Embajada de Libo

Maher no era especialmente vulnerable a los pucheros ni a los ojitos tiernos, parte de la ventaja de ser un seco, pero los jardines de los que habían hablado le interesaban de verdad y el andrógino amigo de su hermana parecía una compañía lo bastante agradable como para que no le pareciese mala idea ir con él a visitarlos.

-Claro -accedió -Iré. Creo que puede ser interesante.

Mánia sonrió complacida.

Alguien llamó a la puerta, alguien que Mánia supuso que sería Karime. Maher se revolvió en el sitio, no muy contento de tener que enfrentarse a otra desconocida.

Las condiciones que Mánia había impuesto para recibir a Karime eran completamente opuestas a las que tenía para Ilol. Fue Vlad el que abrió la puerta a la licántropa. Mánia sabía que su invitada no corría riesgo alguno en presencia del íncubo, pero no tenía tan claro que su pobre sirviente novato estuviera igual de seguro con Karime.

-Bienvenida sea, señora -le dijo haciendo una reverencia. Sus ojos nunca la miraban directamente pero se podía deducir que le agradaba su presencia por el fantasma de sonrisa que bailaba en su rostro -Mi Ama y sus invitados están en el solarium. Si me permite…

Guió a Karime hasta el solaruim y anunció su presencia.

-Bienvenida, Karime-saludó Mánia -Estábamos discutiendo adónde iremos luego a pasear. ¿Te apetece tomar algo? Como ves estamos bien surtidos -abarcó la mesa llena de bandejas de dulces con un gesto -Ah, te presento a mi hermano mayor, Maher. Se ha mudado a Rocavarancolia recientemente.

Maher quería que la tierra se lo tragase. Era a todas luces una mujer libense, con todos los rasgos que una mujer libense debía tener según lo mandaba la maldita Reina Madre. ¿Además habían dicho que era militar? << Quiero irme de aquí>> pensó. Aun así la saludó con una pronunciada reverencia. No le lanzó una mirada asesina a su hermana porque podía intuír la expresión burlona que tendría en ese momento.

Ilol ya estaba sonriendo por la aceptación de Maher cuando su sonrisa se amplió más al oir los golpes en la puerta. Con entusiasmo, comenzó a rebotar en su sitio, no queriendo ser un maleducado al correr hacia la puerta en un lugar en el que era un invitado, pero sin poder ocultar su emoción.

Karime suavizó su silbido alegre cuando le abrieron la puerta mirando de arriba abajo al íncubo.

-Por supuesto, guapo, a ti te sigo a donde haga falta -contestó a su indicación siguiéndolo por el edificio hacia el solárium.

La licántropa contuvo su entusiasmo al ver a su hermano, dedicándose primero a los saludos y presentaciones.

-Gracias, Mánia. Como siempre, un verdadero placer -saludó la loba a su manera. Luego miró de arriba abajo apreciativamente al libense que la bruja había presentado como su hermano-. Estoy realmente encantada de conocerte, Maher. Mi nombre es Karime, licántropa. Espero que tu estancia en la ciudad este siendo... placentera -se presentó sin poder evitar deslizar un tono sugerente en sus palabras a pesar de que estaba chillando en su interior por abrazar a su gatito.

Ilol, sin poder aguantarse más, saltó de su asiento y corrió al envolver sus brazos al rededor de su hermana.

-¡KayKay! ¡Viniste! -exclamó eufórico.
-Ilolilo, gatito bonito, ¡qué guapo estás! -halagó Karime encantada de poder abrazar a su hermano-. ¿Acaso crees que algo me habría impedido ver a mi niño precioso?

Ilol siguió apretando el abrazo con su hermana durante un rato mientras daba saltitos en el sitio antes de soltarle para mirarla con una amplia sonrisa, bebiendo de la imagen de su amada hermana.

-¡KayKay! ¡Te cortaste el pelo! ¡Qué cambiada! -exclamó feliz con cualquier cosa que su hermana hiciera o de cualquier manera que se viera, aunque ya sabía de este dato, ya que se lo había dicho en una de sus cartas.
-¿Yo? ¿Y tú? Mírate, pareces daeliciano con tantos tonos pastel. ¿Dónde está mi hermanito libense? -teatralizó Karime reconociendo la ropa y el maquillaje que ella misma le había regalado.

Las mejillas del andrógino se enrojecieron de placer al haber sido capaz de aparentar provenir de otro mundo, aunque solo fuera un poco.

