Rocavaragálago

Nia parece aburrida, y ya había llegado el amanecer. La Luna ya no brillaba con su fulgor rojizo. El amanecer había sido sobrecogedor en aquel lugar, pero seguía siendo una lástima ver cómo se apagaba el brillo del astro. Suspiro y, pese a que no estaba seguro de querer irme, decido que lo mejor será irnos.
-Vamos, entonces... de día será menos peligroso, supongo... -le digo a Nia-. ¿Vosotros venís? -pregunto a los demás-. Será mejor que encontramos a los demás... quiero saber si están bien.
Los miro, y me imagino a mí mismo, el aspecto lamentable y extraño que presentamos después de esta noche de locura. Decido yo la dirección, sin preguntar. No me doy cuenta, simplemente tengo interés en ir a sitios concretos. Me aseguro de que el hechizo sobre Nia seguirá funcionando todavía, y levito a su lado, con los demás siguiéndonos.

(Sigue en el Barrio de los Callejones sin Salida).

El ímpetu del viento me acaba lanzando contra algo de piedra que se eleva desde el suelo, pero el golpe es inexistente debido a mi forma de humo. Transformo solo uno de mis brazos y con el nuevo peso comienzo a bajar al suelo con cuidado, haciéndome sólido de pronto. Ahora puedo contemplar mejor contra qué me he chocado: un obelisco de piedra enorme. No lo he visto nunca... Y hay algo detrás de mí, algo que he sobrevolado a demasiada velocidad... Me giro con rapidez y suelto un silbido. <<Parece una catedral...¿Acaso hay religión cristiana en este sitio? No lo hubiera dicho... No, imposible... Debe haber otro motivo>> pienso, mientras observo sus numerosas y carmesíes torres. Pero hay algo en el ambiente que me inquieta, algo se desprende de la roca lisa de la construcción, algo poderoso que me hace retroceder hasta el obelisco, al cual me pego. Emana calor y energía, bastante además. Alzando la cabeza y poniéndome de puntillas logro ver un foso de lava que la circunda o eso parece, porque no acabo de ver los bordes del edificio. Pero... ¿Qué habrá dentro? ¿Para qué se habrá construido? Y de pronto miro al cielo, buscando la Luna Roja... <<¡Son del mismo color! ¿Serán del mismo material?>> Y este pensamiento me asusta, así que sin despegarme del obelisco me escondo detrás de este, asomándome como si la mole rodeada de fuego pudiese fulminarme si quisiera, asustado. Asustado por lo desconocido, por el poder de la Luna y por el misterioso edificio... Y de pronto el viento se agita de nuevo, haciéndome cerrar los ojos y pegarme a la piedra del obelisco, para cubrirme del torrente de aire. <<Es como si la ciudad quisiera que esté aquí... Pero tengo cosas que hacer, dos en concreto importantes...Diantre...Cuando pase el vendaval me iré...>>

A dama Liviana le gustaba sentarse al borde del foso de Rocavaragálago durante los meses de Luna Roja. Una brisa refrescante rodea a la bruja impidiendo que sudase una sola gota.
Su vaporosa túnica de seda cae desparramada por el suelo sin llegar a tocarlo en ningún momento y su larga cinta oscura vuela en una espiral a su alrededor junto con sus cabellos azabaches. Se permite mirar fijamente a la lava sin que le piquen los ojos. Aquello es algo que hace que dama Liviana se sienta como una diosa.
La mujer se alza como una pluma hacia atrás para encaramarse al obelisco. Quiere ver la Luna Roja desde su cúspide. Pero algo la distrae. Hay un joven vampiro abajo.
"Un vampiro, ¿eh?", piensa con una sonrisa que no encaja en su suave rostro de cortesana. Desde la mitad de la columna, precavida por si el joven siente sed por ella, le pregunta:
-¿Qué te trae aquí, transformado perdido?
La bruja acaricia los relieves del obelisco distraída y mueve la brisa que la cubre para que a Jack no le llegue su olor.

