Ofiuco Aquae

Adrune

Observó con orgullo la demostración de nado de Neil y añadió la suya propia, queriendo ir todo lo rápido que pudiera, con resultados bastante cuestionables. Por suerte, el sentido de la vergüenza del gamusino no era particularmente notable y tan solo dedicó una expresión tonta a Vanyme y se rio de su propia torpeza. Trató de aplicar lo aprendido con más cuidado, imitando un poco a Neil quien seguro que se había quedado con los movimientos mejor que ella misma.

Aunque aquella terma era impresionante, los tres no tardaron en decidir en moverse a una nueva y ver más paisajes impresionantes y probar otros efectos acuáticos que el catálogo de Ofiuco Aquae ofrecía. El terra acabó por reunirse con Cain y los demás y, tras permanecer un rato más en remojo, la pareja sinhadre decidió que era hora de regresar a la Sede. El edeel iría todo el camino explicándole al brujo de la cera todo lo que le iban a contar a sus amigos cuando llegasen y asegurándole de que iban a lamentar no haber podido acudir con ellos ese día.


Noel

Asintió con fingida solemnidad al apunte de Gael acerca de que se habían asegurado de dejar comida para el resto y sonrió a Kaethe cuando le devolvió el cumplido.
—Algo se nos tenía que pegar de pasar tiempo con gente con más estilo que nosotros —bromeó.
Le alegró saber que Wen parecía contenta con el desempeño de la inauguración, pero también podía notar que no se encontraba precisamente relajada y le hubiese gustado que estuviese en su poder el conseguir que su pareja no fuese un manojo de nervios, pero no tenía mucha confianza en poder realizar tal proeza.
>>¡Somos gente civilizada en todas partes! —fingió indignarse ante el comentario. Al menos podía bromear, suponía—. Al menos bajo los estándares de los bendecidos por la Luna yo creo que nuestro comportamiento nunca desentona —añadió con una sonrisa sarcástica.

No mucho después, Cain y sus acompañantes les avisaron de que iban a ir en busca de Vanyme y que seguirían viendo las instalaciones por su cuenta. En otras circunstancias tal vez les habrían acompañado, pero había una conversación que todavía tenían pendiente con las chicas, y de hech un nuevo comentario de la ghoul les indicó que ya estaban hablando de ello antes de que se volviesen a reunir.
—Es… extraño, desde luego —coincidió con el asunto de Matt—. Si no aparece quizás deberíamos plantearnos rastrearle. ¿Cuándo fue la última vez que nadie supo de él? No llevo la cuenta, pero diría que bastante… —No era un secreto que al draco no le caía bien el espectro de arena, por lo que no acusaba demasiado su ausencia, pero no dejaba de preocuparle al tratarse de un amigo de sus amigas—. Es verdad que se había vuelto cada vez más ermitaño, pero creo que tenemos motivos suficientes para no fiarnos.

Demasiadas malas experiencias cruzaron fugazmente por la mente del draco, quien intentó que no permaneciesen allí para no estropear el ambiente. Debían intentar encontrar a Matt: lo peor que podía pasar si daban con el excéntrico brujo era que los mandase a paseo por meterse en su vida, pero la alternativa de permanecer de brazos cruzados intuyendo lo peor no era precisamente más deseable.

Gael agradeció el comentario de Kaethe con un gesto.
—Está bien saberlo, que nos hemos gastado una pasta —bromeó tras echar un pequeño vistazo alrededor y comprobar que dama Isis no andaba cerca.

Después de reírse con la broma de Wen y la contestación de Noel, y tras despedirse de Caín, salió a colación un tema en el que había estado tratando de no pensar hasta el momento. La mención de Matt, aún ausente, no dejaba de ser un mal augurio. No era la primera vez que hablaban de él, y cuanto más tiempo pasaba más inquietante era que no se pasase ni a saludar a sus compañeras de criba.

—¿Deberíamos acercarnos al desierto mañana si al final hoy no aparece? No es que quiera interrumpirlo si está con algo importante, pero es normal que nos preocupemos —dijo después del draco. Nunca le habían dado importancia porque en aquel desierto no había, supuestamente, nada peligroso para un brujo y espectro de arena, pero cuanto más lo pensaba más le parecía que debían de haberse preocupado por su silencio hacía mucho tiempo.

