Torreón Letargo (Archivo V)

Dormía más profundamente de lo que era habitual en él. Siempre se había enorgullecido de tener un sueño ligero y no caer medio inconsciente como su padre y Ragnar, pero estaba tan cansado por las aventuras del día anterior que ni siquiera se había despertado varias veces en mitad de la noche, como era habitual en él. Mientras soñaba, le despertó un ruido y abrió un poco un ojo, para que la luz no le molestara. El belga se había tropezado con una mesilla. El chico miró a ambos lados, como queriendo asegurarse de que su torpeza había pasado desapercibida y salió de la habitación.

Sigrún se dio la vuelta, pero estaba tan enfadado que no fue capaz de conciliar el sueño de nuevo. <<Sabía que tenía que irme con las chicas, es que lo sabía… ¿cómo puede concentrarse tanta inutilidad en una persona?… tendría que haberle tirado mis cuchillos… como esto sea así todos los días, lo mato… quería cargármelo antes, pero es que ya hasta me da excusas y todo…>>.

Refunfuñando por lo bajini para no despertar a la mascota, se dirigió al baño dispuesto a lavarse la cara, pero entonces recordó que no había agua y se enfadó aún más. Justo cuando se decidía a bajar, oyó gritos y un golpe, y al llegar a la planta inferior, vio una silla tirada en el suelo. << ¿Pero es que tengo que llegar tarde siempre?>>. Su enfado iba en aumento.

Esforzándose por no gritarle alguna grosería a alguien, fue adonde había voces, que afortunadamente era la cocina. Pensar en comer lo animó. Pero lo que más le gustó fue que la gatita estaba sentada en la mesa. Dijo un hola algo seco y buscó algo de comida. Entonces percibió que el ambiente estaba un pelín tenso y preguntó, arqueando una ceja y señalando hacia fuera pensando en la silla:

-¿Me he perdido algo?

Cuando escuchó la llamada de Irianna que andaba buscandolo, el intara bajó de la azotea y fue a su encuentro, encaminándose hacia la cocina en cuanto dio con ella y le comunicó para que lo necesitaba. Cocinó junto a la lacustre en silencio, sumido en sus pensamientos, y apenas abrió la boca durante la cena, aislándose de nuevo en el tejado cuando estuvo todo recogido y se hubo decidido dónde dormiría cada uno. El rubio escogió la habitación que menos ocupantes tenía, pero tardó bastante en irse a dormir, y para cuando bajó al cuarto ya era noche cerrada.

Aún no estaba acostumbrado a la quietud de la tierra firme y tumbarse no le ayudó en absoluto, pues Sekk estaba habituado a dormir en hamaca y echaba en falta el movimiento de vaivén antes de conciliar el sueño. El ulterano se pasó la noche mirando el techo, y al final solo descansó unos minutos antes del alba. La tenue luz que entraba por la ventana lo despertó enseguida, y concluyendo que permanecer allí no era productivo, el chico se levantó y abandonó la estancia en silencio después de vestirse. Bajó al patio a asearse un poco y, tras coger algo de comida en la cocina, bajó a la armería a echar un vistazo al arsenal.

Las armas allí reunidas eran bastante arcaicas y de calidad cuanto menos dudosa, pero eran mejor que nada, y con eso en mente el ulterano empezó a rebuscar entre los estantes. Al vivir en una ciudad-barco frecuentemente asaltada por piratas, uno aprendía a defenderse si quería sobrevivir, pero aunque el rubio estaba familiarizado con el uso del sable de abordaje y no tuvo problemas para encontrar uno, la ausencia de armas de fuego era un problema. Tenía ballestas y arcos, por otra parte, pero al antojarsele demasiado lento el sistema de recarga de la primera, se decantó por buscar uno de los segundos. La mayoría de ellos eran demasiado frágiles o demasiado endebles para su fuerza, y el primero que escogió se le partió entre las manos al tensarlo. Maldijo en silencio al clavarse una astilla en la palma de la mano y la extrajo con cuidado, lamiendo la sangre y prosiguiendo la búsqueda. Al final dio con un arco un poco más largo que los demás, de madera más robusta y resistente. Era necesaria bastante fuerza para manejarlo, pero eso no era problema y, dada su condición de ulterano, era el que más se adecuaba a sus necesidades.

Sekk acondicionó las dos armas que había escogido con los materiales que tenía allí abajo a su disposición, afilando la hoja del sable, limpiando el cuerpo del arco y comprobando el estado de la cuerda. Perdió la noción del tiempo mientras trabajaba, y solo el follón que se inició arriba le devolvió a la realidad. No parecía nada grave, pero ya era hora de reunirse con los demás y, después de dejarlo todo recogido, subió las escaleras hasta el salón. Llegó a tiempo para ver a Devoss derribando una silla, dirigiéndose a continuación a Irianna aun alterado.
—Buenos días —saludó en tono neutro, enfilando las escaleras en busca de Roaxen.

Se lo encontró sentado en el rellano, donde lo había dejado el humano, visiblemente molesto y con una acusada falta de aire. El sillón que pretendía subir al estudio descansaba a su lado y el intara, sin mediar palabra, lo asió y lo dejó frente a la puerta del mismo, presuponiendo que aquel era su destino al haber pasado la noche encerrado allí. En otras circunstancias quizás se hubiera interesado por el estado del xolnita, pero el capellán no parecía de humor y no tenía ganas de escuchar alguno de sus discursos, por eso regresó a la planta baja.
—Si tienes la falta de autocontrol necesaria para derribar una silla por un enfado repentino, ten al menos la consideración de volver a ponerla en su sitio —comentó hacia el holandés al ver que el mueble aun seguía en el suelo, su tono igual de neutro que antes.

