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Torreón Maciel (Archivo VIII)

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Reifon
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Ficha de cosechado
Nombre: Nery´s
Especie: Frivy
Habilidades: Velocidad, agilidad, resistencia.
Personajes :
Spoiler:

Armas :
Spoiler:

Status : Cazador de la luna de sangre.
Humor : JAJAJAJAJA *se marcha riéndose*

Torreón Maciel (Archivo VIII) - Página 46 Empty Torreón Maciel (Archivo VIII)

15/02/16, 09:43 pm
Recuerdo del primer mensaje :

-Cuando los encontremos sabremos cuales de las opciones son la verdad. -Dijo encogiéndose de hombros. La única parte que esperaba que fuese así era la de otro suministro de agua.

-Te seguimos hermanito.

Y con sonrisa a Eriel se puso en camino con el resto mientras se terminaba su desayuno cuando Dafne le pidió un favorcillo. -Ah, sin problema, le hice bastantes a Bri y no es algo complicado, aunque te tendrás que conformar con algo sin muchos adornos me temo. -Le sonrió. -Cuando vuelva haremos uno cada uno de madera, a no ser que encuentre hueso por el camino o alguna forma de malear metal mejor que acercar mis manos a la hoguera. Nos vemos a la vuelta. -Se despidió.

Siguieron a su hermano un cacho y como este dijo acabaron encontrando casas en algo de mejor estado aunque ahí en medio no parecían mucho más seguras que las mazmorras. Des pues de ir mirando y hablando sobre algunas de ellas como posibles acabaron divisando algo apartado de las casas que parecía un mini fuerte. Se acercaron por curiosidad con cautela para ver que se trataba de un torreón azulado con una muralla y en medio de un foso.

-¿Es eso un nido de seres voladores hecho encima de un esqueleto de animal enorme en lo alto de la torre o me ha sentado mal el desayuno? -Se calló un momento mientras observaba la situación, aquel lugar le parecía sacado de las historias rocavarancolesas, no había ninguna construcción así en su mundo pero era lo más seguro que habían encontrado con bastante diferencia. -El puente esta bajado y parece que se puede cruzar... Diría por esas cuerdas que hay un sistema de poleas para elevarlo e impedir así el paso, si es así y aún funciona dudo que encontremos algo más seguro que esto. -Miró hacia las estirges.  -No parece que quieran hacernos algo, pero cuidado con los bichos voladores. -Se dió cuenta de que podía haber ofendido a Sinceridad así que giró su cabeza hacia ella. -Sin ánimo de ofender. -No era la mejor manera del mundo de arreglar eso, pero era mejor que nada. -En fin, vamos allá, con precaución por favor. -Agudizó los sentidos y agarró su cuchillo. Esperaba no tener otra sorpresa como la de hace unos días, pero no se fiaba de su suerte.

Dal

Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.

Torreón Maciel (Archivo VIII) - Página 46 Empty Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)

30/07/17, 09:37 pm
Eriel se sintió eufórico con la acogida de sus amigos y pasó todo el día con la cabeza en las nubes ajeno a lo cerca que había estado de perder el oído de por vida. La magia que había en la piedra que había pisado se había debilitado mucho con los años y por eso no había sido permanente.

Los días siguientes se enfocó sobre todo en la carga del anillo. Sus compañeros lo habían cargado para él cuando había estado herido y se lo debía, pero aunque no se lo hubiera debido lo habría hecho de igual forma y con el mismo fanatismo. El dolor le daba igual, sabía lo que era estar herido, la impotencia que se sentía, la rabia y el dolor, no físico, de no poder hacer cosas que eran normales antes de las heridas.

Lo único que le bajó lo ánimos en los días posteriores fue la marcha de casi la mitad del grupo. En realidad Eriel mentiría si dijera que fue así, a la única que echaría de menos de verdad era a Mónica. Los días siguientes a su marcha se podía ver al nublino mirando por la ventana por si la chica cambiaba de idea y volvía al torreón.

Para Eriel estaba claro, los sinhadres estaban muertos. Deseaba que no fuera así pero pensar lo contrario era pecar de inocente desde su punto de vista.

Siguió entrenando con el arco y con la alabarda, arma que tuvo que reemplazar por otra de su mismo tipo ya que la suya la había perdido en el combate con las hienas. Ayudó con los nuevos hechizos en lo que pudo.


Estaba dándole de comer al hámster azul cuando oyó la voz de Siete llamándolo desde abajo. Dejó el resto de comida en el alfeizar de la ventana, acarició el pelaje del animal y bajó las escaleras.

-¿Me llamabáis? - preguntó cuando vio al elenco de chicos allí abajo.- ¿Qué necesitáis? - Sox le hizo un resumen de la situación y Eriel alzó las cejas sorprendido porque realmente quisieran saber más de la ciudad. Era un cambio agradable.- Es... un tema complicado. Fue hace unos cuarenta años, como entenderéis yo no había nacido aún - dijo con una sonrisa.- Mi abuelo sí lo vivió en persona, tengo su historia si la queréis, es lo único que puedo deciros sobre la época en que el portal se cerró. Tengo alguna teoría más pero son sólo eso, teorías, ninguna prueba me temo.
Alicia

Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejos

Torreón Maciel (Archivo VIII) - Página 46 Empty Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)

31/07/17, 12:02 am
- Podemos preguntar - sugirió. Siete se incorporó y subió las piernas al sillón, asomandose desde el respaldo-. ¿Eriel? Eriel, ¿estás por ahí?

Sox se encargó de resumirle sus dudas y el idrino volvió a sentarse, erguido esta vez y atento a las palabras del nublino. Contestó con un gesto de la mano y un asentimiento, alentando a Eriel a que continuara su explicación.[/color]
Dal

Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.

Torreón Maciel (Archivo VIII) - Página 46 Empty Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)

31/07/17, 02:03 am
Eriel vio el asentimiento general y se sentó en un sillón en que pudiera mirarlos a todos. Se pasó una mano por el pelo pensando por dónde empezar.

-Veamos... - comenzó.- Lo primero que tenéis que entender es cómo es la relación de Nubla con la ciudad. Para la gran mayoría de los nublinos desde hace cientos de años Rocavarancolia es fuente de leyendas, de dioses y magia. - explicó. Tomó aire y miró al resto uno por uno.- Yo sólo era un niño seducido por la idea de la magia y el poder y, a día de hoy, aún me seduce esa idea. Quiero decir, imaginad conocer la existencia de la magia pero no saber hacerla ni tener conocimientos para aprender, seguro que si os presentaran la idea de viajar a esta ciudad para aprender lo haríais. Pero no es sólo la magia, nosotros sabemos que la Luna otorga poderes, la Luna "transforma" - prosiguió tomando más aire.- Me estoy desviando perdonad.

-Las leyendas de Rocavarancolia que nos han llegado dicen que la ciudad se dedicaba a conquistar otros mundos. Nubla se rindió de forma incondicional pero es sabido que había mundos que no se rendían sin luchar - continuó.- En ocasiones las guerras duraban años, otras veces sólo días. La ciudad siempre ganaba.

-Los días previos a que el portal se sellase fueron... raros. Mi abuelo me dijo que en el aire había algo, como una sensación inidentificable de que algo iba a pasar - los ojos de Eriel se desenfocaron tratando de recordar la historia de su abuelo.- En Nubla casi siempre llueve y, cuando no llueve, el cielo está tapado por nubes, pocas veces hace sol. Esos días las nubes resultaban opresivas, los linacs se mostraban inquietos, como si intuyeran algo malo. De pronto un día el portal se cerró, sin explicación, sin poder poner un pero. Así me lo contó mi abuelo - el nublino hizo una pausa y sus ojos volvieron a posarse sobre sus amigos.- Fueron días de caos, todos creyeron que habíamos hecho algo mal, que de alguna forma los habíamos ofendido y habían decidido castigarnos sin su presencia.

-Ahora creo que si realmente los hubiéramos ofendido no habrían cerrado el portal, nos habrían aniquilado y no habrían pestañeado siquiera - hizo otra breve pausa para tomar aire.- Por eso creo que pasó algo más, empiezo a pensar que la ciudad perdió una guerra. Las historias cuentan que había muchos ciudadanos, apenas nos hemos cruzado con cuatro, deberíamos haber encontrado a muchos más. El estado de los edificios... vosotros mismos visteis el suelo del palacio, la ciudad tenía muchos edificios más que ahora y en mucha mejor condición. Esa grieta con esqueletos...

