Torre Serpentaria

—¡Por supuesto!— respondió a Lethe. Se rascó la nuca tras el añadido—Pues vaya, a ver quién va a dormir esta noche…

Poco más pudo oír del resto hasta que Alec remarcó que casi le mataban mientras volvía de la biblioteca. No tuvo espacio a reaccionar con palabras, pero la preocupación de la clinger se manifestó claramente en su lenguaje no verbal.

Alec deseó haberse mordido la lengua o que un hueso le hubiese crecido a lo largo de la noche anterior cuando el resto se alertaron. Lo había dicho sin darse cuenta ya que él ya había tenido tiempo de procesar las cosas.

-Relax por dios, estoy perfectamente. Ni un rasguño - explicó rápido antes de que Chromsa decidiese desnudarlo para comprobar que no había heridas.- No os alteréis que no hay problema.

>>A ver, estaba volviendo de la biblioteca, ya veía la torre y escuché un grito de advertencia que me avisaba de que tuviese cuidado, al girarme hacia mi lado ciego vi un león gigante con dos cabezas que me saltó encima. Una luz se interpuso entre el bicho y yo y parecía como si se hubiera chocado contra un muro, alguien se lanzó contra él. Llevaba una armadura ligera y usaba un estoque como arma - dirigió su mirada a Kahlo.- Joder, te habría encantado ver eso Kahlo, nunca había visto a nadie moverse de esa forma antes...
La cosa es que el tipo no estaba solo, había otro chico que se acercó a mi y se quedó mirando como su compañero acababa con el monstruo. Ambos parecían humanos, uno se presentó como un guerrero y el otro - sacó la tarjeta que le había dado Enredo de su bolsillo,- como médico y brujo, Enredo se llama - mostró la tarjeta al resto.

Hizo una pausa pasando su mirada por el resto, esbozó una sonrisa para tranquilizarlos.

-Así que estoy bien, el médico hasta me puso una barrera para que pudiera llegar bien a la torre. Parecían majos si os soy sincero - se rascó la cabeza pensativo.

Gracias a su transformación el susto cuajó por sus venas, poniendo rígidos sus músculos aunque Alec les dijera calma. Había sido una tontería dejar que fuera solo, estaba claro, pero no sabía a donde lanzar la culpa. Se intentó aliviar enseñándole el saco de monedas a Luci con una pequeña sonrisa a modo de respuesta, volviendo no obstante su atención pronto al humano de puro nervio. Tener cuerpos nuevos no implicaba ser inmunes al peligro, si bien les traía problemas nuevos, pensó, y aquel recordatorio era el último runrun que necesitaba. Con esas miró a Adam por el rabillo del ojo y suspiró, incapaz de entrar todo lo bien que le hubiera gustado en lo mágico y fortuito del relato del otro. Las raíces de todos los robles habían querido que al escocés lo salvasen dos tipos, gracias al veto levantado, pero la aparición no podía dejar de pensar en el "¿y si...?". No estaba segura de que tanto le habría encantado estar presente, pero estiró los labios en una sonrisa que desapareció tan pronto como llegó. No quería más emociones fuertes en los próximos doscientos treinta y nueve días. Como poco.

—Me alegro de que estés bien —masculló con poca energía, y presintiendo las posibles regañinas se movería fuera de escena con toda la discreción de la que tenía uso—. Si no os importa voy a asearme y tumbarme un rato —anunció para no desaparecer simplemente. Después de tantas emociones era su turno de bajona. En su ida tocaría cualquier superficie de madera por infundirse suerte, para ella y todos los allí presentes. Rezaba porque no se les hubiese gastado toda de golpe.

La enderth no daba crédito a sus oídos con cada palabra que salía de la boca del humano. Si alguien la miraba podría notar como se cruzaba de brazos con cada vez más fuerza, llegándose a hacerse una pequeña herida en un brazo con una de sus garras de tanto apretar, y como su ceño se volvía más y más pronunciado según avanzaba la sórdida historia. Cada gota del océano sabía el esfuerzo que estaba haciendo por no interrumpir al escocés y comenzar a soltarle lo que pensaba de su “increíble historia” (la cual no podía importarle menos percas) y, sobre todo, de que la desfachatez de pedirles que se calmasen como si estuviesen siendo ellos los insensatos. Fue como volver a los inicios de la criba con Kolja otra vez. No, en realidad no era la primera vez que ocurría algo semejante con aquel cachalote sísmico en particular. Y no tenía claro en qué ocasión le hubiesen estallado potencialmente más venas.