Soltó una risita leve sobre las coñas de sus amigos de ser civilizados solo en ocasiones. Intentar relajar la tensión que tenía su amiga por lo importante de la ocasión era algo que no sabía como hacer, pero al menos parecía que aquello funcionaba. Hacer bromas no se le daba bien, pero lo intentaba compensar con sonrisas amables que buscaban tranquilizar a Wen.
Decidió quedarse con Wen y los cuchitrileros, por lo que se depsidió de Caín y sus acompañantes. Ya los vería luego, pero en aquel momento quería estar con su compañera de criba, que al fin y al cabo era para lo que había ido.

Si las leves bromas anteriores habían relajado aunque fuera un poco el ambiente, con todas las respuestas sobre Matt este se había vuelto a poner tenso. Ninguno parecía saber nada del espectro, y aunque el aislacionismo del brujo era algo a lo que estaban acostumbrados, aquello parecía bastante más preocupante.
—Yo diría que sí. Si está con algo importante al menos podría haber avisado de que no íbamos a poder contactar en bastante tiempo… —se mordió el labio —Además somos sus amigos, tampoco creo que le vaya a molestar tanto que le hagamos una pequeña visita.  

Cuando Caín se despidió, Wen no pudo evitar recomendarle varias termas que pensó que su amigo podría disfrutar y que no dudaran en llamar a cualquier trabajador para cambiar lo que se les antojara, esperando que cualquier necesidad de su amigo fuera cubierta de forma eficiente por su personal antes de volver a la conversación. Aunque la vouivre en todo momento se mantuvo atenta de la fiesta y de si alguno de sus trabajadores reclamaba su presencia para cualquier eventualidad, no pudo evitar concentrarse más en la conversación sobre Matt a medida que fue avanzando, preocupada por las implicaciones.

-Si soy sincera, no recuerdo cuándo fue la última vez que hablé con él -admitió frunciendo el ceño todavía intentando recordar-. Sé que no es excusa, pero primero con la exploración de Krabelin y luego con las Termas he estado muy ocupada y realmente no me veo capaz de recordar si hablé con el durante estos últimos dos años.

Por muy triste que sonara, Wen sabía que sus palabras no podían ser más ciertas. A su manera, Matt siempre se había hecho querer como un hermano, pero el poco interés del brujo por mantener la conversación durante los últimos años y todo el trabajo que había tenido la vouivre habían distanciado la relación bastante.

-Sí, si no aparece aquí de forma melodramática derribando puertas, quizás deberíamos acercarnos un día de estos al desierto para comprobar que todos sus granos siguen en su sitio -estuvo de acuerdo con Gael-. No es que no me parezca urgente como para ir mañana, pero siendo sinceros después de los últimos meses y esta noche, mañana estaré tan muerta que Kae me confundirá con su cena -comentó con mofa dándole un pequeño codazo a su amiga-. Además, todavía no descarto que aparezca mañana con bombos y platillos porque se ha equivocado de día.

El draco se encogió de hombros ante la explicación de su pareja acerca de por qué no recordaba cuánto tiempo llevaba sin saber nada del espectro de arena. Estaba bastante de acuerdo con el comentario de Kaethe al respecto.
—Él tampoco ha hecho nada por mantenerse en contacto desde hace bastante tiempo y, como mínimo, recuerdo que nos aseguramos de que se encontrase bien después del incidente con la Torre de los Soñadores.
Aquel era uno de los tantos sucesos que no le gustaba demasiado recordar, pero la vida del grupo de los mercenarios de la Brecha y sus allegados estaba plagada de eventos desagradables y era inevitable tener que mencionarlos. Resultaba muy evidente que Wen había tenido la cabeza completamente ocupada en otras cosas porque no parecía recordar que sí habían visto al brujo al menos en un par de ocasiones en el último año; si bien era cierto que se había mostrado bastante poco comunicativo y quería decir que incluso borde. O a lo mejor eso solo era su percepción sobre Matt, no podía estar muy seguro.

>>Yo estoy con Gael: si os preocupa podemos rastrearle mañana mismo —dijo mirando especialmente a las chicas, compañeras de criba del espectro—. Mi apuesta es que está encerrado en algún iglú de arena en Malyadar, enfrascado en saben los dioses Oscuros qué proyecto estrafalario, y se le habrá ido la flapa. La poca que le quede, al menos —trató de bromear un poco al respecto y dejar escapar una pequeña risa por aligerar un poco el ambiente.
En realidad, debido a los mencionados sucesos desagradables, Noel no tenía la mejor de las sensaciones respecto a aquella desaparición. Pero precisamente por eso prefería no ser él al menos quien abriese la puerta a las posibilidades ominosas. Por el momento tampoco tenían razones reales para pensar que no se trataba de exactamente lo que acababa de decir.