-¿Qué traes ahí? ¿Es para mi? ¿Es un regalo? ¿Son chocolates? -preguntó entusiasta el niño cuando vio el paquetito en las manos de su hermana.
-Tú, glotón -exclamó con cariño la loba ante las preguntas de Ilol-. Sí, son chocolates. Y sí, es un regalo, pero no, no son para ti. Son para tu anfitriona. Para ti tengo otros regalos, pero te los daré luego, no seas impaciente -le contestó dándole un toquecito en la nariz antes de separarse de él y dirigirse a Mánia y entregarle el paquetito-. Son una selección de chocolates terrestres que, personalmente, son realmente increíbles.

A Maher le salvó el arranque de efusividad de Karime de tener que dar una respuesta más elaborada que un ‘Sí, bien, gracias’ a su bienvenida. Observó con cierta admiración cómo los hermanos intercambiaban muestras de afecto. Su familia era más bien seca, y su relación con su hermana estaba aún en pañales, aunque dudaba seriamente que llegase alguna vez a esos extremos.

Los ojos de Mánia brillaron con glotonería cuando Karime mencionó los chocolates, aún más cuando se los ofreció como regalo. El chocolate era su perdición y el de la Tierra era su preferido.

-Muchísimas gracias Karime -le dijo, aceptando el paquetito con un lento parpadeo y una inclinación de cabeza. -No te preocupes Ilol, podemos compartirlo -le dijo y se dispuso a abrir el paquetito pero la mirada que le dedicaron tanto Maher como Vlad la hizo detenerse -¿Qué mirais, vosotros? ¡Puedo compartir cosas! ¡Vlad, es que no vas a traerle nada de beber a nuestra invitada??

-Por supuesto, mi ama -carraspeó el íncubo, recuperando la compostura -¿Quiere tomar algo la señora? Hay té pero puedo traer otra cosa si lo desea.

Ilol rió alegre tanto por la respuesta de Karime como por la de Mánia. Al andrógino le encantaba recibir regalos, sobre todo de su hermana, pero no le pesaba nada que en este caso fuera para su anfitriona, y más teniendo en cuenta que pretendía compartir con él y también podría disfrutar de los chocolates.

-Estoy bien con té, gracias -contestó al íncubo mirándolo brevemente antes de volver a abrazar a su hermano, quien la guió para que se sentara a su lado.
-¡Es syv, Kay! ¿A que está rico el syv? -exclamó queriendo compartir sus descubrimientos de otros mundos con la loba.
-Está delicioso -contestó con una sonrisa enternecida. Luego se volvió hacia Mánia sin dejar de tocar a Ilol-. Entonces, ¿qué planes tenemos para hoy? Por lo que he podido comprobar la ciudad está... tranquila, así que no creo que tengamos ningún problema o inconveniente que no sea de fácil solución si nos aventuramos a hacer turismo.

Las palabras de su hermana le recordaron a Ilol la anterior conversación sobre el jardín y comenzó a rebotar en su sitio del entusiasmo.

-¡Sí! Antes de que llegaras estábamos hablando de los Jardines de la Memoria. Sería tan bonito verlos. ¡Incluso vendría Maher! -exclamó contento con la idea.

Vlad asintió a la respuesta de Karime. Comprobó el contenido de la tetera para asegurarse de que había para otra taza, la recalentó con magia y se la sirvió a la loba. Luego se retiró, llevándose la tetera ya vacía.

-Sí, pensábamos ir a los Jardines de la Memoria para que Ilol viera las nuevas esculturas -confirmó Mánia. Ya llevaba dos bombones e iba a coger un tercero -Maher tampoco lo ha visto así que…

Maher se estaba replanteando su decisión. De verdad quería ver los jardines y tampoco quería ser maleducado con Ilol, pero la presencia de la soldado cambiaba las cosas. Miró a su hermana con reproche y esta fingió no darse cuenta, aunque le respondiera por telepatía.

-<< Relájate, esto no es Libo >>

Su hermano también era su invitado. La bruja no iba a permitir que se creara un ambiente en el que cualquiera de sus invitados estuviera incómodo. Aun con lo que le gustaba picar a Maher y obligarle a salir de su zona de confort quería que se lo pasase bien.

-Ya veréis, os va a encantar -dijo a Ilol y Maher, aunque mirando a este último para transmitirle tranquilidad. -Podemos ir en el rickshaw, dando un paseo o levitando.