El intara no había estado presente durante la discusión y por eso no menciono nada sobre el tema, pero que empezaran a surgir problemas cuando sólo llevaban un día en aquella ciudad ruinosa no auguraba nada bueno. Con un año por delante antes de poder regresar a casa aquel tipo de convivencia se le antojaba inaguantable.

Varsai saludó con la mano al intara cuando apareció. También negó con la cabeza ante lo que había dicho Irianna.

"Estoy de acuerdo con salir a buscar al resto.
Nunca he visto un arma de cerca y no sé si estaría cómoda usando una. Parecen peligrosas."

Se lo enseñó a la chica y acto seguido se levantó para lavar lo que había manchado. Tenía los oídos atentos por si alguien decía algo de interés.

La idrina observó perpleja las escaleras por las que había subido Devoss como una exhalación. Su perplejidad se traslució en su expresión cuando el holandés regresó y pateó una silla, trasmitiendo con todo su lenguaje corporal una agresividad que para Irianna resultaba exacerbada de acuerdo a la situación. Tras permanecer en silencio unos instantes después de que el chico respondiese con retraso a su pregunta, la chica se levantó de su asiento y estuvo a punto de hablar cuando Devoss ya había salido corriendo hacia el sótano. Suspirando, volvió a sentarse y leyó la respuesta de Varsai mientras esperaba la vuelta del terrestre. Deslizó la mirada por el arma que trajo inmediatamente después el chico y se apartó el cabello de un lado antes de, esta vez sí, hablar.
—Yo tampoco sé manejar ningún arma —dijo en respuesta a la pregunta de Ruth—. Si nadie tiene aunque sea una ligera idea vamos a tener que practicar con extremo cuidado, ¿no hay armas sin filo en la armería? Todavía no la he examinado muy atentamente… Por cierto —se giró hacia Devoss—. Creo que deberías recoger esa silla. Y también controlar el temperamento, el mobiliario no ha causado ningún mal.
Sin que el chico tuviese tiempo de replicar, Sekkeh regresó a la planta baja y Devoss recibió una segunda reprimenda en escasos segundos. Irianna no comentó nada, pero esperaba que al menos de esa forma se sintiese doblemente avergonzado y recapacitase.

No mucho después el resto de los habitantes del torreón se reunió en la cocina. Aprovechando que Sigrún había preguntado, Irianna se dirigió a los recién llegados y les refirió lo esencial de la conversación que habían mantenido.
—Y, entonces, ¿alguno de vosotros sabe manejar un arma? —preguntó una vez resumió lo que se debatía—. No creo que sea muy recomendable salir en busca del resto sin prepararnos en la medida de lo posible primero.

Roaxen Tenvrai

El ulterano exhausto como estaba, se sintió extremadamente vulnerable y tenso cuando vió al humano subir las escaleras. No estaba dispuesto a lidiar con una agresión abierta. De haber sido agredido se habria defendido. Con la mano agarrando tensamente el sable pero sin mostrar hostilidad, aprovechó la inferioridad evolutiva del humano para que este no se diese cuenta que estaba agarrando un perno por detrás de su espalda, usando para ello su pelo, fuera de su rango de visión.

La respuesta era muy simple. De haberse escalado la hostilidad, habria apuñalado al humano en una zona vital, o al menos lo hubiera intentado para poder entonces saltar del asiento y, una vez haber tenido más espacio, haber desenvainado el sable. Jadeaba aceleradamente, peleando por controlar su propia respiración y prepararse para un posible enfrentamiento mano a mano.

Quiso el destino que el humano solo viniese a gritarle. Aun sin calmarse, ignoró todo lo dijo o, mejor dicho, filtró al completo palabra a palabra de lo que enunció y se concentró en su tono, intentando adivinar en las fluctuaciones de este sobre sus intenciones. Hasta que no bajó de vuelta el xolnita no se habia tranquilizado, aun peleando por recuperar el aliento.

Cogito Ergo Sum escribió:♚ ¡Bárbaros! ¡Salvajes! ¡Estoy rodeado de cavernícolas sin neuronas funcionales! ¡Él tener que temer por mi vida por un simple mocoso xenoide!

No fue hasta entonces que el intara hizo acto de presencia. Sin que llegara a saludarle si quiera, este se apoderó de su sillón y lo llevó hasta la puerta del cuarto. El xolnita le siguió en el breve trayecto, aun jadeando de cansancio y cuando lo dejó en la puerta logró arrancar una pleitesia algo atragantada y le vió volver escaleras abajo.

Suspiró, en parte por la velocidad a la que se sucedian los acontecimientos, en parte por lo que le drenaban de aguante y paciencia a partes iguales. Entró el sillón y lo colocó en el sitio antes ocupado por la silla, enfrentado a la puerta, mientras que la silla la colocó al otro lado de la mesa, dándole la espalda a la puerta. En ese momento si que podia llegar a llamarse despacho a aquello. Si tan solo tuviese unos mapas o unos dispositivos de localización por satélite, podria operar. Aunque en verdad el ulterano en aquel momento le valia con tener papel y una pluma para escribir, aunque fuera, una última voluntad.