Gael asintió ante las palabras de Kaethe, por supuesto que no creía que Matt se fuese a molestar porque se preocuparan por él, sino todo lo contrario. Luego tuvo que admitir que había sido un poco precipitado mencionar el día siguiente, porque tal como puntualizó Wen, seguramente estarían bastante cansados. A él no le importaría, ni siquiera planeaba beber demasiado, pero la vouivre se merecía un descanso como era debido y querría unirse seguro a la búsqueda del brujo. Era cierto que un día más tras tantos no marcaría una diferencia, solo era que ellos habían empezado a preocuparse realmente.
—Es verdad —concedió a la vouivre, y dejó escapar una pequeña risilla con la imagen mental que le proporcionaron sus palabras, aunque no logró calmar su mal presentimiento por completo.

Tras la intervención de Noel se hizo evidente que le rastrearían tan pronto como fuera posible, y aunque mientras no lo hicieran todavía tendría esa punzada de desasosiego, en aquel momento no podían hacer mucho más que seguir esperando su llegada.
—¿Qué tal si le esperamos un poco más poniendo los pies a remojo? —sugirió señalando hacia donde se habían ido dirigiendo el resto de invitados—. O a la parrilla. Yo lo prefiero.

Irianna

La idrina asintió ante las palabras de Ayne.
—No digo que dejemos de lado nuestros respectivos empleos constantemente cuando queramos, pero no pasará nada por tomarnos los días libres que creamos convenientes de vez en cuando. Descansar también forma parte de la productividad.
Irianna tenía bastante claro que debía existir un balance entre el trabajo y el ocio y realmente intentaba aplicárselo también a sí misma. A veces tenía días que dedicaba estudiar o escribir durante mucho tiempo, pero la verdad es que muchas veces dichas tareas la absorbían por completo por lo interesantes que le resultaban. Notaba bien cuando se había pasado y necesitaba descansar, por lo que no le daba ningún reparo ni sentía que estuviese desperdiciando el tiempo por tomarse pausas.

Kimbra respondió tan metódicamente como de costumbre a la pregunta de Eara y probablemente ella misma no podría haberlo explicado mejor. Entendía que para la sinhadre pudiese parecer una perspectiva algo más intimidante al no contar con las capacidades de un transformado, pero la nebulomante tenía claro que no iban a ponerla en peligro y siempre se asegurarían de que llevase las protecciones necesarias.
—La verdad es que me intriga mucho cómo habrá afectado el desenlace de la guerra a Mjörne. He leído que los mjörnís estuvieron a punto de extinguirse y que apenas queda tierra habitable en la actualidad sobre el planeta. No me imagino que continúen siendo igual de belicosos como lo eran entonces, pero no sé qué podríamos encontrarnos. Un pequeño reconocimiento primero sería lo mejor. O quizás alguno de nuestros conocidos sepa más al respecto, como los chicos de la Brecha.

El resto de la velada resultó igual de agradable y la idrina se dejó relajar por las cálidas aguas de las diferentes termas que fueron probando (pues ella sí se metió en todas y cada una de las que le dio tiempo). Aún si estaba entusiasmada por sus perspectivas de empleo para el futuro próximo, aquel día la conversación se centró sobre todo en temas menos trascendentales pero igual de importantes. Se lo había pasado muy bien en Idris con todos sus amigos y estaba deseando repetir la experiencia en mundos menos familiares para ella. Antes de irse se despidieron de dama Diurna y la felicitó a ella y a Virgo por el excelente trabajo en su recién abierto negocio, que sin duda había acrecentado también sus propias ganas de llevar a cabo sus planes.

Estando de acuerdo en que no había problema para continuar viajando por mundos vinculados, Eara asintió ante la respuesta de Kimbra. Sabía que tenía razón y no había nada que temer, pero no podía evitar pensar como una no transformada, a pesar de todo lo que había cambiado.
—Que conste que yendo con vosotros no voy a pasar miedo —comentó riendo. Obviamente comprobarían toda la información disponible de un mundo antes de visitarlo, así que aquella cuestión no le quitaría el sueño. La propia Irianna estaba teorizando sobre el mundo de Mjörne, pero por el momento no podían hacer mucho más que eso, ya que no había ningún experto en el tema presente.