—Vamos a ver si lo he entendido: —inspiró con fuerza e hizo rechinar su pico para controlar tanto el volumen como el tono que le pedía el cuerpo en ese momento. Cuando exhaló, volvió a hablar fingiendo calma— ¿nos estás diciendo que de no ser por una total y absoluta casualidad ahora mismo podrías estar muerto y, no contento con eso, nos lo sueltas como quien habla sobre las oscilaciones de las mareas, mientras, al mismo tiempo, pretendes hacernos ver que todo ha sido completamente normal y que exageramos en nuestras reacciones?
Nadie iba a enterarse, ni siquiera la propia Lethe que no lo había hecho de forma consciente, porque, gracias a todos los lucios, Alec no estaba herido; pero la horus había clavado la mirada en el tremor con tanta saña que si se intentase curar en ese momento la maldición de sus ojos le hubiera reabierto cualquier herida.
>>¿Sí, verdad?  ¿Lo he entendido correctamente? No me he contagiado yo del merlucismo en el ambiente ni nada parecido —miró al resto de sus compañeros como buscando confirmación pero sin importarle cuáles fueran sus reacciones en realidad. En su irritación casi había pasado por alto que Luci también estaba allí ahora, pero el tiempo para saludar al daeliciano ya había caducado.

Se llevó las garras a la cara y ahogó un gruñido de frustración antes de volver a encararse al grupo. La primera en añadir algo más fue Kahlo, quien se disculpó enseguida para irse, adelantándose en lo que ella misma pensaba hacer, pero sin que ello le impidiera llevarlo a cabo.
—Y yo me voy a examinar mi cuarto un poco más a fondo. Avisadme si necesitáis algo que no sea escuchar una sarta de desvaríos.

No había vuelto a mirar a Alec a la cara y simplemente se dio la vuelta para subir las escaleras, fingiendo una tranquilidad que estaba lejos de sentir. Había logrado mantener su tono en una “neutralidad sarcástica” si es que era posible considerar el sarcasmo de tal forma, pero estaba ardiendo por dentro. Y lo peor es que no tenía nada claro de cuál era el motivo que más prendía la rabia en su interior: si la estúpida despreocupación con la que el tremor les había contado que podría haber muerto, la propia ciudad, o el obvio error que había cometido al dejarlo ir solo. Su razonamiento había sido que el mercado era un lugar desconocido mientras que la biblioteca sabían que era segura, pero había fallado al no preveer que algo, cualquier cosa, podría suceder a su regreso como había sido. Se decía que tendría que haber pensado en ir a buscarlo, o al menos en decirle que quedasen en algún punto intermedio, pero que también habían tenido otros motivos para tener la cabeza en otra parte. El encuentro con Nea, Chromsa y Adam metiéndose en un callejón con un desconocido, la preocupación posterior por mantener al pegaso protegido… No lo sabía. No sabía si eran solo excusas o de verdad su error estaba justificado hasta cierto punto. Lo que sí sabía era que seguía siendo un error, y encima uno que podría haberle costado la vida a uno de sus compañeros.

Lo cierto es que no se molestó en observar su cuarto como había dicho que haría, sino que fue directa a tumbarse en la que ahora era su cama y, tras propinar un par de puñetazos frustrados a la almohada tan solo se tumbó e intentó no pensar.

Asintió levemente. Se le olvidaba que Kolja ahora podía hacer magia. Seguro que en una torre pensada para magos había algo. Dudaba a veces de si ella realmente debía estar allí, pero sus amigos se quedaban y ella no pensaba irse sola. Ya se pasaría por la Sede a entrenar si hacía falta, pero vivir podía hacerlo allí.