Karime aceptó la taza de té que le tendió el íncubo sin mucha ceremonia, más centrada en su hermano que en ninguna otra cosa y lo bebió de forma distraída mientras Mánia confirmaba que habían hablado de los jardines.

-Estoy de acuerdo en que os va a encantar y me parece un plan maravilloso -asintió hacia su anfitriona para luego abrazar con fuerza a Ilol mientras él se regodeaba de placer.
-¡En rickshaw! Creo que será mejor así y a la vuelta podemos levitar si a todos les parece bien -exclamó el andrógino considerando que, a pesar de lo mucho que disfrutaba de experimentar la magia, prefería primero hartarse de abrazar a su hermana, sobre todo teniendo en cuenta que pretendía pedirle a Mánia que lo levitara por encima de las estatuas y tampoco quería abusar de su hospitalidad.
-Bueno, ya habéis oído al pequeñín, nuestro voto es para el rickshaw -afirmó la loba con una sonrisa hacia la embajadora.

Karime habría permitido que Ilol tomara la decisión por ella fuera cual fuera esta, pero la verdad era que prefería el rickshaw a cualquiera de las otras dos opciones, ya que levitar siempre le daba una desagradable sensación de descontrol al no ser ella la que manejara la situación, y el paseo a pie requería de una alerta constante por su parte para proteger por completo a su hermano que no le permitiría disfrutar de sus abrazos tanto como quería.

-Decidido pues -concluyó Mánia -En cuanto Karime termine su té nos marcharemos.

Y así lo hicieron. La ropa que ambos Mánia e Ilol habían elegido era bastante más cómoda que las vestimentas habituales de los andróginos así que no tuvieron que cambiarse para salir. La temperatura también era agradable y el sol perezoso de Rocavarancolia brillaba en el cielo. El rickshaw esperaba en la puerta. Estaba cromado en negro con detalles dorados en las varillas de la capota y los radiales de las ruedas, los dos asientos, colocados en escalera, estaban tapizados de cuero. Las ruedas, además, estaban hechizadas para no sufrir los baches del camino y levitaban a unos centímetros del suelo. Un hombre aparentemente libense con una máscara de metal aguardaba listo para tirar en cuanto se le diese la orden. Ilol no podía saber que el hombre era un ingenio nigromántico.

-Ilol y Karime irán detrás. Maher, tú vienes delante conmigo -indicó Mánia. Vlad estaba presente para ayudarles a subir.

Sigue en los Jardines de la Memoria

Karime no había mirado en ningún momento hacia la explanada de los portales. Si bien la conversación con Saren de la noche anterior había aliviado su alma, la nube negra con nombre sinhadre todavía rondaba por su cabeza y, junto a todo el conflicto del día anterior, habían hecho que la libense se despertara aquella mañana entre sudores fríos debido a una terrible pesadilla. Sin poder calmarse, había salido de la sede rápidamente como si algo horrible la persiguiera.

El camino hasta Luna Alta era largo, pero muy conocido por la loba, ya que no variaba mucho del que tenía que hacer todos los días hasta los cuarteles, por lo que pudo hacerlo de forma sistemática mientras intentaba calmar sus pensamientos y ordenar sus ideas. Cuando por fin llegó a la puerta de la embajada, mucho más calmada que como había salido de casa, se dio cuenta que quizás era demasiado pronto para una visita de cortesía, pero sin querer recular y pensando que probablemente Mánia se encontrara desayunando todavía, decidió finalmente tocar la puerta.

Fue Vlad quien le abrió la puerta. Debía haber avisado a Mánia por telepatía, pues dejó entrar a Karime sin muchos miramientos y la condujo hasta el solarium donde la bruja estaba, efectivamente, desayunando.

Si hubiese sido otra persona Mánia no habría permitido que la viera en bata y camisón, y la loba habría tenido que esperar su buena media hora a que su anfitriona estuviese visible; pero Karime era ya como de la familia. En cuanto vio su expresión, dejó la taza sobre la mesa y se incorporó en la silla, alarmada.

-¿Ha ocurrido algo, Karime? ¿Estás bien? -preguntó preocupada.

Karime saludó a Vlad de forma casi comedida debido a que aún estaba algo nerviosa y le siguió al solarium sin dudar. Al llegar y ver la alarma en la expresión de Mánia, la loba respiró hondo intentando calmarse aún más de lo que había conseguido en la caminata. En ningún caso había sido su intención asustar a la bruja y se acababa de dar cuenta de lo que parecería al presentarse en la embajada tan temprano y tan nerviosa.