-No sé, alguna pieza no termina de cuadrar - finalizó negando con la cabeza.- Poco más puedo contaros - se disculpó.
Naeryan

Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:

Torreón Maciel (Archivo VIII) - Página 46 Empty Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)

31/07/17, 04:07 pm
—Puede que quedaran tan machacados que no pudieran ni reconstruirse —teorizó ante la posibilidad presentada por Rad. Todo lo que sabía Sox de guerras y matanzas había sido a través de libros de texto. ¿Era algo así posible, que la desolación posterior a algo así durase varias décadas antes de poder empezar a recuperarse?—. O que estuvieran incluso peor hace unos años —asintió ante el añadido de Tay—. Eso.

La posibilidad de que existiera algo más poderoso que la Rocavarancolia antigua era inquietante, pero Sox se esforzó en enfocarla de forma positiva. Habían sido una nación de criminales y conquistadores, y alguien con más sentido de la justicia que ellos les había dado su merecido. Visto desde esa luz podía resultar incluso reconfortante.

Eriel bajó, y con él la posibilidad de salir de dudas.
—Adelante —puede que la información de los nublinos estuviese tergiversada por el culto a la ciudad, pero desde luego era más que nada en absoluto. Tal vez pudieran contrastarla con los libros que habían traído. Sox aún no había desistido de traducir los que todavía eran inservibles.

Escuchó lo que relataba el nublino, sin interrumpir ni siquiera para hacer preguntas.
—Suena a que los castigados fueron ellos —terminó por decir. Habían cerrado el portal sin explicaciones y ni siquiera un intento de plantar una mentira en su lugar... Aquello hablaba de prisas—. ¿Qué os dijeron cuando volvieron a Nubla? —¿qué habían dicho la primera vez que habían llegado, de hecho? Podrían haber estado mintiendo desde el principio, pero la versión de Eriel sonaba más plausible que fingir ser un imperio poderoso estando en aquel estado de decadencia—. ¿De dónde ha salido esta gente?
Zarket

Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha

Torreón Maciel (Archivo VIII) - Página 46 Empty Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)

31/07/17, 04:32 pm
Rádar no paraba de darse golpecitos en el brazo mientras reflexionaba sobre las palabras de Tay y Sox, pensando en lo que decían. Sí, alguien había derrotado a aquella ciudad horrenda: la fosa común que partía la ciudad dejaba poco a la imaginación acerca de qué había pasado allí. ¿Pero habría sido algún mundo justiciero que aplastara a Rocavarancolia para liberar sus mundos, algún mundo conquistador que buscara destruir a un rival o alguna clase de matanza fraticida, una autoaniquilación provocada por lo poco en cuenta que tenían allí el concepto de justicia y el concepto de orden?

—Quizás les arrebataran la magia —expuso, no muy seguro—. Quizás se llevaron todos los libros y han tenido que reconstruir sus conocimientos a partir de la memoria y la experimentación.

Escuchó el relato de Eriel escéptico, sin fiarse demasiado de la fiabilidad del chico. Estaba seguro de que aquello estaba distorsionado y exagerado, pero le era imposible adivinar qué partes eran real y qué partes no. Los golpecitos sobre su brazo aceleraron su velocidad y fuerza, único catalizador del nerviosismo y la irritación que le provocaba aquella falta de datos fiables al carabés.

—Que fueron castigados es evidente —replicó, haciendo un gesto con su mano hacia fuera: hacia la absoluta y vergonzosa ruina de la ciudad—. De dónde han salido, buena pregunta. ¿Pone algo en el libro?

El tipo E no lo había mirado mucho, pero la repentina posibilidad de encontrar allí algo más que anécdotas escalofriantes había captado su atención.
Aes
Aes

Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.

Personajes : Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
Fleur: Humana (Francia)
Siwani
Aniol: Humano (Polonia)


Unidades mágicas : 9/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D

Torreón Maciel (Archivo VIII) - Página 46 Empty Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)

01/08/17, 03:40 pm
Al principio Tayron miraba a la nada con aires de despistado mientras tamborileaba sobre su propia rodilla, algo aburrido.
Pero como cualquier historia de guerras y conquistas el belga se enganchó a las palabras del nublino con rapidez. Tenía que ver con sangre. Con una retirada por parte de la ciudad. Y todo apuntaba a que la sangre manaba de ellos. Pensaba incluso que las heridas seguían abiertas. El humano se imaginaba a los rocavarancoleses, tan poderosos y fuertes, cerrando los portales a toda prisa. Y una sonrisa tímida acudía a sus labios con disimulo.
La Tierra habría sido de los que no se  rendían. Habrían luchado con todo lo que tenían. Nunca se imaginaría a su mundo como Nubla, a sus ojos sumiso. “Fanáticos”. Pensó. “Y dale otra vez con los putos dioses”.
No eran dioses. Solo monstruos. Algunos. Recordó a Tersa.

Más atento a lo que Eriel contaba focalizó su atención especialmente en lo último. Asintió antes las aportaciones del resto.
-Y si les vencieron... ¿por qué no acabar con ellos del todo?- se le ocurrió, es lo que él haría. Exterminar a esa plaga. Pisar a las ratas- cuando nos cruzamos con esta gente, que rara vez ocurre, son unos putos arrogantes. No parecen haber aprendido una lección ¿no?- otra idea se coló en su mente- puede que se mataran entre ellos..

_________________________________________

"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."

"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."

"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."

"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
Dal
Dal

Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
Heridas/enfermedades : Finas cicatrices por todo el cuerpo.
Status : Perdido en la ciudad de los milagros y los portentos.

Torreón Maciel (Archivo VIII) - Página 46 Empty Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)

01/08/17, 05:12 pm
Eriel se rió abiertamente por las preguntas de Sox.

-Me pides el principio y el final, qué avaricioso - le sonrió al carabés dándole a entender que no le importaba la pregunta. La sonrisa desapareció cuando un nombre acudió a su mente.- Harex, primer rey de Rocavarancolia y Hurza Comeojos, su hermano, primer señor de los asesinos y nigromante de la ciudad. No se sabe de dónde salieron - dijo negando con la cabeza.- Hay historias que dicen que aparecieron del aire, otras que abrieron un portal directamente a la ciudad, otra leyenda dice que la propia Luna les dio a luz - se encogió de hombros.- No se sabe mucho más de ellos.

-Hay, sin embargo, una historia a la que le he dado credibilidad tras estar en la ciudad y verlo con mis propios ojos - hizo una pequeña pausa.- Seguro que todos lo habéis visto, un edificio enorme de color rojo cerca de las montañas. La historia dice que Hurza y Harex bajaron un trozo de Luna del cielo y le dieron forma, no sé cómo o para qué por si lo vais a preguntar pero... los nublinos tratamos de imitarlo.

-Se creó un edificio similar a Rocavaragálago, Varanubliagálago. Salió mal, fue un desastre. Cuando se completó la gente que había cerca se transformó en monstruos, todo parecía perdido y entonces aparecieron - dijo con un brillo en los ojos de admiración.- Auténticos tocados por la Luna, destrozaron a los monstruos y apresaron a Necir y a su esclava que fueron los que construyeron el edificio. No dieron más explicaciones pero todos sabíamos la verdad.

-Rocavarancolia había vuelto - la sonrisa del nublino volvió a aparecer en su rostro.- El júbilo y la noticia se extendieron por Nubla como el fuego sobre un campo de hierba seca. Nunca había visto llorar a mi abuelo como cuando recibió la noticia.

_________________________________________

Soy Dal, hijo del Estío y el Crepúsculo. Señor del Vacío y Amo del Infinito. Destructor de Mundos y Artífice de Infiernos. Conde de la Nada y Duque de los Océanos. Rey del Purgatorio y Terror del Cielo. Marqués del Inframundo y Barón de la Muerte. Por todos estos titulos, Invitado, reclamo tu vida para mí .
Alicia
Alicia

Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejos
Personajes :
  • Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
  • Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
  • Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
  • Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.


Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.

Torreón Maciel (Archivo VIII) - Página 46 Empty Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)

01/08/17, 11:46 pm
Siete escuchó, primero atento, luego con un fruncido de ceño, luego las piernas se desdoblaban y volían a colocarse en una postura cómoda. Los ojos seguían a Eriel narrar, desde el brillo de sus ojos al movimiento de una mano y la forma de su boca. Después se desenfocaban, pensativos, y volvían afilados, casi acusatorios. "Osea, que no sabes más que nosotros". Suspiró audiblemente. Apoyó la cabeza en la mano.

Consideró las palabras de sus compañeros, asintiendo con las preguntas lanzadas al aire. Sí, el también quería saberlo. Eriel dio entonces otra pieza de información. Siete vaciló visiblemente.

- ¿Es realmente una buena noticia?- tanteó. Creía que con la animosidad abierta a Rocavarancolia, plantearlo en grupo lo protegía un poco de la posible hostilidad nublina- Los tocados por la luna son monstruos también, ¿no? O al menos, especies que no conocemos. ¿Que los hace monstruos mejores? ¿Que posibilidad hay de que si la cosagalago esta hecha de luna de verdad nos haga algo? ¿O de que la imitación de Nubla no fuera tan imperfecta, y solo pretendieran evitar competición? Estan en las ruinas y son menos y peores que lo que contaban de si mismos en tu mundo, no creo que sea la versión más objetiva.

Siete se acaloró al darse cuenta de que había hablado de más quizás, y trató de encubrir las palabras con otras, apresuradas y conciliadoras. Cambiar de tema, antes de que se pudiera considerar que insultaba las creencias de Nubla.

- De todas formas, todas las historias, son cosas que nunca podría haber imaginado. Los titulos de los personajes, y la cantidad de magia y guerras, es superior a lo que alcanza la vida de mi clan... alcanzaba. Me cuesta aceptar nada del libro como cierto, pero debe serlo. Estamos en el resultado de ello.- intentó hacerse pequeño en su sillón- Es un poco sobrecogedor.

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-
Naeryan
Naeryan

Ficha de cosechado
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Personajes :
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Unidades mágicas : DENIED
Armas :
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Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)

Torreón Maciel (Archivo VIII) - Página 46 Empty Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)

02/08/17, 04:04 am
La teoría de Rad explicaría por qué edificios como la torre podrida seguían en pie pero otros seguían derruidos: no había nadie que conociese la magia capaz de restaurarlos.

—La gente muerta no puede aprender —había fruncido el ceño, de acuerdo con el apunte de Tay, hasta caer en aquella posible razón y que aquella frase se le escapase sola. Flotó en el aire un momento, fantasmagórica a sus oídos. Era lo que había pensado, y puede que también dicho en voz alta, el día de la muerte de Nad. Había vuelto a dejar el entrecejo liso sin darse cuenta, y al volver a retomar el hilo sonó poco natural—. A lo mejor los dejaron vivos por eso. Porque querían un castigo y no una masacre.

Una guerra civil podía encajar. ¿Sería posible que hubieran logrado que en Nubla no tomasen partido? Evitarlo habría sido una buena razón para cerrar todos los portales y solo abrirlos de nuevo cuando todo hubiese terminado. Pidió el libro con un gesto de la mano para comprobar si podían confirmar así la hipótesis de Tay, en silencio para así no interrumpir la nueva explicación de Eriel.

Hizo una mueca ante la mención de Hurza. "Por supuesto", pensó. "Por supuesto que aquí hay un puesto llamado Señor de los Asesinos. Y por supuesto que el siguiente puesto importante es ser el nigromante de la ciudad."

Miró al nublino sobresaltado, con un nuevo recelo a su mundo cuando mencionó la construcción de aquel edificio y sus resultados. ¿Con qué clase de magia retorcida y prohibida habían estado jugando allí?
La llegada de los rocavarancoleses para reclamar su legado le sonó a castigo, tal y como lo contaba el nublino: un mal mayor que venía a sofocar un mal menor. En ningún momento pensó que las personas convertidas en monstruos hubieran retenido su humanidad: asumió que habrían estado causando destrozos y por eso habían tenido que rematarlos.

—A ver, lo de bajar una luna tiene que ser una parte embellecida de la historia —dijo alarmado ante las palabras de Siete. En Carabás no podían ni soñar con hacer una cosa parecida. Pensar que hubiese magia capaz de hacerle algo así a tantas personas era demasiado morboso para ser verdad, incluso en una historia sobre una ciudad como ésa—. Es imposible que un edificio haga algo así.

Las últimas palabras del idrino le hicieron recordar el libro que aún sujetaba entre las manos, olvidado.
—Tiene que haber algo aquí —dijo—. Sobre ellos dos, al menos. Uno de ellos fue el primer rey.
Le pidió a Eriel que deletreara los nombres por si acaso y hojeó los primeros capítulos mientras sus compañeros seguían discutiendo.
—Sí, sí que hay algo —dijo tras un vistazo preliminar para asegurarse de que no daba una falsa alarma—. ¿Lo leo?
Ante la respuesta afirmativa dejó su sitio de pie tras el respaldo del sofá para ponerse cómodo en uno de los reposabrazos.

—Los dos hermanos habían llegado a Rocavarancolia en una goleta a la deriva, la primera de las cientos de naves que las Uncidas, las corrientes hechizadas, iban a traer hasta aquel mundo —el carabés leía de forma completamente desapasionada, pero sin descuidar la dicción—. Los lugareños, a pesar del temor que les causaba aquel impresionante bajel, se apresuraron a ir en auxilio de la tripulación antes de que el barco se hundiera.
>>En cubierta encontraron decenas de cadáveres. No mostraban signos de violencia, sólo las huellas que acarrean la sed, el hambre y la penuria prolongada. Por desgracia para ellos, hallaron a dos supervivientes agonizando en el castillo de proa: Harex y Hurza
—frunció el ceño, sin comprender. ¿Por desgracia?—. Los llevaron consigo al pueblo y cometieron el terrible error de salvar sus vidas. En pago, aquellas criaturas —el ceño fruncido se intensificó, y lo siguiente lo leyó más despacio— asesinaron a la mitad de la población y esclavizaron al resto. Aquél fue el origen de Rocavarancolia.

La historia seguía, aunque Sox deseaba que se hubiese quedado ahí. Los dos hermanos, tras hacerse con el control de la villa donde las corrientes mágicas los habían arrastrado, iniciaron una campaña de conquista por todo el país. Poco pudieron hacer las poblaciones que encontraban a su paso para resistirse: aquel mundo no estaba preparado para enfrentarse a unas criaturas como Harex y Hurza; los dos eran magos en un lugar donde hasta entonces la magia no había existido y eso los hacía prácticamente invencibles. Nada ni nadie podía hacerles frente, y al carabés le asaltó la perturbadora imagen de qué parecería Carabás en guerra contra un mundo donde nunca hubiesen conocido la magia. La idea produjo en él un profundo rechazo: nunca harían algo así, nunca iniciarían una campaña de conquista. No eran asesinos.

—La fuerza principal de su ejército la formaban sus mismas víctimas, resucitadas gracias a la nigromancia de Hurza —leyó asqueado. La mera imagen le ponía enfermo, hechiceros sin moral violando la identidad y el recuerdo de millares de gente muerta—. Hechizos aterradores los precedían en su marcha. Los lugares que iban a ser atacados recibían la noche anterior la visita de espectros que anunciaban a gritos la inminente llegada de su final mientras señalaban hacia las columnas de fuego que marcaban el avance del ejército de cadáveres…
Sonaba a pesadilla, una pesadilla que le gritaba a cada párrafo de letra entintada que había sido real. Quería dejar de leer.
—A su paso las cosechas se agostaban, los ríos se secaban y las hembras preñadas daban a luz monstruos —terminó aquel párrafo en tono sombrío—. A su paso se acababa el mundo.

De este modo, los dos hechiceros se fueron abriendo camino a través del continente, adueñándose de él a una velocidad de vértigo, la misma con la que crecía su armada de muertos vivientes y de esclavos. Sólo a los hombres de peor catadura moral se les permitía unirse a ellos libremente; y de éstos, sólo a los más depravados y crueles se les daba puestos de mando en su creciente ejército.