—Qué va, no me ha dado tiempo. Creo que he estado dos horas en la ducha, menos mal que no se gasta el agua caliente —bromeaba, pero sí que había estado bajo el agua mucho más de lo necesario, precisamente porque llevaba mucho sin tener que hacerlo rápido para que el agua no se enfriase. Y luego estaba la transformación de Kolja. Era una explicación sencilla, pero eso no la hacía sonar menos interesante —Joder, ¡qué chulo! ¡Eres una forja andante!

»Yo soy una valkyria. Es…no viene mucho, pero a parte de tener un pegaso parece que tengo cierta resistencia a la magia. También pone algo de ser grandes guerreras, pero no sé si es exageración del libro o que voy a mejorar en ese aspecto por cosa de la Luna.

No mencionó lo de no tener magia, porque suponía que se intuía si era levemente resistente a ella. Le daba pena, pero para compensar tenía un caballo volador, que seguía siendo algo muy chulo, aunque viniera con responsabilidades incluidas.

Mientras el ochrorio seguía empeñado en encontrar el mínimo rasguño que tuviera el tremor, no ponía especial atención a las preguntas de sus compañeros, pero inconscientemente le hacía buscar con más urgencia. Fue solo con la voz del escocés que el brujo paró en seco y lo miró fijamente escuchando su explicación. Si bien intentaba estar tranquilo, que las hojas se movieran por la habitación con cierta velocidad lo delataba.

Su historia por suerte calmó a Chromsa, al menos un poco. Desde luego les confirmaba que los monstruos con los que ya se habían encontrado alguna vez no dudarían en seguir atacándoles, pero era bueno saber que no le había pasado nada por suerte. El guerrero, por lo que contaba, debía ser muy diestro, pero la mención del brujo Enredo es lo que más le llamó la atención. -(¿Cuál será su dominio?)- se preguntaba sin dejar de lado lo que le había ocurrido a Alec.

Antes de que pudiera hacer algo, Lethe tomó la palabra. No se había fijado en ella durante la historia, pero de haberlo hecho se habría visto venir mucho antes lo que iba a decir. Todos la conocían lo suficiente para saber que ese tono neutro no era buena señal e incluso con cada palabra que decía Chromsa no podía evitar sentirse un poco mal, casi como si fuera él en realidad el destinatario. Se mantuvo en silencio hasta que la enderth decidió marcharse como Kahlo. Por supuesto entendía el por qué de todo aquello. De no haber sido por los dos ciudadanos tal vez Alec hubiera vuelto a duras penas o tal vez ni siquiera lo tendrían delante. Se habían confiado por los cambios, pero la ciudad volvía a mostrarles que todavía guardaba muchos peligros. Y sí, el tono con el que había contado que casi moría no es que ayudara a calmar las cosas.

Después de un silencio que conservaba la tensión del momento, Chromsa intentó aliviar la situación cambiando ligeramente de tema. -Pues... eh... da la casualidad que nosotros también hemos conocido a otro ciudadano bastante majo. Se llama Erknest, aunque no tenemos claro qué es exactamente. Según dijo, ahora parece una comadreja y le suena de haber visto algo así en la mitología de... ¿Japón, creo? Es también de La Tierra.- No mencionó nada de momento de que al día siguiente seguramente lo conocerían por la reunión con los de Sendar. Ahora mismo necesitaban todos relajarse, tendrían tiempo de hablar más tarde de todo lo ocurrido.

Luci escuchaba a Alec con los ojos espantados. El Demiurgo había querido que no sufriera ningún daño pero, ¿y si no hubiesen pasado esos extraños por allí? ¿Y si no hubiesen sido tan ‘’majos’’? No quería ni pensar en ello. Miró la tarjeta que les mostraba. Al parecer había médicos allí. ¿Qué clase de médico podía ejercer en esa ciudad?

Kahlo, que hace unos segundos le mostraba orgullosa la recompensa de su incursión, se excusó para descansar, y Luci se preocupó un poco. La acompañó hasta mitad de las escaleras para asegurarse de que estaba bien y luego volvió con el resto justo a tiempo para presenciar la regañina de Lethe. Ella también acabó marchándose.