-Sí, sí, estoy bien. No te preocupes, no ha pasado nada -la tranquilizó rápidamente sintiéndose un poco mal por preocuparla-. No quería asustarte ni nada. Acabo de caer en que venir tan pronto no ha sido la mejor idea, debí haber esperado, pero... Bueno... -La libense titubeó un poco no sabiendo muy bien cómo poner exactamente sus preocupaciones sobre la mesa, pero en seguida reunió su valor y se acercó un paso más a la mesa de desayuno-. Supongo que te has enterado de todo lo que ocurrió ayer, ¿verdad? El incendio en el Macetero, los conflictos en otros mundos vinculados, la muerte del Rey y el cierre de Sihndro.

Mánia suspiró aliviada al ver que Karime estaba bien y no ocurría nada urgente, pero su rostro se ensombreció rápidamente cuando supo el motivo de su visita. Claro que se había enterado, y justo después tuvo una reunión con Cain que no iba a mencionarle a la loba por el momento.

-Siéntate, Karime, cuéntame -dijo señalando una silla que Vlad le había acercado. Mabel fue a preguntar si quería que le sirviese algo pero Mánia lo cortó con un gesto y lo despidió de la sala. Ella se sentó más cerca de Karime -¿Qué es lo que te preocupa? Ya he mandado mensajeros para ver cómo está Ilol.

Sabía que era algo mucho más profundo que simplemente saber si su familia estaba bien. Ella misma lo estaba sintiendo: la incertidumbre le quemaba, y el miedo. Si había peleado tanto por esa embajada era porque no quería perder Libo bajo ningún concepto.

Karime no tardó en sentarse en la silla que le ofreció Mánia, retorciéndose un poco las manos mientras lo hacía, aunque su nerviosismo se redujo un poco cuando la bruja nombró a su hermano, contenta con la muestra de interés y cariño.

-No es eso. O, bueno, no es exactamente eso -comenzó a explicar-. Entiendo que ayer lo que ocurrió en los distintos mundos nos pilló a todos por sorpresa y después fue muy impactante para mi el cierre de Sinhdro-. La loba no tenía interés en tirarle encima a Mánia todos sus problemas con ese evento en particular, pero su mente iba a mil y necesitaba dejar el contexto de sus preocupaciones claro antes de exponerlas-. Y, dados los últimos acontecimientos, no es raro pensar que el cierre fue una decisión de último momento, ¿no? No dudo que fuera necesaria, pero claramente no se debatió durante días sobre ella -expuso poniéndose un poco más nerviosa a medida que se iba aproximando a la pregunta clave que quería hacer-. Lo que quiero decir es que si esto se repitiera... Tú eres la embajadora de Libo, ¿no? Si esta situación se repitiera, pero en vez de ser Sinhdro, fuera Libo, tú sabrías del cierre antes de que se efectuara, ¿no?

-Creo que más bien fue una decisión desesperada -respondió Mánia. No conocía detalles, pero había sido informada de la situación en general -No hubo debates porque no hubo tiempo.

El Consejo no era conocido precisamente por su dinamismo, así que si habían tomado una decisión tan drástica y repentina la situación debía ser realmente mala. En parte era una de las cosas que más había asustado a la bruja.

-Quiero creer que me informarán de ello, pero no creo que tuviera mucho que decir en cuanto a la decisión -Le avergonzaba reconocerlo, pero a pesar de cuánto había luchado para demostrarse de utilidad para el reino, Mánia no sentía que el Consejo la tuviese muy en cuenta, o al menos no tan en cuenta como a ella le hubiese gustado a esas alturas -Siento no poder decir nada para tranquilizarte, Karime. Tengo tanto miedo como tú. No sé qué ha ocurrido y no sé qué podría hacer si Libo corriese la misma suerte que Sinhdro.

Mánia estaba seca de lágrimas. La rabia y la impotencia podían más en ella que la tristeza. Sin embargo sus manos temblaban, tanto que por mucho que agarrase los bajos de su camisón Karime podría notarlo si estaba atenta.

-No, no -dijo apresuradamente-. Eso no me preocupa.

Mánia había deducido con razón que estaba inquieta por Libo, pero si bien sufriría el cierre del portal de su mundo natal, no era eso lo que le había hecho tener pesadillas.