Aquello les proporcionó tema de conversación para un rato más. Fue una velada agradable, y cuando se marcharon no les quedó otra que felicitar de nuevo a dama Diurna. Sabían que aquel negocio era buena idea, que había trabajado mucho en él, pero cuanto más tiempo pasaban en aquel ambiente más evidente se hacía que dama Diurna había acertado de lleno. Cuando llegó la hora de irse, los sinhadres se vieron obligados a decir que volverían pronto como clientes.

Hablaron de Mjörne, siendo Irianna quien mostró interés sobre su historia, y de otros mundos y de la posibilidad de visitarlos, con lo que Kimbra estuvo de acuerdo a pesar de que su interés se inclinaba hacia su fauna y flora que a las especies inteligentes que los poblaban.

La velada fue agradable y gratificante en general y el grupo pudo experimentar varios climas y paisajes en cada terma visitada, por lo que la krabelinense no dudó en seguir a sus compañeros a todas ellas y a felicitar de nuevo a dama Diurna y su asistente una vez dieron la noche por concluida. Hacer uso de las aguas termales no era una actividad con la que la demonio tuviera mucha afinidad en sí misma, pero podía prever que haría uso de ellas como un lugar agradable en el que tener reuniones con sus amigos. Quizás, incluso, podría disfrutar de ellas con sus bestias de menor tamaño si llegaba a un trato con dama Diurna.

Aunque la preocupación seguía ahí, Wen tenía razón y lo mismo se presentaba al día siguiente: Matt siempre había sido un poco así, y si no tenían tanta relación como antes era porque ni ella iba al desierto a menudo ni él se molestaba mucho en buscarla a ella. Eso no hacía que le quisiera menos.
—Seguro que estás deliciosa—respondió a la coña de la Voivre con una risita, buscando calmar algo el ambiente. Estaban allí para celebrar la apertura de las termas, al fin y al cabo, y siempre podrían buscarle más adelante.

Gael sugirió seguir al resto hacia las distintas salas de baños, y la ghoul sonrió ampliamente.
—Me parece bien, tengo muchas ganas de ver cómo ha quedado todo —dijo antes de girarse al fuego fatuo —. Aunque no veo lo del fuego, eh, no me gusta demasiado la carne quemada.
Otra risa suave. Aun con los pensamientos volviendo hacia el brujo de manera recurrente, estaba dispuesta a pasárselo bien aquella velada.

Wen rió con las bromas de sus amigos olvidándose por el momento del brujo y centrándose en disfrutar de la velada y de los frutos de todo el trabajo invertido. Aunque en todo momento se aseguró de que todo estuviera marchando de forma correcta, se fue poco a poco relajando y disfrutando más, viendo como la fiesta era un éxito e incluso llenando la agenda para la siguiente semana, gracias a la ronda que hizo para poder saludar y hablar con todos los invitados y al trabajo de Virgo facilitando la información pertinente.

Al final de la fiesta, cuando ya solo quedaba ella en la zona de aguas y Virgo esperándola en la puerta principal, Wen paseó su mirada hacia el agua, el mármol y las columnas, satisfecha con lo que había logrado y deseando ver hasta dónde podían llegar las termas.

El draco agradeció el cambio de tema, y también rio y se unió a las bromas.
—No te preocupes —le dijo a Kaethe—. Dejamos a Gael cociéndose a fuego lento en el horno y el resto nos vamos a dar un baño de los de la gente normal.

La verdad es que, aunque sí que fueron a echar un vistazo a todo lo que pudieron, dado a lo ocupada que estaba Wen con la inauguración y atendiendo a todos los invitados, aquel no era el mejor día para disfrutar del nuevo negocio de la vouivre. Demasiada gente para su gusto de todas formas, por lo que se dedicó más que nada a hacerle preguntas a su pareja acerca del funcionamiento de cada cosa diferente que veían y a felicitarla por su gran trabajo, mientras bromeaba con el fuego fatuo acerca de que en realidad podían pasar perfectamente por los guardaespaldas de sus amigas y que la única que estaba verdaderamente libre de trabajo aquel día de los cuatro era la ghoul.