Luci se quedó un instante pensativo. Seguía cabreado y el susto no remitía, pero Lethe ya había dicho todo lo que había que decir. Le preocupaba de verdad que Alec se lo tomase tan ligeramente. A lo mejor se había confiado al ser tan grande.

-Creo que lo mejor es que no salgamos solos -dijo finalmente. -Aunque hayamos cambiado seguimos sin saber casi nada de esta ciudad. Deberíamos ir por lo menos en parejas.

Tras un silencio incómodo Chromsa continuó con su relato. Saber que había tanta gente amigable de pronto le daba esperanzas y le amargaba a partes iguales.

-¿Y si vamos al salón y no hablamos aquí en medio? -ofreció. Por muchos reparos que tuviera sentía curiosidad por cómo era el mercado.

Adam escuchó todo lo que Alec tenía que decir y, aunque no fue tan grave como se lo imaginó, igualmente eso no ayudó a que el pegaso se relajase. Tenso como nunca, estaba decidido a hablar pero Lethe quitó todas las palabras de su boca. Como si fuese él mismo, asintió ante lo que la mujer pájaro dijo dando a ella por hecho que, definitivamente, estaba cien por ciento de acuerdo con todo.

Algunos de ellos tomaron la decisión de irse para respirar. El mismo Adam se hubiese ido pero no lo llego a hacer por no tensar más el ambiente. Simplemente suspiró en su lugar.

—De todas formas, me alegro de que todo haya salido bien para ti. Pero por favor, nada de ir solo —aclaró igualmente, fijándose de mientras en la tarjeta de ese tal Enredo. Llamó su atención que fuese médico, intentando imaginar en su cabeza como sería llevar la idea de la medicina en Rocavarancolia.

Haciendo caso a Luci aprobó la idea de ir al salón, volviendo a sentarse para olvidar, despejar la mente de aquel susto.

—Vi de él unas cuchillas que salían de sus, ¿muñecas? Parecían de viento —siguió a Chromsa—. Dijo que era de Italia, por cierto, y me ha dado una buena impresión, parece de confianza.

Kradko pasó de decirle nada a Alec, pues ya le estaban echando la bronca. En su lugar su relato fue un recordatorio de que, aunque ahora estaban en mejores condiciones para defenderse, la ciudad seguía teniendo los mismos peligros. O tal vez incluso más que antes.

Fue especialmente llamativa la reacción de Lethe, quien aunque contuvo su tono se encontraba claramente alterada. De hecho, al igual que Kahlo se marchó enseguida para el piso superior. La pequeña clinger no sabía como reaccionar. Por un lado, pensó que igual su amiga querría estar sola un rato, pero por otro sentía la urgencia de seguirla y ayudarle un rato. Tras un tiempo indefinido de conflicto entre ambas ideas, decidió que al menos merecía la pena intentar la segunda. Además, se sentía incómoda allí.

—Yo… Me voy… Arriba un rato.— dijo torpemente. No sabía cómo disimular por qué se iba. De hecho, no sabía ni por qué sentía que debía disimular nada.

Por fortuna, Lethe y ella habían decidido establecerse en habitaciones contiguas, así que si se había metido en la suya sabía perfectamente dónde encontrarla. Por tanto, no le llevó más que unos segundos plantarse delante de su puerta. Sin embargo, aún tenía dudas sobre qué debía hacer. «¿Y si quiere estar sola? ¿Y si se molesta? ¡Agh caca de dinosaurio!». No había una respuesta correcta, lo sabía de sobras. Por tanto, se decidió de nuevo que era mejor intentarlo. Llamó a la puerta.

—¿Lethe? Soy yo Kradko… ¿te importa si entro?

No tuvo que esperar mucho hasta que recibió una respuesta afirmativa. Abrió la puerta y se encontró un cuarto que le recordó mucho suyo propio, por motivos obvios. Sin embargo no era aquello lo que la traía ahí dentro, sino la figura sobra la cama.

—H-hola… —saludó con voz suave. Fue acercándose a la enderth mientras formulaba insegura las primeras preguntas que se le pasaron por la cabeza—. Esto… ¿cómo te encuentras? ¿Quieres hablar un poco?