Hasta el último reino de aquel mundo se alió con su vecino, conscientes del peligro. Todos mandaron a sus huestes a la guerra, miles y miles de hombres unidos bajo un mismo estandarte. Lo único que podían hacer contra la magia perversa del enemigo era intentar oponerle el mayor número de efectivos posible y rezar para que fuera suficiente. Y quizá lo hubieran conseguido, pero días antes de que la gran batalla que se preparaba tuviera lugar, ocurrió algo que cambió por completo el destino no sólo de esa tierra, sino de decenas de mundos: como cada año, salió la Luna Roja.

A su pesar, aquella nueva mención despertó su interés. ¿Iban a saber más detalles de lo que sucedía cuando por fin apareciese en el cielo?
—Y con aquel astro en el cielo, de pronto, de manera sorpresiva hasta para ellos mismos, los poderes de los dos hermanos, ya de por sí abrumadores, se multiplicaron hasta más allá de lo imaginable —la decepción fue palpable en
su voz—. Los hermanos se bastaron y sobraron para aniquilar ellos solos a más de trescientos mil hombres en una sola noche…

>>Cuando la Luna Roja se ocultó, ya dominaban el planeta entero
—había amargor en su voz cuando pasó la página para seguir leyendo. Por un fugaz instante había albergado esperanzas de que aquella pareja de ratas hubiese muerto en la guerra, consumidos por su propio poder o por creerse invencibles—. Instalaron la capital del reino en el poblado de pescadores que había tenido la desgracia de recogerlos y lo convirtieron en una ciudad tan monstruosa como ellos mismos. Y una vez coronado Harex, con su hermano Hurza como segundo, se dedicaron a esperar la llegada de la Luna Roja.

Así que eso les haría. Ni más y menos que lo que habían dicho Eriel y Barael: amplificar poderes que ya tenían. Sin embargo al rubio le costaba alegrarse con ello, o siquiera admirar aquella obra de la naturaleza, sabiendo ahora que ese mismo poder había sido usado antes para masacrar a un ejército entero. Un ejército de personas como él y los que estaban allí reunidos, que simplemente se habían estado defendiendo con uñas y dientes contra un mundo poblado por aberraciones.  

—Su salida al año siguiente y los efectos que iba a tener en ellos no los tomaron esta vez por sorpresa. En cuanto la luna asomó por el horizonte Harex voló hasta ella, se posó sobre su superficie y arrancó con sus manos desnudas una inmensa porción —en ese punto el carabés alzó las cejas, entre impresionado y profundamente escéptico. Punto para Eriel, al menos—. Luego regresó con su carga a la ciudad.
>>Fue como si una gigantesca montaña roja descendiera desde los cielos. Los efectos de la terrible mutilación de la Luna Roja se dejaron sentir en el planeta al instante. Los terremotos y erupciones se sucedieron por doquier, como si el mundo entero se sacudiera espantado ante lo sucedido en el cielo.


¿Eso iba a pasar? Sox desvió una mirada fugaz en ese momento hacia la ventana que daba al patio. ¿Cuánto tiempo marcaba el reloj hasta el final de su recorrido? Hacía días que no lo comprobaba.

—Ajeno a aquel caos, Harex prosiguió con su labor: erigir Rocavaragálago —el carabés leyó el nombre despacio para no equivocarse—. La levantó con sus propias manos, haciendo tal uso de la magia que hasta la misma piedra ardía. Aunque la Luna Roja había desaparecido del cielo, sus poderes se veían amplificados gracias a la misma materia sobre la que trabajaba —¿les pasaría también a ellos si se acercaban al edificio que había mencionado Eriel?

En cierto modo, Harex había bajado la Luna Roja del cielo. A medida que la construcción crecía, el mago fue ejecutando sobre su superficie complicados hechizos, uniendo su propia magia a la magia de la piedra. Algunos de esos sortilegios se pusieron en marcha al instante, otros necesitaban tal cantidad de energía que sólo podían activarse cuando la Luna Roja estuviera de nuevo en el cielo.
Decía mucho sobre aquella ciudad que hubiese en ella una absoluta obra de arte de ingeniería mágica, y que Sox no sintiese la menor fascinación por ella.

—El rey hechicero tardó todo un año en concluir su obra, un híbrido entre arquitectura y magia como nunca se había visto antes. Justo cuando la luna volvió a emerger, todo se consumó: Rocavaragálago se puso en marcha por primera vez; las puertas del infierno se abrieron y los monstruos se hicieron dueños de Rocavarancolia —vaciló un momento antes de seguir, buscando una aclaración que no llegaba: el texto siguiente refería directamente al reinado y muerte  de los dos fundadores—. No sé a qué se refieren con eso.

Aquello no era más que el principio, como pudieron comprobar. A Sox le estaba invadiendo poco a poco la misma sensación que a Siete: todo era demasiado formidable, abarcaba tantas dimensiones de sufrimiento y crueldad que le costaba procesar que fuese real aunque estuviese ahora viviendo en las ruinas de todo ello.

—Con la construcción de Rocavaragálago y la salida de la Luna Roja, Harex no sólo había llenado la ciudad de monstruos, también había puesto en marcha otra magia todavía más turbulenta: la que desgarraba el tejido mismo de la realidad y creaba portales a otros mundos —un destello de comprensión le iluminó entonces los ojos, el de piezas que por fin encajaban tras tantos meses de preguntas.

Eran pasillos que se abrían al azar en los puntos más dispares de la ciudad: algunos conducían a planetas desolados, sin rastro de vida ni esperanza de albergarla, no obstante otros comunicaban con tierras florecientes pobladas por civilizaciones en distinto grado de desarrollo. Esos vórtices entre mundos nunca permanecían mucho tiempo abiertos, todos acababan cerrándose al cabo de unas horas. Harex no podía controlar la magia que los creaba, pero sí era capaz de fijar de forma permanente los pasajes que llevaban a los lugares más prometedores, vinculándolos así de manera continua al reino.

—Los habitantes de Rocavarancolia asistieron extasiados a ese nuevo prodigio —y por una vez Sox estaba de acuerdo con ellos. Era el nacimiento de algo revolucionario—. Estaban convencidos de que Hurza y Harex se proponían conquistar esos mundos para mayor gloria del reino. Esa suposición cobró fuerza cuando a lo largo de los años siguientes se pusieron en marcha varias expediciones a lo que ya se conocía como mundos vinculados… Llevaban a cabo sus operaciones con la mayor de las cautelas, evitando siempre ser descubiertos por los nativos del mundo que estudiaban. Hasta el último habitante de Rocavarancolia estaba seguro de que esas expediciones eran el preludio a la tan esperada invasión, aunque ni Harex ni Hurza hablaran abiertamente de ello.

>>Comprendieron su error cuando Harex anunció que las expediciones a los mundos vinculados habían tocado a su fin y que a partir de entonces ellos y sólo ellos serían los únicos que podían traspasar los vórtices. El resto de los habitantes del reino tenía prohibido bajo pena de tortura y muerte hacer uso de los portales.

El carabés tampoco entendía nada, y comprobó la página cuando creyó haberse saltado un párrafo sin querer. ¿Qué sentido tenía aquello?

—Los dos hermanos pasaban largas temporadas en los mundos vinculados —siguió de todas formas—. En la mayoría de las ocasiones viajaban juntos, dejando el dominio del reino al consejo. Ah, eso explica muchas cosas —comentó con sorna antes de retomar la historia—. Era rara la vez en la que los hermanos regresaban de sus viajes con las manos vacías. Traían objetos de toda índole, en su mayoría mágicos y, de nuevo para estupefacción del consejo y el reino entero, en lugar de servirse de ellos, lo que hacían era arrojarlos inmediatamente al foso de lava que rodeaba Rocavaragálago.

Aquella historia encerraba más vueltas de tuerca de las que debería, y no en un buen sentido. Sox no se creía capaz de intentar entender aquello sin que le explotara la cabeza. ¿No era un movimiento pésimo como conquistadores, echar a perder armas que podían usar?