Se acabarían yendo de los últimos e intentó hacer prometer a Wen que no se excediese trabajando más aquel día bajo la nada seria amenaza de que la cena estaría completamente fría cuando volviese a casa si no, y que le impedirían calentarla a toda costa si era necesario.

Gael emitió un quejido cuando Noel le aseguró a Kaethe que no necesitaban asarse con él.
—No os riais, en realidad es un fastidio tener que quedarme siempre aparte cuando os bañáis en algún lado —se quejó el fuego fatuo mientras torcía la cara. Podía vestirse un cadáver, pero no convenía mucho ponerlos a remojo, ni tampoco es que fuese a sentir en su piel el sol, la arena o la temperatura al hacerlo. Lo más divertido era poseer peces, a decir verdad, pero no podían hablar.

El resto de la inauguración pasó entre charlas, bromas y baños. Fue agradable, incluso aunque la sombra de la conversación que habían tenido antes aún pesaba sobre ellos. Gael estaba encantado con las termas, y ya que no tenían baños de fuego en su casa le aseguró a Wen que iba a ser cliente habitual, aunque probablemente ya se lo había dicho un millar de veces antes de la fiesta.

-Jefa, ¿qué es esto? -preguntó Virgo sosteniendo un papel en su mano no sin cierta incredulidad.

Wen, que se encontraba comiendo un bocadillo mientras miraba por encima unos papeles, esperó a tragar su último bocado antes de mirar por encima a la keniata para ver a qué se refería.

-Oh, lo has encontrado -comentó restándole importancia, volviendo la vista a sus papeles.
-Claro que lo he encontrado, estaba en mi armario, justo encima de mi uniforme -contestó Virgo preguntándose a dónde quería ir a parar la británica.
-Bueno, pues es lo que ves. Una simple formalidad, en mi opinión. Eso era tuyo desde hace tiempo, pero supuse que preferías tenerlo por escrito y sellado.

Y no es que le faltara razón. Virgo sabía que necesitaría ese papel para recordar todas las mañanas que ya no tenía grilletes invisibles que la encadenaran.

-Me estás… ¿Me estás liberando? -preguntó, todavía sin querer creérselo del todo por si era una broma de mal gusto de las que Diurna jamás le había dado indicios de disfrutar en lo más mínimo.
-Ya te lo he dicho, para mi eres libre desde el primer día. Todos lo sois -explicó, dando a tender que todos habían recibido el mismo papel-. Aunque no negaré que me aproveché de vuestro desconocimiento. Os necesitaba para poner en funcionamiento este sitio, pero ahora que ya va viento en popa si al final decidís no trabajar para mi, puedo permitirme el tiempo de buscar a más empleados. De hecho, ya lo estoy haciendo porque os quedéis o no, necesitamos más empleados -siguió explicando como si eso no fuera un mundo para Virgo.

Mientras Wen seguía tranquilamente comiendo su bocadillo, Virgo se quedó estática de pie todavía sosteniendo el papel entre sus manos, asimilando como toda su realidad había cambiado de nuevo.

-Y esto… ¿Qué significa? ¿Qué va a cambiar? -preguntó todavía incrédula.
-Bueno, pues no mucho, la verdad. Podéis dejar el trabajo si queréis y buscar vuestro camino en otro lado, o manteneros a  mi lado y bajo mi protección si decidís que este es vuestro camino. El resto supongo que seguirá igual.
-Si decidimos quedarnos, ¿nos pagarás más? -preguntó, sintiéndose un poco tonta al darse cuenta de que seguramente si Diurna no los hubiera considerado libres no les habría estado dando un sueldo desde que las termas abrieron.
-Bueno, eso depende de si pretendéis seguir viviendo en el piso de arriba o no. Si preferís vivir en otro lugar por vuestra cuenta, vuestro sueldo subirá para poder pagar ese sitio nuevo. Si por el contrario elegís quedaros, contaré esa diferencia como el pago por el alquiler. También puedo ayudaros a reformar algunas de las casas de alrededor o varias si os gustan. Tendrá que ser poco a poco, por supuesto, no podremos dedicar todo el día a ello o no habrá sueldo que lo pague. Y el pago saldrá de vuestro sueldo, claramente, aunque os puedo hacer un adelanto o un préstamo si queréis. Yo os intentaré facilitar las cosas si así lo queréis, pero eligais lo que eligais, será decisión vuestra y solo vuestra.
-¿Tenemos que decidirlo ya? -preguntó, un poco abrumada por las posibilidades.
-No, por supuesto. Tenéis todo el tiempo del mundo para tomar todas las decisiones que queráis, solo os pido que me aviséis con tiempo para buscar sustitutos en caso de que queráis iros. Por lo demás, podéis seguir aquí e iros más adelante; marcharos mañana mismos, o nunca hacerlo. En lo que a mi respecta tenéis tanta capacidad de decisión como yo.