No tenia más que hacer, así que volvió a bajar, cerrando la puerta de su despacho con tranquilidad. Y volvió a bajar las escaleras, procurando relajarse. Cuando se acercó al último tramo de escaleras las voces de más abajo captaron su atención. Sobretodo la última pregunta de la idrina. Quizás porque, por una vez, si que convenia responder.
-Supongo que ese soy yo, entonces.-dijo, al ver que nadie apuraba una respuesta.-Como Piloto Experimental tengo cierto entrenamiento con tecnicas de combate cuerpo a cuerpo así como bastante experiencia en el pilotaje de las Unidades de Combate Mecanizadas U-692 y PXT-809.-narró con parsimonia. Se cruzó de brazos y miró a los presentes con cierta rabia. No era sino, que le costase reconocer que sin sus armaduras de combate no era nadie, sino que además debia reconocerlo ante una turba de xenoides que podrian aprovechar para atacarle.
Se guardó eso último en silencio, sin embargo, y continuó.
-En armas de fuego, desde armas cortas, automaticas, semi-automaticas y de artilleria. Tengo además un entrenamiento básico sobre la conducción y manejo de carros de combate y un largo historial como Almirante, no...-se corrigió, en base a que nunca habia ejercido aun como Almirante, al haber sido promocionado tan recientemente.-Vice-Almirante de la Marina Imperial.-aclaró.

Guardó silencio unos segundos y bufó.
-No que nada de eso sirva de algo aquí, claro está.-esbozó una sonrisa cargada de cinismo mientras se ajustaba las gafas empujando el puente de estas contra la cara.-Os puedo enseñar lo básico de cualquier arma de las que hay en la armeria, salvo con las ballestas y arcos en los que os puedo aconsejar personalmente, pero dudo que a eso se pueda llamar entrenamiento si quiera. El resto ya dependeria de vuestras especies y sus limitaciones.-

Cogito Ergo Sum escribió:♚ Y supongo que podria llegar a educarles a trabajar en equipo como los antepasados ulteranos, aunando fuerzas y voluntades para derrotar a criaturas y monstruos numerosas veces más fuertes, rápidas y terribles con tan solo el poder de sus mentes y el trabajo en el equipo... Pero no son ulteranos... No tengo tan claro que logren los mismos resultados.

Kimbra miró confusa a Irianna. Según le estaba explicando, en su mundo la reproducción se llevaba a cabo por elección y la engendro se preguntó si no se daban cuenta de la poca eficacia de esa actitud, pues una fecundación cada dos individuos no cumplía ni de lejos el numero mínimo de nuevos individuos que son necesario para mantener una cantidad de población constante. Tanto aquella forma de proceder como el concepto de familia le parecieron a la Hija de Lunas ineficaces cuanto menos, pero no dijo nada al respecto, pues supuso que, puesto que Irianna no parecía un individuo carente de razón, la sociedad de la que provenía tendría sus razones para llevarlo a cabo de esa manera.

Con la contestación de la idrina a la chica llamada Ruth, Kimbra pudo deducir lo que en un principio se le había escapado. Ruth preguntaba por el grupo que habían perdido aquella mañana y Kimbra la miró confusa. “¿Por qué tanta preocupación por ellos? ¿Acaso los considera o son realmente recién nacidos que necesiten de cuidados y protección? ¿O a lo mejor es que tiene algún tipo de interés en ellos?” Kimbra se preguntó si alguno de ellos había mostrado tener habilidades destacables y, exceptuando a los seres voladores, no recordó nada especial. La engendro pensó que, como con todo, habría razones culturales que se escapaban a su comprensión.

Luego de aquello, Irianna pospuso la conversación para otro momento e indicó que se proponía hacer la cena junto a Sekkeh, lo que más tarde Kimbra dedujo que se trataba de la segunda comida del día. Aunque ciertamente a la Hija de Lunas la primera comida le había parecido escasa, no entendió que necesidad tendrían de alimentarse cuando iban a acostarse de inmediato, pero de nuevo lo achacó a diferencias culturales, ya que todo parecía venir de ahí. La engendro se limitó a observar a los comensales apoyada en una de las paredes intentando que su presencia pasara inadvertida. Una vez se hubieron lavado los platos, se expuso la necesidad de elegir sitio donde dormir, ya que todos no cabían en un mismo cuarto, como lo habían llamado. Kimbra, acostumbrada a dormir en tiendas comunales, no expuso preferencia alguna por ninguna de las dos estancias, pero si decidió dormir en la misma en la que durmiera Irianna, puesto que era con la única con la que había entablado algo de relación.

Sus compañeros no tardaron en vaciar la cocina y Kimbra procedió entonces a llevar a cabo los debidos rituales, excluyendo la puesta a punto de armas, pues no se sentía segura con la idea de llevarlo a cabo con armas forjadas con sangre de extraños y no la suya propia. Se ofreció a preparar Infusión de los Infértiles también para Irianna, pero esta declinó el ofrecimiento. Kimbra, al ver que nadie parecía tomar ningún tipo de inhibidor, se preguntó como paliarían el deseo sexual, porque tendrían que hacerlo de alguna forma, ya que hembras y machos iban a acostarse por separado y, por lo tanto, no tendrían oportunidad de aparearse, además de que eso resultaría difícil ya que había pocos de ellos que coincidieran en especie.