El siguiente párrafo lo leyó con una mezcla de pesadumbre y cautela, reconociendo inmediatamente un paralelismo.
—De cuando en cuando regresaban también con algún aterrado habitante de esas tierras, en su mayor parte niños que eran encerrados sin contemplaciones en las mazmorras de la ciudad —¿y qué hacían con ellos?, quiso preguntar. El párrafo quedaba sobrecogedoramente en blanco—. Y no eran pocas las ocasiones en las que llegaban apestando a sangre y matanza, risueños como muchachos que acabaran de realizar una magnífica travesura. No explicaban a nadie el porqué de sus acciones, ni a qué tareas se dedicaban en los mundos vinculados.

>>A lo largo de los años, el consejo de Rocavarancolia intentó convencerlos en múltiples ocasiones de la locura de sus actos: tenían en sus manos las herramientas necesarias para dominar un sinfín de mundos, pero ellos se limitaban a usar esas tierras como simples patios de recreo donde jugar a sus estúpidos juegos sangrientos. Ni Hurza ni Harex prestaban atención a sus argumentos, hasta que casi un siglo después de que el primer portal se abriera, la paciencia del Consejo Real por fin se agotó. La locura del rey de Rocavarancolia y del Señor de los Asesinos se había terminado convirtiendo, en su opinión, en un lastre para el reino. Y decidieron librarse de ellos de una vez por todas.


El carabés no sabía si reír o llorar: aunque fuese por un momento aquella ciudad le había hecho ponerse de parte de los líderes de un mundo de aberraciones, solo porque al menos eran conquistadores eficientes que no toleraban estorbos. Sacudió la cabeza y cambió de página.
—Después de mucho esperar vieron su oportunidad cuando Hurza se decidió a preparar su grimorio. La elaboración de ese tipo de libros debilitaba notablemente al hechicero que lo realizaba, ya que durante el proceso debía ceder buena parte de su energía al libro. Y fue entonces cuando el consejo en pleno de Rocavarancolia atacó al Señor de los Asesinos. Y a pesar de su extremada debilidad, Hurza fue capaz de matar a cuatro de los doce hechiceros antes de que terminaran con él. Mientras el consejo acababa con Hurza, Icaria envenenaba a Harex.

>>A Harex lo habían matado mientras dormía
—contó. Intuía el final del capítulo a pocas líneas por debajo de donde estaba leyendo—. Icaria, su amante, había sido la encargada de verter en su oído un chorro de Penuria, el veneno más letal conocido, hechizado además de tal modo que atravesó todas las protecciones mágicas del rey como si no existieran. Habían tardado diez largos años en encantar la pequeña redoma de veneno que entregaron a Icaria; el mismo tiempo que ella había necesitado para ganarse la confianza del soberano, pero el esfuerzo había merecido la pena. La muerte de Harex fue inmediata.

El mismo aire se le antojaba más denso ahora.
—Me alegro —cerró el libro con brusquedad, como si aplastando su contenido entre las cubiertas pudiera transmitirle a la historia de aquella ciudad que ahora la despreciaba incluso más—. Fin.

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Zarket
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Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Personajes :
Spoiler:

Armas :
Spoiler:

Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.

Torreón Maciel (Archivo VIII) - Página 46 Empty Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)

02/08/17, 01:00 pm
Asintió a Tayron, siendo sin duda otra posibilidad. ¿Habrían sido entonces ellos mismos quienes autosabotearon sus conocimientos mágicos? Lo peor era que a Rádar ni siquiera le extrañaría que el bando perdedor de la "guerra civil" hubiera hecho aquello para joder al resto. Sox, por otra parte, también podía tener razón. Era lo que más frustraba al tipo E: tenían tan poca información que las posibilidades, las teorías, si acaso, aumentaban. No había forma de eliminar ninguna.

La historia de Eriel no hizo más que dejarle un amargo disgusto en la boca. Que uno de los fundadores fuera un nigromante no le sorprendía nada, incluso si seguía espantándole. Todo lo que dijo sobre lo que había pasado en su mundo le sonaba a un castigo injusto, cruel y retorcido. El carabés ni por asomo creyó que la simultaneidad de Varanubliagálago y el retorno de los rocavarancoleses fuera casualidad: estaba seguro de que habían sido ellos. Por diversión, por recordar a los nublinos que estaban a su merced, por lo que fuera. Pero estaba seguro que lo que sufrieron aquellos desdichados fue por culpa de los monstruos de Rocavarancolia.

Se mantuvo callado en el intercambio entre Siete y Sox, más interesado en la posibilidad de leer en aquel libro una versión más clara de la llegada de Hurza y Harex. No le molestó que fuera su congénere quien lo hiciera, aunque le miró con una intensidad mayor a la que había tenido cualquier otra mirada en su criba. Rádar estaba atento por completo a las palabras de Sox, buscando recolectar las migajas de información de allí.

—¿Por desgr...? —murmuró cuando Sox leyó esas palabras, confuso. Confusión que se vio sustituida por franco disgusto al leer lo que habían hecho los dos fundadores con el pueblo de pescadores. Lo peor, por supuesto, era que ni le extrañaba aquello.

Sin embargo, ni en sus más terribles pesadillas habría imaginado las progresivas cotas de horror que alcanzaría la conquista de Rocavarancolia. El disgusto dio paso con celeridad al asco, y cuando escuchó lo del ejército nigromántico no pudo sino taparse la cara con su mano izquierda, a la que no tardaría en seguir la derecha. «Joder, joder, joder» pensaba, preguntándose qué habrían sentido aquella gente. Por un momento se imaginó en su lugar: desconociendo la magia, y de repente recibiendo noticias de que espantos, horrores y pesadillas los acechaban... y de que no podrían escapar. »Murieron sin comprender nada. Murieron sin saber siquiera por qué estaba pasando aquello» comprendió, con la compasión por aquellos desdichados clavada como un puñal. Un instante después se dio cuenta de que quizás muchos habían sido asesinados por los cadáveres de sus amigos y parejas, y la noción de cómo debieron ser aquellas escenas le revolvió el estómago.

La aparición de la Luna Roja convirtió su atracción en un regalo envenenado. Últimamente sentía cada vez más ganas de saber datos sobre ella, de verla por fin en el cielo y que todo aquello acabara, pero ahora aquel astro le sabía cenizas en la boca. Era su poder lo que había permitido a aquellos hechiceros psicópatas arrasar con la civilización anterior, aniquilar a todos los que no fueran tan depravados como ellos. La Luna Roja podía ser algo inerte, cierto, una simple roca cargada de magia, pero aun así Rádar no podía dejar de pensar que, si no hubieran existido, quizás Hurza y Harex no podrían haber fundado una ciudad tan pesadillesca como ellos mismos.

La historia le estaba espantando tanto que la mención de Rocavaragálago ni siquiera le atrajo. Rádar se encontraba echado en el respaldo del sofá, con los pies subidos al mismo y la cara escondida tras sus manos. Los dedos presionaban fuerte contra su piel, en un fútil intento de dejar salir algo de la rabia que sentía contra aquella ciudad. Y, por mucho que la ingeniería siempre le hubiera atraído, en aquellos momentos no era capaz de admirar nada que fuera de Rocavarancolia.

Si en su conquista de aquel mundo Hurza y Harex habían sido monstruos, en su gobierno del mismo dejaban claro que estaban locos. El carabés bufó y, por fin, dejó de cubrir su cara. Fulminó con la mirada al libro que sostenía su congénere, como si pretendiera llegar de alguna forma a los fundadores de aquel infierno y demostrarle cuánto les despreciaba, hasta qué punto les consideraba bestias y animales sin entrañas.

El silencio acerca de los niños secuestrados por Hurza y Harex le volvió a molestar, volviendo a preguntarse cuál era su destino. Cada vuelta en el camino que daban, cada nuevo dato que conocían de Rocavarancolia apuntalaba en su mente una noción: aquella ciudad era una aberración, un lugar poblado de monstruos donde no existida siquiera el concepto mínimo de "moral". Allí nunca pasaba algo que en otros mundos pudieran dar por bueno, y no dudaba que lo mismo se aplicaría al destino de todos ellos. Quizás la Luna Roja aumentara sus poderes, pero estaba seguro de que aquel poder estaría empozoñado.