Virgo se quedó unos segundos más reflexionando mientras Wen comenzaba a recoger sus papeles y su plato vacío. Ya era hora de que volviera a su despacho y se preparara para abrir el negocio por el día.

-¿Tienes alguna duda más? -le preguntó al ver que no se había movido aún.
-No, no. Lo… lo consultaré con el resto. Seguramente te digamos algo mañana -contestó enderezándose un poco. Su jefa contestó a sus palabras con un asentimiento dando por finalizada la conversación, pero Virgo tenía algo más que decir-. Espera, Diurna -la paró cuando fue a darse la vuelta-. Gracias. Solo quería decir… Gracias.
-No buscaba tu agradecimiento, así que no me lo des. Me aproveché de tu estatus de esclava y de tu desconocimiento para mantenerte a mi lado. Esto no es bondad, es justicia. No me debes nada -le contestó con seriedad antes de desaparecer por el pasillo.

Cuando estuvo sola, Virgo soltó una pequeña carcajada sin ganas. ¿Justicia? Justicia hubiera sido que nunca deberían haberla vendido a Lasca y que su profeta nunca debió traerla a este lugar. Justicia no eran niños secuestrados de sus camas para repoblar una ciudad de monstruos.

Rocavarancolia no era justa.

Mientras volvía sus pasos a la sala de servicio, Virgo se preguntó por qué a pesar de eso ella parecía tan decidida a quedarse y jamás volver a la Tierra.

Las semanas pasaban y con ellas los meses atropellados unos detrás de otros. A lo tonto Ruth había visto pasar dos cosechas distintas tras la suya y ambas sin el más mínimo ingreso monetario ni ningún tipo de proyecto personal. Tuvo un parón con el tema de las pesadillas y logró refinar sus invocaciones y aquellos aspectos de su transformación más complicados pero ya era hora de pensar en el futuro. Se estaba quedando atrás con respecto a sus amigos, no era algo que le molestara demasiado pero no podía permitir que continuaran pagándole una estúpida bebida o depender de alguien si quería comprarse un bikini bonito.

Contempló varias opciones en los tablones de anuncios, pero de todos los variopintos nombres con los que sus ojos incandescentes se toparon al leer el que más le había llamado la atención era Ofiuco Aquae. La razón era sencilla y algo nostálgica. Uno de sus pasatiempos favoritos en la Tierra siempre fue contemplar las estrellas e investigar sobre ellas en los libros del instituto o las bibliotecas públicas, ya que no tenía dinero para permitirse hacerlo por su propia cuenta. Reconoció el nombre como la constelación y le pareció que se trataba de alguna señal. La segunda razón fue "Aquae" que sin duda debía referirse a agua, un elemento poco visto en la ciudad y que no casaba demasiado con su transformación. Se lo tomó como un reto, pero no tardó en descubrir que el lugar escondía unas termas. Eso significaba temperaturas altas y la verdad podía ser un poco hipócrita con la Ruth del pasado que no creía en el destino ni nada que se le pareciera.

Así que allí estaba. Frente a un edificio de dos plantas que le recordaba a la mismísima Grecia. Ruth suspiró aún a lomos de Kasdaya mientras reparaba en las columnas altas e imponentes. Gracias al león demoniaco pudo llegar hasta la zona noreste de la ciudad. No solía frecuentarlo pero reconocía que estaba bien pensado por la vida que tenía a su alrededor. En su camino a galope había cruzado bodegas, tabernas, mercados y plazas.

—Tus servicios han terminado, puedes marcharte —dijo con voz solemne una vez sus pies de reptil aterrizaron en el suelo de un salto. La criatura formidable asintió con su cabeza y terminó por evaporarse desprendiendo un tufo a azufre que ya empezaba a resultarle familiar. Únicamente cuando se encontró sola dejó escapar una exhalación de dolor y con un pequeño silbido animó a las salamandras que escondía dentro de su ropa para que salieran a la luz. Su nicho de invocación formado por ladrillos y carbón residía en la Sede de los Taumaturgos, pero aún desde ahí mientras no se apagara la brasa se mantendrían ancladas a ese plano. Siempre tenía la opción de curarse así misma, pero no es que tuviera un nivel de magia muy alto y había aprendido a aprovechar las ventajas que algunos demonios le ofrecían para suplir los efectos negativos de los otros como si fuera un bucle infinito.