A Kimbra le sorprendió como todos aquellos seres, a pesar de venir de distintos mundos, parecían tener tantas cosas en común y se vio a sí misma, de nuevo y como en su mundo, como la diferente. Aquella sensación no era agradable y enseguida se corrigió diciéndose que no había contado con el Bakaiar en miniatura llamado Rasqa, el cual se ajustaba más a lo que ella conocía.

En seguida sintió que la infusión comenzaba a hacer efecto, así que subió a la estancia seleccionada para pasar la noche. Observó mínimamente a sus compañeras esperando ver, inconscientemente, alguna muestra de deseo sexual en ellas, pero como nunca lo había sentido ni había visto muestra alguna de ello que no fuera el propio apareamiento, no supo identificar si alguna de sus acciones lo representaba o no. Rápidamente la Hija de Lunas envolvió sus nuevas armas y el resto de sus cosas en su capa de plumas, la colocó en forma de almohada y se acostó, no sin antes observar y probar durante algún tiempo el colchón, desconfiando de su comodidad y forma.

Kimbra se despertó casi en el momento en el que los primeros rayos de sol aparecían, como era costumbre en ella. Se equipó en silencio y abandono la estancia intentando no despertar a ninguna de sus compañeras, ya que había deducido que sus horarios serían distintos y las horas de sueño eran importantes. Al llegar a la cocina, procedió a preparar la comida, ajustando las cantidades de manera que hubiera 9 raciones mínimas como las que sus compañeros habían comido el día anterior en una de las comidas y una ración krabelinense estándar, pues no se encontraba cómoda comiendo varias veces al día, pero tampoco quería que nadie se viera obligado a seguir sus costumbres alimenticias. Aunque no los usó en su receta, Kimbra experimentó con algunos de los nuevos alimentos que se le presentaban, principalmente con las bayas y las hojas rojizas, ya que por sus sabores y formas eran lo que más encajaban en sus estándares.

Una vez terminada la comida, típico plato de carne especiada, moderadamente en este caso ya que el día anterior había comprobado que los saberes de la comida de sus compañeros eran más suaves a los suyos por regla general, y puesto que ninguno de sus compañeros parecía dispuesto a ser el primero en despertar, Kimbra decidió ocuparse del huerto mientras esperaba para comer. De entre los restos vegetales que Irianna y Sekkeh habían desechado al cocinar, la engendro encontró varias semillas o posibles esquejes y, junto con un cubo de agua y ayudándose de su cuchillo, comenzó a trabajar en el huerto para ponerlo en funcionamiento.

Cuando terminó habían pasado varias horas y ya hacía algún tiempo que había empezado a oir ruidos dentro del torreón, por lo que procedió a entrar en él sacudiéndose el barro y la tierra de la concha y la ropa. En el interior, se encontró al grupo hablando de armas. Al parecer ninguno de ellos conocía su manejo, a excepción de Roaxen, aunque dada su confusa explicación Kimbra dudó de aquella afirmación. Quizás aquello fue lo más sorprendente para engendro, pues no concebía civilización en la que no se instruyera a los individuos en, al menos, el manejo de una daga. Kimbra entonces se preguntó por qué muchos de ellos se habían hecho con armas cuando no conocían su manejo y no habían pedido instrucción, una acción que le pareció del todo irresponsable y estúpida.

- Mi ocupación, entre otras, es la de cazadora- informó, y procedió a explicar el por qué de aquella información-. Estoy familiarizada con el uso del arco y el machete, además de las dagas, y me encuentro completamente cualificada para ello. Asimismo, he realizado con anterioridad instrucciones a terceras personas. Creo estar capacitada para instruiros a vosotros, si así lo deseáis, en el uso de las armas nombradas- explicó y luego se giró para señalar la olla tapada en la que descansaba la comida-. Me he tomado la libertad de preparar la comida. Obviamente no estáis obligados a comerla, pero debéis de saber que he intentado ajustar las cantidades y los sabores a los que habéis demostrado apreciar- añadió. La Hija de Lunas pensó que, quizás, si les informaba de ello, estarían más predispuestos a comer lo que ella había preparado.

Me desilusiono, su respuesta es negativa, pensaba que ella lo preguntaba de manera que se ofrecía a enseñarnos, a instruirnos y darnos seguridad. Irianna era como yo, >>Que tonta he sido por esperanzarme aunque fuese por poco tiempo...<<. Aunque ella no lleva la culpa.
Intento sin resultados que no se note en mi cara, de modo que solo aparto la vista con considerable incomodidad, esta vez mis ojos se posan en los que van llegando, ya sean de arriba o de la armería.

Algunos se extrañan al ver la silla tumbada en el suelo. Pero nadie comenta el tema, no se atreven a preguntar si quiera el origen de los gritos o el por qué de la posición de esa silla. >>Aunque es evidente que el causante ha sido Devvos<<.
Le riñen dos veces seguidas al holandés, >>Curioso, casi nadie parece haber escuchado a Roaxen Tenvrai<<. El único que pregunta por lo sucedido es Sigrún, tenía cara de recién despertado y de un notable mal humor, >>¿Qué si se lo ha perdido?, practicamente todo<<.
Cuando nos reunimos todos para hablar sobre el tema de las armas simplemente paso por su lado y para evitar remover >>Aun que sé que no era su intención<< le digo:
-Déjalo estar.
>>Vaya que seca, pensaba que esta vez saldría más simpática, o más natural.<<.