Soltó un resoplido al leer de la frustración del Consejo sobre los dos hermanos. Sus pensamientos iban en paralelo a los de Sox, diciéndose que, si iba a haber monstruos por ahí, al menos que no fueran unos dementes inútiles.

El final de ambos le dejó una nueva duda. Por todo lo que habían leído Hurza parecía más temible que Harex, y sin embargo le había tocado ser el vasallo, no el rey. Negó con la cabeza, cediendo en su empeño de entender a aquellos dos monstruos. Estaba claro que su comportamiento carecía de sentido.

—Yo también —concordó con Sox, mirando a aquel libro como si fuera un bicho repugnante, dedicándole la mirada que en realidad le gustaría dedicar a los fundadores de la ciudad—. Merecido se lo tenían. Espero que, al menos, a Hurza le doliera cuando se dio cuenta de que estaba acabado.

Distendió algo sus piernas, resoplando. En ese momento el tipo E estaba revolviéndose el cabello, incapaz de quitarse la sensación tan desagradable que le había dejado la historia.

—Lo peor es... que es creíble. Muy dramática, muy excesiva, muy sobrecogedora, cierto, pero... Dos psicópatas de tipo A podrían haber hecho eso con un mundo donde nunca habían sabido nada de la magia —sus palabras habían acabado en amargura, y no solo por el aberrante azote que habían sufrido los que antes habitaban en aquella ciudad. La magia era para él calgo casi tan básico como respirar, una ayuda preciada en todo sitio que pudiera considerarse civilizado. El problema era lo poco que le gustaba recordar lo indefensos que estaban ante su poder aquellos que, como él, eran incapaces de realizarla—, en especial si no tenían otro tipo de tecnología avanzada capaz de facilitarles la defensa.
Aes
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Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.

Personajes : Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
Fleur: Humana (Francia)
Siwani
Aniol: Humano (Polonia)


Unidades mágicas : 9/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D

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02/08/17, 05:01 pm
Tayron, sin saber la historia que ambos tenían a sus espaldas, bufó con diversión al escuchar los nombres bajo los que se conocía a los hermanos.
“Hola que tal, soy Harex, primer rey de Rocavarancolia y este es mi hermanito Hurza Comeojos, el primero señor de los asesinos”. "El dúo dinámico de la doble H"
Algo que también le pasaba en la Tierra era que las sartas de títulos le resultaban patéticas. Ridiculizaban. Como si esa persona necesitara oír todo eso para sentirse bien.

El belga acabó por perderse en la historia de Nubla y Rocavarancolia, y por supuesto no le dio credibilidad alguna a nada de lo que Eriel contó. Excepto lo de matar y apresar. Rocavarancolia tenía buena mano para eso.
¿Pero en serio? ¿Marcarse un “Superman” y pillar un trozo de luna?.
Todo le sonaba a mitología, a una historia que ellos mismos habían escrito para decir “mirad lo fuertes que somos”.
Y lo que el menor de los nublinos confesó luego le dio asco. Puramente asco. Si aquello era verdad y después de todo lo que les hicieron a los nublinos... ¿cómo se podía llorar de felicidad por su regreso? ¿cómo podía siquiera decirlo tan pancho?. Si fuera su familia, sus abuelos, era algo que habría ocultado a toda costa. Sentiría vergüenza.
Estupideces. Aquellos libros no eran más que fanatismos en tinta. El humano se lo guardó para sí, pero no sería extraño que los ejemplares estuvieran escritos a mano por los que hasta ahora se habían mostrado como perritos del reino. Por Nubla.

Más tarde y con un azote de realidad, Tayron se incorporó desde donde estaba sentado cuando Sox emprendió la lectura. A medida que avanzaba el cuerpo del muchacho se tensó, horrorizado. Conforme el carabés se introducía más en la narración la habitación parecía llenarse de sombras.
Se dio cuenta de que Rocavarancolia no podía originarse de otra forma . Con una historia de masacre y muerte. No concebía como se podía ser tan desagradecido. Tan cínico.
Un escalofrío recorrió su columna cuando “Rocavaragálago” llegó a sus oídos, arrojando un poco de luz sobre lo que su amigo había relatado anteriormente.
Así que era cierto. Pero no eran dioses. No no no. No podían serlo. Ningún dios rasgaría la realidad para invadir otros mundos y extender sus dominios sin importarle destruir vidas. Familias y sueños. Tanta gente muerta. Tantas historias que habían quedado lapidadas.

Tayron sopló cuando se acabó. Sobrecogido. Dafne estaba cerca de él. Se había sumergido tanto en el libro que no advirtió su presencia. Le apretó la mano y notó el vello erizado.
-Bajo tierra están más guapos- lo cierto es que aquello lo había puesto de mal humor. Había despertado una pequeña llamita en el pecho de rabia- no se merecen que gente como nosotros pise el mismo suelo que ellos- “niños que eran encerrados sin contemplaciones en las mazmorras de la ciudad”. Tragó saliva- yo me cago en los antiguos y el actual gobernador de esta mierda. Me cago en todos ellos.

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"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."

"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."

"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."

"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
Dal
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Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
Heridas/enfermedades : Finas cicatrices por todo el cuerpo.
Status : Perdido en la ciudad de los milagros y los portentos.

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02/08/17, 10:14 pm
-No sé si serán monstruos o no - respondió a Siete.- Hasta donde yo sé han sido gente como nosotros, la pregunta no es cómo o por qué son así ahora. La pregunta es cómo seremos nosotros cuando la Luna nos toque, y no hablo de cambios físicos. Lo miréis como lo miréis hemos cambiado desde que llegamos, ¿cuánto más cambiaremos hasta la Luna?

Eriel se calló entonces y se limitó a escuchar lo que contaba Sox desde el libro. No se esperaba el cómo habían llegado los hermanos a la ciudad pero el resto casaba con todo lo que sabía de la ciudad. Sonrió con suficiencia cuando oyó la parte de Harex bajando un trozo de Luna, mentalmente anotó preguntarle más tarde al carabés por eso de ingeniería mágica. La muerte de los hermanos tampoco le sorprendía, en Nubla había historias de su muerte aunque no fuesen las mismas.

Al final de la historia Eriel sintió como si debiera una disculpa.

-La historia de Hurza y Harex nunca fue mi favorita - comentó encogiéndose de hombros.- Pero esta ciudad sí tiene historias bonitas, no todo es así. De todas formas Rocavarancolia es un mundo conquistador, ¿vuestros mundos no han tenido nada así nunca?

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Soy Dal, hijo del Estío y el Crepúsculo. Señor del Vacío y Amo del Infinito. Destructor de Mundos y Artífice de Infiernos. Conde de la Nada y Duque de los Océanos. Rey del Purgatorio y Terror del Cielo. Marqués del Inframundo y Barón de la Muerte. Por todos estos titulos, Invitado, reclamo tu vida para mí .
Zarket
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02/08/17, 11:46 pm
Rádar miró estupefacto conforme Eriel dio su parca opinión, observándolo como si le hubiera crecido otra cabeza. No podía creer que el fanatismo de aquel niño estuviera tan arraigado como para defender, incluso después de lo de su mundo y aquel pasaje fundador, lo que a todas luces era una ciudad de monstruos surgidos del más profundo y abyecto pozo de inmoralidad. La última frase agotó su ya de por sí corta mecha, haciendo que el tipo E se levantara como un resorte. Exhudaba una incredulidad airada apenas contenida.

—¡¡Mi mundo aprendió la lección!! —casi un grito, pero lo suficientemente bajo como para no considerarlo realmente como tal—. ¡¡Y no, nuestros errores del pasado nunca llegaron a semejantes cotas de salvajismo y horror!! Porque sí, hace mucho usamos la nigromancia, y sí, hace mucho guerreamos entre nosotros, ¡¡pero jamás hicimos ni habríamos hecho algo como... como eso!!

Había señalado con su brazo hacia el libro, en un gesto que contenía todo el asco y desprecio que reservaba hacia Rocavarancolia.