No eran más que un par, pero bastarían para cerrar la herida de la palma que se había hecho al invocar su montura predilecta. Las salamandras asomaron la cabeza con timidez, pero su inteligencia superior pronto trabajó para reptar por su antebrazo y vomitar su lava curativa. La israelita notó el alivio al instante y se demoró en contemplar como las gamas de su piel alternaban entre amarillos y rojos para equilibrar sus propias emociones y disipar todo atisbo de nervios.
—Gracias, pequeñajas —les dijo, esbozando una sonrisa de dientes negros y dejando que volvieran al cobijo calentito de su cuerpo. Después lanzó un conjuro de limpieza sobre sí misma pues no quería presentarse con alguna mancha de sangre que hubiera resbalado por su antebrazo.

No solía reparar demasiado en su aspecto pero quería dar una impresión formal así que optó por una camisa negra remetida en un pantalón ceñido del mismo color y un cinturón con un toque dorado. Su cabello se mostraba recogido en una cola alta y tanto sus mechas de fuego como la llama que anidaba su cola carecían de ningún tinte mágico en esta ocasión. Desabrochó el primer botón y se remangó las mangas antes de darse ánimos.
—Vamos allá, tú puedes.

Ruth abrió las puertas de doble hoja y la visión que obtuvo la dejó clavada en el sitio unos segundos. Era sencillamente maravilloso, y el suelo desprendía un calorcito agradable para sus garras. Maravillada por las paredes blancas y aquel estilo corintio se vio obligada a salir del trance para acercarse hasta una zona que solo podía ser la de recepción.

—Emm... Hola —saludó con la mano a una chica de tez muy oscura, dudando de si acercarse más o no. Su timidez se veía eclipsada por el carácter directo de su transformación, así que su nueva naturaleza le impidió andarse con demasiados rodeos—. ¿Tú eres Dama Diurna? Me enteré de que buscáis personal, vengo por curro.

¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Debía entregarle alguna especie de Curriculum Vitae? Quizá tendría que haberse preparado mejor antes de venir, pero estaba demasiado emocionada y en cuanto se había decidido no pudo evitar dejarse caer.

La llama de su cola pareció refulgir, expectante.

Virgo suspiró contenta. La mañana estaba siendo tranquila en general, un puñado de personas ocupaban la terma comunal y aunque había una terma grupal ocupada, solo una de las individuales lo estaba y ninguna de las dobles. Además, el almacén estaba a rebosar recién abastecido y la quemadura que había sufrido Nekkar el día anterior ("Cocinando... ¿A quíen se le ocurriría? ¡Estuvo todo el día encargándose de las termas de fuego y se terminó quemando haciendo un huevo frito!") se había curado sin problema gracias a una maravillosa crema que Zaniah encontró en la nueva botica. Realmente habría sido más rápido y barato si hubieran permitido que Diurna hiciera magia sobre la herida, pero todos todavía estaban asumiendo su nuevo estatus de ciudadanos libres y a veces les gustaba hacer este tipo de actos que les permitían deslizarse un poco más en dicho papel.

Puesto que el día parecía algo escaso de tareas, la keniata decidió aprovechar un poco el tiempo y sacó una carpeta de uno de los estantes inferiores desplegando su contenido por la mesa de recepción, pero en la parte baja donde ningún cliente podría verlo. Frente a ella, los esbozos de un plan de reformas de la que esperaba en un futuro fuera un conjunto de pequeñas casas cerca de las montañas en las que tanto Spica, Merak, Zaniah y Nekkar como ella misma pretendían vivir en el futuro. No es que se sintieran a disgusto en el piso de arriba, les gustaba vivir ahí, tan protegido y decorado a su gusto, pero todos querían experimentar su libertad totalmente y tener su propio espacio. El piso de arriba era cómodo, pero todos querían cierta intimidad que el salón y cocina comunal no daba. Seguían queriendo estar cerca, por eso el proyecto de casitas estaban una junto a la otra, pero deseaban dejar atrás todas las discusiones tontas sobre vajilla sin fregar y comida consumida sin permiso. Que algunos de ellos tuvieran magia no era excusa para dejarles las tareas del hogar a ellos.