-Si, lo de tener unas duchas de verdad es un placer- respondió mientras sacaba un libro que le había parecido interesante.

-Suena guay tu transformación, lo de resistencia a la magia tiene que ser útil, aunque espero que no se aplique también a la magia curativa, sería una putada- dijo, sacando un segundo libro de la estantería.- Desde luego las valquirias de la mitología nórdica se pueden considerar grandes guerreras, puede que incluso que vinieran de aquí y se acabaran mezclando en nuestra mitología, ¿no crees? Si esta ciudad es tan antigua como parece puede que ya empezaran con las visitas a la Tierra en la Edad Media, o puede que incluso antes con el antiguo Egipto o civilizaciones más tempranas incluso.

-Aunque espero no encontrarme con otras figuras mitológicas, hay algunas bastante peligrosas y viciosas-añadió.-Pero ahora que lo pienso puede que se debiera a la personalidad de la persona que propagó la leyenda de esas criaturas, y no tanto la naturaleza de esa transformación.

Con los dos libros bajo el brazo se acercó a la mesa en la que estaba sentada la francesa y los dejó caer en el otro extremo.

-Bueno, yo he encontrado ya algo interesante, si no te molesto te haré compañía mientras estudiamos.

Cuando llamaron a su puerta durante un instante suspiró fuertemente: esperaba que no fuese Alec porque no quería hablar con él en ese momento. Por suerte la voz de Kradko la tranquilizó enseguida y la enderth alzó la voz para indicarle que podía pasar, mientras se incorporaba en la cama.

La niña parecía algo inquieta, suponía que debido a la verborrea con la que había contenido la bomba que amenazaba con estallar en su interior. Parecía estar preocupada por ella, y la horus sintió una punzada de culpabilidad por haber importunado a la clinger. Le indicó que podía sentarse donde quisiera antes de responderle.

—Estoy… estoy bien, creo —le dijo—. Solo frustrada —. Titubeó. No sabía muy bien cómo continuar. La lepäni seguía siendo tan solo una niña y no quería cargarla con asuntos complejos, pero tampoco quería desestimarla solo por su edad cuando se había tomado la molestia de acudir en su busca, preocupada—. Desde hace… tiempo, siento la necesidad de protegeros a todos —habló finalmente al cabo de unos segundos de silencio—. Parece que es algo inherente a los horus, según ponía en aquel libro. Que Alec hablase tan a la ligera sobre cómo casi se muere me hizo enfadar… Y que yo no estuviese allí para intentar evitarlo, también. Me aterra pensar que os pueda ocurrir nada a ninguno, y sé que no puedo estar en todas partes a la vez, pero a veces desearía poder.

Decidió no continuar hablando por el momento, esperando a la reacción de la pequeña. No podía evitar pensar que estaba hablando de más, pero también creía que la clinger se merecía una explicación sin medias tintas.

Alec asintió hacia Kahlo cuando ésta dijo que se iba a su habitación a descansar, había sido un día largo para todos. Luego se volvió hacia Lethe que no parecía contenta en absoluto y el escocés se preparó para la bronca de la enderth.

No, Alec no pretendía que lo vieran como algo normal, ni él mismo había terminado de procesarlo todo por mucho que intentase convencerse de que sí. El hecho de casi morirse por no tener cuidado le pesaba como una losa, pero por suerte no había sido así y no quería que los demás se preocupasen por algo que no había sucedido, bastante ya tenían con todas sus cosas como para que tuvieran que cargar con aquello.

-No, yo... - empezó a decir pero no terminó la frase, volvió a cerrar la boca siendo consciente de que no tenía defensa posible. Bajó la cabeza y sintió a la horus irse escaleras arriba.

Aceptó la sugerencia de Luci de ir al salón y se dirigió allí, por el camino escuchó lo que decían de otro transformado que habían conocido en el mercado.

Se derrumbó sobre un sillón que no cedió bajo su peso y enterró la cara entre las manos dando señas de cansancio. Escogió un hueco en la conversación para decir:

-No hago nada al derechas, ¿eh? - comentó con voz cansada.- Joder, lo único que quiero es no añadiros preocupaciones y es lo que termino haciendo siempre - se recostó contra el sillón con los ojos cerrados aún.