Una vez iniciada la conversación nadie parece expresar sus habilidades, el ambiente es negativo. >>Así no vamos a durar más de una semana, necesitamos a alguien que nos de una mínima oportunidad aquí, que al menos tengamos algo con lo que apretar los dientes, una simple base.<<.
Estuve a punto de comentar lo de que necesitábamos urgentemente gente de los desaparecidos, quizás ellos encajasen en este perfil. Pero Roaxen se me adelanta recitando sus cargos de Almirante, y supongo que ofreciéndose con ello.
>>¿Carros de combate?, podría funcionar..., habría que localizarlos<<.
Vaya, parece estar más puesto en el tema de lo que yo creía. >>Ya decía yo que tenía que tener algo bueno<<.
También Kimbra, la chica de ojos bicolores parece ser una experta en esto. >>Quizá estemos más seguros de lo que pensaba, aunque no hay que precipitarse<<.

-Gracias, Kimbra- pronuncio casi con un murmullo por la comida.
Aunque recién desayunada aún ni se me pasa por la cabeza el volver a comer. >>Sin embargo, están teniendo unos gestos muy bonitos con la comida.<<.

Empiezo a considerar que debo tener un arma, aún no sé cuando es el momento adecuado, pero tengo que ir mentalizarme. >>Rocavarancolia, vas a cagarte, lamentarás esto Doce.<<.

A Ruth le pasa lo mismo que a mi, no tiene ni puñetera idea de luchar, pues ya somos dos, espero que alguien sepa manejar alguna, ya somos tres con Irianna. Les digo que también estoy interesado en buscar a los otros y en un santiamén recibo la reprimenda de Irianna y de Sekk, vale.... pero ¿que pinta que él me ordena cuando no sabe de que va el tema?

-Vale, vale, está bien-. Digo mientras levanto la silla y la pongo como estaba. Ante la nueva pregunta de Irianna hubo dos respuestas interesantes: la de Roaxen diciendo unos títulos para demostrar que sabia luchar y la de Kimbra diciendo que era cazadora.

A ver, en términos normales prefiero ser entrenado por Roaxen que por Kimbra, por el hecho de que ella es cazadora y el almirante. Pero después de esto no me apetece entrenar con él la verdad, aunque claro eso no lo decidiré yo . Me parece amable esta chica por ahora, hasta nos ha preparado comida.- Yo no tengo mucha hambre pero gracias de todas maneras, vuelvo a repetir, yo no se nada de armas, por eso he pensado que lo mejor era coger lo mas larga que pudiera la lanza, para no tener que jugármela mucho de cerca contra los monstruos, deberíamos empezar cuanto antes, así buscaremos más rápido a los otros e incluso encontrarlos-.

Tengo ganas de saber como están los otros, pero he de admitir que antes tenemos que tener una ligera idea de como va todo esto, aunque tardaremos unos cuantos días en aprender lo necesario y básico de cada arma. Pero bueno tengo todo el año para aprender a usarla...

Por fin se reunieron todos en el salón e Irianna volvió a preguntar lo mismo y Roaxen empezó a hablar. Varsai no entendió casi nada de lo que dijo el ulterano y lo primero que pensó fue, <<¿Lo habrá coceado un osogrifo?>>. Al parecer no, y a la desesperada la niña le escribió un mensaje a la idrina.

"¿Tú has entendido lo que ha dicho? Si es así explícamelo porfa."

A Kimbra sin embargo sí la entendió mejor, <<¿El arco es eso que lleva a la espalda?>> se preguntó mostrando interés por ello. A simple vista le parecía de madera.

"Gracias por el ofrecimiento de comida, pero ya he comido algo.
Quizá más tarde."

Eso y una sonrisa se lo dedicó a la chica, luego corrió a sentarse en el sofá.

Irianna le hizo un rápido resumen de lo sucedido entre Devoss y Roaxen. <<Creía que sería más listo>>. Definitivamente, el amante del fútbol era carne de cañón. Él también había visto a los típicos bichos verdes de cabeza alargada, pero no se le habría ocurrido decírselo a la cara, y menos teniendo en cuenta que Ruth, el belga y él mismo eran extraterrestres desde el punto de vista de los otros.

<<Al final hasta me sale competencia y todo>>. Le extrañaba que, dado el temperamento del de morado, no se hubiese liado una más gorda. El aguante del gruñón era algo que merecía la pena averiguar, pero lo dejaría para más tarde…

Ruth le dijo que dejase el tema. Que “dejase el tema”, como si llevara las 3 semanas que no habían estado sacando a colación el tema una vez tras otra. Entrecerró los ojos y la fulminó con la mirada. ¿Sería la versión femenina del belga?

Resultó que Kimbra les había preparado la comida. A Sigrún le sorprendió y como ya tenía hambre otra vez, no le importó comer un poco más, después de hacer una inclinación de cabeza para agradecérselo… <<¿Lo habrá pillado?>>.

Después, preguntaron por el uso de las armas. Ni Ruth, ni el inútil ni Irianna sabían. Sigrún negó con la cabeza. Por suerte, Roaxen soltó una de sus charlas y Kimbra también intervino afirmativamente. Prefería que lo entrenara Kimbra; al fin y al cabo él había escogido una daga y el otro había hablado bastante de armas de fuego.

-Bueno, y ahora, ¿qué hacemos?