Mientras Virgo pensaba en cómo amaría su futuro jardín de arena, las puertas de entrada se abrieron dejando pasar a una demonio del fuego, supuso, dado el parecido de sus rasgos a los de Ariven.

-Buenos días. Bienvenida a la casa de aguas termales Ofiuco Aquae -saludó con profesionalidad, asegurándose de que no se vieran los planos.

Virgo sonrió amablemente por la confusión de la chica, entendiendo que era su primera vez en el lugar y posiblemente estaba poco familiarizada con los mercenarios de la Brecha y la propia dama Diurna.

-Me temo que no lo soy. Mi nombre es Virgo y soy anfitriona de las termas -le contestó presentándose-. Pero no te preocupes, dama Diurna se reunirá enseguida contigo. ¿Me puedes decir tu nombre, por favor?

Una vez la demonio, Ruth, le contestó, Virgo activó su comunicador interno que permitía hablar a través de él con Diurna sin que nadie ajeno les escuchara.

-Jefa, hay una chica aquí preguntando por ti. Es por el anuncio de personal -le indicó de forma discreta, pero sin ocultar que se estaba comunicando, a pesar de que Ruth no podría escuchar sus palabras.
-Dame cinco minutos. Pásala a la zona de reuniones y ofrécele algo. Saca también algunas pastas y ponme a mi un té, por favor. No he tomado nada en todo el día -indicó Diurna desde el otro lado del comunicador.
-¿Galletas de mantequilla de feerik? -preguntó sabiendo que eran sus favoritos del momento.
-Sabía que había una razón por la que te mantengo a mi lado -contestó la británica con mofa antes de desconectar el comunicador.

Reprimiendo la diversión, Virgo se volvió de nuevo hacia Ruth mostrando la misma sonrisa amable y profesional que antes.

-Sígueme, por favor. Dama Diurna estará en unos momentos -comenzó, saliendo de detrás de la recepción y guiándola hacia la zona de los biombos-. ¿Puedo ofrecerte algo de beber? ¿Té, café, refrescos, zumos, agua,...?

Lo primero que llamó la atención de la israelita fue la profesionalidad de la chica que la recibió. Su amabilidad fue palpable y aquello sirvió para percibir el contraste con lo abrupta de su entrada. Se mentalizó de mostrar un poco más de modales.

—Gracias —dijo con total sinceridad cuando le dio la bienvenida, la demonio de fuego esbozó una sonrisa algo más torpe que la de la keniata e intentó no hacer demasiado evidente que se fijaba en su uniforme, le parecía bonito—. Oh, sí, perdona. No me he presentado —relajó los hombros, pero no le tendió la mano para no quemarla—. Mi nombre es Ruth, encantada.

Luego la joven, quién se llamaba Virgo, se dispuso a hablar por alguna especie de comunicador o algo. Seguramente charlaba con su jefa aunque la demonio no podía oír exactamente sus palabras por lo que decidió girarse de medio lado para que no pensara que estaba intentando escuchar. Con mirada distraída continuó observando cada detalle de la estancia y pensando en la poca información que ya poseía. Así que la muchacha era anfitriona, sonaba bien... ¿Sería ese la clase de trabajo que ofrecía Dama Diurna? ¿O se trataba de otra cosa? Ahora le daba un poco de impresión trabajar de cara al público, tendría que pulir su lado más sociable, ese en el que se esforzaba tanto por no mostrar.

Virgo se giró hacia ella con el mismo tacto agradable que antes y la israelita asintió conforme, dispuesta a seguirla hasta una zona separada por un biombo.
—Sí, por favor —le dijo, reprimiendo una sonrisa, desde que la Luna Roja la había transformado ya no era agradable la sensación de tener líquido congelado y gaseoso atravesando su garganta—. Algo caliente estaría bien si no te importa, me vale con el té o el café —tragó saliva—. Lo siento, estoy un poco nerviosa... todo esto es... muy bonito a decir verdad —como si pudieran sentir su inquietud las salamandras se revolvieron dentro de sus ropajes y se pegaron a su piel, quizás en un intento de que el cuerpo de la israelita las cobijara simulando su propio lecho de ladrillos y carbón.