—Y aunque lo hubiéramos hecho, aprendimos la lección. Cosa que, por lo que hemos leído, visto y nos has contado, no han hecho estos. Los fundaron demonios, siempre han sido unos demonios, siguen siendo unos demonios, y está claro que siempre serán unos demonios nacidos del más infame y pútrido agujero del infierno —su sentencia era absoluta y lapidaria, como si el carabés realmente fuera un juez capaz de definir en una sola frase el alcance de millones de vidas existentes y no existentes a lo largo de miles de años del pasado y del futuro—. Por muy poderosos que sean, honestamente, no sé cómo alguien puede ser capaz de admirarlos en lo más mínimo.

No era difícil adivinar a quienes dirigía el menosprecio de su última frase.
Dal
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03/08/17, 12:30 am
Eriel se sorprendió por la reacción de Rad. El verlo levantado y gritándole tan sólo por hacer una simple pregunta curiosa le parecía tan surrealista que el nublino se echó a reír.

-Demonios, dioses - dijo una vez se le pasó la risa que no fue mucho tiempo.- Todo depende del prisma con que lo mires. Gente con poder al fin y al cabo.

-¿Y qué quieres que haga yo, Rad? - le preguntó alzando ligeramente la voz como si de un desafío se tratase.- ¿Quieres que resucite a todas las personas que mató la ciudad en su ansia de conquista? ¿Deseas que viaje en el tiempo e impida a esos pescadores rescatar a Harex y Hurza?

-O, mejor aún dime - espetó.- ¿Qué habrían hecho vuestros mundos de presentarse Rocavarancolia ante vosotros? Déjame adivinar les combatiríais con magia y vuestras armas. Los nublinos no tenemos magia y armas no es que haya muchas tampoco. ¿Pretendes que nos levantemos en armas contra la ciudad? ¿Para morir como murieron esas personas que arrasaron los dos hermanos en una sola noche?

-Personalmente no voy a preocuparme por las personas muertas. A ellas ya nada puede hacerles daño. Me preocuparé por los vivos, me preocuparé por vosotros que sois mis amigos, mi tribu, mi familia - sentenció sin dudar.- Gastar esfuerzos en los muertos sólo hará que invierta menos fuerzas en los vivos. Primero lleguemos a la Luna, luego ya veremos.

-No puedo cambiar el pasado, no puedo resucitar a los muertos. Lo que sí puedo hacer es cuidar a los vivos e intentar que el futuro sea mejor que el presente o el pasado - le dijo con voz tranquila aunque el corazón le latía a mil por hora.- Si quieres gritarme grítame, si quieres golpearme hazlo. Si te hace sentir mejor cargaré con todo eso. Si te quieres meter con mi mundo o mi religión adelante, pero ten presente que nunca tuvimos mucha elección - completó mirándolo a los ojos aún sentado en el sillón esperando el puñetazo que en cualquier momento le iba a llegar.

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03/08/17, 10:06 pm
Tayron permaneció en silencio cuando Eriel advirtió que ya habían cambiado. No podía tener más razón en eso. Ahora eran distintos. Más cautelosos. El grupo había pasado por experiencias terribles y no era su caso, pero no todas las evoluciones siempre iban a mejor. De todas formas si tuviera que resaltar algo sería que la idea de grupo se había incrementado más. Se imaginaba más como un núcleo y ya no tanto como una peña que habían coincidido para sobrevivir. La victoria sobre las hienas era un ejemplo de ello.

La irritación del belga no llegó cuando el nublino pareció echar mierda sobre los otros mundos. Eso le parecía hasta lógico. La Tierra tenía monstruos a su manera, muchos monstruos. Y conquistadores. Gente horrible, intolerantes.
Así que la reacción de Rad le provocó un mini salto que intentó disimular con la mirada al suelo. Fue la risa lo que le sacó de sus casillas, y sobre todo lo que el pequeño de los hermanos soltó después. Tayron no alzó tanto la voz como el carabés. Pero su tono no tenía dobles interpretaciones. Le había tocado las pelotas.
-No te rías- saltó como un resorte- no tiene ni puta gracia, si es que eres... eres...-Gilipollas. Pensó.- gilipollas -le dijo. Su expresión se afiló- así que gente con poder ¿eh?- la voz le traicionó un poco con lo siguiente- ¿tuvo Nad la oportunidad de mirarlo con otro prisma?. Me revientas- confirmó ahora con un breve silencio incómodo por lo directo que había sido con un tema espinoso como ese- me revientas mucho con tu indiferencia. Si quieres comerle el culo a la ciudad adelante, pero no intentes convencer a nadie de que todo es perspectiva.

Prosiguió un poco más calmado, pero lo fulminó con la mirada.
-No te puedo decir lo que la Tierra haría si descubriera todo esto porque no voy a criticar la falta de defensa de Nubla. Pero te puedo decir lo que no haría- tenía presente que no echaría flores a su mundo, también aclararía las atrocidades que había cometido el suyo- La Tierra ha visto auténticas barbaries y guerras, todo lo que conlleva tener unos mierdas al mando. Pero no somos perritos de nadie. Ni de coña- sentenció- que no tuvierais la oportunidad de rebelaros lo capto. Que seais sus fans incondicionales no lo entiendo ni a la de tres. Así que una vez aclarado todas las cosas que no puedes hacer- insultó a su discurso, el cual le parecía patético- te puedo decir lo que te vendría bien hacer. Cierra el pico, o ten un poquito de tacto- eso era lo que verdaderamente le había sentado como un puñetazo. El que el asesinato en masa fuese tratado como un mero punto de vista. Si Dafne hubiera recibido el virote aquel día, y Eriel hubiese pronunciado aquella frase... Tayron habría encadenado un gancho sin pensarlo- cuidado con lo de golpéame si quieres, a algunos no les hace falta que se lo repitas dos veces.

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Alicia
Alicia

Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejos
Personajes :
  • Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
  • Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
  • Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
  • Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.


Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.

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04/08/17, 04:32 pm
Siete escuchó encogido en su sillón. La atmosfera había cambiado con el relato extendido de los fundadores de Rocavarancolia. Él seguía al principio las evoluciones del grupo, pero pronto pasó a mirar solo al narrador, intentando discernir la verdad. Sentía rechazo físico a creer aquello como cierto. Todavía lo estaba procesando hacia el final. Sí que había un edificio rojo, y otro que palpitaba. Habían visto mostruos antes. La brecha del suelo, repleta de huesos, o el jardín que estaba dibujado en ese mismo libro eran recordatorios de la realidad. Hurza y Harex habían vivido, matado y muerto.

Levantó la vista hacia Eriel, y lo miró con aprensión. Quizás había esperado que la nueva información le resultara terrible, pero entendió con retraso que era parte de las cosas que el nublino ya había aceptado.
Siete alargó la mano hacia Rad, un amago de consuelo que no llegó a realizarse, presintiendo tormenta. Dio un respingo ante el movimiento súbito y la voz alzada. Con cara de susto, todavía pegado a su asiento, Siete escuchó la conversación caldearse, y a Tayron unirse a la hostilidad. Barael, detrás de Rad, parecía a punto de hacer algo.

- Esperad- dijo alarmado, levantandose él también, con las dos manos extendidas-. Eriel no...- Siete no quería una pelea ahora-. Eriel no es responsable de lo que hemos leido ni de su mundo. Algunas de las cosas que ha dicho son razonables. Ha sido maleducado reirse de vuestras frustraciones, pero no pasemos a las manos, por favor. Ellos han tenido mas tiempo para conocer Rocavarancolia y aceptar que era un lugar como el que es. Nadie aquí quiere cubrirse de sangre, y solo estamos nosotros ahora. No ha dicho que le encante lo que pasó. Calmémonos, ¿por favor?


Última edición por Alicia el 05/08/17, 12:47 pm, editado 1 vez

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Reifon
Reifon

Ficha de cosechado
Nombre: Nery´s
Especie: Frivy
Habilidades: Velocidad, agilidad, resistencia.

Personajes :
Spoiler:

Armas :
Spoiler:

Status : Cazador de la luna de sangre.
Humor : JAJAJAJAJA *se marcha riéndose*

Torreón Maciel (Archivo VIII) - Página 46 Empty Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)

04/08/17, 09:52 pm
La mente del nublino estaba en colapso, no sabía qué hacer ni que decir a su hermano  postrado en el suelo a lágrima viva, solo permaneció a su lado, ignorando las advertencias del resto y maldiciéndolos. ¿Cómo he sido tan idiota? ¿Cómo he bajado la guardia tanto  como para dejar a hermano se apuntarse a esto?  Imbécil. Imbéciles.