Al terminar su comentario, Luci sugirió volver al salón para charlar y el ochrorio asintió a la propuesta. A su vez Kradko avisó de que también se marchaba y Chromsa se limitó a contestarle: -Claro, sin problema.- con una pequeña sonrisa que buscaba transmitir algo de comprensión y tranquilidad. La clinger no tenía culpa de verse metida en el ambiente de esa regañina, era normal que quisiera salir de allí.

Ya entrando en el salón Adam pareció seguir la intención del brujo y siguió hablando sobre el Caballero Ciervo, cosa que lo alivió pensando que se podría calmar la situación. Sin embargo, no podía seguir desviando el tema tras las palabras del escocés. Ya antes pudo comprobar que le había afectado todo aquello, pero verlo hecho polvo en el sillón... Sumado con su nuevo aspecto, se le hacía difícil imaginárselo así. Chromsa se empezó a arrepentir de haber pensado en evitar el tema cuando sabía que, al menos, debía comentar algo como Adam y Luci.

Se acercó al tremor y, poniéndose a la altura de su rostro (lo cual no fue difícil aún estando él sentado por su estatura), comenzó a intentar animarlo sin olvidar lo ocurrido: -Alec... No seas tan duro contigo. No puedo negar que tendrías que haber tenido un poco más de cuidado, pero en realidad ninguno pensó en que fuera a pasar nada. Dejamos que te marcharas solo porque pensábamos que era un camino seguro, y con las transformaciones nos hemos confiado aun más. Podría habernos pasado a cualquiera realmente. Gracias a la Acromía que dentro de lo malo no te ha pasado nada, pero a partir de ahora habrá que andarse con más cautela.-

Al ver que tenía algo de espacio, la clinger se sentó de un salto junto a las piernas de Lethe. Para su alivio, enseguida vio que esta estaba dispuesta a hablar sobre lo que le preocupaba. Lo cierto es que Kradko no se había fijado mucho en ese detalle de la transformación, pero sí que cuadraba demasiado bien con lo que le decía.

—Yo… creo que está bien que te preocupes —empezó a decir. Aunque pronto pensó que igual no era lo más apropiado—. ¡Quiero decir! No hay que obsesionarse ni nada de eso pero digo… Tú siempre has estado ahí cuidando que todos estemos bien y jo, ¡eso es bueno! Vamos que no es solo la transformación esta, tú siempre has sido buena y estado ahí. —Se detuvo un instante al darse cuenta de algo—Ay, me estoy repitiendo. Pero lo que digo que creo es algo natural en ti. Pero claro imagino que el que la transformación tenga eso lo hace más difícil. ¿No?

Por un momento se preguntó qué clase de charla consoladora era aquella.

No es que esperase ninguna respuesta en particular de la clinger, aunque sabía que iba a ser comprensiva, pero lo que dijo la pilló completamente desprevenida. ¿Siempre se había preocupado por los demás, ella? Miró a Kradko durante unos instantes sin saber qué decirle. No quería sonar cruel ni tampoco le gustaría que adquiriese una peor opinión de ella, pero sabía que la niña se equivocaba. Tal vez esa había sido su percepción porque era cierto en su caso, pero…
—Es… me halaga que pienses eso de mí, pero en realidad… Las cosas no eran así. Créeme: si Kolja o cualquier otro hubiesen cometido una estupidez cuando apenas los conocía yo no iba a estar allí para ponerme en medio y evitar que les pasase nada. Bueno, creo que se lo dejé bien claro a todo el mundo al principio, además… —Lethe dejó escapar un bufido sarcástico al recordar las numerosas discusiones que había tenido particularmente con el alemán—. Yo no era… soy —se corrigió. Quizás había avanzado en aquella materia, pero todavía se sentía muy torpe al respecto—. No soy buena relacionándome con la gente. En Dryfus no tenía amigos, así que nunca me había tenido que enfrentar a la convivencia con un grupo de gente… Y mucho menos uno tan variado y lleno de, ya sabes, mamíferos —dijo la última palabra en un claro tono humorístico: su prejuicio hacía tiempo que había desaparecido por mucho que siguiese usando el término de forma sardónica—. No lo sé, Kradko. Supongo que es todo nuevo para mí y por eso me resulta tan difícil, más que lo que pueda implicar el ser una horus, creo.