Pero algo me hace abrir los ojos y mirar en derredor, he oído algo, casi nada, pero suficiente para alertarme. Hay alguien a la mitad de la columna, una mujer vestida con una túnica y una cinta de oscuro color la rodea, pero...<<¿Quién es?>> Sonríe y me habla, pero de pronto dejo de oler su sangre <<¿Magia?>>
-Ho...hola. Iba de caza y me dejé llevar demasiado por el viento.-digo tímidamente, pero al momento me maldigo a mí mismo <<Ya has mostrado una debilidad...¿y si quisiera matarte? Maldita sea...Y para empeorar, hace magia... Atento...>>
La miro fíjamente mientras toca los relieves de la piedra, en los cuales no me había fijado antes, pero no lo haré ahora. No le quito un ojo de encima, pero tengo curiosidad, demasiada...
-¿Quién sois? Al decir "transformado perdido" decís que ni sois una transformada ni que esté perdida...-pero me estoy liando con el condenado lenguaje formal y me callo.

-Oh, yo estoy mucho más transformada que tú -dice en un tono de superioridad-. Todavía no lo suficiente pero sí bastante. Aunque dudo que un recién tocado por la Luna lo comprenda.
La bruja desciende por el obelisco gateando por su superficie vertical. Todo en ella parece renegar de la gravedad.
-Buenas noches, soy dama Liviana, bruja de la brisa y legítima alquimista mayor del reino, aunque al resto del consejo no le guste -dice tendiéndole lánguidamente su mano frente a la cara para que la bese. La brisa sopla más fuerte desde Jack hacia la mujer, tratando de ocultar su olor a toda costa.
-Pareces ocioso e inquieto. ¿No has ido a los entrenamientos? -pregunta con curiosidad.

Me responde con un tono... como si se creyese superior. Lo sea o no no necesita demostrarlo, diantre. Y vaya que si lo demuestra, bajando por la piedra como una rata bajaría por un canalón, con la cabeza por delante y en perfecto equilibrio... Magia, maldita magia... Está bien hacer hechizos, pero que todos puedan... Es peligroso... Cuando llega al suelo me tiende la mano y la miro, curioso. ¿Qué pretende, que la muerda? Mientras tanto se presenta y asimilo toda la información, incluido lo del consejo <<Quizá me sirva en el futuro>> Miro a la mano de nuevo y cuando voy a responder, la ventolera aumenta y se lanza contra ella, desde mi espalda, barriendo todo su olor por completo <<Me teme...Dice que es "poderosa" pero me teme...Lo tendré en cuenta, vaya que sí>>
-Sí, he ido a los entrenamientos de Biología, Supervivencia y al de Estrategia con Sepalian, Cicatriz y Faadan. Los dos primeros fueron fructíferos, este último en absoluto. Y me echaron del de Magia, así que ya buscaré la forma de aprender a manejar mi magia propia... Y también me echaron del de Lucha. Bueno, mejor dicho no me aceptaron... Ellos se lo perdieron...No soy un negado, maldita sea.-pero su mano sigue ahí, así que sigo diciendo, en tono de broma.-Quizá un tanto negado en situaciones "formales". ¿Qué se supone que significa su mano frente a mi cara?
Y no, no me presento, solo respondo a sus preguntas. No es necesario que me presente si no me fío todavía de ella...

-Oh, Sir Windstone se comporta como un bebé, tiene unas ideas viejas sacadas de la Tierra que no ayudan mucho. La culpa es de tener casi sólo el portal de la Tierra abierto y no otros que podrían ser mucho más útiles, eso hace que sus habitantes se crean que su mundo vinculado es el más importante o, en el caso de Windstone, que se crean que siempre tienen razón -dijo esto con una mueca de odio al rememorar el hecho de que el caballero no se comportaba con ella como con el resto de cortesanas-. Gahna es una impaciente, no le hagas mucho caso a esa vieja impulsiva -explicó haciendo un gesto con la mano para quitarle importancia-. De todas formas dudo que la "reina de los reptiles" te hubiera podido enseñar gran cosa. Por lo que oí, no trajo libros al adiestramiento -esto último lo susurró como el cotilleo dicho por cualquier dama frívola.
Dama Liviana examinó a Jack con curiosidad. Aquel vampiro parecía inteligente a pesar de su especie.
-Yo puedo enseñarte algo de magia. Será bastante general porque soy bruja y alquimista pero de todas formas bastará como base para un vampiro.