-Quiero decir, sí, claro que sí, pero no es eso... -titubeó, nerviosa y un poco desesperada por hacerse entender-. Si te informaran de que van a cerrar Libo, me lo dirías, ¿verdad? ¿Antes de que lo cerraran? ¿Con el tiempo suficiente para hacer un viaje? -preguntó nerviosa, agarrando las manos de Mánia, sin percatarse en su estado del temblor de la otra libense, en un intento de que la bruja supiera lo que no estaba diciendo.

Mánia dejó que Karime le tomase las manos y las apretó de vuelta para detener el temblor. Vlad las había dejado a solas para darles intimidad, ya que sabía lo mucho que odiaba la bruja mostrarse vulnerable ante otras personas. Aun así sintió la necesidad de mirar a su alrededor con disimulo para comprobar que nadie las escuchaba. Frunció el ceño.

-¿Qué quieres hacer?

Solo había dos posibilidades: Que la loba quisiera ir en busca de Ilol antes de que se cerrase el portal, o que quisiera ir para quedarse en Libo para siempre. Ambas opciones requerían planificación y una coordinación milimétrica entre ambas.

-Dime qué necesitas y te lo conseguiré -le aseguró mirándola a los ojos con determinación. Tal vez con un buen plan, llegado el momento le resultaría más fácil tomar una decisión.

La seguridad y determinación de Mánia aliviaron un poco el alma de Karime, cuyos hombros se destensaron levemente, pero hasta que no oyera el "sí" de la bruja no creía que pudiera tranquilizarse del todo.

-Ilol -contestó como si eso explicara todo-. Necesito saber que, en el caso de que el portal entre Rocavarancolia y Libo fuera a cerrarse, me ayudarías a traer a mi hermano -explicó a continuación, más solemne de lo que probablemente había estado en su vida. Aunque luego se removió un poco nerviosa en el sitio-. Entendería si no estuvieras de acuerdo o algo, creo que podría hacerlo sola siempre que me avisaras con tiempo. Yo solo... Si de mi dependiera, ahora mismo iría al palacio de la ciudad, cogería a Ilol y nunca más tendría por qué volver, pero hay una razón muy clara por la que no puedo hacerlo si quiero que la alianza entre Rocavarancolia y Libo se mantenga libre de conflictos -siguió explicando volviendo a la solemnidad anterior, aunque divagando un poco-. No me malinterpretes, la alianza me hace feliz. Poder volver cuando quiera, con tantos honores sobre mi que puedo elegir entre ellos cuál restregarle por la cara a mi madre en cada momento, poder visitar a mi padre. ¡Puedo seguir manteniendo mi amistad con Lima sin muchos problemas! Es una suerte que la mayoría de nuestros compañeros no tienen y estoy agradecida por ello, pero eso no quita que, al igual que tú trajiste a Maher, yo no puedo traer al mío. Y no es que tenga planes de hacerlo, como ya he dicho, estoy bien con la situación actual, solo quiero estar segura de que, llegado el momento, podré mantenerlo a mi lado y no perderlo.

Karime hubiera preferido no hablar tanto y poner de esa manera sus inseguridades sobre la mesa, pero el tema le hacía sentir bastante vulnerable y necesitaba saber que Mánia le ayudaría en una situación como esta. La loba ni siquiera quería pensar en todo lo que perdería si el portal se cerrara algún día. Lima, su padre, la cultura, la comida, los lugares de su infancia, la academia,... Pero estaba segura que si algo o alguien había que la destrozaría si lo perdiera, eso era Ilol.

No sabía si la respuesta de Karime suponía un alivio para ella o no. En cierto modo era más fácil para su conciencia, le permitía aparcar a un lado muchos de sus temores.

-Habrá que planificarlo bien, pero podemos hacerlo -respondió. -Podemos empezar hoy mismo si quieres, todavía no tengo ninguna cita. Pero supongo que sabes el riesgo que implica…

Obviamente que lo sabía: si el plan salía mal, Karime se quedaría al otro lado, pero al menos de una forma o de otra estaría con su hermano. No podía decirse que su caso con Maher fuese el mismo, pues eso tenía más que ver con una necesidad egoísta de compensar a su hermano por tantos años de abandono que un genuino amor fraternal. Le permitió unos segundos para que asimilara la respuesta y para que tomase una decisión, y en esos segundos cayó en algo. ¿Cómo no se le había ocurrido antes?

-Sabes… Cuando cosechan a los humanos nadie de la Tierra les recuerda…

¿Y si Karime no tuviese que esperar a una catástrofe hipotética para traer a Ilol? El robo de un andrógino de la corte real no podía perjudicar a la alianza si nadie recordaba la existencia de ese andrógino.