Hizo otra pausa y se frotó la nuca, insegura sobre qué hacer o decir a continuación. Finalmente se decidió.
>>Lo que sí sé es que eres una niña muy buena y creo que de no tener cerca a alguien con quien podía familiarizar desde el principio me habría resultado mucho más difícil todo. Gracias, Kradko.
Algo dubitativa, posó suavemente una de sus garras sobre la cabeza de la lepäni y la acarició con algo de torpeza, intentando mostrar una leve sonrisa que no pareciese forzada.

Cuando Kradko aviso sobre su partida hacia los pisos de arriba Adam asintió comprensivo, respetando los motivos de la niña bicho con su silencio y absteniéndose de preguntar sobre ellos.

—Aparte de eso, a Erknest cuando lo conocimos tuvo un accidente que… —se detuvo cuando Alec empezó a hablar. No pudo evitar sentirse del culo por esquivar el principal tema que acontecía, mirando al escocés en un intento de mostrar interes y preocupación por lo que él tenía que decir. Con la mirada gacha, hizo un par de intentos de decir algo los cuales por la presión del momento fueron inútiles. Una vez reunió fuerzas, Chromsa se le adelanto trasmitiendo puras y llanas verdades.

Adam apoyó ambos brazos en el sofá y se levantó de un impulso, prefiriendo estar cerca de Alec. No quería hacer que se sintiese solo, al fin y al cabo es su amigo, parte de la pequeña familia que decidieron formar en un momento de crisis. Ahora solo quedaba apoyarse los unos a los otros.

—Solo nos preocupamos Alec, tampoco queremos que te pase nada —afirmó con una sonrisa gentil acompañada de su mano apoyada en el enorme hombro del escoces, esquivando los pinchos—. Es lo que dice Chromsa, es… peligroso ahí fuera todavía y tenemos que andar con mil ojos. Para la próxima te acompañamos, no quiero dejar solo a un amigo.

Adam asintió convencido de sus propias palabras decidido a proteger a Alec y a todos los demás aunque sea no dejando solo a nadie. Se cruzó de brazos, mirando a veces hacia sitios donde no había nada pero por no quedarse quieto o con la mirada fija en nadie.

—Y tampoco te machaques tanto, nos pudo haber pasado a cualquiera. Así que arriba esos ánimos, sabes que estamos aquí para apoyarnos los unos a los otros. —sabía que estaba siendo bastante hipócrita con lo de los ánimos pero lo dijo como forma de levantarle la moral

Luci no sabía lo que era Italia, pero lo de las cuchillas de viento sonaba peligroso pero interesante.

Kradko decidió seguir a Lethe y Luci se quedó al pie de la escalera mirándola con preocupación hasta que la perdió de vista. Luego siguió a los demás hasta el salón.

De normal la reacción de Alec le habría ablandado, sin embargo seguía teniendo un nudo en el estómago por su historia. Llevaban ya muchos meses allí como para cometer ese tipo de fallos y ya tenían muchos muertos a sus espaldas como para permitírselos. Soltó un largo suspiro y se sentó en el brazo de un sillón.

-¿Como no íbamos a preocuparmos? Eres nuestro amigo, vamos a preocuparnos por lo que te pase lo quieras o no -Hizo un mohín. -Y entiende que en el enfado también hay frustración. ¿Qué habría pasado si no llegan a estar esos extraños allí que casualmente decidieron ayudarte? No habríamos podido hacer nada por ti.

Realmente no habrían podido hacer nada ni estando allí. Eran débiles, y no podían depender de la posible buena intención de la gente, no en esa ciudad. Estaba claro que por mucha agua corriente y privacidad que tuvieran seguían en peligro y tendrían que diseñar estrategias para mantenerse a salvo.

-¿Qué pinta tenían los tipos esos que te ayudaron? -preguntó para, con suerte, desviar un poco el tema y aligerar el ambiente.