Me empieza a hablar de Windstone y de Gahna, la medio dragona, pero no presto mucha atención hasta que habla de enseñarme. ¡Enseñarme! Asiento varias veces y respondo:
-¿De veras? Te...Se lo agradecería mucho. Sí, por favor. Ser un vampiro sin saber cómo es un vampiro no es muy vampiresco...Leí algo sobre magia de oscuridad, pero no sé de qué va eso... ¿Ocultarme en la oscuridad? Hechizos de oscuridad como dañinos? ¿Para protegerme del sol?-pregunto atropelladamente, pero me sonrojo y digo, como disculpándome.-Perdón, pero... soy muy curioso y quiero aprender lo que pueda...
Pero me asalta otra vez el pensamiento sobre la extraña catedral y me giro para mirarla, curioso e intrigado. Vuelvo a girarme a Dama Liviana y vuelvo a preguntar, más calmadamente:
-¿Cuándo empezamos?
Ya me enteraré de la historia de este edificio, no es importante de momento. Prioridades: aprender y cazar. Que no se me olvide cazar antes de que acabe la noche...

Dama Liviana emprende el paso hacia la Luna Alta. Aunque más bien se trata de vuelo pues va levitando a poca altura a pesar de que hace el movimiento de caminar.
-No me gusta pisar el suelo -se explica-. Me ha acabado por dar bastante asco -dice aquello como si fuera lo más normal del mundo-. Vamos a empezar esta misma noche, tengo un manual de hechizos de oscuridad bastante grueso. Por lo que veo ya dominas la transformación en... -olisquea con atención la brisa que le llegó desde Jack- humo. Pero te falta la protección de objetos con sangre como las encuadernaciones. Es muy útil, hace que sólo los vampiros puedan tocar algo. El resto de magia de sangre que conozco es con sangre mezclada con otras cosas y bastante especializado a la alquimia... Ah, por cierto, voy a necesitar la tuya. Es un veneno interesante la sangre del vampiro.
Dama Liviana sigue flotando como una ondeante nube de blanco inmaculado hasta salir de la plaza del obelisco.

(continúa en la Luna Alta)

Se aleja de mí, caminando hacia no se dónde, aunque cuando la sigo... <<No toca el suelo, va levitando como Gael...>> y como si me escuchase pensar, dice que pisar el suelo le da asco... <<Es rara...>> Pero presto atención a lo que me dice sobre mi transformación y lo demás <<¿Encuadernación? Bueno, si sirve para eso... Podría encuadernar algún libro importante para alguien poderoso...Interesante>> Pero no digo nada, ya hablaré cuando empecemos, no quiero cortar el torrente de información que me está dando. También habla de magia de sangre, no solo de oscuridad...Sangre, de eso tengo suficiente y al alcance de la mano. Pero de pronto, como si nada, dice que necesita mi sangre. La mía. Como veneno. ¿Mi sangre sirve de veneno? Si me enseña a hacerlo también sería útil... Pero aumento el paso porque he relajado el ritmo y me estoy quedando atrás, no quiero perderme en este lugar, con la catedral a escasos metros. La miro una última vez y salimos de la plaza, por fin...
(Sigue en Luna Alta)

Era grande y roja, y no era la Luna, pero la energía que emitía se le parecía mucho. Su mera presencia hacía que Yrio se sintiese pequeñito, era una obra de poder, era poder puro, todo ello. Yrio se había quedado plantado a unos metros de Rocavaragálago, deteniendo en seco su carrera de histeria. Jadeaba, pero no estaba demasiado cansado. A la edificación la rodeaba un foso de fuego líquido, tan rojo como la ciudad en ese momento.