El anillo encontró reposo en su dedo mientras entraban a la casa. Había estimado que se cargaba entre diez o dieciséis horas de uso, y si iba a funcionar para curarlo no dejaría que pasara ni un día. No se separó de su hermano ni un segundo, con el dolor sofocado por rabia y tristeza que no pudo si no aumentar cuando entraron en aquella habitación. Su hermano sordo, por una triste y mísera habitación. Se guardo tres libros que simplemente tenían su titulo legible y se marchó con el resto, más dejándose llevar que actuando, sumido en dolor que lo expiaba de la idiotez que había cometido.

Calles y mas calles, un gran rodeo entre elegantes escombros de lo que alguna vez fue el centro religioso de la ciudad, en los momentos de cautelosa pausa Barael empezó a fijarse en los símbolos, cada ruina tenia los suyos a veces parecidos, a veces diferentes y en una de las ocasiones dos de las ruinas parecían incrustarse la una en la otra, como si en el pasado aquellos dos símbolos diferentes hubieran peleado para saber cuál era el mejor. Dos instancias ahora completamente vacías. Barael las envidió.

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La llegada al torreón estuvo llena de silencio y pesadumbre, solo el agua que movía Siete y las preguntas y explicaciones incomodas rompían con ello. No se atrevió a subir con su hermano, más por si mismo que por él, se sentó apoyando su espalda en una pared, encogido sobre sí mismo, esperando su turno para cubrirse de agua haciendo oídos sordos a sus compañeros sabía lo que había, pero lo peor era que su hermano quedara sordo hasta poco después de la Luna, si ella no le curaba seguro que había gente que podía, aunque eso significase deberle algo a alguien.

Se limpió y se cambió de ropa, quería irse a las mazmorras pero no podía, se acabaría desmallando si no se ocupaba en algo. Lo primero que hizo fue buscar un sustituto para su daga, bajó a la armería y encontrando y ordenando veinte probó una a una cual sería mejor. Empezó a  entrenar con una espada de madera, golpe tras golpe, sin cansarse pero con constancia intentando llevar una pauta que lo distrajese. Golpe, golpe, escudazo. Golpe, golpe, escudazo. A ritmo constante el dolor físico en su antebrazo derecho carente de escudo lo aliviaba y distraía de aquella corriente antinatural que le recorría. Necesitaba comer y beber, no quería, pero lo necesitaba. Su estomago se retorcía intentando echar todo lo que caía en él y el nublino no podía más que taparse la boca y tragarlo de nuevo. Miró al cielo.

¿Cuánto tiempo había pasado?

Daba igual. Necesitaba mucho más.

Vuelta a algo que hacer. Sacó agua del pozo y con el cubo empezó a refrescarse cada poco, no quería pensar otra cosa que no fuera mantener la comida dentro, no quería seguir llorando y odiándolo todo.

No se dio cuenta de cuando había cruzado el umbral, las siluetas hacía formas extrañas, aquello que debía ser su reflejo en el agua parecía algo totalmente ajeno a sí mismo, un ser cubierto de cicatrices y con una mirada dispuesta a hacer lo que él no haría. Aquel no era él, debía resguardar la felicidad de su hermano, debía... ¿Protegerlo? ¿A aquel que se había ido a suicidarse con una sonrisa en los labios? Tenía tanta culpa como el resto.

Pero... ¿Pero qué? ¿Es lo que yo quiero o lo que me hizo querer mi abuelo? ¿Cuál era la diferencia?

Arrastró sus manos en cuenco del fondo del cubo a su cara, pero el agua se deslizó por aquel vacio que no volvería dejando solo a unas frías gotas deslizarse por encima del dolor.


Seguía pensando en sí mismo cuando una voz que sobresalió por encima de todas las demás, alegre y risueña en vez de triste y decaída. El cubo rodó sobre su agua derramada mientras el nublino con el anillo en su bolsillo se abalanzó a llorar en su hermano.


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Más días muertos, más días grises, todo el mundo consideraba una victoria aquella suerte de supervivencia que habían tenido más para él solo había sido una tontería. Cada vez se sentía más lejos de todo aquello, más ajeno a ese grupo que su hermano trataba de proteger y al que pertenecía más de lo que a él mismo. ¿Porque se extrañaba a estas alturas? Sabía desde pequeño que no encajaba, su abuelo lo había convencido de que estaban por encima y debían usar esa ventaja para protegerlos y había avanzado siempre según ese credo, pero ahora no le bastaba. No se sentía cómodo.

Tampoco se separaba ya de un cinto con su cuchillo y su nueva daga.

A un lado el hogar, Per, Brinabra. Al otro un mar de conocimientos, respuestas a todas sus preguntas. ¿Siquiera algo de eso me llenaría? Antes se conformó con lo que su abuelo le había dicho que quisiera y lo había llegado a querer pero ya no se conformaba sin saber si eso era suyo o una mera sugestión.

De todas maneras nada podía hacer ahora y ahora había cosas que hacer. Jabón, fue lo primero, se lo había prometido a Dafne y las promesas no debían hacerse en vano, al menos en eso creía, así que le enseñó y juntos hicieron una nueva remesa, con una sola mano el hubiera tardado demasiado. También limpiaba cuando le tocaba como podía y entrenaba junto a Charlie y Lorenzo todos los días, aparte de su entrenamiento matutino. Ayudó a Sox a traducir los nuevos hechizos que habían conseguido con la esperanza de que les sirvieran contra Tuétano y ayudó en la despedida de Lorenzo, Mónica, Sinceridad y Fahran. Recargó una hora el anillo todos los días y en general hacía todo lo que podía.

En el fondo solo quería estar distraído.

Los shinadres podrían estar por ahí aunque fuera improbable que siguieran vivos por lo que les deseó suerte, aunque la pérdida de su mejor guerrero y su baza aérea no le hacía gracia, pero era su decisión y la respetaría. Al menos ellos tenían algo propio.

Empezó a trastear con la magia, tratando de mezclar los hechizos que ya conocían entre sí pero no consiguió absolutamente nada, solo cansancio en la mano. Al final se puso a entrenar su magia por la noche con el fin de controlar mejor objetos levitados, cuando se noto cansado, se puso el anillo como siempre y se desmayo al instante, tirado en medio de ninguna parte hasta que llegara alguien a verlo.

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Ya había desayunado y llevaba con el anillo un largo ratocuando los murmullos empezaron a elevarse en la sala principal. Al principio los ignoró, a gusto como estaba sentado solo en el patio, pero cada vez fueron a más por lo que acabó guardándose el anillo y llendo hacia la conversación.

Según se acercó Rad empezó a gritar hacia su hermano y empezaron a hablar de llegar a las manos a lo que Tay se unió. La daga de Barael salió más rápida del cinturón de lo que fueron sus pensamientos y el cuerpo del nublino apareció por la espalda de Rad con una mirada de fría furia que paso del carabés al belga. Una mirada que no acontecía nada bueno. Por suerte para el carabés Siete intervino en ese momento.

-Tiene razón. -Acompañó el nublino sin conseguir sonar tranquilo. La daga se veía de sobra en su mano. -Calmaos ambos porque os aseguro que una mierda de anillo no os salvará de lo que os haré como le toquéis un pelo. -Se adelantó hacia su hermano y miró al libro, entendiendo un poco el porqué de todo el revuelo. -No sé cuál de las barbaries habéis leído pero os puedo contar algo ya que hablamos de moralidad y poder. Varago Tay, un hombre que se opuso a toda la maldita ciudad y ¿como creéis que lo hizo? ¿Con abrazos y palabras bonitas? ¡No joder! Lo hizo porque tenía el poder para hacerlo, punto. Aquí no importa si lo que quieres es bueno o malo, aquí solo importa que tengas el poder para conseguirlo. -Su tono de voz empezó a aumentar. -Así que, más os vale a todos coger eso que llamáis moralidad, ¡Y METEROSLO BIEN POR EL CULO! -Bajo el tono de nuevo. -O acabareis, con mucha suerte, solamente muertos. -El nublino respiró, tratando de alejar de si aquel cabreo.

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