Sekk escuchó a Irianna con atención cuando ésta puso al tanto a los recién llegados de lo que los demás habían estado hablando previamente, aplaudiendo en silencio la idea de entrenar y enseñar a los no iniciados. El intara estuvo a punto de intervenir cuando preguntó si alguno sabía pelear, pero el discurso de Roaxen y la posterior aportación de Kimbra le hicieron guardar silencio al considerar que dos instructores eran más que suficientes. Se limitó a cruzarse de brazos y a seguir la conversación.

Siendo realistas no se consideraba un profesor apropiado, pues aunque sabía defenderse, nunca había enseñado a los demás a hacerlo. Sus reservas iniciales para con los desconocidos no le convertían en la persona más indicada para instruir a otros, y su seriedad habitual, aunque en el fondo no fuera una persona fría, solía incomodar a la gente. El capellán y la krabeliense eran la mejor opción para el grupo en cuestiones de entrenamiento, él por su parte se limitaría a practicar en solitario.

Cuando Kimbra les comunicó que había preparado la comida, el intara se lo agradeció con un asentimiento de cabeza, pero como había desayunado hacía relativamente poco le respondió que recogería su ración más tarde. Rechazarlo habría resultado ofensivo para la muchacha, y más teniendo en cuenta que se había molestado en adecuar las cantidades y sabores de la comida a lo que estaba acostumbrada la mayoría.

Fue el humano de pelo blanco el primero que desvió la conversación, y su pregunta fue bastante acertada. Habiendo dejado el torreón habitable y sin mucho más que hacer allí además de esperar lo ideal sería salir a explorar, pero los peligros que esperaban fuera no resultaban muy alentadores. Sekk necesitaba algo de aire fresco, sin embargo, y por eso propuso una salida hacia terreno moderadamente conocido.
—Podríamos ir a comprobar si esos espantapájaros han vuelto a dejar suministros para nosotros —sugirió—, porque si las entregas no son diarias vamos a tener que empezar a racionar la comida. Lo ideal sería averiguarlo cuanto antes —aclaró antes de guardar silencio, esperando la opinión de los demás.

Por suerte Devoss no replicó a sus interpelaciones y procedió a recoger la silla que había tirado sin añadir nada más sobre el asunto. La chica se encontró dando vueltas en su cabeza a lo que acababa de suceder entre él y Roaxen, todavía no comprendiendo como habían podido desmadrarse las cosas de aquella forma. Por suerte el arrebato no había durado mucho y la idrina se centró en el resto de conversaciones a su alrededor.

Roaxen regresó a la cocina para responder a su pregunta y, aunque al principio tan solo aportó información innecesaria, después afirmó que podía ayudarlos con casi cualquier arma, lo cual era una buena noticia. Leyó lo que le había escrito Varsai y esbozó una leve sonrisa de comprensión.
—No del todo, pero creo que tampoco es necesario —le dijo sin alzar demasiado la voz y manteniéndose lo más hierática que pudo.
A su entender, el ulterano había aprovechado aquella oportunidad para fardar de cualesquiera que fueran sus conocimientos y, aparentemente, cargos que ostentaba en su sociedad ya que él mismo había desestimado la utilidad de todo aquella serie de nombres con diferentes grados de imposibilidad de reconocimiento para los demás excepto posiblemente Sekkeh.

A continuación fue la hija de lunas la que les informó acerca de sus conocimientos en el uso de armas y poco después se le unió Vorela, afirmando que también contaba con algunas nociones de combate armado. Irianna asintió, tras comprobar que nadie más tenía nada que aportar a aquel respecto. <<Tres personas para enseñar a otras siete… No es una mala proporción>>.
—En ese caso sería conveniente que nos enseñaseis a los demás a defendernos. Si os parece bien podemos establecer alguna clase de plan de entrenamiento y empezar hoy con los preparativos. Al menos yo quisiera comenzar cuanto antes. Gracias por vuestro ofrecimiento.
Todavía no tenía del todo claro qué clase de armas emplearía, porque después de todo aún tenía que examinar la armería en profundidad, pero para ella estaba muy claro que necesitaba adquirir habilidad en el uso de algún arma y aprender a combatir aunque fuese de forma muy básica.

Agradeció a Kimbra que hubiese preparado comida para todos, aunque desde luego aquello no era adecuado para un desayuno.
—Lo podemos calentar de nuevo a la hora de comer, pero es mejor no prepararlo con tanta antelación para no malgastar la leña —le señaló a la krabelinense.
De todas formas, la idrina sospechaba que la hija de lunas estaba acostumbrada a unos horarios totalmente diferentes en lo que a comer se refería, ya que no se les había unido a la cena y esa mañana había preparado tan temprano un plato que no se correspondía con lo que se solía tomar en el desayuno, ni en cantidad ni en contenido, y por lo que había podido observar del resto de sus compañeros las costumbres de los demás no diferían tanto de las idrinas.

El ulterano rubio comentó algo que también captó su interés, ya que se trataba de un asunto sobre el que habían debatido el día anterior y que también era de suma importancia.
—Sí, estoy de acuerdo. Deberíamos…
Una voz en el exterior la interrumpió. El mismo tono y la misma sarta de supuestos alimentos de distinto grado de repulsión que la mañana previa. Los espantapájaros habían vuelto a salir.
>>Eso tal vez responda a nuestras preguntas, pero supongo que es mejor asegurarse de que van a dejar las cestas en el mismo lugar y si las provisiones han variado de algún modo.