Yrio se acercó con curiosidad. Aproximó las manos al magma, y comprobó que no le quemaba. Estaba caliente, ardía, pero no le dañaba. Se sentó al borde del foso y tras un largo momento de duda metio los pies. Un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando notó la descarga de poder y las cosquillas del calor en sus pies. Era eso, el fuego le hacía cosquillas, y era agradable. El magma lamía sus pies e Yrio reía. Era divertido. Chapoteó un poco, sin darse cuenta de que la lava había prendido los bajos de sus pantalones, y el fuego se estaba extendiendo.

-¡No, no, no tengo otros pantalones! ¡Para! -pidió y para su sorpresa las llamas ralentizaron su avance, aunque no lo detuvieron- ¡Parad, joder!- gritó, enfadado, y las llamas se extinguieron. Su piel estaba intacta, pero sus pantalones estaban hechos una pena.

Sacó los pies del foso y se levantó, mirándose los pies desnudos. Las tobilleras que llevaba se habían fundido y algunos fragmentos se le habían incrustado en la piel. Hasta el momento Yrio no se había dado cuenta de cuanto dolía y escocía. Se sentó en el suelo y probó varios hechizos a ver con cual podía quitarse el metal cnadente de encima.

Yrio ignoró la colleja, y casi la mitad de las escasas palabras que le había dicho Erin. Había recordado un hechizo de moldear materia y lo estaba usando para despegarse las tobilleras ayudándose también de calentar el metal un poco. Se despegó con mucha facilidad y no le dejó más marca que una de presión que se iría en un rato. Tiró lo que quedaba de las pulseras al suelo,que tintinearon.

-No me quemo- le dijo entusiasmado.- Mira

Fue de nuevo hasta el foso, se remangó, y metió las manos en el magma, ahuecándolas para coger un poco y acercárselo a Erin.

-¿Ves? Soy inmune al fuego. Y creo que me hace caso...

Soltó la lava en el suelo. Hizo que las llamitas que se formaron mientras la lava se enfriaba bailasen sobre sus manos, formando una serpiente enrollada en sus muñecas hasta que no pudo contenerlas más y se consumieron. Bufó, y se arrancó una manga de la camiseta para prenderla y hacerse una bufanda de fuego. Ppodía hacer que las llamas subiesen y bajasen, que se paseasen por su cuerpo, que se proyectasen hacia Erin, aunque eso no lo probo por miedo a dejar a la chica sin cejas.

Y por fin llegamos al inmenso edificio que tanto impone y atrae, hoy más con la Luna en lo alto. Por fin porque al pobre le ha costado, pero va mejorando y es perseverante, a pesar de los golpes. Le avisé de un par de cosas, le eché una mano con otras y listos.

Al poco de llegar localizo a Yrio junto a la terrícola, hablando de sus transformaciones, el uno con los pies metidos en lava sólida y la otra toqueteando algo de metal. Sin pensarlo me alejo de los letarguinos y me acerco al sinhadre a zancadas, a la par que saludo:
-Bienvenidos a la ciudad y a la majestuosa Rocavaragálago, letarguinos recién transformados. Yo soy Jack, vampiro de hace cuatro cosechas.-a lo que sigue una reverencia y un estallido.-¿Pero no es este mi sinhadre favorito? ¡Y está hecho todo un piromante, como el Rey!-exclamo eufórico, aunque la mención del piromante me hace frenarme, <<no vaya a recibirme con llamas y adiós muy buenas>> pienso divertido y temeroso a la vez.-Cuidado con el fuego, para mi transformación es mortal.

Y sin importarme la terrícola, Pablo o Stefan, termino de acercarme al chico y darle un abrazo para luego soltarle y acariciarle el pelo y disculparme riendo.
-Tenía que hacerlo, lo siento. A Alder ni se me ocurre, a Seon por circunstancias no pude... Te tocó.-y me encojo de hombros, y ante la mirada del resto, sigo-Ejem... Si alguna vez sois cosechadores ya me entenderéis, aunque no todos se lo toman igual. Y... A ti ya te veo que sabes cuál es tu dominio pero tú... Ni idea, lo siento. ¿Has descubierto algo?-le digo a la chica.

