurrir un incidente como el del día anterior. No, estaba segura de que aquello solo había sido el comienzo. Nadie se había recuperado todavía de la impresión.

—¿Sabes tirar? —escuchó cómo le preguntaba una voz suave.
Al girarse, Wintoon vio al pequeño anfibio de piel azulada llamado Kiyut. El niño la miraba con cautela, algo que había seguido haciendo tras aclarar que no iba a quitarse la máscara delante de ninguno de ellos.
—Soy cazadora —respondió solamente.
—Tú también lo has oído todo, ¿verdad? Trece da miedo.
—Lo da —admitió la xiotwacana—, pero como aliada es valiosa.
—Entonces, ¿estás de acuerdo con Garaten? —El mivense miró hacia atrás, comprobando que el xolnita no hubiese salido sigilosamente al patio cuando dijo su nombre.
—No lo sé —admitió tras pensar durante un par de segundos—. Necesito entender en qué clase de problema nos hemos metido antes de opinar nada.
El niño solo pudo darle la razón con un largo silencio, tras el cual Wintoon decidió que era mejor continuar afinando la puntería con su nueva arma.
Tak
Tak
GM

Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
Kin: demonio raigaurum irrense.
Ayne: anima sinhadre.
Eara: sinhadre sin esencia.
Nime: demonio mineral libense.
Iemai: cercana, fallecida.
Airi: sanaí.


Unidades mágicas : 8/8

Armas :
Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
Kin: alfanje y guan dao.
Ayne: sable.
Eara: ballesta de repetición.
Nime: dagas.
Airi: diálogo y esconderse.


Status : ✧ ─=≡Σ((( つ•̀ω•́)つ

Torreón Letargo Empty Re: Torreón Letargo

04/09/23, 02:05 pm
Nila se había acurrucado entre los dos arcones de la habitación donde solía dormir, ahora vacía. Le temblaba la mandíbula inferior mientras escuchaba aún en su cabeza la voz de Ama siendo dura con ella, pero si algo quería era no derramar una sola lágrima más. «Ser una niña no te excusa de intentar no ser una carga para el grupo» le decía. Tal vez por su altura, Ama parecía creer que era aún más joven de lo que realmente era.
—Muy fácil de decir para ti, que no te importa nadie… —Murmuró, enterrando la cabeza entre los brazos y haciéndose un ovillo.

La nublina no había llevado bien nada de lo que había ocurrido esa semana. Sus sueños infantiles de grandeza en Rocavarancolia no tenían nada que ver con la realidad que le había dado la bienvenida en el mundo de la magia y lo imposible. No podía entenderse con varios de sus compañeros, y todo allí fuera les quería matar. Por eso no había salido ni una sola vez desde que encontraron refugio.

Aquel día era imposible huir de la realidad. No con el cuerpo de aquella bestia y toda su sangre derramada a la puerta del torreón. Una especie de sapo gigante había atacado al grupo en el bosque extraño cuando salían a por comida, metiéndose en la boca de un latigazo a uno de sus compañeros. Los siguió hasta el torreón, donde Lahria, Garaten, Wintoon y Merante prepararon una emboscada que consiguió matarla. Nila no podía quitarse de la cabeza al tímido repoblador que había perdido la vida esa mañana, ni la piel enrojecida de Lahria y Merante allí donde habían entrado en contacto con la piel húmeda de la bestia. Desearía no volver a ver delante aquel endiablado sapo, pero Garaten quería investigar el cuerpo y por su culpa estaban posponiendo llevárselo lejos de allí.

—Estabas ahí, Nila…
La niña levantó la cabeza al reconocer la voz de su compañero nublino, un chico poco mayor que ella. Al mirarle, la presa que contenía sus lágrimas se abrió sin poder evitarlo, y hundió de nuevo la cabeza en sus brazos con frustración.

Briel se alegraba de haberla encontrado, pero se le encogió el corazón al verla así, con su pelo gris derramado de forma desordenada y convulsionando por el llanto. Se sentó a su lado y empezó a acariciarle la espalda, tratando de calmarla, a la vez que sus propias lágrimas le humedecían también la cara. Puede que se llevase pocos años con Nila, pero no podía evitar ver a sus hermanas menores reflejadas en ella. No era capaz de dejarla sola, mucho menos viendo cómo su naturaleza bondadosa la hacía sufrir en aquel ambiente endemoniado. Él mismo ansiaba volver a sus pastos en Nubla, pero ya no había vuelta atrás.

El llanto de Nila acabó reduciéndose a sollozos esporádicos, por lo que Briel decidió secarse también las lágrimas. No podía ocultarle a Nila que había estado llorando, ni quería. Las palabras de Ama habían sido demasiado duras, como si a ella no le importase la muerte de su compañero. «¿Cómo pudo decir que era demasiado pequeño y débil para esta ciudad y quedarse tan tranquila?» pensó Briel. «Si ella no tiene corazón por lo menos que deje llorar a los demás tranquilos».
—¿Sigue ahí? —Preguntó Nila de pronto. Era obvio a qué se refería.
—Sí. No… no mires, ¿vale? —Prefería ahorrarle los detalles, él mismo se había ido en cuanto Garaten comenzó su autopsia improvisada.
Nila se abrazó con fuerza a sus piernas y tras un suspiro lastimero volvió a quedarse en silencio. Nadie lo rompió hasta que lo hicieron unos pasos suaves por el pasillo. Kiyut también había estado buscando a Nila, y cuando les encontró se sentó con ellos haciendo un corro. Las palabras se negaban a salir de su garganta, pero no eran necesarias. No servían de ningún consuelo, después de todo.
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