Roaxen Tenvrai

Al parecer la mutante habia tenido la osadia de malgastar la comida de todos en su proceso de contaminación al cual se habia referido como a "preparar la comida". Ante tal mención, el pelo del ulterano se tensó, como si hubiese sufrido una descarga eléctrica y su nariz se arrugó por una fracción de segundo, con amplio desagrado. Sin embargo, logró volver en si cuando decidió optar por una via más nihilista de tratar con aquel engendro a partes y ignoró todo lo que hizo y dijo de aquel momento en adelante, mientras pudiera aguantar semejane herejia andante.

La parodia enfermiza de los primeros de Ul preguntó sobre cual iba a ser los planes de aquel momento en adelante y el ulterano sacudió su cabellera con cierta impaciencia, dejando a otros que hablase, visiblemente molesto de que la notificación de su rango y relevancia no les hubiera hecho cambiar ni un ápice su trato y deferencia hacia él.

Sin más, tomó la decisión de subir a la azotea al oir a los espantapajaros repetir su retahila infecta de las promesas pútridas que les deparaban las cestas. Desde ahi pudo observar a los dirigibles, y, con un mejor vistazo, sus direcciones. No les quedaba otra que volver al mismo barrio en el que ya habian estado, donde las artes oscuras proyectaban horrores en ilusión, ocultando su verdadera naturaleza como trampa.
Ajustó el sable a la faja y bajó por las escaleras, y con ciertos aires de grandeza, habló.

-Es habitual en los mutantes y las aberraciones los comportamientos repetitivos. Lo he visto con mis propios ojos: Un dirigible surca los cielos en este instante en dirección al mismo barrio de las trampas oscuras y otro hacia la gran brecha de cadáveres, de donde ya comprobamos que es inaccesible, una trampa más.-con teatralidad, hizo resonar el taco de sus botas, añadiendo énfasis a lo que bien podria interpretarse como una arrenga o un consejo.-Damas y Caballeros, si deseamos alcanzarlo antes que cualquier otra criatura, deberiamos mostrar celeridad ahora.-

Dicho esto, el capellán marchó hacia la puerta del torreón letargo, descansando una mano en el mango del sable, mientras con la otra se reajustaba la ballesta a la espalda.

Sus ojos me miran destructores y con ira, esos iris de color rojos se posan en mí y me desprecian totalmente. >>¿Qué pasa?, he dicho algo malo?<<. Parpadeo varias veces un poco confusa, y resoplo fuerte despejándome el flequillo del rostro. >>¿Le habrá  molestado?, sé que no es su intención, pero solo pretendía que no se volviese a sacar el tema de nuevo. Él tiene el mismo derecho a saber que ha ocurrido, también va a convivir, quizás he sido muy brusc...<<.

Mientras se sigue debatiendo quienes nos ayudarán a defendernos y quienes no saben nada resuena una voz irritable para mis oídos. Es el espantapájaros otra vez, recitando toda clase de asquerosidades como hizo la última vez. >>¿Pero qué se propone?, la comida es normal, no comprendo el por qué de esas palabras, quizás para él nuestros alimentos sean asquerosos, o solo intenta ahuyentarnos<<.
Deben de haberse situado en el mismo lugar que antes, no creo que paren en lugares diferentes, sería casi imposible encontrar las bañeras cada vez un una ubicación diferente, y compitiendo con alimañas o Dios sabe qué. De hecho Roaxen lo confirma desde arriba.

La velocidad en este caso apremia, no podemos quedarnos de brazos cruzados, hay que ir ya, o nos moriremos aquí de asco. Roaxen Tenvrai ya se ha situado en la puerta recargando su ballesta. >>Parece que sabe lo que se hace<<. Cuando Roaxen y Kimbra nos informaron con sus habilidades de lucha no pude evitar pensar en la clase de vida que les ha hecho formarse así, o por qué saben cazar, deben tener vidas duras y diferentes a los humanos, un ejemplo claro es el horario de comida, tal y como acaba de explicar antes Kimbra.

Con rapidez y verdadera habilidad me hago una trenza dejándola caer sobre mi hombro derecho pero dejando como siempre el flequillo sobre la frente, me ajusto el pantalón y las sandalias, preparada en sí para salir.
Con destreza y en poco tiempo llego a la palanca que nos abrirá el puente, tiro de ella con furia y miedo a la vez por la incertidumbre de si nos espera algo fuera.
>>Si esta vez, nos encontramos con una monstruosidad, no sabría decir si todos volveríamos de una pieza, mejor no pensarlo.<<

Me sitúo ahora al lado de Roaxen intentando averiguar quien nos acompañará por la comida. >>Ahora que me he dado cuenta no les he preguntado si les parece bien que vaya, pero de todas formas no iba a cambiar de opinión, tengo que salir, esto es asfixiante<<.

Ya estoy preparada y dispuesta. >>No, aún falta algo<<. Sin dar explicaciones descendiendo a la armería y sin más dilaciones me decanto momentáneamente con una daga bastante pequeña y poco pesada. >>Ya ya, no voy a matar con esto pero me hace sentir segura, y cualquier cosa en este lugar que aporte confianza me resultará útil.<<

-Perdonadme-digo un poco sonrojada al volver,- no puedo ir con las manos vacías.