Alguien apareció descendiendo del cielo, e Yrio lo reconoció en seguida. Era el tipo que lo había cosechado, ese al que Alder tanto odiaba. Lo recibió con una gran sonrisa y una carcajada cuando Pablo aterrizó de panza a su lado, con una falta de gracia que contrastaba con el rubio.

-¡Pablo, no estás muerto!- celebró

Cuando Jack le desveló el nombre de su transformación, y cuando dijo que era la misma que la del mismísimo rey, los ojos de Yrio se iluminaron. Nunca en su vida se había sentido tan importante. Le dieron ganas de saltar, de gritar, de dar vueltas en el aire. Quiso hacer una demostración de su poder para asentar las palabras de Jack, para añadirles peso. Fantaseó con la idea de ver al rey en persona, con la de deshacerse de su etiqueta de crio inutil, de don nadie, de felpudo para su edeel. Sus ojos se desviaron, de vuelta al foso de lava, y luego hacia Jack.

-No me acercaré a ti- le prometió

Corrió al foso y saltó. Una llamarada subió al cielo como si quisiese alcanzar la luna y cuando el humo se disipó, salió Yrio cubierto de magma y llamas. Su figura a penas se distinguía entre el fuego, y la lava comenzó a solidificarse por lo que tras un pequeño ataque de pánico al ver que casi no podía moverse aumentó la temperatura y esta se fue desprendiendo y formando un rastro burbujeante tras él. Sus ojos verdes se dibujaron levemente tras el muro de llamas. Su ropa había quedado calcinada. Sus talismanes, sus adornos de Sinhdro, todo había quedado reducido a nada. Yrio se había quemado a sí mismo, y las llamas estaban emborrachándolo de poder.

-¿Ves?- dijo con una sonrisa desquiciada- ¿No es impresionante?

Sintió que podría reducir la ciudad entera a cenizas, y riendo, avanzó desnudo y en llamas en busca de algo con lo que alimentar su fuego.

-¡La ciudad arderá, toda roja como la Luna!

Al final, y casi de milagro, logré llegar a nuestro destino. Aunque terminé el viaje con un aterrizaje de emergencia justo al lado de Jack.

-¡Auch! Al menos no me caí sobre el foso. Oh hola Chicos, no me creo que al final haya podido rastrearos... bueno, a med... ¡Tengo seeeed!-
Me levanté de golpe mientras buscaba la petaca que me había dado Jack y me la bebía entera de un trago sin ningún cuidado y manchándome de nuevo. Vi de reojo que Stefan se había puesto detrás de Jack y estaba tenso.
-Tranquilo, que no muerdo. Bueno en realidad sí, pero ya me entendéis-

Por un momento todavía pude notar unas ganas horribles de tirarme sobre cualquiera de mis tres compañeros de torreón y eso me asustó. Hasta ahora no me había parado a pensar en que mi necesidad de sangre podía acabar con ellos como víctimas. “No nada de eso. Solo tengo que conseguir sangre por mi cuenta de otras fuentes y listo. Hasta ahora no lo he tenido tan difícil ¿no?”

-Técnicamente lo estoy. Es una larga historia- Contesté a Yrio tras recuperar los ánimos y el color, ahora que estaba saciado de nuevo.
“El rey eh? ¿Así que tienen la misma transformación como Jack y yo? Interesante. Oh cosechadores, eso explica ese cariño repentino. Pero no me veo abrazando al mío la verdad”

En ese momento Yrio decidió tirarse al foso. “¿Lo que? ¡No, espera! ¿No se ha muerto? Ah cierto que controla el fuego, y parece que el calor no le afecta”

Salió envuelto en magma y llamas, y pudimos comprobar de primera mano que aunque él era ignífugo, sus ropas no.

-Creo que impresionaría mucho más con ropa-  Le solté sin fijarme en que su sonrisa ya no era racional. Aunque cuando dijo de quemar la ciudad ya empecé a darme cuenta.

-Ey frena, nada de quemar ciudades que en algún sitio tenemos que vivir- Lo habría intentado agarrar, pero había escuchado lo de que el fuego para los vampiros era mortal y no me atreví a acercarme demasiado. “¿Dónde está el agua cuando la necesitas? A ver ahora cómo le enfrío los humos a este”