Miro al exterior con temor, con ira. Ladeo la cabeza a ambos lados para crujir un poco el cuello y quitar tensión acumulada. Salto un poco en el sitio y muevo las manos adquiriendo fuerza, y eliminado todo nervio. Mi corazón se acelera con cada paso que da hacia el peligro. Hasta que pongo un pie fuera.

Yo también veo bien entrenar antes de salir al exterior, pero el griterío del espantapájaros me pone en tensión. Este lugar más macabro no puede ser, ese Doce Punto me mintió aunque dijo que no podia, pues bien, voy a sobrevivir y entonces le encontrare.

El sonido desgarrador del espantapájaros me pone la piel de gallina, Roaxen sube las escaleras y confirma el lugar adonde va la bañera.....¿Al barrio de las trampas oscuras? ¿ A que lugar fueron? Pronto lo averiguaré, pienso salir ahí fuera, ayudar al grupo.

-Bien, pues yo voy, no quiero estar aquí sin hace nada-. Declaro dejando claras mis intenciones. Si voy a tener que vivir aquí lo haré de la forma mas merecida posible, nada de holgazanear. Aprieto la lanza con fuerza. He de admitir que tengo demasiado miedo, pero ni se lo voy a demostrar al grupo ni eso va a echarme para atrás....

Antes de irnos a Ruth se le olvida coger un arma, en mi opinión una daga no ayuda mucho, pero mejor que a puñetazos limpios.

Salimos al exterior, a Rocavarancolia, salimos del paraiso, de ese torreon que es salir y ya lo echo de menos. Me envalentono, los miro a todos con aire de seriedad y después al cielo.
Tengo la idea de que el primero bicho que me salte encima lo ensartare con la lanza, no pienso morir ni menos en mi primera excursión.
-Estemos alerta, seguro que algún monstruo nos acecha. Por cierto,¿ visteis alguno  cuando salisteis la primera vez? Por curiosidad a lo que podamos enfrentarnos-. Añado. Mientras espero que alguien me conteste empiezo a observar detenidamente la lanza, no parece nueva, pero tampoco esta totalmente desgastada, creo que me servirá para casi todo el año.

Varsai observó con tranquilidad como el resto hablaban y como más tarde dijeron de ir a ver si la comida se entregaba todos los días. La niña quería apuntarse aunque solo fuese por ver algo más de la ciudad y lo cierto es que sentía curiosidad por ver si había algún lugar más con plantas. No le gustó la alusión que hizo Roaxen a unas trampas y decidió preguntarle a Irianna.

"¿Qué ha querido decir Roaxen con eso de trampas oscuras?"

La niña también observó como el resto cogía algunas armas. Ella decidió no llevar ninguna, si aparecía algo como el escarabajo correría tanto como pudiese, pero tenía claro que si llevaba algo así sin saber manejarlo sólo conseguiría hacerse daño.

En un primer momento, le sorprendió el agradecimiento de Ruth. Kimbra no había hecho nada más que su trabajo y que le agradecieran era del todo innecesario y fuera de lugar a su entender, pero no dio muestras de verse extrañada. Ekatechs le había explicado que se agradecía a una persona cuando esta hacía algo de forma desinteresada y sin ser una obligación. Puesto no se había asignado cocinero en el torreón, quizás la chica había tomado su acto como una acción fuera de sus obligaciones. “Quizás, más adelante, se especifiquen las obligaciones de cada uno y así evitar estos malentendidos.” Se dijo.

En cierto momento, la chica que nunca hablaba le mostró una hoja de su cuaderno que contenía garabatos indescifrables para ella. La Hija de Lunas supuso que se trataba de escritura, pues no identificada en ellos ningún dibujo representativo de nada que conociera. Ekatechs también le había hablado de la escritura como otro tipo de arte, pero nunca como forma alternativa de comunicación. “Quizás en su mundo no saben hablar y es la única forma de comunicarse que tienen.” Pensó la engendro en referencia a la chica de orejas picudas.

- Lamento la confusión- se disculpó con Irianna cuando esta le dijo que calentarían la comida más tarde al entender en ese momento que no contaban con la primera comida del día como ella había sospechado-. En Krabelin solo contamos con una comida que se sirve a primera hora de la mañana y es, en conjunto y al parecer, la suma de las comidas que vosotros hacéis a lo largo del día- terminó explicando.

Al ver que ninguno de sus compañeros parecía dispuesto a acompañarla en su alimentación, se sirvió su ración correspondiente y procedió a comer como acostumbraba: con las manos y ayudada de su daga. La krabelinense no había olvidado el funcionamiento y uso de los cubiertos que había aprendido el día anterior, sino que había asimilado que era la forma adecuada de comer ese tipo de comida y no la suya. Cuando terminó, tuvo que prepararse rápidamente para salir, ya que mientras estaba comiendo se habían escuchado de nuevo los gritos del extraño ser que les había suministrado los alimentos el día anterior y el grupo había decidido volver a por más. Kimbra no tardó mucho en estar lista, pues sus armas ya se encontraban a su espalda y no tenía la necesidad de ponerse ni la banda para cubrir los ojos ni la capa, puesto que el clima exterior no era nada semejante al de su mundo.

Aunque la decisión se había tomado antes de que la engendro terminara su comida, el grueso del grupo la había esperado para salir, incluyendo a Roaxen, aunque este no en la estancia principal sino en el exterior.

Sigue en Avenida de las Casas Carnívoras.